TEOLOGÍA, ETICA EVANGÉLICA Y HOMOSEXUALIDAD Apuntes para una sensibilización teológica y eclesial Amílcar Ulloa1 Introducción Los movimientos de resistencia y de defensa de los derechos de las llamadas minorías sexuales, constituyen uno de los signos visibles en el mundo postmoderno de hoy que visibiliza subjetividades y rostros humanos y sociales sumergidos bajo mantos de marginación y exclusión durante mucho tiempo. Frente a estos signos de los tiempos, las iglesias y las instituciones de educación teológica no pueden permanecer indiferentes ni indolentes. Como tampoco mantener prácticas y preconceptos basados en el moralismo o en principios maniqueos, que desconocen los avances no sólo de las ciencias en general, sino también de las ciencias teológicas y de las ciencias bíblicas, en particular. A través de este texto, a propósito de la problemática ética en torno al asunto de la homosexualidad, se trata de mostrar la necesidad que existe de asumir una reflexión teológica y bíblica seria en la actualidad. Para ello, se intenta ubicar muy sucintamente esta necesidad dentro del joven caminar de la teología nacida en el ámbito latinoamericano. De otra parte, nos atrevemos a sugerir algunas pautas que puedan alentar a las iglesias evangélicas a sobreponerse a las limitantes de su legado histórico de fe; a fin de que puedan asumir con propiedad una nueva actitud frente a las personas con opciones afectivas diferentes a la heterosexualidad, que propenda por una espiritualidad más bíblica e inclusiva conforme a los horizonte abiertos por Jesús de Nazaret. Como se podrá constatar, hablo desde una postura de fe evangélica pues por opción y convicción ahí se orienta mi militancia cristiana. Y no está por demás decir también, que hablo desde una vivencia afectiva y familiar permeada por la heterosexualidad, pero respetuosa de otras opciones diferentes. Finalmente, debo aclarar que no me considero un experto en el tema. Con mucho gusto he aceptado participar en este Foro, pues siento una gran preocupación pastoral frente al tratamiento que se le da a este asunto en las iglesias. Así que sólo se trata de algunos tanteos en esta búsqueda por una ética nueva que propicie una relacionalidad oxigenada por los avances del conocimiento y un acercamiento abierto a la palabra de Dios. AUSENCIA DE UNA TEOLOGÍA DE LA HOMOSEXUALIDAD En el campo de la evolución de las ideas y de las metodologías teológicas, la Teología Latinoamericana de la Liberación (TLL), tuvo la virtud hacia fines de la década de los sesenta y comienzos de los setenta del siglo recientemente terminado, de romper epistemológicamente 1 Ha sido pastor de la Iglesia Evangélica Interamericana de Colombia. Trabaja en el campo de la educación teológica como coordinador de PROMESA; adicionalmente colabora con la secretaría ejecutiva de la Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latinoamericana y Caribeña (CETELA). Forma parte de la comisión pastoral de la Iglesia Interamericana de Laureles. 2 con el eurocentrismo y el etnocentrismo propio de la teología noratlántica. El lugar del sujeto teológico blanco y socioeconómicamente acomodado fue desplazado como centro de la reflexión cristiana. En su lugar se colocó el pobre, como nuevo paradigma de interpretación de la revelación de Dios en medio de la historia. Este paradigma cuestionaba en su raíz la supuesta neutralidad sociopolítica de la teología moderna, que finalmente terminaba legitimando el status quo. Expresiones como teología desde el reverso de la historia (Gutiérrez), teología desde el lugar del pobre (Boff) y opción preferencial por los pobres (CELAM, Medellín 1968), daban cuenta del desplazamiento que se produjo en el quehacer teológico en aquella época. No se puede perder de vista que este desplazamiento teológico se producía dentro del contexto del mundo bipolar (capitalismo-socialismo), permeado bajo las tensiones propias de la Guerra Fría. Por tanto, fue un logro que no estuvo desprovisto de conflictos y que marcó profundamente los lineamientos de este rostro teológico. Esta dimensión de la conflictividad se vivió dentro de la sociedad y quizás con mayor vehemencia dentro de las iglesias. Por cuanto esta teología cuestionó con rigor profético y contestatario, las profundas desigualdades económicas y