GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA

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GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA
Guerra de la Independencia española, conflicto entablado en territorio español contra la invasión
francesa, perteneciente a una de las fases de las conocidas como Guerras Napoleónicas, que abarcó el
sexenio que media entre el 2 de mayo de 1808 y el 4 de mayo de 1814, fecha ésta en la que el rey
Fernando VII retomó el gobierno absoluto. También denominada por la historiografía no hispana como
guerra de España o, si se hace extensible la conflagración al caso portugués, como Guerra Peninsular,
su duración transcurrió durante años no sólo de enfrentamiento bélico para expulsar a los franceses,
sino también, pese a las fuertes resistencias, de profundos cambios sociales en una línea liberal
burguesa.
Napoleón Bonaparte había pactado con el rey español Carlos IV, mediante el Tratado de
Fontainebleau, firmado el 27 de octubre de 1807 a través del valido de éste, Manuel Godoy, la
ocupación de Portugal, a fin de hacer efectivo el bloqueo comercial contra Gran Bretaña (el
denominado Sistema Continental). De esta manera, las tropas francesas del emperador Napoleón I
(compuestas por 24.000 hombres al mando del general Pierre−Antoine Dupont) entraron en España
como aliados, pero aquél decidió enseguida controlar militarmente el país para, ante las desavenencias
reales entre Carlos IV y su heredero Fernando VII, desbancar a la Casa de Borbón y sustituirla por su
propia familia, concretamente por su hermano, quien pasaría a ser el rey José I.
Para asegurarse la menor resistencia posible, Napoleón, mediante la argucia de actuar de árbitro entre
padre e hijo, consiguió que ambos se trasladasen hasta la ciudad de Bayona, situada en el suroeste
francés. El objeto era paralizar al Estado español. Ambos tuvieron que abdicar a favor de Napoleón
entre el 5 y el 6 de mayo de 1808. Para completar el descabezamiento se pretendía trasladar a toda la
familia real hacia el cautiverio, incluido el infante don Antonio, que había quedado al frente de una
Junta de Gobierno.
El levantamiento contra los franceses tuvo lugar de forma espontánea en Madrid en la mañana del 2 de
mayo. España estaba sin gobierno y buena parte ocupada militarmente. De las viejas autoridades
únicamente se podía contar con los capitanes generales de Zaragoza, José de Rebolledo Palafox, y de
Valladolid, Gregorio García de la Cuesta. El pueblo recuperó la soberanía: por todas partes surgían
juntas provinciales, las cuales crearon a su vez una Junta Central (25 de septiembre de 1808). Entre
mayo y junio toda España se había levantado en armas.
En cuanto a los efectivos iniciales, los franceses contaban con unos 100.000 hombres que ocupaban
buena parte de la mitad norte de España, salvo Asturias y Galicia. El Ejército español disponía de unos
efectivos similares, aunque con un material obsoleto.
Desde junio hasta octubre de 1808 tuvo lugar la primera fase de la contienda, cuyo hecho de armas más
relevante fue la inesperada victoria española en Bailén por parte de Francisco Javier Castaños (19 de
julio).
Napoleón, sorprendido por la derrota que echaba por tierra el mito de su imbatibilidad, decidió
emplearse a fondo. Vino personalmente a España al frente de un impresionante Ejército de 150.000
hombres. Daban comienzo las campañas de 1809, con suerte adversa para las tropas españolas y sus
aliadas luso−británicas. En este contexto surgió la guerra de guerrillas, invención española a fin de
hostigar continuamente y a través de los medios más diversos a los franceses. El resultado fue que
buena parte del Ejército francés tuvo que realizar asimismo labores de policía. Era la guerra total que
provocó una sofisticada guerra de nervios.
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En 1810, los franceses llevaron a cabo un redoblado esfuerzo para acabar con la contienda española.
Las fuerzas desplazadas se aproximaron a los 270.000 hombres. Sin embargo, cosecharon un doble
fracaso: no pudieron tomar Cádiz (sede de las Cortes) ni tampoco Lisboa, la capital portuguesa.
• FASES DE LA GUERRA
Durante 1811 y 1812 tuvo lugar una guerra de desgaste. El papel de la guerrilla fue decisivo. Además,
Napoleón se vio obligado a sacar tropas de España para el frente ruso. De todas formas, aún
permanecían en territorio peninsular unos 200.000 hombres. Fue el momento en que el general
británico Arthur Colley Wellesley, más tarde duque de Wellington, consiguió los primeros éxitos:
Salamanca y Arapiles (junio−julio de 1812). José I se vio obligado a abandonar Madrid y trasladar la
corte a Valencia. Andalucía quedaba definitivamente liberada.
La última fase comprendió los años 1813 y 1814. Los franceses conservaban un Ejército de 100.000
hombres. Los españoles contaban con 130.000 más los 70.000 de los ejércitos anglo−portugueses
mandados por Wellington. En la primavera de 1813, José I fijó la corte en Valladolid. Pronto tuvo que
retirarse ante el Ejército aliado que avanzaba por el valle del Duero. Los franceses fueron derrotados
en Vitoria (junio), Pamplona (agosto), San Marcial y San Sebastián (septiembre). Las tropas aliadas
anglo−españolas consiguieron penetrar en territorio francés, llegando a Tarbes y Toulouse en marzo y
abril de 1814.
Fernando VII ya había sido liberado por Napoleón tras la firma del Tratado de Valençay (11 de
diciembre de 1813). El Rey cruzó la frontera el 24 de marzo de 1814. El 11 de abril se firmó el
armisticio con el jefe de las tropas francesas en la península Ibérica, Nicolas Jean de Dieu Soult, lo que
puso fin a una dura guerra de casi seis años, si bien ésta puede darse definitivamente por acabada
cuando, semanas más tarde, Fernando VII volvió a asumir el gobierno tras su regreso al trono.
• GUERRA Y REVOLUCIÓN
Al mismo tiempo que se estaba llevando a cabo una guerra de independencia, tenía lugar una soterrada
revolución liberal. Los cambios protagonizados tanto por la Junta Central (desde el 25 de septiembre
de 1808 hasta el 29 de enero de 1810), las Regencias (del 29 de enero de 1810 al 4 de mayo de 1814) y,
sobre todo, por las Cortes de Cádiz fueron decisivos.
Se llevó a cabo una profunda reforma política (de entre cuya legislación cabe destacar el origen del
constitucionalismo español, es decir, la Constitución de 1812, y toda otra serie de leyes, como la de
Libertad de prensa de 1810), el desmantelamiento de la sociedad estamental (reforma de la Iglesia,
reforma militar, abolición del régimen señorial, libertad industrial y comercial) y muchas otras
medidas de signo liberal.
Por otra parte, el país quedó materialmente destrozado y la sociedad desvertebrada, pero aún con gran
presencia de las fuerzas estamentales (como da prueba el denominado Manifiesto de los Persas) que
pronto, con el regreso de Fernando VII (4 de mayo de 1814), recondujeron la situación hacia los viejos
moldes, volviendo a un más férreo absolutismo.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO
RENDICIÓN DE BAILÉN
La primera victoria española en su guerra de Independencia contra los ejércitos napoleónicos tuvo
lugar en Bailén (Jaén) el 19 de julio de 1808. Esta pintura de José Casado del Alisal, que se encuentra
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en el Museo del Prado (Madrid) y que fue realizada hacia el año 1864, escenifica la rendición francesa
ante el general español Francisco Javier Castaños.
FERNANDO VII
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