La teoría general del Derecho administrativo como principio ordenador Eberhard Schmidt – Assmann Catedrático de Derecho público, Universidad de Heidelberg Edición y Prólogo de Antonio López Pina Traducción de Mariano Bacigalupo, José Mª Rodríguez de Santiago, Francisco Velasco ... bajo la dirección de Javier Barnes Madrid: Instituto Nacional de Administración pública / Marcial Pons Ediciones jurídicas, 2003 Prólogo Cuando alguien acomete la edición de un libro, el lector tiene razones para sospechar que le mueven intereses personales. Lo confieso, ése es también el caso en esta ocasión. Tan sólo, que lo que me une aquí a un puñado de colegas y amigos entre los que se cuenta el autor es sobre todo el compromiso con la cultura europea in weltbürgerlicher Absicht (1); y no va a ser dificil para los juristas españoles e iberoamericanos comprender las razones para la edición de La Teoría general del Derecho administrativo como principio ordenador. 1. Nuestros libros de texto de Derecho administrativo tienen dificultades para recoger la realidad de la Parte general del Derecho administrativo. El canon tradicional del Derecho administrativo. Parte general se centra en competencias, organización y formas de acción pública, sobre todo en las últimas. En los tres ámbitos registramos en la práctica fenómenos, procesos, movimientos, síntomas que solo relativamente se ajustan a los principios fundamentales y que no acabamos de saber ordenar. Venerables relaciones de Estado de Derecho y coherentes institutos y estructuras jurídicas recibidos de épocas anteriores se ven disueltos por desrreglamentaciones, autorregulaciones, autolimitaciones, fenómenos de cooperación, privatizaciones, agencias, entes, organismos autónomos y otras deformaciones. A tales fórmulas corresponden hoy suertes de acción informales, negociadas, cooperativas entre el Estado, poderes económicos privados, asociaciones, organizaciones y los ciudadanos. Las mismas no solamente difuminan competencias y, por ende, responsabilidades, sino que también cuartean vinculaciones y deberes. La seguridad del Derecho y de la acción administrativa corre así serios riesgos de esfumarse (2). Cuando se pierde el norte para las grandes cuestiones, se acaba desvariando. Justo la hipertrofia de tallados dogmáticos a la medida del caso concreto está reclamando una vuelta a los principios fundamentales y a las grandes categorías del Derecho administrativo clásico. Ello parece imprescindible, dado que en la comparación e integración de los diferentes sistemas estatales de Derecho administrativo en el proceso constituyente europeo no podemos sino partir de tales principios y categorias. Hay otro plano en el que los ordenamientos estatales hace tiempo que han perdido su condición sistemática. Rios de tinta han ilustrado la desarticulación producida en el Derecho Administrativo continental por una importación irreflexiva de institutos jurídicos que no solamente son en sí extraños a la cultura jurídica europea, sino que casan mal con los principios generales bajo los que los últimos doscientos años se ha desarrollado nuestra Administración pública. Del aluvión de argumentos vertidos en las frondas doctrinales recientes, nos quedamos para nuestra dogmática con un par de tesis y un postulado: por un lado, el reconocimiento de que resultaría locura intentar prescindir del fundamento, la solidez y el fulgor de la concepción europea del Derecho Administrativo, y de que adoptar en España la actual posición de la jurisprudencia americana equivaldría a retrasar el reloj jurídico siglo y medio (E. García de Enterría, 1995); por otro, el postulado de que el canon estudioso del rigor impone reflexionar a partir de enteros sistemas foráneos de referencia. No caben las importaciones fragmentarias o a medias de institutos inconexos; las normas y las instituciones, fuera de su contexto, son letra muerta y cáscaras vacías; peor aún, una institución jurídica desencajada de su contexto legal y cultural suele producir efectos perniciosos y desequilibradores en el ordenamiento jurídico en que se inserta (A. Nieto, 1996, 1989). Emplazados ante tal panorama, ¿qué hacer? Hermann Heller viene en nuestra ayuda definiendo nuestra tarea como juristas: el problema decisivo de una dogmática jurídica es la acuñación histórico-sistemática de conceptos. La construcción jurídica y la formación de sistema es siempre una reflexión productiva completadora de las normas de un instituto jurídico o del ordenamiento jurídico en su totalidad bajo el primado normativo de principios jurídicos substantivos... De ahí que en tan poca medida quepa elaborar una teoría del Estado desde conceptos que solamente consideren la realidad del ser del Estado, como componer una Ciencia del Derecho con meros conceptos de validez. Fortuna o miseria de nuestra acuñación conceptual de una teoría del Estado y del Derecho dependen de la evolución cultural de nuestro inmediato futuro, sobre todo, de si imponen como lo superior y último la ley, la Historia o el cuño o el modelado de forma y en qué relación entre sí colocará a tales objetos del conocimiento (3). Después de que la movida historia del siglo XX haya cuarteado de la manera indicada la Teoría general del Derecho administrativo tributaria de Otto Mayer, se venía echando en falta un libro como el de Schmidt – Assmann que nos devolviera la perspectiva y la visión de la potencialidad unificadora y racionalizadora del Derecho (Hesse). La doctrina española conoce mi posición sobre la dogmática alemana como punto de partida de una teoría del Derecho público (4); la presente edición es consecuente con tales coordenadas intelectuales. 