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Salvar las conquistas
L
a segunda vuelta electoral del domingo 22 es decisiva para todos los
argentinos. Hemos vivido doce años marcados por un crecimiento
económico sin precedentes en una primera etapa. Combinado con políticas
públicas como las retenciones a las exportaciones del complejo sojero, la mejora
de la actividad económica tendía a incluir a la mayor parte de la población en
una redistribución de los frutos de la economía, mientras el gobierno aseguraba
el dictado de justicia respecto de los crímenes de lesa humanidad y decisiones
soberanas en materia de deuda pública e integración con otros países.
La etapa posterior a la crisis mundial desatada en Estados Unidos en los años
2007-2008, coincidió con un principio de resistencia de sectores económicos, los
cuales en combinación con los medios concentrados intentaron de mil maneras
provocar un cambio de gobierno “por la razón o por la fuerza”, aunque sin
tanques en la calle. En esta etapa se dio además una política más decisiva de
inclusión social y de fortalecimiento del mercado interno, junto con medidas
tendientes a la redistribución de bienes no materiales, desde la ley servicios de
comunicación audiovisual hasta futbol para todos, pasando por el matrimonio
igualitario o la ley de identidad de género.
En estos doce años logramos la recuperación del sistema previsional, de
Aerolíneas Argentinas, YPF, del sistema ferroviario. Conseguimos una reducción
significativa de la deuda pública; una baja de la desocupación, del trabajo en
negro, de la pobreza e indigencia; de las necesidades básicas insatisfechas en
materia de vivienda, agua potable, cloacas, accesos a los barrios populares. Se
mejoraron los ingresos de la población más necesitada con la asignación por
hijo y embarazo, los planes de empleo y de capacitación.
No podemos echar todo esto por la borda, “perdonando” a los genocidas o sus
socios civiles; pagando a los “fondos buitres” lo que el juez Griesa dictamine;
tolerando un derrumbe de los ingresos populares como resultado de una mega
devaluación inducida por el levantamiento de restricciones a la compra de
divisas. No podemos volver a pedir plata al FMI, porque ese dinero vendría junto
a una serie de condicionalidades. No podemos permitir la desnacionalización
de las empresas públicas. No podemos, en definitiva, quedarnos de brazos
cruzados esperando un “cambio” de rumbo político que nos vuelva a conducir a
la subordinación de nuestro país a una potencia hegemónica, con los consabidos
resultados de una “asociación” de ese tipo.
En el balotaje sólo hay dos opciones. No importa si votamos o no a Daniel Scioli
en primera vuelta. Si tenemos ideas progresistas, populares o de izquierda,
tenemos que acompañarlo para evitar un regreso a las políticas antinacionales
de los 90. Se trata de una decisión fundamental para sostener todas estas
conquistas y mantener abierta la posibilidad de ampliarlas, con diálogo o con
lucha polìtica. Votar a Mauricio Macri sería una vuelta al pasado reciente, a la
primacía de una minoría privilegiada frente a los derechos y necesidades de la
enorme mayoría de los argentinosm
Salvar las conquistas
1
¿Que hará la Izquierda y el
Progresismo el 22 de noviembre?
Eduardo Sigal*
E
l último resultado electoral
sacudió el escenario político y
puso a la luz un país diferente.
Se votó y no hubo problema de
ningún tipo, la ciudadanía se expresó
libremente como pocas veces. El
sistema democrático y republicano,
más allá de los agoreros del fraude,
salió fortalecido.
Ahora vamos a segunda vuelta el
22 de noviembre y elegir u optar
entre dos candidatos que expresan
propuestas, estilos y modelos de país
diferentes. Frente a esta realidad no
creo posible la indiferencia, menos
para el electorado de izquierda o
progresista, en general preocupado
por los destinos del país e informado
más allá de los medios hegemónicos
de comunicación.
Segunda Época / Especial Salvar las conquistas
Noviembre 2015 / ISNN nº 1668-3579
en La Batalla Cultural
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2 Salvar las conquistas
posibilidad de organizarse, reclamar
y ser escuchados es más probable
con gobiernos populares que
aristocráticos.
