X. Transparencia y Protección del Asegurado

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X. TRANSPARENCIA Y PROTECCIÓN
DEL ASEGURADO
María Antonia Arroyo Fernández
Mercedes Sabido Rodríguez
Universidad de Extremadura
X.1. INTRODUCCIÓN
futura e incierta (indemnización). Ello requiere
que se adopten las medidas necesarias para
garantizar la efectividad de la indemnización
cuando eventualmente se produzca el siniestro.
Este interés público justifica la ordenación y
supervisión de las entidades aseguradoras por la
Administración Pública para comprobar que
mantienen una situación de solvencia suficiente
para cumplir su objeto social y se manifiesta,
igualmente, en el deber de naturaleza jurídicopública que toda entidad aseguradora, en su condición de tal, ha de asumir y que se dirige a
garantizar que antes de que se verifique el siniestro o, aunque este no llegue a verificarse nunca,
estará en condiciones de hacer frente a la reparación de los daños sufridos, pago de la indemnización o suma convenidos en el contrato. A él
responde, el establecimiento de un sistema de
control administrativo genérico de las entidades
aseguradoras y la adopción de medidas específicas de tutela.
Los mecanismos de tutela se han ido adecuando a las necesidades que proyecta la realidad
del mercado, permitiendo la introducción, a lo
largo de los años, de cambios y modificaciones en
relación con las vías de protección de los asegurados. Para que el sistema de tutela del asegurado que se instaura sea eficaz, es preciso que actúe
sobre situaciones reales y vigentes en cada
momento, por lo que su ordenamiento legal
debe adaptarse a los constantes cambios de todo
orden que el transcurso del tiempo revela como
necesarios. Actualmente, esta dimensión tuitiva
Transparencia y protección del asegurado como
consumidor constituyen principios básicos de la
ordenación actual del mercado de seguros. El
principio de transparencia implica la obligación
de hacer pública toda la información necesaria
sobre la reglamentación del servicio. La tutela del
asegurado, tomador o beneficiario ha constituido,
desde sus inicios, el objetivo básico de la regulación del sector seguros (P. Yanes Yanes, «La dimensión internacional del seguro», en P. Blanco Morales Limones (Dir) Estudio sobre el sector asegurador en
España, 2010, pp. 155-172). Todas las disposiciones que integran la ordenación del mercado asegurador, nacionales, internacionales e institucionales responden a esta finalidad tuitiva. En Derecho español, esta protección constituye la finalidad básica tanto de las disposiciones reguladoras
del contrato de seguro como de las normas de
ordenación y supervisión de la actividad aseguradora. En este sentido, como señalaba la Exposición de Motivos de la Ley de ordenación de los
seguros privados de 1984 y reitera la Ley de ordenación y supervisión de los seguros privados de
1995, «la legislación reguladora del seguro privado constituye una unidad institucional que, integrada por normas de Derecho privado y de Derecho público, se ha caracterizado (…) por su misión
tutelar en favor de los asegurados y beneficiarios
amparados por un contrato de seguro».
El contrato de seguro supone el cambio de
una prestación presente y cierta (prima) por otra
223
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
se articula a partir de la necesidad de alcanzar un
correcto funcionamiento del mercado que garantice la estabilidad económica mediante la
implantación de un sistema eficaz de empresas
independientes, dotadas de un notable grado de
solvencia patrimonial y financiera asegurando
unas relaciones de mercado presididas por una
plena transparencia informativa. Las distorsiones
del mercado tienen su origen tanto en una
inexistencia de información, como en una información deficiente, o en una insuficiente o defectuosa comprensión de la misma. Por ello, la regulación del mercado de seguros por los poderes
públicos, respondiendo a la tutela del consumidor de servicios financieros, en general, y de los
asegurados en particular, se materializa en el
establecimiento de la publicidad de la información y el incremento de la cultura financiera
como prioridades del sistema.
En este punto se proyecta la incidencia de
Directiva 2009/138/CE del Parlamento Europeo y
del Consejo, de 25 de noviembre de 2009, sobre
el seguro de vida, el acceso a la actividad de seguro y de reaseguro y su ejercicio ((DO L 335, de 17
de diciembre de 2009) (en lo sucesivo, Directiva
Solvencia II)) que, introduciendo como objetivo
la gestión sana y prudente de la actividad aseguradora, implica entre otros mecanismos, la instauración de un sistema eficaz para garantizar la
transmisión de la información. La transparencia
informativa como vía de protección del asegurado adquiere una dimensión institucional, sin
olvidar que el fin primordialmente perseguido
por la normativa reguladora de la actividad aseguradora es proteger al máximo, «los intereses
de los asegurados amparados por el seguro, no
solo mediante el control administrativo genérico
de las entidades aseguradoras, sino mediante la
regulación de medidas específicas de tutela». Se
precisa un marco institucional sólido que permita al sector privado acomodar sus prácticas y
negocios, y al sector público mejorar su capacidad de supervisar y regular un mercado como el
asegurador.
A partir de estas consideraciones, el presente
estudio tratará de exponer, siquiera sea de forma
sucinta, los instrumentos a través de los cuales se
articula actualmente la protección del asegurado.
Para ello el capítulo se estructura en cuatro apartados. En los dos primeros se abordan, respectivamente, la tutela contractual e institucional del
asegurado. El tercero se centra en analizar la función tuitiva que desarrolla el Consorcio de Compensación de Seguros y, en íntima conexión con
este apartado, en el cuarto se aborda la previsión
de constituir un Fondo de Garantía de Seguros.
X.2. GARANTÍAS DEL ASEGURADO EN EL
MARCO DEL CONTRATO DE SEGURO
La tutela de los intereses del asegurado amparado por un contrato de seguro se articula, desde
una perspectiva contractual, mediante el establecimiento de distintos mecanismos, de naturaleza
preventiva, en unos casos, e indemnizatoria, en
otros. Como consumidor, al asegurado corresponden las garantías genéricas recogidas en el
RDLegislativo 1/2007, de 16 de noviembre, texto
refundido de la Ley General de Defensa de Consumidores y Usuarios (BOE 30 de noviembre de
2007) (LGDCU). No obstante, las especialidades
propias del contrato de seguro, proyectadas en la
necesidad de otorgar una mayor protección al
tomador del seguro, obligaron al legislador a
establecer algunas peculiaridades en el régimen
general, que actúa, en todo caso, con carácter
subsidiario, añadiendo mecanismos específicos a
través de los cuales se pretende garantizar la
tutela de los intereses del asegurado amparado
por un contrato de seguro. Además, la protección
del asegurado se ha visto también incrementada
con las medidas introducidas en la Ley de Competencia Desleal por la Ley 29/2009, de 30 de
diciembre, por la que se modifica el régimen
legal de la competencia desleal y de la publicidad, para la mejora de la protección de los consumidores y usuarios.
