El ahorro previsión y las rentas vitalicias

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EL AHORRO PREVISIÓN Y LAS RENTAS VITALICIAS
EL AHORRO PREVISIÓN Y LAS RENTAS VITALICIAS
Juan Fernández Palacios
Mapfre Vida
Trataremos de aportar, desde el sector asegurador, nuestra visión sobre la viabilidad del
desarrollo en España de un mercado de rentas vitalicias, habida cuenta de la evolución
previsible del sistema público de pensiones en interacción con medidas de apoyo al sistema complementario de gestión privada. Han de considerarse tanto las incertidumbres
asociadas con los riesgos de longevidad y el de dependencia, como el potencial que
aportan las nuevas fórmulas de liquidación de ahorro inmobiliario como generador de
rentas en la etapa de jubilación.
1. EVOLUCIÓN HACIA UN MODELO MIXTO DE PENSIONES
En el debate sobre los distintos modelos de organización social y, particularmente, sobre
el alcance a establecer para el Estado del Bienestar, va quedando superada la etapa de contraposición radical sistema público-sistema privado, al menos en los países desarrollados.
En ellos está ya muy generalizada la aceptación de modelos mixtos que facilitan la integración en el sistema de los distintos grupos ciudadanos atendiendo a su nivel de renta.
El modelo mixto permite compatibilizar los principios de universalidad, cobertura de
las necesidades básicas de individuos y justicia redistributiva, con el aumento en los
niveles de eficiencia en la gestión (que ha de presumirse en el sector privado) y limitación del gasto social a ratios de equilibrio en las finanzas públicas.
Por necesidad o por convicción, también se ha impuesto en los distintos países la estrategia de avance gradual hacia ese modelo mixto, desechando los cambios radicales,
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INSTRUMENTOS FINANCIEROS PARA LA JUBILACIÓN
especialmente en el capítulo de las pensiones y atención a la tercera edad, donde el gradualismo encaja mejor que en los de sanidad y educación.
El riesgo al que nos enfrentamos es la lentitud en la adopción de las medidas de impulso del proceso. Aquí el ritmo de cada país viene marcado por sus propias circunstancias
económicas y políticas.
En España, la positiva evolución de la economía en la última década y, particularmente, los beneficiosos efectos de la inmigración en los saldos anuales de la Seguridad
Social, han contribuido a ralentizar el avance que se inició, con un elevado nivel de consenso, mediante el Pacto de Toledo suscrito en 1995.
Sin embargo, esos efectos no dejan de ser coyunturales si los contraponemos con la tendencia estructural al envejecimiento de la población y con las proyecciones que sitúan
a España como una de las sociedades más envejecidas del planeta allá por 2050. De
forma que es de esperar que, más pronto que tarde, se retomará el impulso hacia el
modelo mixto de pensiones, lo que necesariamente habrá de pasar por favorecer el desarrollo de los sistemas privados complementarios.
2. INCENTIVACIÓN FISCAL A LAS PENSIONES
COMPLEMENTARIAS
2.1. Entre las medidas favorecedoras que caben ser adoptadas, las hay de carácter proactivo y otras que, por pasiva, tienen como efecto natural la ampliación del campo para
los sistemas privados; entre éstas se situarían aquellas que acotan o reducen la cobertura del sistema público (extensión del periodo de cómputo para el cálculo de la pensión,
fijación de la pensión máxima, …).
Dentro de las de carácter proactivo, el establecimiento de beneficios fiscales al ahorroprevisión destaca sobre todas las demás. Se trata de incentivar el ahorro finalista y a
largo plazo mediante reducciones o desgravaciones en el impuesto sobre la renta, a
cambio de la indisponibilidad de ese ahorro por largos periodos, lo que introduce el
debate sobre la neutralidad fiscal entre los distintos instrumentos financieros a través de
los que puede canalizarse ese ahorro. Partiendo de que los individuos pueden utilizar
cualquiera de ellos o combinaciones de los mismos para acumular recursos de cara a la
jubilación, parece lógico que los incentivos se dirijan principalmente a aquellos que, en
mayor medida, ayuden a la consecución de ese objetivo, contrarrestando la acusada preferencia por la liquidez que se observa en la mayoría de los ciudadanos.
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De ahí que, en España, los apoyos fiscales al ahorro previsión se hayan concretado en
los últimos años en los planes de pensiones y seguros de vida ahorro1.
