TEORIA DE LOS CICLOS CONSTITUCIONALES Dr. Felipe Tredinnick Abasto* 1. Teoría de los ciclos constitucionales Todos sabemos que “el constitucionalismo es una doctrina política que propugna la organización y reglamentación de los Estados a través de la adopción” (o adaptación) “ de una Constitución”. Decimos adopción o adaptación, porque las constituciones, simplemente, no se deben adoptar, o sea copiar, sino que deben adaptarse convenientemente a cada realidad nacional (social, política, económica jurídica, histórica y geopolítica) que presentan los Estados y su proyección consecuente por intermedio de la Política Exterior, que es básicamente unilateral y subjetiva. El constitucionalismo debe tener, además, una función didáctica, bautizada con un buen criterio como “pedagogía constitucional” por el Tribunal Constitucional de la República, con sede en Sucre. Al constitucionalismo tendríamos que exigirle, asimismo, una clara conciencia nacional que oriente y ordene sus propósitos. Para explicar el constitucionalismo y la teoría de los ciclos constitucionales afirmamos, primero, la existencia no de un solo Estado sino de casi dos centenas (de acuerdo con la lista de llamada de la Asamblea General de Naciones Unidas), con fuerte tendencia a aumentar en número. En el complejo marco del nuevo orden internacional “unipolar” y del espejismo económico de la “globalización” (si no conseguimos insertarnos ventajosamente), es obvio que no se prescinde ni se deshecha al Estado, sino que, al contrario, se percibe que son los Estados los actores principales de todos los cambios sustantivos y menores en el escenario mundial en que vivimos o sobrevivimos. En varios y fecundos años de ejercicio de la cátedra universitaria he venido estudiando, con creciente interés, ese fenómeno antiguo y moderno que es el Estado, el que ni las dictaduras más feroces y largas han podido destruir, como tampoco han podido prescindir del análisis de los ciclos constitucionales. Defino el Estado Moderno como una persona de Derecho Internacional, soberana dentro de sus límites territoriales, constituida por una población, pueblo o nación (preferentemente propia y arraigada, poseedora de conciencia nacional), dirigida por un gobierno de aspecto estable e independiente, constituido con un fin social, político y económico (es decir, con programa de gobierno serio y transparente), capaz de establecer y mantener relaciones exteriores (diplomáticas, consulares, comerciales y medioambientales) y suspenderlas en su totalidad o parcialmente (si fuera necesario), y por último con capacidad de cumplir sus obligaciones internacionales, originadas en tratados, convenios, acuerdos, convenciones, concordatos, actas, pactos, notas reversales, cartas y otras denominaciones de los compromisos internacionales que asumen los gobiernos. Pero, igualmente, un gobierno debe tener capacidad para buscar la revisión, nulidad o anulación de los tratados injustos o desiguales, aplicando la cláusula “rebus sic stántibus”. 2. Fronteras intertemporales Nadie pone en tela de juicio que los hechos sociales, políticos, económicos, jurídicos, históricos y geopolíticos están íntimamente relacionados entre sí. Estos hechos dan lugar a la necesidad de basarnos en el diseño ya clásico de las fronteras, alcances y clasificación de las diferentes etapas y épocas en las cuales efectivamente sucedieron los hechos. La teoría de los ciclos constitucionales (como existen también los ciclos económicos), muestra una capital importancia en el campo del estudio del Derecho Público, en general, y del constitucionalismo, en particular, y precisamente se nutre de los hechos sociales, políticos, económicos, jurídicos, históricos y geopolíticos, ya mencionados. El conocimiento y el estudio de la evolución histórica de los diferentes Estados y civilizaciones contribuyen fundamentalmente a la comprensión de la naturaleza de las instituciones y la búsqueda de la organización social ideal o equilibrio civilizado de fuerzas, básicamente desde la óptica del orden constitucional. 