Tras las elecciones, ¿es posible una candidatura de unidad

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Tras las elecciones, ¿es posible una candidatura de unidad
popular en España?
Marcos Roitman Rosenmann :: 21/06/2015
Podemos apunta al Parlamento y se arroga
triunfos de candidaturas ciudadanas que no
le pertenecen. La candidatura de unidad
popular, si sale adelante, será a pesar de
Podemos
Concluidas las elecciones municipales y autonómicas y formados los nuevos ayuntamientos, el mapa
político sufre un cambio a nivel local a consecuencia del fin de las mayorías absolutas y los pactos
alcanzados in extremis.
Ciudades en manos del Partido Popular, como Madrid, Valencia, Alicante, Cádiz, Sevilla, Coruña,
Huesca, Huelva, Oviedo, Valladolid o Zamora han pasado a manos del PSOE, Compromis, Izquierda
Unida o las candidaturas de convergencia. Barcelona, administrada por Convergencia y Unión,
queda en manos de Ada Colau, candidata de Barcelona en Comú. En el país vasco, Bildu pierde San
Sebastián en favor del PNV, al igual que el Partido Popular en Vitoria. En Pamplona, la coalición EHBildu desplaza a la derechista Unión del Pueblo Navarro. En A Coruña el PP deja sitio a las mareas
atlánticas, mientras el PSOE pierde Orense, recuperado por el PP, y Zaragoza lo gana la coalición
Zaragoza en Común, en detrimento del PSOE. Madrid, capital del reino, administrada con mayoría
absoluta durante más de dos décadas por el Partido Popular, pierde la plaza en favor de Manuela
Carmena, candidata de Ahora Madrid, electa con votos del PSOE. Sin embargo, no todo ha sido
coser y cantar. Hubo ciudades, como Gijón, donde Podemos decidió en referendo, donde votaron mil
300 personas, menos de uno por ciento del censo electoral, dejar la alcaldía al derechista partido
Foro Asturias, de Álvarez Cascos, ex-ministro de Aznar, expulsando al PSOE, cuya labor en el
ayuntamiento había sido elogiada por la izquierda social gijonense. Otros casos similares han
poblado la realidad municipal dando lugar a pactos contra natura.
Mientras tanto, en la lucha por ocupar la presidencia en las 13 comunidades autónomas que
convocaron a elecciones, los gobiernos cambian de mano favoreciendo al PSOE. No hay muchas
novedades. Lo más destacado está en la Comunidad Valenciana. Compromis, coalición integrada por
Bloc Nacionalista Valencià, Iniciativa del Poble Valencià y Verds-Equo, accede a la vicepresidencia
imponiendo a su lideresa, Mónica Oltra, tras los pactos con el PSOE y Podemos.
Por otro lado, en las pugnas autonómicas, los partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, cuyos
votos son necesarios para decantar la balanza hacia el PSOE o el PP, dado la pérdida de las mayorías
absolutas, han optado por establecer las llamadas líneas rojas, renunciando a ocupar cargos de
responsabilidad en las consejerías. Su objetivo, firmar protocolos de actuación, donde PSOE y PP se
comprometen en la lucha contra la corrupción, garantizar la transparencia, cesar a sus políticos
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imputados en activo y tomar medidas que frenen las privatizaciones o los desahucios. En este
contexto, Ciudadanos negocia con la lista más votada. En Andalucía dio el voto a la candidata del
PSOE, Susana Díaz. En Madrid, en cambio, negocia con Cristina Cifuentes, del PP, Podemos, por su
lado, apoya al PSOE en Castilla La Mancha y Extremadura.
El mapa autonómico se redefine. El PSOE recupera La Comunidad Valenciana, Castilla la Mancha, y
Extremadura mantiene Asturias, Andalucía y rescata Cantabria, en manos del PP, para el Partido
Regionalista de Cantabria. Aragón sigue pendiente de las negociaciones con Podemos y Chunta
Aragonesa. Murcia, La Rioja, Castilla y Leon serán gobernadas por el PP. En Cataluña, las elecciones
autonómicas de septiembre permitirán calibrar el nivel de aceptación de la propuesta soberanista de
los partidos nacionalistas. Sus resultados, en cualquier caso, no serán extrapolables a las elecciones
generales de noviembre de este año.
La necesidad de acuerdos con las nuevas fuerzas emergentes se ha convertido en necesidad para el
PSOE y el PP, y los partidos nacionalistas mayoritarios en las comunidades autónomas y
ayuntamientos de Galicia, Cataluña y Euskadi. No menos importante lo son para Podemos y
Ciudadanos, que verán contrastados sus programas con sus actuaciones gubernamentales.
Recordando que Podemos ha tildado de casta, corruptos y hacedores de la vieja política a todos los
partidos que han participado del llamado régimen del 78. Izquierda Unida, PSOE, PCE, UPyD, PNV,
CyU, UPN y otros, subrayando la imposibilidad de llegar a acuerdos con ninguno de ellos. La
realidad, a corto plazo, se ha mostrado muy distinta.
Hoy, el debate se centra en dos preguntas: ¿es el principio del fin de bipartidismo? ¿Es viable la
emergencia de candidaturas de unidad popular para las elecciones generales, a celebrarse en
noviembre de 2015?
Responder no es fácil, obliga a rescatar la frase de Federico Engels: La ideología no está en la
respuesta, sino en la manera de formular la pregunta. En este sentido, España no posee un régimen
bipartidista. Basta comprobar la multitud de partidos con representación parlamentaria para
cuestionar dicho postulado. Por el contrario, existen dos partidos de ámbito estatal, el PP y el PSOE,
hegemónicos, que en determinados momentos han obtenido mayorías absolutas, haciendo
innecesario cualquier pacto. Lo dicho crea un espejismo e impide ver el mapa multipartidista.
Nunca ha existido un régimen bipartidista, ni siquiera adjetivado como imperfecto. Por tanto, la
pregunta debe reformularse: ¿Los partidos mayoritarios y hegemónicos perderán su papel
protagónico y cederán su lugar a nuevas formaciones que los desplacen o hagan desaparecer? La
respuesta no es fácil. La tendencia señala que el PP y el PSOE siguen concentrando, en el peor
momento de su historia política, más de 50 por ciento de votos emitidos.
La segunda pregunta también tiene trampa. Nos habla del resurgir político de la izquierda española
a manos de una nueva formación, Podemos, junto a la derrota estratégica de Izquierda Unida. Otra
falacia. Izquierda Unida tiene crisis de liderazgo y de representatividad, pero mantiene presencia en
las instituciones. Sin embargo, el PCE cree agotado su andadura y es partidario de candidaturas de
unidad popular a corto plazo. Una estrategia partidaria y electoralista. Por otro lado, Podemos se
define como partido atrápalo todo, ni de derechas ni de izquierdas. Dicen ser un método para lograr
la participación ciudadana. No tienen intención de formar candidaturas de unidad popular a corto y
medio plazos. Ahora quieren asaltar los cielos de las cortes generales en noviembre. El ejemplo
inmediato, su posición ante las municipales, donde Podemos se arroga triunfos electores de
candidaturas ciudadanas que no les pertenecen, como Barcelona o Madrid, cuyo triunfo no hubiese
sido posible sin Izquierda Unida, Equo, Izquierda Abierta, PCE, asociaciones de vecinos, las
diferentes mareas y plataformas contra los desahucios, la privatización del agua, asociaciones de
vecinos, etcétera. La candidatura de unidad popular, si sale adelante, será a pesar de Podemos.
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