UN CAPÍTULO GENERAL

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UN CAPÍTULO GENERAL
Espíritu y exigencias
1. Espíritu y naturaleza de un Capítulo general
(Constituciones FMM 171-174)
Para abordar esta cuestión, he escogido explorar las Constituciones de vuestro Instituto que siguieron a las orientaciones canónicas promulgadas en 1983 por Juan Pablo II en el Código de
Derecho Canónico, entre otros, el artículo 631, 1-3, en todo aquello que concierne al Capítulo
general. Vuestra legislación contiene indicaciones espirituales y prácticas de vuestra cultura “capitular”. Lo esencial del espíritu y naturaleza del Capítulo general está reagrupado en cuatro números sucintos y sin embargo, cargados de inspiración y exigencias.
1.1. Puntos fuertes de las Constituciones FMM 1985 / 171-174; Código de Derecho Canónico, 1983, Cánones 631, 1-3 / 632
Art. 171: Identidad y responsabilidad del Capítulo general
“Órgano de expresión de la colegialidad a nivel del Instituto…”: el Capítulo tiene una
identidad única en la vida del Instituto y cada uno de los miembros que forma parte debe llevar a la vez lo local y lo general, las partes y el todo, el presente, el pasado y el futuro… La
Asamblea se debe construir y pensar inmediatamente como entidad colegial, descubrir y practicar esta identidad única y pasajera pero a la vez determinante… el Capítulo 2008… Dos
citas del texto de Laurent Boisvert ayudarán a comprender el sentido de la colegialidad y sus
consecuencias.
 “Una distinción concerniente a la corresponsabilidad, permite evitar numerosos malentendidos, frustraciones y divisiones. Es la distinción entre corresponsabilidad igualatoria y corresponsabilidad diferenciada. La primera existe cuando las personas participan a título
igualatorio en una responsabilidad común. Es el caso de los capítulos generales, provinciales y conventuales, cuando los miembros toman una decisión colegial. Todos los votos tienen idéntico peso de decisión.” (p.11)
 “La función del Capítulo no es una tarea realizada por varias personas actuando individualmente, sino un servicio realizado solidariamente por el conjunto de las participantes. Y
las actas propuestas deben ser asumidos por todas, puesto que todas son responsables de
las decisiones capitulares. La finalidad de estas decisiones no es hacer triunfar el punto de
vista de una persona o de un grupo, sino hacer opciones que favorezcan mejor la vida y misión de la comunidad en los próximos años. Los resultados de los votos son imputables a la
asamblea de los miembros del capítulo y no solo a las capitulares que han votado a favor.
Un miembro puede no estar de acuerdo con tal o tal elección del capítulo, pero debe hacerse solidaria de las decisiones una vez que han sido tomadas colegialmente.” (ibid. P.10)
 Los artículos 7 y 8 del Procedimiento expresan exactamente esta manera de pensar y de
practicar la colegialidad.
Art. 172: Consecuencias y disposiciones de la colegialidad
 Este artículo es la continuación lógica de la visión de la corresponsabilidad igualatoria y
trata de la composición de la asamblea a nivel general y provincial (modo de elección y de
representatividad determinados por los estatutos provinciales).
Art. 171, continuación
 “Autoridad suprema…”El Capítulo general es y tiene autoridad suprema por su carácter
único de decisión. Es también “auctoritas”, como portador de vida y dador de sentido para
todo el Instituto, fiel al carisma de fundación y a los esfuerzos constantes de interpretación
que jalonan su historia. Por un lado, es el lugar de profundización de una llamada común y
constante, por lo tanto de obediencia a lo esencial por su escucha, descubrimientos, proceso
de discernimiento y de decisión, su voluntad de transmisión y actualización de la vocación y
misión comunes.
 “Pleno poder de decisión cuando está reunido…” Es un momento único de toma de conciencia, de examinar cuestiones, opiniones, deliberaciones y finalmente las decisiones. La
afirmación reenvía a la responsabilidad común en cuanto a las decisiones a tomar y a los
procedimientos que hay que adoptar para que esta responsabilidad circunstancial pueda
cumplirse de la manera más clara y valerosa posible. El acento del artículo es sobre todo recordar al capítulo su poder de decisión para el Instituto y el próximo mandato. No hay ni
habrá otras instancias parecidas de decisión desde ahora hasta el próximo Capítulo general o
extraordinario. Es también para recordar que las responsables elegidas para gobernar el Instituto se sitúan en la esfera de influencia de políticas y decisiones capitulares y no a la inversa. Es aquí que la palabra mandato recibe y toma todo su sentido.
