REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRES BELLO DIRECCIÓN GENERAL DE ESTUDIOS DE POST GRADO REFORMA PARCIAL DEL CÓDIGO DE ÉTICA DEL JUEZ VENEZOLANO Y LA JUEZA VENEZOLANA Integrantes: GRATEROL M., KARINA MUJICA, LUIS GERARDO PACHANO R., JORGE TELLES M., LISSETH VALECILLOS B., YRALBA TRUJILLO, AGOSTO DE 2010 INTRODUCCION La palabra Juez, desde cualquier ángulo que se le aprecie lleva implícita un contenido pletórico de impresiones; especialmente en la actualidad, en la que las instituciones se han deteriorado sensiblemente, habrá distintos enfoques, reacciones, ataques y defensas, hacia quienes invisten esa dignidad o hacia quienes actúen con indignidad cuando la invisten, pero todo individuo, inexorablemente, buscara en el Juez a un ser especial que imparta justicia sin reparar en obstáculos y sin aceptar interferencias. Debido a la situación de las instituciones, muchos ciudadanos recelan de la justicia y observan a los integrantes del sistema judicial con suspicacia, desconfiando de la actuación procesal y probidad del sistema judicial. Eduardo Couture decía que “… un Juez debe morir en su puesto”, y tan dignos son sus conceptos que a modo de colofón podemos recordar parte de ellos: “la muerte de un Juez es un episodio algo más grande que la de cualquier ciudadano. A él se le dio en la vida más poderes que a ningún otro hombre en el orden humano. A nadie le fue dado disponer de la libertad, de la propiedad y del honor de los demás en la larga medida en la que a él le fue dado, y mucho menos hacerlo en nombre de la justicia. Cuando un Juez cae en el ejercicio de tales poderes, a los que ha honrado a lo largo de su vida, no acontece nada trágico ni inesperado. Por el contrario, se recibe una sensación de alivio. Haber tenido el fuego en la mano y no haberse quemado; haber tenido el secreto en las manos y haberlo sellado, haber tenido tentación en el pecho y no haber sucumbido; haber sido sobrio frente a la concupiscencia; humilde ante la sensualidad del poder, virtuoso ante la grandeza; y morir así, sin desfallecimiento, sin nada que reprocharse, es “virtus moriendi”, en el antiguo y profundo sentido de los estoicos”. (Raúl Eduardo Irigoyen 2006).+ Existen manifestaciones concretas de aplicación de la ética, a distintas ramas del quehacer en la conducta, en la trayectoria, en la profesión de las personas: la ética del médico, la ética del abogado, y más aun ahora, la ética del Juez. La necesidad de comprimir el concepto de ética, como muchas veces se ha pretendido hacer, a un problema de preceptos y normas donde taxativamente se perfilaría el paradigma de la figura ética, en este caso del Juez, sería algo intelectual y materialmente difícil, siendo un término con varias posibles connotaciones. REFORMA PARCIAL DEL CÓDIGO DE ÉTICA DEL JUEZ VENEZOLANO Y LA JUEZA VENEZOLANA Con la promulgación de un Código de Ética dirigido a regular el actuar de los órganos decisores, se trata de otorgar una confianza, un confort, calidad de vida institucional, investir de la facultad jurisdiccional a ciudadanos que reúnan la doble idoneidad que se debe tener para ejercer la función pública, la idoneidad técnica y la idoneidad moral. En la Exposición de Motivos del Proyecto de Código de Ética del Juez y Jueza Venezolano, se justifica la necesidad de crear un instrumento legal que codifique formalmente la ética de los jueces venezolanos, en tal sentido, expone el legislador venezolano, conscientes de la crisis del Poder Judicial, la Asamblea Nacional Constituyente declaró en su oportunidad, la Emergencia Judicial, señalando que muchas han sido las medidas que se han tomado para enderezar el rumbo de nuestra justicia, como la reestructuración material de los tribunales, la destitución de jueces o juezas, la concepción de principios inherentes a la justicia que la colocan sobre las formalidades no esenciales y las reposiciones inútiles, y la gratuidad como bandera de una justicia accesible a todos. En este sentido, la Exposición de Motivos del Proyecto de Código de Ética del Juez y Jueza Venezolano, (2001), reza lo siguiente: “Considerando la función representativa del Estado que tienen los jueces o juezas, y que los inviste como órganos de la administración de justicia; conociendo la realidad de quienes cumplen con la función encargada y conscientes de la necesidad de la autenticidad humana, personal y profesional que debe demostrar el juez o jueza; la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se preocupó por la obtención de aquellos niveles necesarios para lograr y mantener administradores de justicia aptos, tanto técnica como éticamente. Por ello, requirió de la Asamblea Nacional la aprobación de un cuerpo normativo dirigido a preservar la ética