sociales imperantes en América Latina y el Caribe. Sostenidas en no pocos casos con regímenes dictatoriales y en otros con democracias restringidas, favorecedoras del saqueo transnacional y de los intereses de una minoría corrupta. En este contexto los teólogos latinoamericanos hablaron de salvación en términos de liberación de toda situación de injusticia; se priorizaron los alcances estructurales de esta redención, dejando un poco de lado el ámbito personal-individual de la misma; aunque no faltaron voces que insistieran en ella, sobre todo en el mundo evangélico. Un nuevo paradigma teológico El rostro teológico del pobre en esta época era monolítico y reducido. Se trataba del pobre socioeconómico. No se tenía conciencia de las expresiones étnico-culturales, eclesiales, de género, religiosas, y otras, de la pobreza. El teólogo español Juan José Tamayo, describe así este cambio cualitativo: En el siglo XXI la teología en América Latina está tomando un nuevo rumbo, y en varias direcciones. Va abriéndose a nuevos horizontes, a partir de los nuevos rostros, sujetos emergentes, nuevos niveles de conciencia y nuevos desafíos que la propia realidad plantea: la naturaleza, la tierra, las mujeres, los afro-latinoamericanos, los indígenas, el campesinado, los excluidos -cada vez más numerosos- por el neoliberalismo, etc. Ello comporta cambios profundos en el paradigma que empezó a desarrollarse hace cuatro décadas.2 Algunos de estos rostros ya tienen un caminar significativo y representan mundos constituidos y en proceso de afirmación de su identidad teológica. Así quedó constatado en la Sexta Jornada Teológica efectuada en Cumbayá, Ecuador, en julio de 2000, convocada por el capítulo latinoamericano de la Asociación de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo 2 TAMAYO ACOSTA, Juan José y Juan Bosch (editores). Panorama de la teología latinoamericana: cuando vida y obra son inseparables. Estella: Verbo Divino, 2001, p. 29, 30. 3 (ASETT-AL) y la Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latinoamericana y Caribeña (CETELA).3 De estos nuevos mundos teológicos, el caminar de la Teología Feminista es el que tiene una cosecha más significativa. Las mujeres han logrado pasar de la crítica al patriarcalismo y al androcentrismo, propios no sólo de la teología sistemática clásica sino también de la TLL, a la recreación de la teología desde la perspectiva de género. Con la ayuda de esta teoría, las mujeres ya no ven el ser femenino como una esencia sino como una construcción sociocultural. Ellas han avanzado hasta el punto de desafiarnos a los hombres a asumir con propiedad la reflexión teológica desde la perspectiva de la masculinidad. Pues consideran que una transformación más profunda sólo puede darse en términos de complementariedad. Consideran que la vocación para la humanización de lo inédito viable, hablando en términos de Freire, sólo es posible con el concurso de una nueva masculinidad. Pero esta nueva relacionalidad quedaría incompleta si no se incluye a las llamadas minorías sexuales y a la homosexualidad en particular. Hicimos este brevísimo recuento del caminar de la TLL y de su enriquecimiento desde la pluralidad de teologías y subjetividades específicas, para llamar la atención acerca del vacío que ha tenido la teología latinoamericana en este campo. Hasta ahora, quien mejor ha logrado puntualizar esta ausencia es Iván Pérez Hernández, joven teólogo cubano, quien afirma: El tema de la orientación sexual no se encontraba entre los que habían ganado poca atención, sino entre los que no había ganado ninguna, a los efectos de las teologías, en otros sentidos sin dudas liberadoras, nacidas a finales de los sesenta. La casi ausencia paralela de movimientos sociales y eclesiales afines, que resaltasen su importancia, contribuyó a que la conciencia acerca del mismo demorase mucho en aparecer en el horizonte de aquellas teologías.4 En este trabajo, Iván Pérez, hace un mapeo del estado de la cuestión en la TLL. Asimismo, logra hacer una articulación entre la necesidad de esta reflexión teológica y la emergencia de nuevas teologías en el subcontinente. Acerca de esta necesidad ya se ha venido advirtiendo reiterativamente en varios encuentros teológicos, hace unos cinco años atrás. Pareciera que no hubiese quiénes pudieran asumir esta tarea. Afortunadamente este panorama está cambiando y hoy se están suscitando reflexiones teológicas y pastorales desde diferentes lugares de la región.5 3 Véase: ULLOA, Amílcar (editor). Abya-Yala y sus rostros: formación teológica y transversalidad. Bogotá: Kimpres, 2001, 213 pp. En Cumbayá, se habló de Teología Feminista y de Género, de Teología Indígena, de Teología Afroamericana, de Teología Campesina y de Teología Pentecostal. 