Acontecimientos Históricos que generaron el surgimiento de la

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ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS QUE GENERARON EL SURGIMIENTO DE
LA SOCIOLOGÍA.
Luis G. Acosta Rivellini
Profesor Titular de Sociología.
Cátedra “B”.
El Nacimiento de las Ciencias Sociales.
En varios momentos de la historia del pensamiento occidental surgieron
movimientos que podían haber llevado al establecimiento de las ciencias sociales.
Al final del período renacentista, Francis Bacon (siglo XVI) ya había vislumbrado
las posibilidades generales de la ciencia social. A partir de entonces y en
diversas ocasiones, habría de producirse el paso de la ciencia física a la ciencia
social, no solamente por la influencia de Bacon. Un siglo después se produce la
incursión de George Berkeley en la física social, con su ensayo De motu (1713).
Berkeley trazó analogías entre la acción de la fuerza física en el mundo material y
la fuerza moral y psicológica entre las personas. Comparó el principio de atracción
del sistema solar con la atracción entre los hombres.
Sin embargo, tales esfuerzos en la dirección de la ciencia social eran prematuros.
Antes que por su propio derecho pudiera surgir una auténtica ciencia social
hubieron de darse dos condiciones fundamentales –señala Martindale-: “1) en la
esfera de los fenómenos sociales hubo de establecerse el naturalismo, doctrina
según la cuál todos los fenómenos pueden explicarse en términos de secuencias
de causa-efecto que se producen en el mundo de la naturaleza. 2) hubo que dejar
al margen (cuando no ignorarlos totalmente) los sistemas de valoración ética, para
hacer posible el examen de las relaciones sociales aparte de los valores”. El
cumplimiento de estas condiciones había sido anticipado muchas veces en la
historia, por ejemplo al tratar de Leonardo; pero hasta los siglos XVII y XVIII, con
los logros de las ciencias naturales, recientes y al alcance de la mano como
modelos, no se produjo el hecho de que un número considerable de grandes
inteligencias empezaran a converger en una concepción general dela realidad que
sacaría los fenómenos sociales y mentales del campo de lo sobrenatural y los
vería por el contrario como elementos del mundo de la naturaleza.
El Movimiento que dio cuerpo a la idea de los siglos XVII y XVIII, según el
cuál el entendimiento humano pude dominar al mundo sin necesidad de recurrir a
ayuda sobrenatural o tradicional, se suele conocer con el nombre de Ilustración.
La idea fue aplicada a la ética, la filosofía, la religión, la historia, el derecho y la
política. El racionalismo, según el cual el individuo y la vida social pueden ser
interpretados y regulados conforme a un conjunto de principios patentes,
directamente asequibles por la razón, fue una de las grandes doctrinas de la
Ilustración. El término ilustración se refiere al movimiento; el término racionalismo
se refiere al punto de vista fundamental mantenido por la Ilustración.
El Racionalismo del Siglo XVIII.
Al estudiar cada una de las ciencias sociales hasta sus orígenes en el Siglo
XVIII, encontramos siempre a las mismas personas: Voltaire, Condorcet, Goethe,
Gibbon, Ferguson, sin olvidar a Juan J. Rousseau y sus colegas, los grandes
pensadores de la Ilustración. No todos estos hombres pensaban igual, pero en
un estudio retrospectivo podemos sacar una cuantas proposiciones centrales que
eran más o menos comunes al racionalismo del siglo XVIII:
1) La razón es la propiedad del hombre que universalmente le distingue. El
sentido común como dice Descartes, es de todas las cosas la más ampliamente
repartida entre los hombres. 2) La naturaleza humana es en todas partes es la
misma. De aquí que las variaciones en la naturaleza humana manifiesta se
deban a las condiciones locales, a los accidentes históricos, a la persistencia de
la tradición o a la penetración de lo absurdo de la conducta. 3) Las instituciones
se hacen para los hombres, y no los hombres para las instituciones. Las
instituciones son instrumentos y han de ser valoradas según su capacidad para
favorecer la personalidad humana. El hombre, en frase de Rousseau, nació libre y,
sin embargo, en todas partes lo encontramos encadenado. 4) El progreso es la
ley central de la sociedad. El rasgo más asombroso de la sociedad humana,
según lo vio Condorcet, es el continuo perfeccionamiento de la mente humana. Es
cierto que toda edad tiene sus errores y problemas característicos, pero es
también un estadio en el progreso. De aquí que el hombre haya de apartar sus
ojos del pasado para dirigirlos hacia el progreso del presente y las metas del
futuro.
