Guerrero en la transición 91 La lucha cívica en los sesenta* Ahora que estamos calentando motores para emprender una nueva jornada electoral, que culminará el domingo 2 de octubre, para renovar los 46 escaños del Congreso local y los 77 ayuntamientos –algunos de los cuales han adquirido un gran renombre por su ubicación en la cola del país, como sucedió con Metlatónoc, visitado y renombrado en la prensa nacional e internacional–, es conveniente recordar algunos episodios en la lucha del pueblo de Guerrero por la democracia y contra el caciquismo. Se acaba de publicar el libro Revuelta cívica en Guerrero (1957-1960). La democracia imposible, de Salvador Román Román (INEHRM, 2003), que nos describe la lucha contra el déspota y arbitrario gobernador general Raúl Caballero Aburto, quien tomó posesión el primero de abril de 1957, después del clásico dedazo del presidente Ruiz Cortines, cuyo mérito era el de haber reprimido el movimiento henriquista de 1952, y quien en realidad debía cuidar los intereses económicos de Miguel Alemán, que “tenía intereses económicos en Guerrero que debía proteger e incrementar, y qué mejor que con un gobernador a modo”. El autor nos informa de las elecciones federales del 6 de julio de 1958, cuando fue electo Adolfo López Mateos y se eligieron cinco diputados federales, entre ellos la diputada registrada por el pp en el II distrito electoral federal con cabecera en Iguala, Macrina Rabadán, quien “ganó la diputación en la mesa y no en las urnas, gracias a la influencia del presidente López Mateos”. Posteriormente, doña Macrina jugaría un papel importante en la lucha anticaballerista. En las elecciones municipales de diciembre de 1959 los dedazos para designar las planillas municipales originaron el surgimiento de frentes cívicos en diversos municipios del estado. Por ser igualteco Salvador Román nos describe la lucha del Frente Cívico de Iguala, encabezado por Miguel C. Domínguez, Perfecto Miranda y José Adán (papá de Juan Adán Tabares). En esa ocasión también compitió el “compita” Israel Salmerón por el pp. Posteriormente, el autor nos describe ampliamente la formación, en septiembre de 1959, de la Asociación Cívica Guerrerense integrada por profesores y profesionistas radicados en el DF, y encabezada por Darío López Carmona * El Sur, viernes 11 de junio de 2004. 92 Cuauhtémoc Sandoval Ramírez y un grupo de Tierra Caliente, que sólo “se inclinaba por denunciar ante el presidente López Mateos los atropellos del gobernador Caballero Aburto”, mientras que el grupo de Genaro Vázquez Rojas “proponía la movilización popular para derrocar al general Caballero”. El hecho de que el nacimiento de la acg se realizara en el DF hizo que en una primera instancia el gobierno caballerista enfocara sus baterías contra el ”cerebro” conspirador, esto es en el todo poderoso secretario de la Presidencia, Donato Miranda Fonseca, sobre todo tomando en cuenta que el derrocamiento del gobierno de Gómez Maganda (Gómez Pachangas), fue una maquinación del centro. Más tarde, tomando en cuenta el influjo del triunfo de la revolución cubana de 1959, los movimientos magisterial y ferrocarrilero de 1958 y 1959 y la brutal represión en su contra, las baterías se enfocaron a plantear al movimiento cívico como parte de la conspiración comunista. Genaro Vázquez Rojas, Darío López Carmona, Ángel Vinalay, Olimpo Aura Pineda, Gabriel Pérez Rivero, profesores de la sección IX del DF, encabezada por Othón Salazar Ramírez, quien estaba ligado con Valentín Campa y Demetrio Vallejo, configuraron la conjura comunista. El voluminoso libro de casi 700 cuartillas recorrió toda la movilización cívica que se dio en el estado, la división del acg y su confluencia con el movimiento estudiantil encabezado por Jesús Araujo Hernández, que cimbró todos los cimientos del viejo edificio institucional, incluida la quema de las oficinas estatales del pri en Chilpancingo, lo cual concluyó con la masacre del 30 de diciembre de 1960 y la desaparición de poderes el 4 de enero de 1961. Hay una tesis discutible en el libro que se refiere a la valoración de movimientos cívicos que se dieron en otros estados del país. Por ejemplo, aborda en algunas líneas el movimiento de 1960 en San Luis Potosí, encabezado por el legendario doctor Salvador Nava y le concede el mismo valor al descontento sinarquista contra el gobernador de Zacatecas, Francisco E. García (p. 210), cuestión que no se sustenta con estudios recientes sobre esa etapa convulsa del país. Si en esta próxima contienda electoral hacemos un esfuerzo por asestar un nuevo golpe al caciquismo en Guerrero, tomando en cuenta las lecciones de la historia cambiaremos el subtítulo del libro Democracia imposible por el de Una democracia posible que construiremos en todo el tejido social y económico de Guerrero. Al tiempo.