4 PÉREZ HERNÁNDEZ, Iván. Teologías de la liberación y minorías sexuales en América Latina y el Caribe. Consideraciones preliminares. (Trabajo inédito), marzo de 2001, p. 6. Se consigue en www.est.com.br/cetela/id48.htm 5 Algunas producciones nuevas en este campo, son: 4 PRAGMATISMO Y MORALISMO EVANGELICO6 Quisiera ahora hacer algunas consideraciones acerca de las actitudes que constituyen lo que podemos llamar el ethos de las iglesias evangélicas, con relación al tema que nos ocupa. La herencia evangélica En términos generales, la actitud de las iglesias evangélicas frente a las orientaciones afectivas y sexuales diferentes a la heterosexualidad, oscila entre la condenación y el llamamiento al cambio7. El psicólogo Jorge A. León, reconocido en el medio evangélico, dice que, Entre los evangélicos latinoamericanos se notan cuatro tendencias en relación con la homosexualidad, de acuerdo con una encuesta hecha por el que escribe: 1. Algunos pastores aplican la excomunión para castigar al pecador y asegurar que se marche de la iglesia para evitar que otros sean “contagiados”. 2. Otros se muestran confundidos y no se atreven a encarar el asunto... 3. Otros utilizan todos los recursos de la fe para tratar de liberar al homosexual de su perversión: oración, consejos, exorcismo, etc. 4. Otros ofrecen asesoramiento complementado con el tratamiento realizado por terapeutas profesionales.8 Puede ser que exista un poco de tolerancia y comprensión de parte de las iglesias herederas directas de la Reforma Protestante del siglo XVI, debido al influjo del racionalismo europeo y del liberalismo norteamericano; pero finalmente, frente a una toma de posición, el grueso de la membresía de estas iglesias no vacilaría en cerrar filas contra la aceptación de una persona homosexual. Este perfil es válido para las iglesias latinoamericanas y caribeñas; no para las de Norteamérica y Europa, donde hay experiencias diferentes. Las iglesias evangélicas basan su posición en la Biblia. Se asume sin mediación crítica alguna la reprobación que se hace en los pocos textos de las Sagradas Escrituras que hacen alusión MUSSKOPF, André Sidnei. Uma brecha no armario. Propostas para uma teologia gay. Sao Leopoldo: Sinodal, 2002. Se trata de la investigación realizada para optar la maestría en teología con la Escola Superior de Teologia del Brasil. También hay quehacer alusión a la investigación doctoral realizada por el padre Carlos Ignacio Suárez, bajo el tema El camino espiritual de la persona homosexual: líneas de acompañamiento pastoral, que hace aportes valiosos en el campo pastoral. Actualmente se está trabajando en la edición del libro “Etica, violencia e sexualidade: un ensaio contra a exclusao moral”, organizado por José Trasferetti. En este texto se incluyen artículos en portugués y en castellano de Musskopf, Suárez y Trasferetti. Saldrá próximamente. 6 Usamos el término evangélico para referirnos a las iglesias que surgieron en América Latina y el Caribe como producto del trabajo de misioneros norteamericanos (en su mayoría) y británicos. Se trata de un rostro bastante heterogéneo y plural. Para una información más precisa, cf. MIGUEZ BONINO, José. Rostros del protestantismo latinoamericano. Buenos Aires: Nueva Creación, 1995, pp. 35, 150. También puede consultarse al respecto la nota de Juan Bosch, en: TAMAYO ACOSTA, Ibid., pp. 60, 61. 7 Una muestra de esta posición puede verse en: CARVALHO, Elsy. Familia en crisis. Enfrentando los problemas del hogar cristiano. Costa Rica: IINDEF, 1999, pp. 15-27. 8 LEON, Jorge A. “Homosexualidad”. En: Diccionario de historia de la Iglesia. Miami: Caribe, 1998, p. 528. 