5) El ideal que guía al género humano es la realización de la
humanidad.
Estas fueron las ideas generales corrientes entre los pensadores de la Ilustración.
Tales ideas proporcionaron la base racional para liberar el pensamiento social del
mundo de lo sobrenatural, y en ésta matriz intelectual fue donde las distintas
ciencias sociales empezaron a tomar forma. A su vez fueron las ideas que
provocaron La Revolución Francesa del 14 de Julio de 1789, que tanta
influencia tuvo en Europa y en América.
En el siglo XVIII ya habían cedido la intensidad religiosa que acompañó la
Reforma y las pasiones surgidas a lo largo de las luchas entre protestantismo y
catolicismo. La fijación política de esas formaciones religiosas ya se habían
efectuado al llegar este siglo. La paz política y religiosa se había conseguido, al
menos temporalmente. En todo caso los intelectuales no eran líderes religiosos,
aunque en ocasiones se vieron preocupados por ésos fenómenos, y normalmente
se situaron del lado de aquellas fuerzas de sus respectivos ordenes sociales que
veían con agrado la terminación de las guerras de religión. En consecuencia los
intelectuales de la ilustración no ignoraron la religión, sino todo lo contrario. El
pensado ilustrado solía ver a la religión tradicional como su más digno adversario.
Al mismo tiempo, y con pocas excepciones, no estaba dispuesto a prescindir de
ella. Más bien uno de los aspectos del pensamiento ilustrado fue la oposición a
la religión tradicional y el deseo de llegar a una manifestación nueva y más
adecuada, movimiento conocido como “Deísmo”.
El deísmo y la Naturalización de la vida social para el estudio científico.
El deísmo contó entre sus adictos a pensadores como Voltaire, los
enciclopedistas, Hume, el conde Shftesbury, Benjamín FranKlin, Thomas Jefferson
y otros muchos intelectuales de Francia, Inglaterra y Norteamérica. No llegaron a
conseguir una unidad completa, pero estaban de acuerdo sobre unos cuantos
puntos centrales: 1) trataron de establecer la religión sobre la base de la razón en
vez de sobre la autoridad; 2) rechazaron la tradición, excepto en lo que tenía de
“razonable”; 3) redujeron la esfera ocupada en la religión por la “revelación” y los
“milagros”; 4) criticaron vivamente aquellos dogmas religiosos de difícil justificación
racional (como es la doctrina de la Trinidad); 5) creían que hay un conjunto de
nociones religiosas universales implantadas en el espíritu de todos los hombres; 6)
creían que Dios no interviene continuamente en los procesos naturales del mundo,
sino que permite que las leyes naturales actúen una vez que las ha puesto en
movimiento.
Esta religión, que evitaba cuidadosamente el exceso emocional, concordaba muy
bien con el estilo de vida de unos intelectuales de salón, comedidos y delicados.
Además, semejante religión no podía dejar de atraer a los administradores
políticos responsables, que habían experimentado las rebeliones de los
sectarismos religiosos. Una religión que llama a todos los pueblos y aboga por la
búsqueda serena de un terreno común en la experiencia religiosa de todos los
hombres, no podía carecer por completo de atractivo de los “déspotas ilustrados”,
interesados en la paz dentro de sus fronteras nacionales.
El deísmo estaba íntimamente ligado al ambiente social. Además, tuvo por si
mismo consecuencias de considerable importancia. Representó la penetración del
racionalismo en las más profundas esferas del pensamiento religioso.
A través de tal penetración quedó ampliamente asegurada la “naturalización” de
este importantísimo campo de la experiencia humana.
