No pueden negarse los cambios, pero fueron tardíos e incompletos.

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No pueden negarse los cambios, pero fueron tardíos e incompletos.
En el orden político, en España se instauró el sistema liberal, respaldado por Constituciones. Además, el
ejército, mediante pronunciamientos o golpes de Estado, provocó en ocasiones la caída de los gobiernos,
fenómeno casi desconocido en otros países europeos. Por tanto, hay que hablar de modernización
política incompleta.
En el orden económico, se inició una incipiente industrialización en algunas regiones y se construyó la
primera red de ferrocarriles. Pero España seguía siendo un país fundamentalmente agrario. Por tanto,
hay que hablar de modernización económica tardía.
España era una nación moderna y no moderna, con rasgos modernos y con otros arcaicos. Un país que
perdió los restos de su imperio colonial mientras las potencias industriales los edificaban.
1. EL ALZAMIENTO ANTIFRANCÉS . EL 2 DE MAYO
En 1808, Napoleón era el dueño de Europa y España se encontraba ocupada por el ejército francés, cuyo
objetivo, supuestamente, era el control de Portugal.
Con engaños, el emperador fran-cés consiguió que la familia real española abandonara el país, que Carlos IV
y remando VI! abdicaran en las entrevistas de Bayona y que su hermano, José Bo-naparte, ocupara el trono de
España. Estos hechos fueron el deto-nante, el día 2 de mayo de 1808, del alzamiento del pueblo de Madrid, e
inme-diatamente del de España entera. La rebelión de los habitantes de la capital con-tra una guarnición
francesa de 30.000 hombres provocó un gran número de víctimas.
2. UNA GUERRA IMPOSIBLE
España era para Napoleón un país prácticamente desconocido y del que se forjó una idea errónea, al juzgar su
capacidad de resis-tencia por la docilidad a sus deseos que había demostrado la familia real.
La concentración de la fuerza bélica napoleónica en la Península Ibérica permi-tió el alzamiento de otros
países europeos.
Principales factores de la derrota francesa
La forma de guerra irregular, la guerrilla. Los guerrilleros practicaban un méto-do nuevo de lucha, al no
plantear batalla abierta y limitarse a perturbar las co-municaciones del ejército invasor hostigándolo
incansablemente.
El desconocimiento francés de! terreno. En esto residía la ventaja guerrillera.
La ayuda inglesa. Los ingleses desembarcaron en Portugal y amenazaron, al avanzar por los valles de los ríos,
con dejar cortado al ejército francés del 5ur de España. En un país que en su mayor parte es montaña y mar,
los guerrille-ros controlaban la montaña y los ingleses el mar. La situación de los france-ses en la Península
no podía ser más incómoda.
3. LOS AFRANCE5ADO5 Y LAS JUNTAS
Muchos eran políticos refor-mistas, deseosos de sacar a España de su atraso, aunque sus programas
recordaban los proyectos del despotismo ilustrado del siglo XVIII. Entre otras cosas pretendían afrontar la
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modernización del país respetando la autoridad del rey.
La resistencia al francés fue dirigida por Juntas Provinciales que terminarían uniéndose en una Junta Central.
En ellas militaron políticos liberales, que creían que a guerra suponía la gran oportunidad para modificar el
modelo político español.
Convocadas Cortes en Cádiz, el lugar más seguro, lejos de los campos de batal-la, los liberales intentaron no
sólo ganar a guerra sino además introducir las ideas revolucionarias de la época, que en gran parte procedían
de la misma Francia.
4. LAS CORTES DE CÁDIZ
En octubre de 1809, la Junta Central publicó la convocatoria de Cortes. Los partidarios del Antiguo Régimen
pensaban que las Cortes, en ausencia del mo-narca, se limitarían a designar una regencia. Pero los
revolucionarios creían que había pasado el tiempo de los monarcas absolutos y que debía modificarse el
sistema político español.
