Reforma Constitucional en Venezuela: ¿Avance hacia el

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Reforma Constitucional en Venezuela: ¿Avance hacia el
socialismo o del control y la represión del gobierno sobre el
movimiento de masas?
PRT-IR :: 03/09/2007
Pocos días atrás, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, presentó a la Asamblea Nacional
(Parlamento) un proyecto de reforma de la constitución de 1999 (aprobada al inicio de su
primer mandato). Si la Asamblea la respalda (hecho garantizado por la absoluta mayoría de
diputados chavistas), la nueva constitución sería finalmente aprobada a través de un
plebiscito.
Reforma Constitucional en Venezuela ¿Avance hacia el socialismo o del control y la
represión del gobierno sobre el movimiento de masas? Pocos días atrás, el presidente de
Venezuela, Hugo Chávez, presentó a la Asamblea Nacional (Parlamento) un proyecto de reforma de
la constitución de 1999 (aprobada al inicio de su primer mandato). Si la Asamblea la respalda (hecho
garantizado por la absoluta mayoría de diputados chavistas), la nueva constitución sería finalmente
aprobada a través de un plebiscito. El texto incluye varios artículos sobre los “objetivos sociales de
la producción” y el derecho del Estado a intervenir en el proceso económico, y define la creación de
organismos llamados de “poder popular”. También incorpora el derecho de reelección indefinida
para el cargo presidencial, hasta ahora limitado a dos mandatos. Como sucede con cada medida de
cierta importancia que adopta el gobierno de Chávez, ésta también ha generado una fuerte
polémica. En un extremo, la oposición de derecha, varios gobiernos latinoamericanos y el
imperialismo la han criticado como un paso más en la instalación de una “dictadura personalista”.
En boca de estos personajes de la burguesía y el imperialismo, la “defensa de la democracia” y la
preocupación por los derechos del pueblo venezolano resulta una total hipocresía. En el otro
extremo, quienes apoyan al gobierno de Chávez afirman que la nueva constitución refuerza la
“marcha hacia el socialismo del siglo XXI” y que, en esta marcha, es inevitable afectar intereses y
restringir las libertades de quienes defienden esos intereses afectados. Sin embargo, esta posición
deja de lado un concepto básico: no puede haber ninguna marcha hacia el socialismo que no tenga
como protagonistas a la clase obrera y al pueblo y como sus objetivos la defensa de sus intereses y la
mejora de sus condiciones materiales de vida. En otras palabras, la construcción del socialismo solo
puede ser posible si es hecha por y para la clase obrera y el pueblo. Si analizamos en profundidad la
realidad venezolana actual, desde el punto de vista de los intereses obreros y populares, vemos que
ninguna de estas dos cuestiones claves existe. Venezuela sigue siendo un país capitalista y la
burguesía sigue controlando el poder político y económico a través de un sector de esa clase: la
llamada burguesía bolivariana expresada en el gobierno chavista . Por eso, todas las medidas y
políticas del gobierno chavista (incluso las que pueden aparecer como más “progresivas”) están, en
última instancia, destinadas a defender los intereses de la burguesía y contra la clase obrera y el
pueblo. Desde este enfoque de clase, la nueva constitución, lejos de representar un paso en la
“marcha hacia el socialismo”, representa un paso más en el avance acelerado del proceso de control
cada vez más totalitario de las libertades democráticas en el país por parte del gobierno de Chávez.
