La grandeza organizacional El reto de la ejecución “Lograr la grandeza de la organización es cuestión de ejecución”: Deverl Austin Analice los objetivos de su empresa y redireccione sus estrategias. Identifique quién debe hacer qué diferente en su compañía y supere las seis barreras más comunes. Con la aparición del 8º hábito de Stephen Covey, como continuación al clásico Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, se planteó un nuevo fundamento empresarial al evolucionar al concepto de grandeza. Ya no es suficiente contar con las herramientas y conocer los procesos clave para ser una persona altamente efectiva. Si se desea ayudar a los demás a encontrar su voz, es indispensable entender el concepto de grandeza y saber cómo llegar a este. Se ha avanzado desde los planteamientos del primer libro (sin que esto suponga que se han vuelto obsoletos), dando paso a un fundamento más colectivo, que contribuye a nivel personal, grupal y organizacional. Aún así, llegar a la grandeza empresarial no es tarea fácil y constituye un paso evolutivo que está relacionado directamente con la ejecución de los procesos al interior de las organizaciones. Si bien es cierto que lograr la grandeza empresarial es el deseo de todas las compañías, primero es necesario entender cuáles son las razones por las que fracasan las ejecuciones. Estos temas fueron abordados en la presentación del libro El 8º hábito, donde Deverl Austin, vicepresidente para las Américas y Asia del sur de Franklyn Covey Co., explicó cuáles son las barreras de la ejecución. Covey afirmó en su libro que ser altamente efectivo (7 hábitos) ya no es suficiente en las organizaciones, y es por esto que debemos tocar un tema mucho más colectivo, como lo es la grandeza (el 8º hábito) a nivel organizacional. El camino para llegar a la meta deseada, según Austin, no es otro que el de lograr primero la grandeza personaly la grandeza en el liderazgo, requisitos indispensables para conseguir la grandeza de la organización. Se trata de un proceso evolutivo en el que un escenario lleva al otro, siempre y cuando se cuenten con los conocimientos y actitudes necesarias. En primera instancia, para lograr la grandeza personal es necesario conocer y poner en práctica los 7 hábitos de la gente altamente efectiva (ser proactivo, empezar con un fin en mente, establecer primero lo primero, pensar en ganar-ganar, procurar primero comprender para luego ser comprendido, la sinergia y “afilar el hacha”), los cuales son, según el conferencista, el camino para lograr este tipo de meta. Posteriormente, para lograr la grandeza en el liderazgo, se requiere conocer y poner en práctica 4 roles específicos. Estos son: Ser un modelo. Convertirse en una persona de influencia para los demás. En palabras del conferencista, “volverse lo que uno espera de los demás”. - Encontrar el camino. En ingles “pathfinding”, es decir, tener una visión propia y personal. En el caso de un equipo hace referencia al direccionamiento estratégico: la misión (de qué se trata), visión (lo que queremos lograr) y valores (cómo tratamos el proceso). - Alinear. Trabajar para que las personas desarrollen sus funciones con un norte único, de acuerdo al direccionamiento de la empresa y superando los problemas de comunicación interna que puedan presentarse. - Facultar. En inglés “empowering”, visto como una rendición de cuentas, caracterizada por el entendimiento mutuo entre las partes, en donde predomine el control compartido. “La grandeza de la organización se logra teniendo claridad en la misión, visión y valores. Es ahí se consigue el compromiso de la gente, les ayudamos a traducir sus metas en tareas posibles y empezamos a crear sinergias y sistemas que les permitan a nuestros colaboradores hacer lo que necesitan hacer”, dijo Austin al respecto. Según el especialista, casi todos los libros empresariales actuales (y El 8º hábito no es la excepción) apuntan hacia un mismo lugar: la obtención de resultados por medio de la ejecución. En este sentido, consideró el conferencista, lo más importante que debe tener en cuenta un líder al momento de lograr resultados es “liderar gente, ejecutar, motivar a las personas, tomar una idea y convertirla en realidad, influir en sus colaboradores y convencerlos del objetivo, tener claro qué es lo que tiene que suceder y asegurarse de que van por buen camino”. El arte de la ejecución La principal razón por la que pierden su empleo los líderes es por falta de ejecución. No son despedidos porque no creen en la empresa, no motivan a los empleados o no contribuyen a mejorar el clima laboral. La razón por la que permanecen en su puesto es porque logran resultados. “Tal vez estos líderes sean la barrera más grande para lograr mayores y mejores resultados, porque están haciendo todo lo demás mal, pero mientras cumplan con este cometido, no serán despedidos”, agregó Austin. En este sentido, es necesario analizar los objetivos de la empresa y entender que se debe comenzar a hacer algo diferente. Los líderes no ejecutan, según el expositor, “porque no aprenden nada nuevo y no ayudan a la