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República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN LABORAL
Radicación No. 30979
Acta No. 47
Magistrado Ponente: FRANCISCO JAVIER RICAURTE GÓMEZ
Bogotá, D.C., cinco (5) de agosto de dos mil ocho (2008).
Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por el
apoderado de LUIS EMILIO SOTO ARDILA, contra la sentencia
proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pereira, el
15 de agosto de 2006, en el juicio que le promovió a la sociedad
MULTISERVICIOS S. A..
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Luis Emilio Soto Ardila vs Empresa Multiservicios S.A.
ANTECEDENTES
LUIS EMILIO SOTO ARDILA llamó a juicio a la entidad
MULTISERVICIOS S. A., para que, previa declaración de que su
renuncia al cargo es nula, se le condene a reintegrarlo al cargo
que ocupaba o a uno de igual o superior categoría y a pagarle los
salarios
y
prestaciones
con
los
aumentos
legales
y
convencionales. Subsidiariamente, para que, previa declaración
de que la demandada no le pagó los salarios, prestaciones e
indemnizaciones en el plazo establecido en el Decreto 797 de
1949, se ordene que el contrato de trabajo recobre su vigencia a
partir del 24 de septiembre de 2001 y, en consecuencia, se le
reinstale o reintegre en el cargo que ocupaba al momento de su
desvinculación o a uno de igual o superior categoría y se le
paguen los salarios y prestaciones desde dicha fecha. En su
defecto, se le pague a título de indemnización, un día de salario
por cada día de mora en el pago, desde la fecha antedicha hasta
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el 12 de diciembre de 2001, en que se le pagaron los derechos
laborales pendientes; se le pague la indemnización convencional
indexada; la pensión convencional de jubilación por haber sido
despedido sin justa causa; la indexación de lo condenado; lo ultra
y extra petita.
Fundamentó sus peticiones, básicamente, en que laboró, desde el
21 de septiembre de 1984, al servicio de las EMPRESAS
PÚBLICAS DE PEREIRA, que a partir del 11 de diciembre de
1997,
fueron
sustituidas
patronalmente
por
EMPRESAS
PÚBLICAS DE PEREIRA MULTISERVICIOS S. A.; su último
cargo fue el de Coordinador de Procesos de Facturación; el 24 de
abril de 2001 presentó renuncia protocolaria al cargo; que dicha
renuncia estuvo precedida de solicitud directa de funcionarios de
personal por orden proveniente de la nueva alcaldesa; fue
declarado insubsistente sin justa causa y en forma unilateral por la
demandada; al momento de su despido gozaba de los derechos
establecidos en la convención colectiva de trabajo, que establece
en su artículo 15 que, cuando el trabajador es despedido con más
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de 15 años de servicio, el juez podrá ordenar su reintegro o una
indemnización; la misma convención establece una pensión para
los trabajadores que fueren despedidos sin justa causa, con más
de 15 años de servicios y cumplan 50 de edad; nació el 28 de
mayo de 1959; no era afiliado a SINTRAEMSDES pero cotizaba la
cuota sindical; el Decreto 797 de 1949 establece un plazo de 90
días a partir de la terminación del contrato de trabajo para que el
empleador pague al trabajador los salarios, prestaciones sociales
e indemnizaciones, so pena que el contrato recobre su vigencia;
la demandada pagó sus salarios y prestaciones el 12 de
diciembre de 2001; agotó la vía gubernativa.
Al dar respuesta a la demanda (fls. 27 - 34), la accionada se
opuso a las pretensiones y, en cuanto a los hechos, reconoció la
vinculación del actor; que este renunció y le fue aceptada la
renuncia; que al momento de renunciar ocupaba un cargo de
empleado público de libre nombramiento remoción; que no era
beneficiario de la convención; que pagó sus salarios y
prestaciones sociales el 12 de diciembre de 2001; que agotó la
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vía gubernativa. En su defensa propuso la excepción de fondo
que denominó inexistencia de la obligación.
En demanda en proceso acumulado, el mismo demandante
pretende, frente a la misma demandada, (fs. 2 – 6 del cuaderno
2), se le condene a pagarle el valor indexado del reajuste
pensional de los salarios 2000 y 2001 y la correspondiente
reliquidación de prestaciones de dichos años; lo ultra y extra
petita.
Fundamentó las anteriores pretensiones básicamente en los
mismos hechos de la anterior demanda y, además, en que las
convenciones colectivas vigentes entre 1988 – 2000 y 2001 –
2002, establecieron aumentos salariales, así: para el año 2000,
21% y, para el año 2001, 8.75%, que no fueron reconocidos por la
demandada.