Este avance no está dirigido esencialmente contra la burguesía venezolana y el imperialismo
(aunque pueda afectarlos parcialmente, a veces, con alguna medida como el cierre de la RCTV) sino
contra los trabajadores y el pueblo venezolanos. ¿Qué representa el gobierno de Chávez? En varias
ediciones anteriores de Correo Internacional hemos definido al gobierno de Chávez como
“bonapartista sui generis” . Es decir, es un gobierno que expresa un sector de la burguesía de un
país atrasado que busca apoyarse en el movimiento de masas para intentar compensar su debilidad
frente al imperialismo, y así poder negociar un margen un poco mayor de “independencia”. En
general, este tipo de gobiernos se apoyan sobre las FF.AA., dirigidas por un “líder” militar que
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impone sus decisiones sin ningún tipo de participación real de los sectores obreros y populares. De
ahí, su nombre de “bonapartismo”, en referencia a Napoleón Bonaparte. Pero, al apoyarse en la
movilización de las masas, este sector burgués es conciente de que está “jugando con fuego” porque
existe el serio peligro de que esta movilización desborde hacia un proceso revolucionario
independiente, que rompa los marcos del Estado burgués. Por eso, al mismo tiempo, tiene la
necesidad imperiosa de ejercer un férreo control sobre ellas y de construir “diques de contención”
para evitar ese desborde. Fortalecido por la derrota de los intentos golpistas de 2002 y por sus
continuos triunfos electorales, el gobierno de Chávez ha entrado en una fase destinada a fortalecer
su carácter bonapartista y ese férreo control sobre el movimiento de masas. Sólo considerando este
marco, puede entenderse cabalmente el verdadero significado de sus medidas y políticas recientes.
Hagamos un repaso Para fundamentar este concepto, hagamos un repaso de varias de esas medidas:
· Votación de “plenos poderes”. El año pasado, la Asamblea Nacional aprobó otorgarle "plenos
poderes" a Chávez para gobernar, No había ninguna razón que justificara esta medida ya que el
gobierno tiene una mayoría absoluta en el Parlamento y puede aprobar las leyes que quiera.
Sencillamente, fue una muestra de disciplina al "líder". · La formación del PSUV. Este partido está
siendo construido como una herramienta política típica de un gobierno bonapartista, usando todo el
peso del aparato del Estado para lograr millones de afiliaciones, con fuertes presiones a los
empleados estatales amenazados de perder su empleo, dinero para comprar dirigentes sindicales y
del movimiento de masas, etc. A través de ella, Chávez, desde el aparato del Estado, puede ejercer
un control mucho más férreo sobre el movimiento de masas y, al mismo tiempo, disciplinar
verticalmente en esta estructura, a todos los cuadros del movimiento que lo apoya, hoy todavía
bastante heterogéneo y disperso en varias organizaciones . Recordemos que quienes no quieren
entrar al PSUV, aunque hayan luchado contra los golpistas y la derecha en todos estos años, fueron
calificados por Chávez como “contrarrevolucionarios”. El PSUV no es, en realidad, ninguna novedad
histórica: movimientos políticos como el peronismo argentino, el PRI mexicano o el nacionalismo
árabe crearon partidos similares, férreamente disciplinados al “líder” burgués (Perón, Cárdenas,
Nasser, etc.). · Cierre de la RCTV. El fin de la concesión de esta emisora y su incorporación a la red
gubernamental de medios generó una fuerte polémica. La LIT-CI se opuso a esta medida, alertando
que, en última instancia, estaba dirigida contra la libertad de expresión de la clase obrera. Recibió
muy duros ataques de varias corrientes de izquierda, basados en el carácter golpista y reaccionario
de sus anteriores directivos. Este debate hoy puede “bajarse a tierra” claramente. Recientemente,
ha habido varias luchas obreras duramente reprimidas por el gobierno y todos los medios
gubernamentales, incluida la TVES (ex RCTV), silenciaron tanto los hechos como la voz de los
trabajadores en lucha. Entonces, la pregunta a responder es muy sencilla: ¿aumentó la libertad de
prensa de la clase obrera con esa medida? La nueva constitución Veamos ahora la nueva
constitución. Ya hemos dicho que introduce un artículo que permite la reelección indefinida del
presidente. Pero este criterio no se aplica para los gobernadores y alcaldes. Es decir, sólo podrá ser
utilizado por Chávez Se podrá argumentar que esa medida está dirigida contra gobernadores como
