TRIBUNAL DE GARANTIAS CONSTITUCIONALES Y EL CONTROL DE LA CONSTITUCIONALIDAD JORGE ELIGIO MENDEZ PEREZ1 [email protected] [email protected] "OTRO MEDIO DE EVITAR LOS DELITOS ES INTERESAR EL MAGISTRADO, EJECUTOR DE LAS LEYES, MAS A SU OBSERVANCIA QUE A SU CORRUPCION. CUANDO MAYOR FUERE EL NUMERO QUE LO COMPONGA, TANTO ES MENOS PELIGROSA LA USURPACION SOBRE LAS LEYES, PORQUE LA VENALIDAD ES MAS DIFICIL EN MIEMBOS QUE SE OBSERVAN ENTRE SI, Y SON MENOS INTERESADOS EN ACRECENTAR LA AUTORIDAD PROPIA CUANTO ES MENOR LA PORCION QUE TOCARIA A CADA UNO, PRINCIPALMENTE COMPARADA CON EL PELIGRO DEL ATENTADO. SI EL SOBERANO CON EL APARATO Y CON LA POMPA, CON LA AUSTERIDAD DE LOS EDICTOS, Y CON NO PERMITIR LAS QUEJAS JUSTAS E INJUSTAS DE LOS QUE SE JUZGAN OFENDIDOS, ACOSTUMBRA A LOS SUBDITOS A TEMER MAS A LOS MAGISTRADOS QUE A LAS LEYES; ESTOS SE APROVECHARAN DE SU TEMOR MAS DE LO QUE LE CONVENGA A LA SEGURIDAD PRIVADA Y PUBLICA ". Beccaria. "Tratado de los Delitos y de las Penas". P.202. I.-COMENTARIO INTRODUCTORIO El sistema constitucional dominicano muestra un modelo de fragilidad e inconsistencia que queda plasmado en el festival de modificaciones, generado por la carencia de una sólida base institucional republicana y por la debilidad e .- Maestría Summa Cum Laude en Ciencia Política. Maestría Summa Cum Laude en Relaciones Internacionales y Diplomacia. Postgrado Magna Cum Laude en Especialidad en Estudios Judiciales. Profesor de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), en las concentraciones en Derecho de Sucesiones, Derecho Electoral, Derecho de Regímenes Matrimoniales y Derecho Procesal Civil III (Recursos Procedimentales). 1 inestabilidad que ha prohijado la historia de la institucionalidad del Estado Dominicano, la cual ha estado sumergida en un cuadro de criticalidad que vence el criterio ideológico del orden y se enmarca en la potencialización de un "handicard" matizado por la deficiencia o puntos negativos que han venido operando como un lastre; lo que según la visualización de algunos autores se profundizó a raíz de lo que han denominado "el magnicidio electoral del 16 de mayo del 1994". Con la firma del "Pacto por la Democracia", el 10 de agosto del 1994, y su traducción axiomática en una reforma a la Carta Magna, se encaminó a la modificación número 35 de la Constitución Dominicana; sobresaliendo un elemento esencial, objeto ahora de nuestro análisis, que recae directamente sobre la parte infine del inciso 1, del artículo 67, de la Constitución Dominicana, la cual establece que la Suprema Corte de Justicia tiene facultad para conocer en única y última instancia ".... de la constitucionalidad de las leyes, a instancias del Poder Ejecutivo, de uno de los Presidentes de las Cámaras del Congreso Nacional o de parte interesada". Un aforismo establece que de las grandes crisis resurgen magníficas soluciones y que no hay toques leves a elementos nobles o sensibles. De ahí que la contienda electoral del 1994 fuera ampliamente cuestionada por la comunidad nacional e internacional; lo que hasta cierto punto rupturó el sistema constitucional como fuente jurídica fundamental del esquema normativo general, pero dejó sentadas las bases de una reflexión y de un sentimiento nacional fortalecedor para la sociedad civil y para los actores políticos; ya que con un esfuerzo generalizado se revisaron y se establecieron normas que han ido conduciendo hacia el triunfo imperedecedero de la ley; independientemente de la situación conflictiva generada en agosto del 1998 entre los poderes constitucionalmente reconocidos en la Constitución Dominicana y que con el razonamiento lógico que oferta la misma democracia volverán a un clima de normalidad cuando cada poder del Estado y sus representantes en la escala jerárquica más elevada entiendan que la interdependencia es la regla y la independencia la excepción; pero resguardando el respeto que cada cual prohíja en la interioridad de su naturaleza jurídica. La Constitución como cualquier institución normativa tiene que obedecer a la transparencia y a la democracia que sirve de soporte a la institucionalidad misma. La modificación de la Constitución obedeció al contenido del "Pacto por la Democracia", pero el legislador no previó en su estudio que era pertinente tomar en consideración una garantía de una mayor seguridad jurídica que no estuviera sujeta a manipulaciones políticas sintomáticas propias de intereses personalísimos, no estatal, ni a sentimientos espurios transgresores de la legalidad y de la legitimidad que debe y tiene que devolverse a la comunidad que ejerce con libertad el derecho al sufragio; y más aun al ciudadano que centra su esfuerzo y su esperanza en el valor a la ley, en su imperio y en su soberanía. La consolidación de la democracia y del estado de derecho conlleva a que el grado de diafanidad sea total, que la ley esté por encima de los intersticios partidarios o personales y que el grado de confianza en la ley sea respetado con feliz advocación. 2.- TRIBUNAL DE GARANTIAS CONSTITUCIONALES 2.1. UN MODELO PARA LA REPUBLICA DOMINICANA La creación de un Tribunal de Garantías Constitucionales (T.G.C.) vendría a ser el intérprete supremo de la Constitución y de las leyes adjetivas. Estaría bajo el manto de la soberanía y de la independencia de la misma Constitución y de la Ley Orgánica que lo regule, donde pueda declarar la inconstitucionalidad de algunos preceptos, sin que forme parte directa del Poder Judicial. El Tribunal de Garantías Constitucionales no dispondrá de propia iniciativa para la formación de las leyes ni actuará de oficio, ya que deberá ser puesto en acción por las partes legitimadas para ello, como actualmente lo concibe la Constitución Dominicana. Su falta de jurisdicción o competencia nunca podrá ser promovida, solo lo apreciaría de oficio o a instancia de parte interesada, por el propio tribunal. Sus sentencias serán inapelables por ser en única y última instancia, vincularían a todos los poderes públicos y deberán ser publicadas en el Boletín Oficial del Estado, con los votos particulares si los hubiere. Las sentencias que declaren la inconstitucionalidad de una ley o de una norma con fuerza de ley tendrá eficacia "erga omnes". Ha de conferírsele al Tribunal de Garantías Constitucionales autonomía de gestión administrativa y presupuestaria (no objetable por el Presidente de la República ni por el Director Nacional de Presupuesto), ya que habrá de ser incluido dentro del esquema de la Ley de Presupuesto y de Gastos Públicos que habrá de aprobar el Congreso Nacional; como sección autónoma deberá tener la debida potestad reglamentaria de organización y selección de los funcionarios y empleados administrativos; teniendo, además, la facultad para crear su propio Reglamento de Procedimiento Constitucional. El Tribunal de Garantías Constitucionales podrá tener cuantas Salas considere necesarias, pudiendo actuar en Pleno para decidir sobre asuntos de la competencia del Tribunal y en Salas para decidir sobre los recursos de amparo que puedan ser avocados al Pleno por decisión del Presidente o a petición de tres magistrados del mismo Tribunal. Las Salas podrán tramitar, admitir o inadmitir recursos. El Tribunal de Garantías Constitucionales deberá contar con un Cuerpo de Abogados Ayudantes, cuya función principal será proporcionar información para las decisiones de los Magistrados; realizar estudios e investigaciones sobre temas determinados sin hacer referencia a un caso concreto, pero de interés para el Tribunal. La actividad del Abogado Ayudante es incompatible con cualquier otra función profesional, al igual que la de los jueces, aunque por autorización escrita del Presidente del Tribunal puede hacer ejercicio docente o de investigación. El Tribunal de Garantías Constitucionales podrá tener una composición de trece jueces nombrados por el Consejo Nacional