y la disciplina de los jueces venezolanos o juezas venezolanas, para poder ofrecer, a los justiciables, mayor transparencia en la trayectoria y capacidad personal, moral y profesional de los encargados de administrar la justicia. El Código de Ética del Juez Venezolano o Jueza Venezolana, previsto por el artículo 267 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es el fundamento del régimen disciplinario de los jueces venezolanos o juezas venezolanas, así como la proclamación de los principios en los cuales debe basarse la potestad de administrar justicia, conforme lo dispone el Título V, Capítulo III de dicha Carta Fundamental. Sus disposiciones fundamentales versan sobre la necesidad de confianza pública en la integridad e independencia del sistema de justicia venezolano (artículo 1). La jurisdicción, como potestad de administrar justicia, está orientada a la vigencia de los derechos ciudadanos, al respeto a la dignidad de las personas y al compromiso con el Estado democrático y social de Derecho y de Justicia (artículo 3). El Código de Ética se refiere a los deberes del juez o jueza, a saber, la imparcialidad, la interpretación conforme al programa axiológico de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el ejercicio de la magistratura como instrumento puesto al servicio de la justicia (artículo 9). Considera también, como deberes del juez o jueza la celeridad en la administración de justicia (artículo 13), el uso apropiado del lenguaje, la razonabilidad de la decisión, la resistencia frente a las injerencias que puedan comprometer su sujeción al derecho y la orientación de su tarea a los valores superiores que la informan (artículos. 13, 14 y 15). Se pone énfasis en que la actividad del juez o jueza no puede limitarse a la conducta pública vinculada con su magistratura, sino que debe extenderse a la conducta privada, de modo que la estimación pública constate el decoro de su ministerio (artículo 16).” Por otra parte, y tomando en consideración la opinión del autor Hondureño, Eduardo Cardona (2003), el Juez es la persona autorizada por el Estado para administrar justicia, con autoridad para instruir, tramitar, juzgar, sentenciar y ejecutar el fallo en un pleito o causa. En este sentido afirma lo siguiente: “Las y los Jueces independientemente de su categoría en el Poder Judicial, por tratarse de seres humanos están sujetos a las equivocaciones propias de su naturaleza; por su investidura están sometidos a un ordenamiento que regula su proceder, normando sus facultades y deberes, por las circunstancias que pueden derivarse para las partes que intervienen en el proceso. Creemos que el buen funcionamiento de la justicia depende de la capacidad y calidad de los jueces y juezas y no tanto de las leyes, ya que, puede haber buenas leyes pero si los operadores de justicia las aplican e interpretan mal, la calidad de la ley no cumple su propósito. El Juez, instituido por el Estado para decidir jurisdiccionalmente un litigio entre las partes, está obligado a cumplir y observar una conducta donde se destaquen los siguientes deberes, entre los que se destacan; la independencia; la o el Juez sólo debe someterse a la ley y a su convicción debidamente fundamentada para la emisión de sus resoluciones; la imparcialidad; entre la combinación de las conductas parciales de los contendientes, mantenerse al margen y proferir una sentencia justa e imparcial; la lealtad; debe a las partes y sus defensores, fidelidad en el trato con ellos; la ciencia; profundo conocimiento del derecho, que se traduzca en una sentencia justa, y esto sólo se logra con una constante dedicación; diligencia; esta no sólo es rapidez, sino también imaginación, exigiéndole no sólo una resolución dictada en los plazos legales, sino agudeza e ingenio en las misma; decoro; elemento esencial para el desempeño de la función, honor, respeto y consideración que recíprocamente se deben el Juez y las partes. Debe asimismo ser justo, estudioso, reflexivo, responsable y ejemplo para la comunidad”. Así las cosas, entre las disposiciones fundamentales del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana, se establece cual es el objeto y ámbito de aplicación de este instrumento legal: “Objeto. Artículo 1. El presente Código tiene por objeto establecer los principios éticos que guían la conducta de los jueces y juezas de la República, así como su régimen disciplinario, con el fin de garantizar la independencia e idoneidad de éstos y éstas, preservando la confianza de las personas en la integridad del Poder Judicial como parte del Sistema de Justicia. Las normas contempladas en el presente Código serán aplicables a los magistrados y magistradas del Tribunal Supremo de Justicia en cuanto no