LAS CAUSAS Y LAS CONSECUENCIAS DE LA DERROTA DE LA CONVENCIÓN (VILLA, ZAPATA Y MAYTORENA) POR PARTE DEL CARRANCISMO. INTRODUCCIÓN Todavía en la actualidad subsiste, como uno de los temas más constantes y polémicos del debate histórico, la responsabilidad de los dos principales dirigentes de la revolución (Villa y Carranza), como la causa subyacente de la lucha que siguió, por o que el estudio de la situación política, económica y militar del período nos permitirá elucidar no solamente los intereses que representaban uno u otro, sino las efectos que tuvo para el país el triunfo del carrancismo. Como es sabido, la Convención Militar Revolucionaria, reunida en Aguascalientes, que se había declarado soberana, el 1º de noviembre de 1914 aprobó por mayoría de 98 votos por la afirmativa y 20 por la negativa, “Por convenir así a los intereses de la Revolución”, cesar en sus puestos, como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo, el C. Venustiano Carranza, y como Jefe de la División del Norte, el general Francisco Villa. Carranza no obedeció este acuerdo, “por lo que con fecha 10 de ese mismo noviembre fue declarado rebelde”1 De esta forma en el “MANIFIESTO A LA NACION”, lanzado por la Convención, de fecha 6 de noviembre de 1914, se declaraba: “La revolución ha triunfado por fin; ha triunfado de la tiranía, y ha conquistado poder indiscutible para poner en práctica las reformas que el país demanda...Para alcanzar la unificación de los ideales revolucionarios y el establecimiento de un gobierno, al mismo tiempo revolucionario y legitimo, era indispensable que el pueblo armado...definiese sus aspiraciones...Con ese objeto se reunió en esta Ciudad de Aguascalientes la Convención Militar Revolucionaria que, con apoyo en nuestra Carta Fundamental (?) y en la fuerza armada que representa, se ha declarado soberana y poder legal único de la República...hemos obtenido haciendo que a la Convención concurran todos los grupos y que ellos se obligaran a respetar y hacer respetar las resoluciones colectivas...De nuestra soberanía ha emanado un gobierno genuinamente legal y revolucionario...No habrá ya más partidos personalistas. La Revolución y el gobierno se han identificado, la Patria mexicana está unida y espera el concurso de todos sus hijos (firma aparentemente R. González Garza)”2 1 Sánchez Lamego, Historia Militar del Ejército Constitucionalista en la época de la Convención, INEHRM, México, p 29; y Federico Cervantes, Francisco Villa, INEHRM, México p 313 2 AGN Convención C 2, exp. 3, fs 2-3. En la Crónica de los Debates, pp 708-709, aparece un MANIFIESTO A LA NACION, de fecha 6 de noviembre firmado por el primer Vicepresidente, J. Isabel Robles.- segundo vicepresidente, Pánfilo Natera.- Secretario, Mateo Almanza.- Secretario, V. Alessio Robles, representante del general Eduardo Carrera G..- Secretario, Samuel M. Santos, representante del general Jacinto B. Treviño.- Secretario, Marciano González, representante del general Teodoro Elizondo, cuyo texto, aunque es igual de general, no se parece en nada al encontrado en el AGN. El rompimiento de los carrancistas con la Convención, y el desconocimiento de sus acuerdos, da lugar a las cruentas batallas de 1915, en las que el intervencionismo norteamericano, confesado por el propio Obregón, decidió el rumbo de la revolución. Se debe mencionar sin embargo, que durante las sesiones posteriores de la Convención, independientemente del aislamiento en el que se encontraban los convencionistas, nos develan momentos de lucidez al aprobar un Programa de Reformas Político Sociales que incluía entre otras el parlamentarismo como forma de gobierno, lo que nos permite percibir, entre otras, una de las causas de las disensiones entre un grupo y otro, sin embargo, un elemento que ha quedado fuera de las investigaciones sobre el período nos lo revela Amaya, cuando nos asegura que Estados Unidos, sintiendo “profunda simpatía por la Revolución Mexicana”, se sentía en el deber “de plantear a los jefes revolucionarios tres graves cuestiones, de cuya solución dependía que la Casa Blanca otorgara o negara su reconocimiento al gobierno emanado de la Revolución. La primera cuestión se refería al trato a los extranjeros y al cumplimiento de las obligaciones financieras de México, en lo que Bryan recomendaba sumo cuidado, honradez y liberalidad; la segunda., al trato de los oponentes militares y políticos, para los que pedía ‘la más generosa amnistía’; y la tercera al trato a la Iglesia Católica y sus representantes”3, lo que por lo menos refleja los profundos niveles de intervencionismo extranjero en nuestros asuntos. Es también preciso mencionar que Carranza se encontraba preparado desde antes de octubre de 1914 para el rompimiento con Villa, Zapata y Maytorena, pues desde el 19 de agosto de 1914 “cerró todos los tribunales de la República y suspendió las garantías constitucionales para poder aplicar con todo rigor la Ley Juárez de 1862, sin estorbos de tribunales judiciales regulares (sic) ni de procesos legales” 4, lo que a su vez era la continuación de su política de zapa cuando decretó con anterioridad la pena de muerte, incluso, contra el Gobernador Constitucional de Sonora José María Maytorena, quien junto con Villa y Zapata, representaba un obstáculo para los futuros planes de Carranza.5 3 Amaya p 32 citando a Foreign Relations 1914 pp 569-570 Quirk Robert E. La Revolución mexicana 1914-1915 Editorial Azteca México, 1962, p 58, citando a Cánova a Bryan, 29 agosto de 1914/13039 5 Carranza, sin más, acusa de conspirador a Maytorena, ordenando su destitución por la fuerza, precisamente al momento en que Maytorena se mostraba subordinado del primero “Saltillo, Coah., junio 18 de 1914. Señor General Alvarado, Cruz de Piedra, Son. Su mensaje cifrado