Al dar respuesta a la demanda (fls. 63 – 67 cuaderno 2), la
accionada se opuso a las pretensiones y, en cuanto al hecho
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adicional referido dijo que no era cierto, porque el demandante era
un empleado público al que no se le aplicaba la convención
colectiva. En su defensa propuso la excepción de falta de
competencia, por tratarse de un empleado público, la que fue
resuelta negativamente en la primera audiencia de trámite.
El Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Pereira, al que
correspondió el trámite de la primera instancia, mediante fallo del
10 de mayo de 2006 (fls. 111 – 124 del cuaderno 2), condenó a la
demandada a pagar al actor $9.677.181.21, por concepto de
indemnización moratoria; a pagar indexado el reajuste de salarios
y prestaciones sociales, en un 11.77%, para el año 2000,
calculado sobre lo devengado en el año 1999; y, en similares
términos, para el año 2001, en el equivalente a 3.76%, sobre el
salario devengado en el año 2000. Absolvió de lo demás.
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LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL
Al conocer del proceso, por apelación interpuesta por la parte
actora, el Tribunal Superior de Pereira, mediante fallo del 15 de
agosto de 2006, confirmó el del a quo.
En lo que interesa al recurso extraordinario, el Tribunal estimó que
no era tema de debate la condición de trabajador oficial del
demandante declarada por el a quo y que el único punto de
inconformidad del apelante se restringía a habérsele negado la
pretensión del reintegro deprecado con base en el Decreto 797 de
1949, por la tardanza de la demandada en ponerse a paz y salvo
por los salarios, prestaciones e indemnizaciones adeudadas.
Tardanza que, consideró, estaba demostrada porque el contrato
terminó el 9 de mayo de 2001, mientras que los salarios y
prestaciones se cancelaron el 12 de diciembre de ese año, o sea,
pasados los 90 días indicados en el Decreto 797.
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Sentado lo anterior, dijo el Tribunal:
“Pero la sanción por tal incumplimiento no va más allá de lo
ordenado por la funcionaria de primera instancia, como lo pretende
el apelante, puesto que el juzgado no hace más que ajustarse a la
interpretación que la doctrina le ha impartido al Decreto 797 de
1949, según la cual al vencimiento del término previsto en dicho
ordenamiento, no hay propiamente lugar a reanudar la relación de
trabajo, como literalmente reza, sino que se empieza a causar los
llamados salarios moratorios, en forma similar a como acontece
con el artículo 65 del Código Sustantivo del Trabajo para los
trabajadores particulares”.
“La expresión ‘no se considerará terminado el contrato’ utilizada
por el citado Decreto, es tal –sic- sólo una ficción legal, dado que
lo que en la práctica procede como consecuencia de deudas
insolutas por salarios, prestaciones sociales e indemnizaciones de
tal clase de servidores públicos, es la sanción equivalente a un día
de salario por cada día de mora en el pago de las misma y no
como consecuencia de la no solución de continuidad del mismo
vínculo jurídico, sino a título de sanción moratoria del contrato
extinguido”.
“Así lo ha entendido la Sala Laboral de la Corte Suprema de
Justicia y ese mismo criterio ha reiterado en varias de sus
decisiones, entre ellas la sentencia del 17 de marzo de 1995
(publicada en la revista Doctrina Vigente Laboral No. 15, pag. 57)
que, para mayor ilustración, transcribimos en su parte pertinente:
“…”
“Siguiendo estas pautas de la jurisprudencia, resolvemos que no le
asiste razón al recurrente en su pedido tendiente a obtener que
recobre vigencia el contrato por el simple incumplimiento patronal
de lo ordenado en el referido Decreto 797, porque cuanto procede
como consecuencia de la acreditada tardanza, es la indemnización
moratoria, de la manera decidida en la primera instancia.”
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EL RECURSO DE CASACIÓN
Interpuesto por la parte actora, concedido por el Tribunal y
admitido por la Corte, se procede a resolver.
ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN
Pretende el recurrente que la Corte case parcialmente la
sentencia recurrida en cuanto confirmó la desestimatoria del a quo
respecto a la petición de reinstalación o reintegro, conforme al
artículo 1 del Decreto 797 de 1949, para que, en sede de
instancia, se disponga la reinstalación en la forma pedida en la
demanda inicial.
Con tal propósito formula un cargo, por la causal primera de
casación, que no fue replicado y enseguida se estudia.
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CARGO ÚNICO
Acusa la sentencia recurrida de violar directamente, por infracción
directa, el artículo 1 del Decreto 797 de 1949, en relación con los
artículos 53 y 230 de la Constitución Política; 1 de la Ley 6 de
1945; 1, 26, numerales 3, 6 y 9, 47 y 51 del Decreto 2127 de
1945; 27 y 31 del Código Civil y 4 y 8 de la Ley 153 de 1887.