Los primeros porque comportan la renuncia a la disponibilidad por los partícipes, hasta
la jubilación, salvo en supuestos excepcionales de enfermedad grave o desempleo. Y los
segundos, porque, además de lo anterior y de acuerdo con su propia naturaleza, satisfacen los requisitos de garantía a largo plazo y plena adecuación y complementariedad
respecto al sistema público de pensiones; dicha garantía se apoya en la gestión de riesgo demográfico, inmunización del riesgo financiero y márgenes de solvencia específicamente diseñados para absorber las desviaciones en ambos tipos de riesgo; en cuanto
a su mayor complementariedad o integración con la Seguridad Social descansa en la
cobertura de riesgos biométricos, dando entrada al factor probabilidad y a la posibilidad
de combinar ahorro y garantías de riesgo, facilitando una respuesta más ajustada a las
necesidades de los ciudadanos en las diversas situaciones que, con carácter contingente, pueden afectar a su vida.
2.2. No obstante, recientemente ha empezado a reconocerse en nuestro país a la propiedad inmobiliaria como vehículo de ahorro a largo plazo con capacidad para generar
rentas de jubilación que complementen las percibidas del sistema público. Razones culturales, económicas y sociales están en la base de la amplia preferencia de los ciudadanos por la adquisición de la vivienda frente al alquiler a la hora de constituir sus hogares, dando como resultado que la propiedad de la misma constituya en España el activo
principal de individuos y familias.
Siguiendo la experiencia de otros países, los esfuerzos se centran ahora en el desarrollo
de fórmulas que permitan movilizar o dar liquidez a ese patrimonio mediante su transformación en rentas temporales o vitalicias, con vistas a la jubilación; se cuentan entre
ellas la vivienda pensión, la hipoteca pensión y, especialmente, la hipoteca inversa, para
las cuales el Parlamento español ha aprobado recientemente una regulación específica
orientada a establecer unas garantías básicas para los usuarios de estos productos, al
tiempo que rebajas impositivas y en los costes de formalización2.
1
Planes de Previsión Asegurados, introducidos en 2003, que son contratos de seguro con idéntica fiscalidad que los planes de pensiones. Adicionalmente, hasta la aprobación de la vigente Ley de IRPF, otros seguros de ahorro contaban con reducciones fiscales en función de su plazo de vencimiento.
2
Ley 41/2007, de 7 de diciembre.
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INSTRUMENTOS FINANCIEROS PARA LA JUBILACIÓN
2.3. Con todo, las medidas de tipo fiscal vienen demostrando un efecto limitado en la
generación de recursos para la previsión complementaria3. Estimulan, como es lógico,
a las capas de población con mayor nivel de renta, es decir, a aquellas que obtienen un
mayor ahorro fiscal en términos absolutos, por estar sometidas a tipos marginales más
altos en el Impuesto sobre la Renta. En el resto, la combinación de menor tributación,
menor renta disponible para el ahorro y mayor grado de cobertura por el sistema público respecto del último salario de su vida activa, da como resultado una escasa disposición para el ahorro a largo plazo; con la excepción, si cabe, y por las razones aludidas,
del ahorro inmobiliario, que se convierte en un auténtico ahorro sistemático en virtud
de su adquisición distribuida en el tiempo mediante la financiación hipotecaria.
De lo anterior es buen exponente la distribución de los recursos de los españoles entre
los distintos tipos de activos:
Fuente: Banco de España. Encuesta Financiera de las Familias (EFF). Distribución conforme a la mediana.
Dejando aparte los activos inmobiliarios, observamos en el cuadro 1 cómo el peso del
que podemos llamar ahorro finalista (fondos de pensiones y seguros de vida), es decir,
aquel que cabe suponer orientado al largo plazo y que, por tanto, aspira a complementar a la jubilación los ingresos procedentes del Sistema Público de Pensiones, resulta
todavía escaso, muy inferior al de otros países comparables, a pesar del incremento
experimentado en los últimos años:
3
Recientemente el Banco de España reconocía en su Boletín Económico que el efecto de las deducciones para
ahorrar en productos para la jubilación es «poco significativo», a pesar del coste que las mismas tienen para las
arcas del Estado (unos 1800 millones de euros, cifra estimada para 2008). Ver diario Expansión de 3.12.07.