El control de las condiciones generales de la
contratación se configura como elemento clave
también en los contratos de seguro. Tanto el artículo 3 de la Ley 50/80, de 8 de octubre de contrato de seguro como la Ley 7/98 de 13 de abril,
de condiciones generales de la contratación con224
X. TRANSPARENCIA Y PROTECCIÓN DEL ASEGURADO
sagran una vía de protección del asegurado en
una doble dirección al permitir un control formal
y material del contrato. Con ello se pretende
equilibrar la posición económicamente más débil
del cliente frente a la aseguradora. Objetivo que
se alcanza, de un lado, mediante una información precontractual que permita a aquél adoptar
una decisión racional sobre la proposición del
seguro, exigiendo que aquella información responda a criterios de veracidad y calidad. Y, de
otro, mediante la supresión y/o restricción de
aquellas cláusulas que pudieran tener carácter
lesivo para los asegurados. En este marco, la STS
de 1 de octubre de 2010 viene a confirmar cuanto se ha expresado al exigir que cualquier cláusula limitativa de los derechos del asegurado, en
virtud de la cual se «restringe, condiciona o modifica el derecho del asegurado a la indemnización
una vez que el riesgo objeto del seguro se ha producido», deben destacarse de un modo especial
en el contrato y deben ser específicamente aceptadas por el asegurado. La finalidad tuitiva de la
regulación del contrato de seguro implica que la
exigencia de transparencia contractual obligue al
asegurador poner en conocimiento del asegurado
el objeto del contrato. Ello supone posibilitar el
conocimiento de las cláusulas delimitativas (que
tienden a perfilar el objeto del contrato concretando el nacimiento del derecho de prestación
del asegurado y el correlativo deber de la aseguradora) y limitativas que lo configuran, teniendo
en cuenta, respecto a estas últimas, las exigencias
previstas en la legislación vigente.
El establecimiento de un tiempo suficiente
para reflexionar sobre las condiciones definitivas
del contrato y el amplio deber de información
impuesto a las entidades aseguradoras, así como
el correlativo derecho de información que corresponde a los consumidores de estos productos, se
añaden como mecanismos de protección del asegurado en el ámbito específico del contrato de
seguro. Concretamente, este último constituye
uno de los pilares sobre los que se asienta la tutela del asegurado fortaleciendo su posición en la
relación contractual.
El deber de información impuesto a las entidades aseguradoras con las que se conciertan los
contratos de seguro se proyecta desde distintos
ángulos. De un lado, en la obligación de aquellas
entidades, tanto españolas como extranjeras, de
comunicar a las instituciones públicas la actividad que pretenden desarrollar en territorio español tanto en régimen de derecho de establecimiento como en régimen de libre prestación de
servicios. De otro lado, el deber de información
de las entidades aseguradoras implica la necesidad de proporcionar al tomador del seguro, con
anterioridad a la formación del contrato, todos
aquellos datos que incidan en la celebración de
aquél y que tienden a garantizar el conocimiento
de la situación de la entidad en nuestro mercado.
Esta última perspectiva es la que interesa destacar a los efectos del presente apartado. El consumidor de contratos de seguro tiene derecho a
obtener de la empresa aseguradora toda la información necesaria para poder decidir sobre la
oferta. En función del tipo contractual, este derecho abarca tanto el contenido de la oferta contractual que se pretende formalizar como, entre
otros aspectos, la legislación aplicable al contrato, las diferentes instancias de reclamación, tanto
internas como externas, el procedimiento a
seguir, así como todos los datos necesarios para la
identificación de la entidad con la que va a celebrar el contrato. Además, este deber de información no se limita al periodo anterior a la celebración del contrato sino que se mantiene a lo largo
de la relación contractual de tal modo que las
entidades aseguradoras están obligadas a suministrar información durante la vigencia del contrato de seguro celebrado.
En este punto adquieren especial transcendencia las previsiones contenidas en la Directiva
Solvencia II. A la dimensión institucional de este
deber de información, a la que más adelante nos
referiremos, se añade la necesidad de ofrecer a
los consumidores la información necesaria, antes
de la celebración del contrato y durante toda su
vigencia, para poder elegir libremente entre una
amplia y variada gama de contratos aprovechando plenamente la diversidad que les ofrece el
mercado (Vid. Cdo 79).
Otro eje a través del cual se vertebra en nuestro Ordenamiento la protección del consumidor,
225
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
en general, y del asegurado, en particular, se concreta en la consagración de un derecho excepcional que le permite poner fin, unilateralmente, a
un contrato válido. La regulación de este derecho
se recoge, con carácter general, en la LGDCU y
en algunas legislaciones especiales. Entre estas
últimas, debe destacarse a los efectos de nuestro
estudio, la LCS y la Ley 22/07 sobre comercialización a distancia de servicios financieros destinados a los consumidores. La aplicación del régimen general, recogido en la LGDCU, se produce
con carácter subsidiario respecto del régimen
especial. El consumidor no goza, como tal, del
derecho de desistimiento, sino sólo en la medida
en la que ese derecho es reconocido bien legalmente, en la legislación específica, bien convencionalmente, en el contrato celebrado.
La protección contractual del tomador del
seguro se ha visto igualmente reforzada en materia de competencia desleal. Para ello, la LCD
3/1991, de 10 de enero, ha sido modificada por
la Ley 29/2009, de 30 de diciembre, siguiendo el
mandato contenido en la Directiva sobre Prácticas Comerciales Desleales, al objeto de mejorar
la protección de los consumidores y usuarios. El
nuevo texto de la LCD, siguiendo en este punto
el camino iniciado por la citada Directiva, introduce en nuestro ordenamiento la categoría de
prácticas agresivas. De esta forma, y dentro del
catálogo de prácticas agresivas que el legislador
tipifica en los arts. 28 y ss-preceptos incluidos en
el Capítulo III LCD dedicado singularmente a las
prácticas comerciales desleales con los consumidores-el art. 31, en su primer apartado, bajo la
rúbrica genérica de «otras prácticas agresivas»,
califica como desleales dos comportamientos distintos: de un lado, «exigir al consumidor o usuario, ya sea tomador, beneficiario o tercero perjudicado, que desee reclamar una indemnización al
amparo de un contrato de seguro, la presentación de documentos que no sean razonablemente necesarios para determinar la existencia del
siniestro y, en su caso, el importe de los daños
que resulten del mismo» y , de otro, «dejar sistemáticamente sin responder la correspondencia al
respecto, con el fin de disuadirlo de ejercer sus
derechos».
