CONTRIBUCIÓN DEL PROCESO DE INTEGRACIÓN DEL CONO SUR AMERICANO A LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL Leonardo Hekimian La frase del presidente argentino Juan D. Perón, a mediados de la década del cuarenta, refiriéndose al futuro latinoamericano: "El año 2000 nos encontrará unidos o dominados", sólo parece haber encontrado terreno fértil para la siembra de un proceso de integración subcontinental en los últimos años, bien que entre magnas dificultades derivadas del subdesarrollo regional que "domina" nuestros países. A partir de una serie de decisiones políticas fundamentales, comenzó a andarse el camino de su formalización jurídica que, como hemos dicho, aún hoy se halla en periodo de gestación. De todos modos, es probable que el Mercosur desarrolle un tipo de Derecho Comunitario específicamente diferenciado del europeo, más proclive al establecimiento de reglas generales y flexibles, adaptables a situaciones determinadas ad hoc. Tanto en Europa como en Sudamérica, las crisis y los desafíos actuales 1 que enfrentan los Estados nacionales los llevan a buscar nuevas formas de concertación con socios asimilables, que les permitan hacer realmente efectiva su esencia soberana. Vista desde una perspectiva amplia, que implica tanto la superación del particularismo como de la falsa dicotomía nacionalismointegración,2 la formación de una Comunidad no es la causa de la declinación del poder nacional, sino una respuesta a tal declinación,3 que fortalece 1 Ver: ARIAS PELERANO, Francisco, "La integración latinoamericana es tarea política". 2 Como dice WESTENDORP, refiriéndose a la UE, "no se trata de uniformar, como algunos temen, sino de unir respetando plenamente la riqueza plural de los pueblos de Europa. La unión política no es una amenaza para la identidad cultural de los pueblos de Europa sino, por el contrario, su mejor garantía". Por nuestra parte, a modo de hipótesis, pensamos que Nacionalismo e Integración no son incompatibles, si se considera que el Bien Común nacional es el fin del primero y el segundo es el medio idóneo para alcanzarlo en comunión con otras naciones. 3 NUGENT, con quien coincidimos cuando agrega que "...la única manera en la que los Estados medianos y pequeños (...) puedan retener el control de su ámbitos operativos es 'pooling' y compartiendo su poder y su soberanía". En sentido similar se expresa WESTENDORP: "Cada Estado miembro, aisladamente, tiene que reconocer sus insuficiencias para influir en las grandes cuestiones internacionales. Todos juntos, respetando y asumiendo la dimensión exterior de cada uno de nosotros, tendremos mucha más políticamente a los Estados miembros a pesar de su pérdida de capacidad normativa individual.4 De todos modos, son diferentes buena parte de los métodos utilizados para la realización de la UE y del Mercosur, alcanzando esta diferenciación a su ordenamiento jurídico vertebral, tanto en cuanto a normas materiales como de procedimiento y organización. Y esto es importante a la ahora de modelar el futuro del proyecto más joven, que podrá tener en cuenta la experiencia europea y de otros intentos iniciados en sus propias latitudes5, sin pretender trasladar automáticamente fórmulas concebidas para otra realidad estructural y coyuntural. Creemos, no obstante, que ambos procesos se asemejan genéricamente en el sentido de que persiguen objetivos no sólo económicos y sociales, sino también - fundamental y originariamente - políticos. Objetivos cuyo contenido concreto responde a elementos naturales e históricos comunes, y a las realidades que cada uno de estos dos subcontinentes está viviendo. Sin dramatizar, cabe expresar que el Mercosur está en crisis. Crisis que puede ser de crecimiento, para desembocará en un fortalecimiento de la seguridad jurídica y de la institucionalidad del bloque, si se acometen a tiempo los inconvenientes que surgen cada día de la creciente interacción derivada del proceso de integración. El impacto del Mercosur ha sido generalmente descrito como positivo para los cuatro Estados miembros del mismo. Sin embargo, se coincide en que el Mercosur se halla en un momento de transición, pero es materia de debate la necesidad o profundidad de las modificaciones requeridas. En este sentido, la firma de un nuevo tratado o de otro tipo de acuerdo internacional de carácter político, sólo se justifica si se piensa en tomar decisiones trascendentes para la capacidad". Analizando la situación en el Mercosur, llega a una conclusión afín Heber ARBUET VIGNALI, "El concepto de soberanía y el ingreso al Mercosur”, p. 61 y ss. 4 MANGAS MARTIN, "Problemas...", p. 52 5 Ver: SABRA y otros, p. 45 y ss. continuación y profundización del proceso de integración. En este orden de ideas, consideramos humildemente que en un futuro cercano debería establecerse como nombre definitivo de lo que hoy llamamos Mercosur, el de "Comunidad de Estados del Sur / Sudamericanos" (COMESUD / COMESUL) o una expresión similar, más acorde con la naturaleza política y jurídica del proyecto que se estaría consumando. Coincidimos, finalmente, con quien ha expresado, refiriéndose al Mercosur, que la "idea del Bien Común de una amplia zona territorial de América es el objetivo y la justificación de esta unificación de mercados nacionales en un mercado único".6 El hecho de lograr este fin político nos impulsa a armonizar, en clave de cooperación - mejor dicho, de integración -, los propios conceptos no sólo en el campo económico, sino también en el del Derecho. Sin borrar los diferentes fundamentos esenciales, mas aplicando criterios de subsidiariedad para hacer hincapié en lo que tenemos en común, tanto en la realidad actual como en perspectiva. 6 Palabras inaugurales del Rector de la Universidad Católica Argentina, Mons. Guillermo BLANCO, en el Seminario "Realidades y perspectivas del Mercosur", Buenos Aires, octubre de 1992.