Dos Doctorados - Sitio Institucional del Instituto de Filosofía Práctica

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DECLARACIÓN DEL INSTITUTO DE
FILOSOFÍA PRÁCTICA ANTE DOS
DOCTORADOS
I.Hace alrededor de un mes, la Universidad Católica de la
Plata, en un gesto que la honra, confirió el doctorado “honoris
causa” al Pbro. Dr. Alfredo Sáenz.
Poco antes, la Pontificia Universidad Católica Argentina
Santa María de los Buenos Aires, confirió el doctorado
“honoris causa” al rabino Abraham Skorka.
Estos otorgamientos dicen mucho y señala dos rumbos
hace tiempo asumidos por ambos institutos de altos estudios.
Estuvimos en la ciudad platense y en medio de una numerosa
concurrencia, se destacaban unos cincuenta sacerdotes
discípulos del homenajeado. Es una prueba que el Padre
Sáenz no trabajó con su arado en el mar. En la UCA,
evidentemente no estuvimos.
Como estos otorgamientos, dan tema para amplias
reflexiones filosóficas no podemos dejar de referirnos a ellos.
II.El otorgamiento al Padre Sáenz es un premio a un
hombre veraz, a un sacerdote de Jesucristo, a un gran
teólogo, con sed de verdad, quien desde hace muchos años
viene cumpliendo acabadamente con nosotros y con muchos,
una obra de misericordia espiritual: enseñar al que no sabe.
Una vocación docente, asumida con generosidad,
condujo al Padre Sáenz por los senderos de la moral, de las
bellas artes, de la historia y hasta de la política, entendida
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ésta como el estudio de los grandes principios que gobiernan
el obrar y el hacer en este campo, y que surgen de las
exigencias de la ley natural y de la ley divina positiva.
El rector de la Universidad platense hizo una prolija
enumeración de las obras escritas por el galardonado,
organizándolas
como
si
construyera
una
catedral.
Apabullante.
Todo en la vida del Padre Sáenz ha sido constructivo. A
partir de Dios y de su palabra, expresada en las Sagradas
Escrituras, se consideran las realidades eclesiásticas y
temporales. La perspectiva del premiado tiene sabor de
eternidad, porque su empresa ascensional comienza en la
tierra y acaba en los cielos.
El Padre Sáenz, como nosotros, se considera heredero
legítimo de los Cursos de Cultura Católica y le agradecemos,
al aceptar la distinción, el haber señalado a este Instituto de
Filosofía Práctica, como uno de los pocos lugares donde desde
hace muchos años, gracias al magisterio de Guido Soaje
Ramos, se piensan las cosas. Porque una cosa es estudiar y
otra prestar un local para conferencias.
Una pasión del Padre Sáenz, regida por la inteligencia y
que compartimos totalmente es la de la Cristiandad, realidad
política que consiste en la aceptación de los criterios
evangélicos para gobernar a los pueblos y conducir a sus
integrantes en forma inmediata al bien común político y en
forma mediata a Dios, bien común trascendente.
Ante esto no se puede ser neutro o imparcial, porque en
lo temporal se juega nuestro último destino; como está
escrito en el Evangelio: “el que no está conmigo está contra
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mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mateo, 12,
30).
III.El
segundo
doctorado,
no
recoge,
sino
que
lamentablemente desparrama. Hace tiempo, desde la época
del rectorado de Monseñor Zecca, la UCA sufre un triste
proceso de descomposición progresiva. Como lo hemos
denunciado otras veces, el humo de Satanás parece haberla
invadido. Grandes irresponsables prosperan sin escrúpulos,
mientras demuelen lo que algún día pretendió ser una
Universidad, herencia de los Cursos de Cultura Católica. Y
ahora, premia a Skorka, por “su actividad sobresaliente en
pro del desarrollo de la cultura”.
El actual rector Víctor Manuel Fernández, no deja
inexactitud por decir cada vez que habla o escribe.
Así, organizó una muestra acerca de la “Dignidad de las
Villas Miseria”, lugares que no dignifican a nadie sino que
constituyen ámbitos de amontonamiento, masificación,
promiscuidad, delito, corrupción, drogas. Podría haber leído a
Charles Péguy que afirma: “antes de la instauración del
mundo moderno, un hombre sin dinero era pobre, y estaba
todo dicho; hoy es un ser miserable, es un ser disminuido… La
miseria no sólo hace desgraciado al hombre, sino que provoca
en él una decadencia; es el único mal incurable porque carece
de sentido. La miseria niega la esperanza, niega el amor,
niega la inteligencia; niega todos los valores espirituales a un
ser rebajado a una categoría inferior a la de la bestia”
(Daniel-Rops, “Péguy”, Difusión, Buenos Aires, 1946,
ps.115/116.