Y si incluso la más
sagrada de todas las esferas –la de la vida espiritual del hombre- quedaba sujeta
a leyes naturales, no había razón para que no pudiera ser objeto del estudio
científico. El deísmo constituyó una imagen de la extensión decisiva de las formas
naturalistas del pensamiento a los más lejanos campos de la esfera social.
El hecho de que se estaba dando un paso decisivo hacia la naturalización de la
vida social, preparándola para el estudio científico, se puso de manifiesto no sólo
en el deísmo, sino también en muchas zonas que por entonces formaban un solo
bloque bajo el nombre de “filosofía social”, zonas que formarían núcleos de
nuevas ciencias sociales.
El Nacionalismo y el Capitalismo como marco de la Ciencia Social.
Entre los grandes acontecimientos de los tiempos modernos, sobresale
como fundamental la aparición del estado nacional y del orden económico
capitalista. En efecto, el estado moderno surgió como consecuencia de la alianza
de la burguesía y el Rey que limitaron el poder de los señores feudales –en lo
interno- y de la Iglesia de Roma y el Imperio –en lo externo-. Estos movimientos se
produjeron a lo largo de un período de tiempo considerable, que tiene sus
comienzos a finales de la Edad Media. Tanto el nacionalismo como el capitalismo
son formaciones sociales que exigen una considerable reorganización de los
anteriores modelos de orden social. Ninguno de los dos pudo avanzar sino a
expensas del orden anterior. Esto significó que sólo podían avanzar a expensas de
la tradición. Cada avance suyo se vio marcado por la desintegración de costumbres
e instituciones tradicionales, y ésta se produjo en parte porque aquellos
incorporaron a su servicio ideas creadoras.
El siglo XVIII fue una especie de punto culminante en el camino hacia el
nacionalismo y el capitalismo modernos. Políticamente se había completado la
primera etapa del establecimiento del Estado Moderno. Los “déspotas ilustrados”,
como Federico el Grande de Prusia; Catalina de Rusia y José II de Austria, habían
conseguido una integración y un equilibrio político temporales. Económicamente
fue también un período de “nivelación”. Los grandes viajes de descubrimiento
llevados a cabo durante el Renacimiento habían dado su fruto. En el tráfico de
Europa se volcaron grandes cantidades de metal precioso traídas especialmente
por los españoles y los portugueses, y que fueron en parte responsables de una
tendencia inflacionaria secular de amplio alcance. Se dejaban sentir los efectos del
tráfico colonial, y la importación de materias primas y la exportación de bienes
manufacturados se fue haciendo típica de la relación entre la colonia y la metrópoli.
Se había realizado la revolución comercial, como una gran etapa hacia el
capitalismo moderno. Más aún, el despotismo ilustrado y el comercio fueron
fenómenos asociados, ya que los estados nacionales no sólo crearon zonas de
“libre comercio” dentro de la frontera de sus estados, sino que prosiguieron ciertas
políticas, llamadas “centralistas” o “mercantilistas”, para conseguir “un balance
comercial favorable”: la exportación de manufacturas u otros materiales y la
importación de dinero como mecanismo para formar las reservas monetarias de la
economía política. Así, la suerte del comercio quedó unida a las del nacionalismo.
La Revolución Industrial.
Otro acontecimiento de gran significación constituyó la “Revolución
Industrial” a fines del siglo XVIII, que implicó la introducción del maquinismo, como
el telar mecánico, la máquina a vapor y otros instrumentos que produjo el gran
incremento de la “productividad del trabajo” es decir, el aumento de la producción
de mercancías a más bajo costo y con mayores posibilidades de incrementar las
ganancias de la empresas. Esto tuvo su correlato social inicial, el desplazamiento
de mano de obra humana, que luego con la generalización del maquinismo pudo
superarse. Sin embargo, comenzaron a gestarse las primeras protestas obreras,
que no sólo tenían que ver con el salario y las condiciones de trabajo, sino que
comenzaron a manifestarse los primeros conflictos de importancia entre
trabajadores y empresarios. En los países de producción capitalista avanzada, se
verificó un aumento de tales conflictos y la preocupación por encontrarles un
cauce de solución. Y de estos temas no se ocupaba en particular ninguna
disciplina científica. Este va a ser el momento propicio para las ciencias sociales
y en particular para la Sociología.