contradigan lo previsto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Ámbito de aplicación Artículo 2. El presente Código se aplicará a todos los jueces y juezas dentro del territorio de la República Bolivariana de Venezuela. Se entenderá por juez o jueza todo aquel ciudadano o ciudadana que haya sido investido o investida conforme a la ley, para actuar en nombre de la República en ejercicio de la jurisdicción de manera permanente, temporal, ocasional, accidental o provisoria. Los y las demás intervinientes en el Sistema de Justicia que, con ocasión de las actuaciones judiciales, infrinjan disposiciones legales o reglamentarias, omitan o retarden la ejecución de un acto propio de sus funciones o lo cumplan negligentemente o que por cualquier otro motivo o circunstancia comprometan la observancia de principios y deberes éticos, deberán ser sancionados o sancionadas según la ley que los rija. Los órganos de la Jurisdicción Disciplinaria Judicial podrán aplicar cualquiera de las sanciones de los instrumentos que rigen a estos o estas intervinientes, cuando con ocasión de dichas actuaciones judiciales, los organismos responsables no cumplan con su potestad disciplinaria, utilizando para tal fin el procedimiento y las garantías establecidas en este Código. Quedan exentos de la aplicación de este Código, las autoridades legítimas de los pueblos indígenas, responsables de las instancias de justicia dentro de su hábitat”. En esta dirección el ejercicio ético de la actividad laboral presupone no solo alta competencia profesional, sino además responsabilidad en el cumplimiento de las funciones laborales específicas; cuestión que en gran medida se encuentra organizada en los Códigos Profesionales; surgidos por la necesidad grupal de elaborar y fijar codificativamente las normas morales que funcionaran como cánones de determinada especialidad. De lo cual se deduce el pleno reconocimiento a la existencia de la Ética Profesional, como teoría moral de la conducta laboral especializada. Existen grupos de especialistas cuya actividad laboral les plantean requisitos morales más elevados. Son aquellas profesiones con un contenido de trabajo directamente relacionado con las personas, por ejemplo: los médicos, los psicólogos, los juristas, etc. Resulta natural la necesidad de que la sociedad exija de esos profesionales un ejercicio laboral acompañado del cumplimiento de normas de conducta adicionales; asegurándose así a un tiempo, la protección de los intereses de los individuos y la confianza en el ejercicio de ese quehacer. La Función Jurisdiccional, objeto de nuestro interés ético, posee un status especial en cuanto a exigencias morales se refiere. El ejercicio de la labor jurisdiccional entraña el enfrentamiento a numerosas situaciones conflictivas de carácter complejo que exigen activas búsquedas morales para su solución. El Juez, por su proyección se convierte en una personalidad social y comunitaria, por cuanto participa con poder decisorio sobre los destinos de las demás personas, por ello debe poseer como fundamento moral: la honradez, la firmeza de principios y una adecuada conducta personal. En fin, el Juez se constituye con su actuar profesional, en custodio de la Justicia y en protector de los bienes comunes, como por ejemplo: el orden social, la seguridad ciudadana, etc. Para Marta González Rodríguez (2001), resulta difícil encontrar otra profesión que obligue diariamente a enfrentarse con tan gran número de las más disímiles situaciones, actos, motivaciones y caracteres humanos. Y en medio de toda esa diversidad resulta necesario orientarse de una manera operativa, integral, plena y profunda. Las experiencias en otros Estados, con la creación de Códigos de Ética que permitan mantener un control de idoneidad moral en la actuación de los jueces, demuestran que para los ciudadanos, usuarios del sistema judicial, es necesaria la regulación formal de la idoneidad moral de los encargados de ejercer la función jurisdiccional, por lo tanto el estudio de la aplicación de estas normas, a la función específica del juez, merece un análisis profundo. En este sentido, es necesario tratar de analizar que aportes trae consigo el Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana, donde se establecen los principios éticos que guían la conducta de los jueces y juezas de la República, así como su régimen disciplinario, cuyo fin es garantizar la independencia e idoneidad de éstos y éstas, preservando la confianza de las personas en la integridad del Poder Judicial como parte del sistema de justicia. Así pues, se pretende normar lo que sería la conducta ética del juez y jueza venezolana, estableciendo sanciones, amonestaciones y destituciones, pero el objetivo del