Ser progresistas es ayudar a que las
reformas en el sistema democrático
permitan a nuestro pueblo vivir
mejor. Me cuesta pensar que alguien
que haya votado por esa alternativa
piense que Macri está más cerca de
su ideario que Scioli.
Los amigos del FIT, que en mi opinión
hicieron una excelente elección, se
van inclinando por el voto en blanco,
o sea un voto testimonial que no se
cuenta a la hora de favorecer una
alternativa y por lo tanto ayuda al
que salga primero. En el supuesto
de que gane Macri, los dirigentes de
ese espacio estarían ayudando a una
clase social y a una propuesta política
claramente antagónica al ideario que
pregonan. Ustedes saben muy bien
que más de tres por ciento de los
votos pueden hacer que gane uno u
otro candidato. Una pregunta valida
seria: ¿A quién favorecerá mejor la
lucha de clases y cuánto tienen que
sufrir los trabajadores para tomar
conciencia y cambiar las cosas?
Estoy convencido de que es un error
pensar que cuanto peor mejor. El rol
de la política popular, proletaria o
burguesa, es ganar la conciencia del
pueblo y transformarla, en un caso
en protagonismo popular y en el otro
en un mero acompañamiento pasivo
de la hegemonía del empresariado.
En democracia, las luchas pueden
terminar en conquistas que mejoren
las condiciones de vida del pueblo,
y estos años así lo demostraron.
Recordemos por ejemplo que la
asignación universal por hijo vino
precedida por millones de firmas,
en petitorios, movilizaciones a lo
largo y ancho del país y un debate
popular fenomenal. Hoy millones de
chicos pueden ir a la escuela y tienen
acceso a mejor alimentación gracias
a ella. Los jubilados, se podrá decir
que no están como quisiéramos,
pero: cuánto han cambiado desde
las marchas semanales al congreso
por un haber de 450 pesos. Esa
lucha logró que terminemos con las
AFJP y que recuperemos el sistema
jubilatorio estatal, que los haberes
se ajusten cada 6 meses y que
seamos un país con 97 por ciento de
jubilados entre los que estén en edad
de hacerlo. Son solo dos de muchos
ejemplos que podríamos tomar.
Quiero decir que el protagonismo
popular puede verse fortalecido si
tiene gobiernos que escuchen los
reclamos y que no solo respondan
con palos, como el de Macri en el
hospital Borda.
¿Se imaginan los amigos progresistas
que hubiera hecho Macri en la IV
Cubre de las Américas de Mar del
Plata, cuando se dijo no al Alca? Lo
más probable es que hubiese estado
del lado del presidente Busch. Como
verán, no todo es igual.
La conciencia tiene mejores
condiciones de desarrollarse si
uno no está solo preocupado por
conseguir trabajo y ver qué llevar
a la mesa todos los días. Tener
Me atrevo a decir estas cosas porque
soy un militante que provengo de
la izquierda tradicional y siempre
busque la unidad y el reencuentro
entre lo nacional, popular, de
izquierda y latinoamericanista.
Siempre me obsesionó superar la
antinomia peronismo e izquierda que
nos divorcio prácticamente la mayor
parte del siglo XX y estoy convencido
que ese fue el sentido más profundo
del camino emprendido por Néstor
Kirchner en 2003.
A la hora de ver donde estarán los
sectores populares, donde estarán
la mayoría de los sectores que
empujan un cambio en sentido
progresivo, no cabe duda de que
estarán votando por Scioli y Zannini.
No solo esperando que se respeten
sus derechos y se avance en nuevas
conquistas,
sino
preparados
para desplegar la organización
y el protagonismo que permita
defender y profundizar este proceso
democrático y popularm
* http://www.pagina12.com.ar/
diario/elpais/1-284916-2015-10-29.
html
Demócratas de ocasión
Mario Wainfeld*
H
ay “nuevos demócratas” que
se extasían con el resultado
del domingo, creen que los
votantes se emanciparon o se
esclarecieron porque una segunda
minoría potente piensa como
ellos. Están mal informados o son
hipócritas o creen que la democracia
equivale a sus opciones. Lo cierto
es que esa misma población a la
que recién endiosan y vituperaban
ayer supo bien lo que hacía cuando
legitimó al kirchnerismo en ejercicio
y reeligió a su presidenta en 2007 y
2011.