Constitucional compuesto por representantes de instituciones públicas y privadas, a propuestas del Colegio de Abogados de la República Dominicana, de las Facultades de Ciencias Jurídicas de las Universidades. El Presidente lo designará el Consejo nacional Constitucional o el órgano habilitado para ello, a propuesta del Pleno de jueces del Tribunal de Garantías Constitucionales para un período de tres (3) años no renovables. Los Miembros de dicho Tribunal deberán ser escogidos dentro de los juristas reconocidos por su sólida reputación, laboriosidad y preparación académica, del cuerpo profesoral universitario, de los que pertenezcan a la Carrera Judicial, a la función pública o de la abogacía, para un período de ocho (8) años, no renovables. En España, señala García Pelayo, Presidente del Tribunal Constitucional en la década de los ochenta, que "... de los Magistrados que actualmente componen el Tribunal, nueve (entre ellos una mujer) son profesores universitarios de distintas materias y tres pertenecen a la carrera judicial, de los cuales uno de ellos ha sido Presidente del Tribunal Supremo hasta una época reciente; otro, Presidente de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, y un tercero, Presidente de la Sala Contencioso Administrativa de la Audiencia Nacional". (García Pelayo, Manuel, Presidente Tribunal Constitucional de España. "Memoria de la Reunión de Presidentes de Cortes Supremas de Justicia de Iberoamérica, El Caribe, España y Portugal". Caracas. 1983). Siguiendo el modelo del Tribunal de Garantías Constitucionales de España nos encontramos con una base estadística que se puede presentar como una muestra de lo que podría representar, en término práctico, para la República Dominicana. El inicio de dicho órgano se remonta al 15 de julio del 1980, y según el Dr. Manuel García Pelayo ya al 30 de septiembre del 1983 se habían verificado el siguiente estado situacional: a).- 1,855 asuntos ingresados. b).- 1,358 asuntos resueltos del total de los ingresados. c).- 1,654 recursos de amparo presentados. d).- 1,236 recursos de amparo resueltos. e).- 132 sentencias validaron recursos de amparo de los que fueron resueltos. f).- 58 recursos de inconstitucionalidad presentados. g).- 39 recursos de inconstitucionalidad resueltos de los que fueron presentados. h).- 37 recursos de inconstitucionalidad fueron por jueces y tribunales diferentes. i).- 25 recursos de inconstitucionalidad de los presentados por jueces u otros tribunales diferentes fueron resueltos. j).- 1 caso versó sobre conflictos de competencia entre comunidades autónomas. k).- 88 casos versaron sobre conflictos de competencia entre el Estado y comunidades autónomas. l).- 42 recursos sometidos versaron sobre asuntos de control previo de normas. m).- 2 recursos sobre control previo de normas fueron resueltos. n).-- No se ha presentado ningún conflicto de competencia entre órganos superiores del Estado. Se ha podido comprobar que la inexperiencia de los recurrentes hizo que confundieran el recurso de amparo con el derecho de petición, cuya atención cae fuera del ámbito competencial del Tribunal de Garantías Constitucionales. El recurso de amparo es relevante para el valor del ordenamiento jurídico y para la garantía de los derechos fundamentales, para la promoción de la paz social, de la igualdad ciudadana y de la libertad individual. Frente a actos firmes sin valor de ley está el recurso de amparo reconocido por el Tribunal de Garantías Constitucionales; el cual está dotado para cerrarle el paso a simples vías de hecho u omisiones que conduzcan en materia laboral, militar, policial o penal a la violación del derecho imputable solo a órganos jurisdiccionales. El recurso de amparo anula toda decisión que ha lesionado el derecho o la libertad. Con él se restablece la integridad del derecho del recurrente por la aplicación de una ley atentatoria al mismo, por lo que el Tribunal de Garantías Constitucionales procederá a declarar la inconstitucionalidad de la ley. En una respuesta coherente y totalizadora, como expresión de eficiencia, y marcando el paso de la legislación costarricense, el Presidente de la Sala Constitucional de Costa Rica, el DR. DANIEL GONZALEZ, ha expresado, refiriéndose a la Ley de Jurisdicción Constitucional número 7135 del 11 de octubre del 1989, que el gran avance de la ley está en el "... amparo contra particulares", señalando que "...es obvio que la Constitución rige para todas las personas, ya se trate de gobernantes o gobernados, y es claro también que unos y otros están obligados a cumplirla; de modo que, en principio, no hay razón, para excluir del amparo los actos u omisiones de los particulares; y en ese campo las leyes pueden hacer la regulación que se estime conveniente. Algunos derechos constitucionales sólo pueden resultar quebrantados por los órganos y servidores públicos, pues se refieren a las potestades de esos órganos y funcionarios y a las relaciones entre individuo y el Estado o enfrente de éste; pero otros derechos sí son susceptibles de violación de amenaza, de violación por particulares; de suerte que, si un sujeto de derecho privado quebrantare algún derecho constitucional en perjuicio directo de otra persona, física o jurídica, el perjudicado debe tener abierta la vía del amparo, si fuere adecuada esa vía para decidir el caso y no existieren otros medios de protección eficaz". El Tribunal de Garantías Constitucionales no es una instancia de revisión ni de calificación de hechos que han dado lugar a un proceso; es el curso mismo de la garantía de un derecho frente a la violación de un derecho constitucional. En relación con las controversias que pueden suscitarse, es necesario aclarar que los conflictos constitucionales de competencia surgen cuando dos órganos se declaran igualmente competentes (conflicto positivo) o igualmente incompetentes (conflicto negativo) para conocer un determinado asunto en el ejercicio de su atribución, ficticia o real. Un conflicto puede formularse y ser resuelto en términos jurídicos sin transgredir las normas superiores del Estado. Los conflictos entre órganos constitucionales del Estado se pueden presentar cuando se matizan las siguientes situaciones: a).- Por recibir directamente de la Constitución su configuración, su status institucional y su sistema de competencia que tiene todos los atributos constitutivos de su cualidad orgánica. b).- Por ser componentes fundamentales, necesarios e indefectibles de la estructura constitucional; de tal modo que su desaparición o modificación sustancial afectaría la modalidad de ser de la globalidad del sistema constitucional. c).- Por su participación o intervención en la dirección política del Estado. d).