Jorge Rosales, del Estado Zulia, ex candidato presidencial y principal figura de la oposición de
derecha, para debilitar su base de apoyo. No compartimos este criterio: en un régimen defendemos
que sólo el pueblo venezolano tiene el derecho de decidir qué gobernador o alcalde debe seguir
gobernando o no. En un verdadero estado obrero en marcha hacia el socialismo, todos los cargos y
mandatos de gobierno serían revocables por las asambleas populares u otro mecanismo de
democracia obrera. Pero, además, este artículo también va dirigido contra gobernadores y alcaldes
de partidos aliados del gobierno nacional que se han opuesto a ingresar al PSUV. Es el caso del
gobernador de Sucre, Ramón Martínez, del Podemos, que ya ha comenzado a ser atacado
públicamente por el gobierno nacional. En otros artículos de esta edición, analizamos como las
referencias a los “objetivos sociales de la producción”, a la creación de “empresas socialistas” y
organismos de “poder popular” son pura retórica y sólo encubren, por un lado, los intentos de
expansión económica de la “burguesía bolivariana” y, por el otro, nuevas formas de control y
mordazas sobre el movimiento de masas, totalmente asociadas al gobierno. Reiteramos que, en
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nuestro criterio, el socialismo sólo puede ser construido por y para la clase obrera y el pueblo. Esto
significa que el camino hacia una economía socialista y la creación de organismos de poder popular
sólo puede ser genuino si se basa en un proceso autónomo de movilización y organización
democrática de los trabajadores y el pueblo. Ningún Estado burgués, menos aún con un régimen
bonapartista puede ser el constructor de los verdaderos órganos de poder obrero y popular. Tal
como decía Carlos Marx: “La liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”.
Por eso, en concordancia con su carácter burgués, el gobierno de Chávez ataca legal, política, y
hasta físicamente, cada expresión de esta movilización y organización autónomas, como las huelgas
y movilizaciones petroleras, el control obrero del Sanitarios Maracay o la “autonomía” de la UNT,
para derrotarlas o controlarlas. A partir de allí, resulta muy clara una conclusión: la movilización y la
organización genuinas de los trabajadores y el pueblo venezolanos sólo podrán desarrollarse
luchando en forma independiente por sus reivindicaciones tanto inmediatas como históricas. Esto
implica luchar contra el gobierno Chávez y sus políticas, incluyendo este nuevo proyecto de
Constitución. La situación de la clase obrera Hemos sostenido que el ataque a las libertades
democráticas está dirigido, en última instancia, contra los trabajadores y el pueblo. Debemos partir
de que las condiciones de vida de las masas no ha tenido ninguna mejora importante durante el
gobierno de Chávez, a pesar de que, por lo menos desde hace cuatro años, el país recibe muchos
mayores ingresos petroleros y la economía crece a buen ritmo. Más de la mitad de la población
activa sigue sobreviviendo de trabajos informales como la venta ambulante o el transporte precario.
Tampoco es mejor la situación de quienes tienen un empleo con relación de dependencia. El salario
mínimo cobrado por la mayoría de los trabajadores es de 250 dólares, por debajo de una canasta
alimentaria básica y mucho menos que una canasta familiar completa (700 dólares). Los sectores
que ganan un poco más (como los petroleros especializados) pueden recibir 500 ó 600 dólares. Las
condiciones laborales son pésimas, especialmente en las plantas fabriles o en las refinerías que no
han realizado ninguna inversión de base en muchísimos tiempo. Al mismo tiempo, hace años que no
se negocian convenios colectivos en la mayoría de los sectores. Contigo no negocio, con él “golpista”
sí… Todo esto ha generado una fuerte oleada de luchas por salarios, condiciones laborales y la
negociación de convenios colectivos, totalmente ocultada tanto por la prensa “democrática” del
continente como por los medios gubernamentales. Además de los casos que analizamos en este
Correo, también ha habido conflictos recientes en Sidor (la gran siderúrgica del Estado Bolívar) y en
Toyota de Cumaná (Sucre). Frente a estas luchas, el gobierno pretende elegir con quién negociar los
nuevos convenios. En el caso de los petroleros de PDVSA, por ejemplo, pretendía hacerlo con los
viejos “dirigentes” golpístas de la federación de la CTV , totalmente repudiados por los trabajadores.