3. La cadena interminable de la historia Entiendo la historia como la acumulación crítica y analítica de acontecimientos que realmente sucedieron o fueron impedidos a tiempo, como la que hubiera sido la Tercera (y última) Guerra Mundial de destrucción nuclear total. La división de la historia en diferentes períodos o ciclos puede parecer arbitraria, pero reviste un método didáctico. Sea lo que fuere, no sería aventurado el afirmar que todos los Estados no tienen una sola historia sino una cadena interminable de historias, cuyo fin es apenas cronológico, pues tiene un principio y un final. La evolución de las instituciones, por presión de las fuerzas sociales, las necesidades económicas o la participación vital de puñados de intelectuales, se ha desarrollado en forma cronológica, lo cual dicta inexorablemente el marco histórico de cada ciclo constitucional. Así, en el campo del derecho constitucional, la división histórica en las Edades Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, hizo posible la elaboración de los ciclos constitucionales siguientes: a) Antigüedad, en la antigüedad greco romana la palabra Estado no tenía el sentido con que lo conocemos hoy y lo definimos líneas arriba. El término Estado se origina en las famosas Polis griegas; es decir, las “ciudades-Estados” del mundo heleno, pero sería el insigne florentino MAQUIAVELO quien, en plena Edad Media, lo difundiría con estas palabras (citadas por Carl Schmitt, en teoría de la Constitución, p.234): “ Un Estado duradero necesita ser, o Monarquía pura, o República pura; formas de gobierno que entre ambas vacilen, no pueden durar”. Para Pablo DERMIZAKY, “la palabra Estado proviene de la voz latina status (condición de ser) conque los jurisconsultos romanos designaban los atributos de la personalidad jurídica”. Y agrega DERMIZAKY: “Es la manera de ser o la situación en que se encuentra una persona o cosa” (Derecho Constitucional, cuarta edición, p. 77). Para Carl SCHMITT “Estado es un determinado status de un pueblo y, por cierto, el status de la unidad política” (op.cit. p. 237). En la Grecia antigua, PERICLES afirmó orgullosamente en su Discurso: “Nuestra Constitución Política no sigue las leyes de otras ciudades, pues la nuestra les sirve de ejemplo”. Pero sería ARISTÓTELES quien tendría el privilegio del análisis más completo y luminoso de los rasgos generales de la organización del régimen constitucional. Como maestro del joven ALEJANDRO MAGNO, organizó en la Corte de Macedonia una biblioteca, admirablemente documentada, sobre las Constituciones de las ciudades-Estado griegas. Para ARISTÓTELES, la Constitución estaba destinada a “ordenar los poderes de la Ciudad-Estado”, en una época en la cual no existía un claro reconocimiento de los derechos de la persona humana. En Babilonia, el Rey HAMMURABI elaboró un célebre Código, que puede ser considerado una Constitución en ciernes, y que, inclusive, habría inspirado la “Ley de las Doce Tablas” de la época romana. b) Edad Media. Tuvo diez siglos de duración. En la Edad Media el latín fue el lenguaje erudito, jurídico, diplomático, político y religioso. Fue el único idioma que empleaban todos los intelectuales de la época. En el año 395 d.c., el emperador TEODOSIO I dividió el Imperio Romano entre sus dos hijos: el Imperio Romano de occidente, con capital en Roma, quedó en manos de HONORIO, y el Imperio Romano de Oriente o Bizantino, con capital en Constantinopla, actual Estambul, correspondió a ARCADIO. En el año 476 d.c., ODOACRO, rey de los hérulos, invade la Península Itálica y hace desaparecer el Imperio Romano de Occidente, en cuya jurisdicción, mucho más amplia que la Península Itálica, aparecerían más adelante los reinos de Francia, Alemania, España, Reino Unido de Gran Bretaña, etc. La única institución que pudo sobrevivir a la invasión fue la Santa Iglesia Católica y con ella el Pontificado Romano, que se convirtiera en el mayor centro de poder temporal y espiritual de Europa, que creara las llamadas “ciudades episcopales” como un sinónimo de las cívitas romanas. Aunque hubo abusos, exageraciones – que aparecen en todas las épocas y no sólo en la Edad Media -, debemos destacar las importantes instituciones que comenzaban a surgir, como los denominados “tres brazos del reino”, formado por el clero, la nobleza y el pueblo, que eran convocados en asamblea, y que en Francia se llamaban Estados Generales; cortes, en España y Portugal; dieta, en los Estados alemanes; en Inglaterra el antiguo Witenagernot de los anglosajones, institución que se convertiría luego en Parlamento. El gran consejo de la Corona inglesa (Magnum Concilium), formado por los prelados y por los barones principales de la monarquía, se convirtió en la Cámara de los Lores o Cámara Alta, como el Senado, y el consejo general de los comunes (Commune Concilium Regni nostri, que menciona la Magna Charta inglesa), admitía, al lado de los prelados y de los grandes señores legos, dos caballeros de cada condado y dos representantes de cada ciudad y de cada burgo, avance que llegó a constituir la Cámara de los Comunes (o Cámara de Diputados, para nuestro entendimiento). c) El constitucionalismo