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El Ajuste a la griega
E
l no tan lejano 26 de enero de 2015, Alexis Tsipras, principal figura política
de Syriza, se transformó en Primer Ministro de Grecia. Fue empujado a ese
cargo con un mandato político claro: devolver la dignidad política a su país,
sumido en una de las peores crisis de su historia.
Su primer paquete de medidas enviadas al Parlamento de su país iba en ese
sentido: por ejemplo, paralización de las privatizaciones exigidas por la “troika”
europea (Banco Central y Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) y
beneficios sociales en materia de jubilación y salud.
En el mismo sentido, impulsó la realización de un referéndum que con un rotundo
60% dijo “no” al plan de ajuste que la troika exigía a su país como requisito de una
nueva inyección de fondos que lo mantuviera dentro del Euro, con un sistema
financiero solvente y sin deuda pública en cesación de pagos.
Sin embargo, Tsipras terminó subordinándose a los dictados de los poderosos
de Europa, aún a costa de contradecir la voluntad popular y permitir un
desmembramiento “por izquierda” de su partido. El parlamento griego votó
el “ajuste” a la baja del gasto público, unido a un proceso de desguace de
empresas del Estado, con los votos de los partidos que perdieron las elecciones
y el referéndum y la oposición de ex partidarios de Tsipras.
A cambio de asientos contables por 86 mil millones de euros en los próximos
tres años, Tsipras aceptó un aumento del IVA, un recorte de las jubilaciones,
una reforma laboral y del Código Civil y un proceso de privatizaciones por el que
espera obtener 50 mil millones de euros. Apenas un cuarto de de esa cifra sería
utilizada para inversiones directas en el país. El resto será para recapitalizar a
los bancos y pagar vencimientos de deuda a sus acreedores europeos y al FMI,
con lo cual no es de esperar nada nuevo bajo el sol del Mar Egeo, sino una nueva
sucesión de “ajustes”, en detrimento de la mayor parte de la población y el
futuro de este pequeño país de la periferia europeam
Especial Ajuste a la griega
1
Entre el ejemplo
sudamericano y el dominio
alemán
El gobierno griego se encontraba entre la disyuntiva de aceptar el ajuste impuesto por la
Troika europea o elegir un camino heterodoxo siguiendo el mandato de su pueblo. Eligió
acatar las imposiciones de los poderosos de Europa. Aquí se reproducen cuatro opiniones al
respecto
En resguardo de la banca privada
Arnaldo Bocco
Una parte común de la crisis de la Argentina de 2001 con la
Grecia actual es que los recursos del “rescate” griego nunca
entraron al país; por el contrario, fueron “salvatajes” a la
banca privada, para que los balances de los bancos no dieran
en rojo. El dinero de cada “rescate” no entraba a la economía,
sino que iba directamente a las entidades financieras1.
Segunda Época / Especial Ajuste a la griega
Agosto 2015 / ISNN nº 1668-3579
en La Batalla Cultural
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2Especial Ajuste a la griega
La deuda como instrumento de dominación
Axel Kicillof
Lo que ocurre hoy en Grecia permite ver cómo llevan a los
países a endeudarse cada vez más, con un objetivo que no es
cobrar. El modo de dominación a través de la deuda, para que
un país que en apariencia es democrático adopte determinada
política económica que lo inserte de determinada manera
en el concierto económico internacional, lo vimos en forma
transparente durante las visitas del emisario de FMI Anoop
Singh. Bajaba del avión, exigía que se lo trajera en helicóptero
a la Casa Rosada y venía con una lista de medidas económicas
que tenía que tomar el Gobierno. Esto hacía absolutamente
abstracta y un poco trágica la cuestión de la democracia2.
Las cárceles jurídicas
Ignacio Ramonet
El primer ministro griego Alexis tuvo que acatar en público, cabizbajo, el dictado de la canciller de Alemania, Angela
Merkel, renunciando así a su programa de liberación por el cual fue elegido, y el cual precisamente acababa de ser
ratificado por su pueblo mediante referéndum. La gran lección de ese escarnio es que se ha perdido definitivamente
el control ciudadano con respecto a una serie de decisiones que determinan la vida de la gente en el marco de la
Unión Europea (UE) y, sobre todo, en el seno de la zona euro, hasta tal punto que podemos preguntarnos: ¿de qué
sirven las elecciones si los nuevos gobernantes se ven obligados a hacer lo mismo que los precedentes en los temas
esenciales, es decir, en las políticas económicas y sociales?
