XIX Jornadas Bonaerenses de Jóvenes Abogados

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XXI Jornadas Bonaerenses de Jóvenes Abogados
Mar del Plata, Buenos Aires
1 y 2 de Octubre de 2010
Comisión Derecho Público y Administrativo
Ordenanzas
Municipales
¿Son obligatorias siempre?
Dr. Miguel Ángel Belagardi
Colegio de Abogados de Junín
DNI Nº 27.563.354
Tomo IV Folio 63 CADJJ
Rivadavia 25 PB Oficina D
CP 6000 - Junin (B)
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Miguel Ángel Belagardi
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I- Introducción
La inquietud que me motiva a esbozar este análisis nace en la sensación cotidiana de la falta
de un adecuado y completo conocimiento del orden normativo imperante, ya no solo por parte del
ciudadano común, sino también por parte de los juristas y los entendidos en este ejercicio de la
profesión.
Por ello, en el marco de estas Jornadas Académicas (y en referencia a la validez y vigencia
de las ordenanzas municipales) es que he decido dar tratamiento a un tema que no se presenta en
muchas jurisdicciones de la esta Provincia, pero que sin embargo, se da la particularidad que en
varios Municipios no cuentan, aún al día de la fecha, de una correcta publicación oficial de sus
ordenanzas ni un orden sistemático de las mismas.
Dicho tratamiento implica la observación detallada y minuciosa de cierta terminología y la
precisión de la misma para una adecuada claridad de la temática abordada, atento que las
consecuencias, no serían ni más ni menos que la vigencia y la exigibilidad de una norma municipal,
con las gravísimas consecuencias que podría acarrear una postura negativa a ese interrogante.
Para todo ello, será necesario repasar conceptos tales como validez, eficacia, sanción,
promulgación y publicación, junto a las opiniones doctrinarias y breves reseñas jurisprudenciales
referidas al tema de esta ponencia., finalizando con la exposición de las conclusiones y propuestas
que surgirán luego del presente estudio.
II – Definiciones Previas
Como se adelantó en el acápite anterior, es necesario recordar las conceptos precisos sobre
validez, eficacia, vigencia y obligatoriedad de la norma, para más adelante hablar de la sanción,
promulgación y publicaciónde la misma.
Siempre ha interesado, sea cual fuere la óptica desde la cual se adentra al tema en cuestión,
la situación de las normas tanto en lo relativo a su proceso de elaboración, como en su proceso de
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aplicación a los hechos sociales. Términos como la validez, la vigencia o la eficacia del Derecho (y
en particular el de las normas), son los más comunes para el tratamiento de los fines antes
expuestos.
La doctrina, a veces, las ha utilizado de manera indistinta o se le asignan diferentes
contenidos, prevaleciendo el análisis de unos u otros dependiendo de la posición doctrinal que
asuma el autor.
Desde el momento en que el órgano del Estado, facultado constitucional o legalmente para
crear normas de Derecho, actúa conforme a las reglas previstas, la norma que ha nacido es válida.
Se designa, entonces, como válida una norma cuando cumple con los requisitos formales y
materiales necesarios para su producción.
Hay normas jurídicas que no son efectivamente aplicables, pero no por ello se puede
afirmar que su ineficacia derive en invalidez. Por tanto, validez y eficacia son nociones
conceptuales separadas; así también la eficacia y la justicia.
Para determinar la eficacia o ineficacia de una norma se recurre al estudio histórico social,
surgiendo
el problema fenomenológico del derecho. ¿Es cumplida la norma jurídica por las
personas a quienes se dirige? Y en caso de ser violada, ¿se la hace valer con medios coercitivos por
la autoridad? Que, una norma exista en cuanto a norma jurídica, no significa que también sea
constantemente cumplida. La eficacia se refiere al acatamiento voluntario o forzoso de la norma, no
a la existencia de la misma.