En cuanto al primero de los supuestos referidos, en el marco del contrato de seguro, el asegurador asume como obligación principal la de
pagar la indemnización cuando se produzca el
siniestro previsto. Como quiera que en los seguros de daños es de plena aplicación el denominado principio indemnizatorio, resulta necesario
determinar previamente la entidad del daño producido pues, como establece el art. 18 LCS la
obligación de pago del asegurador surge al término de las peritaciones e investigaciones necesarias para determinar el importe de dichos
daños. Al mismo tiempo, el art. 16 in fine LCS
impone al tomador o asegurado la obligación de
colaborar con el asegurador en esta tarea, proporcionando a la entidad aseguradora información sobre las circunstancias y consecuencias del
siniestro, lo que se traduce en la posibilidad que
tiene el asegurador de exigir al tomador la entrega de toda la documentación que obre en su
poder y sea relevante para verificar la existencia
del siniestro y sus consecuencias. En este contexto, el nuevo art. 31 LCD determina que el asegurador solo podrá exigir aquellos documentos que
sean «razonablemente necesarios» para determinar la existencia y consecuencias del siniestro. A
sensu contrario, toda petición de documentos
que no esté fundada en este criterio de razonabilidad y se oriente, a disuadir al asegurado del
ejercicio de sus derechos, se considera una práctica agresiva y, por tanto, desleal. Igualmente, el
art. 31.1 LCD considera agresiva, la falta de respuesta del asegurador a las comunicaciones del
tomador del seguro, del asegurado o del beneficiario. Se entiende que el silencio de la entidad
aseguradora se produce, una vez que estos sujetos le comunican la existencia del siniestro pues,
es a partir de este momento cuando surge la obligación del asegurador de indemnizar el daño
causado; de modo que la falta de respuesta es
interpretada por el legislador como un intento
de disuadir al tomador, beneficiario o asegurado
del ejercicio de sus derechos y por esta circunstancia tipifica esta práctica como desleal.
En este marco, también adquieren una significativa relevancia los Principios de Derecho europeo del contrato de seguro. Han sido preparados
226
X. TRANSPARENCIA Y PROTECCIÓN DEL ASEGURADO
vaguardar la estabilidad financiera, requisito
imprescindible de la estabilidad económica, que
exige el sometimiento de las entidades aseguradoras a mayores controles.
Sin embargo, este control administrativo no
resulta suficiente para garantizar la protección
del asegurado como principal objetivo. A las
medidas de supervisión, que tratan de garantizar
la solvencia de las entidades, se añaden otras
medidas específicas para tutelar los intereses del
asegurado. Entre estas últimas, al derecho de
información del asegurado se añade el correlativo deber de información impuesto a las aseguradoras; se establece un sistema de medidas, incluso sancionadoras, por la comisión de infracciones
en materia de seguros que afecten a los derechos
de los asegurados; así como el establecimiento de
medidas para mejorar la confianza de los consumidores, entre las que destacan las relativas al
saneamiento y liquidación de las entidades aseguradoras, estableciendo la preferencia de los
créditos de los asegurados frente a la entidad aseguradora o las concernientes a la solvencia de las
compañías de seguros. Asimismo, la protección
del asegurado justifica el establecimiento de
mecanismos de solución de conflictos.
La realidad del mercado actual evidencia la
necesidad de imponer requisitos de información sobre las operaciones de seguros. A ello responde el deber de información impuesto a las
entidades aseguradoras que adquiere especial
relevancia en el marco de Solvencia II. Este
deber no sólo se proyecta desde una perspectiva
contractual, a la que anteriormente hemos
hecho referencia, sino también en el plano institucional. Aunque su exigencia no resulte novedosa, los parámetros en los que se desarrolla
tras la Directiva citada lo consolidan como instrumento que permitirá controlar la solidez
financiera de las empresas de seguro y dotar de
estabilidad al mercado financiero. Se instaura
un sistema de revisión supervisora para impulsar la mejora en la gestión del riesgo de las asegurados obligando a estas últimas a divulgar los
aspectos claves de su negocio, exposición al riesgo y forma de gestión del riesgo, elementos que
se proyectan sobre la tutela del asegurado en la
como un «instrumento opcional» que permita a
los aseguradores y tomadores del seguro elegir
estos principios en lugar del derecho nacional
del contrato de seguro, incluyendo el derecho
imperativo. La adopción de los principios de
Derecho europeo del contrato de seguro haría
posible que las entidades aseguradoras proporcionasen sus servicios en todo el mercado interior, basándose en normas uniformes que establecen un elevado estándar de protección para el
tomador del seguro. Los ciudadanos europeos
tendrían acceso a productos aseguradores
extranjeros. El instrumento opcional otorgaría
así una relevante contribución al funcionamiento
del mercado interior asegurador (Libro Verde de
la Comisión sobre opciones para avanzar hacia
un Derecho de contratos europeo para consumidores y empresas, Bruselas 1 de julio de 2010,
COM (2010) 348 final).
X.3. LA TUTELA DEL ASEGURADO
FRENTE A LA ACTUACIÓN
DE LAS ENTIDADES ASEGURADORAS
La finalidad tuitiva de la regulación del mercado
asegurador, en general, y en las normas de ordenación y supervisión, en particular, se ha proyectado, desde sus inicios, en la exigencia de un control administrativo genérico de las entidades aseguradoras. La necesidad de que el acceso a la
actividad aseguradora esté supeditado a una
autorización previa constituye uno de los ejes
sobre los que se articula la regulación y supervisión de seguros respondiendo a la protección
adecuada de tomadores y beneficiarios configurada como su principal objetivo. La realidad del
mercado actual requiere el establecimiento de
unas condiciones y procedimientos armonizados
para la concesión y/o denegación de esta autorización, de tal modo que llegue a instaurarse una
autorización única válida en toda la Comunidad
para lograr aquella finalidad tuitiva y en este sentido la Directiva Solvencia II introduce los parámetros del nuevo control administrativo a las
entidades aseguradoras. Se configura, así, una de
las funciones de las autoridades públicas de sal227
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
medida en que garantizan un correcto funcionamiento del mercado.
