A las máximas autoridades del Gobierno de la Nación Argentina y Provincia de Buenos Aires; A las máximas autoridades Legislativas de la Nación Argentina y Provincia de Buenos Aires; A todos los ciudadanos de la Nación. El Derecho a la Educación se encuentra garantizado en nuestra Constitución Nacional en el art. 14 desde el mismo momento en que fue sancionada en el año 1853. Este derecho jamás fue puesto en duda ni fue separado de los preceptos fundamentales que dieron origen a nuestro país como Nación en ninguna de las reformas posteriores. Por el contrario, el Derecho a la Educación conforma, actualmente un derecho que se encuentra reforzado por la incorporación a nuestra C.N. de Convenciones y Tratados Internacionales, plasmados en el art. 75 inc. 22, que hacen al Sistema Internacional de Derechos Humanos. Así el derecho que hoy estamos reclamando nos sea garantizado, en las condiciones que la propia Carta Magna impone, esta fundado el derecho que nos asiste, en lo principal en lo dispuesto en el artículo 14 de la Constitución Nacional, normas constitucionales y de derecho internacional de derechos humanos constitucionalizado por el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional y concordantes. La Constitución Nacional no es “best seller”, que sirve para ratos de ocio de gobernantes y ciudadanos, es nuestro máximo resguardo ante el avasallamiento concreto y/u potencial del sistema de Derechos y Garantías que nos amparan. Cuando decimos “nos amparan”, decimos que es el piso del que se parte y del cual no nos podemos bajar. Hoy nuestro derecho a: "Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio, a saber...aprender.” (art. 14 C.N.); garantizado por el art. 31 de la Constitución Nacional: "Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el congreso... son la ley suprema de la Nación..."; “Toda persona tiene derecho a la educación, la que debe estar inspirada en los principios de libertad, moralidad, y solidaridad humana. Así mismo tiene el derecho de que, mediante esta educación, se le capacite para lograr una digna subsistencia, en mejoramiento del nivel de vida y para ser útil a la sociedad. El derecho de educación comprende el de igualdad de oportunidades en todos los casos, de acuerdo con los dotes naturales, los méritos, y el deseo de aprovechar los recursos que puedan proporcionar la comunidad y el Estado...” (art. 12) de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. 75 inc. 22 C.N.); (art. 2), “1. Cada uno de los Estados partes... se compromete a adoptar medidas... para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados... la plena actividad de los derechos aquí reconocidos. 2... se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en el se enuncian, sin discriminación alguna por motivos de.. .origen nacional o social, posición económica... o cualquier otra condición social.” Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, (art. 75 inc. 22 C.N.), en principio, están puestos seriamente en riego. Así lo indica la realidad, de no contar nuestro establecimiento, como muchos otros de la Provincia de Buenos Aires y del País, de la mínima estructura que garantice el desarrollo del proceso educativo en condiciones mínimas de dignidad. Hoy la falta de calefacción en las escuelas no solo atenta contra el debido proceso educativo, el de “enseñar y aprender” (art. 14 C.N.), sino que, también pone en riego otros derechos de igual rango constitucional como lo son el Derecho a la Salud. El derecho a la salud constituye un derecho constitucional de las personas, y la misma no se limita sólo a la ausencia de enfermedad sino también al equilibrio físico psíquico y emocional según definición de la Organización Mundial de la Salud. El derecho a la salud, derivado del derecho a la vida, tiene jerarquía constitucional por la preceptiva del artículo 75 inciso 22. Y así, es reconocido en diferentes instrumentos internacionales de derechos humanos; por ejemplo, según el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, los Estados reconocen el derecho de toda persona a disfrutar el “más alto nivel posible de salud física y mental" (art. 12.1). Concretamente, el derecho a la salud ha sido reconocido expresamente por la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en sus artículos XI y XII; Declaración Universal de Derechos Humanos por sus artículos 1°, 3° y 25; Convención Americana sobre Derechos Humanos en su artículo 4°, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales por el artículo 12. Más allá de las reglas del derecho internacional de los derechos humanos, existen otras que tampoco pueden dejar de aplicarse. La normal prudencia indica que nadie puede privar a una persona de recibir prestaciones adecuadas para el cuidado de su salud, sino tampoco de la posibilidad de la generación de condiciones de estabilidad emocional y psicológica para la vida plena y saludable. Y todo ello se pone en riesgo, esgrimiendo argumentos que únicamente tienen que ver con presuntas situaciones económicas o financieras no comparables con los derechos afectados. O como el caso que nos toca vivir, donde con el pretexto de la seguridad, se clausura el suministro de gas sobre el comienzo del invierno, cuando es sabido que en nuestro país reinan temperaturas bajas, en determinadas épocas del año; así se nos aplica un régimen de excepción al sistema climático, cuando las consecuencias del mismo son claramente previsibles. Precisamente es el Estado por intermedio de sus diferentes poderes quien debe garantizar antes que nadie y nada el derecho a la salud de sus habitantes, pues, de otro modo estaría menoscabando el respeto al derecho a la vida, el que sirve de basamento a todos los demás derechos, principios y garantías reconocidos en nuestra Constitución Nacional. No lo decimos por alarmar y dar signos de “presuntas víctimas” en forma injustificada. Solo le basta a las autoridades educativas de la Provincia de Buenos Aires cotejar el nivel de ausentismo y los motivos del mismo, en los primer días de frío en el otoño. No es necesario que lean “Ensayo Sobre la Ceguera” del Premio Nóbel de Literatura, José Saramago, para tener una idea acabada del estado de abandono e irracionalidad en que nos sumerge el sistema educativo a la comunidad toda. No solo están en riego nuestro derecho a la educación y la salud, también están en riego los derechos de nuestros docentes y directivos a enseñar y a su propia salud. No somos indiferentes a ello; sabemos que su presencia es fundamental para que podamos acceder a la educación que nos permitirá formarnos y desarrollarnos como adultos responsables. Pero les preguntamos a las autoridades educativas, con nuestro mayor respeto: ¿realmente están en condiciones de asegurar que para la prosecución de las clases en mínimas condiciones de aclimatación, hay que cambiar TODO el sistema de energía por gas? ¿No se podría pensar que si partimos de lo que tenemos y se lo repara para evitar tragedias, obras de tal envergadura como las planteadas, se podrían encarar en momentos y época del año que no pongan en juego el ciclo lectivo? Tenemos claro que no es con soluciones parciales, que hacen colapsar otro sistema de energía, como se solucionan las cosas; también tenemos claro que no es mandándonos a no manifestar públicamente nuestros derechos cómo se solucionan los mismos. Escribimos estas reflexiones en el día en que se conmemora el Día de la Bandera, en homenaje al Gral. Manuel Belgrano, del que con sus gestos de patriotismo y desprendimiento personal y material, se materializó el primer acto de corrupción en nuestro país. Cómo jóvenes y alumnos queremos estar a la altura de las circunstancias y no ser solo partícipes directos del reclamo a este conflicto que hoy pone en riego el libre ejercicio de acceder a nuestro derecho a la educación, sino que también solicitamos participar en la solución del mismo para evitar mayores dispendios y actos de corrupción que hagan ilusorios los derechos que ya mencionáramos. Alumnos de la Escuela de Educación Media Nº 6, (Ex Nacional de Vicente López) Vicente López, Provincia de Buenos Aires. (Agustín Álvarez 1427/31 (1638); tel: 47958889)