Pedían que se respetara la autoridad íntegra del monarca Fer-nando VII, así como los privilegios de los nobles
y el clero. Eran, por tanto, partidarios del Antiguo Régimen.
Liberales. Deseaban limitar la autoridad del rey con una mayor participación del pueblo.
5. LA CONSTITUCION DE 1812
La gran aportación de las Cortes fue la redacción y aprobación de la primera Constitución de la historia
española. La Constitución puso las bases de la vida del país: educación, impuestos, servicio militar, religión
oficial. Pero su trascen-dencia radicó en que introducía nociones nuevas en la historia política de España,
entre las cuales destacan dos: la soberanía nacional y la división de poderes. Pero en otros artículos se
prohibía la perse-cución de un ciudadano por sus ideas, y de esta forma se llegó a la supresión del Tribunal de
la inquisición, que Fernando VIl restauraría a su regreso.
6. EL RESTABLECIMIENTO DEL ABSOLUTISMO (1814−1820)
A su regreso a España, tras su cautiverio en Francia, Fernando Vil decidió afir-mar el carácter absoluto de su
poder rechazando la Constitución y toda la obra de las Cortes de Cádiz. Con esta postura, su reinado se
convirtió en un enfrenta-miento entre absolutistas y liberales.
En esta primera etapa, dominada por los absolutistas, los liberales fueron constantemente acosados.
7. EL TRIENIO LIBERAL
El 1 de enero, el coronel Riego, apoyándose en las tropas concentradas en Cádiz para ser enviadas a América,
donde las provincias habían declarado la independencia, proclamó la vigencia de la Constitución de Cádiz.
Los liberales iniciaron una etapa de reformas rápidas: supresión de a inquisi-ción, reducción del diezmo (parte
de la cosecha que los campesinos entregaban a 05 señores) a la mitad, libertad de imprenta, entrega de las
tierras de los no-bles a los pueblos, etc.
En las filas absolutistas, opuestas a las reformas, se alistaban obispos, aristó-cratas y partidas armadas de
campesinos. Otros monarcas europeos, alar-mados por el ejemplo español, decidieron intervenir. Por ello, un
ejército francés y de absolutistas españoles, llamado los Cien mil hijos de 5an Luis, mandado por el duque de
Angulema, atravesó los Pirineos y restableció el absolutismo en España.
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8. LA OMINOSA DECADA (1823−1833)
En los últimos diez años del reinado de Fernando VII, la reacción absolutista, dirigida por los denominados
intransi-gentes, fue tan agresiva que hasta el propio Fernando Vil apareció en algunos momentos como Un
moderado, por ejemplo, al negarse a restablecer la inquisición. En el sector intransigente actuaban sociedades
secretas, como El Ángel exterminador, que exigían el exterminio de los liberales.
El reinado de Fernando Vil se cerró con muchos españo-les exiliados y graves problemas económicos,
provocados en gran parte por la emancipación de la América española.
9. LA CUESTIÓN DINÁSTICA
El problema de la sucesión al trono tuvo gran trascen-dencia. Los intransigentes, desengañados por la
moderación de Fernando VII, pusieron sus esperanzas en su hermano don Carlos, que era el sucesor, ya que el
rey no tenía hijos.
La situación cambió en 1830. En ese año, Fernando VII abolió la Ley 5álica, según la cual las mujeres no
podían ocupar el trono, y poco después tuvo una hija, la princesa Isabel, la futura Isabel II.
En el otoño de 1852, durante una grave enfermedad, el monarca restauró la línea sucesoria masculina y,
posterior-mente, volvió a sostener el derecho de su hija al trono.
Al morir Fernando VII, en 1855, estalló la guerra civil. Los absolutistas intransigentes sostuvieron los
derechos de don Carlos (carlistas), los liberales apoyaron a Isabel II.
11. LOS PROBLEMAS DEL REINADO
El reinado de Isabel 11(1855−1868) fue de una gran inestabilidad, hubo de afrontar múltiples problemas:
enfrentamiento entre carlistas e isabelinos, la mi-noría de edad de Isabel a la hora de acceder al trono, la
escisión del partido liberal en moderados y progresistas y la intervención de los militares en la vida política.
