1 HUMANIDADES, MEDICINA Y BIOÉTICA MÉDICA. Autor: Adriano López. Profesor Emérito de la UCA. Colegiado de Honor. Magíster en Bioética. Un valor muy preciado y que caracteriza a las Humanidades es el pensamiento reflexivo y crítico que ofrece su variado contenido: la filosofía, la historia, la literatura, la lengua, la sociología, las artes…Indaga en lo más profundo del ser humano, en su pensamiento, en su conducta y en el contexto cultural, histórico y social en que se encuentra. Sin embargo el término “humanidades” por si solo ya da motivo a confusión por haber tenido varios significados, y se hace aún más impreciso al tratar de aplicarlo a la medicina (ver ADRIANO LOPEZ : “Apuesta por una práctica más humana del arte de curar”. Medicina Gaditana, diciembre 2007.- Y “Humanidades y Medicina”- Pag. web Facultad de Medicina, 2008-01-02 ). Se entiende que sea así, porque por una parte, el “humanismo médico” nunca ha tenido una personalidad propia y se ha debido mantener en paralelo y con dependencia del humanismo general. Por otra parte, los médicos hemos entendido como “saberes humanísticos” los cultivados en los ratos libres, al finalizar nuestra jornada normal de ejercicio profesional o en los fines de semana. Y así, GREGORIO MARAÑÓN, considerado por muchos como paradigma del médico humanista, piensa que en general para los profesionales y para el médico, el cultivo de las artes y de las humanidades tiene el sentido de un pasatiempo para “combatir el hastío de los quehaceres rutinarios y oficiales, los cotidianos, derivando parte de nuestras atenciones por senderos diferentes”. Y escribe: “Es innata la tendencia de los hombres inteligentes que viven sujetos al ejercicio de una profesión, a compensar la monotonía de este ejercicio con la práctica pública o el secreto cultivo de otras actividades”. MARAÑÓN tenía 2 demostrada una gran formación humanística, pero sus escritos han servido para que muchos redujeran las humanidades médicas a un puro pasatiempo culto, que permitía al profesional que escribía o que pintaba en sus ratos libres, relajarse y descansar, y además a quedar bien entre sus amigos o en los círculos culturales de su cercanía. La expresión “humanismo médico” ha tenido en el pasado y sigue teniendo hoy distintos sentidos: uno, más antiguo, el teológico; otro, más actual, el positivista. Aunque ambas versiones se solapan en el tiempo e incluso tienen una cierta vigencia actual, las consideraré por separado. 1.-Versión teológica: Pretende complementar el carácter excesivamente “corporalista” y hasta materialista de la medicina, con un importante contenido religioso. La medicina puede entender el cuerpo humano como una máquina o como un mecanismo, bastante complejo, pero explicable por causas materiales o físicas. El humanismo teológico propone, por el contrario, un ser humano en el que se aseguran el alma y el espíritu con la categoría propia de la tradición cristiana. Si sumamos a este enfoque antropológico, el ético, con los juicios sobre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, el humanismo teológico defiende la imposibilidad de fundar una ética al margen de la idea de Dios y de los credos religiosos. Considera que la razón humana no es autosuficiente para dirigir la propia vida y, en consecuencia, los deberes morales no pueden definirlos la razón humana sola sin la asistencia divina y por tanto de la teología. Para ellos, sin teología no hay humanismo. Pero sería un error considerar que esta visión teológica del humanismo ha desaparecido con el proceso de secularización progresiva acaecida en los últimos tiempos. Ha continuado bajo diferentes coberturas, variando su estrategia. Una es el “hipocratismo”, que trata de respetar y conservar los ideales hipocráticos confundidos con los propios del humanismo teológico: “la medicina es un regalo de los dioses, y el médico un 3 intermediario entre las divinidades y los hombres”. Lo hacen por desconocimiento del verdadero sentido original de los textos hipocráticos. Además, el Juramento desde siempre fue interpretado en clave teológica por la que debía regirse el médico cristiano. Pero hoy la polémica se ha desplazado al ámbito de la Bioética Médica, con los mismos argumentos: la imposibilidad de elaborar una ética médica al margen de la teología y de la religión, y por tanto la necesidad de que el médico ordene su conducta profesional, de acuerdo con los cánones de la moral cristiana. Y es que la versión teológica ni ha desaparecido ni carece de vigencia. 2.