DE LOS DEBERES Y DERECHOS DEL DOCENTE EN LA COMUNIDAD ACADÉMICA Algunos comentarios para la discusión del ESTATUTO DOCENTE de la Universidad de Nariño, Pasto Colombia. CORTA INTRODUCCIÓN AL DEBER Y LOS DERECHOS Estamos en la discusión de los principios del proceder, la formulación de las normas del deber y la materialización de los derechos de los individuos en la vida universitaria. Esto inquiere, precisamente, el estudio de los derechos y deberes de aquellos individuos integrantes de la comunidad académica, llamados por otros y así mismos “académicos”. Entonces, si de establecer los compromisos frente a la sociedad y el mundo se trata, lo que constituye el desarrollo de la ética aplicativa para la constitución de la moral de los académicos para el corto, mediano y largo plazo ¡Debemos construir esa otra moral paradigma de las demás en la realidad social, en reglas nuevas y principios nuevos!. Esta concepción que entraña en si una deontología aplicativa en la universidad, compromete una axiología en la ética (ethikos (ἠθικός), 'teoría de la vida',) académica normativa. Solo así se pueden materializar aquellos derechos de quien esta comprometido con el conocimiento directamente, y quien se ha comprometido en la producción de ese conocimiento, su salvaguarda y desarrollo, en cuya entrega para la construcción y transformación social se realiza el individuo, tanto el que “sabe” y fomenta el saber como el que se inicia, el “iniciado”. Sociedad de los dos, que ha dado en llamarse “académica” y que en si va a constituir ese “Ethos academico” que tratamos de “regular” en un nuevo estatuto. Cuando “enseñamos a individuos humanos, como nosotros, producto de las circunstancias y la educación, y que pueden cambiar o estancarse con el variar o estancamiento de las mismas circunstancias, también debemos ser conscientes que las mismas circunstancias deben ser transformadas por la actividad organizada de estos mismos individuos, incluidos nosotros. Este proceso constante, dialéctico, dinámico, plantea al mismo tiempo el deber y el derecho del docente como creador y transformador, como el “…educador que todo el tiempo exige ser educado” para transformar las circunstancias de su vida, y la de los demás. He aquí la EDUCACIÓN con mayúscula, y menos la sola capacitación como se pretende hacer creer, en el otorgamiento de pases para ejecutar cursos o posgrados, sin el reconocimiento de la dignidad y el conocimiento del sabio. Lo primero es rescatar en la práctica, “haciéndolo”, este DERECHO, pues el significado del mismo es condición de enseñanza. Es una circunstancia que se debe crear, asegurar, garantizar para que el docente se realice junto al discente y construya la comunidad académica. En esta sociedad la enseñanza libre, sin intervenciones externas interesadas, completamente dedicada a los demás, permite esa “catarsis” del docente,…la experiencia interior purificadora, de gran significado interior provocada en la necesidad del saber. Luego, la autonomía es garantía de una mejor enseñanza. ¡Para ello se debe revolver el mundo de las necesidades materiales en las cuales se pueda conseguir esa circunstancia para seguir construyendo Comunidad académica! Debemos definir aquello normativo que mas norma descriptiva o prescriptiva es la deontología de la academia, universitaria. Y mas que estudiar “…los derechos y deberes, particularmente enfocados al ejercicio de una profesión, es el caso de la deontología profesional”, es preciso rescatar el código deontológico, que reglamente, de manera “sabia”, las cuestiones relativas al derecho y deber, de los miembros de la comunidad académica. “La deontología se nutre por un lado del marco jurídico, y por otro del marco moral…Su concepto básico es que obrar "de acuerdo a la ética" se corresponde con obrar de acuerdo a un código predefinido. Un apartamiento de una norma previamente definida, en general por escrito, constituye una actitud o un comportamiento no-ético. Por tanto, hablamos del argumento supremo que ha de orientar cualquier conducta...”[1]. [2] Y en esto debemos obrar para evitar el camino a la heteronomia y sus reglamentos, que bien son explicados en las normas en esa teleología que intenta imponer el obrar éticamente para los grupos o intereses ajenos al bien para la mayoría. LA COMUNIDAD ACADÉMICA En nuestros días, el término Academia, se refiere a una sociedad científica, literaria o artística establecida con patrocinio privado o público. Su rol como institución es el fomento de una actividad cultural (literatura, lengua, danza) o científica (promoción de una ciencia o alguna especialidad determinada). Como organización fundada para el efecto practico, la universidad es también Academia (del latín academia, y éste a su vez del griego akademeia, sociedad fundada, en la Grecia antigua, por Platón, en nombre a un héroe legendario de la Mitología griega, Akademos, originalmente Hekademos, o, menos correctamente, Academus. Sus integrantes son todos académicos incluyendo maestros y discípulos), es una Institución de enseñantes y aprendices. Sin embargo y como lo veremos, es visible el carácter trascendente, independiente del servicio social en el conocimiento del ser, logrado en la historia, que entiende