Asimismo, la protección del asegurado justifica la incorporación en nuestra legislación de instrumentos que tratan de prevenir la litigiosidad y
solucionar los conflictos entre aquéllos con las
entidades aseguradoras. En este punto, tiene
especial relevancia lo dispuesto en el artículo 44
de la LMSRP que siguiendo el mandato contenido en los arts 10 y 11 de la Directiva 2002/92,
obliga a los mediadores de seguros, así como a las
entidades aseguradoras en nombre de sus agentes, para hacer efectiva la protección del consumidor en este ámbito, a atender y resolver las
quejas y reclamaciones que el cliente pueda presentar. Esta obligación genérica se ha proyectado
en el establecimiento de un servicio de atención
al cliente o defensor del cliente con el que cuentan todas las entidades aseguradoras y corredores
de seguros. De esta forma, las reclamaciones y
quejas contra los agentes de seguros han de ser
resueltas por las propias aseguradoras que deben
contar con este servicio.
El artículo 62.2 del texto refundido de la Ley
de ordenación y supervisión de los seguros privados, aprobado por Real Decreto Legislativo
6/2004, de 29 de octubre, dispone que la protección administrativa en el ámbito de los seguros
privados se regirá por la normativa vigente sobre
protección de clientes de servicios financieros,
contenida en la Ley 44/2002, de 22 de noviembre, de medidas para la reforma del sistema
financiero, y sus normas de desarrollo. La normativa de protección al asegurado contenida en
la citada Ley de medidas para la reforma del sistema financiero, ha sido desarrollada por el Real
Decreto 303/2004, de 20 de febrero, por el que se
aprueba el Reglamento de los comisionados para
la defensa del cliente de servicios financieros y
por la Orden ECO 734/2004, de 11 de marzo,
sobre los departamentos y servicios de atención
al cliente de las entidades financieras. La citada
Orden, se refiere a la obligación de las entidades
de servicios financieros de crear departamentos o
servicios de atención al cliente, así como a la
posibilidad de nombrar un defensor del cliente,
encargados de atender y resolver las quejas y
reclamaciones que los usuarios de servicios financieros puedan presentar relacionadas con sus
intereses y derechos legalmente reconocidos.
Por lo que se refiere a las entidades de otros
Estados miembros del Espacio Económico Europeo que ejerzan su actividad en España en régimen de libre prestación de servicios, están igualmente obligadas a atender y resolver las quejas y
reclamaciones pero no se establece la obligatoriedad de crear departamentos o servicios de
atención al cliente. La entidad dispondrá de un
plazo de dos meses a contar desde la presentación de la reclamación para pronunciarse sobre
ella, pudiendo el reclamante plantear la reclamación ante este Servicio, a partir de la finalización
de dicho plazo si la reclamación no ha sido
resuelta o bien desde que haya sido denegada su
admisión o desestimada su petición. En consecuencia, si la entidad aseguradora opera en
España en régimen de libre prestación de servicios, para la admisión de una queja o una reclamación ante el Servicio de Reclamaciones de la
Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, se deberán cumplir los siguientes requisitos: Deberá justificar que se ha formulado previamente la queja o reclamación en el domicilio
social de la entidad aseguradora, y se encuentra
en alguna de las siguientes situaciones: a) La respuesta de la entidad ha sigo negativa a la petición del reclamante. b) La entidad no ha admitido a trámite la queja o reclamación. c) Han transcurrido más de dos meses desde la fecha de presentación de la queja o reclamación ante la entidad sin que ésta haya resuelto.
En el supuesto de los corredores, tanto a personas físicas como jurídicas, la LMSRP les obliga
a contar con un servicio propio de atención al
cliente. En este último supuesto, el cumplimiento de esta obligación legal puede suscitar dificultades, sobre todo para los corredores personas
físicas y corredurías de pequeñas dimensiones
por el coste que para ellos implica sufragar el servicio de atención al cliente que están obligados a
prestar. Aunque la LMSRP permite sustituir el
servicio de atención al cliente, por un defensor
del cliente, siempre que se canalicen por esta vía
todas las reclamaciones, una posible solución del
228
X. TRANSPARENCIA Y PROTECCIÓN DEL ASEGURADO
problema apuntado, hubiera sido introducir en
la LMSRP, el sometimiento del mediador al sistema arbitral de consumo, así se ahorrarían los costes del mantenimiento del servicio de atención al
cliente, y el consumidor estaría dotado de un servicio de protección más objetivo y socialmente
más conocido. No obstante, esta propuesta, que
atiende a los intereses económicos de los corredores, a largo plazo no elimina los costes pues
supone eliminar un mecanismo preventivo, que
evita el planteamiento de un litigio o la sumisión
al arbitraje como alternativa a la solución por vía
judicial. De hecho, agotar esta posibilidad por el
cliente se configura como requisito imprescindible para la apertura de otros mecanismos de
solución de conflictos. Así, por ejemplo, para la
admisión de una queja o reclamación ante el Servicio Reclamaciones de la DGSFP (al que seguidamente haremos referencia) se deberá justificar
que se ha formulado previamente la queja o
reclamación ante el departamento o servicio de
atención al cliente o, en su caso, ante el defensor
del cliente de la entidad, y que o bien la respuesta de la entidad ha sigo negativa a la petición del
reclamante; o la entidad no ha admitido a trámite la queja o reclamación; o bien han transcurrido más de dos meses desde la fecha de presentación de la queja o reclamación ante la entidad sin
que ésta la haya resuelto.
De otro lado, el asegurado puede recibir la
tutela institucional de la autoridad supervisora
frente a la actuación llevada a cabo por las entidades aseguradoras. En este marco está adquiriendo especial importancia la actuación del servicio de reclamaciones de la Dirección General
de Seguros y Fondos de Pensiones. Fue la Ley
44/2002, de 22 de noviembre de medidas de
reforma del sistema financiero, la que posibilitó
la creación, para cada uno de los ámbitos financieros, de la figura del Comisionado para la
defensa del cliente cuya regulación se aborda
mediante el Reglamento de los Comisionados
para la defensa del cliente de los servicios financieros aprobado por el RD 303/2004, de 20 de
febrero. En el sector de los seguros, esta figura
recibe el nombre de Comisionado para la defensa del asegurado y del partícipe en Planes de
pensiones, órgano adscrito a la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones. Este Comisionado atiende las consultas, quejas y reclamaciones presentadas ante el Servicio de Reclamaciones de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones.