La decisión ciudadana debe ser
respetada y enaltecida siempre,
agrade o no. El voto universal y
obligatorio es una conquista y una
premisa del sistema democrático.
(…)
Con los guarismos a la vista es
forzoso repasar el cuadro político.
El Frente para la Victoria (FpV) sigue
4 Salvar las conquistas
siendo la primera minoría, pero con
la menor diferencia y el menor total
conseguidos en presidenciales desde
2007 y 2011. La oposición capitalizó
los aprendizajes de antaño: se
configuró de otro modo y alumbró
una alternativa competitiva para la
segunda vuelta. El PRO superó el
estadio de ser un partido distrital,
impedido de trascender la Avenida
General Paz. Superó largamente
las marcas de los adversarios de la
presidenta Cristina Kirchner ocho y
cuatro años atrás. Gestionará desde
el 10 de diciembre las dos provincias
más gravitantes, lo que también da
un peso nuevo a sus derrotas por
poco en Santa Fe y Entre Ríos. Como
puro ejercicio de imaginación: si el
jefe de Gobierno, Mauricio Macri,
fuera batido el 22 de noviembre y
se retirara de la política, su fuerza
conservaría dos gobernantes con
proyección nacional hacia 2019:
Horacio Rodríguez Larreta y María
Eugenia
Vidal,
gobernadores
electos.
El FpV mantiene un caudal notable
tras doce años de rodaje. Gobierna
la mayoría de las provincias
argentinas, tiene quórum propio en
el Senado Nacional y el bloque más
nutrido en Diputados. Y, ya se dijo,
salió puntero en las presidenciales.
Los cambios del electorado entre las
PASO y los comicios del domingo le
quitaron, empero, el favoritismo que
venía trayendo. Sería hasta impropio
hablar de pole position cuando la
distancia se achicó, es corta y mermó
el porcentaje de adhesionesm
* http://www.pagina12.
com.ar/diario/
elpais/1-284850-2015-10-28.html
La única verdad
Eduardo Anguita*
Q
uedó claro que la química
entre Cristina y Scioli fue
muy escasa. En el cierre de
campaña, Scioli dijo que si ganaba
el piso para la cuarta categoría de
Ganancias pasaría de 15 mil a 30
mil pesos y que les sacaría el IVA
a los jubilados. Una medida que
bien podría haber implementado
el
gobierno
nacional
unas
semanas antes para acompañar
al candidato. También dijo que le
sacaría presión de retenciones al
sector agropecuario, pero no hubo
ninguna medida en esa dirección de
parte del Gobierno. Lejos de eso, el
kirchnerismo cerró en el Luna Park
el miércoles pasado, con Axel Kicillof
como figura porque encabeza la
lista de diputados nacionales del
FPV. Se suponía que era el cierre
del distrito Capital, pero la realidad
era que el cristinismo y La Cámpora
querían diferenciarse del acto de
cierre de Scioli, que tuvo lugar en
el mismo lugar al día siguiente. Los
resultados del domingo muestran
que Kicillof sacó un par de puntos
menos que Scioli. Es decir, que hubo
corte de boleta. Como ministro de
Economía no tomó ninguna medida
que favoreciera a su candidato a
presidente. Una decisión, desde ya,
que lo excedía y surgía del riñón de
Cristina cuya estrategia parece no
haber sido de jugarse por Scioli pese
a que este basó casi toda su campaña
en mostrarse como su continuador.
Las fisuras internas del FPV pesaron
poco en un electorado que se guía
por sus propias necesidades y no por
la dinámica propia de los políticos.
Pero para poder hacer una elección
digna en el balotaje, el FPV necesita
estar unidom
* http://www.miradasalsur.com.
ar/2015/10/26/revista/panoramasemanal-la-unica-verdad/
Salvar las conquistas
5
La “madurez” de los ex “clientes”
Hernán Dearriba*
E
se
grado
de
madurez
cívica se da de bruces con
los
cuestionamientos
al
clientelismo y la baja ponderación
sobre la capacidad de decisión que
tienen algunos sectores políticos de
las capas populares en la Argentina.