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CUADRO 1
AHORRO FINANCIERO DE LAS FAMILIAS ESPAÑOLAS
SALDO (%SOBRE EL TOTAL)
Fuente: INVERCO y Banco de España
(1) Instituc. Inv. Colectiva: no incluye partícipes personas jurídicas.
Y si nos centramos en la figura que desde su aparición en 1987 ha venido siendo específicamente incentivada, recibiendo casi en exclusiva los beneficios fiscales destinados
a impulsar la previsión social complementaria, esto es, en los planes y fondos de pensiones, los resultados son más bien discretos. En los planes colectivos (empleo y asociados) el grueso del ahorro acumulado procede de sistemas de previsión preexistentes
y que fueron exteriorizados a partir de 2000 por mandato legal; los recursos generados
por efecto de nuevos planes y fondos son poco significativos.
Respecto a los planes individuales, en los que la totalidad de los recursos acumulados son
posteriores y consecuencia directa de la Ley de Planes y Fondos de Pensiones (1987), si
bien han alcanzado un número considerable de partícipes (estimado en 7,5 millones, a partir de un número de cuentas o certificados de 8.163.125 a 31.12.2006) el ahorro medio por
cada uno sigue siendo muy reducido (8.045 euros a 31.12.2006), lo mismo que la aportación media en el año (1.003 euros en 2006); todo ello si lo contemplamos desde la perspectiva de generación de rentas complementarias a la jubilación.
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INSTRUMENTOS FINANCIEROS PARA LA JUBILACIÓN
El cuadro 2 recoge los datos más significativos de este instrumento de previsión social
a la fecha citada.
CUADRO 2
DATOS BÁSICOS DE LOS PLANES Y FONDOS DE PENSIONES (31.12.2006)
(importes en millones de euros)
* Una misma persona puede ser partícipe de varios planes de pensiones simultáneamente (distribución entre sistemas efectuada proporcionalmente).
Fuente: Inverco
2.4. Por tanto, no debería descartarse la introducción en el futuro de otro tipo de medidas impulsoras del ahorro previsión en nuestro País, que busquen incrementar el grado
de capitalización en el sistema mixto de pensiones (público y privado). El fondo de
reserva de la Seguridad Social apunta en esa dirección, aunque su carácter de fondo de
nivelación temporal que sólo se incrementa cuando hay excedentes de las contribuciones sobre las prestaciones en el sistema de reparto, para consumirse en la absorción de
los déficits, no resuelve el problema de un envejecimiento poblacional que es difícilmente reversible.
La sustitución parcial, progresiva y limitada de las contribuciones al sistema público por
aportaciones a sistemas privados de capitalización, en la línea adoptada por algunos países de nuestro entorno (Reino Unido, Suecia, Alemania,…) abriría una vía nueva y consistente para encarar el problema. Sin que ello tenga que suponer la renuncia a la preeminencia del sistema de reparto, que garantice el mantenimiento del principio de equidad redistributiva.
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EL AHORRO PREVISIÓN Y LAS RENTAS VITALICIAS
En ese sentido, merece la pena aludir al esquema de financiación planteado en la Ley
de Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia
(14.12.2006).
3. ESQUEMA DE FINANCIACIÓN DE LA DEPENDENCIA
En efecto, la conocida como Ley de Dependencia que, según sus impulsores, aspira a
desarrollar en España el «cuarto pilar» del Estado del Bienestar (junto a la sanidad, la
educación y las pensiones), establece que los costes de los cuidados a largo plazo que
deban recibir las personas dependientes serán asumidos, aproximadamente por terceras
partes, por la Administración del Estado, las Comunidades Autónomas y los usuarios.
Para hacer efectiva la contribución de estos últimos la Ley introduce la fórmula del
copago, pero no como un elemento disuasorio para evitar el abuso en la utilización de
los servicios, como a veces se ha planteado (aunque no implantado) para los servicios
médicos, sino como una pieza esencial de la financiación de los costes de la cobertura
pública, que ayude a garantizar a futuro la sostenibilidad del sistema.