El procedimiento de presentación de quejas y
reclamaciones se configura como un mecanismo
de resolución de conflictos en materias relacionadas con contratos de seguro y planes de pensiones que deriven de la actuación de entidades aseguradoras, gestoras de fondos de pensiones y
mediadores de seguros. Los procedimientos desarrollados ante el Servicio de Reclamaciones son
procedimientos extrajudiciales de protección de
los derechos de los ciudadanos de carácter gratuito, al margen de las instancias judiciales.
La protección que dispensa este servicio al
asegurado puede articularse mediante diversas
vías. Para ello se distinguen varias actuaciones.
De un lado, éste podrá presentar las denominadas quejas, referidas al funcionamiento de los
servicios financieros prestados a los usuarios por
las entidades y presentadas por las tardanzas,
desatenciones o cualquier otro tipo de actuación
que se observe en su funcionamiento. Junto a
ellas, las reclamaciones integran las solicitudes
presentadas por los usuarios de servicios financieros que pongan de manifiesto, con la pretensión de obtener la restitución de su interés o
derecho, hechos concretos referidos a acciones u
omisiones de las entidades, que supongan para
quien las formula un perjuicio para sus intereses
o derechos por incumplimiento de los contratos,
de la normativa de transparencia y protección de
la clientela o de las buenas prácticas y usos financieros. Y, por último, las consultas entre las que se
incluyen las solicitudes de asesoramiento e información relativas a cuestiones de interés general
sobre los derechos de los usuarios de servicios
financieros en materia de transparencia y protección de la clientela, y sobre los cauces legales
para su ejercicio, así como las que se refieran a
los requisitos que la normativa vigente imponga
a las actuaciones que el interesado pueda precisar, o sobre las características genéricas de los distintos tipos de procedimientos para hacerlos
229
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
X.4. LA FUNCIÓN PROTECTORA
DEL CONSORCIO DE
COMPENSACIÓN DE SEGUROS
valer y órganos competentes para su conocimiento y resolución. En ningún caso la evacuación de
una consulta podrá pronunciarse sobre peticiones de interpretación de la norma aplicable en
relación a un supuesto concreto.
Estas consultas, quejas y reclamaciones deberán estar relacionadas con la actuación de entidades aseguradoras, excepto en el caso de los
contratos de seguros por grandes riesgos; entidades gestoras de fondos de pensiones; mediadores
de seguros: agentes y corredores; entidades de
crédito en materia de comercialización de seguros o planes de pensiones o en su condición de
depositarias de fondos de pensiones. A este servicio corresponde el conocimiento y tramitación
de todas las consultas, quejas y reclamaciones
presentadas por los ciudadanos en el ámbito asegurador, excluyéndose, junto a las señaladas,
aquellas consultas, quejas o reclamaciones sobre
asuntos que se encuentren o hayan sido sometidos a cualquier instancia arbitral, administrativa
o judicial; determinación de los daños y perjuicios que eventualmente haya podido ocasionar a
los usuarios de los servicios financieros la actuación, incluso sancionable, de las entidades sometidas a supervisión, así como sobre valoraciones
económicas.
En los últimos años, tras la entrada en vigor
de la Ley 11/2007, de 22 de junio, sobre el acceso electrónico de los ciudadanos a los Servicios
Públicos, se establece una nueva regulación de
los registros administrativos electrónicos orientada, entre otros elementos, a promover las comunicaciones telemáticas entre los ciudadanos y la
Administración. A partir de estas disposiciones,
una de las novedades que introduce el Servicio
de Reclamaciones de la DGSP, respondiendo a la
innovación y la utilización de tecnologías de la
información en el mercado, es la posibilidad de
presentar telemáticamente las quejas, consultas y
reclamaciones a través de la Oficina virtual. Con
ello, no sólo se pretende evitar costes sino, principalmente, agilizar y simplificar los trámites
administrativos con la consiguiente reducción de
plazos de tramitación de los expedientes y la
mejora del funcionamiento del sistema de resolución de conflictos.
La protección del asegurado en nuestro Ordenamiento también se articula por otras vías. Entre
éstas, la figura del Consorcio de Compensación
de Seguros adquiere, en los últimos tiempos,
especial relevancia. Entre las distintas funciones
que tiene atribuidas, su Estatuto Legal (contenido en el Texto Refundido aprobado por RD Ley
7/2004, de 29 de octubre, y modificado por la
Ley 12/2006, de 16 de mayo y por la Ley 6/2009,
de 3 de julio) contempla, en su art. 14, la relativa
a la liquidación de entidades aseguradoras y a la
composición de la administración concursal, en
caso de concurso de esta clase de entidades. Asimismo, el Consorcio de Compensación de Seguro interviene en determinados supuestos como
fondo de garantía o mecanismo complementario
de protección de las víctimas de cierta clase de
siniestros. En ambos casos, la intervención de
esta entidad pública empresarial, se justifica en la
necesidad de tutelar determinados intereses
cuyos titulares ocupan una posición débil, desde
un punto de vista económico, en el mercado asegurador.
La primera de las funciones referidas, la relativa a la liquidación de entidades aseguradoras y
administración concursal en caso de concurso de
esta clase de entidades, fue asumida por el Consorcio en virtud de la reforma operada por la La
Ley 44/2002, de 22 de noviembre, de Medidas de
Reforma del Sistema Financiero que suprimió la
Comisión Liquidadora de Entidades Aseguradoras (CLEA), que hasta ese momento tenía asignada la función liquidadora de entidades aseguradoras, y atribuyó esta función al Consorcio. Esta
función liquidadora de entidades aseguradoras
se desarrolla, desde sus inicios, a través de un
procedimiento especial de liquidación en sede
administrativa que, como alternativa al concurso,
conjuga aspectos propios de la liquidación de
sociedades de capital con normas características
de la legislación concursal general. Aunque
ambos procedimientos (concursal y administrativo) presentan importantes similitudes entre ellos
230
X. TRANSPARENCIA Y PROTECCIÓN DEL ASEGURADO
también se constatan importantes diferencias (C.
Bonhome González, «El Consorcio de Compensación de Seguros», en P. Blanco-Morales Limones (Dir) Estudio sobre el sector asegurador en España, 2010, pp. 213-236).