Una fuerte movilización impidió esta maniobra y obligó al gobierno a aceptar que al menos una parte
de los negociadores vaya a ser electa por la base. Cuando las luchas obreras desbordan, se acaban
los “buenos modales” y las maniobras del gobierno y aparece la represión directa. Así ocurrió con
los trabajadores de Sanitarios Maracay en el Estado Aragua (ver artículo). También con los
petroleros de Zulia (occidente del país), cuya manifestación fue duramente reprimida por la Guardia
Nacional, con un saldo de varios heridos y cuatro petroleros presos, en medio de acusaciones
gubernamentales contra los trabajadores de ser “saboteadores”. En estos casos, se cae la “máscara
socialista” del gobierno de Chávez y queda crudamente al desnudo su carácter burgués. Los
empleado estatales Aunque pueda sonar contradictorio para quienes defienden la idea de la “marcha
al socialismo” bajo este gobierno, los trabajadores estatales (1.200.000 en total) son quienes más
sufren las consecuencias de esta política del gobierno. Cerca de la mitad cobran el salario mínimo, o
menos, como los recientemente contratados para las Misiones. Todas las reparticiones y ministerios
tienen su convenio colectivo vencido hace mucho tiempo: el record es del propio Ministerio del
Trabajo con ¡dieciséis años! sin negociación. Aquí también el gobierno quiere elegir con quien
negociar. Una de las dos federaciones sindicales, ligada a los viejos “dirigentes” golpistas, fue
recibida por el ministro de Trabajo, José Ramos Rivero, y pidió 40% de aumento (cifra por debajo de
la inflación de los últimos cuatro años). La otra federación reclamó 60% y el pago de un bono
retroactivo, para compensar parte de las pérdidas sufridas. Al ir a entregar su propuesta, su
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dirigente, Marco García, se encontró con que los funcionarios del ministerio tenían prohibido
recibirla. Ante esta situación, un núcleo de dirigentes sindicales del sector ocupó parte de las
instalaciones del ministerio, exigiendo que se discuta esta última propuesta y la renuncia del
ministro. Luego de una tensa situación, en la que les cortaron el agua y la luz y recibieron amenazas
y agresiones de la organización Tupamaros (tropa de choque del gobierno), fueron desalojados. Este
caso de los empleados estatales resume tres de los pilares de la verdadera política laboral del
gobierno de Chávez: bajísimos salarios, desconocimiento de los reales representantes sindicales e
intento de negociar con “dirigentes” fantasmas y golpistas y, como marco de fondo, la represión a
las luchas y sus dirigentes. Resulta evidente que, en la medida que estas luchas obreras crezcan,
crecerá al mismo tiempo la represión gubernamental contra los trabajadores. Los ataques a la
“autonomía sindical” Otro aspecto central de la actual política del gobierno de Chávez son sus
ataques a la “autonomía sindical”, es decir a la independencia de los sindicatos y centrales frente al
Estado y el gobierno. El propio Chávez, en un discurso de marzo de este año, afirmó que “hay que
terminar con eso de la autonomía sindical”. La cuestión de la “autonomía” se refiere hoy,
centralmente, al destino de la UNT (Unión Nacional de Trabajadores), surgida en 2003 por la
quiebra de la vieja CTV ante su posición golpista. Si bien la UNT y las corrientes que la integran
siempre han reivindicado el “proceso bolivariano”, varias de ellas (en especial la CCURA ) han
reivindicado la necesidad de su “autonomía” frente al gobierno y la patronal. La política del
chavismo es que la UNT se discipline al PSUV, que se está construyendo como el “brazo político” del
gobierno. Por eso, propone que su dirección sea definida previamente dentro del PSUV y, recién
