Vitamina C Y Prevención Del Cáncer: Un Papel Controversial Entre otras acciones farmacológicas, a la vitamina C (ácido ascórbico) se le atribuye un papel beneficioso en la prevención de diversas enfermedades incluyendo el cáncer (1). La relación entre la vitamina C y el cáncer viene siendo objeto de controversia desde la década de los 70 (2). El consumo abundante de frutas y vegetales frescos (principales fuentes de vitamina C en la dieta) se ha relacionado con un menor riesgo de padecer la mayoría de los tipos de cáncer. En un estudio realizado a finales de los 90 se encontró una reducción significativa del riesgo en pacientes que consumían al menos 80-100 mg/d de vitamina C, lo que motivó la recomendación de consumir al menos cinco piezas de fruta y vegetales al día (2). En una revisión de los datos de más de 90 estudios epidemiológicos, se puso de manifiesto que la mayoría de ellos apoyan la existencia de un efecto protector de la vitamina C respecto a la incidencia de cáncer; siendo la odds ratio aproximadamente el doble entre los que la ingieren en baja cantidad respecto a los que realizan una ingesta elevada de vitamina C. Los estudios muestran un efecto protector sobre diversos cánceres (mama, oral, piel, estómago, esófago, páncreas, pulmón, cérvix y recto); sin embargo, los efectos sólo fueron significativos en la tercera parte de éstos (1-3). No obstante, conviene destacar que la evidencia respecto al posible papel de la vitamina C en la prevención del cáncer proviene de estudios observacionales, no disponiéndose de ensayos de prevención primaria a gran escala (3). La vitamina C actúa como un potente antioxidante. Sus propiedades citotóxicas in vitro parecen deberse a la capacidad de generar peróxido de hidrógeno (H2O2), que lesionaría preferentemente a las células cancerosas sin afectar a las sanas, desconociéndose la razón de esta selectividad. Para alcanzar las concentraciones plasmáticas necesarias para generar citotoxicidad sería preciso su administración por vía intravenosa (IV) a dosis elevadas (1). Los primeros estudios realizados apuntaban que la vitamina C a dosis elevadas, administrada por vía IV durante 10 días seguida de la vía oral, aumentaba la supervivencia en pacientes con cáncer terminal. Sin embargo, por un lado existen deficiencias metodológicas, y por otro, estos resultados no han sido confirmados por estudios posteriores en los que se administraron las mismas dosis de vitamina C por vía oral (1,2). Actualmente se están desarrollando ensayos clínicos con vitamina C, fase I y II, en pacientes con tumores sólidos. Los resultados recientemente publicados de uno de ellos no muestran una respuesta objetiva anticancerosa (4), lo que concuerda con los datos disponibles en estudios realizados en animales, en los que se ha observado una disminución pero no una supresión del crecimiento del tumor (5). Por otro lado, la administración de vitamina C a dosis altas por vía IV no está exenta de reacciones adversas. Así, se han comunicado casos de hemólisis en personas con deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa o, al acidificar la orina, formación de cálculos en el tracto urinario (1). Resulta conocido que parte de la eficacia de los tratamientos anticancerosos (quimioterapia, radioterapia) se basa en la producción de estrés oxidativo. Se dispone de varios estudios (in vivo e in vitro) que muestran que el uso de la vitamina C aumentaría la eficacia de algunas de las terapias antineoplásicas que han sido estudiadas. Por el contrario, un estudio realizado con células cancerígenas tratadas previamente con vitamina C muestra una sensible disminución de la efectividad de algunos medicamentos antineoplásicos, al proteger la vitamina C a las mitocondrias de las células cancerosas (6). Este hecho podría suponer un riesgo, ya que numerosos pacientes con cáncer emplean suplementos de vitaminas y minerales; no obstante, la dosis de vitamina C presente en los complejos vitamínicos, parece que no debería afectar a la eficacia de los resultados de la quimioterapia (1). En conclusión, la relación entre la vitamina C y el cáncer sigue siendo objeto de controversia. Existen algunas evidencias provenientes de estudios epidemiológicos que apoyarían la existencia de un efecto protector. Si bien, su utilización por vía oral no proporciona concentraciones plasmáticas suficientes como para ejercer una acción anticancerosa, para lo cual sería necesario emplear la vía IV. Mientras que, su actividad citotóxica sólo se ha observado in vitro. En cualquier caso, el efecto sobre las células cancerosas de la administración de suplementos de vitamina C precisa clarificación, especialmente cuando se usan junto a tratamientos anticancerosos relacionados con el estrés oxidativo. Bibliografía 1.- Verrax J et al. The controversial place of vitamin C in cancer treatment. Biochem Pharmacol 2008; 76(12):1644-52. 2.Linus Pauling Institute. Vitamin C. Disponible en URL:http://lpi.oregonstate.edu/ 3.- Gaziano JM et al. Vitamins E and C in the prevention of prostate and total cancer in men:the Physicians’ Health Study II randomized controlled trial. JAMA 2009;301(1):52-62. 4.- Hoffer LJ et al. Phase I clinical trial of i.v ascorbic acid in advanced malignancy. Ann Oncol 2008;19(11):1969-74. 5.- Chen Q et al. Pharmacologic doses of ascorbate act as a prooxidant an decrease growth of aggressive tumor xenografts in mice. Proc Natl Acad Sci USA 2008;105(32):11105-9. 6.- Heaney ML et al. Vitamin C antagonizes the cytotoxic effects of antineoplastic drugs. Cancer Res 2008;68(19):803-8. Fuente:Bol Ter Andal 2009;25(1)