- Por no reconocer un órgano superior, se insubordina y se lo que hace es vincularse con los demás órganos constitucionales por relaciones de coordinación. La organización del Tribunal de Garantías Constitucionales debe venir formulada por una Ley Orgánica, por ser conforme a la doctrina la reserva que hace la Constitución para determinada materia, enumerada strictu sensu por la propia Constitución y que necesita la aprobación de la mayoría absoluta del Congreso, mientras que una ley ordinaria precisa de una mayoría simple. El orden competencial debe ser exclusivo y responder a la realidad o al modelo de jurisdicción constitucional concentrada o especializada, frente a la jurisdicción constitucional difusa o ejercida junto a otras jurisdicciones por un mismo Tribunal, como en la actualidad en la República Dominicana, con su modalidad mixtificada o no. El área de competencia del Tribunal de Garantías Constitucionales puede concebirse a la luz de un nivel sé soberanía para el Estado mismo, a un nivel de autonomía política para los órganos del Estado y a un nivel de una autonomía administrativa para las Provincias y los Municipios. Lo anterior constituye una garantía institucional por parte de la Constitución, la cual debe estar orientada a la defensa de los derechos subjetivos. El Tribunal de Garantías Constitucionales es una pieza angular en un Estado Constitucional como el nuestro, porque vendría a privilegiar la primacía y el respeto a la ley sobre la base de un Estado de Derecho que legitima su existencia en la Constitución, única garantía de la justicia, de la razón y del ejercicio de los sagrados principios individuales y sociales reconocidos por la Carta Magna a todo ciudadano dominicano. El Tribunal de Garantías Constitucionales vendría a llenar una función estatal de calidad dentro del modelo jurídico de los poderes públicos y sus destinatarios, porque los abusos serían disciplinados con el respeto que imprime el rango jurídico superior de la Constitución, la cual establece los límites que evita inseguridad jurídica e interpretaciones antojadizas que ilegitiman el orden jurídico mismo. El Tribunal de Garantías Constitucionales vincula la constante configuración de la realidad constitucional hacia el futuro, porque sin fatiga en las deliberaciones no sustituye a ningún órgano en su función ni en su responsabilidad; si no que como custodia de la Constitución, con métodos jurisdiccionales e independencia, contribuye con la solidez del Estado de Derecho. Dentro de la competencia del Tribunal de Garantías Constitucionales se ponderan las normas del control de la constitucionalidad, siguiendo así los modelos europeos de Austria, Alemania y España; los cuales se compactan con el sistema americano seguido por Costa Rica, Venezuela y Colombia. 2.2. ALGUNOS ASPECTOS DEL CONSEJO CONSTITUCIONAL DE FRANCIA En Francia, el Título VII, artículos 56 al 62 de la Constitución Francesa, contiene las líneas definitorias de la composición del Consejo Constitucional como órgano encargado del control de la constitucionalidad, estrictamente pautados en los artículos 61 y 62. El artículo 56 de la Constitución Francesa establece que el Consejo Constitucional está conformado por nueve Miembros con una duración en sus funciones de nueve años, no reelectos, que se renuevan cada tres años. Forman parte del mismo tres Miembros que son sugeridos por el Presidente de la República ( quien designa el Presidente del Consejo Constitucional con discreción, no hay audiencia pública para ventilar las cualidades del funcionario), el Presidente del Senado sugiere tres personas; el Presidente de la Asamblea Nacional también sugiere a tres personas; los ex presidentes son Miembros ex oficio vitalicio. Los cargos en el Consejo Constitucional son incompatibles con otras funciones y los Miembros se asegurarán dentro de sus facultades, de la regularidad de las elecciones presidenciales, congresionales y municipales, de la regularidad de la contestación y litigios, y de los referéndum, anunciando sus resultados. El artículo 61, párrafo 1, de la Constitución de Francia hace que los reglamentos parlamentarios antes de aplicarse sean conocidos por la Corte Constitucional para que determine si tienen normas contradictorias a la Carta magna; así mismo es necesaria la revisión constitucional de cualquier ley orgánica ( ante de su promulgación debe ser sometida al Consejo Constitucional para que se pronuncie la constitucionalidad o no; entendiéndose como ley orgánica toda aquella que organiza instituciones públicas en su estructura, funciones y jerarquía) sea obligatoria para su validez y su pronunciamiento; teniendo el Consejo Constitucional un plazo de 30 días para emitir su veredicto y de 8 días cuando las leyes son de emergencia. Si se trata de leyes ordinarias (las que regulan todo lo que afecta la vida de la sociedad) la revisión no es obligatoria ni automática. El apoderamiento del Consejo Constitucional cuando se trata de leyes ordinarias suspende el plazo para la promulgación queda suspendido. Las decisiones del Consejo Constitucional no son apelables. Hay que señalar que las leyes son sometidas por los actores que tienen capacidad jurídica de iniciativa para la formación de las leyes, como ocurre en la Constitución de la República Dominicana en su artículo 38 y en Francia en su artículo 56. Es importante señalar que en Francia, al tenor del párrafo 2 del artículo 61, modificado por la Ley Constitucional número 74-904, ha ido operando una transformación lenta en su contenido; ya que en el 1958 se limitaba la facultad de apoderamiento del Consejo Constitucional solo a los legitimados para ello (Presidente de la República, Primer Ministro, Presidente de la Asamblea Nacional y Presidente del Senado). En octubre del 1974 la facultad de apoderar al Consejo Constitucional fue ampliada en la Constitución, al legislarse que sesenta Diputados o sesenta Senadores podían apoderar al mismo con motivo a cualquier enmienda que fuera factible introducir a la Constitución. En el 1990, bajo los auspicios del Presidente Francois Mitterand, se trató de introducir una reforma por enmienda para permitir que los litigantes en las Cortes Judiciales y Administrativas cuestionar la constitucionalidad o no de las leyes procesales que atenten contra los Principios Fundamentales Reconocidos por las Leyes de la República (PFRLR). Esto no fue aprobado; pero en Francia se sigue buscando un consenso para hacer del Consejo Constitucional un instrumento abierto y accesible con transparencia. El Magistrado Amadeo Julián, tomando como referencia los conceptos emitidos por Jacques Ghestin y Gilles Goubeaux, en la Introducción General del Tratado de Derecho Civil, ha expresado que "...El artículo 61 sólo prevé la posibilidad de un recurso durante el plazo de promulgación de la ley, el cual se considera suspendido, para esos fines. Desde que una ley es publicada, lo que supone que ha sido promulgada, su constitucionalidad no puede ser jurídicamente discutida. Se trata de evitar que haya duda sobre la regularidad de las leyes adoptadas y puestas en vigor. Sin embargo, en este punto la jurisprudencia del Consejo Constitucional no ha sido siempre la misma. En una primera época el Consejo aplicaba estrictamente lo dispuesto en el artículo 61. En ese sentido su opinión era que la "la conformidad de las leyes (las leyes promulgadas) no puede ser puesta en causa aún por la vía de excepción ante el Consejo Constitucional, cuya competencia está limitada por el artículo 61 de la Constitución al examen de las leyes antes de su promulgación'. En 1985, el Consejo modificó esa jurisprudencia, y admitió que la regularidad respecto de la Constitución de los términos de una ley promulgada puede útilmente ser contestada con ocasión del examen de las disposiciones legislativas que la modifican, la completan o afectan su dominio. De esta forma, el Consejo Constitucional aceptó controlar por vía de excepción la constitucionalidad de una ley promulgada. Finalmente, el Consejo Constitucional ha vuelto a su jurisprudencia original y abandonando el criterio que había adoptado en 1985. Por una sentencia del 21 de octubre del 1988, ha juzgado que no puede ser llamado a estatuir sobre la conformidad de una ley a la Constitución sino en los casos y según las modalidades definidas por su artículo 61". (Julián, Amadeo: "La Acción en Inconstitucionalidad por ante la Suprema Corte de Justicia". El ciudadano francés está excluido de iniciar el proceso de demanda del control constitucional, porque no surge la revisión en virtud del proceso y porque no está legitimado para elevar tal instancia ante el Consejo Constitucional; contrario a lo que en la actualidad ocurre en la República Dominicana, donde a partir de la reforma a la Constitución del 14 de agosto del 1994 y la legitimación a la parte interesada, en la parte in fine del párrafo I del artículo 67, para poder invocar la inconstitucionalidad, la Suprema Corte de Justicia está recargada de expedientes de esta