Código, se enmarca en los parámetros dentro de los cuales debe ejercer su función, los cambios efectuados buscan garantizarle al Poder Judicial una norma que permita que la carrera judicial se ejerza con la responsabilidad requerida. El Código deroga la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura de 1998, el Reglamento de la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial del 2005, los artículos 38,39 y 40 de la Ley de Carrera Judicial, el 29, 30, 31,32 y 33 del Decreto sobre el Régimen Transitorio del Poder Público (1999), los artículos 31 al 42 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (1998). La reforma es de ocho artículos, relacionados con el sagrado derecho a la defensa de los jueces y juezas. Entre ellos se proponen sanciones como inhabilitaciones, que pueden comprender lapsos de entre dos a quince años, dependiendo de la falta cometida, igualmente, se establece como un deber del juez o jueza el valorar las pruebas en conjunto, tanto con la parte denunciante como con el juez objeto de investigación. Se modificaron los artículos 26, 29, 34, 61, 62, 74, 79, 82 que explican aspectos relacionados con el derecho a la defensa de los jueces, así como también la disposición transitoria tercera del Código de Ética anterior. La reforma de este código de ética se hizo necesaria según los legisladores para mejorar las normas, además de garantizar su correcta interpretación y su efectiva aplicación para salvaguardar los derechos de los jueces, magistrados y funcionarios que pueden estar sometidos disciplinariamente a la justicia. Siendo las reformas las siguientes: Artículo 29. Amonestación escrita En la reforma a este artículo se establece que para salvaguardar los derechos del investigado, y por ende el debido proceso, que si se hubiere cometido un hecho que amerite amonestación escrita se debe notificar previamente al juez, en donde se debe informar por escrito: - Del hecho que se le imputa y - Demás circunstancias del caso. Para que dentro de los 5 días hábiles siguientes, en una audiencia oral, formule los alegatos que tenga a bien esgrimir en su defensa, cumpliendo así con el principio del debido proceso. De igual forma, se corrige en este artículo la imprecisión que existe con respecto al lapso para que el Tribunal Disciplinario Judicial decida, ya que debe hacerlo dentro del lapso de 5 días hábiles. El artículo 34. Renuncia maliciosa: En la reforma a este artículo se corrige la desproporcionalidad que existe en la norma en cuanto a la aplicación de la sanción y se gradúa de acuerdo a la falta cometida y la sanción impuesta, suprimiendo la sanción de inhabilitación por el solo hecho de existir méritos para una investigación, que al final podría declarar la absolución del investigado. En la reforma a este artículo 34 se propone, que en caso de renuncia maliciosa habrá lugar de pleno derecho a la inhabilitación para el desempeño de funciones dentro del Sistema de Justicia pero graduándola desde 2 años hasta por un máximo de 15 años y en atención a la gravedad de la falta cometida y la sanción disciplinaria aplicada El artículo 61. Suspensión cautelar del ejercicio del cargo: En la reforma a este artículo, para corregir imprecisiones se establece que la suspensión provisional del ejercicio del cargo de juez o de jueza debe ser con goce de sueldo y se establece que dicha suspensión cautelar puede ser por un lapso de 60 días continuos, el cual podrá ser prorrogado por una sola vez. Por otra parte, en este artículo, se establece los motivos de terminación de la medida, los cuales serán por: - Revocatoria. - Decisión de sobreseimiento - Absolución en la averiguación. - Imposición de una sanción. Se corrige además una omisión del Código vigente, referente a la suspensión cautelar en caso de medida preventiva de privación de libertad, se establece en la reforma que si a un juez le ha sido dictada medida preventiva de privación de libertad, se le suspenderá del ejercicio del cargo sin goce de sueldo, si hay sentencia absolutoria el juez podrá ser reincorporado con la cancelación de los sueldos dejados de percibir durante el lapso en que estuvo suspendido. El artículo 62. Citación. La reforma a este artículo establece que dentro de los 3 días de despacho siguientes al vencimiento del lapso de promoción, las partes podrán ejercer el contradictorio de la prueba y el juez, dentro de los 3 días de despacho siguientes, debe admitir las pruebas que no sean manifiestamente ilegales o impertinentes y deberá ordenar evacuar los medios que así lo requieran. Se le da la facultad al juez en esta norma de omitir toda declaración o prueba sobre aquellos hechos que aparezcan claramente como no controvertidos entre las partes. Se establece por