Nutrición para una alta producción de Leche El país está pasando por una etapa donde el aumento de la eficacia productiva es fundamental para la sustentabilidad económica de los sistemas. Dentro de las herramientas con el productor cuenta para aumentar dicha eficiencia es la de intensificar su producción. Pensar en un sistema meramente pastoril parecería aferrarse al pasado, si observamos que incluso en aquellos países como Nueva Zelanda y Australia en que queríamos vernos reflejados también se están operando cambios, a pesar de no contar con la flexibilidad que nuestras condiciones permiten. Por otra parte hablar de intensificación no necesariamente significa estabular vacas y alimentarlas en base a concentrados como ocurre en países de hemisferio norte. La intensificación en nuestro país deberá surgir del análisis de nuestro propio sistema de producción, estudiando y ponderando las limitantes del sistema y sobre las cuales deberán operarse los cambios. En la Argentina la productividad está definida por la carga animal y la producción individual de las vacas de ordeñe. Cuando se comparan nuestra producciones con la de los países de producción intensiva surgen importantes diferencias basadas principalmente en el diferente plano nutricional a la que son sometidas, más que a sus diferencias genéticas. Esta situación hace que deban analizarse las limitaciones nutricionales que tienen nuestros sistemas de producción sobre pasturas para poder aumentar la producción individual y con ello la productividad de la empresa. Merece aclararse que de nada valdría aumentar la producción individual y con ello la productividad si simultáneamente (y en muchos casos, incluso previamente) no se aumenta la utilización del forraje producido ya sea a través de un aumento de la carga o del manejo de las reservas forrajeras. En esta disertación nos referiremos principalmente a las limitaciones nutricionales para una alta producción de leche. Limitaciones al consumo de pasturas 1.Contenido de materia seca El valor nutritivo de las pasturas está dado por el consumo que se logra y por su aporte de nutrientes. Comparando con la dieta lechera en USA por ejemplo, ésta contiene menos cantidad de agua y es de menor digestibilidad que la dieta pastoril. Cuando las dietas son comparadas sobre la base de materia seca la dieta de USA contiene mayor cantidad de carbohidratos fermentecibles como el almidón, mientras que las dietas pastoriles poseen mayor concentración proteica. Sin embargo las comparaciones en materia seca no siempre son las ideales ya que el animal no consume solamente materia seca. Cuando analizamos la dieta total (húmeda), la concentración de nutrientes es apenas reducida en el caso de USA, pero se reduce marcadamente en las dietas pastoriles. La densidad voluminosa y el contenido de agua del forraje estám íntimamente ligados y ambos factores afectan el consumo voluntario por parte del animal. A igualdad de materia seca un mayor volumen de forraje fesco necesitará pasar por el esófago, comparado con lo que pasaría de material picado, molido o pelleteado. Es importante recalcar que no todos los forrajes tienen la misma capacidad de reducción de partícula, por lo que la tasa de pasaje también será distinta y con ello el consumo. Como ejemplo tenemos que las leguminosas son más rápidamente procesadas que las gramíneas, lo que favorece el consumo. Interesante resulta comparar los consumos estimados en un sistema como el Americano con respecto a Nueva Zelanda. Sobre materia seca, las vacas en NZ consumirían cerca del 80% de lo que consumen las de USA. El 20% extra de MS consumida por las de USA sería adicional a los requerimientos de mantenimiento y utilizados para la producción. Cuando a este incremento se le agrega una lactancia 36% más larga (225 vs 305 días) no sorprende que las vacas en USA produzcan casi el doble que las Neozelandesas. Cuando la comparación se hace en material fresco, las vacas en NZ consumen 3,7 veces más que las de USA. Debido a que este incremento en 3,7 veces resulta solo 0,80 de MS, las vacas en Nueva Zelanda tendrían que consumir 4,6 veces de la cantidad de pastura para obtener el mismo consumo que las americanas. Estos cálculos resaltan la dificultad que deben enfrentar las vacas en pastoreo para consumir nutrientes suficientes para una alta producción. Aumentar el contenido de materia seca del forraje no es práctico porque generalmente esto va asociado a aumentos en la madurez y en el contenido de fibra, con la consiguiente disminución del valor nutritivo del mismo (menor consumo). Por otro lado si bien el premarchitado del forraje de calidad no es algo rutinario para aplicar, merece ser considerado, teniendo en cuenta los aumentos de consumo y de producción que podrían lograrse. También los mejorados fitogenéticos deberían considerar al contenido de MS del forraje como un parámetro adicional a mejorar. Obviamente otras características de las pasturas además del contenido de agua afectarán el consumo. Por ejemplo, la estructura morfológica de la hoja y el tallo que afectará la habilidad del animal para reducir el tamaño de partícula ingerida. 2.Disponibilidad de la Pastura El aumento de disponibilidad de las pasturas tendrá un efecto sobre la producción individual pero a expensas de la producción por hectárea. No obstante ello, existe un umbral debajo del cual el consumo se ve limitado. Existen trabajos que mencionan que por debajo de 20 kg de MS/animal/día el consumo se vería limitado. Otros autores mencionaron un mínimo de un 50% de disponibilidad adicional sobre lo que el animal consumiría ad-libitum. Si la limitante es la disponibilidad de pastura, no tiene sentido pensar en ajustes nutricionales a nivel de metabolismo ruminal, o balanceo de dieta ya que estos no se traducirán en aumentos de producción. 