En ambos casos, nos encontramos ante procedimientos regidos por los principios de universalidad patrimonial e igualdad de trato: recaen
sobre todo el patrimonio del deudor y someten al
procedimiento a la generalidad de los acreedores, salvo los privilegios expresamente consignados por el legislador, a favor de algunos acreedores. En el supuesto concreto de las entidades aseguradoras, resultan de especial interés los privilegios a favor de los acreedores cuyos créditos se
derivan de un contrato de seguro (asegurados,
beneficiarios y terceros perjudicados).
Entre las diferencias que pueden constatarse,
y centrándonos en las que son objeto de estudio
en el presente capítulo, destacamos las medidas
previstas en los artículos 28.2 d) y 33 de la
LOSSP. En el primer caso, se trata de una medida que el Ministerio de Economía y Hacienda
puede adoptar, la liquidación y hasta la cancelación de la inscripción en el registro administrativo, consistente en «determinar la fecha de vencimiento anticipado del período de duración de
los contratos de seguro que integren la cartera de
la entidad en liquidación, para evitar mayores
perjuicios a los asegurados, beneficiarios y terceros perjudicados amparados por dichos contratos. Tal determinación, respetará el equilibrio
económico de las prestaciones en los contratos
afectados y deberá tener lugar con la necesaria
publicidad, con una antelación de 15 días naturales a la fecha en que haya de tener efecto y,
salvo que concurran circunstancias excepcionales
que aconsejen no demorar la fecha de vencimiento, simultáneamente al cumplimiento por
los liquidadores del deber de informar que les
impone el apartado 3.c)».
La segunda diferencia, se centra en los denominados beneficios de la liquidación, a los que se
refiere el art. 33 LOSSP. El más característico, es
el que permite al Consorcio adquirir, con cargo a
sus propios recursos, los créditos de los asegura-
dos, beneficiarios y terceros perjudicados, abonándoles de forma anticipada un porcentaje de
sus créditos superior al que les correspondería
percibir conforme al patrimonio real de la entidad. La configuración de esta medida implica
que los acreedores amparados por ella (asegurados, beneficiarios y terceros perjudicados) se
benefician, de un lado, porque cobran anticipadamente sus créditos sin tener que esperar a que
la Junta de acreedores apruebe el correspondiente plan de liquidación y, de otro, porque reciben un porcentaje de crédito superior al que les
correspondería en aplicación de las correspondientes reglas valorativas especiales.
De otra parte, como habíamos avanzado, la
tutela del asegurado también se articula, ex artículo 59 LOSSP, mediante el establecimiento de la
prioridad absoluta de la que gozan los créditos
de los asegurados, beneficiarios y terceros perjudicados sobre todos los demás créditos respecto
de los activos en los que se encuentren invertidas
las provisiones técnicas, y también de aquellos
otros respecto de los que la Dirección General de
Seguros y Fondos de Pensiones hubiera adoptado
la medida de control especial de prohibición de
disponer prevista en el artículo 39.2.a) de la
misma Ley.
Algunas de las medidas tuitivas a las que acabamos de referirnos también se contemplan en el
procedimiento concursal, tanto la posibilidad de
ofrecer a los acreedores la compra anticipada de
sus créditos como la preferencia absoluta de éstos
sobre los bienes de la aseguradora. Sin embargo,
en líneas generales, el procedimiento concursal
puede resultar menos eficaz para los intereses de
los asegurados en la medida en que, declarado el
concurso de una aseguradora, su liquidación no
se iniciará hasta que concluya la fase común del
concurso y se declare por el Juez la apertura de
dicha liquidación. Esto puede suponer un trato
diferente a los asegurados, beneficiarios y terceros perjudicados en función del momento de
pago de sus créditos (C. Bonhome González, cit.,
p. 230).
Por otra parte, el legislador no establece en
qué supuestos se debe acudir al procedimiento
231
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
administrativo de liquidación y en cuáles debe
solicitarse el concurso, siendo aconsejable que se
delimitasen claramente los presupuestos necesarios para acudir a una u otra vía por exigencias
de seguridad jurídica; si bien, en términos reales,
las entidades aseguradoras vienen optando
mayoritariamente por la vía de la liquidación
administrativa. La única cuestión indiscutida es
que ambos procedimientos son excluyentes: o se
encomienda la liquidación de la entidad de seguros al Consorcio, o se solicita la declaración de
concurso ante la autoridad judicial competente.
Quizá, la finalidad perseguida por uno y otro
procedimiento puedan determinar la solución al
caso concreto pues, mientras que la finalidad
prioritaria del concurso es la conservación de la
empresa en situación de insolvencia, el procedimiento administrativo se dirige a realizar las operaciones de liquidación necesarias para afrontar
el pago de los créditos.
En cuanto a la segunda función del Consorcio
de Compensación de Seguros en la que se verifica la finalidad tuitiva de su intervención, desde la
perspectiva del asegurado, hacíamos referencia a
su actuación como fondo de garantía o asegurador subsidiario en determinada clase de seguros.
Efectivamente, desde 1981 el Consorcio actúa,
en los seguros obligatorios de automóviles, como
asegurador subsidiario o fondo de garantía asumiendo las funciones que anteriormente correspondían al Fondo Nacional de Garantía de Riesgos de la Circulación.
En virtud del artículo 11 del RD Legislativo
8/2004,de 29 de octubre, por el que se aprueba el
Texto Refundido de la Ley sobre Responsabilidad civil y seguro en la circulación de vehículos a
motor, el Consorcio deberá indemnizar a las víctimas de accidentes de circulación hasta el límite
del seguro obligatorio de automóviles: cuando el
causante del accidente sea desconocido; cuando
los vehículos causantes del accidente no estuvieran asegurados; cuando entre el Consorcio y la
entidad aseguradora no exista acuerdo sobre
quien debe indemnizar a la víctima; en determinados supuestos de indemnizaciones satisfechas
a residentes de otros estados de la UE por los
organismos de indemnización de dichos estados
o cuando se haya importado un vehículo desde
otro estado miembro sin el correspondiente
seguro. En todos los supuestos mencionados, la
disposición normativa se dirige a la protección
de terceros perjudicados. No obstante, en relación con el objeto de nuestro estudio, la intervención tuitiva del Consorcio se proyecta también en algunos supuestos sobre el asegurado o
beneficiario. En concreto, esto sucede en los
casos en los que su intervención tiene lugar cuando la aseguradora del vehículo causante de los
daños hubiera sido declarada en concurso o estuviera sometida a un proceso de liquidación intervenida o ésta hubiera sido asumida por el Consorcio.