último, que en esta oportunidad debe el juez fijar la audiencia. En el artículo 74. Pruebas: Se mejora la redacción y se agrega el deber del juez de valorar las pruebas en conjunto, tanto las promovidas por la parte denunciante así como las aportadas por el juez investigado. De igual manera deberá el juez analizar y valorar las pruebas evacuadas fuera de la audiencia y las evacuadas en el desarrollo de la audiencia. En el artículo 79. Dirección del debate y Registro Se corrige lo referente a las pruebas, ya que la admisión de los medios probatorios promovidos serán recibidos y admitidos en una fase previa a la realización de la Audiencia, en la Audiencia solo se ordenará la evacuación de las pruebas promovidas admitidas y no evacuadas. En el artículo 82 Se corrige la redacción, pues la apelación es “para ante la Corte” y no “ante la Corte” Por otro lado se elimino la frase "por nacimiento" en el numeral primero del artículo 44, con el propósito de permitir que los venezolanos por naturalización tengan acceso al sistema de justicia para ser miembros de la Corte Disciplinaria o Tribunal Disciplinario. Además, en el literal B del mismo artículo 44 se incluyó la "honorabilidad" como complemento al hecho de ser jurista de reconocida competencia y porque atiende al hecho de ser éticamente demostrable que esa persona en su competencia y en su ejercicio profesional tiene las condiciones para ser miembro del Tribunal Disciplinario. Finalmente se cambió la redacción del literal del artículo 44. Quedó expresado de la siguiente forma: "Para ser juez o jueza del Tribunal Disciplinario Judicial o l Corte Disciplinaria Judicial se requiere tener un mínimo de siete años de graduado como abogado o haber desempeñado funciones en el área jurídica o de gestión en la administración pública durante un mínimo de cinco años o ser o haber sido profesor universitario en el área de derecho público durante un mínimo de cinco años". Así las cosas, nos asiste en esta oportunidad explanar algunas reflexiones suscitadas tras la aprobación del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana. Texto de rango legal dentro del ordenamiento jurídico venezolano. Si bien el citado código abarca materias más allá de la clásica deontología judicial, desde los célebres principios de la imparcialidad e independencia, pasando por aspectos como el uso adecuado del idioma castellano, hasta culminar en los delicados mecanismos del régimen disciplinario judicial y los procedimientos para su aplicación. El nuevo Código deontológico judicial venezolano, no se aparta del fin para el cual fue configurado desde su introducción al parlamento nacional venezolano en 2001: la concreción de un nuevo sistema de justicia, valga decir, el juez popular bolivariano, antiformalista, funcional y socialista. Ahora bien, necesitamos partir por el principio: la Ética. Abordar el concepto de la ética para precisar una posterior relación con la actividad judicial. La ética será la reflexión sobre la vida moral, es decir, todo el conjunto de discernimientos racionales sobre el destino y uso de nuestra libertad. El objeto material de la ética partiendo de la aproximación conceptual reseñada, serán los actos humanos analizados desde su dimensión moral, lo cual implica que la ética no prescribe de modo inmediato lo que dichos actos deben hacen, sino cuáles serían las consecuencias en el caso de materializarse a la vida real. El objeto formal de la ética, por el contrario, es revisar la forma de moralidad sin que la ética introduzca nuevos contenidos morales, esto se traduce en que debe abocarse por proporcionar aquel procedimiento lógico que permita discernir cuándo un contenido conviene a la forma moral. La ética no se queda en el plano de la reflexión general de los actos humanos. Ella, con el pasar del tiempo, ha estructurado un patrimonio cognoscitivo originado de situaciones, reglas o disciplinas específicas. El fenómeno jurídico, por otra parte, tampoco escapa de discernimiento ético, hasta el punto de que entre ambos se gestan particulares simbiosis que humanizan al Derecho por un lado, y por el otro le concede a la ética el apoyo suficiente para que pueda realizar su quehacer, sin que sea señalada como una disciplina ingenua. La ética jurídica, está encaminada fundamentalmente para reflexionar acerca del ejercicio del poder jurídico por sus operarios naturales (jueces, funcionarios, abogados litigantes, etc.). Cuando se concreta en cada uno de los actores que trabajan con el Derecho, la ética jurídica se transforma en ética judicial, ética del ejercicio de la profesión del abogado, ética del legislador, etc. Por la especificidad del tema nos detendremos en la llamada ética judicial, que según la definición de