el profesor Páramo Rocha como la sociedad de los sabios (universidad hoy), al explicar la necesidad de una autoevaluación profunda, independiente de ella por su misma condición de “universidad”. Ella debe ser autónoma del Estado, las clases de su época, es decir, lo social y económico, superándose en su independencia sin desubicarse en su modo de ser y menos desentenderse de su responsabilidad con todos los seres; es su “real Misión” como la institución estatuida para el “saber”. Nosotros diremos del "Ethos Académico", (Ethos es una palabra griega (ἦθος; plurales: ethe, ethea) que Aristóteles entendió como el "Hábito, carácter o modo de ser" la tomamos como definición)[3] que se manifiesta en la existencia de la universidad como sociedad “del saber”, donde maestros y discípulos, enseñan aprenden para cada tiempo de la sociedad y para el futuro de las mismas, transformándolas o impulsando esa transformación. Ha existido desde la antigüedad y esta presente en la historia humana, desde antiguas civilizaciones: Sumeria, Egipcia, Azteca, Inca, Griega, etc. Esa sociedad de “sabios”, quienes trabajan para saber, ha evolucionado, se ha establecido, no obstante, ser objeto de intervención del poder establecido en cada época: Estado, iglesia, clases sociales, quienes desearían transformarla en establecimiento educativo para mantenimiento y reproducción del poder. Hoy, después de una gran lucha en la edad media y en el capitalismo se ha instituido esta sociedad de esencia critica, creativa, paradigmática en el desarrollo de la sociedad humana, independiente y autónoma, (con lo que significo el Grito de Córdoba), en cuya interrelación interna Maestro Discípulo, docente y dicente (entendemos la equivalencia con el pasado) se ha establecido un rol especial impensable para estados autoritarios, pues, el propósito de sus integrantes es la producción, conservación, enseñanza del saber, de todos los tiempos, codificado en disciplinas, cuya delegación social, (como se puede entender) hace manifiesto siempre el "Ethos Académico". Además. Solo en la colaboración, la ayuda mutua, la autoorganización de que hablaba Piotr Kropotkin[4], antes que la competencia y la imposición del más fuerte se logra la autorregulación, la dignidad humana, el mejor futuro para todos. Sin este colaboracionismo, connatural a la sociedad humana en la naturaleza, se acarrearía el gran riesgo de perder el derecho a “saber” por parte de la sociedad entera, cuyo usufructo de lo “competitivo” lo lograrían las clases dominantes en perjuicio de la academia. Estas relaciones estarían implícitas en el nuevo estatuto. La universidad como Ente Autónomo Universitario, solo vinculado al estado“…en lo que se refiere a las políticas y la planeación del sector educativo” (Art.57, Ley 30 de 1992) tiene esta función social histórica, y sus objetivos, propósitos, políticas internas están a encaminados “…la búsqueda de la verdad, el ejercicio libre y responsable de la crítica, de la cátedra y del aprendizaje…” (Art.57, Ley 30 de 1992), inviolables en cualquier sistema político, y a largo plazo. Así se entiende que en los estados liberales las universidades, que estaban en la rama ejecutiva como establecimientos públicos, se convierten en entes autónomos del principio de la unidad de administración del estado, conscientes de la autorregulación universitaria, la autocrítica sincera, la autoevaluación, en el principio de confianza que se les otorga desde la sociedad, el estado, para el fortalecimiento de la acreditación social y el reconocimiento social de su misión LA DIGNIDAD DEL DOCENTE. ALGUNAS DISQUISICIONES PARA EL ESTATUTO. Todas las culturas han necesitado de la preparación de individuos para la sabiduría que se entreguen de lleno a ella sin intervenciones para el desarrollo social. Todas las sociedades necesitan el conocimiento social para lo social, han construido ese “lugar de la cultura”, donde poder decir y oír, pensar y construir, para lo cual han necesitado de individuos que puedan enseñar lo logrado constantemente, aquellos que sacrifican su privacía por que son los que “…tienen la facultad de trascender las fronteras de lo cotidiano y de lo ordinario y, así, de establecer la continuidad de grupo a lo largo del tiempo que se prolonga más allá de la experiencia de la vida de los individuos, es decir su continuidad: de marcarle a este grupo un territorio en un mapa que desborda lo visible; de desentrañarle las razones y las causas ocultas de lo que ocurre; de leerle las señales en el universo; de avizorar su futuro y su destino; de ayudarle a distinguir en los contextos más amplios y más confusos lo que es anodino de lo importante y lo que esta bien de lo que esta mal. Cuando se ocupa de producir lo indispensable para la vida, no siempre puede detenerse en aquellos asuntos que son demasiado generales por distantes, ni en hacerse preguntas que parecen gratuitas por la urgencia del momento“. Esta consideración es aplicable a quien esta es la “organización de los sabios” y en ella, donde sus integrantes ensayan la critica y la autonomía, el docente y el discente, que han creado o desarrollado las “escuelas” del libre pensar, el hacer y donde proponen crear las reglas para regular los comportamiento y permitir modelar así su carácter y personalidad trascendente en el tiempo (Ethos). “Hay una conexión entre nuestra idea de sabio y la naturaleza de la universidad... Los sabios son los que leen lo que los demás no leen, ven lo que los demás no ven, escuchan lo que los demás no escuchan, imaginan o perciben lo que los otros no ha imaginado ni percibido jamás...”