3.Frecuencia de consumo Generalmente la frecuencia de consumo es más fácilmente manejada en los sistemas estabulados donde se suministra el alimento diariamente en comederos. En los sistemas pastoriles sólo se maneja la frecuencia en el suministro del concentrado (generalmente durante los ordeñes) pero es poco lo que se puede hacer con el pastoreo. No obstante ello ésta es un área que merece ser analizada. Un aumento en la frecuencia de alimentación de las vacas en pastoreo permitiría aumentos de consumo y de eficiencia con que el alimento es utilizado. El aumento en la frecuencia de alimentación beneficiaría tanto la digestión ruminal y el metabolismo tisular, como la producción de leche. Una oferta constante de forraje, asociado con sus carbohidratos solubles, facilitará la actividad microbiana involucrada en la degradación de la fibra. Además habría una menor demanda de capacidad ruminal asociada a la frecuencia de alimentación, lo que resultaría de un mayor consumo. Este aumento de frecuencia reduciría también las fluctuaciones diurnas en la concentración de metabolitos y de pH en rumen y en flujo de la digesta al intestino delgado. Ello resultaría en una oferta más consistente de ácidos grasos volátiles y de aminoácidos al flujo sanguíneo y a la glándula mamaria de la vaca. Valor Nutritivo 4.1Composición de la Dieta Comparando la composición de las dietas en los distintos sistemas de producción vemos que existen importantes diferencias en el grupo de los carbohidratos fácilmente fermentecibles. A diferencia de la pastura, la dieta de estabulación basada en silo de maíz, tiene un alto contenido de almidón y virtualmente no azucares solubles, ya que estos fueron utilizados en el proceso de la fermentación. El balance de los carbohidratos fácilmente fermentecibles es a favor del silo de maíz en casi dos en uno. Además el almidón es probadamente un mejor recurso energético para las bacterias del rumen ya que es fermentado más lentamente que los azúcares solubles y por lo tanto más indicado para el crecimiento bacteriano. En lo que hace a los compuestos nitrogenados, la principal diferencia está en la proteína soluble que es superior en las pasturas. Este es un serio problema en la dieta pastoriles ya que a pesar de que el consumo total de nitrógeno es más alto que los requeridos por el animal, existen considerables pérdidas durante la fermentación en forma de amonio. Excesivas cantidades de amonio absorbidas a través de las paredes del rumen han mostrado un catabolismo adicional de los aminoácidos absorbidos en vacas pastoreando forrajes de calidad. La mayor performance de las vacas alimentadas con dietas a base de silo de maíz se debe a mayores consumos y a las cantidades de aminoácidos, almidón y de ácidos grasos volátiles disponibles para mantenimiento y para producción de leche. 4.2Variación en la composición de la dieta Otra diferencia importante entre el sistema estabulado americano y el pastoril es la variabilidad en la composición de la dieta. Las pasturas en nuestro país varían entre días, entre estaciones y además se modifican según la composición florística, la fertilización y el sistema de manejo. En las dietas pastoriles cualquier cambio en la composición de la pastura afectará la performance animal, muchas veces a través del consumo y otras a través de las alteraciones del metabolismo intermedio que a nivel ruminal ocurren. Conocido es el fenómeno de las menores producciones de leches y menores ganancias de peso que ocurren sobre las pasturas de calidad en otoño. En esta estación el contenido de carbohidratos solubles de los pastos es mínimo, al tiempo que la concentración de proteínas soluble se ve incrementada. Estos desbalances hacen que la eficiencia microbiana a nivel ruminal se vea afectada y con ello la producción de leche o de carne. En las zonas templadas la digestibilidad de las pasturas de calidad también muestra una gran estacionalidad. Valores de 75-80% son comunes en invierno y primavera temprana, luego declinan a 70-75% a medida que avanza la primavera y disminuyen marcadamente con la floración en verano a valores que dependiendo de la especie y del grado de lignificación, pueden llegar a 50-60%. El manejo obviamente puede controlar estos valores de digestibilidad. Productores usando riego, por ejemplo, en cierta medida pueden atenuar la caída en digestibilidad en verano. Suplementación en pasturas 1.Suplementación con concentrados La suplementación en los sistemas de nuestros país es usada generalmente en forma estratégica, cuando los altos requerimientos nutricionales de los animales lo exigen. En general podemos decir que no supera el 25-30% de la dieta total en términos de materia seca. En tales condiciones la calidad del forraje proveniente de la pastura es lo que definirá los parámetros digestivos de la dieta y la performance animal. es en dichas circunstancias donde el suplemento utilizado deberá ser considerado más un balanceador de dieta que un balanceado en sí mismo. La suplementación energética será una excelente herramienta para balancea, por ejemplo, las pasturas otoñales con altos contenidos de proteína soluble. Generalmente en rodeos de vacas lecheras sobre pasturas de alta calidad las deficiencias son de energía más que