Gómez Barboza, “es la actitud de las personas que ejercen la función judicial que, en la búsqueda de lo que es bueno para la vida del hombre y de lo que cada uno de ellos debe hacer para realizarlo, permanentemente armonizan sus actos individuales con las estructuras e instituciones y, por lo mismo, concatenan su responsabilidad individual en la determinación y realización de lo bueno, con la responsabilidad de los órganos colectivos de decisión en la misma tarea. La ética judicial clásica es una ética deontológica, que basada en la idea exacerbada de un normativismo, cerró sus filas a favor de defender la legalidad como si se cumpliera el designio ético. Para la deontología jurídica clásica, el juez al interpretar debía considerar como indispensable, tomar la voluntad literal del legislador porque se consideraba como un magnífico auxiliar para la interpretación de la ley. Así, el cuidado de la legalidad será para la deontología clásica el primer deber, el primum principium ético una vez que se ejerciera la magistratura. Como podemos observar, la ética clásica tenía como objetivo la protección del sistema jurídico moderno soñado por los juristas de la codificación, frente a las posibles desviaciones ideológicas en las que podía incurrir el juez. Podemos decir que la ética judicial clásica protegía el dogma de la única solución (unilateralidad interpretativa) al puro estilo del more geométrico, imponiéndole al juez un deber de abstención interpretativa. La ética de este tiempo colocará al juzgador en una posición nada feliz, pues la prudencia que los había caracterizado, que le había contribuido para el progreso jurídico, salía del ámbito judicial para instalarse cómodamente en los curules legislativos. En este orden ideas, podríamos considerar al Artículo 10 del Código de ética del juez o jueza venezolano y el problema de la ética en la interpretación jurídica como un ¿Retorno hacia un neoclasicismo deontológico? Aunque es positivo el tratar de reglamentar las conductas del juez extra processum, a la deontología clásica y postclásica hay que recalcarles que la función propia de los órganos jurisdiccionales es realizar el Derecho, realización que se materializa gracias a la interpretación. Un adelanto de la deontología clásica del nuevo cuño ha sido, para el caso venezolano, el artículo 10 del recién aprobado Código de Ética de los Jueces Venezolanos o Juezas Venezolanas. Establece el citado dispositivo lo siguiente: “Las argumentaciones e interpretaciones judiciales deberán corresponderse con los valores, principios, derechos y garantías consagrados por la Constitución de la República y el ordenamiento jurídico. El juez o la jueza no debe invocar en su favor la objeción deconciencia” Al analizar este artículo, estamos de acuerdo en la inclusión y preocupación judicial por los más desamparados en sociedades como la nuestra donde configuran más de la mitad poblacional. Es quizá un imperativo de acercamiento ético judicial como dice Javier de la Torre; inclusive, en las bases de nuestra Constitución bolivariana de 1999 se reafirma como un valor supremo la voluntad popular sobre la voluntad judicial. Recapitulando, podemos concluir primeramente que la deontología judicial contemporánea no se agota en abordar los pormenores de la “imparcialidad”, la justicia y los valores del estamento judicial. En nuestros días se extiende hacia los ámbitos de la interpretación y de la actividad argumental inclusive, como bien lo reconoce el Código de Ética del Juez y Jueza Venezolano, pero, con la limitante de establecer un horizonte hermenéutico al juez patrio referido en valores y demás parámetros dictaminados por el ordenamiento jurídico. Hasta este punto nos parece un Perogrullo, pero, en la dinámica venezolana marcada por abstracciones del llamado “poder popular”, las distorsiones hacia esos valores y principios estaría vinculada a las actividades y manifestaciones tumultuosas de la República más que hacia los delicados artilugios de expresión popular. En tercer término, para ratificar ese sabor “populachero” del nuevo Derecho expresado por los jueces, se les impide a toda costa -uso de la prohibición “no debe”- acogerse al mecanismo defensor de la pluralidad valórica en sociedades libres como es la “objeción de conciencia”. BIBLIOGRAFIA La Responsabilidad de los Jueces en Venezuela. Josefina Calcaño de Temeltas. Impresos Urbina. Caracas 1982. Constitución y Justicia Constitucional. Jesús Maria Casal. UCAB. Caracas, 2000. El Derecho de los Jueces. Diego Eduardo López Medina. Universidad de los Andes. Colombia. 2007. Ley de Reforma Parcial del Código de Ética del Juez Venezolano y Jueza Venezolana Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela www.google.com