organización a hacer algo innovador para lograr mejores resultados, lo cual es necesario cambiar”. El hecho de no aprender cosas nuevas lleva a los líderes a fracasar en la ejecución, lo cual redunda en los resultados. Aunque se creen estrategias detalladas acerca de lo que se quiere lograr como organización, de nada sirven si no se realiza un seguimiento minucioso. Adicionalmente, otro inconveniente que se presenta desde el inicio de la estrategia, es la falta de involucramiento de los empleados en los procesos. “Lo veo con frecuencia. Un ejecutivo anuncia la visión de la empresa para el año, celebra una reunión con 400 empleados (por ejemplo), se para en el podio y da su discurso, buscando motivar a su gente. Según nuestras estadísticas, de los 400, solo 200 están apenas escuchando. Sólo la mitad de estos (100, en este caso) alcanzan a comprender lo que dice. Al 50% de los que prestan atención no les importa, y sólo el 25% de los interesados están apasionados por el tema. El problema es que sólo la mitad de los realmente apasionados saben qué es lo que deben hacer. Hablamos de 12 personas de 400, que salen realmente motivadas y con claridad de lo que tienen que hacer al respecto”, agregó Austin. El 70% de las razones por las cuales fracasan los líderes se debe a una pobre ejecución del liderazgo, según estadísticas de Franklyn Covey Co. Es por esto que la prueba a superar es sobrepasar este tipo de barreras. En palabras de Kevin Rollins, presidente de Dell, “usted puede tener estrategias elegantes, pero si no las puede implementar y no tiene la tenacidad para seguir adelante, usted no vale nada. Si miras las compañías que realmente han tenido éxito, tienen grandes estrategias pero son maníacos de la implementación”. El fracaso de la ejecución La ejecución mejora en la medida en que se presentan claramente reglas de juego estructuradas, se garantiza que los empleados las conozcan y las apliquen y se haga un seguimiento exhaustivo en este sentido. “Si damos parámetros claros para que nuestra gente se mueva, experimentaremos mejoras sustantivas y saltos cuantitativamente superiores (...) El tema de la ejecución implica disponer de un proceso, algo que nos permita dirigir la atención para saber qué hay que hacer. Esto es una disciplina, es tomar una situación aparentemente confusa y enfocarla, ponerla en perspectiva”, agregó Austin. En cuanto al reto de la ejecución, es necesario que todos en la empresa hablen el mismo idioma, es decir, que todos sepan cuáles son los factores y procesos más importantes de la compañía. ¿Cuál es la meta más importante de su organización o unidad de negocio y qué valor tiene para la empresa? Puede que contestar esta pregunta no le resulte complicado. El quid del asunto está en hacer el mismo cuestionamiento a la totalidad de sus colaboradores y obtener respuestas similares. Según estadísticas de Franklyn Covey Co., menos del 15% de los trabajadores de una empresa está en posibilidad de contestar esta pregunta, y cuando se obtienen respuestas, distan mucho el direccionamiento planteado por la alta gerencia y los accionistas. Esto representa una enorme barrera para los líderes, pues no es posible ejecutar programas exitosamente si la totalidad de los trabajadores no tienen metas claras y comunes. Lo primero que debe aclarar la empresa, según el conferencista, es cuáles son sus metas crucialmente importantes (en inglés WIG, Wildly Important Goals), para estar en capacidad de darlas a conocer y garantizar que sus empleados vayan en la misma dirección que la organización. Una vez resuelto este asunto, pregúntese qué grupo de personas debe comenzar a hacer algo diferente y qué es exactamente lo que deben cambiar para que la empresa tenga éxito. Estas acciones se adelantan hace examinando los objetivos de la organización. Cuando tenga identificado el personal que debe hacer algo nuevo pregúntese si está en capacidad de hacerlo. Evidentemente no todos sus colaboradores responden de igual manera a las necesidades de su compañía, por lo que es prudente usar estándares de ejecución clasificándolos en tres grupos: 1. Los que son un modelo del cambio que se desea. 2. Los que aún no lo son, pero próximamente estarán listos. 3. Los que nunca lo serán. Las 6 barreras de la ejecución Constantemente, en la ejecución de procesos los líderes se encuentran con barreras que entorpecen el desenvolvimiento del equipo y la obtención de las metas esperadas. Según Austin existen seis barreras comunes, que son la principal raíz del fracaso de la ejecución. Estas barreras constituyen la ausencia de: 1. Claridad. ¿Sus empleados saben qué debe hacer? Garantiza que todos los involucrados piensen y sepan lo mismo, que conozcan e identifiquen el objetivo más crítico de la organización y que estén de acuerdo en las metas crucialmente importantes. 2. Compromiso. ¿Quieren hacerlo? Por más claridad que haya, si los trabajadores no desean hacerlo, los objetivos no van a lograrse. Pregúntese como líder qué debe hacer para aumentar el entusiasmo de sus colaboradores y lograr un mayor compromiso de su parte. 