Bajo este nuevo despotismo europeo, la democracia se define, en menor medida, por el voto o por la posibilidad
de escoger y, en mayor medida, por el imperativo de respetar reglas y tratados (Maastricht, Lisboa, Pacto Fiscal)
adoptados hace tiempo y que resultan verdaderas cárceles jurídicas sin posibilidad de evasión para los pueblos3.
La hegemonía alemana
José Pablo Feimmann
Luego de la reunificación, Alemania consolida cada vez
más su poder económico, su hegemonía sobre Europa.
Hoy, la Führer Merkel supera el poderío del Führer Hitler.
Pero Merkel es más astuta que el desbocado Führer de
1933. No tiene nada contra los judíos. Al contrario, son
sus aliados. No tiene nada contra los norteamericanos.
Hoy los “malvados” de la película ya no son los nazis,
son los fundamentalistas del Islam y los inmigrantes
indeseados. Los deudores también, claro. Aún no se han
hecho films sobre deudores malvados, aún no hemos
visto a los gloriosos marines entrar en la casa de los
deudores, con sus cascos luminosos, sus metralletas
imponentes y sus fusiles Barrett M82 fabricados por
la Barrett Firearmas Company. Aun no. Pero acaso
no falte mucho. Por ahora, como Merkel en Grecia,
entran, no como guerreros sino como mercaderes,
siguiendo el viejo consejo que George Canning diera
sobre Suramérica. Y aquí radica la gran diferencia entre
la astuta Merkel y el desbocado Hitler. La Canciller del
Cuarto Reich, la Canciller de Acero, entra y conquista
por medio del dinero, no de las SS, ni de los oficiales que
salían de las clases de Heidegger, ni de la aviación de
Goering, ni de ese pueblo (“los verdugos voluntarios”)
que entregaba su vida o tomaba la de sus enemigos por
la gloria de su Führer y los mil años del Tercer Reich. Las
finanzas, en el capitalismo, hacen las mejores guerras4.
1)http://www.telam.com.ar/
notas/201507/112435-arnaldo-bocco-salvatajeargentina-2001-grecia-crisis-banca-privada.html
2)http://wwwpagina12.com.ar/diario/
economia/2-276910-2015-07-12.html
3)http://www.rebelion.org/noticia.
php?id=201799&titular=el-%3Ci%3Ediktado%3C/
i%3E-de-alemania-
Phillipe Legrain*
Y
El “Plan b” que no fue
anis Varoufakis tiene estos
dias pocos amigos en los
círculos oficiales. Al ex
ministro de finanzas de Grecia hace
mucho que le aborrecen sus antiguas
contrapartes de la eurozona, a
quienes puso en evidencia de
manera
contraproducente
su
mediocridad. Desde su cese por su
primer ministro, Alexis Tsipras ha
criticado la capitulación de Grecia
a las exigencias de Alemania, y
sus compañeros de Syriza están
perdiendo también la paciencia
con él. Se esta convirtiendo en el
chivo expiatorio perfecto por haber
ideado un audaz plan de escape
en caso de que los acreedores de
Grecia cerrasen su sistema bancario
y cortaran sus lazos económicos
internacionales, como hicieron
finalmente.
Si bien el plan para crear un sistema
de pagos paralelos a partir del
censo fiscal del país era ciertamente
poco ortodoxo, era, por otra
parte, totalmente comprensible.
Hasta las recientes revelaciones,
Varoufakis estaba siendo criticado
por enfrentarse a los acreedores de
Grecia en la eurozona sin tener un plan
B en caso de que las negociaciones
fracasaran. Muchos expertos y
analistas, entre los que me incluyo,
aconsejamos que el gobierno griego
necesitaba prepararse para poner en
circulación una moneda paralela que
proporcionase liquidez a la economía
en caso de que las autoridades de
la eurozona cerrasen los grifos. De
esa manera podría amenazar de
manera creíble con dejar de pagar
la deuda y a la vez permanecer en la
zona del euro. Y convencer así a sus
acreedores, al menos eso esperaba,
que ofreciesen el alivio de la deuda
que necesita desesperadamente la
economía griega para recuperarse.