ayer. Retenga usted las armas quitadas a Maytorena. si éste da lugar a que se le retire del gobierno porque conspire contra de causa, será preciso retirarlo por la fuerza. Salúdolo afectuosamente. E.P.J. del E. C. V. Carranza”. En el telegrama aparece un texto en manuscrito de Maytorena que reza “Cuando puso ese telegrama el señor Carranza las armas ya estaban en mi poder, y si no me tumbaron del gobierno no fue por falta de voluntad, que bastante hicieron por tumbarme, sino porque no pudieron.” En otro telegrama interceptado por el Gobernador Maytorena, Carranza decreta la pena de muerte a su opositor, sin juicio y sin defensa: “Durango, Mayo 28 de 1914. Sr. Coronel P. Elías Calles. Hermosillo Son. Tengo conocimiento que en ese estado se trata de trastornar el orden. Aplique la ley de 25 de enero de 1862 a los que conforme a ella se hiciesen 4 Estos hechos: la injerencia extranjera durante la Revolución, y el resultado de ella, el establecimiento de un gobierno personal plasmado en la Constitución de 1917, deben ser vistos en conjunto para estar en mejores condiciones de esclarecer el papel que desempeñaron cada uno de los contendientes de la llamada “Tercera etapa de la Revolución”, también conocida como “de la escisión revolucionaria”, que va de octubre de 1914 hasta febrero de 1917. Es fácil advertir que en México no existe real división de poderes. Los poderes Legislativo y Judicial están subordinados al Poder Ejecutivo. La Constitución, desde 1917, establece que en México quien hace las leyes es el Presidente de la República y es justamente el llamado Primer Mandatario quien nombra, a través de un ingenioso procedimiento, tanto al Presidente de la Suprema Corte como a sus Magistrados. La manera en que cobra forma el Presidencialismo en México desde 1917, es a través del sistema bicameral, en que además solamente la mayoría calificada de las dos terceras partes de los representantes de ambas cámaras, puede desechar las iniciativas de Ley del Presidente, y viceversa, solamente esa misma mayoría calificada de las dos terceras partes en ambas cámaras, le permitiría al Legislativo cumplir la función para la que aparentemente fue nombrado, la de hacer las leyes, lo que quiere decir que mediante esta práctica artificiosa, logra convertirse a la minoría en mayoría (de una tercera parte de alguna de las dos cámaras), lo que explica el por qué en México desde 1917 quien hace las leyes en México es el Ejecutivo. Estas facultades, que niegan el concepto de República, son las que permiten que el Presidente, por mandato constitucional, sea quien decida indistintamente los modelos económicos, quien fije las tasas de interés, el tipo de cambio, el gasto público, los impuestos y su monto, los salarios y los precios, que tiene la capacidad de expropiar y otorgar concesiones, la facultad de firmar tratados, de hacer leyes, de contratar deudas y reestructurarlas, de nombrar directores de empresas estatales y de diseñar su política económica, de privatizar, de firmar convenios de servicios múltiples en PEMEX, de otorgar concesiones para que el capital privado genere y venda el fluido eléctrico o de emitir instrumentos de deuda sin tener obligación de consultar y mucho menos de informar a nadie. El Ejecutivo en México es, por si le faltara algo, el Jefe nato de las fuerzas armadas. El derecho de veto a las resoluciones del legislativo no es sino el broche de este omnímodo sistema. culpables.- Salúdolo afectuosamente. el P. J. del E. C. V. Carranza.”, lo que confirma que atrás de la reticencia de Calles, Alvarado y Hill se encontraba la mano del primer jefe. “Maytorena Papers”, Universidad de Claremont McKenna, Cal. EU. Esto ocurre mientras la mayor parte de los estudiosos generalmente concluye que la Constitución de 1917 es progresista y que incluso posee un alto contenido social 6, a diferencia de otros autores que como Jean Meyer manifiestan: “El carrancismo victorioso podía ocuparse de dar una constitución al país agotado...Carranza obtuvo satisfacción: el poder presidencial salió de ahí considerablemente reforzado; todo lo demás, sufragio efectivo, no reelección, federalismo, libertad municipal, era literatura puesto que dependía antes que nada de un ejecutivo que tenía la iniciativa de las leyes y que no era responsable ante las dos asambleas legislativas.”7 Meyer añade “La Constitución, contradictoria y manipulable...dejaba a los futuros gobernantes una gran libertad de maniobra y reforzaba el centralismo, la autoridad del ejecutivo y el estatismo en todos los terrenos”8 Desde luego también hay quien sostiene que si se volviera al texto original de la Constitución, esos excesos presidenciales no existirían, o en el peor de los casos, se afirma que la Constitución no se cumple, y entonces el Ejecutivo queda en la categoría de trasgresor de la Ley, confusión que parte de lo que los especialitas en derecho llaman la división entre lo que es la parte orgánica y lo que es la parte dogmática de la Constitución, en donde en la parte dogmática es posible hallar los más bellos principios, para posteriormente ser negados en su parte orgánica. Por ejemplo, en la parte dogmática de la actual Constitución se establecen las libertades individuales de imprenta, educación, asociación, pero al quedar estos sujetos a la decisión unipersonal del Presidente y su gabinete, tales derechos y libertades resultan nugatorios. Los Estados Unidos de Norteamérica son considerados los verdaderos padres del sistema presidencialista. Precisamente en una época en que destacaban las ideas de la ilustración, este país sustituyó el poder absoluto de la monarquía por el poder absoluto de su Presidente. En Estados Unidos, el Presidente, además de ser el Jefe de las fuerzas armadas, de poseer el derecho de vetar las leyes emanadas del Congreso, y de imponer su propia legislación; tiene el derecho de nombrar a los representantes del poder judicial. La hipótesis que sostenemos es que los llamados excesos presidenciales, que no son tales excesos ya que toda la actividad presidencial está perfectamente acotada en la Constitución, provienen exactamente de las disposiciones adoptadas desde que fue promulgada el 5 de febrero de 1917, la cual tiene una fuerte influencia extranjera, concretamente de Norteamérica. La Constitución de 1917 es considerada como la confirmación del triunfo del carrancismo sobre los ejércitos de Villa, Zapata y José María Maytorena. 