Jose maria alvarez Teologia Espiritual Trabajo

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Teología Espiritual
2do. Semestre 2006
Hermana Anneliese Meis
Itinerario del alma a Dios
San Buenaventura
Alumno: José María Álvarez
1
CAPITULO VII
EXCESO MENTAL Y MÍSTICO, EN EL QUE SE DA DESCANSO
AL ENTENDIMIENTO, TRASPASÁNDOSE EL AFECTO
TOTALMENTE A DIOS, A CAUSA DEL EXCESO.
2.- Quien a este propiciatorio mira, convirtiendo a él por entero el
rostro, y lo mira suspendido en la cruz con sentimientos de fe,
esperanza, caridad, devoción, admiración, alegría, honra, alabanza y
júbilo, ése celebra con él la pascua, es decir, el tránsito, de suerte que,
en virtud de la vara de la cruz, pasa a través del mar Rojo, entrando de
Egipto en el desierto, donde le sea dado gustar el maná escondido, y
reposar con Cristo en el túmulo cual si estuviera muerto al exterior,
pero experimentando sin embargo, en cuanto es posible en el estado
viador, lo que en la cruz se dijo al ladrón adherido a Cristo: Hoy
estarás conmigo en el paraíso.
¿A QUIEN DEBEMOS MIRAR?
Debemos mirar a Cristo nuestro propiciatorio.
De las muchas maneras en que el autor se refiere a la Segunda Persona de
la Trinidad, destaca su referencia a Cristo como nuestro propiciatorio,
aquel que por amor se entregó como víctima propiciatoria por nuestros
pecados.
“Donde sobre el arca están los querubines de la gloria protegiendo el
propiciatorio, por los cuales entendemos dos modos o grados de
contemplar las perfecciones divinas invisibles y eternas”
“Y en verdad, esto mismo vienen a significar los querubines, que el uno al
otro se miraban. Ni carece de misterio que ambos se miraran, y se miraran,
vueltos sus rostros al propiciatorio”
“Mira al propiciatorio y asómbrate de que en Cristo venga a componerse
la unión personal, tanto con la trinidad de substancias como con la dualidad
de naturalezas”
“Cristo es el camino y la puerta, la escala y el vehículo como propiciatorio
colocado sobre el arca y sacramento escondido en Dios desde tantos siglos”
2
Sin duda que San Buenaventura hace suyas las expresiones bíblicas de
Pablo y Juan referidas a Cristo como instrumento de propiciación:
Rom 3, 24-25
Y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención
realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de
propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia,
habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente.
1 Jn 2, 1-2
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca,
tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los
nuestros, sino también por los del mundo entero.
¿CÓMO DEBEMOS MIRARLO?
Con un corazón puro, una conciencia recta y una fe sincera, para lo que
requerimos un alma reformada por las virtudes principales, fe, esperanza y
caridad.
“Para este grado de especulación sirve especial y preferentemente la
consideración de la Sagrada Escritura, divinamente inspirada, así como
para el grado anterior sirve la filosofía. Y es que la Sagrada Escritura versa
principalmente acerca de las obras de la reparación. De ahí es que trata,
ante todo, de la fe, de la esperanza y de la caridad virtudes que tienen
que reformar al alma”.
El autor añade también para esta contemplación la devoción, la admiración,
la alegría, la alabanza y el júbilo.
Es la plena felicidad ante la buena noticia que nos trae Jesús, la nueva
alianza inscrita en el corazón.
San Buenaventura no olvida el día a día, nuestra vida diaria, el testimonio
que tenemos que dar, las virtudes que debemos practicar, para con nuestra
manera de vivir realmente poder considerarnos dignos discípulos de Cristo.
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¿PARA QUE DEBEMOS MIRARLO?
Para celebrar con Cristo la Pascua
La Pascua es una celebración cuyo origen encontramos en la Biblia. Es el
centro de la revelación, el corazón de la piedad judía. Conmemora la
historia de la libertad de los hebreos subyugados en Egipto hace más de tres
mil años.