Especial Ajuste a la griega
5
Pero ahora resulta que Varoufakis
tenía un plan B, y está siendo
atacado por eso también. Algunos
critican la supuesta imprudencia
y la duplicidad de prepararse para
introducir una moneda paralela que
podría haberse convertido en un
nuevo dracma, dado el compromiso
oficial del gobierno de permanecer
en el euro. Pero eso es hipócrita.
Los gobiernos deben y, de hecho se
preparan, para hacer frente a todo
tipo de circunstancias. El Banco de
Inglaterra hace bien en prepararse
frente a la posibilidad de un “Brexit”,
que puede que ocurra aunque no
sea la política del gobierno. Es de
esperar que Whitehall tenga planes
para hacer frente a un invierno
nuclear o una epidemia catastrófica.
Varoufakis tenía razón al prepararse
para una situación que no era solo
posible, sino probable.
Otros objetan que el plan no hubiera
funcionado. Pero ¿por qué no? En
principio, la idea de establecer un
sistema de pagos paralelo a partir
de los números de identificación
fiscal de la gente es ingeniosa.
Dado que el valor de la moneda
paralela derivaría del hecho de que
el gobierno griego la aceptaría para
el pago de impuestos atrasados,
actuales y futuros, tiene mucho
sentido. Teniendo en cuenta que
se necesita tiempo para imprimir y
distribuir los nuevos billetes, parece
sensato comenzar con un sistema
sistema puramente electrónico.
Tal vez la mayor objeción es que
“hackear” el sistema fiscal es ilegal.
No soy un experto en legislación
griega y dudo que los comentaristas
extranjeros lo sean. Pero si Tsipras
hubiera decidido seguir adelante
con el plan después del Oxi (no)
de los griegos en el referéndum,
sin duda podría haber obtenido
la aprobación del Parlamento, o
invocando un caso de fuerza mayor.
Despues de todo, es dificil imaginar
emergencias nacionales mayores
que los acreedores amenacen con
hacer saltar por los aires el sistema
bancario y, con él, los ahorros de la
gente y el capital circulante de las
pequeñas empresas.
Lo que los críticos realmente
objetan es la preparación secreta del
plan. Pero tiempos desesperados
requieren medidas desesperadas.
Hace un siglo, el Imperio británico
administraba las aduanas de China
y cobraba impuestos que ayudaban
a pagar los intereses de la deuda
externa del país. Este régimen cuasi
colonial de explotación solo llego
a su fin después de la revolución
China en 1949, y es una fuente de
resentimiento incluso hoy en día.
Grecia esta en una situación similar.
Según Varoufakis, la secretaria
general de ingresos públicos en
el Ministerio de Hacienda esta
“controlada total y directamente
por la Troika” – las instituciones
que representan a los acreedores
de Grecia. Al igual que en el caso de
China, la justificación oficial es que
los extranjeros pueden asegurar
de forma eficiente el cobro de
impuestos. Mas importante aun,
le otorga a los gobiernos de la
eurozona control sobre importantes
aspectos del sistema impositivo
griego – y, por tanto, sobre su
destino económico.
En
tales
circunstancias,
es
comprensible
que
Varoufakis,
evidentemente con la aprobación
de Tsipras, mantuviese su plan en
secreto y recurriese a cualquier atajo
cuando fuese necesario. “Hackear”
el sistema tributario, aunque es
muy de lamentar, es en este caso
algo proporcionado y justificado.
Varoufakis estaba lejos de tramar
una revoluciónm
Phillipe Legrain, periodista y
economista, fue asesor del presidente
de la Comisión europea hasta 2014.