6 7 Ceceña, José Luis, México en la órbita imperial, p 110 Jean Meyer op. cit. p 71 8 Ibídem p 72 Creemos importante aclarar que la estructura de gobierno personal que establecen ambas constituciones (la norteamericana y la nuestra), no es la única razón para establecer influencias o injerencias extranjeras, pues bien pudiera ser que, de acuerdo a ciertas características económicas y políticas, desde el punto de vista norteamericano, pudiera resultarle benéfico para sus intereses un sistema parlamentario. Es decir, no se pretende que el sistema parlamentario, en franca oposición al presidencial, sea el remedio que viniera a resolver por sí solo nuestros problemas, incluido el de la soberanía. La Maestra Eugenia Meyer nos comenta, aludiendo a la Soberana Convención Militar Revolucionaria, la cual había acordado establecer en México un sistema parlamentario, en contraposición al presidencialista implantado por Porfirio Díaz, “Por un lado, la Convención padeció su sino trágico; por el otro, el forzado olvido institucional que parecía empeñado en maniatar y amordazar la memoria histórica, con el fin de subordinar y minimizar una fundamental experiencia democrática del pueblo mexicano. Campesinos, rancheros, obreros, artesanos, pequeños propietarios; los despojados y los desarraigados hacen la Revolución, significada como la insurgencia de las masas que se enfrentaban a la decadencia y a la crisis del Estado oligárquico, tradicional, y que pugnaban por evitar - aunque sin éxito - la concentración del poder en un Ejecutivo Federal casi omnipotente.”9 Es necesario advertir que nuestro país ingresó al mundo como nación en el año de 1823, en plena época de los imperialismos, encontrándose desencadenada la disputa entre Francia, Inglaterra, Portugal, Alemania, Holanda y los Estados Unidos por el control de las fuentes de materias primas y de los mercados para deshacerse de sus excedentes económicos, aunque justo es reconocer que Norteamérica, además, estaba empeñada en la lucha por su expansión territorial. Desde ese entonces, la política mexicana resultó incapaz para sostener una lucha coherente que le permitiera resistir los embates imperiales, tal que le permitiera desarrollarse económicamente bajo un clima democrático, adoptando en cambio una actitud resignada ante los reclamos de las diferentes potencias, terminando postrada ante sus designios, en que se perdió más de la mitad del territorio y se entregó nuestro mercado y los recursos nacionales a la rapiña francesa, inglesa y norteamericana, todo bajo la estructura de un sistema presidencial, dictatorial y autoritario, en el que destaca la figura de Antonio López de Santa Anna. Cuando a partir de los años de 1870 ocurre un período de enorme expansión industrial y comercial a nivel mundial, en los que a la aparición de los trust, los cártel y las Holding Company, le sigue el surgimiento del capital financiero, que no es sino la fusión del capital bancario con el industrial, el comercial y el agrario, nuestro país, nuevamente bajo una dictadura de gobierno unipersonal, abre al capital extranjero 9 Eugenia Meyer, op. cit., p 136 sus puertas para ser invadido en la banca, la industria, la minería, el comercio, los ferrocarriles, el petróleo, el agro y la electricidad, por franceses, ingleses, estadounidenses y hasta alemanes y japoneses. La política juarista, lerdista y porfirista no responde al interés nacional, sino que, si nos fijamos en sus resultados, son el medio idóneo para la penetración de los capitales extranjeros. Unas veces cargándose hacia Norteamérica y otras hacia Europa, los gobiernos locales llevan a cabo una política desnacionalizadora, en el que nuestro país se convierte en una arena en la cual las grandes potencias se disputan el derecho por apropiarse de nuestro territorio, nuestro mercado y nuestros recursos naturales. Nos encontramos pues, que atrás de la sencilla figura de Madero, se presenta la lucha despiadada de los monopolios por el control de nuestras riquezas. No es la risueña lucha por el sufragio efectivo la que lleva a Madero a enfrentar a Díaz, como no lo es el golpe de estado huertista el que va a reestablecer el orden, es la lucha de la Standard Oil, de la Dutch and Shell, de la Gugenheim, de los intereses británicos, franceses y norteamericanos principalmente, los que llevan al país a una guerra civil. Ni Huerta ni Madero renunciaron al tipo de gobierno personal durante sus efímeros gobiernos, sino que haciendo uso de sus enormes facultades constitucionales otorgaron concesiones y permisos, contrataron créditos, establecieron convenios y hasta emplearon al ejército para enfrentar a nacionales, a pesar del principio dogmático de la Constitución, nulificado éste por el mandato orgánico,. Para el caso de Huerta, la injerencia norteamericana se nos presenta como una aparente dicotomía, pues si por un lado resulta indiscutible la participación del embajador norteamericano en la caída de Madero y el ascenso de Huerta, no sería muy clara la actitud posterior del gobierno norteamericano al negarle su reconocimiento, y hasta pugnar por su derrocamiento. Esta aparente controversia se