después, “elegida” en la UNT. Sin embargo, cuatro de las cinco corrientes internas de la central han
rechazado esta propuesta y, en un reciente plenario de unos mil activistas, acordaron convocar a
elecciones este año, sin esperar el “visto bueno” del gobierno. Es decir, en los hechos, una decisión
“autónoma”. La única corriente que se opuso a este acuerdo fue el FSTB (Fuerza Socialista
Bolivariano de Trabajadores), ligado al ministerio de Trabajo. Su principal dirigente, el diputado
Oswaldo Vera, aparece en los actos del PSUV como “representante” de la UNT, a pesar de que
ningún organismo de la central lo designó para ello. Vera atacó duramente el acuerdo de convocar a
elecciones. Según denunció Orlando Chirino (dirigente de la CCURA y uno de los coordinadores
nacionales de la UNT): “Pienso que las declaraciones de Oswaldo Vera son la respuesta “oficial” del
alto gobierno en contra de los esfuerzos por reunificar la Central”. Chirino agregó que esa respuesta
está destinada a la “imposición a dedo de los candidatos o a dividirla”, impulsando la desafiliación
(www.aporrea.org, 03/08/2007). Desde la LIT-CI, rechazamos todo intento del gobierno de Chávez
de manipular quiénes deben ser los “representantes” de los trabajadores. Defendemos el derecho de
la UNT de realizar sus elecciones internas, sin intromisiones del gobierno. Reivindicamos la
necesidad de que la UNT avance en el camino de ser una central totalmente “autónoma” de las
patronales y, especialmente, del gobierno. Algo que sólo podrá lograrse con el más absoluto respeto
por la democracia obrera en su interior. Sin embargo, es necesario sacar todas las conclusiones de
estos hechos. El gobierno de Chávez no está dispuesto a tolerar la más mínima “autonomía” de la
UNT. Ni siquiera el elemental derecho de elegir libremente su dirección. Y si no se “disciplina”, su
política es intentar dividirla y destruirla. Por eso, es claro que Chávez y su gobierno están
totalmente en contra de cualquier expresión de democracia obrera. ¿Qué podemos esperar,
entonces, de los organismos de supuesto “poder popular”, incluidos en el proyecto de la nueva
constitución, que estarán impulsados directamente desde los ministerios, las gobernaciones y las
alcaldías? Aunque algunos de ellos puedan recibir el engañoso nombre de “soviets” (intentado
asociar este proyecto con la Revolución Rusa de 1917), su verdadero objetivo será el de controlar a
los trabajadores y, al mismo tiempo, utilizarlos como armas para destruir los procesos más genuinos
de organización, como la UNT. El caso de Sanitarios Maracay ¿Y las “empresas socialistas”? El
proyecto de nueva constitución venezolana incluye varios artículos que hablan de los “objetivos
sociales de la producción”, del derecho del Estado a intervenir en la economía y de expropiar
sectores que se consideren “estratégicos” y de la creación de “empresas socialistas”. Seguramente,
esta parte del texto aumentará el entusiasmo de quienes apoyan al gobierno de Chávez,
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considerándolo un paso adelante en la “marcha hacia el socialismo”. Sin embargo, si lo
contraponemos con la realidad, veremos que ese entusiasmo no tiene ninguna justificación. En
primer lugar, el propio Chávez ha declarado que toda empresa productiva nacional o extranjera
tendrá lugar en el “socialismo del siglo XXI”. Suena demasiado parecido a un capitalismo con algún
grado de intervención estatal. Lo que ha sido evidenciado en estos años de gobierno, donde la
burguesía nacional y extranjera continúa haciendo grandes negocios petroleros, automotrices,
bancarios, etc., mientras las duras condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo no cambian.