Art. 173 : Un Capítulo general situado en el tiempo y para un tiempo… (cf. Historia de
los capítulos generales del Instituto desde su fundación…)
 Ritmo y ocasiones : cada seis años y cuando el cargo de la superiora general está vacante,
por motivo de un capítulo extraordinario, después de consultar a los miembros del consejo,
las superioras provinciales, el Ministro general OFM y la Congregación para la evangelización de los pueblos.
 La Superiora general, “con el consentimiento de su consejo” hace la convocatoria un año
antes de su apertura :
 Exigencia ineludible de una tal asamblea es el tiempo. Situadas en el tiempo, personal y
colectivo, de ahí la importancia del calendario y su desarrollo, el Capítulo debe tomar el
tiempo y encontrar su ritmo para que sean estudiados con la máxima atención y diligencia el
bien del Carisma y del Instituto. No hay ninguna persona ni asunto que expedir. Sin arrastrar
ni empujar, la Asamblea ajusta el tiempo del conjunto, permitiendo desde el respeto y la
comunión, el resultado de las cuestiones sometidas a la consideración de todas.
Cf. Procedimientos 5 y 8
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Art. 174 : Competencias y contenidos estatutarios del Capítulo general
 Elegir a la Superiora general y a las Consejeras : ocuparse del gobierno del Instituto entre los Capítulos generales, discernir y elegir las personas más aptas para llevar las decisiones del Capítulo y continuar los asuntos corrientes del Instituto.
 Evaluar la situación a partir de los últimos seis años : hacer memoria del camino recorrido, pesar de manera crítica el informe de las decisiones tomadas y las actuaciones llevadas a
cabo, levantar acta de los acontecimientos importantes y de las sorpresas, sacar conclusiones
sobre el mandato, buscar la interpretación espiritual sobre la fidelidad al carisma y a las inspiraciones del Espíritu lo mismo que de los signos de los tiempos y las interpretaciones de
la historia.
 Definir las orientaciones y objetivos para el futuro : situando el carisma del Instituto y el
conjunto de su misión en el mundo y en la historia, el Capítulo entrevé, nombra y elabora de
manera realista y responsable las orientaciones necesarias para actualizar la fidelidad de todas y de cada una en la memoria del carisma, el servicio de comunión y animación de la misión. El capítulo decide el alcance que da al tiempo y a los años “para el futuro” (próximo
mandato, tiempo más largo, etc.).
 Legislar, entre otras, modificar las Constituciones, el código complementario, las decisiones del Capítulo general y del Consejo General Plenario precedente… La cultura de un Instituto se articula entorno a puntos de referencia y enunciados que aseguran la actualización
de un carisma y la distribución orgánica de la vida y de la misión en el tiempo. Las señales
jurídicas de un Instituto son expresiones relativas y necesarias de las intenciones y prácticas
de todos los miembros, de sus instituciones, servicios y retos para la vida y dinamismo del
Instituto en la Iglesia, la historia y en los medios socioculturales más diversos.
 Examinar la situación económica y financiera del Instituto : El Capítulo toma acta de la
situación de los bienes y del compartir así como de las políticas que guían las decisiones generales y prácticas de la gestión. Las discute y avala en función de las orientaciones y prioridades que el Instituto quiere asumir para un lapso de tiempo determinado.
 Laurent Boisvert, Attitudes humaines et chrétiennes dans les décisions capitulaires. Texte
pro manuscrito, 2008, 13 pages
Gilles Bourdeau, ofmm.,
1º de septiembre 2008
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2. Discernimiento : exigencias y actitudes de un proceso
(Procedimiento 1-8/9)
Preámbulo.
Dos situaciones claves de decisión y dos modelos de proceso de decisión : Hechos 10-11, 118 ; 15 y San Buenaventura, Leyenda Mayor 12, 1-2, Documentos, Escritos y primeras biografías, 1968, páginas 577-722.
2.1. El discernimiento desde la experiencia y la realidad

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Verificación de una o varias experiencias en relación viviente con Dios, situaciones a
explorar, retos a mencionar y/o decisiones a tomar para el bien de todo el Instituto y/o
de uno u otro de sus componentes.
Profundización y afirmación/confirmación de experiencias fundacionales (fe eclesial /
carisma de fundación y del Instituto) donde Dios llama y las personas responden colegial y personalmente. Interpelaciones en la marcha de una comunidad llamada y situada, llamadas dentro de una llamada.