resuelve si tomamos en cuenta que los intereses de Taft, republicano, y Wilson, demócrata, eran distintos, y mientras el primero apoya el ascenso de Madero, del cual obtiene beneficios probados, Wilson buscaría derrocarlo, pero al descubrir que Huerta se inclina a favor de los intereses ingleses, simplemente ordena su separación del cargo. De acuerdo con Lorenzo Meyer “De ser necesario se recurriría a la invasión antes de permitir que México quedara convertido en un apéndice de Europa”10, lo que no representa sino la aplicación de la añeja pero efectivísima Doctrina Monroe. Por lo tanto creemos que habría que enmendar la tesis del Maestro García Cantú acerca de que “Toda revolución origina intervenciones extranjeras.”11, pues en el caso mexicano, si se observan detenidamente los acontecimientos que relatamos, es la intervención extranjera la que provoca una revolución. 10 Meyer,Lorenzo, México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero 1917 -1942, El Colegio de México, México1981, 505 pp, p 75 11 García Cantú, p 104 El Presidente Woodrow Wilson había declarado “¡Voy a enseñar a las repúblicas sudamericanas a elegir buenos hombres!” y al establecer “Nuestros propósitos en México”, decidió que “Si el General Huerta no se retira por la fuerza de las circunstancias, será el deber de los Estados Unidos utilizar medios menos pacíficos para sacarlo”12 Cuando Woodrow Wilson se decide a “expulsar a Huerta”, se trata de una abierta intervención extranjera en nuestros asuntos, aunque al Maestro Lorenzo Meyer le parezca que esta “abierta intervención del gobierno norteamericano en los asuntos internos mexicanos tuvo su justificación en el hecho de que Estados Unidos no buscaba ningún beneficio o ventaja para sí mismo, sino para el pueblo de México”13, aunque lo que no toma en cuenta el maestro Meyer es que en todo caso la decisión de expulsar a Huerta correspondía exclusivamente a los mexicanos, independientemente que al suponer que los Estados Unidos llegaron a actuar sin buscar el beneficio económico, se niega toda su historia de intervencionismo, injerencismo, expansionismo y hegemonismo en nuestros asuntos. Para nadie entonces debe de ser un secreto que el Presidente Norteamericano intervino por todos los medios para apoyar la causa de Carranza en contra del usurpador, con el objeto único de beneficiar los intereses de los inversionistas norteamericanos en nuestro país. Robert E. Quirk nos lo confirma “quizá el presidente Wilson contribuyó a la caída de Huerta más que ninguna otra persona.”14 Las condiciones impuestas por el gobierno norteamericano a Huerta durante la ocupación de Veracruz en 1914, revelan elocuentemente el apoyo de esa potencia a la causa de Carranza, ya que consistían tanto en que Huerta diera al de los Estados Unidos “seguridades satisfactorias de que realizaría una pronta elección libre, sin coacción ni restricciones”; como que Huerta cumpliría “su promesa original de no ser candidato en las elecciones, permitiendo a un miembro del constitucionalismo de Carranza organizar dicha elección, acordando una amnistía total.”15 12 Amaya pp 344-345, citando a la Foreign Relations, 1913, págs. 443-444. 13 Meyer Lorenzo, Su Majestad Británica contra la Revolución Mexicana, 1900-1950 El Colegio de México, México 1991, 580 pp., p 139 14 15 Quirk, The Mexican revolution, p 16 Amaya, La Convención de Aguascalientes, pp 334-336. Por su parte en el trabajo de Iturriaga México en el Congreso de los Estados Unidos, México, FCE, aparece en la página 189, el discurso pronunciado por el presidente Wilson el 27 de agosto de 1913 en la sesión conjunta de las dos Cámaras del Congreso de Estados Unidos “La paz, la prosperidad y la felicidad de México significan más, mucho más, que un campo ensanchado para nuestras empresas y comercio. Significan la ampliación del área del autogobierno, la realización de las esperanzas y los derechos de una nación con cuyas más elevadas aspiraciones...simpatizamos desde lo mas profundo de nuestro ser...Pero le llegarán los mejores dones sólo si está listo y libre para recibirlos y disfrutarlos con honorabilidad...Ese desarrollo sólo puede ser sensato y duradero si es producto de una libertad auténtica, de un gobierno justo y ordenado, fincado en la ley...En consecuencia me tomé la libertad de enviar al honorable John Lind, exgobernador de Minnesota, en calidad de mi portavoz y representante personal a la ciudad de México, provisto de las siguientes consideraciones y consejos...Nos parece que un arreglo satisfactorio estaría condicionado a lo siguiente: a) El cese inmediato de la guerra en México entero y un armisticio definido, suscrito y observado en forma solemne y escrupulosa; b) La garantía de una pronta elección libre Cuando el 9 de abril de 1914 ocurre el famoso incidente de Tampico con el buque norteamericano Dolphin, Wilson, queriendo aprovechar “el momento psicológico” para arrojar a Huerta por la fuerza, acudió al Congreso de la Unión Americana pidiendo autorización para utilizar las fuerzas armadas para arrancar al gobierno de facto de México una satisfacción por las “injurias inferidas a los Estados Unidos”, pero cuando el 21 de abril de 1914 recibió un telegrama del cónsul norteamericano en Veracruz, Canada, informándole que el vapor alemán Ypiranga estaba a punto de arribar a ese puerto con un cuantioso cargamento de armas y municiones destinadas al gobierno de Huerta, “el Presidente Wilson ordenó que las fuerzas que se encontraban a bordo de los barcos de guerra surtos frente a Veracruz ocuparan la aduana...el 21 de abril...”16 Es muy notable la intervención norteamericana para el caso de Pablo González, quien acumulando fracaso tras fracaso militar, en su frustrante campaña por el noreste del país, en que a la derrota en