naturaleza. La Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana ha establecido el precepto de quien puede ostentar la calidad de parte interesada fuera de la delimitación que expresa el párrafo 1 del artículo 67 de la Constitución Dominicana en lo relativo al ejercicio válido de la acción de inconstitucionalidad de las leyes por la vía directa o principal; dejando claramente definido que todo el que tiene un interés serio, legítimo, actual y jurídicamente protegido es una "parte interesada". El 97% de los casos sometidos al Consejo Constitucional, a partir del 1974, provienen del Parlamento, por razones eminentemente de controversias políticas. En el 1981 ganó el Partido Socialista de Francia (PSF), el cual controló la Presidencia de la República, el Gobierno y la Asamblea Nacional; por lo que la derecha ataca las reformas legales a introducirse por medio del Consejo Constitucional que declara la inconstitucionalidad de las leyes. En el 1986 la derecha controla el Parlamento y el Gobierno, por lo que el PSF acude al Consejo Constitucional para la declaración total o parcial de cuerpos legales por inconstitucionales, llegando solo a declararse inconstitucional dos de cada tres leyes. La estadística muestra que del 1959 al 1973 solo fueron referidas nueve leyes al Consejo Constitucional; del 1974 al 1980 fueron sometidas sesenta y seis leyes y del 1981 al 1987 el Consejo Constitucional fue apoderado de 136 leyes, de las cuales 134 fueron enviadas por el Parlamento y 49 fueron declaradas inconstitucionales por el Consejo Constitucional; lo que muestra que el Consejo Constitucional ha sido usado por la oposición para los rejuegos de su ingeniería política partidista y para dilatar o frustrar programas legislativos del Gobierno; lo que conduce a pensar que de instituirse el Tribunal de Garantías Constitucionales en la República Dominicana hay que adoptar normas precautorias que impidan la contaminación del mismo con intereses espurios que no sea el fin último consagrado en la Constitución misma o en la Ley Orgánica que lo reglamente. En Francia las decisiones del Consejo Constitucional, partiendo del sistema constitucional en abstracto, tiene los siguientes efectos: 1.- Cuando la ley es considerada constitucional la suspensión opera de forma automática y la misma debe ser promulgada sin ningún tipo de objeción. 2.- Cuando la ley es considerada inconstitucional puede ser vetada automáticamente por el Poder Ejecutivo. 3.- Cuando el Consejo Constitucional considera que una ley tiene una sola parte inconstitucional, la misma puede ser promulgada a condición de que la parte que ha sido declarada inconstitucional sea eliminada del texto general. 4.- Cuando la ley es parcialmente puede promulgarse si inconstitucional no afecta la integridad total de la ley. 3.- CONTROL DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE NORMAS CON RANGO DE LEY El Control de la Constitucionalidad es la comprobación de la validez de una norma que se pone en contraste con la norma superior que es la Constitución. A decir de algunos autores es el Poder Judicial el encargado de preservar la vigencia de la Constitución; a lo que Alexander Hamilton, al analizar el control de la constitucionalidad de los Estados Unidos ha expresado que "...la interpretación de las leyes pertenece al ámbito propio y peculiar de las Cortes de Justicia. Una Constitución es de hecho, y así debe ser vista por los jueces, como la ley fundamental. Por lo tanto, le pertenece a ellos afirmar su significado, así como el significado de cualquier acto que provenga del cuerpo legislativo. Si resulta que hay una diferencia incompatible entre las dos, aquella que tiene una obligación y validez superior debe, por supuesto, ser preferida; o, en otras palabras, la Constitución debe ser preferida a la ley ordinaria, la intención del pueblo, a la intención de sus gentes". (The Federalist No. 78. P.467. Penguin Books. New York. 1961). Si una ley no concuerda con la construcción jerárquica del orden jurídico y los principios coherentes vinculatorios de la Carta Magna, la misma está viciada de nulidad absoluta, suerte que también habrán de seguir los decretos-leyes, los decretos, las resoluciones legislativas, las ordenanzas municipales, etc; como bien ha expresado la Suprema Corte de Justicia en la sentencia emitida en fecha reciéntemente, en la cual sienta el primer precedente. El Control de la Constitucionalidad depende de la visión del Derecho Comparado y se ha dado por clasificarse de la siguiente manera: 3.1.- Abstracto. 3.2.- Concreto. 3.3.- A posteriori. 3.4.- A priori o preventivo. 3.5.- Difuso o descentralizado. 3.6.- Concentrado o centralizado. 3.1.- CONTROL ABSTRACTO DE LA CONSTITUCIONALIDAD: Es realizado con independencia de la aplicación de la norma a un caso concreto; es decir, que no surge con un incidente procesal, porque cuestiona la validez de la ley en sí misma, en su dimensión abstracta, por lo que se presenta ante el Tribunal de Garantías Constitucionales como un recurso de inconstitucionalidad, no como un simple recurso de casación como sucede en la actualidad en la República Dominicana. El Control Abstracto de la Constitucionalidad presenta asuntos controvertibles que quedan meramente tipificados en el artículo 67, inciso 1 de la Constitución Dominicana. 3.2.- CONTROL CONCRETO DE LA CONSTITUCIONALIDAD: Tiene lugar en ocasión de un caso específico sometido a procedimiento judicial y cuya decisión depende de la validez constitucional de una norma de rango de ley esencial para la resolución del caso dado. Se inicia con la llamada "cuestión de inconstitucionalidad" por un Juez o un tribunal concreto, sea de oficio o sea a instancia de las partes. El planteamiento debe hacerse dentro de los términos del procedimiento y en los plazos para dictar sentencias. 3.3.- CONTROL PREVIO DE LA CONSTITUCIONALIDAD: Se ejerce en materia de tratados y leyes orgánicas. Este recurso solo puede ser planteado cuando el texto normativo esté definitivamente fijado y solo falte el último acto para la integración en el orden jurídico, como lo constituye la exigencia del artículo 37, inciso 14 y el artículo 55 incisos 6 y 10 de la Constitución Dominicana, los cuales requieren que para la validez de los contratos o convenciones internacionales que formule el Poder Ejecutivo deben ser aprobados o ratificados por el Congreso Nacional, lo que se constituye en una sanción regia. 3.4.- CONTROL APRIORI O PREVENTIVO DE LA CONSTITUCIONALIDAD: Es un selector de normas para que el orden jurídico se mantenga adecuado a la constitucionalidad, sometido a la legalidad, ya que es preventivo y no admite en dicho orden normas contrarias a los preceptos constitucionales. 3.5.- CONTROL DIFUSO O DESCENTRALIZADO DE LA CONSTITUCIONALIDAD: Es el que permite a cualquier Juez desaplicar una ley que estime inconstitucional, aplicando preferentemente la Constitución, siempre que ello haya sido solicitado, como excepción, por una de las partes, en un proceso cuyo conocimiento le corresponda. Cuando nos referimos al Control Difuso de la Constitucionalidad estamos significando que la facultad de control no se concentra en un sólo órgano, sino al sistema general de todos los órganos judiciales de un Estado determinado; lo que indica que poseen el poder-deber de desaplicar leyes inconstitucionales en casos concretos sometidos a su conocimiento. El Control Difuso de la Constitucionalidad existe en Guatemala, Uruguay, México, Argentina, Venezuela, Estados Unidos, República Dominicana y otros países. ( Vanossi, Jorge Reinaldo: "Aspectos del Recurso Extraordinario de Inconstitucionalidad". Buenos Aires. 1966). En Argentina "... a pesar de que todos los tribunales tienen facultad de desaplicar una ley en caso concreto, es posible llevar, en última instancia, el conocimiento del asunto a la Corte Suprema de Justicia, mediante el ejercicio del recurso extraordinario de inconstitucionalidad". (Ghigliani, Alejandro E.: "Del Control Jurisdiccional de la Constitucionalidad". P. 76. Buenos Aires. 