- Versión positivista: Es la versión del humanismo que goza de mayor vigencia, que surgió a partir del Renacimiento y alcanzó su madurez con el movimiento positivista de la segunda mitad del siglo XIX. Un somero recuerdo histórico nos muestra que con la aparición de la ciencia como saber cierto y universal, ya en el siglo XVII se cree que la razón es capaz de construir la realidad y consideran que los saberes cultivados por los humanistas del siglo XVI están faltos de rigor y no merecen ser llamados científicos. Por ello las humanidades aparecen ya como saberes blandos o débiles, y toma cuerpo una distinción que aún hoy es ampliamente utilizada: “ciencias duras” y “humanidades blandas” (hard sciences y soft science). Esta dialéctica establecida entre ciencias duras y humanidades blandas gana enteros con el movimiento positivista. El positivismo no consideró como saber riguroso más que el basado en “hechos”, los “hechos positivos”, y especialmente en los “hechos científicos”. Pero fue capaz de convertir el estudio de los “valores” en científicos, a través de su análisis como “hechos positivos”. Así, las humanidades médicas consistirán en la aplicación de los saberes y procedimientos “blandos” pero científicos, de la Sociología, Antropología, Psicología, Ética e Historia, al estudio de la salud y de la enfermedad. Habrá, por tanto, una Historia de la Medicina, una Sociología médica, una Antropología médica, una Bioética médica… 4 Por otra parte, la ética médica se ha identificado primero con la Religión (la moral profesional teológica, que aún tiene una evidente influencia); y después con el Derecho (la actual Deontología profesional). Hasta llegar a la Bioética Médica, que ocupará sin dudas el lugar que le corresponde, desligada de las ataduras que durante mucho tiempo le impidieron desarrollarse de manera adecuada. Con un evidente solapamiento, que aún persiste y que sin dudas, es útil. Costará su trabajo y su tiempo, pero la rueda de la historia terminará poniendo a la Bioética Médica en el sitio que le corresponde, respetuosa con todos los posicionamientos pero sin ser un apéndice de la Teología ni confundirla con el Derecho sanitario. PROPUESTA DOCENTE A CONSIDERAR: Es muy grande la contribución de la medicina científica al bienestar y la salud de las personas. Pero esta formación no cubre por completo las necesidades de los profesionales de la medicina. Porque la ciencia médica actual no es capaz de captar e interpretar en toda su profunda dimensión humana los fenómenos de la salud y la enfermedad, y de la amplísima conjunción de factores, más allá de los puramente biológicos, que las definen. Por eso es necesario dotar a los futuros médicos de una formación global, que contemple al lado de un elevado nivel de conocimiento, el aprendizaje de habilidades, actitudes y sobre todo, valores. De ello se ocupan las Humanidades Médicas, conjunto de disciplinas, que desde diferentes perspectivas, ética, jurídica, filosófica, histórica, económica, sociológica, antropológica, cultural…aportan un análisis sobre un cúmulo de conceptos y valores, acerca de la salud, la enfermedad, la atención sanitaria, y el propio concepto de la medicina y su práctica. Se ha asegurado con insistencia que la salud y la enfermedad no son meros hechos biológicos o físicos, sino bastante más, y por lo tanto el médico no será capaz de entenderlos correctamente sin 5 analizarlos desde distintas perspectivas. Porque la ciencia médica estudia fundamentalmente su contenido como “hechos” (anatómicos, fisiológicos, bioquímicos). Pero salud y enfermedad son además de hechos, sucesos humanos llenos de “valores”: éticos, estéticos, jurídicos, económicos, religiosos, culturales y sociales, que deben ser suficientemente considerados y estudiados como tales, lo que, sin dudas, será de gran utilidad para todos los profesionales sanitarios. Por eso, un estudiante de Medicina debe formarse en Historia de la Medicina, Sociología médica, Antropología de la salud, Economía sanitaria, y Medicina legal, parte de las disciplinas de las Humanidades Médicas. Pero, ¿qué Humanidades? Con una visión general, comprende las Humanidades clásicas, también llamadas “viejas humanidades”, las de la Antigüedad grecorromana y del Renacimiento, las bellas artes y las letras. Y también el estudio de las llamadas “nuevas humanidades”, la antropología, sociología, historia, psicología. Pero además de las viejas bellas artes y de las nuevas ciencias humanas, el humanismo reivindica el papel de la filosofía en la formación del ser humano. Referente a su obligada relación con la filosofía, se comprende que en primer lugar el alumno debe aprender a pensar, a razonar, a través de la lógica del razonamiento médico, por ejemplo en Patología General. Y junto a la filosofía del ser humano, de la persona, queda el apartado más importante, el de la ética: la Bioética Médica. Parece que hay acuerdo general en la necesidad de formar al personal en esta materia y asimismo que se necesita un entrenamiento y formación específicos. Hasta ahora se ha realizado mediante unas lecciones teóricas adjuntas a una asignatura principal, la Medicina Legal o la Historia de la Medicina. Organizar master y/o doctorado, ha sido un buen camino buscando una formación más específica, con evidente futuro. En todo caso, junto a la docencia y como complemento obligado, la investigación. 