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Este Rector, en su lamentable cortedad natural, parece
que nunca podrá entender la diferencia entre la pobreza, que
puede dignificar y la miseria que degrada.
Así también, en un penoso artículo, publicado en un
matutino, comparó al aborto con la conquista española en la
cual afirmó que los españoles mataban a los indios por
considerar que no tenían alma.
Y como si fuera tema de su competencia, apoyó la ley
acerca de la venta de tierras a extranjeros, al ofrecer el
discurso de apertura del Seminario sobre la ley de tierras,
organizado por el Ministerio de Agricultura, (Conf. Félix
Sanmartino, “El extranjero, un nuevo depredador de nuestra
fauna” en La Nación, Buenos Aires, 6/10/2011). Esta ley, si
hubiera existido en otra época, hubiera impedido que
surgieran en la Argentina los grupos CREA y la empresa
modelo Flandria, entre muchas otras realizaciones forjadas
por hombres llegados de Europa, que hicieron por la
Argentina mucho más que tantos argentinos; así, también por
gestión de extranjeros, surgió la Aeroposta Argentina, que
compró terrenos y construyó aeropuertos en toda la
Patagonia, región que en tiempos de Saint-Exupéry y otros
pioneros, con elementos muy precarios, estaba por vía aérea
mejor comunicada que en nuestros días.
IV.El novel doctor Skorka hizo la apología del “ideal
profundo del movimiento sionista”, sin la mínima referencia a
sus entuertos, acusó a la Iglesia de antisemita y afirmó, con
absoluta falsedad, que el antisemitismo nacional socialista
tuvo raíces católicas. Podemos recomendar a este doctor en
ignorancia, de perfil posmoderno, que lea los libros de Rohan
Butler, profesor de la Universidad de Oxford, titulado “Las
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raíces ideológicas del nacional socialismo”, Fondo de Cultura
Económica, México, 1943; del P. Julio Meinvielle, “Entre la
Iglesia y el Reich”, Adsum, Buenos Aires, 1937 y de Enrique
Rau, entonces pensador y sacerdote excelente, “El racismo
nacional-socialista y el cristianismo”, Gladium, Buenos Aires,
1939.
Skorka convocó a revisar los Evangelios en su condena al
fariseísmo y concluyó afirmando que “la enseñanza de Jesús
sobre el amor ya estaba en el Talmud”. ¿En qué lugar de ese
texto se encuentra el mandamiento nuevo, inventado por
Cristo, que establece una norma muy superior a la regla
clásica del amor al prójimo como a uno mismo: “Este es el
mandamiento mío: que os améis unos a los otros como yo os
he amado”? (Juan. 15, 12).
El novel doctor exaltó la figura de su colega Marshal
Meyer, pedófilo y corruptor de menores, hechos comprobados
por la Justicia por denuncias de la misma comunidad judía.
Y finalmente, se escuchó y aplaudió, en la Universidad
Católica, la negación de la divinidad de Cristo, pues “estamos
esperando al Mesías. Él va a venir cuando Dios lo disponga”.
O sea que Jesús fue un gran impostor; un blasfemo, un gran
mentiroso. Sin embargo, sigue resonando sus palabras en
respuesta a la pregunta; “¿Tú eres el Hijo de Dios?... Vosotros
lo decís; Yo soy” (Lucas, 22, 70). Y la afirmación de su
identidad divina con Dios Padre: “el que me ve a mí, ve a
aquel que me ha enviado” (Juan, 12, 45). Porque quien ve a
Jesús, ve al Padre. En esto creemos.
Luego, el largo aplauso de los tibios incapaces de decir
¡No! aunque sea para defender las verdades más elementales.
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A Cristo nuestra adoración. A estos viejos y nuevos
idólatras, falsificadores, mendaces, a todos los “perros
mudos”, que por conservar sus canonjías y cargos docentes,
todo lo callan, todo lo otorgan, nuestro desprecio.
Buenos Aires, noviembre 23 de 2012.
Bernardino Montejano
Presidente
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