1952). De lo anteriormente expuesto se observa que el control difuso de la constitucionalidad de las leyes que son declaradas inaplicables, la decisión tiene efectos inter partes y la ley tiene efecto como si nunca se hubiera producido, en el caso concreto. En Venezuela se requiere la legitimación. Existe un cuerpo deliberante de carácter nacional, estatal o municipal, que verifican las leyes, los reglamentos y los actos del gobierno, ".... con exclusión de los actos judiciales y administrativos que tienen sus propios medios de control de legalidad y constitucionalidad". (Brower Carías, Allan R.: "El Control de la Constitucionalidad de los Actos Estatales". Revista de Administración Pública. No. 76. P. 419-446. Madrid. 1975.). El sistema venezolano de supremacía de la Constitución indica que el texto fundamental de la cúspide del ordenamiento jurídico no puede ser violado o desconocido por ninguna norma o acto de rango inferior, dando incluso a los particulares que puedan someter al control de los órganos judiciales todos los actos estatales que lesionen la Constitución. Con ésto se privilegia la "superlegalidad" por sobre la legalidad ordinaria, la cual, en el caso de Venezuela, ha sido reconocido aun cuando se han dado gobiernos defactos, lo que trae como corolario tres premisas: a).- La legitimidad de la Constitución es incontrolable. b).- Todo dispositivo que implique una contradicción con la Constitución está implícitamente derogada antes de su promulgación. c).- Toda disposición que contravenga la Constitución está viciada de nulidad absoluta porque altera el orden jurídico superior. Partiendo de lo anterior hay que indicar que si el Poder Constituyente se sustrae a su propia norma y modifica la Constitución, ésta no puede ser controlada, porque por encima de ella no hay ningún órgano que controle su legitimidad; ya que ni la Suprema Corte de Justicia tiene competencia para declarar la nulidad de la Constitución. No puede existir una "inconstitucionalidad" de la Constitución, porque la Ley Fundamental emana del Poder Constituyente y solo éste puede controlarla o revisarla por las siguientes razones: 1.- La Constitución, dentro del ordenamiento jurídico, es un cuerpo de normas superior a todas las leyes. 2.- Toda ley o acto de efectos generales dictado con anterioridad a la Constitución y que contradiga sus disposiciones, queda automáticamente derogada. 3.- En materia competencial la misma Constitución establece su mecanismo atributivo y el Poder Público organizado para ello. Es de ahí que la nulidad absoluta opera aun cuando el órgano que dicta normas constitucionales es una "autoridad usurpada", que a la fuerza, en actitud subversiva menoscaba los derechos garantizados por el mismo texto constitucional. 4.- La Constitución ocupa un carácter de preeminencia por estar configurada dentro de un carácter rígido, de contenido intangible, operativo marcado por lo pragmático hasta rayar en la eficacia como posibilidad orgánica de las garantías constitucionales. 3.6. CONTROL CONCENTRADO O CENTRALIZADO DE LA CONSTITUCIONALIDAD: Con el Control Concentrado se centraliza el control de la constitucionalidad "en un sólo órgano judicial", el cual tiene "el monopolio de la declaratoria de la nulidad de las leyes inconstitucionales". (Cappalletti, Mauro: "El Control Jurisdiccional de la Constitucionalidad de la Leyes en el Derecho Comparado". Revista de la Facultad de Derecho. No. 65. Tomo XVI. P.28-33. México. 1966). Normalmente hay un Tribunal Supremo o una Corte Constitucional, como ocurre en Colombia, El Salvador y Panamá, y como debe ser en la República Dominicana sin que recaiga la facultad sobre la Suprema Corte de Justicia; donde en esos países, exceptuando el nuestro, se prevée el recurso de inconstitucionalidad como una acción popular, a veces se ejerce ante una Sala de la misma Corte Suprema de Justicia, porque le corresponde a cualquier ciudadano sin legitimación (interesado) específica ejercer la acción. ( Zamudio, Héctor Fix: "Protección de los Derechos Humanos". Boletín Mexicano de Derecho Comparado". No. 13-14. Ene-Ago. P.89. México. 1972 ). La declaratoria de inconstitucionalidad que sigue el método del control concentrado de la constitucionalidad tiene efectos absolutos, erga omnes, y normalmente hacia el futuro. En Brasil, por ejemplo, está previsto el recurso extraordinario de inconstitucionalidad ante el Sistema Supremo Federal, pero con modalidades particulares. El recurso se ejerce con motivo de una controversia ante el Tribunal Ordinario y se plantea ante el Tribunal Supremo, quien conserva el monopolio de la declaración de inconstitucionalidad. El recurso extraordinario exige la legitimación específica y los efectos de la decisión de la Corte, si sigue el método del control difuso, son de carácter relativo, interpartes, en relación al caso concreto. En Guatemala, a partir del 1965 se previó el recurso de inconstitucionalidad directo ante un tribunal especial llamado Corte Constitucional, pero para la interposición del mismo se requiere legitimación específica y cuya decisión tiene efectos erga omnes y pro futuro. Cuando opera el control concentrado de la constitucionalidad su competencia para declarar la nulidad parcial o total de las leyes recae directamente en la Corte Suprema de Justicia en pleno o sobre una Corte Constitucional, la cual tiene por objeto no ya desaplicar la ley en un caso concreto; sino declarar la nulidad por inconstitucionalidad de las leyes, con efectos erga omnes, cuando ello se ha solicitado por la vía de la acción principal. 3.7.- CONTROL MIXTO DE LA CONSTITUCIONALIDAD Es a la luz del Derecho Comparado una mezcla del sistema difuso y del control concentrado de la constitucionalidad. (Calamandrei, Piero: "La Illegittimitá Constituzionale delle Leggi". P.5. Padosa. Italia. 1950). El control de constitucionalidad de las leyes puede identificarse con la combinación de los sistemas enunciados (el difuso o americano y concentrado o europeo); lo que hace que el control mixto de la constitucionalidad se aprecie dentro de la configuración de un híbrido y de una amplitud no comparable con otro método. El artículo 7 del Código de Procedimiento Civil Venezolano expresa, por ejemplo, que "... cuando una ley vigente, cuya aplicación se pida, colidiere con alguna disposición constitucional, los tribunales aplicarán ésta con preferencia". Esta norma del derecho procesal ha estado vigente en el ordenamiento jurídico de Venezuela desde 1897. (Andueza, José Guillermo: "La Jurisdicción Constitucional en el Derecho Venezolano". P. 38. U.C.V. Caracas. 1955). 4.- EL CONTROL DE LA CONSTITUCIONALIDAD EN LA REPUBLICA DOMINICANA En la República Dominicana el control de la constitucionalidad ha estado encomendado no tan solo a la Suprema Corte de Justicia, sino también a los jueces en general, cualquiera que sea su grado y por ínfima que fuere su categoría. El Juez en cualquier área del sistema judicial dominicano es el llamado a custodiar la Constitución y su imperio, a aplicar las normas jurídicas que prevalecen como leyes ordinarias. La práctica ha sido que la aplicación, de la norma fundamental, por parte de los jueces de grado solo surte efectos en el caso concreto debatido, y no alcanza por lo mismo, sino a las partes interesadas en el conflicto; aunque a partir del 14 de agosto del 1994 la doctrina dominicana en materia del control de la constitucionalidad de las leyes se ha dividido; aumentando como medidas incidentales los llamados medios de inconstitucionalidad por excepción y por la acción directa. Cuando se trata de la ilegitimidad constitucional de las leyes pronunciadas por el supremo tribunal en el ejercicio de su función soberana, como intérprete de la Constitución y en respuesta a la acción pertinente, los efectos de la decisión se extienden erga omnes y cobran fuerza de ley, por ser el control principal y general como antítesis del control incidental y especial. La parte infine del Párrafo I, del Artículo 67 de la Constitución Dominicana del 14 de agosto del 1994, establece que "...Corresponde exclusivamente a la Suprema Corte de Justicia: 1.