5 explícita al asunto. Esta actitud no es casual. Obedece a la tradición teológica y eclesial recibida por la inmensa mayoría de las iglesias evangélicas, no directamente del protestantismo clásico europeo, sino influenciado por la travesía que hizo éste por los Estados Unidos de América. Allí el protestantismo vivió a lo largo de los siglos XVII y XVIII un largo proceso de diversificaciones y matizaciones. Por causa del roce del mensaje llevado por los colonizadores ingleses con el mundo cultural, económico y político forjado por el espíritu capitalista norteamericano. Los movimientos de avivamiento (revival), el de santidad y las luchas entre el evangelio social y el fundamentalismo, fueron algunas de las fuerzas que van a caracterizar el rostro del cristianismo evangélico. Este tipo de protestantismo será el que nos va a llegar a América Latina por la vía de las misiones desde finales del siglo XIX y comienzos del XX. El historiador Jean-Pierre Bastian, caracteriza así este tipo de cristianismo: Uno de los aspectos esenciales del protestantismo estadounidense, unificado ideológicamente y moldeado por los movimientos puritanos de “avivamiento” del siglo XIX, era su carácter pragmático y ético. La misión de las sociedades protestantes estadounidenses no consistía en inculcar en las masas dogmas ni ritos, sino, antes bien, un estilo de vida ético, cuyos signos “cristianos” tangibles eran la abstención de ingerir bebidas alcohólicas y de fumar, el respeto del descanso dominical, la prohibición de los juegos de azar, la defensa de la monogamia, la preocupación por la educación y la prohibición de toda actividad licenciosa...9 Muy afín es la caracterización que hace de todo este movimiento, el teólogo metodista argentino José Míguez Bonino, cuando afirma: En las dos últimas décadas del siglo [XIX] se produce en el protestantismo evangélico (evangelical) norteamericano un movimiento llamado “de santidad”, que extrema la nota subjetivista, el énfasis en la perfección moral y la búsqueda de una experiencia extraordinaria del Espíritu Santo que produce esa “santidad”[...] En principio no son significativamente diferentes en su piedad y teología de las iglesias “históricas” [...], excepto tal vez por la mayor intensidad de su fervor. Pero manifiestan dos nuevos elementos que a medida que se desarrollan en sus iglesias de origen, van impregnando la vida de estas iglesias. Uno es el “fundamentalismo teológico”, -una lectura de las Escrituras supuestamente “literal”, una concepción “milenarista” de la historia y una total intransigencia en cuanto a la interpretación de la fe. El otro es el rechazo de la cultura “liberal” y un radical dualismo iglesia/mundo, cuerpo/alma, conducta privada/conducta pública, fe/política, que niega la importancia de toda acción humana para transformar la sociedad- lo que no inhibe la acción “caritativa” o de servicio, como ayuda a personas pero no como proyecto histórico.10 9 BASTIAN, Jean-Pierre. Historia del protestantismo en América Latina. México: Cupsa, 1990, pp. 126, 127. MIGUEZ BONINO, José. “Las iglesias protestantes y evangélicas en América Latina y el Caribe: un ensayo interpretativo.” En: Sidney, Rooy. Orígenes del protestantismo en América Latina. San José: Seminario Bíblico Latinoamericano, s.f., p. 31, 32. 10 6 Estas características se reflejan en la Constitución y Reglamento Interno de mi Iglesia (Evangélica Interamericana de Colombia), cuando establece un Pacto solemne para quienes habiendo realizado una decisión de fe, desean hacerse miembros de la iglesia. El documento data de 1957. Entre otras promesas, señala la siguiente: PROMETEMOS no contraer deudas sin posibilidad de liquidarlas a tiempo, evitar todo chisme, difamación solapada, y hablar mal unos de otros, o la conversación frívola sin provecho, abstenernos de la venta y uso de licores embriagantes, tabaco y otras drogas dañosas, en todas formas; evitar los lugares de recreo mundanal, tales como bailes, el teatro, el cine, las casas de juego, y evitar asociación íntima o ser miembros de sociedades o clubes secretos y juramentar para mantener tales secretos.11 Sin desconocer las bondades que esta percepción ética ha tenido especialmente en el plano individual, era de esperarse que no podría servir de base para que estas comunidades cristianas pudiesen abordar con una conciencia moral más amplia y estructural otras situaciones complejas de la sociedad, como es el caso de la homosexualidad. La consecuencia ha sido que tenemos una mentalidad evangélica reducida al moralismo maniqueo, que no trasciende el campo de la micro-ética y que hace una lectura literalista y a la vez espiritualista de la Biblia. PAUTAS PARA UNA NUEVA ETICA Si queremos tener un nuevo ethos evangélico para afrontar con seriedad esta situación, a mi modo de ver, deberemos tener presente al menos estas indicaciones. 