En tal sentido, otro término en estrecha relación con el de validez, es el de vigencia de la
norma, a veces usados indistintamente, pero que en sentido estricto ha de designar la existencia de
vida jurídica de la norma a partir de una existencia de hechos sociales o instituciones que la hacen
necesaria. La vigencia depende de la misma ley, que establece el momento en el cual comienza a
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regir, y en caso de silencio, entra en práctica el art. 2 del Código Civil, que establece la
obligatoriedad de las normas a los 8 días siguientes de su publicación oficial1.
Pero inmediatamente después de ello, se deben considerar los términos sanción,
promulgación y publicación de las normas.
Sin embargo, es ineludible hacer, como medida previa, una breve reseña histórica donde
estos conceptos anteriormente eran confundidos y arduamente debatidos por la doctrina, y que la
Reforma Constitucional del año 94 vino a echar una luz de claridad al respecto, adoptando la
postura correcta y mayoritaria, a mi entender.
Así, en la anterior redacción, el art. 86, inc 4 de la CN decía “El Presidente de la Nación ...
Participa de la formación de las leyes, con arreglo a la Constitución, las sanciona y promulga.”
Ello oportunamente colisionaba con lo preceptuado por los arts. 692 y 733, originando confusiones y
posiciones contradictorias sobre la interpretación de los términos empleados4.
Sin embargo no es necesario entrar en esas contradicciones, atento que la Reforma
constitucional del año 1994 aclaró el debate y la nueva redacción del art. 99 inc. 3 en su comienzo
expresa “El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones... Participa de la formación
de las leyes con arreglo a la Constitución, las promulga y hace publicar.”
1. Art 2 CC: “Las leyes no son obligatorias sino después de su publicación, y desde el día que
determinen. Si no designan tiempo, serán obligatorias después de los ocho días siguientes al de su
publicación oficial.”
2. Art. 69 CN anterior a la Reforma de 1994: “Aprobado un proyecto de ley por la Cámara de su
origen, pasa para su discusión a la otra Cámara. Aprobado por ambas, pasa al Poder Ejecutivo de la Nación
para su examen; y si también obtiene su aprobación, lo promulga como ley.”
3. Art. 73 CN anterior a la Reforma de 1994: “En la sanción de las leyes se usará de esta fórmula: El
Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina, reunidos en Congreso, etc., decretan o sancionan
con fuerza de ley.”
4. “Es cierto que la utilización del verbo “sancionar” puede ocasionar ciertas dificultades, ya que es
el que, por disponerlo también la Constitución, debe emplearse por el Congreso cuando aprueba las leyes,
pero esto constituye una simple falla terminológica...”, José Tobías, “Las Leyes no se promulgan
automáticamente”, LL Sección Doctrina, T. 128, Pág. 1126.
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De tal manera, esta claramente definido en el texto constitucional que la sanción de las leyes
es un acto legislativo que le corresponde al Congreso, al tiempo que la promulgación de las mismas
es un acto del Poder Ejecutivo, en ejercicio de las funciones co-legislativas, conforme lo expresa el
Dr. Jorge Reinaldo Vanossi en un artículo doctrinario5. Las palabras sancionar y promulgar
denotan significados y funciones distintas, como así también suponen titulares diferentes.
A su turno, también se han confundido los conceptos de promulgación y publicación que a
continuación paso a precisar.
Como se ha adelantado, la promulgación perfecciona el proceso de formación y sanción de
las leyes, por cuanto importa la expresa aprobación por parte del Poder Ejecutivo a que la sanción
del Congreso se convierta en derecho positivo. Esa aprobación es la que le da validez a la norma
como tal6. Por su parte, la publicación es el acto también efectuado por el Poder Ejecutivo por el
cual hace nacer la presunción iuris et de iure que la norma es conocida por todos los habitaciones7.
