Exitoso reemplazo de un pavimento asfáltico por una capa de hormigón en la construcción de dársenas para transporte público Boletín ICPA N° 148 Julio – Setiembre La Municipalidad de Vicente López ha encarado n la avenida Maipú, la construcción de dársenas recubiertas con delgadas capas de hormigón, destinadas a los vehículos de transporte público de pasajeros. Con el objeto de dar una solución definitiva al conocido deterioro ocasionado en los pavimentos asfálticos por los vehículos de transporte público de pasajeros en las zonas destinadas a las paradas, la Municipalidad de Vicente López empezó a encarar la reconstrucción del pavimento de esas zonas, adoptando para ello al hormigón de cemento Pórtland. Lo expresado hasta aquí no representaría una noticia inédita, porque la solución basada en el uso del hormigón es la que viene adoptándose, cada vez con mayor frecuencia, por numerosos municipios en la construcción de cunetas, bocacalles, zonas de giro, paradas de colectivos, etc, donde los pavimentos rígidos, debido a su excelente comportamiento y sencillez constructiva han dado una respuesta definitiva y económica. Lo interesante y novedoso del tema que ahora nos ocupa, es que se haya reemplazado la carpeta de concreto asfáltico existente sobre el antiguo pavimento de granitullo, por una capa de hormigón apoyada y adherida a dicho pavimento, de un espesor similar al de la carpeta asfáltica reemplazada, aproximadamente, 6 cm Para tomar esta iniciativa, la Municipalidad de Vicente López contó con la experiencia recogida por el Instituto del Cemento Pórtland Argentino, en las cuadras experimentales de recubrimiento de antiguos adoquinados con el empleo de delgadas capas de hormigón, construidas bajo su dirección en calles de diferentes niveles de tránsito. La primera de ellas tuvo lugar en la calle Sargento Cabral entre Lacroze y Boulevard Ballester de la localidad de Chilavert, Partido de San Martín, y fue construida en abril de 1986. La segunda está emplazad en la calle Gorriti, entre Lebensohn y Giribone de la localidad de Avellaneda, habiendo sido llevada a cabo en diciembre de 1988. La tercera cuadra experimental se realizó en la ciudad de Buenos Aires, en la calle Ramón L. Falcón entre Río Grande y Av. Olivera, en setiembre de 1991. En estas sucesivas experiencias el nivel de tránsito fue cuidadosamente elegido, variando desde liviano y de baja frecuencia en la primera de ellas, pasando por un nivel medio en cuanto a paso y frecuencia en la cuadra de Avellaneda, para luego pasar en la cuadra de Ramón Falcón, en la ciudad de Buenos Aires, a un tránsito de 5000 vehículos por día, compuesto, según los censos efectuados por la Municipalidad de esa ciudad por 840 vehículos /día de transporte público de pasajeros (cuatro líneas de colectivos); 170 camiones /día entre livianos y pesados y el resto, automóviles y camionetas. En la avenida Maipú de Vicente López donde se construyó la obra que aquí se describe, frenan y circulan sobre la zona de dársenas más de 5000 vehículos de pasajeros por día, lo que da clara idea de la intensa solicitación a que dichas dársenas están sometidas. Lasas dársenas, construidas para el ascenso y descenso de colectivos y ómnibus que circulan por la avenida General Paz y la calle Paraná, abarcando una superficie de, aproximadamente, 6000 m2. El procedimiento constructivo seguido par la ejecución del recubrimiento de las dársenas e adecua, en general, a los lineamientos fijados por el Instituto el Cemento Pórtland Argentino en la construcción de las cuadras experimentales antes citadas. En primer lugar se procede a la extracción de la carpeta asfáltica existente utilizando martillos neumáticos, procediéndose luego a quitar el material asfáltico adherido a la superficie granítica, a fin de que no perjudique a la adherencia necesaria entre la capa de hormigón y el granitullo existente. Realizada la limpieza de la superficie a recubrir, se procede a aplicar sobre la misma una lechada cementicia, a modo de puente adherente, frotándose enérgicamente con cepillos adecuados a fin de eliminar las burbujas de aire, que disminuyen la adherencia buscada. Efectuadas las operaciones descriptas y distribuidas la lechada adherente, frotándose enérgicamente con cepillos adecuados a fin de eliminar las burbujas de aire, que disminuyen la adherencia buscada. Efectuadas las operaciones descriptas y distribuida la lechada adherente, antes de que ésta se seque, se distribuye el hormigón, densificándolo con enérgica vibración mediante una regla vibradora. Es imprescindible lograr una densificación efectiva del material no solo para obtener buena resistencia, sino para lograr adherencia con el granitullo subyacente. Los hormigones de terminación y curado de la superficie son las habituales en todo pavimento de hormigón: pasaje de fratases y correa y cobertura de la superficie con un elemento, que impida su secado prematuro. Los hormigones empleados en esta obra tienen dosificaciones que responden, en general, a los siguientes valores: Contenido de cemento: 370 kg/m3 Tamaño máximo del agregado grueso: 19 mm. Relación agua / cemento: 0,36 Asentamiento: 5 cm La Municipalidad de Vicente López, autora del proyecto, adoptó para la elaboración del hormigón un aditivo superfluidificante y dispuso el empleo, en el recubrimiento, de una armadura de acero liviana y la incorporación de fibras de polipropileno. De esta forma se logró una resistencia a compresión simple a siete días de 32 MPa, lo que permitió liberar las dársenas al tránsito en la primera semana luego de ejecutadas. Se incorporan, además, variantes en el recubrimiento, a fin de observar su comportamiento en relación con el del construido de acuerdo con el proyecto oficial. Así una parte se construyó con hormigón simple, es decir sin armadura y sin fibras y en otra se eliminaron las fibras. En todos los casos el comportamiento de la capa de hormigón bajo el intenso tránsito a que se hizo referencia, es completamente satisfactorio. El aprovechamiento de una base consolidada, como lo son los antiguos pavimentos de granitullo o adoquines, colocando sobre ellos una delgada capa de hormigón, del orden de 6 cm de espesor, como el caso que aquí se comenta, conduce a una solución de gran sencillez constructiva y, sobre todo significativamente económica, del orden del 15% inferior a costo inicial si se comparan hormigón simple y concreto asfáltico de iguales espesores. Así se pude concluir que el excelente comportamiento de las cuadras y dársenas ejecutadas, con diversos grados de exigencia respecto al tránsito: una mayor durabilidad, un costo mínimo de construcción y conservación y una sustancial reducción del costo de energía eléctrica en concepto de iluminación, debido a su color claro, llevan a los profesionales a y funcionarios municipales a decidirse por esta alternativa, a la hora de planificar las obras de rehabilitación de pavimentos en ese tipo de calles. Lo anteriormente expresado, pone de manifiesto el gran interés que la solución descripta ha suscitado para el mejoramiento de pavimentos urbanos que prestan servicio en condiciones muy deficientes, falta de seguridad y elevados costos de operación y de mantenimiento. La elección del recubrimiento de hormigón, además de las ventajas antes señaladas, tiene la importante particularidad, a la luz de las experiencias realizadas y a las cuales se ha hecho referencia, de constituir una solución de larga vida útil, que exime al municipio de afrontar continuos trabajos de mantenimiento o de renovación de la carpeta de rodamiento, con los costos y molestias consiguientes.