inglés. En 1213 un consejo de la nobleza británica, reunido en asamblea, redactó una declaración sobre sus derechos frente al sistema despótico impuesto por el Rey Juan sin Tierra. El resultado fue un documento de extraordinario valor en los ciclos constitucionales, la Magna Charta, en que se consignan no sólo los derechos de los nobles sino los derechos de todos los ingleses. Otros instrumentos trascendentales que se aprueban en Gran Bretaña fueron la Petition of Rights de Carlos I, en 1628; el Act of Habeas Corpus, de Carlos II, en 1679; el Bill of Rights, de Guillermo de Orange, en 1689. En 1702, GUILLERMO III sanciona el último de los “pactos” entre el Parlamento y el rey, el act of Settlement, que regula el orden de sucesión al trono de Inglaterra. El “Instrument of Government” de Oliver CROMWELL, otorgado en 1653, presentaba obviamente las características de una constitución escrita, pero no logró conquistar el consenso de la población. CROMWELL, asimismo contribuyó con otros importantes actos legislativos como el “Rump parliament” (que depuró el Parlamento en 1649), y el Acta de Navegación de 1651, que contribuyó a hacer de Inglaterra una gran potencia naval. En este tiempo aparece con inusitada fuerza el Parlamento, única fuente del Poder Legislativo, que controlaba a los ministros a través del impeachment, que es un procedimiento de acusación ante el Poder Legislativo y que, modernamente puede inclusive afectar a jefes de Estado o a jefes de Gobierno. Se presentan, igualmente, las Cortes de Justicia, independientes de la Corona británica, pero sujetas al control del Parlamento, habida cuenta que el más alto tribunal era la Cámara de los Lores; los Jueces de paz, con funciones judiciales conciliatorias y administrativas; las administraciones de las ciudades (especie de alcaldías municipales). Con JORGE I surge el “gabinete responsable” ante la Cámara de los Lores. Bajo el reinado de Guillermo IV se procesó la famosa “reforma electoral de 1832”, que era un “sufragio condicionado” o “calificado”. Sólo con el notable primer ministro Benjamin DISRAELI, en 1877 los obreros conquistarían su derecho de voto. Con GLADSTONE, en 1884, los campesinos conquistan igual derecho. El voto era secreto, pero no universal. Estaban aun excluidas las mujeres, los criados y los hijos de familia. Otras conquistas constitucionales fueron surgiendo gradualmente en Inglaterra. En plena Primera Guerra Mundial se promulga la ley conocida como «Representation of The People Act”, en 1918, que consagra el sufragio universal y extiende el derecho de voto a todos los hombres y mujeres mayores de 30 años, edad que sería modificada a los 21 años, tanto para hombres como para mujeres. Más adelante surge el “Estatuto de Westminster”, que amplió el poder legislativo de los dominios y reforzó sus poderes ejecutivos, reconociéndolos como verdaderos Estados, integrantes de la Comunidad Británica de Naciones, una “Confederación Mundial”, en palabras de Winston CHURCHILL, uno de los grandes vencedores de la Segunda Guerra Mundial, con “sangre, sudor y lagrimas”. d) Edad Moderna. Corresponde al período histórico que comienza con la Toma de Constantinopla (Capital del Imperio Romano de Oriente) por los otomanos (turcos), en 1453. Para algunos autores, el Descubrimiento de América (o “encuentro asimétrico de dos mundos”, a mi juicio) en 1492, sería el comienzo de la edad Moderna, que se extiende hasta la revolución Francesa de 1789. Este período histórico se caracteriza por el Renacimiento, el fin del feudalismo y las grandes navegaciones oceánicas. Como es del dominio público, el Renacimiento estriba en la renovación o revolución, si se quiere, literaria, artística y científica que tiene por escenario a Europa en los siglos XV y XVI, bajo influencia de la cultura clásica en nueva vigencia. Además de las grandes navegaciones y conquistas oceánicas, el Renacimiento recibió la notable invención del grabado que permitió la difusión de las obras de arte. Los Papas JULIO II y LEON X brindaron protección a estas maravillas, fruto del cerebro creador de importantes personalidades de la época, en la que descollaron MAQUIAVELO, ARIOSTO, LEONARDO DE VINCI, RAFAEL, MIGUEL ANGEL y otra pléyade de literatos, artistas y científicos. e) El constitucionalismo norteamericano. En este resumen sobre la evolución de los ciclos constitucionales, merece una mención muy especial el advenimiento del constitucionalismo de los Estados Unidos. En 1607, había sido fundada la primera colonia norteamericana en Richmond, capital de Virginia. En 1619 se organizaba la House of Burgesses, compuesta