En la demostración, luego de precisar el concepto de infracción
directa, el censor dice que el Tribunal infringió directamente la ley
laboral, al haberse rebelado con la orden literal del artículo 1 del
Decreto 797 de 1949, dejándolo de aplicar, lo que, dice, implica
desconocimiento, rebeldía o ignorancia de la norma.
Dice que para la aplicación de toda norma de derecho, se
requiere precisar su significado; que la interpretación judicial que,
por vía de doctrina, hacen las altas cortes, no obliga de manera
general, sino particular y limitada al caso concreto, que, señala, es
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lo que ocurrió en el presente caso, donde el Tribunal pretendió
apoyarse en una sentencia de esta Corporación. Transcribe al
respecto apartes de la sentencia de esta Corporación del 28 de
octubre de 1925 (XXXII, 73) y el artículo 26 del Código Civil, para
luego señalar que la sentencia que pretende utilizar el Tribunal,
“…por vía sustituta de la norma legal que debió aplicar al caso subjudice, no
llena los requisitos metodológicos, su idioma argumentativo habla de
ficciones subsistensiales para sustituir la idea que conforme a la
hermenéutica legal debe indicarle el sentido material y formal de la norma.”
Transcribe luego los artículos 27 y 31 del Código Civil, para luego
señalar que la jurisprudencia de esta Corporación, en que se
apoyó el ad quem, no tuvo en cuenta las anteriores reglas legales,
pues, dice, de haberlas considerado, no hubiera cambiado la
imperativa orden de restituir la vigencia del contrato de trabajo.
Agrega, que no cabe afirmar que el Decreto 797 de 1949 no tenía
capacidad de variar el sentido del Decreto 2127 de 1945, que
reglamentó la Ley 6 de 1945; que un Decreto Legislativo tiene
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superior grado a un Decreto Reglamentario; que la restitución de
la vigencia del contrato es una figura diferente a la consignada
como sanción para la mora.
Dice que los desatinos del Tribunal se magnifican al relacionarlos
con las normas constitucionales relacionadas, que permitían
resolver el conflicto a favor del trabajador y con protección de su
derecho al trabajo.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
En sentir del Tribunal, no obstante estar demostrado que la
demandada
pagó
al
actor
los
salarios,
prestaciones
e
indemnizaciones que le restó a deber a la terminación del contrato
de trabajo, después de los 90 días previstos para ello en el
artículo 1 del Decreto 797 de 1949, no cabía más, de acuerdo con
tal disposición, que la sanción moratoria, pues, dijo, no hay lugar
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propiamente a reanudar la relación de trabajo, sino que se
empiezan a causar los llamados salarios moratorios, ya que,
según expuso, la expresión del texto legal “no se considerará
terminado el contrato”, es tan sólo una ficción legal, para establecer
el pago de un día de salario por cada día de retardo título de
sanción.
Posición
que
apoyó
en
jurisprudencia
de
esta
Corporación.
De acuerdo con lo anterior es claro que el Tribunal si aplicó al
caso en cuestión, el artículo 1º del Decreto 797 de 1949, pero con
el efecto de producir sanción moratoria, equivalente a un día de
salario por cada día de retardo, ello como consecuencia del
entendimiento de “ficción” que le dio a la expresión contenida en
el texto legal “no se considerará terminado el contrato”, acorde con
jurisprudencia de esta Sala que transcribió, lo cual descarta de
plano la acusación principal del cargo de que el sentenciador
incurrió en infracción directa de dicha norma, por haberse
rebelado contra ella.
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Ahora bien, de acuerdo con los argumentos del censor para
sustentar la infracción directa que denuncia, lo que en realidad
cuestiona al juez de la alzada es la hermenéutica que le dio al
artículo 1 del Decreto 797 de 1949, que lo llevó a entender que
era una sanción moratoria lo que preveía la norma y no el
reintegro que él cree es el allí previsto, lo cual supone es su
interpretación errónea, submotivo por el cual debió enderezar la
acusación.