La Ley crea un derecho de carácter subjetivo y universal, es decir, para todos los ciudadanos, que cuando se vean afectados por una situación de dependencia podrán recibir las correspondientes prestaciones de servicios de atención domiciliaria, centros de
día y de noche o residenciales, de las instituciones públicas o sociedades privadas concertadas integradas en el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia
(S.A.A.D)4. Sólo si la prestación de los servicios no es posible las personas dependientes recibirán una prestación económica sustitutiva.
La contribución de los usuarios se determina de acuerdo con un esquema progresivo, al
establecer la Ley que tanto la fijación de la cuantía del copago como la de la prestación
económica sustitutiva, lo mismo que la prioridad en el acceso a los servicios, se efectuará atendiendo a la capacidad económica del usuario, medida en términos de renta y
patrimonio.
Así, aunque la participación media del usuario en el coste de los servicios esté en torno
al 30 por 100, la participación efectiva, a expensas del desarrollo reglamentario pen-
4
No obstante la Ley contempla un periodo de 8 años durante el cual se producirá su aplicación progresiva,
hasta alcanzar la implantación plena de sus coberturas en 2015.
131
INSTRUMENTOS FINANCIEROS PARA LA JUBILACIÓN
diente, podría alcanzar hasta un 90 por 100 del precio de referencia establecido para
cada servicio en aquellos usuarios que dispongan de una capacidad económica superior
a 59.904 euros5. Dado el elevado coste de los cuidados de atención a los dependientes,
la participación de los usuarios comportará un importante esfuerzo económico para los
mismos, lo que hace recomendable la contratación de fórmulas de cobertura que les
ayuden a financiar su contribución. Para facilitar esta cofinanciación la propia Ley de
Dependencia (D.A. 7.ª) insta al Gobierno a establecer incentivos fiscales para los «instrumentos privados de cobertura» (seguros, planes de pensiones y, también, fórmulas de
liquidación del patrimonio inmobiliario).
La vigente Ley del IRPF trata de dar cumplimiento a esa previsión, estableciendo para
los Seguros de Dependencia un régimen fiscal análogo al de otros instrumentos de previsión social (planes de pensiones, planes de previsión asegurados, mutualidades de
previsión social). Hay que decir, sin embargo, que esta regulación no es adecuada a la
naturaleza del riesgo de cubrir, por lo que difícilmente cumplirá con su función incentivadora si no se introducen cambios sustanciales en la misma.
Pero lo cierto es que la Ley de Dependencia, a través del modelo mixto descrito, sienta las bases para la generación de significativos niveles de ahorro y capitalización en la
financiación de los cuidados a largo plazo, algo que, según ha quedado dicho, reforzaría también el sistema de pensiones de aplicarse al mismo. De hecho, los instrumentos
privados de cobertura que mejor se adaptan al riesgo de dependencia, cuya probabilidad de ocurrencia crece exponencialmente con la edad, son las fórmulas de ahorro previsión que facilitan la acumulación de recursos a largo plazo para su aplicación a la
financiación del copago o, en su caso, a complementar las prestaciones económicas.
5
Proyecto de Acuerdo sobre determinación de la capacidad económica del beneficiario y sobre los criterios
de participación de éste en el coste de los servicios (abril 2007): establece que dicha participación se regulará por las Comunidades Autónomas o Administración competente, de forma que la participación media
estará ente el 27 y el 33 por 100 o entre el 18 y el 22 por 100 cuando se reciban sólo servicios asistenciales
y el beneficiario continúe residiendo en su domicilio; el mismo deberá hacer frente, en parte o en su integridad, a los gastos de manutención y hoteleros, cuando cuente con ingresos suficientes para ello.
A su vez, la capacidad económica se determinará incrementando la renta anual computable a estos efectos
con un porcentaje entre el 1 y el 6 por 100, según la edad del beneficiario, del patrimonio no exento de que
sea titular.
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EL AHORRO PREVISIÓN Y LAS RENTAS VITALICIAS
4. EL MERCADO DE RENTAS VITALICIAS: DIFICULTADES
PARA SU PUESTA EN MARCHA
4.1. La adopción de medidas que aceleren el proceso de acumulación de ahorro para la
jubilación, a través de los instrumentos de capitalización adecuados es, por tanto, paso
previo necesario para el desarrollo en nuestro país de un mercado de rentas complementarias de las que ofrece el sistema público de pensiones.
El nivel actual del ahorro financiero en España es claramente insuficiente para ese fin.