1. Reconocimiento y tratamiento pastoral Por ahí debemos empezar. No se puede seguir tapando el sol con una mano y creyendo que esta situación no afecta nuestras comunidades. Esta doble moral no le hace sino daño a las iglesias, sobre todo a los homosexuales. Como bien han insistido los grupos que trabajan con estas personas, es necesario “sacar el problema del closet”. Las iglesias también deben hacerlo. Las iglesias, los y las agentes de pastoral no pueden seguir viviendo de espaldas al sufrimiento que padecen las personas homosexuales, debido al marginamiento, al señalamiento y a la indiferencia que las hace víctimas con un margen muy grande de vulnerabilidad personal y social. El sufrimiento de esto hermanos y hermanas “clama al cielo”, es un kairós12 que nos interpela hoy fuertemente a fin de que vivamos una espiritualidad nueva; marcada por el sentido de projimidad que nos señala el samaritano de la parábola (Lc 10. 25-37). Según la cual, tenemos que acercarnos con compasión a los heridos que se encuentran tirados en el camino, no sólo para vendarles las heridas y cuidar de ellos hasta que se recuperen, sino para tener derecho a la vida eterna. 11 ASODIEICO. Constitución y Reglamento Interno de la Asociación de Iglesias Evangélicas Interamericanas de Colombia. Medellín: Librería Interamericana, 1961, P 28, p. 6. 12 Al respecto, el sacerdote brasileño José Trasferetti, dice: “A grande novidade histórica, o novo sinal dos tempos em sua ambigüidade é que a dominancia heterossexual encontra nos homossexuais interlocutores críticos que obrigam a retomar seriamente o problema ético, resolvido até o presente pela condenacao e marginalizacao social.” En: LEERS, Bernardino y TRASFERETTI, José. Homossexuais e ética Cristá. Campinas: Atomo, 2002, p. 95. 7 Para poder acercarnos en esta dimensión de projimidad es necesario liberarnos de prejuicios y de preconceptos, que hacen que juzguemos y excluyamos a los demás a partir de legalismos religiosos (Mt 7. 1-6). El proyecto salvador de Dios es hacer un solo pueblo, eliminando todas las enemistades y las barreras que levantamos los humanos (Ef 2. 11-22). 2. Tomar en cuenta los aportes de las ciencias Estamos de acuerdo con Forcano, teólogo católico español, cuando afirma que “El tema de la homosexualidad sólo recientemente ha sido objeto de investigación científica.”13 Gracias a los estudios biológicos, sociológicos y psicológicos recientes, hoy ya no es posible seguir considerando la homosexualidad como una enfermedad o una aberración moral. Es más, la generología (estudio del género) nos ha enseñado que el género de los seres vivos está constituido por múltiples factores determinantes. Según Javier Ortiz Gutiérrez, la ley del continuo del género, establece que “El género de lo seres humanos está constituido por un continuo de posibilidades infinitas, dentro de las cuales el hombre y la mujer son los extremos.”14 Según el mismo Ortiz, algunas de las implicaciones de esta ley, son: 1) Toda la investigación científica realizada hasta la fecha debe ser revisada en los campos de la preferencia sexual, el homosexualismo y las semejanzas entre los sexos, debe ser revisada a la luz del continuo de género. 2) La división de los seres humanos en dos géneros distintos y permanentes, hombre o mujer, es una división cultural arbitraria e insostenible desde el punto de vista científico. 3) No existe ningún criterio científico que permita considerar los estadios intermedios del continuo de género como patologías, anormalidades o “errores de la naturaleza”. 