5. “No hay promulgación sin previa sanción, desde que aquella importa el ejercicio de poderes co-
legislativos que vienen a extender en otro órgano una faceta del poder legisferante depositado casi
enteramente en el Congreso, que lo ejerce a través de la sanción. No caben dudas que según la Constitución
es el Congreso quien sanciona las leyes, ya que en él reside el pouvoire d´etavlir; pero ese poder no se
termina allí, toda vez que al Presidente se le conceden atribuciones para vetar o no las sanciones del
Congreso”, Dr. Jorge R. Vanossi, “Un caso de interpretación constitucional: sanción, promulgación y
publicación de las leyes”, JA 2 – 1969 – 291.6. “La promulgación cierra el proceso de formación de las leyes. El Poder Ejecutivo que participa en
ese proceso tiene la posibilidad de observarlas o de conferirles, en un último paso, la necesaria
obligatoriedad. La promulgación, que pueda ser expresa o tácita, es el acto del Poder Ejecutivo que
perfecciona definitivamente la existencia de la ley, fija su texto y manda que se la cumpla. Es el acto que la
reviste de certeza, autenticidad y ejecutoriedad.” Marco Aurelio Risolía, “Publicidad de los actos de
gobierno, ignorancia de la ley y leyes secretas”, ED tomo 68, pág. 837.
7. “Sin perjuicio de ello, se observa que el fundamento último de la obligatoriedad de las leyes no es
su conocimiento presunto, sino “la necesidad social de que las normas jurídicas tenga aplicación
incondicional y general, porque el interés de la seguridad jurídica exige su aplicación a todos aunque la
ignoren”, CNPenEc, Sala II, 25/9/63, JA 1963-VI-624.-
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Más precisamente, es el modo de divulgar la ley sancionada por el Congreso y aprobada
(promulgada) por el Ejecutivo.
III- La Publicidad de las leyes.
Como bien se ha dicho anteriormente, la publicación no es un elemento esencial para la
perfección de la ley como tal, pero si lo es de para la exigibilidad de la misma a los particulares8.
Este recaudo de la previa publicación de toda disposición para su obligatoriedad tiene
fundamentos racionales y pilares constitucionales sobre los cuales apoyarse. Así, resulta una clara
garantía a favor de los particulares para el resguardo de sus derechos subjetivos.
Nuestra Carta Magna establece una serie de disposiciones para la formación de las leyes,
que no me detendré a detallar. Juntamente con ese procedimiento se encuentran esparcidas por el
texto normativo otra serie de garantías a favor de los habitantes de esta Nación. Todo ese conjunto
de previsiones constituye lo que algunos autores llaman las garantías constitucionales9.
Reitero, la exigencia de la publicidad de los actos públicos estatales en general (en el caso
que nos compete, de las leyes) tiene sustento en varias disposiciones constitucionales. Así, el art. 19
de la CN prescribe que “ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la
ley ni privado de lo que ella no prohíbe”, mientras que por otra parte, dicha publicidad nace
también del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierna adoptada por
nuestra Nación (arts. 1 y 33 C.N.) 10
8. “Que la circunstancia de que las leyes sólo sean obligatorias después de su publicación, no
significa, en modo alguno, que sus efectos no puedan retrotraerse a la fecha de su promulgación o a una
anterior, si así lo expresa especialmente su contenido”, Sans Ricardo c/ Ferrocarril Sud, LL Serie A, t. 1, pág.
801, con comentario del Dr. L. Anastasi.
9. Cfme. Alberto Robredo, “Promulgación parcial de las leyes. Su inconstitucionalidad”, La Ley, t.
127, p. 665.10. “El acto legislativo, dada la forma republicana representativa federal de gobierno adoptada por la
Nación Argentina (art. 1, Const. Nac.), no puede ser reservado, oculto ni sorpresivo para la ciudadanía, para
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La afectación de los derechos subjetivos de los particulares ante la omisión de dar a
publicidad provocaría un apartamiento al principio de la certeza del derecho, en virtud de lo cual,
razones de seguridad jurídica imponen la necesidad de dar a conocer los actos legislativos.
Ahora bien, ya fundamentada la obligatoriedad de la publicidad de las leyes, queda por
resolver la forma en la que deberán asumir las mismas. Si bien la Constitución Nacional nada dice
al respecto, si está regulado a nivel legislativo.