Debe tenerse en cuenta, además, que la tendencia a la reducción de los tipos de interés
a largo plazo y el aumento de la longevidad empujan al alza los capitales constitutivos
necesarios para la compra de las rentas vitalicias.
A título de ejemplo, el cuadro 3 simula los capitales constitutivos necesarios para generar el derecho a una pensión de carácter vitalicio para distintas edades, por importe de
600 euros mensuales crecientes anualmente en un 3 por 100.
Los cálculos se efectúan en base a las siguientes hipótesis: la esperanza de vida es la
que registran unas tablas de probabilidades de supervivencia que, en el momento actual,
son de uso habitual por parte las entidades aseguradoras (GR95); como tipo de descuento de los pagos futuros se utiliza el equivalente al 95% del interés de la inversión
sin riesgo a largo plazo (10 años) a 30.11.2007, aplicable durante los primeros 30 años
(interés del 2% para el resto).
También recoge el cuadro 3 el ahorro mensual, igualmente creciente anualmente al 3
por 100, que se requeriría para alcanzar tales capitales constitutivos de las rentas, en
función de la edad de inicio del proceso de acumulación; aplicamos, en este caso, una
tasa de de capitalización financiera del 5%:
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INSTRUMENTOS FINANCIEROS PARA LA JUBILACIÓN
CUADRO 3
(euros)
* necesario para adquirir una renta vitalicia de 600 P mensuales, creciente anualmente al 3 por 100.
** tales aportaciones iniciales se incrementan anualmente un 3% por 100 acumulativo.
Adicionalmente, la incertidumbre sobre la evolución del factor demográfico a medio y
largo plazo dificulta todavía más la extensión de las rentas vitalicias.
En efecto, el aumento de la esperanza de vida, ya sea al nacer, ya al alcanzar la edad de
retiro, que viene manifestándose en los últimos años es difícil de tratar con los mecanismos tradicionales del seguro. La institución aseguradora descansa en el principio de
compensación de riesgos y en la Ley de los Grandes Números: los precios o primas se
cuantifican a partir de la esperanza matemática de la siniestralidad, existiendo mecanismos de absorción de desviaciones negativas; pero un aumento significativo y persistente de la longevidad puede determinar desviaciones negativas no compensables. Ese
efecto combinado con una evolución desfavorable de los tipos de interés podría acabar
afectando negativamente a la solvencia de los aseguradores. De hecho, en los trabajos
preparatorios para la regulación del nuevo sistema de solvencia de las entidades aseguradoras en el ámbito de la Unión Europea (Solvencia II) se contempla un nivel de exigencia de recursos propios especialmente elevado para el riesgo de longevidad; concretamente, se requiere a las compañías la disposición de fondos que, de acuerdo con sus
propios cálculos, les permitan afrontar una disminución del 25% en la tasa de mortalidad de todas las edades; alternativamente a la realización de cálculos propios, la exigencia de recursos propios es del 6 por 100 de los recursos gestionados en forma de provisiones matemáticas constituidas para la rentas vitalicias6; este porcentaje es significativamente superior al que se exige con carácter general en la actualidad (4 por 100).
6
Quantitative Impact Study (QIS 3).
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Es cierto, no obstante, que en lo que atañe al elemento financiero el desarrollo de sistemas de inmunización y de la gestión conjunta de activos y pasivos, en los que la industria aseguradora española ha alcanzado una capacidad notable, constituye una importante garantía a favor de los asegurados y beneficiarios.
Por su parte, el reaseguro, que actúa como mecanismo habitual de homogeneización y
dispersión del riesgo sólo ofrece, en este momento, soluciones parciales y limitadas. El
reasegurador encuentra la misma dificultad que los aseguradores directos para compensar el riesgo de longevidad.
Y, por último, soluciones como los bonos de longevidad, que ajustan su rendimiento en
función de los ratios de supervivencia alcanzados, transmiten el problema de la compensación al emisor. Sólo si éste es público puede acudir a fuentes impositivas o a transferencias intergeneracionales para resolverlo.
4.2. El desarrollo de las rentas vitalicias se ve limitado, también, por la escasa predisposición de los rentistas a asumir el riesgo de pérdida de su ahorro acumulado en caso
de muerte prematura, en detrimento de sus beneficiarios.