2. Sobre el telón de fondo de los cambios que han sacudido, transformado y hecho estragos en el viejo tronco de la Parte general del Derecho administrativo, Schmidt – Assmann nos propone recuperar el control dogmático de la situación. En tal proyecto culmina su tesis central de que solamente un Derecho administrativo orientado sistemáticamente estará en situación tanto de hacernos cobrar conciencia de las contradicciones de nuestras valoraciones como de ayudarnos a hacer frente a los desarrollos centrífugos de las ramas del Derecho administrativo. Parte especial. En el primer capítulo caracteriza como sistemático el intento de mostrar para amplios ámbitos de regulación fenómenos, procesos, conexiones y estructuras comparables. Para la formación sistemática del Derecho administrativo Schmidt – Assmann subraya la función del Derecho como instrumento de dirección; precisamente frente a toda suerte de modelos con los que nos abruma hoy día una legión de aprendices de brujo, Schmidt – Assmann hace hincapié en el significado permanente del Derecho para poner bridas a la creciente economización de procesos administrativos. 3. No ya para la España de nuestros días. También en Alemania, Das allgemeine Verwaltungsrecht als Ordnungsidee es reconocido como potente traducción concepcionalmente acabada, a la vez, innovadora y a la altura de los tiempos, de una experiencia científica de décadas que bien pudiera dotar de nuevo cuño a la disciplina del Derecho administrativo (5) Se trata de una parte general de la teoría del Derecho Administrativo, que se plantea a la vez los problemas concretos de la práctica jurídica – por más que la argumentación se base en teoremas doctrinales y no en decisiones jurisprudenciales. El método de Schmidt – Assmann es integrador. Parte no solamente de conceptos dogmáticos clásicos o premisas jurídico-sistemáticas sino también de las tareas y la problemática realidad de la Administración, para caracterizar y tratar dogmáticamente tal realidad. El autor evita la falaz compartimentación disciplinar. En tal sentido, tan equivocada le parece la limitación a la gran teoría (Filosofía del Derecho, Historia, teoría de la Constitución, Derecho constitucional) como la reducción al Derecho Administrativo especial. El estudio de Schmidt – Assmann muestra que sólo la religación entre el Derecho constitucional y el Derecho administrativo hace posible un progreso científico que no se dé por satisfecho con la preservación de los saberes existentes. Cabe leer así la fundamentación constitucional del Derecho administrativo, en el Capítulo segundo, como glosa del postulado del Estado de Derecho y del principio democrático; la legitimación democrática cobra aquí cuerpo mediante la acción y la realidad de la Administración. Un valor relevante de la Teoría general del Derecho administrativo como principio ordenador es su carácter innovador. Viene a culminar los coloquios y la serie de libros auspiciados en colaboración con Wolfgang Hoffmann – Riem (6). Estos y otros trabajos previos son condensados en un sistema conceptual acabado, que hace plausible en el conjunto las distintas contribuciones innovadoras: perspectiva del papel directriz del Derecho administrativo; la evolución desde un control de la Administración orientado al Poder judicial a un control pluridimensional que incluye el control financiero; las funciones del pensamiento sobre las relaciones jurídico – administrativas que transcienden a la función heurística; el hincapié en el interés y en la responsabilidad de la Administración como conceptos sistemáticos referenciales; el papel creciente de la información en el Derecho administrativo. Llama la atención una forma procesual de pensar que intenta menos quedarse en el status quo que asimilar, ordenar y extrapolar los desarrollos que están teniendo lugar. Ello se evidencia en la continua referencia a la europeización como proceso, a los procesos reales de cambio y a los desarrollos dogmáticos del Derecho administrativo (7). En todo ello se aprecia una alta conciencia de los problemas. Siempre a la altura del tiempo, el autor dirige su punto de mira hacia los procesos estructurales de cambio, ofreciendo vías de solución más que recetas concretas. 