-Conocer de la constitucionalidad de las leyes, a instancias del Poder Ejecutivo, de uno de los Presidentes de las Cámaras del Congreso Nacional o de parte interesada". Esta norma constitucional constituye una transformación al modu operandi del control de la constitucionalidad por vía de acción, dentro del ordenamiento jurídico dominicano; queriendo volver al control concentrado de la constitucionalidad y a una figura jurídica de consecuencias imprevisibles para el incentivo manifiesto de la inseguridad jurídica, lo que trae consigo "... demoras y paralización en el funcionamiento de los órganos jurisdiccionales e interpretaciones contradictorias sobre el ejercicio de dicho control". (Fernández Pichardo, Bernardo: "Medios Urgentes para el Control de la Constitucionalidad de las Leyes bajo la Constitución Actual". Listín Diario. P.7. Septiembre 26, 1994). Esto genera un estadio contradictorio, al mantener el carácter potestativo a todos los tribunales, en torno al control de la constitucionalidad de las leyes; de manera que las sentencias emitidas por los tribunales conservan autoridad limitada; pero cuando la Constitución faculta "...a cualquier parte interesada" para que se pueda ejercer la vía de un recurso directo contra la ley, lo que crea son trastornos y una incertidumbre incalificable, porque con ésta vía de acción se magnifica la prolongación innecesaria de los asuntos sometidos a la consideración de los tribunales de grados. Con la instauración de dicha norma constitucional se le está dejando una brecha a los abogados incidentalitas para que invoquen ante la Suprema Corte de Justicia la impugnación de cualquier ley y "en el transcurso del proceso solicitar el sobreseimiento hasta tanto el más alto Tribunal emita su opinión, con lo cual se le hace un flaco servicio a la administración de la justicia", ya que en espera del dictamen de la Suprema Corte de Justicia se detendría el funcionamiento del sistema; a lo cual se agrega que los abogados o las partes por falta de interés o por retardar el conocimiento del caso en cuestión pueden detener un proceso por tiempo indefinido, hasta esperar que un tribunal recargado de expedientes, como es el caso de nuestra Suprema Corte de Justicia, emita una sentencia o un auto pronunciándose sobre la constitucionalidad o no de una ley cuya aplicabilidad se reclama en un juicio de cualquier naturaleza. Es por ello, que el ex Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), el DR. BERNARDO FERNANDEZ PICHARDO, ha planteado que deben establecerse normas ordinarias que no sean violatorias a la Constitución para llenar "la ausencia de reglas" claras, Constitucional precisas que defina y y concordantes, o abocarse complemente lo atinente a al otra control Reforma de la constitucionalidad de las leyes por vía de acción para garantizar una adecuada administración de justicia. Propone el distinguido jurista que "...dado que la acción puede ejercerla cualquier parte interesada" dicho plazo debe correr a partir del momento en que la ley se repute conocida, después de su publicación. Sostiene el acucioso jurista dominicano que "...debe fijarse ese plazo para limitar la incertidumbre en cuanto a la posible impugnación de la ley por su inconstitucionalidad, mediante la vía de acción. Este plazo no limitará el control por vía de excepción, que podría promoverse en cualquier momento mediante el alegato de la inconstitucionalidad". Estamos de acuerdo que después de un referéndum se proceda a la reformulación de la Constitución, pero sobre la base sólida de la consulta nacional, de un análisis y una reflexión equilibrada. No compartimos la idea de mantener la dualidad vial de la acción y la excepción del recurso de inconstitucionalidad. Somos partidarios de que al modificarse la Constitución se pondere la posibilidad de crear el Tribunal de Garantías Constitucionales, como única fórmula de darle potestad exclusiva para conocer del control de la constitucionalidad o no de las leyes, decretos, reglamentos y resoluciones administrativas; así como para que salvaguarde los principios instituidos en el artículo 8 de la Constitución Dominicana. "Similis similem quaerit" (Lo semejante busca lo semejante". No repetiríamos el mismo problema que se presentó con el artículo 65, inciso 5, de la Constitución Dominicana del 1924; lo que condujo a que la misma fuera revisada por la gravedad y el acto atentatorio que representaba para la estabilidad jurídica de la nación. El Constituyente del 14 de agosto del 1994 quiso adoptar un precedente instituido en la Constitución Francesa del 4 de octubre del 1958, en la cual se otorga, en su artículo 61, al Presidente de la República, al Primer Ministro o al Presidente de cada una de las Asambleas Parlamentarias, la potestad de someter las leyes al Control de la Constitucionalidad; pero no obtemperó nuestro Constituyente del 1994, que en Francia existe el Consejo Constitucional, compuesto por 9 Miembros, al que le son enviadas las leyes antes de su promulgación para que pronuncie sobre el aspecto formal de la Constitución. Ya el 16 de agosto del 1982, el ex Presidente Salvador Jorge Blanco, había presentado un Proyecto de ley, donde se proponía la reforma del artículo 41 de la Constitución, para que toda ley aprobada por ambas Cámaras tenía que ser promulgada y publicada con carácter de obligatoriedad por el Poder Ejecutivo; y que el inciso 1 del artículo 67 de la Constitución debía limitarse a que el Poder Ejecutivo y los Presidentes de cada una de las Cámaras del Congreso, pudieran invocar lo relativo a que la "...constitucionalidad de las leyes y los proyectos de ley", podía ser pedida por vía de acción y solo por los representantes de los órganos mencionados; destacando el mismo texto que la declaración de inconstitucionalidad impediría a la ley adquirir eficacia y prohibiría así la promulgación. (Ver también el Proyecto de Ley sometido al Senado de la República por el Senador Salvador Jorge Blanco, el 29 de agosto del 1978, en el cual hace la propuesta para la creación de una Corte Constitucional). Estos planteamientos solo fueron quiméricos. El 11 de agosto del 1994, el ex Presidente Joaquín Balaguer, retoma el Proyecto del 1982, sometido por el ex Presidente Salvador Jorge Blanco, sin mencionar ningún cambio en cuanto al control de la constitucionalidad de las leyes En la actual Constitución Dominicana se ha dejado abierta la posibilidad del ejercicio por la vía de excepción del control de la constitucionalidad de las leyes, el que se traduce al mandato constitucional del artículo 46, el cual no fue derogado. El mismo contempla lo siguiente: "Son nulos de pleno derecho toda ley, decreto, resolución, reglamento o actos contrarios a esta Constitución". Con ésto se mantiene el control de al constitucionalidad por la vía de la excepción y se crea la vía mixta al compactarse con la referida insertación de la parte in fine del párrafo 1, del artículo 67 de la Constitución Dominicanavigente. Hasta el 6 de agosto del 1998 nuestra Suprema Corte de Justicia mantuvo una actitud ambivalente con respecto al control de la constitucionalidad, ya que por un lado la historia muestra que había sido partidaria de un régimen matizado por el control difuso u otras veces por el control concentrado; lo que reflejaba una inconsistencia sustanciada en la apreciaciones inconexas en cuanto a lo relativo a la instancia por la acción directa o por el método de excepción. La cuestión de