por 22 miembros, elegidos por el pueblo (los hacendados de Virginia), entre los que se encontraba el padre de THOMAS JEFFERSON. Esa fue la primera asamblea popular de lengua inglesa en las Américas. Al año siguiente (1610) los “peregrinos del Mayflower” se establecieron en Plymouth, en Maine, “comprometiéndose a someterse al gobierno y a los gobernadores que de común acuerdo escogiesen” (o sea, en elecciones populares). Poco a poco surgieron otras colonias, como Massachussets, Rhode Island y Connecticut, cuya organización política evolucionaba con la institucionalización del upper chamber y lower chamber (cámara alta y cámara baja). Inglaterra fue concediendo nuevas Cartas constitucionales a sus colonias norteamericanas: un Gobernador regio, que ejercía el Poder Ejecutivo; un Consejo nombrado (Upper Chamber, semejante a la Cámara de los Lores o Cámara Alta) y una casa de los Burgueses (Lower chamber, a imagen de la Cámara de los Comunes, o cámara baja, creándose asimismo las Cortes de Justicia con tres instancias ( tribunal por jurados, cortes locales y altas cortes), que ejercían al Poder Judicial (cf. MUNRO, Government of the United States, p.2 y ss.). El 17 de septiembre de 1787 fue votada la Constitución de los Estados Unidos. El primer gobierno federal fue formado el 4 de marzo de 1789, encabezado por el general GEORGE WASHINGTON, asistido por tres Secretarios: JEFFERSON, en la cartera de Negocios Interiores y Exteriores; HAMILTON, de hacienda, el general HENRY KNOX, en la Secretaría de Guerra. Con el tiempo, los Estados Unidos habían conseguido estructurar un nuevo sistema de gobierno que, aunque se inspiraba, teóricamente, en las doctrinas de LOCKE, MONTESQUIEU, ROUSSEAU y KANT, en la práctica era absolutamente original. Estaba formado por tres poderes “independientes y armónicos”, es decir, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y su equilibrio era sustentado por el sistema de los “frenos y contrapesos” (checks and balances). El Legislativo tiene derecho a rechazar el veto del Ejecutivo, declarar el impedimento de sus principales agentes y confirmar los nombramientos de los Secretarios de Estado y de los jueces de la Corte Suprema. Asimismo, puede aumentar el número de jueces, limitar la jurisdicción y aprobar el impedimento de los miembros de la Corte Suprema. El Ejecutivo puede vetar los actos del Legislativo (veto suspensivo). El Poder Judicial puede declarar la inconstitucionalidad de las leyes. El ejecutivo nombra a los miembros del Poder Judicial y éste puede declarar la ilegalidad de los actos administrativos (cf. SALISBURY and CUSHMAN, The Constitution, p.45). Es el llamado régimen presidencialista norteamericano, en contraposición del régimen parlamentarista, de cuño europeo. La Constitución original norteamericana tiene muchas enmiendas. Algunas de ellas fueron las siguientes: Con el Presidente LINCOLN se prohibe la esclavitud. Con GRANT se prohibe negar el derecho de voto por pretextos de raza, color o condición servil. Con WILSON se aprueba otra enmienda respecto de los impuestos regionales sin proporcionalidad. Con WILSON, igualmente, se concede el voto a las mujeres. Con TRUMAN, se prohibe la reelección por más de dos mandatos del Presidente de la Unión americana. FRANKLIN D. ROOSEVELT instituyó, en 1933, el famoso New Deal, que significó un camino largo de socialización progresiva, estableciendo normas de protección al trabajo asalariado, y restringiendo la libertad de empresa, que los trusts y los cartels estaban deformando, y se impuso el “interés social” y el “bien común”, posiblemente por influencia de las encíclicas papales surgidas hasta ese momento. Ese monumento de sabiduría política, que es la Constitución de los Estados Unidos, es notablemente pragmática, fruto de la observancia y de la experiencia. Tuvo una incuestionable influencia en Francia, y a través de ésta en Italia y Alemania. La declaración de Derechos, que Francia votó en 1789, no tuvo otro paradigma que la declaración de Virginia de 1776. f) Edad contemporánea. Corresponde al período comprendido entre el comienzo de la Revolución Francesa (1789) hasta la época actual, con variadas tonalidades políticas. Surge el Estado liberal, caracterizado por la idea del laisser-faire y laisser passer (el dejar hacer y el dejar pasar), o sea la libre iniciativa, que fuera el marco de la expansión del sistema capitalista, a escala mundial. El capitalismo, como todos saben, evolucionó hacia la concentración económica en manos de algunos países hegemónicos, desarrollados, que practicaron abiertamente políticas imperialistas, lo cual