En un primer momento, el Código Civil guardaba silencio respecto a la forma de
publicación, circunstancia que cesó con la reforma de la ley 16.504 al art. 2º, determinando que las
leyes “serán obligatorias después de los ochos días siguientes al de su publicación oficial”, para el
caso de no establecer expresamente la fecha de entrada en vigor.
Durante la etapa anterior a la reforma, no era sencilla la tarea para los tribunales, porque
llegado el caso en concreto, había que decidir si el requisito de la publicidad se había cumplido o
no.
Así oportunamente, la jurisprudencia ha admitido y convalidado publicaciones efectuadas en
diarios de circulación general11, en el Boletín de la Dirección de Aduanas12, en publicaciones
jurídicas especializadas13, en diarios o revistas privadas14, e, incluso, llegó a considerarse válida la
publicación radial15.
la sociedad, para el obligado por la ley, aunque haya tenido conocimiento de las gestación y también de la
sanción de la ley por algún otro medio de publicidad no oficial, porque en orden a los derechos, deberes y
obligaciones jurídicos y la estabilidad de ellos, no puede quedar librada su vigencia a la profana
publicación”, Jorge R. Vanossi, “Un caso de interpretación...”, ob. cit.
11. CFedCap, 6/7/23, JA, 11-41; 11/5/25, JA, 18-865.
12. CFedCap, 18/2/47, JA, 1947-I-305.
13. CNCiv, Sala D, 22/10/59, 1960-V-176.
14. LL, 18-52, doctrina.
15. CNTr, 10/9/47, JA 1947-III-597.
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Sin embargo, es de resaltar que todos esos fallo trataron de casos con anterioridad a la
reforma del art. 2, sucediéndose luego de ello, varias sentencias que exigían inexorablemente la
publicación en el Boletín Oficial.
En relación a este último, puede señalarse que dicho instrumento nace, primitivamente, con
la ley 438 del año 1870, que dispuso la “creación de un periódico diario con el título de Boletín
Oficial en el que se publicarán las leyes, decretos, y todos los documentos oficiales producidos en
el ejercicio de los poderes públicos”, pero dicha ley fue objeto de derogación posterior, y, luego de
su nueva implementación, sujeta a numerosas reformas por decretos del Poder Ejecutivo.
IV- Las Ordenanzas Municipales. Realidad y Necesidad de Cambio.
Ya he anunciado que la publicidad de los actos de gobierno es una de las características
esenciales de la forma republicana de gobierno. El instrumento principal por el cual los poderes
públicos se expresan hacia la comunidad es la ley, independientemente de otros medios de
actuación. En su sentido lato, “la ley es una regla de conducta general y obligatoria, sancionada
por el poder público, que manda, faculta o prohíbe, cuya inobservancia o trasgresión trae consigo
la compulsión y la pena.16”
En tal sentido, el art. 77 de la Ley Orgánica de las Municipalidades17 dispone expresamente
que “las ordenanzas serán consideradas ley en sentido formal y material.”
Entonces, si se está de acuerdo en que la publicación de la ley es indispensable, resulta
forzoso reconocer que abundan en nuestro tiempo, “leyes en sentido formal y material” que
soslayan esa nota, y que, revelan, por ende, la arbitrariedad del poder público y la oscuridad de su
comportamiento, en desmedro de la comunidad.
16. Cfme. Marco A. Risolía, “Publicidad de los Actos de Gobierno, Ignorancia de la Ley y Leyes
Secretas”, E.D. t. 68, p. 837.
17. Decreto Ley 6769/1958, según texto vigente conforme ley 13.101.
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Y este es el caso que se presenta en muchos Municipios de la Provincia de Buenos Aires,
donde las ordenanzas sancionadas por el Consejo Deliberante y promulgadas por el Poder Ejecutivo
no son publicadas en ningún diario ni boletín oficial.