Las funciones que asume el Consorcio en el
marco del seguro obligatorio de automóviles se
financian por dos cauces distintos: de un lado,
mediante un recargo a favor del Consorcio que, a
modo de tributo, se establece sobre las primas
del mencionado seguro obligatorio y, de otro,
mediante el 50% de lo que se recaude, por vía de
sanción, a los vehículos que circulen sin el correspondiente seguro obligatorio.
X.5. PERSPECTIVA PARA LA CREACIÓN
DE UN FONDO DE GARANTÍA
Como en otros sectores del sistema financiero,
v.g. el bancario, también en el mercado asegurador se persigue la creación de un Fondo de
Garantía de seguros. En ello vienen trabajando
las instituciones comunitarias desde el año 2001
(C. Bonhome González, cit., p. 232 y ss.) y ha
sido una recomendación recogida en los considerandos de la Directiva Solvencia II. No obstante,
no ha sido hasta hace unos meses cuando ha visto
la luz el Libro Blanco de Sistemas de Garantía de
Seguros (COM (2010) 370 final, 12 de julio
2010). Su elaboración no ha sido fácil habiendo
contribuido a darle un nuevo impulso la situación de crisis económica de los últimos años, a la
que no es ajena el sector de los seguros. Esta realidad ha incidido en la necesidad de elaborar un
Fondo de garantía tomando en consideración las
limitaciones de las que adolecen los sistemas de
232
X. TRANSPARENCIA Y PROTECCIÓN DEL ASEGURADO
garantías de seguros existentes en los Estados
miembros en cuanto afecta a la protección de los
consumidores. Además, la difícil situación económica que atravesamos evidencia que las medidas
destinadas a suplir las lagunas y subsanar las
incoherencias que presenta la normativa vigente,
fruto de la disparidad de los sistemas de garantía
de seguros en Europa, constituye una exigencia
para alcanzar los objetivos de estabilidad financiera y, en general, estabilidad económica en la
medida en que permitiría fomentar la seguridad
del tráfico y la confianza de los inversores.
El Libro Blanco propone, mediante la adopción de una Directiva, el establecimiento de un
marco normativo coherente, armónico y jurídicamente vinculante para proteger a todos los consumidores de estos productos a nivel comunitario
a través de la creación de sistemas de garantías
de seguros. Esta exigencia armonizadora deriva
de las discrepancias entre las legislaciones nacionales y la creciente actividad transfronteriza de
seguros en la UE que requiere articular disposiciones armonizadas para evitar la merma en la
protección de los consumidores de seguros.
Los elementos fundamentales del sistema de
garantía de seguros a constituir como mecanismo
de tutela del consumidor en el mercado comunitario son de distinta naturaleza y alcance. En primer término, dadas las dificultades técnicas y
políticas derivadas de la constitución de un único
Fondo de Garantía de Seguros a nivel comunitario que atendiera las situaciones de insolvencia
de cualquier entidad de seguros domiciliada en
el seno de la Unión Europea, la Comisión propone instaurar, como mecanismo protector de
último recurso, un sistema de garantía de seguros
en el ámbito de cada Estado miembro. Sistema
que, como propone el Libro Blanco, podría servir, además, como instrumento preventivo de
insolvencias en el sector asegurador y atenuar, en
su caso, las repercusiones que el colapso de una
empresa de seguros puede generar.
El previsible auge de la actividad aseguradora
transfronteriza, exige disponer de mecanismos
que garanticen la protección completa y uniforme de los tomadores de seguros en este contexto,
por lo que resulta fundamental armonizar la
cobertura geográfica de los sistemas de garantía
de seguros. A tal fin, la Comisión propone que
los Fondos de Garantía de seguros de cada uno
de los Estados miembros se constituyan sobre la
base del «principio del Estado de origen» lo que
implicaría la obligación de cobertura, por parte
de cada Fondo, de todos los seguros suscritos por
una aseguradora, incluidos los contratados en
régimen de derecho de establecimiento y de libre
prestación de servicios. En este marco, destacan
las previsiones contenidas en la Directiva Solvencia II. En ella se prevé el establecimiento de
medidas de saneamiento y procedimientos de
liquidación con efectos en el mercado comunitario como instrumentos tendentes a garantizar el
correcto funcionamiento del mercado basado en
los principios de transparencia y gobernabilidad
en aras a lograr la protección del asegurado, configurado como principal objetivo de la disposición comunitaria. Es conveniente que únicamente las autoridades competentes del Estado miembro de origen estén facultadas para adoptar decisiones en relación con los procedimientos de
liquidación que afecten a empresas de seguros.
La aplicación del principio de reconocimiento
mutuo supondrá que las decisiones van a surtir
efectos en toda la Comunidad y ser reconocidas
por todos los Estados miembros. En este marco
resulta conveniente, junto a la publicación de las
decisiones, poner la información a disposición de
los acreedores conocidos que residan en la
Comunidad, los cuales deben tener derecho a
reclamar créditos y a formular observaciones
(Cdo. 123).
La finalidad tuitiva que fundamenta la creación del Fondo de Garantía justifica la supresión
de restricciones en función de los seguros afectados. Por ello, en su Libro Blanco se propugna
que la protección a través del Fondo de Garantía
de Seguros englobe a todas las pólizas de seguros, tanto las de vida como las de no vida. Quedarían excluidos los fondos de pensiones y reaseguros para los que no se prevé la extensión de la
protección. Asimismo, en la delimitación del
ámbito subjetivo de la protección articulada a
través de este instituto, se propone que la cober233
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
tura se extienda a todas las personas físicas, y a
aquellas personas jurídicas que cumplan determinados criterios que habrán de ser definidos
pormenorizadamente.
Se propone establecer una armonización, en
cuanto a los niveles mínimos de protección a
otorgar por el Fondo estableciendo un importe o
porcentaje de indemnización mínimo, que
garantice un nivel apropiado y equitativo de
cobertura de los tomadores y beneficiarios de
seguros en todos los ramos de seguro y en todos
los Estados miembros, dejando abierta la posibilidad de que cada Estado pueda optar por ofrecer un grado de protección mayor al previsto en
la normativa comunitario.