Actitud clave : lucidez, información (informar e informarse), lectura crítica de los hechos y
datos, búsqueda de clarificación, reflexión y consulta, valor para aceptar los resultados y la
calidad de la toma de conciencia.
Procedimientos 1-3.5
2.2. El discernimiento es un proceso de interpretación de la voluntad de Dios y de la voluntad particular dejada a nuestra consciencia, a nuestras posibilidades y deliberaciones.
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
4
Si la voluntad de Dios nos ha sido revelada en Cristo Jesús y el Evangelio, la libertad nos
ha sido dada para decidir todos los aspectos de la voluntad particular situándonos en el
Espíritu Santo y la iglesia/comunidad viva. “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido…” Hechos 15,28
El Espíritu no nos dicta lo que debemos hacer pero inspira y acompaña los retos que surgen, las orientaciones a tomar y los recursos/energías que tenemos que liberar para que
nuestras decisiones sean maduras y factibles en el tiempo. Somos responsables de lo que
es posible y el Espíritu vela sobre un imposible que a menudo se nos presenta desconocido y misterioso.
Todo hecho histórico y puntual de discernimiento es relativo incluso cuando es portador
de luz y de verdad. Razón de más para calificar la toma de conciencia del máximo de certeza y de voluntad justa. Nadie puede prometer que las decisiones serán absolutamente
perfectas y adaptadas; deben ser las mejores según el contexto y las circunstancias.
Actitud – clave : libertad liberada, libertad solidaria que exige un “sentir común” (consenso),
una voluntad de participar en la acción del Espíritu en nosotras y entre nosotras, libertad interior.
Procedimientos 4. 7-8
2.3. El discernimiento es un proceso que conduce a elecciones y compromisos/acciones.
La perspectiva ética (moral) es constitutiva al discernimiento, tanto por el contenido de
las experiencias a verificar como por la calidad del proceso que acompaña las decisiones
a tomar y a llevar a término.
 Compromiso consciente, libre y responsable en un discernimiento que tenga sentido moral para sí, los miembros del Instituto, y el servicio de la misión. Este valor primero se verifica ante todo por la reciprocidad al Otro y a los otros y la aceptación de la ayuda útil para crear verdaderas decisiones.
 Un decisión y su proceso comportan contenidos normativos: A. recurriendo a los valores,
intenciones y motivaciones evocadas; B. en las decisiones y actualizaciones que tienen
como última finalidad la voluntad de Dios y su cumplimiento para bien de las personas y
la misión del Instituto al servicio del mundo.
 Las decisiones que llevan a compromisos tienen peso y alcance. Comportan responsabilidades que se juzgan por la cualidad de la estimación razonable de las consecuencias. Si la
historia tiene un sentido, todos sus componentes y cada uno de sus acontecimientos y actos tienen un alcance. Nada es indiferente ni banal, absurdo o insignificante. Razón de
más para decidir con conocimiento de causa.
Actitud- clave : responsabilidad, colegialidad igualatoria y corresponsabilidad en la elaboración, discusión y toma de decisiones capitulares.
Procedimientos 6-8
2.4. El discernimiento se abre con la adoración y la alabanza, que lo guía y conduce.
Si la oración de petición acompaña el discernimiento desde el principio hasta el final (llamada, escucha, meditación y respuesta), la adoración y la alabanza expresan la integración definitiva.
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La obediencia en la fe lleva a “la adoración en espíritu y en verdad” y se manifiesta por
sentimientos de frutos de paz teologal. Sin embargo, la hora de la obediencia y la de la
adoración no son forzosamente inmediatas y simultáneas en cada fase de discernimiento.
Puede existir un lapso de tiempo importante entre la conformidad de la conciencia y su
expresión unificada en los gestos y palabras plenamente libres e integradas.
El signo de un discernimiento personal y eclesial maduro, a menudo se expresa en un experiencia personal y comunitaria de consentimiento y de alabanza (Fiat/Magnificat). El
registro estético, tanto en gestos como en palabras, sirve de proyección, apoyo y memoria
de la experiencia vivida para sí y con las demás.
Actitud – clave : una mirada contemplativa y una voluntad de obediencia en fe, una vida de
oración personal y comunitaria, una reciprocidad teologal y comunitaria.
Procedimientos 1–3.6
Gilles Bourdeau, ofm., 1º de septiembre 2008
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