de proteína. Distinta es la situación en otros momentos del año como el verano en pastoreos de gramíneas donde las limitaciones pueden ser de proteína. El aumento de los niveles de suplementación es quizás la primer medida que el productor toma cuando decide intensificar sus sistemas apuntando a altas performances individuales de los animales. El valor relativo de los granos con respecto a la leche hace que, en determinadas circunstancias, sea interesante aumentar estos niveles de suplementación. Cuando el grano o el concentrado pasa a constituir mas de 40-50% de la dieta es distinto el análisis que debe hacerse sobre el mismo. En estos casos la composición del concentrado adquiere mayor importancia. Niveles de proteína no degradable en rumen, almidones de distinta degradabilidad, que aseguren un suministro de energía a nivel de rumen pero al mismo tiempo cierta cantidad de almidón para ser aprovechado directamente a nivel del intestino, contenido de lípidos, etc. son componentes que definirán la producción y la composición de la leche. Por otro lado no debe descuidarse el efecto de sustitución que la suplementación ejerce sobre el consumo de pastura. En nuestros sistemas de producción, independientemente del nivel de grano utilizado, la producción por hectárea sigue siendo el parámetro de referencia para evaluar la productividad de la empresa. Los incrementos en suplementación deberán ir acompañados de aumentos de carga para asegurar la utilización de la pastura excedente, a no ser que se halla reducido la superficie destinada al tambo. La suplementación proteica es de importancia en nuestros sistemas, principalmente si se trata de proteínas de baja degradabilidad ruminal. En vacas consumiendo pasturas de calidad raramente existen deficiencias de nitrógeno a nivel ruminal, por el contrario los excesos de amoníaco son los que preocupan. Suplementos proteicos de origen animal o de origen vegetal, pero con tratamientos térmicos o químicos para disminuir su degradabilidad, son los que darían la mejor respuesta. La suplementación con lípidos es considerada una herramienta para aumentar la densidad energética de la dieta, principalmente en los sistemas estabulados con alto consumo de concentrado, donde los niveles de éste no podrían ser aumentados sin afectar la digestión ruminal. En nuestros sistemas, donde el forraje proveniente de las pasturas es un importante aporte de nutrientes y de energía, deberán tomarse ciertas precauciones en el uso de los lípidos, ya que éstos si son hidrolizados a nivel ruminal pueden afectar la digestión de la fibra, y con ello la cantidad y proporción molar de los AGV (relación acético: propiónico) producidos. En estos casos las síntesis de grasa butirosa se verá afectada. Dependiendo del grado de protección que los lípidos utilizados presenten para la degradabilidad ruminal, es el efecto que se tendrá en la producción y composición de la leche. Los lípidos protegidos pueden aumentar la producción de leche y su contenido graso. Una observación importante que merece mencionarse sobre la suplementación con lípidos, es que en la mayoría de los casos se resiente la síntesis de proteína de la leche, componente éste de gran importancia en nuestro país por la tendencia que existe a que sea considerado en la fijación del precio de la leche producida. 2.Suplementación con henos y silajes A medida que los sistemas se intensifican la calidad de los henos y silajes adquieren una importancia fundamental.Estos alimentos tendrán que ser evaluados ya no como simples reservas forrajeras sino como un componente más de la dieta, donde aporten los nutrientes que estén resultando limitantes para el animal. En nuestros sistemas pastoriles los silajes deberán constituirse también en balanceadores de dieta complementando lo que no provee la pastura. El silo de maíz, por ejemplo, no debería ser visto solo como un reserva para cuando disminuye la producción de forraje en invierno. Su alto contenido de energía proveniente del almidón del grano permite que sea utilizado, por ejemplo, como complemento de las pasturas en otoño aún cuando la producción de forraje no halla comenzado a disminuir. Idéntico concepto cabe para los silajes de pastura que si bien no representan una fuente importante de energía (no contiene almidón, y los azúcares fueron utilizados en el proceso de fermentación en el silo) puede ser una excelente fuente de fibra digestible y de nitrógeno para animales con dietas deficientes en proteína (pasturas de gramíneas en verano, encierre nocturno con silo de maíz, etc.) En el caso de los henos debe destacarse el alto valor se sustitución que ejercen sobre el consumo de pastura. Ello hace que sólo henos de excelente calidad, superior a la pastura que sustituyen, den respuesta en la producción de leche. Henos de leguminosas de alta calidad o de gramíneas en estado vegetativo (de bajo rinde en fardos/ha) son los que deberían utilizarse. La dificultad de obtener estos henos de alta calidad, por condiciones climáticas, hace que en varias zonas del país este método de conservación este siendo reemplazado por el silaje. La intensificación de los sistemas de producción de leche, sin duda trae aparejada aumentos de costos principalmente en el área de la alimentación. Sólo el correcto uso de los ingredientes que componen la dieta ( en la que la pastura juega un rol fundamental) con miras a satisfacer los requerimientos nutricionales de los animales de alta producción hará que la intensificación sea factible, y los sistemas sustentables.