La crisis europea, Grecia y la
Argentina
L
Uno de los países europeos más
afectados por la crisis mundial
ha sido Grecia. A pesar de
ser un país pequeño y formar
parte de lo que podríamos
considerar como la periferia
de la Unión Europea (UE),
esto es, un país que no tiene
los mismos indicadores de
desarrollo y de bienestar como
los países centrales o maduros
(Alemania, Francia, Inglaterra),
su situación y las posibles
salidas de la crisis han tenido
una amplia repercusión en el
ámbito internacional.
a economía griega representa
tan sólo el 3.3% de la economía
de la Unión Europea medido en
términos porcentuales en relación al
PBI. Su población económicamente
activa constituye solamente el 2.7%
de los 225 millones de personas
que suma esta categoría para el
conjunto de los países de la UE.
Podrían seguir dándose cifras que
demostrarían que en realidad la
economía griega es una economía
pequeña en relación al potencial
conjunto de la totalidad de los países
que constituyen la UE.
Surge entonces la pregunta acerca
de por qué la crisis de una economía
pequeña tiene tanta trascendencia
no sólo para el continente europeo,
sino también para la economía
global.
Cabe destacar que otros países,
como Portugal, España, Italia e
Irlanda, para considerar aquellos
que están dentro de la órbita
del Euro como moneda común,
sufren síntomas similares a los de
la economía griega, básicamente
un
alto
endeudamiento,
interno y externo, déficit fiscal
y desocupación. Pero también
Inglaterra, un país que mantuvo su
propia moneda, atraviesa por una
situación crítica similar y pareciera
no despertar tantos comentarios
mediáticos.
Grecia adoptó el euro el 1º de
enero de 2001. Tuvo un boom de
consumo, derivado de la estabilidad
de precios y de un fácil acceso al
crédito a bajas tasas de interés.
Solamente en sus apariencias
pueden aparecer los consumidores
griegos como los beneficiarios de
este proceso. Porque un análisis
más acabado llevaría a la conclusión
que en realidad han sido los
bancos, de origen alemán y francés
principalmente, y las empresas
multinacionales que abastecieron
ese boom, los mayormente
beneficiados por ese proceso.
La expansión del consumo basada
en el endeudamiento público y
privado pronto empezó a hacer
mella en dos sectores básicos de la
economía griega. Por un lado, en
el sector externo. Efectivamente,
entre los años 1996 y 2007 Grecia
estuvo entre los 10 países del
mundo con mayor déficit en su
balance de pagos. Esta situación
se fue agravando en el curso de
los años, llegando en el 2009 a
sumar 21.000 millones de dólares
de exportación y 64.000 millones
de importaciones, arrojando un
déficit comercial de 43.000 millones
de dólares. Por otro lado, el déficit
del sector público alcanzó en el año
2009 al 13,6% del PBI. Cabe recordar
que el Tratado de Maastricht, que
estableció la unión económica y la
creación del euro, puso un límite al
déficit fiscal de los países miembros
del 3% de su PBI. Esas situaciones
críticas desembocaron primero
en un encarecimiento del crédito
para cubrir el déficit y luego en
prácticamente la pérdida del acceso
al financiamiento.
7
Especial Ajuste a la griega
Ahora bien, ¿que otras consecuencias
trajo para la economía griega la
adopción del euro y la eliminación
de su propia moneda? Y aquí pueden
establecerse ciertas vinculaciones
con la situación que padeció la
Argentina a fines de la década del
’90 y principios del siglo XXI. La
adopción de una moneda en común
no sólo significa ceder soberanía en
términos de no poseer una moneda
propia sino también que se resignan
posibilidades en la aplicación de
políticas monetarias y cambiarias.
La política monetaria quedó en
última instancia en poder del Banco
Central Europeo, pero desde una
concepción absolutamente influida
por el pensamiento neoliberal se le
prohibió a éste el financiamiento del
déficit de los países miembros. Es
decir, no sólo existe para los países
integrantes de la UE una fuerte
restricción monetaria y cambiaria,
sino que la aplicación de la lógica
neoliberal determina también una
gran limitación a la política fiscal,
constreñida
al
financiamiento
privado y a posibles modificaciones
del régimen tributario.