No deja de sorprender que quienes
más agitaron los fantasmas del
fraude y de las maniobras electorales
para "comprar" voluntades de los
más humildes, en esta oportunidad
no hayan hecho ninguna referencia
al asunto. Ese panorama parece
confirmar el hecho de que el
fraude sólo se da cuando pierde la
oposición.
(…)
¿El natural desgaste que genera la
persistencia de una fuerza política
en el poder se impondrá a la hora de
decidir el voto por sobre las dudas
que provocan en amplios sectores
del electorado la figura de Macri?
¿Scioli sabrá corregir la campaña
para poder pescar afuera de la
pecera? ¿La resolución de la elección
en la provincia de Buenos Aires
plantea otro escenario de cara al 22
de noviembre?
Cristina Fernández tendrá que
repensar la estrategia que derivó en
el ajustado triunfo del domingo en
la elección nacional y la estruendosa
derrota en la provincia de Buenos
Aires. Scioli mismo tendrá que
ajustar discurso y campaña sin
traicionar los postulados centrales
de su propuestam
La lista de preguntas podría seguir,
pero lo que está más claro que nunca
es que el voto del 22 de noviembre
se definirá entre kirchnerismo
y antikirchnerismo, si se quiere
personalizar el asunto; o entre dos
propuestas de país para ponerlo en
términos más programáticos.
Desde el oficialismo sería un error
enojarse con el voto popular. Antes
bien, la conducción del espacio
político que lidera la presidenta
*http://www.infonews.com/
nota/258908/se-quemaron-lospapeles
¿Dos modelos de país opuestos?
Federico Bernal*
N
o se puede ganar sólo con spots de candidatos hablando lindo. Hay que meter las caras de los
potenciales funcionarios de Macri y, debajo de cada uno, la estafa de la que fueron parte cuando les
tocó ser administración. Tampoco se puede ganar hablando de la crisis de 2001 sin recordarle al pueblo
argentino (¡y con imágenes!) la catástrofe social y económica de fines de aquel año, la represión, las muertes,
la desesperación y el Corralito. Y mucho menos se puede ganar afirmando que el proyecto político que
representa Mauricio Macri es un modelo de "país". El proyecto conservador reduce la Nación Argentina a una
semicolonia, semicolonia excluyente del 99% de la población y tres cuartas partes de las provincias. Esta es la
diferencia principal y no puede ser soslayada.
Pilares de la semicolonia
No hay dos modelos de "país" en
pugna. No lo hay ahora ni lo hubo en
estos doscientos cinco años desde la
Revolución de Mayo. Tal disyuntiva
es falsa y forma parte del relato
neoliberal, histórico y presente.
Desde los contrarrevolucionarios
de 1810 y Bernardino Rivadavia, el
proyecto político conservador se
propuso erigir una semicolonia en
el Río de la Plata, esto es, cambiar
la tutela de la monarquía española
por la británica, convirtiendo las
6 Salvar las conquistas
Provincias Unidas en patio trasero
de los talleres europeos, a la vez
que al país profundo y autóctono
en patio trasero de los intereses
mercantilistas porteños primero,
porteños y bonaerenses (ganaderos)
después. Existió pues y en este
sentido una auténtica geopolítica
para el diseño y la consolidación
de esa semicolonia, semicolonia
que no puede ser considerada
un "país"; mucho menos una
"Nación". "Civilización y barbarie"
fue su bandería cultural y militar;
librecambismo y endeudamiento las
dos caras de su política económica;
el "granero del mundo" su inserción
en la división internacional del
trabajo; el unitarismo y centralismo
porteños, la ideología que definió
su administración y burocracia
(mientras más chico y menos
poblado el país mejor); y las zonceras
"el mal que aqueja a la Argentina es
la extensión" y "achicar el Estado
es agrandar la Nación" la filosofía
rectora de su funcionamiento
interno, planificación territorial e
infraestructura requerida.
La "nación" de los 842.000
kilómetros cuadrados
Constituye un grave error político,
histórico y cultural afirmar pues que
el proyecto político conservador
aspira a forjar y consolidar una
Nación, cuando desde 1810 no ha
hecho otra cosa que segregado a
las grandes mayorías y segregado el
territorio original de las Provincias
Unidas primero y su territorio
actual después, por ejemplo al
decretar la inviabilidad de cerca
de la mitad de las 23 provincias.