De hecho, el desarrollo alcanzado hasta la fecha por las rentas vitalicias obedece esencialmente a los compromisos por pensiones asumidos en el seno de las empresas. En
este ámbito, su concepción como salario diferido amortigua la percepción del efecto
«fondo perdido».
Las entidades aseguradoras se ven, así, abocadas a reducir el riesgo individual del rentista en el diseño de sus productos: rentas temporales, rentas con contraseguro, rentas
con periodo cierto, rentas reversibles. Modalidades en las que las coberturas para el
caso de fallecimiento disminuyen la cuantía de las anualidades.
A título de ejemplo, el cuadro 4 comparativo ofrece, para los capitales constitutivos
mostrados en el anterior, una simulación de la renta inicial a percibir por el rentista si
el mismo se decanta por fórmulas distintas de la renta vitalicia pura, que protejan a sus
beneficiarios en caso de muerte prematura; concretamente:
A) Renta vitalicia con recuperación del 100 por 100 del capital constitutivo (prima
única) en el momento del fallecimiento, cualquiera que sea la fecha en que el mismo
se produzca.
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INSTRUMENTOS FINANCIEROS PARA LA JUBILACIÓN
B) Renta vitalicia con un periodo cierto de 10 años, durante el cual si se produjera el
fallecimiento del rentista la renta pasaría a ser percibida por sus beneficiarios hasta
la finalización de dicho periodo.
C) Renta vitalicia con un periodo cierto de 5 años, con análogas consecuencias a la
anterior.
D) Renta vitalicia con devolución a los beneficiarios de la diferencia entre la prima
pagada y las rentas percibidas hasta la fecha de fallecimiento del rentista.
(aplicadas las mismas hipótesis de supervivencia e interés que en el cuadro 3)
CUADRO 4
(euros)
* los importes iniciales de renta se incrementan anualmente en un 3 por 100 acumulativo.
Estas fórmulas son las que mayor desarrollo están alcanzando en la actualidad. Encontramos un buen ejemplo de esta tendencia en las modalidades elegidas por los partícipes de planes de pensiones cuando acceden a la condición de beneficiarios. La retirada
del derecho consolidado a la jubilación de una sola vez, es decir, en forma de capital,
es la opción mayoritariamente elegida (90,1% en 2006 en planes individuales); ello es
así, por un lado, por el incentivo fiscal de que ha disfrutado esta opción hasta la aprobación de la vigente Ley del IRPF (inclusión en la base imponible del Impuesto de sólo
el 60 por 100 del derecho consolidado percibido en forma de capital, tratamiento que se
mantiene para el ahorro acumulado en planes y PPAs hasta el 31.12.06); y, por otro, porque la reducida cuantía de los derechos consolidados en los planes de pensiones deja sin
sentido, en muchos casos, su percepción en forma de renta. Dentro de esta forma de
136
EL AHORRO PREVISIÓN Y LAS RENTAS VITALICIAS
pago de las prestaciones, la modalidad de rentas vitalicias vino a representar la tercera
parte en 2006. Todo ello se ilustra en el cuadro 5 y en el cuadro 67.
CUADRO 5
DISTRIBUCIÓN CUANTÍA DE LAS PRESTACIONES DE PLANES DE
PENSIONES POR SISTEMA Y FORMA DE PAGO (2006)
CUADRO 6
DISTRIBUCIÓN NÚMERO DE BENEFICIARIOS DE PLANES DE PENSIONES POR
SISTEMA Y FORMA DE PAGO (2006)
La razón de la menor prevalencia de la modalidad vitalicia respecto de las temporales
es, de nuevo, la insuficiencia del ahorro acumulado, que hace que los partícipes, sino
de una sola vez, elijan recuperar su ahorro en forma periódica distribuyéndose en el
número de años que permita recibir pagos de cierta entidad, como alternativa a rentas
vitalicias cuyas cuantías serían muy bajas. En el cuadro 7 se recogen las prestaciones
medias registradas en 2006 en el sistema individual según contingencia y forma de
pago.
7
Informe sobre «Partícipes y Beneficiarios de Planes de Pensiones, estadística 2006», elaborado por ICEA
(sobre una muestra de 50 gestoras que representan el 78,4% del patrimonio acumulado a 31.12.06).