Monterrey se sumaron las de Piedras Negras, Monclova, Nuevo Laredo. Huyendo siempre del ejército huertista, Pablo González se presenta frente a Tampico, y en el momento en que éste se encuentra en manos del invasor norteamericano, la armada de ese país decide, sin más, entregárselo el 13 de mayo de 1914. (Veracruz fue igualmente entregado pacíficamente a Carranza en diciembre de ese año). Por lo que “Ahora - dice Quirk Carranza tenía ya un puerto por el cual podía importar armas y abastecimientos”.17 En la caída de Huerta se nota claramente la mano del imperio, tanto que el dictador expresa en su renuncia al cargo “que había ocupado la presidencia durante diecisiete meses...que había tropezado con grandes dificultades...por la escasez de recursos, así como por la protección manifiesta y decidida que un Gran Poder de este continente ha dado a los rebeldes”18. El 5 de agosto de 1916 el senador por Illinois, William August Rodemberg, pronunció un discurso ante el Congreso norteamericano que resume la ingerencia norteamericana a que venimos aludiendo “Cuando Madero fue derrocado, Huerta devino presidente y cuando el presidente Wilson anunció su determinación de no otorgarle su reconocimiento oficial a Huerta, su destino quedó sellado. La historia de los últimos 50 años nos enseña que el establecimiento de un gobierno estable en México es absolutamente imposible, sin el apoyo moral y la cooperación del gobierno de Estados Unidos.”19 Hasta aquí parece haber acuerdo entre los estudiosos del período, las dificultades comienzan cuando se trata de definir el papel de los Estados Unidos al momento de la llamada escisión entre villistas, zapatistas en la que todos convengan en participar; c) El compromiso del general Huerta de no presentar su candidatura como presidente de la República en tal elección...¿acaso puede México dar al mundo civilizado una razón satisfactoria para rechazar nuestros buenos oficios?” 16 Amaya pp 353- 354 17 Quirk pp 30-31 18 Vito Alessio Robles, La Convención Revolucionaria de Aguascalientes, pp 68-69 19 Iturriaga pp 22-24 y maytorenistas por un lado y carrancistas por el otro, pero consideramos importante señalar que casi toda la historiografía sobre la época coincide en que al iniciarse el nuevo año, “las fuerzas leales a la Convención parecían tener la ventaja en México. Dominaban la parte mayor y más importante y tenían los ejércitos más formidables...únicamente la periferia de México estaba dominada por los constitucionalistas: Veracruz, Tampico, Matamoros, Nuevo Laredo y parte de la costa occidental” aunque definitivamente la ventaja pertenecía a Carranza, porque a él “le era más fácil traerlos en barco (los productos bélicos) que a Francisco Villa transportarlos por ferrocarril a todo lo largo de la República”20 Quirk asegura “Es verdad que en ese tiempo ni Obregón ni Pablo González probablemente ni los dos juntos, podían igualar a la fuerza de Francisco Villa. Un cálculo conservador estimaba que las fuerzas armadas de Villa sumaban más de cuarenta mil hombres, mejor armados y pertrechados que los de los generales Obregón y Pablo González”21 Por su parte Sánchez Lamego, a quién nadie puede tachar de villista o zapatista, asegura que “Las fuerzas de ambos bandos inicialmente comprendieron: los convencionistas, cerca de 90,000 hombres, 60,000 de la División del Norte...30,000 que formaban el Ejército Libertador del Sur...en tanto que los constitucionalistas que le permanecieron fieles al señor Carranza comprendieron cerca de 35,000 hombres”22 Es decir, que si nos detenemos a contemplar el estado de las fuerzas para diciembre-enero de 191415, notaremos muy fácilmente que solamente alguna fuerza muy potente podría triunfar por sobre los ejércitos de Villa, Zapata y Maytorena, pues resulta imposible creer que estando Carranza arrinconado en Veracruz y con un ejército inferior en hombres y armamento, pudiera levantarse apenas tres meses después, en el mes de abril de 1915. Esa fuerza, sin lugar a dudas, se la proporcionó el gobierno de Norteamérica..John Mason Hart apunta al respecto: “A pesar de lo que parecía ser una derrota inminente a manos de la abrumadora División del Norte que ya se aproximaba a la ciudad de México, a los constitucionalistas les quedaba una oportunidad: los estadounidenses…Carranza y Obregón Salido hicieron una alianza con el gobierno de los Estados Unidos...los norteamericanos entregaron, para capital provisional de los constitucionalistas en retirada, la inestimable Veracruz y sus alrededores”.23 El agente oficial de Villa en Washington D. C., Félix Sommerfeld, había descubierto desde principios de julio de 1914, ya derrotado el huertismo, “que Bryan y Wilson habían aprobado secretamente envíos de 20 Quirk p 125 Quirk p 72 22 Sánchez Lamego p 30 21 23 Ibídem, p 382 armas a Carranza, vía Tampico, levantando el embargo implantado en seguida de la invasión de Veracruz, mientras que detenían la aprobación de esos envíos en favor de Villa”24 Ahora bien, si convenimos con Katz, en que los E. U. A. precisaban de un gobierno pronorteamericano para resolver sus propios problemas de abasto de materias primas en los prolegómenos de la primera guerra, un gobierno unipersonal resulta la vía adecuada para conseguirlo. Es probable que si ignoramos este punto, entonces la discusión continuará eternamente sin llegar a un acuerdo. En las batallas de Celaya, León y Aguascalientes, que tuvieron lugar entre abril y junio de 1915, que de acuerdo a algunos autores decidieron la Revolución, Obregón Salido usó mallas de alambre de púas complicadas y caras, nidos de ametralladoras con campos de fuego cruzado que dirigió contra las cargas de caballería de la División del Norte, así como fuego indirecto de artillería pero con armas muy superiores a la mezcolanza