Los “ovillejos” de Alejandro Nores

Anuncio
Los “ovillejos” de Alejandro Nores
Fue un respetable jurista de Córdoba, durante muchos años Juez Federal en Villa María
pero para la historia popular, digamos, fue un humorista realmente original. Durante
años escribía unos pequeños versos a los que denominó “ovillejos” en los que
satirizaba, ironizaba, escarnecía, vilipendiaba a todos aquellos personajes de Córdoba y
el país pero especialmente de su Córdoba natal que le molestaran o le provocaran la risa.
Fue un hombre que utilizó con desenvoltura la chocarrería, más de una palabrota subida
de tono pero en todos sus versos mostraba no solamente el aire festivo y burlón que los
caracterizaba sino un buen manejo de la cuestión, demostrando sin lugar a dudas que era
un buen poeta, aunque no toda la obra de Alejandro Nores fuera del tipo humorístico
dado que escribió algunos libros sobre aspectos de la Docta.
Por razones de no mostrar toda su dimensión escatológica veamos algunos de sus
ovillejos que constituyen sin duda una de las expresiones más originales del humor
cordobés y eso que Córdoba ya en el siglo XIX contó con una revista de humor “La
Carcajada” que durante varias décadas se burló de Cristo y María Santísima sin dejar de
mencionar a personajes creativos como el Cabeza Colorada, El loco Ustariz, el sordo
Luna y la siempre recordada “Hortensia”.
A quien fuera interventor federal y creador del Viborazo José Camilo Uriburu le endilgó
este ovillejo: “Al negro José camilo /por el color y la pinta/de calamar en su tinta/y en
lata de medio kilo;/por ese aspecto tranquilo/de personaje y “doctor”…/Por ese aire
comprador/de beduino traficante,/hay que agarrarlo con guantes/y si es con pinzas,
mejor…”.
A Enrique Pinto Bouquet, a lo que parece fue un señor muy elegante y a la moda lo
pintó con los siguientes versos: “Enrique Pinto Bouquet: pude verte hace un
instante,/perfumando y elegante/bajar de tu voiturette./Nada falta en la toilette/de tu
fina distinción:/anillo, perla y loción/de una exótica fragancia./Y en honor de tu
prestancia,/para más datos diré/que sueles cagar de pie/por no perder tu elegancia”.
Pero con el que se pasó de raya fue sin duda con Félix G. veamos lo que escribió:
“Antítesis de gigante/sosías de Pulgarcito;/puras bolas, puro pito/petiso
insignificante./Lo viste el “Niño elegante”/fornica en “La gran muñeca”/y aunque lo
niega y depreca,/pienso que es el resultado/de algún polvo mal echado/por una
pinchila chueca”.
A todos escarneció políticos, abogados, jueces, periodistas y por qué no a los partidos
políticos de mediados del siglo pasado. Todo era motivo de sus burlas y de su humor
ácido y militante. “A dos estatuas”: “En el Boulevard San Juan,/Dalmacio, bien
arropado/y un indio desabrigado/en dos estatuas están./Hacia el hermoso
gabán/tiende los brazos con brío/el indio, y, Dalmacio mío/le suplica de este
modo,/prestame tu sobretodo/porque me cago de frío!”.
Al Partido Demócrata lo definió así: “¿Quién son estos señores/de guante y sombrero
orión/que en toda revolución/están de conspiradores/y se erigen en rectores/de la
política? ¡Cuernos!/Son los mismos, los eternos/conservadores cabrones,/que pierden
las elecciones/pero ganan los gobiernos”. Pero no se quedó en este solo partido pues a
la Unión Cívica Radical le supo decir: “Partido que perdió el tren/del siglo y la nueva
ola,/no alcanzó el furgón de cola/y se quedó en el andén./Con Yrigoyen y Alem/se le
cortaron los tientos/y sigue haciendo aspavientos/en su vidriera de olvido,/como
maniquí vestido/de guapo del novecientos…”.
Es una lastima que este gran poeta y humorista por razones de pudor familiar nunca
publicó sus versos humorísticos en forma de libro. Más de cien de estos ovillejos
conforman un libro inédito y que seguramente seguirá así, olvidando que la obra de
Alejandro Nores además de muy graciosa es de una originalidad total. Pero no todo fue
mala leche y ganas de burlarse del prójimo pues poniendo punto final a su libro inédito
le dedicó estos hermosos versos a uno de los personajes más curiosos y humildes, más
populares que supo transitar Córdoba. Epitafio a Jardín Florido “Nació el piropo en su
voz/y en la flor de su solapa;/señor de galera y capa/que fue del gracejo en pos;/le
dice Córdoba “adiós”/con nostalgia y caridad/y al evocar la bondad/de tan lírica
presencia,/siguen llorando su ausencia/las calles de mi ciudad”.
Miguel Bravo Tedin
Descargar