Para especificar, el hecho de la publicación de las ordenanzas está prevista y tiene sus
fundamentos constitucionales y legales. Así, el art. 25 Constitución de la Provincia de Buenos Aires
establece la misma garantía del art. 19 CN antes mencionado.
Por su parte, la Ley Orgánica de Municipalidades (LOM) contiene varias disposiciones que
permiten concluir en lo necesariedad, obligatoriedad y la previsión que tuvo el legislador en
imponer la publicación de las ordenanzas municipales, entre los cuales se destaca el art. 108, inc. 2
que preceptúa entre los deberes del Departamento Ejecutivo el de “Promulgar y publicar las
disposiciones del Concejo o vetarlas dentro de los diez días hábiles de su notificación.18”
18. Otras disposiciones que hacen referencia a una Publicación oficial por parte de los Municipios
son las siguientes: ARTICULO 142°: (Texto según Dec-Ley 8851/77) Las licitaciones públicas se darán a
conocer mediante publicaciones en el "Boletín Oficial" y en un diario o periódico de distribución local, por
lo menos, y en otros centros de interés a juicio del Departamento Ejecutivo. Donde no haya diarios se
utilizarán avisos murales o cualquier otro medio de difusión. Los plazos de publicación y el diario o
periódico de distribución local serán determinados por el Departamento Ejecutivo. Las publicaciones en el
"Boletín Oficial" y en el periódico fijado no serán menos de dos, respectivamente, y deben iniciarse con
quince (15) días de anticipación al acto de apertura de las propuestas. ARTICULO 153°: (Texto según DecLey 8851/77) En los concursos de precios se solicitará cotización como mínimo a tres (3) comerciantes. En
las licitaciones privadas se solicitará cotización como mínimo a cuatro (4) comerciantes, designándose, día y
hora para la apertura de propuestas. En las licitaciones públicas se notificará directamente a los comerciantes
especializados de la localidad y se insertarán avisos en el "Boletín Oficial" y en un diario o periódico de
distribución local por lo menos y en otros centros de interés a juicio del Departamento Ejecutivo los que
deberán iniciarse con quince (15) días de anticipación a la apertura de las propuestas tratándose de segundo
llamado, el plazo mínimo será de cinco (5) días. El Intendente determinará el diario o periódico de
distribución local y decidirá el número de publicaciones que no serán menos de dos (2). Igual mínimo regirá
para el "Boletín Oficial". ARTICULO 283°: Todos los documentos, libros y publicaciones municipales serán
conservados en archivos organizados según los métodos que aconseje el Archivo Histórico Provincial.
Pasados diez (10) años con consentimiento previo de esta Institución, podrán ser destruídos los que no
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En síntesis, entiendo que es de obligatoriedad constitucional y legal la debida publicación
de las ordenanzas municipales. Así también lo han entendido algunos fallos al respecto, donde se
puede observar que se recalca la obligatoriedad de las ordenanzas recién a partir de su
publicación19. Entre ellos, se destaca uno donde expresamente se dispuso que “El artículo 2º del
Código Civil en cuanto establece que las leyes no son obligatorias sino después de su publicación,
resulta de aplicación también a las ordenanzas municipales.20” Mientras ello no suceda, las
ordenanzas municipales no son obligatorias, y por ende, no exigibles a los administrados.
Esta situación de no publicidad y no obligatoriedad contribuye al fenómeno que se
denomina “contaminación legislativa”. Este concepto es acuñado por el Prof. Antonio Martino21,
quien lo caracteriza por el crecimiento sin control de un elemento normativo sin la posibilidad de
eliminar los desechos. Citando al Dr. Ramón Brenna, se puede afirmar que “uno de los principales
problemas es la proliferación de la legislación y la pérdida de certeza originada por la inseguridad
acerca de cual es el derecho en vigor.22”
Y esta pérdida de certeza está dada por la falta de conocimiento de la norma por parte de la
sociedad. Por ello, entiendo que toda esta problemática esbozada se puede solucionar de dos modos
revistan interés histórico, bibliográfico o estadístico y los que no sean necesarios conservar para amparar
derechos del Estado o de terceros.