villista de armas modernas con cañones de bronce, en donde, según Mason Hart, la táctica obregonista, “aprendida en los éxitos alemanes de 1914 y 1915”, en realidad no se deben al genio militar “del neófito Obregón Salido, sino a la presencia de asesores extranjeros”, efectivamente Mason Hart asegura que “La inteligencia militar estadounidenses describía a Obregón Salido como un ‘ex pequeño agricultor y tendero con educación general, sin entrenamiento militar técnico’ El apoyo estadounidenses fue indispensable en la victoria de los constitucionalistas. Cuando se recibió en Veracruz la noticia de su triunfo en Celaya, John R. Silliman el enviado especial del presidente Wilson ante los carrancistas, alardeó ante el cónsul alemán: ‘hemos tomado León, hemos derrotado a Villa y pronto ocuparemos la ciudad de México”25 Quirk por su parte afirma cándidamente “La fortuna” (sic) sonrió a los constitucionalistas, pues llegó a Veracruz un embarque de “un millón de cartuchos a tiempo para ser usados en Celaya…(y según él, Obregón) había aprendido de la guerra europea algo que evidentemente no había aprendido Villa: que los ataques en masa no podrían triunfar contra las trincheras, las ametralladoras y el alambre de púas...La infantería estaba al mando de Benjamín Hill y la artillería a cargo de un oficial alemán: Maximiliano Kloss”26 Meses antes de las batallas de Celaya y León, febrero de 1915 “…tres representantes de Carranza: Jorge W. Orozco, Cónsul en El Paso; Rafael Múzquiz, sobrino de Carranza, Roberto V. Pesqueira, primer embajador de Carranza en los Estados Unidos, estuvieron en la casa de Mr. Cole, situada en el Boulevard Brigdon, en Pasadena, y le pidieron con urgencia que fuera a Washington con el carácter de representante del primer Jefe, para solicitar al Presidente Wilson el reconocimiento de Carranza...Mr. Cole, inmediatamente se 24 Hart 402 Hart p 427 citando los documentos que se encuentran en WFB BLAC 26 Quirk p 180 25 interesó en la campaña...a Richard L. Metcalfe, quien por espacio de treinta años ha sido la mano derecha de William Jennings Bryan; Mr. Metcalfe ha sido Secretario de Mr. Bryan, editor del ‘Commoner’ y candidato del Presidente Wilson para Gobernador de Panamá...también fueron reclutados para la campaña...Joseph Folk, John Lind, quien había sido representante personal del Presidente Wilson en México...Metcalfe...Un poco después de haber llegado a Washington, salió para Veracruz, México, comisionado por el Gobierno americano para conferenciar con Carranza”. Por esa razón resulta significativo que el 2 de junio de 1915, en una prueba de injerencismo que no tiene par, el Presidente Norteamericano Woodrow Wilson lanzara un mensaje en que amenaza con la intervención, en donde lo notable es que para ese momento, por más alarde que se hiciera, y no obstante el apoyo que en armas y parque se le otorgaba al carrancismo, no existía una posibilidad cierta de que estos se impusieran a la parte sana de la Revolución representada por el villismo. La parte medular del mensaje es la siguiente: “Es tiempo, por lo tanto, de que el Gobierno de los Estados Unidos declare francamente la política que en estas extraordinarias circunstancias ha llegado a ser su deber adoptar...Debe hacer desde luego, lo que hasta aquí no ha hecho o no ha estado en libertad de hacer: prestar activamente su apoyo moral al hombre o grupo de hombres, si acaso puede encontrarlos, que puedan atraerse al sufrido pueblo de México, esforzándose por hacer a un lado, si no pueden unirlas, a las facciones contendientes del país; volver a la Constitución de la República...y establecer en la Ciudad de México un Gobierno que las grandes potencias del mundo puedan reconocer y con el que puedan tratar; un gobierno con el cual el programa de la Revolución sea un hecho y no solo una promesa. Por lo tanto pública y muy solemnemente hago un llamamiento a los leaders de las facciones en México, para que obren de común acuerdo...Creo mi deber manifestarles que, si no pueden arreglar sus diferencias, y unirse para ese elevado fin en un corto período de tiempo, este Gobierno se verá obligado a decidir cuáles medios deberán emplear los Estados Unidos para ayudar a México a salvarse a sí mismo y salvar a su pueblo” Varias fueron las interpretaciones a las amenazas injerencistas de Wilson, aunque la más certera parece ser la que en el seno de la Convención expresó Montaño, quien “no creía en la intervención”, pero que si los Estados Unidos “por un impulso de ambición intentaban destruir las libertades mexicanas, el deber de los revolucionarios era defender nuestra soberanía y nuestro decoro”. Carranza no hizo ningún comentario directo, pero lanzó un Manifiesto en donde atribuía “a una vieja táctica de la reacción la defección villista...porque el constitucionalismo ya dominaba 20 de los 27 estados de la Federación; era obedecido por más de trece millones de habitantes...(y) controlaba todos los puertos marítimos excepto Guaymas”, de lo que pudiera desprenderse, entre otras cosas, que cuando en diciembre de 1914 Villa controlaba casi todo el país, era tiempo, de acuerdo con lógica de sumisión carrancista, que EU. reconociera al convencionismo. Carranza, interpretando adecuadamente, de acuerdo a sus intereses, el “mensaje” de Wilson, hizo un llamado a los convencionistas para que se sometieran a su gobierno “y evitaran mayor efusión de sangre a la nación mexicana...Carranza se quejaba de la falta de comprensión de las naciones extranjeras ‘especialmente los Estados Unidos’...seguía su programa que podía sintetizarse en: 1° Proporcionar a los residentes extranjeros todas las garantías a que tenían derecho...y concederles indemnizaciones por los daños que les hubiese causado la Revolución...asumía la responsabilidad de las obligaciones financieras legítimas...2° Restablecimiento de la paz y el orden ‘dentro de la ley’...3° Observación estricta de las Leyes de Reforma...4° No habría confiscaciones para la solución del problema agrario...5° Respeto a toda propiedad legítimamente adquirida que no constituya un privilegio ni un monopolio. 