El acontecimiento tuvo lugar en Inglaterra, Holanda, Alemania, posteriormente en
Francia y en América su primer escenario fueron los Estados Unidos. Se trató de
un punto de inflexión en la economía y en la sociedad de los países avanzados
pero con hondas repercusiones en los países rezagados, productores primarios y
periféricos que comenzaron a demandar los bienes producidos por la industria
europea. Fue la primer revolución, a la que habrían de sucederle otras en el siglo
posterior y con mayor intensidad en el Siglo XX, sin embargo su presencia marcó
la impronta de la “sociedad industrial” que sería tema principal de preocupación de
la Sociología ni bien ella surge.
La Ciencia Política.
El nacionalismo y el capitalismo eran poderosos sistemas de fuerza
antitradicional. Cuando en el siglo XVIII consiguieron una estabilidad temporal,
proporcionaron esferas de actividad que pedían una explicación racionalista y
naturalista. La ciencia política y la economía estaban ya encaminadas hacia su
separación como ciencias sociales especiales.
En las esferas políticas, la aplicación de los supuestos del naturalismo y el
racionalismo se tradujo en el intento de “derivar” el Estado a un acuerdo
Contractual, como lo plantearon Thomas Hobbes (“El Leviatán”), John Locke
(“Ensayo sobre el Gobierno Civil”) Juan J. Rousseau (“El Contrato Social”) que
terminaba con el “estado de naturaleza” representado por los individuos en
situación prepolítica. El Estado tenía que ser “racional”, producto de una decisión
conciente. Se le hizo descansar sobre la “naturaleza humana” y sobre la
capacidad del individuo para prestar consentimiento “racional”. Todos los
derechos y deberes políticos habrían de derivar de esta fuente.
La Ciencia Económica.
El pensamiento económico se liberó de la ética aplicada de la teología
medieval, del mismo modo que la actividad económica se liberó de las relaciones
propias de una economía feudal de subsistencia. La organización provisional del
pensamiento económico llevada a cabo por mercantilistas estaba estrechamente
ligada a las necesidades económicas de los nacientes estados nacionales, y no
pudo lograr y no pudo lograr el nivel de plena generalidad científica. Si bien es
cierto que el mercantilismo planteó cuestiones relativas al valor económico, su
carácter y origen, y las técnicas de administración económicas a nivel nacional no
es menos cierto que convirtió la economía en una rama de la política aplicada,
limitando –al principio- la aparición de una ciencia autónoma.
La teoría fisiocrática partió del supuesto de que el comportamiento económico está
sujeto a leyes naturales. La motivación económica no es más que un aspecto
especial de la naturaleza humana universal. El comportamiento económico esta
dirigido hacia la propia riqueza y su incremento. La fuente de ésa riqueza (valor)
sólo puede estar en la “agricultura”, ya que entre las actividades humanas, ella es
la única que constantemente suministra productos, cuyo consumo mantiene y
alimenta la vida. Es estado debía tener un papel pasivo (laiser – faire) sin trabar
los fenómenos económicos que obedecen a leyes naturales. Adam Smith tomó
tales ideas de las obras de Quesnay, Turgot y otros fisiócratas. Más tarde el
pensamiento económico clásico se completa con las ideas de David Ricardo, John
Stuart Mill y finalmente por Carlos Marx.
El siglo XIX y la aparición de las Ciencias Sociales.
Según la visión de Tocqueville, la Revolución Francesa en unos pocos
años hizo más para consolidar el estado que todas las Monarquías durante siglos.
Se estableció el Ejército nacional mediante reclutamiento. El patriotismo hacia el
estado surgió como una nueva configuración del sentimiento comunitario, a
medida que aquél fue asumiendo una forma en la que todo hombre tenía su parte.
En la ola de la llamada “reacción” que siguió a la Revolución se puso un nuevo
acento sobre la tradición, la costumbre local, la singularidad histórica, y los
factores irracionales y emocionales de la conducta humana.