desencadenaría un fuerte proceso de formación de un nuevo orden social, político y económico, con profundos cambios en el ámbito interno del Estado, así como en la sociedad internacional, y que fuera el desarrollo del socialismo, en sus varios matices. g) El constitucionalismo social-demócrata. Como constituciones precursoras de esta nueva posición ideológica, tenemos las de México de 1917 y la de Weimar (alemana), que abandonaron la concepción de la liberal-democracia, para instituir la socialdemocracia, tendencia que se difundió en las constituciones que aparecieron después de la Primera Guerra Mundial. La Constitución mejicana de 1917, originada en la Asamblea constituyente de Querétaro de ese año, fue la que inauguró el llamado constitucionalismo social, con sensacionales avances en materia de legislación laboral y del dominio económico estatal. La segunda constitución de este tipo (con fundamentales disposiciones de carácter económicosocial) fue la soviética del 10 de julio de 1918, que adoptó una posición de avanzada en dicho campo, suprimiendo la explotación del hombre por el hombre, la abolición de las clases sociales, la liquidación de los explotadores y la organización de la sociedad socialista no sólo en la URSS, sino en el mundo entero. La constitución soviética se preocupaba mucho más de los derechos económicos y sociales del pueblo que de los derechos individuales, civiles y políticos. Es decir, que se perfilaba como la antítesis de las constituciones clásicas y liberales. Sin duda, era una constitución verdaderamente revolucionaria, hasta el derrumbe del campo socialista. Por su parte, CARL SHMITT sostiene que la Constitución de Weimar es típica del Estado burgués de Derecho. La Constitución de Weimar contaba con 181 artículos, en los cuales prevé medidas de naturaleza económico-social, intocadas antes en Alemania. La idea del intervencionismo estatal en el campo económico-social había surgido desde fines del siglo XIX, al mismo tiempo, en Estados Unidos, y en Europa. En Estados unidos se había elaborado la ley anti-trust, como una respuesta a los abusos del poder económico y financiero (cf.RICHARD LEWINSOHN, Trusts y Carteles, p.20 y ss.). En este período se debe subrayar la participación de la Iglesia Católica Apostólica Romana en el ciclo de la social-democracia, por intermedio de importantísimas encíclicas: Rerum Novarum, de 1891, del Papa León XIII, y Quadragéssimo Anno, de 1931, de Pío XI, que son poderosas llamadas de atención a un mundo cada vez más egoísta. La República de Bolivia no estuvo ajena a los grandes cambios y avances constitucionales en esa época. La Constitución de 30 de octubre de 1938 es una prueba de ello, pues abrió las puertas del constitucionalismo social y económico. Propuso reformas hasta entonces inimaginables como los regímenes social, familiar, cultural, del campesinado y trataba de proteger el territorio nacional de la voracidad geófaga extranjera. El ciclo constitucional social-demócrata se interrumpiría violentamente con la Segunda Guerra Mundial. Después de ella resurgieron esperanzas no sólo nacionales sino internacionales con la fundación de la ONU, inspirada en la Sociedad de Naciones, y la suscripción de varios instrumentos jurídicos internacionales de renuncia a la guerra como solución de controversias internacionales. Hubo, sin duda, muchas otras constituciones de diferentes tendencias, inclusive las socialistas y las neoliberales, pero todas tienen ya un común denominador fundamental: la vigencia y respeto por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el Derecho Internacional Humanitario, el Derecho Internacional del Refugiado, la defensa vigorosa del medio-ambiente, el equilibrio ecológico, la renuncia a la guerra, la integración económica y crecientes y mucho más cercanos contactos entre gobiernos y pueblos. Que el siglo XXI sea propicio para la generalización de estas grandes conquistas, en el marco de un nuevo ciclo constitucional como un ejemplo luminoso para todo el mundo. * El autor es Magistrado Suplente del Tribunal Constitucional de Bolivia; catedrático de Derecho Diplomático y Consular, Derecho Internacional Público en las Universidades: Mayor de San Andrés y Universidad Católica Boliviana; Derecho Constitucional Comparado y Geopolítica Aplicada en la Escuela de Altos Estudios Nacionales; Derecho Internacional Privado en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca. Tiene publicados, entre otros los libros: CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO Y RELACINALES INTERNACIONALES. EL DERECHO DEL MAR Y LAS FRONTERAS MARÍTIMAS.