6° Ampliación de la educación popular. Se permitiría el establecimiento de escuelas privadas.” Una vez que el presidente Wilson reconoció al gobierno del señor Carranza, se declaró su aliado. Esto está probado por los hechos indisputables. Permitió a las tropas carrancistas pasar provisiones y municiones a través del territorio norteamericano a fin de socorrer al general Calles, carrancista, y a sus cuatro mil hombres que estaban amenazados con la aniquilación por Villa y sus cincuenta mil soldados, por lo que debe considerarse que el verdadero descalabro villista ocurre en Sonora, derrota que a ojos vistos, no pudieron efectuar los carrancistas, sino la intervención directa del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica. Katz nos confirma la intervención norteamericana en nuestros asuntos, cuando asegura que en “un gesto de buena voluntad hacia Carranza se decidió sacrificar a Villa. El 1º de noviembre de 1915 Villa libró su última batalla decisiva contra Carranza en Agua Prieta, junto a la frontera con los Estados Unidos, con los ocho mil hombres que le quedaban. El resultado de la batalla aún no se decidía cuando, en la noche del 2 de noviembre, tres mil hombres del ejército carrancista a quienes el gobierno de los Estados Unidos había permitido atravesar territorio norteamericano, sorprendieron a Villa y le inflingieron una derrota desastrosa.”27 Igualmente el ejército norteamericano permitió el ingreso de las tropas de Benjamín Hill por territorio norteamericano, estando acorraladas por Maytorena. Esto, sumado al reconocimiento del gobierno de facto de Carranza por los EU. en octubre de 1915; a la mismísima confesión de Obregón de que barcos de factura norteamericana transportaron a los carrancistas de Diéguez de Manzanillo a Guaymas; así como la relativa a que Obregón utilizó el territorio y el ferrocarril norteamericano para transportar tropas de Naco a Nogales, resultarían pruebas ineludibles del apoyo norteamericano a Carranza, esto para el lector imparcial. 28 27 Katz, Pancho Villa, p 344-345 Obregón confiesa sin ambages “De esta manera, la fuerza con que Villa logró internarse en Chihuahua quedó reducida a menos de 3,000 hombres, con escasa artillería...me confirmé en la creencia de que la columna del reaccionario Rodríguez...se preparaba en Bacuachi...tratarían de escapar a Chihuahua...desde luego decidí hacer movilizaciones ...a fin de cortar el paso al enemigo...ordené...que estuvieran listas las tropas del general Laveaga en Nogales, para ser embarcadas y emprender la marcha a Agua Prieta por territorio norteamericano...Estas fuerzas deberían 28 Felipe Ángeles, en su trabajo sobre Villa refiere: “Los sucesos que se han desarrollado después del reconocimiento, son del dominio público, Mr. Cole y algunos otros americanos...tiene la creencia ahora, y así lo expresó en éste periódico en otra ocasión, de que Carranza tiene un gran ascendiente en la Casa Blanca; que cuenta con apoyo suficiente PARA IMPONER EN MEXICO LA POLITICA MEXICANA DE MR. WILSON (subrayado del autor) y que, por último, dentro de muy poco tiempo contará también con el apoyo financiero de los Estados Unidos...Como se ve por el relato de Mr. Cole, de cuya veracidad no puede dudarse (sic) desde el mes de abril de 1915 (antes de los combates de León) estaba casi resuelto el reconocimiento del señor Carranza, previa a la confesión de una proclama de paternidad netamente americana, que el Primer Jefe prohijó sin objeciones de ningún género, para lanzarla como cosa muy suya, oportunamente a la Nación”29 La “proclama” que cita Cervantes, no es otro que el Manifiesto lanzado por Carranza, previo al reconocimiento norteamericano, la cual asegura Federico Cervantes “FUE PREPARADA POR COLE, JOHN LIND Y CHARLES DOUGLAS ABOGADO DE CARRANZA EN WASHINGTON, SIN EL CONOCIMIENTO DEL MENCIONADO PRIMER JEFE (subrayado por el autor); fue presentada a Wilson, quien le hizo algunas modificaciones y devuelta por el Presidente a Mr. Cole, fue, finalmente, telegrafiada a Carranza, quien estuvo conforme con ella, y la envió después con todas las formalidades a Washington, anunciando que había sido promulgada en México. El Presidente Wilson, al extender su reconocimiento a Carranza, aprobó la declaración promulgada por éste”.30 En el mensaje de Wilson de 1º de junio de 1915, Wilson pretendió poner de rodillas a los convencionistas, e interpretó el posterior manifiesto de Carranza como un paso de éste hacia un entendimiento con los Estados Unidos. “David Lawrence...le confió poseer informes fidedignos de que don Venustiano estaba dispuesto a aceptar la interferencia de la Casa Blanca...Wilson comunicó el 17 de junio a su Secretario de Estado que proyectaba hacer saber a Carranza – sin ponerse énfasis en ello – que existía la posibilidad de que los Estados Unidos reconocieran a su gobierno.”31 Encima de la presión estadounidense a favor del carrancismo, la Conferencia Panamericana, compuesta por los países del ABC (Argentina, Chile y Brasil) más algunos otros países americanos, en una clara muestra de intervencionismo y de violación flagrante a nuestra soberanía nacional, declararon su reconocimiento a Carranza. reconcentrarse en Nogales, para de allí continuar a Agua Prieta por territorio norteamericano (sic), tan pronto estuvieran hechos los arreglos con la compañía del ferrocarril Sudpacífico, para su transportación; arreglos que con toda actividad estaban tratando ya, por instrucciones mías, el teniente