3. Traducción. ¿Saben cómo hacerlo? Aún cuando se dan los dos puntos anteriores, es indispensable que las personas sepan cómo deben hacer su trabajo para que las cosas sean diferentes. Es cuestión de aterrizar conceptos. De nada sirve dar una charla y contar a la gente mil planes, si al momento de sentarse frente al computador no saben por dónde empezar o qué hacer. Los conceptos se deben traducir a la acción. 4. Posibilitar. ¿Les facilitamos las cosas? Es cuestión de pensar si los hemos habilitado, capacitado y facultado para que hagan lo que deseamos. En este sentido, es necesario sacar todo el potencial de nuestros recursos, porque queremos que las personas tengan éxito a razón de los sistemas, los procesos y la estructura y no a pesar de ellos. 5. Sinergia. ¿Estamos trabajando juntos? Es necesario asegurarse de que sus colaboradores desarrollen los proyectos en equipo, para garantizar, en buena medida, el éxito de las estrategias que implemente. Un aspecto indispensable en este sentido es la confianza que tengan los empleados entre sí y para con la compañía, elemento sin el cual es imposible lograr sinergias. 6. Rendición de cuentas. ¿Nos estamos reportando constantemente? No es cuestión de volver a una gerencia de mando y control exhaustiva en la que se controla constantemente los movimientos de sus empleados, pero sí es necesario buscar los espacios para que esta actividad sea bilateral. Adicionalmente, esto contribuye para que el seguimiento de las metas, de cara a un cronograma de actividades, sea más sencillo y efectivo. El caso Ritz Carlton Un ejemplo en este sentido es el caso de la cadena de hoteles Ritz Carlton, quienes conociendo los objetivos de la empresa decidieron hacer que un grupo de personas hiciera algo diferente, teniendo en cuenta los postulados acá expuestos y las seis barreras de la ejecución. De cara a uno de sus principales objetivos, como lo es la alta retención de clientes, las directivas de la cadena de hoteles decidieron aumentar esta cifra de un 95 a un 97%, números astronómicos en materia de retención, según el especialista. “Imagínense esto: de 100 personas que visitan por primera vez estos hoteles, 95 vuelven a hacerlo. Son famosos por su servicio personalizado, lo que hace que un cliente suyo sea un cliente Ritz Carlton de por vida”, dijo Austin al respecto. Las directivas reconocieron que su principal ventaja competitiva es la alta calidad del servicio personalizado. Aún así, decidieron hacer más énfasis en este punto para aumentar los niveles de retención. Se preguntaron qué grupos de personas que trabajan en el hotel deben hacer qué cosa diferente. Después de analizar cada conjunto de empleados, descubrieron que las amas de llaves (o empleadas del aseo de los cuartos) eran las que más contacto tenían con los clientes, lo que las convertía en fuentes de información muy valiosas. Ahora bien, si la idea es que las amas de llaves contribuyan a llegar al 97%, ¿qué comportamiento deben cambiar? ¿qué es lo nuevo que deben aprender? La conclusión apuntó a un solo lugar: la recolección de información. “Imagine que llega al hotel y le tienen la habitación que a usted más le gusta con las sábanas, cortinas y especificaciones acorde a sus preferencias. Imagine que encuentra la temperatura del termostato que a usted le gusta, sus bebidas favoritas, la carta de comidas que a usted y sólo a usted le gustan y la temperatura y la marca del agua que prefiere. ¿No sería eso fabuloso?”, agregó el expositor. Si bien las amas de llaves eran las que tenían la posibilidad de recolectar toda esta información, por estar en contacto permanente con los clientes, era necesario hacerles algunas preguntas a los huéspedes, por lo que tuvieron que capacitarse en destrezas interpersonales específicas. Así mismo, la necesidad de almacenamiento de esta información supuso la instalación de un software especializado, por lo que también tuvieron que ser capacitadas en sistemas. “¿Quién ha oído de amas de llaves ingresando información en computadores? Es novedoso, es diferente y es posible, mientras se haga de forma ordenada. Ahora, en el momento en el que se registra un huésped, en cualquier hotel de la cadena, automáticamente los empleados tienen acceso a sus preferencias, para hacer su estadía lo más agradable posible”, dijo Austin. Aún así, no todas las amas de llave se comportan de la misma manera, ni tienes la posibilidad de desarrollar estas aptitudes de la mejor forma. Es por esto que se clasificaron en los tres grupos arriba mencionados. Las que eran un modelo a seguir (20%) las pusieron en cabeza del proyecto, las que aún no lo eran (60%) las capacitaron para alcanzar los estándares deseados, y quienes nunca estarían listas (20%) las eliminaron del cargo o reubicaron asignándoles otras funciones. “Es necesario hacer esta clasificación para ver si se tiene una buena apuesta de ejecución, porque si la mayoría de la gente está en el nunca, es improbable que se vayan a lograr estos comportamientos. De la respuesta a esta pregunta depende qué tan buena es la apuesta en la ejecución”, concluyó el expositor.