4) El carácter obligatorio de la división de los seres humanos en hombres o mujeres y la discriminación de los estados intermedios entre ellos, atentan contra los derechos humanos fundamentales.15 A la luz de esto, Forcano, plantea algunas preguntas que debemos tener en cuenta. Dice: Si la ciencia puede hoy concluir que la homosexualidad no es una enfermedad ni puede ser tenida como una desviación de la naturaleza y, por otra parte, resulta al parecer intransformable, saltan inmediatamente una serie de interrogantes: ¿Se puede seguir defendiendo la antinaturalidad y su pecaminosidad objetiva? ¿No equivale casi a lo mismo sostener que es un mal menor tolerable? ¿Resulta correcto y positivo considerar la relación homosexual como una ocasión próxima de pecado, con obligación de evitarla? ¿Y es válida la solución de imponer al homosexual la obligación de superar y cambiar su inclinación o de mantenerse en la continencia? ¿Por qué considerar 13 FORCANO, Benjamín. Nueva ética sexual. Madrid: Trotta, 1996, p. 350. ORTIZ GUTIERREZ, Javier. “El arco iris del género”. En: Seminario en teología, género e identidad. Antología de lecturas. San José: UBL, 1998, p. 30. 15 Ibid., p. 30,31. 14 8 moralmente justificada una relación homosexual a nivel espiritual e interpersonal y condenarla si alcanza manifestaciones erótico-sexuales?16 El quehacer teológico y pastoral de las iglesias hoy no puede desconocer los avances científicos alrededor del tema, si es que quiere afrontar con realismo este problema. 3. Seriedad exegética y hermenéutica El otro componente importante para darle un nuevo tratamiento al asunto, tiene que ver con las herramientas que utilizamos para hacer exégesis y hermenéutica en el estudio de la Biblia. Es inaceptable que hoy se sigan interpretando los textos bíblicos, en particular aquellos en los que se alude al asunto de la homosexualidad, sin incorporar los aportes de las ciencias bíblicas. El uso de los avances de diferentes disciplinas como la gramática, la lingüística, la semiótica, la sociología , la arqueología y la historia, entre otras, en el estudio de las Sagradas Escrituras, ha contribuido enormemente a la comprensión de las mismas en medio del entorno sociocultural en que surgieron. De otra parte, la hermenéutica latinoamericana y caribeña, con su caminar de cerca de treinta años, ha hecho aportes significativos en aras de la re-lectura de los textos bíblicos a partir de la situación de empobrecimiento y exclusión de las grandes mayorías de la población. Y más recientemente, ha estado interpretando las Escrituras desde rostros marginados específicos, como es el caso de las mujeres, la niñez, los afrodescendientes, el campesinado, la naturaleza, e incluso por extraño que nos pueda parecer, desde la homosexualidad.17 Tal trabajo hermenéutico y exegético no es sólo válido sino necesario. Desde el punto de vista del Evangelio de Jesucristo, es evidente que el Reino de Dios pertenece en primer lugar a las personas más empobrecidas y marginadas de la sociedad, como era el caso de los enfermos (Mc 3. 1-5), las prostitutas (Jn 8.1-11), las mujeres extranjeras (Mc 7. 24-30) y los niños (Mc 10.13-16). Además, Jesús de Nazaret puso por encima de las barreras legalistas levantadas por su tradición religiosa, la vida de los seres humanos, cuando afirmó que “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Mc 2. 27). También cuando afirmó que “Nada de lo que entra de afuera puede hacer impuro al hombre, sino lo que sale del corazón del hombre es lo que lo hace impuro” (Mc 7. 14). El Apóstol Pablo, un gigante en la vida de la iglesia cristiana y un referente de autoridad indiscutible para la misma, hizo aportes valiosos en el campo de la ética. Pablo no perdió de vista que la libertad, es decir la salvación ofrecida por medio de Cristo, es el valor más importante de la fe cristiana. Dice: “Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud” (Gl 5. 1). El afirmó con vehemencia que la salvación es un regalo producto de la gracia de Dios y no de ley humana alguna (Ro 3. 24). También entendió que la virtud indispensable para el ejercicio de la libertad cristiana es la práctica del amor. Así lo expresa cuando señala que todos los mandamientos quedan comprendidos en estas palabras: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Ro 13. 9). En este sentido, Pablo entronca perfectamente con la 16 Ibid., p. 352. Puede consultarse el libro El Evangelio subversivo: liberación para todos los oprimidos del Dr. Tomás Hanks. Mayor información en la página www.swiftsite.com/otrasovejas 17 9 propuesta ética de Jesucristo, según la cual “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo” es el primero y más grande de los mandamientos” (Lc 10. 