La asimilación con la situación de la
Argentina a fines de la Convertibilidad
se hace evidente. La adopción de un
esquema de tipo de cambio fijo (la
paridad 1 a 1, peso / dólar) significó
inicialmente para la economía
argentina un destacable proceso
de contención de la inflación. Sin
embargo, la convertibilidad terminó
siendo un formidable mecanismo
para la valorización financiera del
capital. La certidumbre cambiaria
a mediano plazo estimuló la
entrada especulativa de capitales,
aprovechando el diferencial de tasas
de interés, esto es, que altas tasas
locales frente a una cotización fija
de dólar, se traducían en pingües
ganancias financieras en dólares.
Este esquema de valorización
financiera se combinó luego
con la persistencia del déficit
fiscal, agudizado luego de la
privatización del sistema jubilatorio
y la imposibilidad de cerrar el
agujero fiscal que esto ocasionaba,
8Especial Ajuste a la griega
y también con el retraso de la
cotización cambiaria que el lento
pero continuo crecimiento de los
precios internos iba generando. La
combinación de déficit comercial
externo y déficit fiscal creciente
estimuló el endeudamiento, que
posteriormente se combinaría
con la fuga de capitales cuando la
percepción de la imposibilidad del
sostenimiento del tipo de cambio
fijo se hizo evidente.
Los intentos por sostener la
convertibilidad se parecen mucho
a los planes de ajuste que se
están tratando de implementar
actualmente en los países europeos
más comprometidos en la situación
de crisis: rebajas de salarios de los
empleados estatales, recortes en las
jubilaciones, ajustes presupuestarios
que llegan a afectar áreas muy
sensibles como la educación,
etcétera.
Cabe recordar que con la asunción
de Domingo Cavallo como Ministro
de Economía en el mes de marzo
de 2001 se profundizó la política del
ajuste. La insistencia en mantener
el esquema de convertibilidad
hacía imposible una devaluación
de la moneda nacional como
forma de ganar en productividad
a nivel internacional, esto es,
hacer más baratos los bienes de
exportación nacionales y facilitar
así su colocación en el mercado
mundial, intentando cerrar la brecha
en el déficit comercial externo. De
esta manera, el ajuste económico
sólo podía descargarse sobre otras
variables, en especial sobre los
costos salariales.
Finalmente, la convertibilidad estalló
a fines del año 2001, con elevados
costos socio económicos y políticos,
pero se abrió la posibilidad de aplicar
otro tipo de programa económico.
Lo que algunos autores plantean
es que la crisis europea no tiene
un claro camino de salida a la
luz de las políticas que se están
aplicando. Por el contrario, las
medidas implementadas son de
similar naturalezas a aquellas que
se estiman como responsables de
la crisis. Es por ello que también
estas visiones ponen en duda
la continuidad del euro como
moneda común y hasta la propia
integración. Un razonamiento en
tal sentido sería: “Si el costo de
permanecer en la eurozona es
mayor a los beneficios, ¿por qué
pertenecer?“1 El economista griego
Costas Lapavitsas lo reafirma: “Si
ellos (los griegos) aceptan un salario
de 300 euros por mes, pensiones
de 150 euros, un desempleo del 20
por ciento, falta de trabajo para los
jóvenes, es decir, convertirse en
una esquina insignificante, chica,
lateral y paralizada, ser un rincón de
Europa para vacacionar, entonces
se pueden quedar en la Unión. Sino
aceptan eso, si quieren un mejor
futuro, deben irse del euro.”2
Cualquier predicción acerca de
la integridad futura de la Unión
Europea y de la zona del euro es
prematura, dado aún el desarrollo
pleno de la crisis. Ese futuro
dependerá de la evolución no sólo
del desarrollo particular en el plano
económico de la crisis sino de las
decisiones políticas que se tomen,
por un lado, por parte de los países
centrales de la Unión Europea que
son los que en última instancia
tienen una mayor influencia sobre
el conjunto de los países y sobre
las instituciones que rigen la
integración y, por otro lado, de la
marcha del proceso político en cada
uno de los países más afectados y
de las convicciones de sus dirigentes
en torno a balancear los costos y
beneficios de la permanencia en la
Unión Europea y en la zona del euro y
los que implicarían un alejamientom
1
“El Euro no es viable”. Entrevista a Noemí Brenta, en Comunidad
y Desarrollo N° 15, Buenos Aires,
mayo 2012.
2
Suplemento Cash de Página
12, 19 de abril de 2012.
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