12. LOS PARTIDOS POL1TICOS
Dos grandes partidos se alternaron en el poder: moderados y progresistas.
Es un partido que otorga bastantes prerrogativas al rey y se inclina por mantener el papel político de la
aristocracia.
Los progresistas, dirigidos por el general Espartero, restringen las facultades reales y defienden la soberanía
nacional, inclinándose por el derecho de voto de todos los ciudadanos y el debilitamiento del papel de los
nobles.
13. LAS REGENCIA5
Durante la minoría de edad de la reina, se alternan en el poder moderados y progresistas. Aunque la regente
María Cristina prefería encargar el gobierno a los moderados, tuvo que admitir también políticas de corte
progresista, como la de Mendizábal, durante la cual se aprobó la ley de Desamortización.
El mayor problema de esta primera fase fue ¡a guerra carlista, a la que pondrá fin Espartero mediante una
tregua denominada Abrazo de Vergara. La guerra y su éxito final contribuyeron a acelerar la carrera política
de Espartero, que despla-zó a María Cristina y se convirtió en regente.
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14. LA MAYORIA DE EDAD DE LA REINA. FASES DEL REINADO
El reinado de Isabel II se puede di-vidir en tres etapas:
a) Década moderada. Durante esta
− década (1844−1854), el general Narváez fue el hombre fuerte del régimen isabelino.
Aunque gobernó el país como si fuera un cuartel, algunos políticos civiles realizaron importantes re-formas: el
ministro Mon reformó la hacienda y Bravo Murillo realizó la canalización de agua para abaste-cer Madrid
(Canal de Isabel II).
b) Bienio progresista. Un golpe de Estado encabezado por varios ge-nerales inició el bienio progresista
(1854−1856), con Espartero con-vertido en árbitro de la situación.
Fue un período de reformas acele-radas: la nueva ley de desamorti-zación (Madoz) traspasó bienes de los
ayuntamientos a los campesi-nos, la Banca atrajo capital extran-jero y la ley de ferrocarriles puso en marcha la
construcción de una red peninsular.
c) La etapa de O'Donnell. Otro golpe. militar desplazó a los progresistas. En ese momento, O'Donnell formó
la Unión Liberal y orientó sus es-fuerzos hacia la política exterior.
Con las campañas en Marruecos, la expedición a México y la guerra del Pacífico, se intentaba recupe-rar el
prestigio internacional per-dido por la emancipación de América.
Los últimos años del reinado se resumen en una cadena de crisis: económica, financiera y social.
Las muertes de O'Donnell y de Narváez privaron a la reina de sus últi-mos apoyos.
15. LA AGRICULTURA E5PAÑOLA EN EL SIGLO XIX
La propiedad agrícola
España continuó siendo un país agrario en el siglo XIX Por los censos de po-blación sabemos que la mayoría
de los españoles eran campesinos. Y que, hasta mediados de siglo, las grandes fortunas correspondían a
terratenientes.
Una agricultura tradicional
A pesar del peso de la tradición, la agricultura se modernizó con la utilización de nuevas técnicas de cultivo
(rotación) y herramientas más eficaces. La agricul-tura se especializó por regiones. En el centro, predominaba
el cultivo de los ce-reales; en las zonas frías del Norte, la patata pasó a ser un artículo básico de consumo,
acompañado en Galicia por el maíz; en las regiones mediterráneas, se incrementó el cultivo de arroz y cítricos.
Esta división geográfica sugiere que la producción agrícola se orientaba hacia el comercio, hacia la venta a las
restantes regiones.
El problema del trigo
Tras la pérdida de las colonias americanas, las autoridades se obsesionaron con el autoabastecimiento de trigo;
se consideraba necesario que España produ-jera suficiente trigo en una época en que el pan era la base de la
alimentación, y no tuviera que recurrirse a importaciones.