27). Incluso, Pablo va más allá cuando afirma que “no hay nada impuro en sí mismo” (Ro 14) y que es “Dichoso quien usa de su libertad sin cargos de conciencia” (Ro 14. 22). En suma, la libertad de conciencia ejercida como acto de fe, por medio del amor es la única ley que rige la vida del pueblo cristiano. Estos criterios éticos esenciales son la regla de oro para el discernimiento moral en la vida cristiana. Cualquier problemática moral que tenga que ver con la cosas no esenciales de la vida (según Pablo; véase Ro 14), debe ser juzgada a la luz de estos criterios. Lo cual no quiere decir que se pueda vivir de cualquier manera, en libertinaje; como afirma Trasferetti: “A normatividade persiste, mas é colocada em dependencia, relativizada, frente á fonte original, a vivencia da fé e do amor, iluminados pelo Espíritu Santo.”18 A manera de conclusión Esta reflexión sólo ha intentado servir de abrebocas para motivar una actitud más seria y contextual que trate de ser consecuente con los principios del Evangelio, de parte de quienes trabajamos con instituciones de educación teológica y quienes acompañamos de una u otra manera a la gente de nuestras iglesias. La última parte, sobre todo, ha estado orientada a las iglesias evangélicas. Hemos afirmado con vehemencia que la ética de las instituciones teológicas y de las iglesias, tiene que rebasar los prejuicios y el moralismo imperante dentro de ellas y en la sociedad en general. Para que puedan cumplir con la misión que Dios les ha encomendado de ser luz y sal (Mt 5. 13-16) en medio de este mundo excluyente y discriminatorio. Esta actitud es especialmente urgente y necesaria con las personas que tienen una opción afectiva y sexual distinta a la heterosexual. La iglesia debe ser un espacio de encuentro en el que haya lugar para todos y todas. Nadie que confiese a Jesucristo como Señor y Salvador y sea animado en su caminar por la práctica del amor, puede ser excluido de la comunión cristiana. Hacerlo es negar la razón de ser de la misma. Termino citando estas palabras de Ortiz Gutiérrez, que alimentan el sueño de un mundo nuevo: Algún día viviremos en un mundo más justo y acorde a la naturaleza, en donde no sólo se aceptará sino que además se alentará el arco iris del género. Mientras tanto, recordemos sus colores y pongamos nuestra barba en remojo cuando nos descubramos juzgando y castigando a las personas diferentes. Porque ellas tienen derecho a ser “si mismas” y también fueron hechas a imagen y semejanza de Dios, quien según la misma Biblia, hombre y mujer los hizo.19 Medellín, noviembre de 2002 18 19 Trasferetti, op. cit., p. 118. ORTIZ GUTIÉRREZ, ibid., p. 34. 10 BIBLIOGRAFÍA ASODIEICO. Constitución y Reglamento Interno de la Asociación de Iglesias Evangélicas Interamericanas de Colombia. Medellín: Librería Interamericana, 1961. BASTIÁN, Jean-Pierre. Historia del protestantismo en América Latina. México: Cupsa. 1990. CARVALHO, Elsy. Familia en crisis. Enfrentando los problemas del hogar cristiano. Costa Rica: IINDEF, 1999. FORCANO, Benjamín. Nueva ética sexual. Madrid: Trotta, 1996. LEERS, Bernardino y TRASFERETTI, José Antonio. Homossexuais y ética cristá. Campinas: Atomo, 2002. NELSON, Wilton M. (Editor). Diccionario de la historia de la Iglesia. Miami: Caribe, 1998. MIGUEZ BONINO, José. “Las iglesias protestantes y evangélicas en América latina y el Caribe: un ensayo interpretativo.” En: Sidney, Rooy. Orígenes del protestantismo en América latina. San José: Seminario Bíblico Latinoamericano, s. F., pp. 28-38. ------------------------------. Rostros del protestantismo latinoamericano. Buenos Aires: Nueva Creación, 19995. ORTIZ GUTIÉRREZ, Javier. “El arco iris del género.” En: Seminario en teología, género e identidad. San José: UBL, pp. 25-34. SOCIEDADES BÍBLICAS UNIDAS. Dios Habla Hoy. Biblia de estudio. Brasil, 3º edición, 2002. ULLOA, Amílcar (editor). Abya-Yala y sus rostros: formación teológica y transversalidad. Sexta Jornada Teológica de CETELA y ASETT-AL. Bogotá: Kimpres, 2001. www.swiftsite.com/otrasovejas www.est.com.br/cetela/id48.htm Tomado de http://www.dimensioneducativa.org.co/aa/img_upload/e9c8f3ef742c89f634e8bbc63b2dac77/ Teolog_a___tica_evang_lica_y_homosexualidad.doc (27 de enero de 2006)