6 En el momento actual, conocemos ya las Directrices Generales que establecen las condiciones a las que deben adecuarse los nuevos planes de estudio conducentes a la obtención del título de médico, ya aprobadas por el Ministerio (ver página web de la Facultad de Medicina). Se señalan en sus objetivos fundamentales la adquisición de los “valores profesionales, actitudes y comportamientos éticos”, luego bien especificados como “principios éticos”. Esto supone conocer los principios básicos de la Bioética o conceptos similares: de beneficencia y no maleficencia, el principio de justicia y el respeto a la autonomía del paciente, posición defendida por nuestros Decanos. Podemos suponer que las Facultades de Medicina, al hacer el nuevo plan de estudios para el curso 2010-11, deberán introducir la Bioética Médica como una asignatura troncal, lo que de confirmarse sería, sin dudas, una buena noticia. Porque no puede seguir dependiendo la preparación en Bioética de la intuición y buen criterio de los clínicos. El necesario entrenamiento debe quedar para el Hospital Universitario: durante la licenciatura mediante las estancias clínicas tuteladas; y después, al realizar el médico residente la especialidad, a ser posible con un Moderador experto en la materia, profesor, máster o al menos especialista en Bioética Médica, preferentemente miembro de una “activa” Comisión de Ética, Asistencial o de Investigación, del mismo Hospital. Son sujetos claves en este esquema docente para MIR: a) El Jefe de Estudios y los Tutores de las distintas especialidades, responsables de incorporar en las sesiones formativas y clínicas, las implicaciones éticas surgidas en la exposición central. b) Los Directores y profesores de los Departamentos Universitarios para incluirlos al menos de forma tangencial pero activa, en sus programas teórico-prácticos, y con los Profesores Asociados, en su labor de prácticas y asistencial. Y c) En realidad deben implicarse todos los médicos hospitalarios con el ejemplo de su labor diaria, al realizar cada uno en su especialidad, la medicina humanista y humana que todos conocemos y deseamos, 7 completando los conocimientos adquiridos con las habilidades y actitudes necesarias que una correcta docencia nos demanda. Se puede llegar a conocer así, de forma directa, las distintas situaciones con implicación bioética que en el acto médico pueden acontecer: *el derecho del enfermo a ser informado, y sus familiares si el paciente lo permite de manera expresa y tácita; *la obligación de recabar su consentimiento, verbal o escrito, para exploraciones o tratamientos de una cierta entidad (“consentimiento informado”); *e igualmente esta problemática de información y consentimiento en el niño y en el llamado “menor maduro”; *comentar los problemas varios relacionados con la reproducción humana que se planteen; *el derecho a la intimidad del enfermo y la obligación del secreto médico, con sus excepciones, y el llamado “privilegio terapéutico”; *la actitud a seguir ante el enfermo terminal, la indicación de cuidados paliativos y el valor del testamento vital; *el uso racional de los medicamentos y de las exploraciones “invasivas”; *la ética de los ensayos clínicos y de la experimentación con humanos; *la búsqueda de la excelencia en la actividad médica, etc. Evidentemente en la información y formación básica del personal médico en Bioética Médica y en su futura formación permanente, las Comisiones de Ética y Deontología de los Colegios Médicos deben tener el protagonismo que les corresponde. Hemos visto que el estudio de los valores como tales, nos muestra que no pueden ser considerados a nivel de una genuina ciencia, salvo que sean analizados como hechos positivos (soft science). Que aunque el pensamiento científico pretende ser objetivo y el de las humanidades se nutre precisamente de lo subjetivo, es importante señalar que los valores no son subjetivos sino que gozan de una evidente objetividad. Y además son lo más importante que tenemos los seres humanos, aquello que da sentido a nuestras vidas, que expresa lo más profundo de nuestro ser, nuestro pensamiento y nuestra conducta. De ahí la importancia de la formación del médico en esta materia. Pero 8 además, impulsar la formación en Humanidades Médicas y Bioética Médica en nuestras Facultades y en los Hospitales Universitarios debe ser también un instrumento estratégico en la consecución de unos genuinos médicos del siglo XXI. Cádiz, 2008-04-07 Fdo.: Adriano López