Antonio de Osorio

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Las devastaciones de Osorio, 1605−1606
Todo comienza con las órdenes reales para despoblar la costa norte 1603−1604. En el año 1604, llegó López
de Castro a Santo Domingo portando un conjunto de cedulas reales que ordenaban al Gobernador Antonio de
Osorio proceder a ejecutar mudanzas y despoblaciones de los lugares del norte en la forma que dice Baltasar
López y se retiren los ganados dentro de la tierra para que no se puedan proveer ni aprovechar de ellas los
enemigos ni para la comida ni para llevar los cueros.
La reacción de los pobladores de Santo Domingo y de la Yaguana fue inmediata, lo mismo que de algunos
miembros de la Real Audiencia que consideraban inconveniente la despoblación de la Banda del Norte, pues
el contrabando constituía fuente de aprovisionamiento de manufacturas de los pobladores de la Isla. Incluso de
los mismos habitantes de la ciudad de Santo Domingo. Gran parte de la población protesto. Esas protestas
fueron formalmente presentadas en sendas exposiciones preparadas por los cabildos de Santo Domingo y la
Yaguana en las que denunciaron hasta doce inconvenientes que eran suficientes para aplazar la adopción de
esas medidas.
Esos inconvenientes, decía el cabildo de Santo Domingo, consistía en que seria imposible sacar todo el
ganado de ola Banda del Norte porque la mayoría del mismo era cimarrón y con las dificultades que
conllevaría sacar el manso, la mayor parte se escaparía y se quedaría en esas partes, y los habitantes de la
Banda del Norte terminarían por arruinarse al no encontrar gente que les ayudara a sacar sus ganados. Y
siendo la mayor parte de esos habitantes gente común, mestizos, mulatos y negros que apenas tenían algunos
hatillos donde criaban uno o dos cientos reses mansas y vivían de la montería del ganado cimarrón, todos ellos
harían lo posible por quedarse a vivir en la Banda del Norte al resultarles imposibles sacar de esa zona sus
ganados.
Además, otro inconveniente seria el que los negros son tan belicosos y tan poco domésticos que sin poderlo
sus amos remediar, se han de quedar allá muchos de ellos que bastaran solos a rescatar como lo hacen. Así
traerían a otros negros esclavos a escaparse de sus amos como lo habían estado haciendo, y entre todos se
harían dueños del negocio del contrabando que se trataba de impedir. A esto se sumaria el agravante de que
por no existir poblaciones iba a resultar imposible cobrar diezmos para las iglesias y hospitales, y también
podría darse el caso de que esa gente alzada se convirtiera más rápidamente en herejes, por falta de control y
por andar fuera de todo trato con los católicos. Todos esos argumentos, con otras palabras, también fueron
esgrimados por los regidores de la Yaguana añadiendo, por su parte, que allí se perdería un ingenio muy rico
cuyo valor ascendía a unos 50,000 ducados y los negros de la ciudad, que eran unos 1,500, se escaparían hacia
los montes, y la ciudad quería en manos de los enemigos que serán señores de todos.
Tratando de impedir las poblaciones el Cabildo de Santo Domingo intento sugerir remedios o soluciones. Pero
ya era muy tarde y el Gobernador Osorio desestimo tanto las protestas o inconvenientes como los remedios,
con excepción de unas sugerencias de los regidores, que por defender los intereses de los grandes señores del
ganado cometieron la imprudencia de sugerir al Gobernador que si destruyese los pequeños hatos (porción de
ganado mayor o menor) y hatillos de personas pobres de poco ganado que estaban cerca de las costas, sobre
todo cerca de las de Montecristi. Este era un pueblo decían ellos que si debía ser despoblado junto con las
estancias de sus alrededores, puesto que no era de importancia por lo despoblado y convenía fundirlo con
puerto plata, la cual debía ser reforzada y fortificada.
Osorio, desde luego, no se dejo impresionar mucho por los regidores de Santo Domingo y soporto sus
presiones y sus injurias. Así, después de varios meses de intranquilidad y de conflictos Santo Domingo, a
mediados de febrero de 1605 salio el Gobernador Osorio hacia la Banda del Norte a cumplir con las ordenes
que tenia de proclamar un perdón general a todos aquellos que hasta la fecha habían estado envueltos en los
contrabandos invitándolos a recoger sus pertenencias personales, ganados, esclavos y demás bienes y a
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marchar hacia los lugares dispuestos cerca de Santo Domingo donde se concentrarían en nuevas poblaciones.
Como era de esperarse, hubo una gran resistencia por parte de los habitantes de la Banda del Norte. Pero, a
pesar de la misma, Osorio pudo obligarlos a salir de sus casa en el termino de veinticuatro horas después de
proclamadas las cedulas de despoblación y procedió a quemar los bohíos, ranchos, iglesias, sembrados y todo
lo que fuera necesario para impedir que los vecinos quisieran quedarse en los lugares. En esta labor Osorio
contó con la ayuda de unos 150 soldados de la guarnición de Puerto Rico que habían sido enviados por la
Corona.