[5] En fin, son lo que ahora se llaman maestros, cuyo condición permanece aun en cualquier prestidigitación semántica; como docente su misión se trasluce y se idealiza, como practica corresponde a la vida practica. Por ello, cuando se pretende cercenar el conocimiento de la verdad objetiva, de la realidad como es, y se lo convierte en “capacitador” de oficios o “capador” del hombre integral, en domesticador de toda rebeldía para el solace de quienes se reparten la riqueza social, lo mas cómodo es acomodarlo al “oficio” que se le pretende imponer: preparar a los que producen la riqueza, mansos, baratos, y calificados. Esto se confunde con la real practica social de los educadores y educandos, ambos como ser social humano producto, producto de las circunstancias sociales y de la educación, las cuales pueden y deben ser transformada s participativamente entre educadores y educandos, entre los “académicos” y con los actores sociales, especialmente con los mas necesitados. Ahora bien, como acreditar, reflejar, incidir transformar esta práctica si no es entendiendo que al saber, al pensamiento humano, le corresponde una verdad objetiva, y esta”…no es una cuestión teórica, sino práctica... ” [6](Marx, 1845), por ello, el docente que pretende crear y reproducir el saber, enseñar lo probado, y quien sabe de la larga cadena de prueba y error en la corroboración de la practica que se enseña, es reconstrucción de dialéctica”. Ser Docente del latín “docens, entes, quien ejerce la acción de, practica el ejercicio de enseñar, de docere = enseñar”, que implica la dialéctica maestros discípulos en la producción y reproducción del conocimiento y la formación de nuevos individuos para la ciencia. Son los hacedores y divulgadores del conocimiento desde Mesopotámica, Egipto, en el Imperio Azteca, en el Inca, son los sabios. El arte de enseñar, cuya practica es de los docentes, es antiquísima, y recuerda las figuras del maestro y las localidades de la enseñanza, la “escuela”, la “academia”, “la universidad” de ahora. La educación fue un privilegio y lo es en muchos lugares., pero se ha ensanchado la divulgación del conocimiento práctico necesario a la economía, política, matemática, el arte, la música, la filosofía,… En el sistema económico, el educador tiene el riesgo se ser separado de su producto, , de un modo arbitrario, de ser enajenado del pensamiento, relegado a “cubículos disciplinarios”; a el, solo le queda defender su autonomía, su cátedra libre, su misión humana, evitar se le cercenan sus cualidades más sobresalientes como ser integral. Como decía Arturo Álava, “Al sistema capitalista le importa un bledo el Hombre Integral, ¿Para que diablos le sirve al economista que al mismo tiempo sea un filosofo, un sociólogo, un historiador, un Artista?... es indispensable que desde ya los profesores nos vayamos entronizando en una cultura integral humanista...“. Cuando solo se trata de transmitir conocimientos aislados, competencias de una “ciencia útil”, adaptarse al contexto del mercado, más acá de cualquier tarea importante para la humanidad, en qué podría convertirse el estatuto de los principios y normas de convivencia en la universidad, sino en un mero reglamento de tareas mecánicas para cumplirle a quien solo demanda fuerza de trabajo barata y calificada. ¿Que otra cosa puede generar esta manera de enseñar, sobre la base de “dividir” la ciencia y entregarla por pedazos al “educador”, al docente, quien ahora solo deberá entregar dosis semestrales al educando, el discente? La Cosa por excelencia, el alumno acrítico, cumplidor con esmero de su tarea de “capacitado”, “competente” en lo planificado desde el Estado para la utilidad económica, y desde cada apartado disciplinar o disciplina, entendida como visto asignatura de capacitación. Los seres castrados de pensamiento, arte y saber, inocuos ante las tareas de transformación del mundo, pero muy “pertinentes” para el sistema privado solo requerirán de una lista de tareas sencillas, monitoreadas, expuestas en módulos por la educación “oficial”, a modo de escuelas públicas de formación de funcionarios, donde no quepa el mundo por el que ha luchado la universidad como entidad autónoma y del saber humano. El sistema social requiere “otro material”. [1] Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Deontologia" [2] Wikipedia, la enciclopedia libre. Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki" [3] Wikipedia, la enciclopedia libre. Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki" [4] Kropotkin Piotr “La Ayuda Mutua” (Bsaimopomosh), 1912. Cuyos conceptos se pueden entender a lo organizativo de la sociedad universitaria, ligada indisolublemente a la sociedad humana en sus fines ulteriores. [5] Páramo Rocha Guillermo. El valor Cultural de la Autoevaluación. Conferencia. [6] Marx Carlos. Glosas a Feuerbach Obras Completas.