El racionalismo tuvo que ceder, como teoría de la naturaleza de la conducta
social humana, adecuada a las necesidades de sus propulsores. Pero el hombre
aparece reacio a abandonar una vez que ésta ha resultado útil. Mientras el
racionalismo declinó como teoría de la conducta humana propia de las clases
medias, asumió una forma más radical y fue invocado en nombre de las clases
trabajadoras. En esta forma refundida, el “socialismo científico” recogió los restos
de la ilustración e impulsó el estudio conforme los mismos.
El siglo XVIII estableció los presupuestos de la legalidad y naturalidad
de los fenómenos sociales. El siglo XIX los hizo empíricos. Todas las grandes
ciencias sociales –antropología, economía, geografía, jurisprudencia, ciencia
política, psicología y sociología- quedaban establecidas antes de acabar dicho
siglo.
Las ciencias sociales se transforman en disciplinas genuinamente
empíricas. , aun cuando no hubieran sido creadas por primera vez como ciencias
sociales diferentes.
Esta transformación puede apreciarse claramente por el desarrollo de la
jurisprudencia. Muchos estudiosos, desde Grocio a Kant, contribuyeron de
manera brillante al estudio del derecho, que su impronta se hizo permanente en
el desarrollo de la disciplina. Sin embargo, esta no tuvo autonomía hasta los
estudios de John Austin (1790-1859), bajo la influencia del utilitarismo inglés
(heredero del del racionalismo y el naturalismo de la Ilustración), estableció el
estudio de la jurisprudencia analítica. Esta trataba al derecho como un cuerpo
racionalmente completo y lógicamente cerrado de preceptos, que expresaba la
voluntad soberana. El derecho fue establecido como ciencia racional, del mismo
modo que la economía ó la teoría del Contrato Social de la Ciencia Política.
Luego en tierras germánicas tomó con Savigny el sesgo del despertar de la
conciencia nacional con contenido histórico, que se expresaba en la costumbre de
los pueblos y la expresión de su desarrollo cultural concreto en el tiempo. Así, el
derecho pasaba de ser una ciencia racional a ciencia empírica, se había instituido
la observación comparativa del hecho social, se había empezado a acumular el
cuerpo de materiales registrados, y había llegado a su plena realización y madurez
científica el estudio de una de las áreas decisivas de las relaciones sociales.
LA ANTROPOLOGÍA, GEOGRAFÍA Y PSICOLOGÍA.
La antropología empezó a tomar forma propia con la obra de Christoph
Meiners, Gustav Klemm y Teodor Waitz (1821-1864). Las afinidades de éstos
pensadores con el pensamiento de los siglos anteriores eran claras. Meiners
consideró a Montesquieu como un precursor, y Klemm concebía su trabajo como
la realización del programa de Voltaire. Meiners examinó la diversidad física del
hombre y sus características sociales y empezó a estudiar algunas de sus
extrañas costumbres. Concibió la necesidad de una nueva disciplina que historiara
al hombre. Klemm era un coleccionista de objetos y un estudioso de la cultura.
Weitz estudió la mentalidad primitiva y se ocupó de de los problemas de la
determinación geográfica de la cultura. En todos estos autores puede verse la
tendencia a realizar la transición desde el racionalismo teorizante de la Ilustración
al estudio empírico y metódico de los hechos sociales. Con la aparición de las
obras de Augusto Comte en la década de l830, se produjo una mayor influencia de
sus ideas sobre el desarrollo antropológico. Poco después, se habría de sentir la
influencia de la obra de Ch. Darwin y el florecer del evolucionismo biológico.
Luego las obras de Henry Sammer Maine y en otro sentido, Lewis H. Morgan,
empezaron a enriquecer el campo. Con Eward B. Taylor alcanzó su mayoría de
edad.
La Geografía: La geografía estaba en vías de aparición en el siglo XVIII,
especialmente con la obra de Montesquieu. Después de las teorías geográficas de
este, la figura más importante fue, quizá, la de Johan G. Von Herder (1744-1803),
quién concibió a la raza humana subdividida en individualidades nacionales, que a
la vez eran producto de otros factores, incluidas las condiciones climatológicas.