19. “La falta de publicación oficial de una ordenanza no resulta atendible a los fines de fundar su
inconstitucionalidad, en tanto la validez de aquélla no depende del cumplimiento de tal requisito, que sólo
incide en su eficacia”, SCBA, I 1297 S 8-5-90, Juez RODRIGUEZ VILLAR (SD), Czarnecki, Marcos
Edmundo c/ Municipalidad de Quilmes s/ Inconstitucionalidad art. 8, Ordenanza 5746 y Ordenanza 5511,
AyS 1990-II, 76. “Sabido es que una norma jurídica de caracter general, como la Ordenanza de la
Municipalidad de Lobos nº 961/86, no es obligatoria hasta después de su publicación y desde el día que
determine (art. 2 del Cód. Civil). Y como tal exigencia no aparece cumplida en el caso que nos ocupa, no es
posible sancionar al aquí imputado sin violar el art. 19 de la Constitución Nacional”, CP0303 LP, P 97757
RSD-134-1 S 13-9-1, Juez CORREA (SD), C., C. R. s/ Inf. Ley 8031/73, C-97757.
20. J. 1º Inst. Civ. y Com., de Con y de Fam., Bell Ville, 2002/02/19, LLC, 2002-1478.
21. Director de la Maestría Ciencia de la Legislación de la Universidad de Austral.
22. Brenna, Ramón Jerónimo, “El ordenamiento de las leyes”, LL 2001 - A – 987.
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diferentes, “atacando” en los dos frentes del problema planteado: el “pasado” y el “futuro” del
complejo normativo que implican las ordenanzas.
En el primer caso, y con esto hago referencia a las ordenanzas ya sancionadas pero no
publicadas, la solución más correcta y efectiva es la realización de un Digesto Municipal en cada
distrito. La palabra “digesto” deriva del latín “digestum”, derivado a su vez de “digerere”, que
significa distribuir, ordenar23. En lo que a la temática de la ponencia me compete, el Digesto es una
obra esencialmente de ordenamiento que a través de la técnica de la Consolidación de leyes, implica
una presentación sistemática de las normas imperantes con la eliminación de las que han sido
abrogadas, aquellas partes que han sido derogadas, y la inserción de las modificaciones sufridas en
sus textos. De esta manera, la tarea que se propone implica un trabajo de revisión, recopilación,
ordenamiento y análisis, que permita agrupar y ordenar lo que “estaría vigente” (según los
conceptos técnicos precisados anteriormente, nada estaría en vigor dada su falta de publicación),
removiendo los desechos, es decir, detallando las colisiones y las complejidades normativas 24. A
contrario sensu de lo que se recomienda y se impone por los especialistas en la materia, en este caso
se estaría proponiendo un trabajo de consolidación sobre actos legislativos no auténticos. Sin
embargo, es la única alternativa más factible a concretar, porque caso contrario, entiendo que las
variantes de solución oscilarían entre la de no reconocer la vigencia normativa de ninguna
23. Su origen se remonta al 530 d.C., época en que el emperador bizantino Justiniano I ordenara la
compilación y codificación de las obras jurídicas de los jurisconsultos romanos. El primer Digesto,
codificado por Triboniano entre el 530 y 533 d.C. se conoce con el nombre de Digesta sive Pandecta iuris, y
es considerado como la recopilación jurídica más importante del mundo.
24. Hay ejemplos de Digesto Jurídicos a lo largo de la historia argentina, con la salvedad que en
todos esos casos siempre se ha trabajado sobre la existencia de normas publicadas. Así, se encuentra el
Digesto Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, edición 1978 y sus actualizaciones, y el Digesto Marítimo
y Fluvial del año 1938 como fieles exponentes de lo reseñado. Más acá en el tiempo, a nivel nacional, la Ley
24.967 ordena su confección, el cual al día de la fecha se encuentra confeccionado y terminado, pero que
nunca fue sujeto de aprobación por el Congreso de la Nación Argentina.