Es que en el "país" semicolonial
sobra más del 77% de la superficie
total de la República Argentina.
Digresión de una matemática
emancipadora: según el Instituto
Geográfico Nacional, la superficie
total del país asciende a 3.761.274
km², de los cuales 2.791.810 km² son
continentales americanos y 969.464
km²
continentales
antárticos
(incluyendo las islas Orcadas del
Sur) y a las islas australes (Georgias
del Sur y Sandwich del Sur). Si de
la superficie total nos quedamos
con el "país" históricamente
pretendido por el conservadurismo
doméstico, estamos en presencia
de aproximadamente 842.000 km²
(las superficies sumadas de Buenos
Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa
y, desde Vaca Muerta, Neuquén). Es
decir, la superficie de la semicolonia
prescindiría de 2.919.000 km² o
el 77,6% del actual territorio de la
República Argentina.
Elecciones y votantes en la cuestión
nacional
Al presentar su plan de gobierno
en 1946, el General Perón advirtió
en su discurso al Parlamento: "En
el estudio de nuestro plan hemos
llegado a la conclusión que de los casi
3 millones de kilómetros cuadrados
de nuestro territorio continental,
explotamos tan sólo 1 millón y que
de este último apenas obtenemos un
rendimiento de un 25 a 30%. El Plan
de Gobierno quiere llegar a que esos
3 millones de kilómetros produzcan
el 50% de su riqueza para repartirla
proporcional y equitativamente
entre todos los argentinos". Era el
resultado del proyecto semicolonial,
profundizado desde 1862, el que
Perón denunciaba en el lanzamiento
del Primer Plan Quinquenal. En
2003 Néstor Kirchner heredó aún
peor semicolonia, revertida por
supuesto desde entonces, pero que
en el fondo aún subyace. Y donde
mejor se expresa es en el resultado
de las elecciones -en general de
todos los procesos electorales
desde la Ley Sáenz Peña-. Allí es
donde se evidencia la coexistencia
de
dos
proyectos
políticos
antagónicos en nuestro país, pero
no por los guarismos sino por su
expresión territorial. ¿No es mucha
coincidencia que el conservadurismo
obtenga su mayor caudal de votos
justamente en la Cuidad-Puerto, en
el Litoral y en las provincias histórica
y tradicionalmente agropecuarias?
El pueblo argentino vive, razona y
elige a sus representantes desde
esta lógica de cuestión nacional
irresuelta, tal vez agudizada como
nunca desde 1810 por la ostensible
recuperación de una ArgentinaNacional según se verifica en estos
últimos doce años.
Geopolítica conservadora y granero
del mundo
El conflicto se debate en realidad
entre dos proyectos políticos
antagónicos
e
incompatibles:
semicolonia por un lado, con las
mayorías progresivamente infelices
y ultrajadas, bajo una bandera que
con suerte y viento huracanado de
cola logra cobijar a un puñado de
millones, circunscripta a su vez a
una extensión territorial enana y
que es esencialmente el histórico
anhelo mitrista de "país"; y EstadoNación por el otro, con un pabellón
que busca resguardarnos a todos
y todas sin excepciones, dispuesto
siempre a generar constante
bienestar y realización colectivas,
fiel en su geografía a la concepción
de Patria de nuestros grandes
libertadores y libertadoras. En
palabras de la Presidenta: "... un
modelo de matriz diversificada
basado, fundamentalmente, en el
valor agregado que permite que
la gran parte de los argentinos
tengan trabajos y salarios que
les permitan ingresar a una vida
digna", en los antípodas de un
"modelo diferente que exige que
los argentinos consuman menos:
que consuman menos carne,
que consuman menos leche, que
consuman menos pan, para de esta
manera tener excedentes, como lo
que fue el modelo agroexportador
de principios de siglo. Una Argentina
agroexportadora donde queden
mayores excedentes para exportar"
(discurso con motivo de firmarse el
Fondo Federal Solidario de la soja).