Se remonta a los tiempos de Moisés cuando Dios liberó a los Israelitas de
la esclavitud y salvó a sus primogénitos cuando todos los primogénitos de
Egipto murieron.
Lv 23,5
El día catorce del mes primero, al atardecer, es pascua del Señor.
Buenaventura no nos menciona dolor o sufrimiento, nos habla de la
“celebración” con Cristo de la Pascua, del Cristo sufriente y triunfante que
ha vencido definitivamente a la muerte y al pecado, que nos ha abierto las
puertas del reino.
La Eucaristía, a la cual estamos invitados a participar cada día, prolonga la
estela siempre viva y actual de esta liberación.
Así puede esperarse que nos ayude a descubrir mejor la urgencia de
librarnos de nuestro yugo interno, de librar a los demás de cualquier yugo
que les vamos imponiendo y de luchar para ayudar a cada persona a
librarse de los yugos que nos oprimen.
¿QUÉ PODEMOS PEDIRLE?
Gustar el maná escondido
El autor se remonta al alimento que Dios le dio a su pueblo de Israel para
alimentarlo en el desierto.
Ex 16, 14-15
Cuando se evaporó la capa de rocío, he aquí que sobre la superficie del
desierto había una sustancia menuda, escamosa y fina como la escarcha
sobre la tierra.
Al verla, los hijos de Israel se preguntaron unos a otros: ¿Qué es esto? Pues
no sabían lo que era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que el Señor os da
para comer.
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Nm 11, 7-9
El maná era como la semilla de cilantro, y su color como el de la resina. El
pueblo salía a recogerlo, y lo molían en molinos o lo machacaban en el
mortero. Después lo cocían en una olla y hacían bollos que sabían a pasta
amasada con aceite. Cuando el rocío caía sobre el campo por lo noche, caía
sobre él el maná.
Pero ciertamente el verdadero maná escondido, es el pan bajado del cielo,
que tan bellamente nos muestra el evangelista.
Jn 6, 30-35
Dijéronle entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te
creamos? ¿Qué obras?, nuestros padres comieron el maná en el desierto,
como está escrito: Pan del cielo les dio á comer. Y Jesús les dijo: De cierto,
de cierto os digo: No os dio Moisés pan del cielo; mas mi Padre os da el
verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es aquel que descendió del
cielo y da vida al mundo. Y dijéronle: Señor, danos siempre este pan. Y
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá
hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Jn 6, 48-58
Yo soy el pan de vida, vuestros padres comieron el maná en el desierto, y
son muertos. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él
comiere, no muera. Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si
alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi
carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos
contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos su carne á comer?
Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del
Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el
día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el
Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan
que descendió del cielo: no como vuestros padres comieron el maná, y son
muertos: el que come de este pan, vivirá eternamente.
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Que nos lleve al paraíso
Buenaventura parte recordándonos el paraíso perdido:
“Porque el hombre, según la primera institución de la naturaleza, fue
creado hábil para la quietud de la contemplación; y por eso lo puso Dios en
el paraíso de las delicias. Pero, apartándose de la verdadera luz al bien
conmutable, encorvose él mismo por la propia culpa, y todo el género
humano por el pecado original”
En el texto en que nos recuerda la promesa de Cristo al malhechor no
adhiere a ninguna de las dos puntuaciones posibles de obtener del griego
antiguo, que no tenía puntuación.
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”
Lc 23, 42-43
Y añadió: Jesús acuérdate de mí cuando vengas como rey.
Jesús le dijo: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
"de cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso"
"de cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso"
Cualquiera sea el sentido puro y estricto de la promesa, y sus consecuencias
de tipo escatológico, Buenaventura nos remite a la dimensión última de
nuestra fe, estamos llamados al reino de Dios, a la trascendencia, a la vida
eterna, a la contemplación de Dios, a estar con Cristo en la paraíso.
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