La financiación de los sistemas de garantía de
seguros tampoco ha sido una cuestión pacífica.
En el Libro Blanco la Comisión propugna una
combinación de instrumentos. De un lado, con
carácter general, se propone que la financiación
de los Fondos de Garantía de Seguros se realice a
priori, mediante contribuciones de las entidades
aseguradoras calculadas en función de los perfiles concretos de riesgo que presenten los participantes. Pero, junto a esta vía, también se prevén
mecanismos complementarios de financiación a
posteriori para aquellos supuestos en los que los
fondos previstos se revelaran insuficientes.
Pero la indemnización a los tomadores y beneficiarios de seguros no es el único instrumento
articulado para garantizar su tutela frente a situaciones de insolvencia de las entidades aseguradoras. El Fondo de Garantía, respondiendo a esta
misma finalidad tuitiva, también puede adoptar
las medidas oportunas para asegurar la continuidad de las pólizas de seguro bien mediante su
traspaso a una entidad solvente bien haciéndose
cargo directamente de las mismas. El traspaso de
carteras, que supone la cesión en bloque de contratos de seguros con sus inherentes derechos y
obligaciones, constituye una opción válida, en
opinión de la Comisión, en tanto en cuanto «sea
razonablemente factible y esté justificada en términos de costes y beneficios. Los principios de
claridad, transparencia, publicidad y seguridad
jurídica deben presidir la transmisión de contra-
tos en masa en aras a fomentar la confianza de
los consumidores y garantizar la estabilidad del
mercado.
En Derecho español, como hemos tenido ocasión de exponer con anterioridad, el Consorcio
de Compensación de Seguros tiene encomendadas actualmente, las tareas de liquidación de
entidades aseguradoras. En líneas generales, su
intervención asegura la protección de los asegurados en la medida en que esta institución asume
la liquidación de la entidad aseguradora en caso
de insolvencia, siempre que esta última esté debidamente registrada, supervisada y controlada
por la DGSFP.
La creación de un Fondo de Garantía en los
términos previstos en el Libro Blanco va a requerir, algunos cambios en la regulación española
respecto a la actuación del Consorcio de Compensación de Seguros como Fondo de Garantía.
Como ya expusiera C. Bonhome, las exigencias
derivadas de las previsiones comunitarias se van
a proyectar, de un lado, en la conveniencia de
que en nuestras normas otorguen «prioridad al
procedimiento de liquidación administrativa respecto al concurso (….)». De otro lado, puede
resultar necesario «sustituir, o al menos complementar, el actual sistema de indemnización», en
la búsqueda de un sistema más objetivo que
garantice un importe o porcentaje mínimo a
pagar en todo caso por el Consorcio, sin perjuicio de que dicho porcentaje pueda mejorarse en
función de las circunstancias particulares de cada
entidad. Y, por último, en lo que afecta a las vías
de financiación (C. Bonhome González, cit., p.
235).
X.6. CONCLUSIONES
Y RECOMENDACIONES
I. La tutela del asegurado, tomador o beneficiario ha constituido, desde sus inicios, el objetivo
básico de la regulación del sector seguros. Los
mecanismos de tutela se han ido adecuando a las
necesidades que proyecta la realidad del mercado. Su correcto funcionamiento, eje de la estabilidad financiera y económica, requiere actual234
X. TRANSPARENCIA Y PROTECCIÓN DEL ASEGURADO
mente la gestión sana y prudente de la actividad
aseguradora mediante la instauración de un sistema eficaz para garantice la transmisión de la
información, adquiriendo dimensión institucional la transparencia informativa como vía de protección del asegurado. De este modo, la tutela
del asegurado se proyecta desde diferentes perspectivas.
II. En el marco del contrato de seguro, el
asegurado, tomador o beneficiario goza de la
tutela que le garantizan las normas generales de
protección de consumidores y usuarios así como
la otorgada por otros instrumentos específicos
que atienden a las peculiaridades del contrato de
seguro. Entre las medidas adoptadas se encuentran, el derecho a una completa, detallada y
veraz información tanto en la fase precontracutal
como durante toda la vida del contrato; gozar de
tiempo e información suficiente para reflexionar
y adoptar decisiones sobre el contrato ofertado o
la instauración del derecho de desistimiento.
III. En su vertiente institucional, un nivel
adecuado de protección para el asegurado
requiere el control de las entidades aseguradoras por autoridades públicas de supervisión y
que se proyecta en la amplia obligación de
información acerca, entre otros aspectos, de su
negocio y gestión del riesgo. Asimismo, el asegurado puede recibir la tutela institucional de
la autoridad supervisora frente a la actuación
llevada a cabo por las entidades aseguradoras.
En este marco, está adquiriendo especial
importancia la actuación del servicio de reclamaciones de la Dirección General de Seguros y
Fondos de Pensiones.
IV. Sería conveniente, con el fin de garantizar
e incrementar la cultura financiera, promover
controles internos que valoren la calidad de la
información que se transmite así como el grado
de comprensión que los asegurados tienen sobre
los términos y condiciones de la póliza. Para que,
una vez formalizado el contrato, el nivel de información se mantenga, sería oportuno que las aseguradoras implantaran un servicio de atención al
cliente permanente para aclarar las dudas. Si a
esto unimos la emisión de comunicaciones perió-
dicas, la accesibilidad a la información del tomador será total.
V. La creación de un Sistema de Garantía de
Seguros en los términos previstos en el Libro
Blanco constituye un mecanismo de tutela en la
medida en que a través de aquél se indemnizará
a los tomadores y beneficiarios de seguros por las
pérdidas sufridas como consecuencia de la insolvencia de la entidad aseguradora. Hasta hoy, en
España esta función corresponde al Consorcio de
Compensación conforme a lo dispuesto en su
Estatuto Legal y en las normas de ordenación y
supervisión de los seguros privados. No obstante,
a tenor de las previsiones comunitarias, puede
resultar necesario introducir algunos cambios en
nuestro sistema. De un lado, sería conveniente
que nuestras normas otorgaran prioridad al procedimiento de liquidación administrativa sobre
el procedimiento concursal. Y, de otro, puede
resultar necesario «sustituir, o al menos complementar, el actual sistema de indemnización», en
la búsqueda de un sistema más objetivo que
garantice un importe o porcentaje mínimo a
pagar en todo caso por el Consorcio, sin perjuicio de que dicho porcentaje pueda mejorarse en
función de las circunstancias particulares de cada
entidad.
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