No obstante, a juicio de la Sala, tampoco incurrió el sentenciador
de segundo grado, en una interpretación equivocada de tal
disposición, pues de acuerdo con la jurisprudencia inveterada de
esta Corporación, la legislación nacional ha optado por el sistema
de la estabilidad relativa como regla general, en donde se
restringe, mas no se elimina, la facultad del empleador para
terminar unilateralmente el contrato de trabajo, mediante el pago
de una indemnización que compense al trabajador los perjuicios
ocasionados con el rompimiento, y, solo excepcionalmente, en los
casos expresamente previstos por el legislador, resulta ineficaz el
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despido que no se base en una de las justas causas establecidas
en la ley para el rompimiento del vínculo contractual, con la
consecuente restitución del trabajador en su empleo y el pago de
salarios dejados de percibir, como, por ejemplo, los despidos
ocurridos con violación a las normas sobre protección a la
maternidad o del fuero sindical, por cierre intempestivo de
empresas, efectuados colectivamente o durante el trámite de un
conflicto colectivo, y a partir de la vigencia del Decreto 2351 de
1965, para los casos de trabajadores con 10 o más años
continuos de servicios, como medida de protección a su
antigüedad en el empleo, que desapareció con la Ley 50 de 1990,
que solo conservó transitoriamente el derecho para aquellos que
a la fecha de su promulgación, tuvieren cumplido el tiempo de
servicios exigido por la legislación anterior.
La
opción
de
estabilidad
relativa
seleccionada
por
el
ordenamiento colombiano se puso de manifiesto desde los
albores de la Sala, como en memorable fallo del 22 de septiembre
de 1959, en donde se indicó que frente al incumplimiento del
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contrato por parte del empleador, como consecuencia de un
despido injustificado, no cabía al trabajador la acción de
cumplimiento para obtener la restitución en el empleo, sino en los
eventos especiales de fuero sindical y de maternidad, quedándole
tan solo en los restantes casos la acción indemnizatoria de
perjuicios.
Salvo algunas excepciones, la Ley 6 de 1945, en su artículo 11,
solo preveía, como consecuencia de la condición resolutoria tácita
que va envuelta en todo contrato de trabajo, la indemnización de
perjuicios a cargo de la parte responsable, y, aunque el artículo 52
del Decreto 2127 de 1945, reemplazado posteriormente por el
artículo 1 del Decreto 797 de 1949, al tratar de reglamentar dicho
ordenamiento, establecieron, la continuidad del contrato de
trabajo, el primero, y la reanudación de su vigencia después de 90
días, el segundo, para el caso de que el patrono no pagara al
trabajador todos los salarios, prestaciones e indemnizaciones
adeudadas, la Corte rechazó la posibilidad de reintegro con base
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en la literalidad de tales disposiciones, al considerar que éstas
desbordaban el contenido de la norma reglamentada.
Con el fin de armonizar, entonces, el contenido del ordenamiento
reglamentario con el reglamentado y así evitar su consecuente
inaplicación por el desborde de facultades del legislador, que
sería funesto para la clase trabajadora, la Corte, frente a la
imposibilidad de reintegro que planteaba el artículo 11 de la Ley 6
de 1945, planteó en esa oportunidad la tesis de la subsistencia
ficcionada del contrato, que fue la que aplicó el Tribunal,
contenida en sus sentencias del 27 de marzo de 1953, 17 de junio
de 1957 y 12 de agosto de 1980 (Rad. 7148), y, posteriormente,
aquella que entendía “que el vínculo jurídico subsistente, aislado de la
prestación del servicio, no envuelve la obligación de pagar salarios durante el
término de gracia, pero sí desde que éste concluye, y hasta cuando se cubra
al trabajador lo que se le adeude o se haga el depósito ante autoridad
competente, y que tal pago constituye una indemnización suplementaria de
perjuicios, y cuya aplicación está condicionada a la buena o mala fe del
empleador", plasmada en su sentencia de 14 de julio de 1959,
Posición, posteriormente ratificada en el fallo del 17 de marzo de
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1995, de que hizo uso el ad quem para soportar su decisión, y
que aún hoy mantiene vigencia, por ser la posición mayoritaria de
esta Corporación.
En consecuencia, el cargo no prospera.
Por cuanto no se causaron, no se condenará en costas en el
recurso extraordinario.
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Laboral, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia
dictada el 15 de agosto de 2006, por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Pereira, dentro del juicio ordinario laboral
adelantado por LUIS EMILIO SOTO ARDILA a la entidad
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Sin costas en el recurso extraordinario.
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CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, PUBLÍQUESE Y DEVUÉLVASE EL
EXPEDIENTE AL TRIBUNAL DE ORIGEN.
FRANCISCO JAVIER RICAURTE GÓMEZ
ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERÓN
GUSTAVO JOSÉ GNECCO MENDOZA
EDUARDO LÓPEZ VILLEGAS
LUIS JAVIER OSORIO LÓPEZ
CAMILO TARQUINO GALLEGO
ISAURA VARGAS DÍAZ
MARÍA ISMENIA GARCÍA MENDOZA
Secretaria
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