la constitucionalidad por el control descentralizado o difuso genera que la situación jurídica no sea planteada en un único tribunal, sino que puede hacerse ante inconstitucionalidad. La cualquier jurisdicción Suprema Corte de o por Justicia la se excepción había de sujetado, supuestamente alabando, stritu sensu, el mandato mal interpretado, del artículo 46 de la Constitución y planteaba que: "La Suprema Corte de Justicia, ni tribunal alguno, está en capacidad por la Constitución para decidir acerca de los alegatos de inconstitucionalidad de las leyes, decretos, reglamentos o actos de poderes públicos en vistas de instancias directas, como la que ha sido elevada en el presente caso; que para los fines del art. 43 de la Constitución, es preciso reconocer que, para que un alegato cualquiera de inconstitucionalidad pueda ser tomado en consideración por los tribunales, es condición indispensable que el alegato sea presentada como un medio de impugnación o de defensa en el curso de una controversia entre partes, que deba decidir el tribunal ante el cual el alegato de inconstitucionalidad sea propuesto". (S.C.J, 9 de mayo 1961, B.J. 610, P. 1130; 4 de agosto 1916, B.J. 73, P.4 y 1 de septiembre 1916, B.J. 74, P. 2). Ya el 5 de octubre del 1990, en un reflejo clarificante de una postura sobre el rol de la defensa de la constitucionalidad, la Suprema Corte de Justicia manifestó que: "... Considerando que la Suprema Corte de Justicia debe desempeñar siempre y a cabalidad su papel de guardiana de la Constitución y del respeto de los derechos individuales y sociales" La legitimidad de la acción "parte interesada" toma carácter de acción popular con carácter cuasi "abstracta", y preventiva, cuando la Suprema Corte de Justicia establece que: "Todo tribunal ante el cual se alegue la inconstitucionalidad de una ley, decreto, reglamento o acto, como medio de defensa, tiene competencia y está en el deber de examinar y ponderar dicho alegato como cuestión previa al resto del caso". (S.C.J. 16 de diciembre 1983, B.J. 877, P.3976 y 1 de diciembre 1987, B.J. 924. P. 2069). La transformación se convierte en fuerza. Como ya apuntamos, el hecho de que la Suprema Corte de Justicia tenga la facultad para conocer de las acciones directas de inconstitucionalidad es un avance innegable de la reforma del 1994, porque esto conduce a que un litigio que deba recorrer el doble grado jurisdiccional y luego la naturaleza que engendra el recurso de casación, no se eternice bajo el incidente procesal de la supuesta inconstitucionalidad de una ley. La trascendencia constitucional ha ganado fuerza incontenible, cuando el 6 de agosto del 1998, la Suprema Corte de Justicia emitió una sentencia que crea un precedente de incalculable valor jurídico, cuando ruptura la tradición jurisprudencial y de la doctrina jurídica, al aceptar que todo ciudadano, en su condición de "parte interesada", como lo estipula la parte in fine del inciso 1 del artículo 67 de la Constitución Dominicana del 1994, puede intentar una acción directa de constitucionalidad, cuando se tenía la idea de un acceso limitado. Lo novedoso radica en que la Suprema Corte de Justicia ha categorizado a la "parte interesada" como "aquella que figure en una instancia, contestación o controversia de carácter administrativo o judicial, o contra la cual se realice un acto por uno de los poderes públicos, basado en una disposición legal pretendidamente inconstitucional". La vieja tesis cohersionista que imposibilitaba la alegación de inconstitucionalidad por la vía directa ha sido sepultada, con lo que el riesgo litigioso que significaba la acción por excepción de inconstitucionalidad se debilita con la racionalidad matizada renovadoramente por la Suprema Corte de Justicia, la cual ha devuelto el verdadero sentido jurídico al artículo 46 de la Constitución, el cual establece que "son nulos de pleno derecho toda ley, decreto, resolución, reglamento o acto contrarios a la Constitución", al consignar que toda fuente de derecho nacida de cualquier órgano público o diversos actos de funcionarios que detentan el poder político o administrativo del Estado pueden ser objeto de recurso de inconstitucionalidad por "todo aquel que justifique un interés legítimo, directo y actual, jurídicamente protegido, o que actúe como denunciante de la inconstitucionalidad de la ley, decreto, resolución o acto, para lo cual se requerirá que la denuncia sea grave y seria". La Suprema Corte de Justicia ha manifestado en su decisión del 6 de agosto del 1998, que "al consagrar la Asamblea Revisora de la Carta Magna en 1994, el sistema del control concentrado de la constitucionalidad, al abrir la posibilidad de que el Poder Ejecutivo, los Presidentes de las Cámaras del Congreso o una parte interesada, pudieran apoderar directamente a la Suprema Corte de Justicia, para conocer de la constitucionalidad de las leyes, es evidente que no está aludiendo a la ley en sentido estricto, esto es, a las disposiciones de carácter general y abstracto aprobadas por el Congreso Nacional y promulgadas por el Poder Ejecutivo, sino a la norma social obligatoria que emane de cualquier órgano de poder reconocido por la Constitución y las leyes, pues ... el artículo 46 de la Constitución no hace excepción ni distinción al citar los actos de los poderes públicos que puedan ser objeto de una acción en nulidad o inconstitucionalidad". Hay que aclarar que el control de constitucionalidad difuso que tradicionalmente ha predominado en el sistema jurídico dominicano no queda invalidado ni amputado, porque a pesar de la alternativa innovadora, ésta vía de excepción podrá seguirse invocando por ante cualquier tribunal de la República; lo que muestra una brecha interesante para que el respeto a los preceptos constitucionales de los derechos individuales y sociales reconocidos en el artículo 8 de la Constitución Dominicana sean protegidos para una mejor y mayor seguridad jurídica de los ciudadanos. La Suprema Corte de Justicia se ha convertido en la guardiana de la Constitución, del respeto supremo y sagrado de las leyes y de todos los actos públicos, sin importar su especie, su condición, su calidad, su naturaleza o su dominio. Como lo tendrá que hacer próximamente cuando conozca los recursos de inconstitucionalidad de que ha sido apoderada a propósito de la vulneración de que ha sido objeto el Párrafo III del Artículo 63, de la Constitución Dominicana del 1994, en lo referente a la inamovilidad de los jueces; pero se puede asumir en su totalidad que la independencia del Poder Judicial queda transgredida cuando el Congreso Nacional aprueba la Ley número 327-98 del 11 de agosto del 1998 denominada Ley de Carrera Judicial, en su parte fundamental del artículo 14 en sus Párrafos I, II, III, IV y V; la cual se muestra contradictoria no solo a la Constitución en sí, sino también con el artículo 17 de la Ley número 169-97, de fecha 2 de agosto del 1997, contentiva de la Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura. Con la Ley 327-98 se agravia a la sociedad completa, se vulnera la voluntad del constituyente y los deseos de los ciudadanos dominicanos que depositaron sus votos en favor de legisladores que deben respetar y resguardar la santidad de su ejercicio y la omnipotencia de la Constitución a la cual se deben irrestrictamente, con su autonomía y su independencia. Al ser cercenada la inamovilidad de los jueces se lacera el estado de derecho porque sin inamovilidad no existe carrera judicial. La supremacía de la Carta Sustantiva se equipara a una superlegalidad que conduce a que su valor axiomático sea irrebatible; como irrefutable es el marco conceptual de la inamovilidad absoluta, no perpetua ni perenne; la cual se muestra como el fundamento vinculante de una justicia pronta y cumplida, de conformidad con la normativa vigente. Desafío imperecedero en la construcción