Pero si algo muestra el carácter de “publicidad socialista engañosa” de estos artículos es el caso de
Sanitarios Maracay, una importante empresa de la ciudad homónima (capital del Estado Aragua),
fundada hace 47 años. Cansados de soportar los permanentes abusos de su dueño, Álvaro Pocaterra
(un hombre muy ligado a los viejos políticos de Acción Democrática e impulsor del golpe de 2002),
los 800 trabajadores realizaron, en los últimos años, varias luchas por el cobro de salarios y el
cumplimiento de cláusulas del convenio colectivo. Ante eso, la patronal realizó una vieja maniobra
en su intento de derrotar a los trabajadores: en 2006, se retiró de la empresa y anunció su cierre.
Los trabajadores ocuparon la fábrica, decidieron asumir el control de la empresa y mantuvieron su
producción. Desde entonces, vienen reclamando al gobierno que cumpla lo señalado, años atrás, por
el propio Chávez (“empresa cerrada por los patrones, empresa abierta por el gobierno”). Por eso,
reclaman que el gobierno la expropie y la estatice para que siga funcionando con control de sus
trabajadores. Sin embargo, lejos de cumplir aquella promesa, anticipando el supuesto espíritu
“socialista” de la nueva constitución, el gobierno ha hecho todo lo posible por quebrar la lucha de
estos trabajadores y que la fábrica vuelva a manos de sus viejos dueños. Los representantes del
ministerio de Trabajo les dijeron que “lo mejor que pueden hacer es aceptar la venta de la empresa y
cobrar las indemnizaciones”. Al mismo tiempo, como denuncia Orlando Chirino, en el reportaje
citado, el gobierno nacional necesita productos sanitarios para las 18.000 viviendas del Programa
Petrocasa. Pero ha optado por encargarlos en otras empresas, muchas de ellas propiedad de
empresarios golpistas del 2002, en vez de comprar la producción bajo control obrero de Sanitarios
Maracay, a pesar de que tiene muy buena calidad y precios baratos. Como si todo esto no fuera
suficiente, los trabajadores también sufrieron la represión gubernamental. Cansados por la falta de
respuesta a sus reclamos, decidieron marchar a Caracas, el 24 de abril pasado. Sus ómnibus fueron
duramente reprimidos en el camino por la policía del gobernador de Aragua, Didalco Bolívar, y
batallones de la Guardia Nacional. Este hecho originó un combativo paro regional de ese estado, en
mayo pasado, en solidaridad con ellos y exigiendo la renuncia del gobernador. Por eso, no debemos
confundirnos. El gobierno de Chávez, y los intereses de la “burguesía bolivariana”, pueden llegar a
estatizar empresas como la CANTV y Electricidad de Caracas, comprando sus paquetes accionarios.
Lo que nunca va a hacer es impulsar un proceso de expropiación generalizada de la burguesía
nacional y de las propiedades del imperialismo en el país ni desarrollar el control de los trabajadores
en las empresas estatizadas. Algo que queda claramente demostrado en cómo funcionan hoy esas
empresas estatales o estatizadas, como PDVSA o CANTV, dirigidas por la “burguesía bolivariana”,
sin ninguna posibilidad de los trabajadores de controlar su funcionamiento. Mucho menos aún, el
gobierno chapista va a impulsar la movilización generalizada de la clase obrera y el pueblo para
llevar este proceso adelante. Por eso, cuando aparece un ejemplo genuino de control obrero y de
movilización por la expropiación de una empresa, como el de Sanitarios Maracay, en vez de apoyarlo
y mostrarlo como un ejemplo a seguir, el gobierno de Chávez lo ataca y lo reprime. Sus discursos y
el texto del proyecto de la nueva constitución pueden estar llenos de referencias al “socialismo”.
Pero, despejando esta retórica, su política real no tiene nada que ver con los intereses y necesidades
de los trabajadores y sí mucho que ver con los de los burgueses como Álvaro Pocaterra.
http://www.marxismo.info/spip.php?article256
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