coronel Garza y el C. Baldomero A. Almada, agente comercial nombrado por mi Cuartel General, en los Estados Unidos. Previamente y con autorización de esa Primera Jefatura, había yo solicitado y obtenido el correspondiente permiso del gobierno norteamericano, por conducto del mayor general Frederick Founston, del ejército norteamericano, quien por esos días se encontraba en Nogales, Arz.” Obregón, Álvaro, 8,000 kilómetros en campaña, Fondo de Cultura Económica, tercera reimpresión, México, 1973, 748 pp, pp 465-466 29 Ibídem Cervantes, pp 514-519 30 Cervantes pp 512-514 31 Amaya p 419 El 19 de octubre de 1915, el Presidente Wilson hizo una declaración pública en el sentido de que los Estados Unidos reconocían como gobierno de facto en México al que encabezaba el ciudadano Venustiano Carranza (FR 1915, págs. 772-773) Los países latinoamericanos que concurrieron a la Conferencia siguieron el ejemplo de los Estados Unidos, en virtud de un acuerdo tomado previamente, lo que demuestra que las conferencias fueron un montaje intervencionista para aceptar a Carranza. Las consecuencias no se hicieron esperar “...la Casa Blanca decretó un embargo de armas y municiones contra ‘los rebeldes’ al gobierno recién reconocido, y permitieron el paso de tropas mexicanas - tres mil hombres al mando del general Eugenio Martínez – por territorio de la Unión para que reforzaran la guarnición de Agua Prieta, contra la que Villa había concentrado sus postreros esfuerzos. Los villistas fueron rechazados por la ayuda del Tío Sam al gobierno carrancista”32 Maytorena, que había sido objeto de las imposiciones norteamericanas en su enfrentamiento con Hill y Calles en Sonora, al referirse a lo ocurrido en Washington afirma que “…el gobierno de los Estados Unidos, sin tomarnos en cuenta y sin escucharnos decidió reconocer a Carranza...el gobierno de la Casa Blanca estaba impartiendo apoyo decidido a la fracción carrancista”33 González Garza lamentaba deprimido “Hasta el sentido común no fue respetado...He visto muchas injusticias, pero nunca pensé que Carranza triunfaría...después de que representó la comedia de ser el más nacionalista de todos los mexicanos...No conozco completamente qué es lo que ha sido decidido en concreto, pero estoy convencido de que alguna cosa muy negra ha sido pactada”34 En cuanto a la Expedición Punitiva, Carranza, tratando de cubrir de un manto de legalidad la insidia norteamericana, sostenía que “(Documentos del Archivo de la Defensa) el Artículo 21 del Tratado de Paz, Amnistía y Límites, celebrado entre México y los Estados Unidos con fecha 2 de febrero de 1840 estaba vigente”35, siendo que además dicho convenio no era aplicable en absoluto, porque trataba de los acuerdos entre los dos gobiernos en la injusta lucha emprendida por ambos en contra de los apaches. Las tropas de la Expedición Punitiva eran implacables, “en tanto que los carrancistas se convertían tácitamente en sus aliados, procurando la captura del guerrillero Francisco Villa” en donde además “...distribuían volantes y fijaban en lugares visibles...carteles con ofertas para quien entregara a Pancho Villa” y que rezaban hipócritamente “En nombre del presidente de los Estados Unidos, aseguro públicamente al pueblo mexicano que no tratamos de usurpar la soberanía de México ni de intervenir en los asuntos 32 Amaya p 426 Maytorena Papers 34 Katz pp 348-349 35 Cervantes p 539 33 interiores de la república hermana...Se participa a los vecinos de las poblaciones por donde pasen nuestras fuerzas, que las hemos autorizado para que practiquen los cateos que juzguen indispensables, para buscar al bandido que venimos persiguiendo. General Pershing”36, lo que equivale a decir “no venimos a intervenir, pero nos otorgamos el derecho para husmear hasta el entraña de sus viviendas”. Como es muy posible advertir, pareciera ser, no que el gobierno de los Estados Unidos apoyara al bando carrancista, sino que el gobierno norteamericano realizaba su propia “revolución mexicana” utilizando al elemento carrancista, bloqueando puertos, adiestrando hombres, repartiendo armas y municiones, diseñando batallas, reclutando hombres, orientando los movimientos del carrancismo, favoreciendo los movimientos de tropas por su territorio, imponiendo convenios desventajosos para sus oponentes, girando órdenes y desde luego, empleando directamente a su ejército para combatir al villismo en territorio mexicano, antes, durante y después de la Expedición Punitiva, misma que pone en evidencia, por sí sola, la desenfrenada avidez norteamericana y la infausta sumisión de Carranza. Vistas así las cosas, es posible confirmarnos en la idea de que los Estados Unidos construyeron la arquitectura de nuestro país para que marchara de acuerdo a sus intereses, por eso nos seleccionaron un sistema unipersonal de gobierno que le de cause a sus inversiones de capital en la industria, el comercio, el agro y en general para la explotación de nuestros recursos naturales y humanos. Los Estados Unidos requerían en México de un ejecutivo con las suficientes facultades para poder darle curso a sus solicitudes de permisos y concesiones, un ejecutivo fuerte que pudiera modificar la Ley en su beneficio, sin el estorbo que un Congreso les significara, contando siempre con el control de jueces y magistrados. De tal forma la Constitución de 1917 se gesta a partir de una aparente contradicción, pues llamándose constitucionalista el ejército de Carranza, no puede entenderse a simple vista que lo primero que busque al llegar a la ciudad de México, sea modificar la Constitución que decía defender. Carranza no llega a la presidencia por la vía constitucional, pero desconoce en los hechos la Constitución vigente y llama Constitucionalista a su ejército. 36 Cabalgando, Ceja Reyes pp 249-250