Desde los tiempos del Renacimiento, la información geográfica se había
acumulado rápidamente, empezando con las actividades comerciales de los
navegantes. Luego, Alexander von Humbolt (1769-1859) estudió toda una
variedad de factores geográficos, en una serie de expediciones científicas a la
América Central y del Sur. Karl Ritter (1779-1859), que conoció a Humbolt, hizo
de la geografía un trabajo muy significativo y puede considerarse como el
fundador de la ciencia. Fue el primer profesor de Geografía de la Universidad de
Berlín. Más tarde Friedrich Ratzel (1844-1904) se dedicó a la geografía después
que la zoología y el periodismo. Su principal preocupación fue establecer los
fundamentos empíricos y metodológicos de la ciencia. A partir de entonces la
ciencia alcanzó su mayoría de edad. Las contribuciones de Federic Le Play,
Edmond Demlins y Paul Vidal de la Blache, introdujeron nuevas técnicas y quedó
asegurado el establecimiento de la geografía como ciencia social.
La Psicología. Los comienzos de la moderna Psicología pueden encontrase
pensadores como Descartes, Leibnitz y Hobbes. Descartes, por ej. Concebía las
actividades de los hombres y animales como máquinas controladas por leyes
físicas. Postuló la existencia de “espíritus animales” que se movían en los nervios
para producir el movimiento físico. Leibnitz afirmaba que el cuerpo y el espíritu
constituían esferas paralelas, pero no en interacción. Los hechos mentales tenían
que ser clasificados según su grado de claridad. La percepción se concebía como
un estado o condición interna que representaba las cosas internas y la
apercepción como conciencia o imágenes reflexivas de este estado interno.
Thomas Hobbes concibió una psicología plenamente materialista y behaviorista.
Afirmaba se apoya en una serie de impulsos: el miedo, el deseo de fama y
honores y, sobre todo el interés personal. Trabajó sobre las fuentes fisiológicas de
la actividad del hombre como el hambre, el sexo y la sed. Los pensadores del
siglo XVIII, especialmente Locke y Hume, aportaron una serie de evoluciones. En
el siglo XIX aparece la doctrina del asociacionismo construída por James Mill,
John Stuart Mill y Aelxander Bain. Sin embargo la psicología sólo alcanzó la edad
adulta en el siglo XIX, con la obra de James Mill “Analisis de los fenómenos de la
mente humana” (1829). Por su parte Johan F. Herbart (1776-1841) trató de
construir la moderna psicología sobre la ciencia natural. También Wilhem Wundt,
uno de los grandes estudiosos de la disciplina en el siglo XIX, institucionalizó el
método experimental en su laboratorio. Wundt y sus discípulos ejercieron decisiva
influencia en el desarrollo de nuevos métodos para el estudio de los procesos
mentales: la conciencia, el discernimiento, la imaginación, la memoria, el juicio.
Todos temas de examen experimental. Willian James y Stanley Hall tuvieron la
influencia de Wundt e iniciaron nuevas escuelas en América de investigación
psicológica. En Alemania la psicología Gestalt fue un producto experimental
tardío. La obra de William James “Principios de Psicología” implica el desarrollo
de la psicología pragmática. John Dewey y James Hall continuaron éste análisis.
El evolucionismo en psicología llevó consigo el estudio de los problemas genéticos
en psicología. A su vez los estudios de Sir Francis Galton y James Catrell en el
campo de la medicina psicológica implicaron un avance. Por entonces la
psicología quedó establecida como una ciencia natural, tanto por su contenido
como por su método. Luego aparecerá la figura singular de Sigmund Freud y la
Escuela del Psicoanálisis dejará su impronta en la primera fase de la ciencia del
espíritu humano en Siglo XX.
LA SOCIOLOGÍA.
Las ciencias sociales especiales tomaron forma solo porque la acumulación
de datos empíricos y teoría alcanzó tal volumen que hizo necesarias las disciplinas
de ciencias particulares. La Sociología no fue la primera en aparecer.