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ordenanza (lo que llevaría a un vacío y caos legal significativo), o la de sancionar nuevamente cada
una de ellas luego de la creación del Boletín Oficial.
En el segundo caso, es decir en referencia a las ordenanzas que en un futuro se sancionarán,
estimo que, paralelamente al mismo tiempo a la confección del Digesto señalado, es necesaria la
creación de una publicación oficial en los Municipios. El Boletín Oficial Municipal que se pretende
instalar en aquellos distritos que aun no lo tienen, es una publicación oficial y periódica que
contiene un resumen de la normativa municipal de carácter general, informando –en tiempo y
forma- todas las ordenanzas sancionadas por el Concejo Deliberante local y los decretos y actos de
gobierno del Departamento Ejecutivo comunal, contando además con un apartado especial para
disponer, al menos, un resumen de los fallos de relevancia general emitidos por los Juzgados
Municipales de Faltas. Asimismo, y como correlato a lo que sucede a nivel nacional y provincial,
entiendo que Boletín Oficial Municipal a crearse deber ser de competencia propia del Departamento
Ejecutivo Municipal en lo que corresponde a su edición, agregando además que su consulta deberá
ser gratuita para toda la población. Dicho instrumento ha sido implementado en otras comunas y
resulta de gran utilidad al cumplir el objetivo para el que fue creado25.
Los detalles de reglamentación de las soluciones a este flagelo, como lo es el de la ausencia
de publicación y su consecuente “contaminación” legislativa, podrán variar según las necesidades y
realidades de cada distrito pero los rasgos principales de las medidas a adoptar, entiendo, han
quedado esbozados en el presente trabajo ponencial.
25. Ejemplos de Municipalidades que poseen un Boletín Oficial son los distritos de La Plata,
Chivilcoy, Moreno, Morón, Pilar, Quilmes, Patagones y Mar del Plata.
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V- Conclusiones
Luego del desarrollo de la temática electa, concluyo y estoy convencido de las siguientes
afirmaciones:
1) Que la sanción, la promulgación y la publicación de las leyes son etapas diferentes en el
proceso de formación de las mismas.
2) Que la ley promulgada, expresa o tácitamente, por el Poder Ejecutivo es perfectamente
válida.
3) Que la ley de alcance general es obligatoria y exigible a partir de su publicación oficial.
4) Que la ordenanza municipal no publicada oficialmente no es exigible.
5) Que debe buscarse una solución normativa posible para la regularización de las
ordenanzas no publicadas.
6) Que la consolidación de las ordenanzas no publicadas a través de un Digesto Municipal es
la solución adecuada y más factible.
7) Que resulta necesario la creación de un Boletín Oficial Municipal en todos y cada uno de
los distritos de la Provincia que aún no cuentan con uno.
8) Que el Boletín Oficial Municipal cumple con el rol de publicación e información debida,
sirviendo de nexo entre un gobierno municipal y su comunidad
9) Que la publicidad de los actos de gobierno, entre ellos, las ordenanzas, es una nota
esencial en la fe y reafirmación del sistema republicano adoptado por nuestra Nación.-
VI- Propuestas sujetas a votación:
1.- Creación de un Digesto Municipal en cada Comuna para la recopilación y depuración de
todas las ordenanzas municipales sancionadas al día de la fecha. (Aprobada por Unanimidad)
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2.- Creación de un Boletín Oficial Municipal dependiente del Poder Ejecutivo en aquellos
Municipios en los cuales ya no este implementado este instrumento. (Aprobada por Unanimidad)
3.- Modificación del art. 108 inc. 2 de la Ley Orgánica de Municipalidades, el cual quedará
redactado de la siguiente manera: “Promulgar y publicar en el Boletín Oficial Municipal las
disposiciones del Consejo o vetarlas dentro de los 10 días hábiles de su notificación” (Aprobada
por Unanimidad)
Miguel Angel Belagardi
Abogado
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