Por ende, desmantelar la zoncera
que atribuye al conservadurismo
una representación "nacional" es
estratégico, pues explica desde
la batalla cultural y la cuestión
nacional que, por ejemplo, la
demoledora postración del país
heredada en 2003 -sobre todo
del país profundo- obedeció, más
que a una "crisis" o a políticas
económicas neoliberales, a la
continuidad durante casi medio siglo
de una geopolítica conservadora
tendiente a desintegrar al país, con
la finalidad expresa de convertirlo
en granero del mundo. Igual con la
"Nación" horrendamente desigual
y combinada que éramos en el
Centenario y que, salvo el interregno
1945-1955, retornó entre 1955 y
mayo de 2003. Cabe preguntarse, a
propósito, si cuando los votantes de
las fuerzas reaccionarias les brindan
su apoyo es porque realmente
quieren vivir en una semicolonia
excluyente de provincias y decenas
de millones de compatriotas, sin
ciencia ni tecnología, pobreza
atroz, bienestar como mercancía,
endeudamiento asfixiante, donde
la energía (los hidrocarburos)
se priorice para el consumo
extranjero -al igual que con la
riqueza agropecuaria y sus rentas
extraordinarias-; o bien porque caen
presas de la zoncera conservadora
que atribuye a su proyecto político
un status de Nación, parte medular
de su falso discurso "popular".
¡Todos los votantes están más cerca
de la Nación!
Macri, que es mitrismo en su fase
buitrista, no puede hacerse cargo
de los problemas del país ni de los
argentinos y argentinas, no sólo
por su naturaleza reaccionaria sino
porque sencillamente están para
otra cosa y sirven a otros fines. Por
eso, cuando funcionarios como Julio
De Vido afirman que "el peronismo
siempre se hizo cargo" del país y
de su pueblo, de la infraestructura
, la industria, el empleo, la ciencia
y la tecnología (pueblocéntricas)
no se refieren tanto a una cuestión
de meras capacidades o principios.
No pasa por ahí. El peronismo,
que es profundamente plural y
democrático, ha sido y es el único
movimiento político e ideológico
genuinamente nacional (de Nación),
fraguado en 1810 y en nuestras
gestas independentistas y federales
del siglo XIX (incluyendo Vuelta de
Obligado y en la Guerra de la Triple
Infamia). Si los argentinos quieren
una Nación, el peronismo -herencia
del yrigoyenismo, hoy transitando
su fase superior kirchnerista- es
la única garantía de ello. Y es
precisamente por esta razón que
las clases populares no pueden
dudar el próximo 22 de noviembre.
El 99,9% de los votantes de todos
los candidatos -incluido Macri- están
más cerca de la Nación que de la
semicoloniam
* Director del Observatorio
de la Energía, Tecnología e
Infraestructura para el Desarrollo
(OETEC)
Salvar las conquistas
7
“Para los gobiernos progresistas de la
región Macri sería un gran retroceso
político”
Pedro Brieger*
N
o puedo dejar de pensar la
implicancia latinoamericana
que tiene la elección en la
Argentina, por el peso específico
que tiene nuestro país en cualquier
contexto continental. Hay algo que
vengo señalando desde hace varios
años, y es que en América Latina hay
una corriente progresista, popular,
populista (no importa ahora la
expresión que utilicemos), que
se ha desarrollado muy fuerte en
varios países en estos últimos años.
Liderados y liderando procesos
muy diferentes por líderes muy
diferentes por sus orígenes, por su
ideología, por sus características
sociales, por sus proyectos políticos;
pero todos sienten que se necesitan,
a pesar de las diferencias. Y todos
saben muy bien en el momento
de una votación a quién hay que
apoyar. No es casual que dentro
de toda esta corriente siempre
se hayan apoyado mutuamente,
y cuando hay elecciones en
Venezuela, todos estos gobiernos
públicamente dicen que hay que
apoyar a Hugo Chávez o Nicolás
Maduro. Y todos estos gobiernos
sabían o saben que es preferible
el Frente Amplio en Uruguay a los
sectores conservadores. Y todos
estos gobiernos saben que es
preferible Correa al ascenso de
esta nueva derecha conservadora.