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INSTRUMENTOS FINANCIEROS PARA LA JUBILACIÓN
CUADRO 7
PRESTACIONES MEDIAS EN PLANES DE PENSIONES INDIVIDUALES (2006)
(importe en euros de los derechos consolidados)
La insuficiencia del ahorro acumulado se agudiza si, además, tenemos en cuenta la conveniencia de prevenir las situaciones de dependencia, que, a tenor del sistema en fase
de implantación en España y según ha quedado expuesto, pueden añadir una importante carga financiera a las personas necesitadas de cuidados a largo plazo.
4.3. Así pues, además de las medidas necesarias para hacer crecer el ahorro acumulado, la disposición del mismo en forma de renta vitalicia merece ser incentivado. En esa
dirección se han promulgado recientemente algunas medidas, en concreto, la modificación del tratamiento fiscal de las prestaciones de planes de pensiones y la regulación, en
la misma Ley del IRPF (D.A.3.ª), de los Planes Individuales de Ahorro Sistemático
(PIAS).
En los primeros, más que de incentivo a las rentas, debemos hablar de desincentivo a
las prestaciones en forma de capital (al eliminarse las reducción del 40 por 100 que buscaba aproximar su tratamiento al de las rentas irregulares); sus efectos, por mor del
periodo transitorio introducido ya comentado, dejarán notarse con mucha lentitud.
En cuanto a los PIAS, hay que celebrar su regulación, ya que suponen un incentivo
directo y específico a las rentas vitalicias: en estos planes se establece la exención total
de los rendimientos generados durante el periodo de acumulación, que no puede ser
inferior a 10 años, en la medida en que la percepción del ahorro acumulado se efectúe
en forma de renta vitalicia. Ésta será compatible con mecanismos de contraseguro
(ejemplo, devolución de primas al producirse el fallecimiento del asegurado), reversiones a otros beneficiarios, o con periodos ciertos. El límite vigente para las aportaciones
anuales a los PIAS es de 8.000 euros, con un máximo para toda la duración del seguro
de 240.000.
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EL AHORRO PREVISIÓN Y LAS RENTAS VITALICIAS
A través de esta modalidad de seguro lo que se pretende es impulsar una fórmula de
ahorro sistemático y a largo plazo compatible con los planes de pensiones y planes de
previsión asegurados (los límites de aportación son acumulables a efectos fiscales), y
con un tratamiento fiscal alternativo al de los mismos: en los PIAS se aplica el incentivo «a la salida» (exención de los rendimientos generados durante el periodo de acumulación e importantes reducciones aplicables a las rentas percibidas, dependiendo de la
edad de inicio de las percepciones8); por el contrario, los planes de pensiones y PPAs
disfruta de la reducción fiscal «a la entrada», sometiéndose las prestaciones a tributación plena.
El problema es, una vez más, la timidez de la apuesta; de nuevo, no cabe esperar una
adhesión masiva a la nueva fórmula por debajo de un nivel medio-alto de rentas, por las
razones expuestas en 2.3; adicionalmente, los límites establecidos a las contribuciones
a PIAS, así como el periodo mínimo de acumulación, se nos antojan muy rígidos para
dar el impulso que necesita el mercado, sobre todo si tenemos en cuenta que los procesos de ahorro se inician en nuestro País cada vez a edades más altas, lo que tiene mucho
que ver con el alargamiento de la fase de endeudamiento hipotecario.
Para ilustrar lo anterior, se incorpora el cuadro 8, que muestra las rentas vitalicias puras,
constantes y crecientes, susceptibles de alcanzarse a la edad de 65 años con aportaciones anuales constantes de 4.000, 6.000 y 8.000 euros, dependiendo de la edad de inicio
del proceso de acumulación.
No hay que olvidar que la renuncia a la liquidez a cambio de la garantía y estabilidad
de ingresos que supone la renta vitalicia, produce beneficiosos efectos que deben tenerse presentes al analizar la rentabilidad social de esta alternativa, valorada generalmente
atendiendo sólo a la vertiente fiscal. Consecuentemente, una elevación de los límites,
acompañada de una reducción del periodo mínimo de acumulación que permita «engancharse» a aquellos ciudadanos que, por diversas razones, inician tarde sus procesos de
ahorro, o el traslado hacia la renta vitalicia a través de los PIAS de recursos disponibles
en otros instrumentos, debería ser el siguiente paso a dar por el Legislador en el terreno que nos ocupa.