Implícitamente estaba presente en la ciencia política, la economía y la geografía
del siglo XVIII. Las contribuciones de Montesquieu y J.J. Russeau primero, y de
Saint Simón después, fueron precursoras de la aparición de la nueva disciplina.
La Jurisprudencia o el derecho, más que ninguna fue la que señaló el camino
más directo a la sociología. Cuando Savigny argüía contra la reconstrucción de la
vida jurídica sobre la base de un código racionalmente concebido, afirmando que
la experiencia humana no se crea por un acto de voluntad, sino por el contrario, es
un lento producto de la experiencia anterior, estaba acusando inconscientemente
a los acuerdos racionales de acabar toda la gama o despliegue de las formas
sociales. Es más: un aspecto de la experiencia humana dejaba de ser considerado
arbitrario por el simple hecho de ser tradicional o irracional.
Como hace tiempo observó Albion Small en sus “Orígenes de la
Sociología”, estas nociones condujeron rápidamente al intento de recuperar
materiales de fuente histórica y al concepto de que el desarrollo jurídico se
produce en un cuadro de instituciones sociales particulares. A lo largo de la
narración de la historia jurídica en relación con la historia política, el concepto del
tema social se amplió hasta hacerse equivalente al de historia social.
Por entonces la evolución ya estaba madura para la obra de Augusto
Comte, a quién se atribuye convencionalmente la creación del campo sociológico.
El “Curso de Filosofía Positiva” (1830-1842), trataba de establecer una ciencia
general de la vida humana. Comte no propugnó las ciencia separadas, sino que
concibió a la sociedad como un todo orgánico, caracterizado por unas etapas de
su desarrollo, durante las cuales todo aspecto de la vida estaba en típica relación
con los demás. Herbert Spencer siguió la evolución de Comte con algunos
cambios de acento. Pero marcó la transición de conceptos de subsistemas
sociales, instituciones particulares y tipos societarios más manejables. En
definitiva, las ciencia sociales tienen su escenario fundamental en el siglo XIX.
Las ciencias sociales surgieron como una gran familia de disciplinas, los parecidos
entre ellas son grandes. Quizá por esa misma razón muestran a veces
preocupación intensa con respecto a su identidad. Ciertamente, existen razones
sociales e históricas para la aparición de las distintas ciencias sociales, pero éstas
son extrínsecas más que intrínsecas; surgen debido a la situación externa en que
una disciplina se encuentra a si misma en vez de nacer de las propiedades
internas de su estructura.
Todas estas consideraciones llevan a la conclusión
general única, la de que las diferencias primordiales existentes entre las diversas
ciencias sociales radican en su contenido o materia. Y los límites entre las
distintas ciencias sociales son extraordinariamente fluidos y en cualquier momento
sus avances o desarrollos más notables pueden producirse precisamente en la
zona de transición.
Así se explica claramente por qué la sociología fue considerada con tanta
insistencia, en el pasado la “ciencia social general”. También se explican las
enormes dificultades que tuvo que sortear para definirse como ciencia social
especial. Por ello es fácil ver por qué los sociólogos concibieron insistentemente a
la sociología como “ciencia social general”, Solo per se, puedo establecerse
finalmente la idea de que la sociología estudia materiales que también son
intensivamente estudiados por las demás ciencias sociales, pero que, a pesar de
ello, es una ciencia especial por propio derecho.
Sin embargo, los grandes
sociólogos clásicos del mismo siglo como E. Durkheim, C. Marx, M. Weber y A.
de Tocqueville habrán de fundar las bases de la disciplina y las más fecundas
discusiones teóricas de la misma, como lo admiten hoy Giddens y Turner en su
conocida obra “La Sociología hoy”.
BIBLIOGRAFÍA.
Castiglione J.C.: “Sociología”. Tomo 1. Edit. El Graduado. 1989.
Giddens, Turner y otros. “La Teoría Social hoy”. Edit. Alianza. Bs. As. 1995.
Martindale D. “La Teoría Sociológica. Naturaleza y Escuelas. Edit. Aguilar. 1979.
Portantiero, J.C.: “La Sociología Clásica”.
Zeitlin, I. : “Ideología y Teoría Sociológica” . Edit. Amorrortu. 1982.
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