de la protección del debido proceso, de la credibilidad y la confianza que atomiza con consistencia vitalizadora la previsión del abuso al ciudadano y de autoridad. La inamovilidad de los jueces es el único mecanismo legal posible que existe para que la organización y el funcionamiento de los órganos jurisdiccionales tengan un sistema distinto al aprobado por la Asamblea Revisora Constituyente del 14 de agosto del 1994, cuyo espíritu concibió de manera inequívoca e imperativa en el párrafo III del artículo 63 que "LOS JUECES SON INAMOVIBLES". La centralización del análisis atributivo a la miniatura constitucional de la inamovilidad de los jueces está dividiendo la regla sustanciadora de la emanación consensuada que sirvió de fuerza generadora para la conjuración de una crisis que pudo hacer colapsar la democracia dominicana y sus valores. Si se quieren jueces íntegros de espíritu y de rectitud; con una conducta personal, colectiva y profesional intachable; con una nobleza en el conocimiento e imparcialidad de la actuación y con los méritos de laboriosidad y eficiencia comprobados, ¿ cuál es el temor que subyace frente al problema de la inamovilidad? ¿ Por qué temerle a una justicia proba e independiente, a la decencia, al decoro y a la moderación? La inamovilidad de los jueces no representa problema alguno para el ordenamiento jurídico dominicano ni pone en peligro la subsistencia institucional del Estado; al contrario, contribuye con el establecimiento de la estabilidad social, política y económica de la Nación; siempre que fluya la transparencia y la diafanidad en la escogencia de cada juez y que vaya desvinculado del nexo político partidista; el cual hasta por generación clónica conduce a garantizar la idoneidad, la regulación de un andamiaje ético-moral de ponderación proteccionista de la axiología de la justicia. La viabilidad de la inamovilidad de los jueces está anclada en la Escuela Nacional de la Magistratura y en el desarrollo de la Carrera Judicial, pero el Congreso Nacional ha violentado los principios de la Constitución y el esfuerzo primario lo ha adulterado. "Justitia omnium est domina et regins virtutum" (la justicia es reina y señora de las virtudes). La plataforma está dada, solo hay que moldearla con mesura, con apego irrestricto a reglas claras, precisas y convincentes; donde salga victorioso el pueblo dominicano y la pirámide axiológica de la dignidad humana sea consustanciada con una conciencia jurídica dotada de una eficacia visualizada en la justicia del bien común, que al decir del jusfilósofo Giorgio Del Vecchio ( "Filosofía del Derecho". P. 452 ) puede definirse como la coordinación objetiva de las acciones posibles tendentes a "... reconocer la soberanía de la ley y el derecho de todos los ciudadanos" a ser respetados con la magnificencia de la seguridad jurídica. "Sea cual fuere el modo de su selección, nombramiento o incorporación al aparato judicial, el juez pronuncia el Derecho en los casos sometidos a su conocimiento, por encargo de la comunidad jurídica, que se encarna en el Estado. El juez deviene obligado, al resolver cada caso jurídico particular, tomando en consideración convicciones y la voluntad soberana de la comunidad jurídica en la forma en que se encuentra expresada en el Derecho Positivo Vigente, establecida, precisamente, por su poder soberano de ordenación jurídica". ( Espinal Irías, R.: "Los Jueces y su Responsabilidad para la Vigencia de la Democracia. P. 37 ). Con un corolario como el anteriormente descrito se fundamenta el razonamiento lógico de que la inamovilidad de los jueces no es un elemento sensible que desvirtúa la correcta aplicación de la justicia. La dignidad de la magistratura descansa sobre los magistrados y no debe ser constreñida por intereses mezquinos, espurios y soslayables, ni por cortesía ni por afecto que ensucie la toga, el birrete y la solemnidad de quien tiene el noble ministerio profesional de impartir justicia, la cual debe ejercerse como si fuera un verdadero y purificado sacerdocio; que a decir de Serel Desforges, en su opúsculo " Carta sobre la Magistratura", el Magistrado "... deberá sentir el amor por la justicia y el bien público ... recordará que la sociedad cuenta con él y que le confía sus más caros intereses ... El Magistrado sentirá ... amor por su Estado; cuanto más compenetrado esté de la importancia de sus funciones, mejor experimentará la necesidad de honrarlas ". Para evitar la trasgresión manifiesta a la Constitución y la actitud aprobatoria contradictoria a los resortes que la Carta Magna consagra de manera taxativa e imperativa, sería ponderable que se trate de buscar un mecanismo sustanciador y de garantía plena a la constitucionalidad, a través de la creación de un órgano especializado que conozca de los asuntos relativos a la materia constitucional; sin dejar abierta la posibilidad de que los efectos de una ley sean suspendidos u objetados después que haya sido promulgada y publicada de conformidad con los plazos contenidos en el artículo 41 de la Constitución, porque se entiende que la misma se reputa conocida; el cual deberá ser modificado al momento de ser instituido en Tribunal de Garantías Constitucionales, porque toda ley emanada del Congreso deberá tener el dictamen de dicho órgano, donde establezca que la misma no colide en forma parcial o total con los preceptos constitucionales. Repetimos, por considerarlo de interés, que ante esta tesitura hay que advertir que el fundamento esencial de cualquier Estado de Derecho que considere la supremacía de la Constitución como tal, reverencia una super legalidad por sobre la legalidad ordinaria, la cual, en el caso nuestro, ha sido reconocida, aun cuando se aplique el criterio de Lasalle de que en un Estado donde no se respeta la norma constitucional ésta no deja de ser más que un simple pedazo de papel. La tendencia modernizante debe ser una expresión ideológica que nazca del mismo pueblo, no de sectores de poder o de partidos políticos determinados que bajo la mascarilla de "la salvación del país" irrumpe el orden para salvaguardar sus propios intereses. En la República Dominicana hay que crear el sistema del Plebiscito, del Referéndum o de una Asamblea Constituyente en donde intervenga el voto directo del ciudadano en cualquier modificación o enmienda que quiera formularse a la Constitución. Un ejemplo ha quedado plasmado en la Historia de la Humanidad. Es el Referéndum de Francia del 28 de septiembre del 1958, el cual permitió dar por aprobada la Constitución Francesa y bajo los auspicios de Charles de Gaulle dar el nacimiento a la Quinta República Francesa el 4 de octubre del 1958; que ha decir de Maurice Duvergé logró una eficacia inclinada en favor del Poder Ejecutivo. Con este mecanismo se detienen modificaciones constitucionales ilegales y antojadizas, y se resguarda el carácter de continuidad de la institucionalidad del Estado. Y como ha dicho el teórico constitucionalista norteamericano, Edward S. Corwin, se preserva la "supremacía de la Constitución". La Constitución será así espíritu e inspiración; gloria y redención de normas vigorosas y respetables por su fuerza, por su imperio y por su soberanía; no por lo anómico ni lo circunstancial; sino como producto de la consulta directa con la ciudadanía, de la hegemónica decisión de la democracia participativa. Hay que consentir que la validez del grado de legitimidad de un Estado viene dado por la fortaleza de sus instituciones, por la transparencia de aplicabilidad de las normas sustentadoras vigentes y por la continuidad idónea de un marco filosófico de principios axiológicos que conduzcan a la articulación de un respeto sacramental y tangible de las leyes incorporadas al sistema de configuración general; no-fruto de contingencias políticas momentáneas ni de transacciones partidarias insípidas ni circunstanciales.