En el mismo sentido creo que se
puede analizar la rápida declaración
del movimiento Alianza País del
presidente Rafael Correa en Ecuador
de apoyo a Daniel Scioli. Y esto va
más allá de las diferencias que puede
haber ideológicas o de gestión. Está
claro que hay muchas diferencias
y muchísimos temas entre estos
gobiernos, pero todos tienen una
mirada regional global. Y para todos
un triunfo de Mauricio Macri sería un
gran retroceso político, de la misma
manera que lo sería un triunfo de
Capriles en Venezuela, Lacalle en
Uruguay o Aécio Neves en Brasil.
Pero esto la derecha continental
también lo tiene claro, que ha
8 Salvar las conquistas
apoyado públicamente a los otros
movimientos de derecha. Y las
implicancias son muy fuertes, por
ejemplo en el proceso de paz en
Colombia, está claro que hoy hay
dos posturas diferentes al respecto.
El presidente Santos, que ni siquiera
uno podría colocarlo en la corriente
progresista, intenta esta paz
apoyado por Cuba y Venezuela; y
por el otro lado Uribe que se opone
a los acuerdos de paz, y que esta
mucho más vinculado hoy a esta
derecha conservadora que por
añadidura también a criticado o
podría decirse que están en contra
del proceso de paz, aunque no lo
expliciten en este caso. Pero está
claro que no hay muchos puntos de
convergencia a nivel regional. Esta
claro que si hoy asume Capriles en
Venezuela o Macri en Argentina, el
voto en Naciones Unidas respecto a
Cuba va a cambiar, y esto lo sabe no
solamente el gobierno de Cuba, sino
también los otros latinoamericanos.
¿O acaso olvidamos que cuando
hubo
un
movimiento
para
desestabilizar a Evo Morales en
Bolivia en su momento Bachellet
y Cristina Fernández convocaron
a Unasur? Un espacio que existe,
que tiene sus problemas, pero que
existe en primer lugar gracias a esta
corriente progresista. Un cambio de
gobierno en Argentina, Venezuela,
Brasil, hacia sectores conservadores,
probablemente
contribuiría
a
incubar o disolver Unasur.
Y para todos un triunfo
de Mauricio Macri sería
un
gran
retroceso
político, de la misma
manera que lo sería un
triunfo de Capriles en
Venezuela, Lacalle en
Uruguay o Aécio Neves
en Brasil.
El “fin” de ciclo fallido
La derecha latinoamericana y los
medios de comunicación que son
parte de esta derecha, ya hace dos
o tres años que vienen hablando
de que este ciclo progresista
terminó. Esperaban que terminara
con Hugo Chávez en el 2012, y
se equivocaron. Esperaban que
terminara en la elección que Maduro
le ganó a Capriles. Y algunos como
Álvaro Vargas Llosa vaticinaban la
derrota del Frente Amplio, y lo que
pensaban es que esto iba a tener
un efecto sobre los otros gobiernos
progresistas, que también iban
a perder. Si el Frente perdía en
Uruguay, se perdía en Argentina,
y apostaban a la derrota de Dilma
Rousseff en Brasil. Desde que
Chávez llegó al poder en 1999,
todos los gobiernos que llegaron
después con un tinte progresista,
revalidaron sus títulos con la
votación popular. Ninguno de ellos
perdió, hasta ahora. Zelaya fue
expulsado del poder a través de un
golpe de estado, Lugo a través de
un golpe de estado parlamentario,
no a través de los votos. El problema
que tenían en Honduras es que
Zelaya iba a ratificar su reelección
profundizando un proceso de
cambio en su país. Y también en
ese caso se vio claramente quienes
estaban del lado del presidente
cuando el avión en que intentó
retornar a Honduras estaban Rafael
Correa y Cristina Fernández. De
la misma manera que cuando fue
el intento de desestabilización
en Ecuador, los otros países de
Unasur reaccionaron. Entonces,
tanto la derecha como los sectores
progresistas
latinoamericano,
tienen bien en claro cuales son las
diferencias que hay entre ellosm
*http://www.agenciapacourondo.
com.ar/politica/17646-paralos-gobiernos-progresistas-dela-region-macri-seria-un-granretroceso-politico.html
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