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16. LA DESAMORTIZACIÓN
Se llamaban tierras amortizadas aquellas que, por pertenecer a monasterios o ayuntamientos, no pagaban
impuestos ni podían ser vendidas o repartidas en herencia.
La supresión de esta forma de propiedad, declarándola bienes nacionales, procediendo luego a su venta en
subasta, se denomina desamortización.
En 1856, Mendizábal desamortizó los bienes del clero.
17. UNA OPORTUNIDAD: EL FERROCARRIL
El ferrocarril se erigió en uno de los símbolos de la era de la industria. La den-sidad de la red se consideraba
e! exponente de la potencia industrial de una na-ción. España inició la construcción tarde y no llegó a articular
una red comparable a la de Inglaterra o Francia.
Se inauguró la primera vía férrea española en 1848, entre Barcelona y Mataró. Se trataba todavía de tramos
cortos, que apenas influían en el flujo del comercio.
La vida cambió con el ferrocarril. Las estaciones se convirtieron en centros de la actividad urbana. La
costumbre del veraneo para las ciases altas experimentó un gran impulso; ¡os potentados de la corte iban a San
Sebastián, a donde acudía también la familia real.
18. DOS GRUPOS: BURGUESES Y PROLETARIOS
Mas estudiado ya los rasgos de las sociedades industriales, que se resumen en la aparición de una burguesía
fuerte y un proletariado numeroso; en contrapo-sición pierden importancia los estamentos privilegiados:
aristocracia y clero, y se reduce la dimensión de! artesanado. En cambio, los rasgos de la sociedad espa-ñola
eran otros: burguesía débil, proletariado escaso, persistencia de! poder nobi-liario y de la influencia de la
iglesia e importancia de! artesanado.
Por eso podemos afirmar que la sociedad española era una sociedad poco evolucionada, con signos de
arcaísmo; y nos referimos a las ciudades, porque en el campo la sociedad rural apenas había evolucionado.
19. LAS CLASES HEGEMONICAS
La nobleza. Esta clase social, en vez de ser desplazada por la burguesía como ocurría en los países europeos
donde triunfaban las revoluciones liberales, conservó en España todo su poder.
En primer lugar mantuvo su poder económico pues los grandes terratenientes eran nobles.
La burguesía. La nueva clase adinerada, la burguesía, tenía sus centros más importantes en Barcelona y
Madrid. En España, los burgueses no se conside-raban rivales sino socios de los nobles. En los Consejos de
Administración de las grandes compañías aparecían juntos y la mayor ambición de un burgués era ver
coronada su carrera de hombre de negocios con un título nobiliario.
El mismo deslumbramiento por los títulos nobiliarios encontramos en los mili-tares de fortuna, que solían
hacer carrera política apoyándose en sus éxitos
militares. Así, Espartero acumula una larga serie de títulos, entre ellos el de príncipe de Vergara; Narváez fue
titulado duque de Valencia, O'Donnell duque de Tetuán.
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20 EL PUEBLO LLANO
Si examinamos las cifras de los censos podemos ver que en España el núme-ro de obreros era reducido,
elevado el de campesinos y artesanos, y muy alto en tas ciudades el de criados.
Estas cifras nos revelan que:
a) España no se había industrializado todavía, de ahí el bajo número de obreros.
b) El artesanado conservaba su importancia ya que parte del trabajo no se reali-zaba en fábricas sino en
pequeños talleres. El campesinado reflejaba la impor-tancia del sector agrario en la economía.
• El número excesivo de criados, en Madrid uno de cada siete habitantes, de-muestra que las grandes casas
nobiliarias cifraban en e! mantenimiento de un servicio numeroso un signo de preeminencia social.
TEMAS 10 Y 11
Carlos IV, guerra de la independencia española, Fernando VII
Isabel II. Triunfo del liberalismo moderado en España
4º E.S.O. B
CIENCIAS SOCIALES
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