Así fueron despoblados Puerto Plata, Montecristi, la Yaguana y Bayahá. En esta ultimo lugar los vecinos
intentaron hacer frente a la despoblación y se levantaron en armas contra Osorio y sus soldados, alzándose
sobre los Valles de Guaba encabezados por el antiguo alcalde de la ciudad de nombre Hernando de Montoso.
Esta fue una verdadera rebelión popular de la gente común, mulatos y negros libres que veían en las
despoblaciones el comienzo de su ruina, y aunque todavía el año siguiente Montoso y su grupo no habían
podido ser capturados, ni lo serian nunca, las persecuciones arrojaron mas de setenta personas ahorcadas por
haber tratado y comunicado con enemigos después de la nueva ley.
Al comenzar las despoblaciones se encontraban surtas en la Bahía de Gonaives unas 16 naves holandesas que
aprovechando la confusión reinante llegaron incluso a ofrecer a los rebeldes ayuda militar y apoyo político en
contra de las autoridades con la condición de que abandonaran su fidelidad al Rey de España y renunciaran a
fe católica. Los vecinos de Yaguana, por su parte, también opusieron una fuerte resistencia, y una parte de los
mismos prefirió salir huyendo hacia Cuba antes que dejarse reducir a vivir en una población que iba a ser
fundada en una zona estimada por todos como de las de peores tierras de toda la Isla.
Todos estos pobladores de Montecristi, Puerto Plata, Bayahá y la Yagua fueron concentrados en unos pueblos
al norte de Santo Domingo, que fueron llamados San Antonio de Monte Plata y San Juan Bautista de
Bayaguana, para significar la unión de las poblaciones de Montecristi y Puerto Plata en Monte Plata y de
Bayahá y la Yaguana en Bayaguana. También fueron mudados los vecinos de todos los hatos comprendidos
entre Neiba y San Juan de la Maguana, que una vez en marcha las despoblaciones también fueron acusados de
contrabandistas y Osorio determino mudarlos hacia los alrededores de la antigua villa de la Buenaventura.
Esta mudanza fue aprovechada por los negros de los alrededores que desde hacia años se encontraban alzados,
quienes negociaron su participación con la Audiencia a cambio de ser asentados en los lugares despoblados de
San Juan de la Maguana, lo cual no fue difícil pues apenas llegaban a veintinueve. Las protestas de los
vecinos de San Juan de la Maguana, por su parte, y de la misma población de Santo Domingo, que decía que
de San Juan era donde esta la ciudad se proveía de quesos, mantequilla y sebo, hizo que al poco tiempo se
permitiera a los vecinos regresar a sus antiguos sitios, quedando así toda la población española de la Isla
reducida a los limites de la guardarrayas impuestas por las autoridades que prohibían a los vecinos bajo pena
de muerte adentrarse mas al norte o al oeste de Santiago de los Caballeros y más al oeste de San Juan de la
Maguana y Azua.
Tal como había sido previsto por los cabildos de Santo Domingo y la Yaguana, no fue posible sacar ni
siquiera el diez por ciento (10%) de todo el ganado manso de la Banda del Norte recién despoblada. Según los
cálculos hechos en esos días, de las 110,000 reses mansas que había en aquellas regiones solamente fue
posible trasladar unas 8,000 a los nuevos lugares, quedando el resto sin dueño y uniéndose al poco tiempo a
las mandas de ganado cimarrón de la zona. Estas mudanzas y las perdidas de reses que se sucedieron por
alzarse la mayor parte, mientras eran trasladadas a otros sitios, se hicieron sentir en la ciudad de Santo
Domingo donde se agravo la existente carestía (Precio alto de las cosas de uso común) de carne. De esta
manera, ni se saco todo el ganado, ni se favoreció de inmediato el comercio exportador de la ciudad de Santo
Domingo, ni se impidió que la gente común siguiera haciendo contrabando, y en cambio se degustó
definitivamente toda la población de la Isla, se favoreció el alzamiento de muchos esclavos negros hacia los
montes, se arruinaron docenas de familias de la Banda del Norte, y se despoblaron las costas septentrionales
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de la Isla dejándolas expuestas libremente a las visitas de los holandeses.
El Gobernador Antonio Osorio fue relevado de su cargo a mediados del año de 1608. Aunque era de rigor
someterlo a un juicio de residencia, la Corona ordeno a su sucesor Diego Gómez de Sandoval no poner trabas
para que Osorio pudiera regresar sin tener que responder a las acusaciones de que fuera objeto por cuestiones
relativas a las despoblaciones. A partir de 1606 la sociedad española seria otra cosa diversa a lo que hasta
entonces había sido, pero sujeta todavía a las mismas fuerzas que la dominaban.
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