8
El articulo 25 de la vigente Ley del IRPF (Ley 35/2006 de 28.11), en su punto 3, prevé la aplicación a las
rentas vitalicias inmediatas de coeficientes reductores de los rendimientos del capital mobiliario entre el 60
por 100 (para edades menores de 40 años) y el 92 por 100 (para edades superiores a 70 años). (Las edades
a considerar son las del rentista en el momento de constitución de la renta).
139
INSTRUMENTOS FINANCIEROS PARA LA JUBILACIÓN
CUADRO 8
(tipo de capitalización financiera del 5%) (euros)
En ese sentido, no deja de sorprendernos la disposición adicional 4.ª de la Ley 41/2007,
de modificación de la Ley de Regulación del Mercado Hipotecario y de regulación de
las hipotecas inversas y otras Normas, que establece que las disposiciones periódicas
que se obtengan en virtud de una hipoteca inversa podrán destinarse total o parcialmente a un plan de previsión asegurado, que habrá de contemplar un periodo mínimo
de 10 años y que tendrá restringidas las posibilidades de movilización. Hay que entender que la intención del Legislador es favorecer la formación de un capital constitutivo
para la generación de una renta a partir del momento en que se agote el periodo de la
hipoteca, dando continuidad a las percepciones que por efecto de la misma venga disfrutando el beneficiario. Sin embargo, la figura que mejor encaja en esa función es precisamente la del PIAS, sobre todo por razón de la fiscalidad: exención y reducciones en
las prestaciones, frente a la reducción de las aportaciones propias de los PPAs; difícilmente estas últimas resultarán de utilidad, pues generalmente las bases imponibles del
deudor en la hipoteca inversa serán insuficientes (téngase en cuenta que los pagos derivados de la hipoteca tendrán la consideración de disposiciones de crédito y no de ingresos fiscalmente computables); al mismo tiempo, la tributación plena de las prestaciones
derivadas de un PPA pueden dar lugar a una reducción significativa en los flujos percibidos por el titular de la hipoteca inversa (por efecto de las retenciones y/o del posterior
gravamen).
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EL AHORRO PREVISIÓN Y LAS RENTAS VITALICIAS
5. CONCLUSIÓN
A modo de recapitulación y conclusión, podemos afirmar que el desarrollo de un mercado de rentas en España irá en paralelo al de los ajustes en las pensiones públicas derivados del funcionamiento del sistema de reparto en un escenario de envejecimiento de
la población. En la medida en que el proceso de ajuste se acelere las rentas privadas crecerán más rápidamente.
Cuando hablamos de la necesidad de desarrollar las rentas gestionadas por el sector privado, necesariamente debemos pensar en rentas vitalicias, que son las que realmente pueden acoplarse y complementar las pensiones públicas, que también se establecen para toda
la vida. Y, en aquéllas, topamos con la incertidumbre que genera la evolución de la longevidad, que sumada al efecto de la reducción estructural de los tipos de interés y a la
necesidad de coberturas contra el riesgo de dependencia, incrementa los capitales constitutivos necesarios para su adquisición y por tanto, alejan en el tiempo la consecución de
un grado de complementariedad efectiva y suficiente sobre las pensiones públicas.
Con todo, es requisito previo para la extensión de las rentas la generación del ahorro
acumulativo y recurrente en cuantía suficiente y a través de instrumentos adecuados. El
nivel alcanzado en España no permite, desde luego, un arranque potente del mercado de
rentas. Y tampoco las medidas impulsoras de las mismas, esencialmente de tipo fiscal,
tienen la fuerza necesaria. Destacan entre éstas con la reciente regulación de los Planes
Individuales de Ahorro Sistemático.
Por último, cabe reseñar que con la hipoteca inversa y otras fórmulas de movilización
del ahorro inmobiliario se abre una vía para acelerar el desarrollo del mercado de rentas vitalicias, dado el importante volumen de recursos materializado en viviendas que
poseen los españoles.
La generalización de estas fórmulas y, en particular, de la hipoteca inversa se, va a ver
favorecida por los incentivos y facilidades que, para su realización, introduce la Ley
41/2007. No dejan, sin embargo, de existir algunas barreras que deben ser superadas,
entre las cuales las derivadas de los riesgos implícitos para las entidades financieras no
son las menores.
Pero esta cuestión merece ser tratada en capítulo aparte.
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