4. Más adelante, los traductores avanzan en su Estudio introductorio el significado dogmático para la doctrina española de La Teoría general del Derecho administrativo como principio ordenador, por lo que no tendría mayor sentido para este Prólogo comentar la obra. Entiendo más bien mi papel en contribuir a objetivar tales páginas, ciñéndome a definir el lugar intelectual de Schmidt – Assmann en la doctrina alemana. Aún así, la pretensión desbordaría a cualquier jurista español; de ahí mi modestia obligada de reducir tal puesta en escena a la de su relación con la deutsche Staatsrechtslehre. La Vereinigung deutscher Staatsrechtslehrer (Asociación de Profesores alemanes de Derecho político), fundada en 1922 y resurgida en 1949 (8), es conocida. ¿En qué medida se han reproducido dentro de ella controversias de otro tiempo sobre cuestiones fundamentales (Richtungsstreit)? Ciertamente, también ha habido discusiones sobre las grandes cuestiones (Grundsatzgragen), por más que puedan discurrir solapadamente y no siempre se llame a las cosas por su nombre. Giran en torno a - la idea de Estado y de Constitución (9); - teorías de derechos fundamentales e interpretación constitucional; ponderación de bienes jurídicos, sea mediante la compensación que respete al máximo cada uno de ellos (Lerche), sea mediante la concordancia práctica (Hesse); - idea de la democracia y límites de la democracia representativa; - cómo definir las relaciones sea entre el Tribunal constitucional y el legislador sea entre la doctrina y la Jurisdicción constitucional (polémica en torno a la sentencia sobre el Tratado de Mastrique, Paul Kirchhof vs. Tomuschat, Frohwein, McCormick, Steinberg, Ipsen, etc. 1993 - 2001; Schlink, 1989) (10) - ideas dominantes sobre el legislador del Derecho administrativo; mercado vs. Estado, desrreglamentación vs. regulación, privatizaciones y principio de la libre competencia vs. preservación de los intereses generales mediante un Derecho administrativo de inspiración constitucional. La teoría general del Derecho administrativo como Principio ordenador nos invita a descubrir en todo caso, cómo Schmidt – Assmann ha buscado y conseguido su propio lugar! En el seno de la doctrina, La teoría general del Derecho administrativo como principio ordenador discute los cambios funcionales de la acción del Estado de forma precisa, cercana a los problemas e innnovadora. Puede resultar sugerente leer tales páginas simultáneamente con los intentos de defender y reanimar la estatalidad clásica, digamos, en el Handbuch des Staatsrechts (11). Por ejemplo, el tratamiento dedicado a las formas de acción del Estado. Si en Alemania hay en estos momentos un iuspublicista con especial potencialidad dogmática es Pablo Kirchhof. Para muchos es el Kronjurist de esta vuelta del siglo. En el Handbuch des Staatsrechts (12) registra y sistematiza los desafíos para el Estado que comportan los cambios de los recursos e instrumentos a disposición del Estado. En correspondencia con el aumento de sus tareas los apreciamos tanto en términos de la potestad normativa, la política de personal y la financiación como en lo concerniente a tareas, competencias y facultades. Si, de un lado, reconoce la vinculación formal de la acción pública, de otro, ha cobrado conciencia de la creciente emancipación de la ley en la práctica de la acción pública. Llega incluso a registrar el papel de la información en la acción de la Administración pública. Tales páginas revelan tanto la especial sensibilidad de Kirchhof para las tendencias actuales del Estado como su extraordinaria capacidad de análisis y de construcción dogmática. De todas maneras su reflexión permanece en un nivel superestructural, alejado de la relación inmediata con la realidad del Derecho administrativo y de su doctrina y jurisprudencia. En contraste, cuando se vuelve la mirada a La teoría general del Derecho administrativo como principio ordenador encontramos visiones de la europeización del Derecho administrativo, la modernización de la Administración mediante el new public management, los proyectos de codificación del Derecho administrativo del medio ambiente y demás (13). Pero no solamente en tal sentido se aprecian diferencias; también desde otra perspectiva cobra relieve la obra de Schmidt – Assmann. En lo que a la política se refiere, la mayoría de los miembros de la deutsche Staatsrechtslehre se definirían como conservadores moderados; un grupo numéricamente menor se identifica como liberal en el sentido de la coalición socioliberal que gobernó Alemania entre 1969 y 1982. Mayoría y minoría tienden a converger en un amplio centro. No acaba ahí el cromatismo ideológico del gremio, sin embargo: si cada alemán tiene problemas para desmarcarse de los extremos políticos, la Vereinigung de profesores de Derecho político no iba a ser menos; de ahí la beligerante actitud ante personalidades de izquierdas, literalmente estigmatizadas. Lo que contrasta, por ejemplo, con la generosidad respecto de personalidades de extrema derecha como Theodor Maunz (14). Pues bien, también en tal contexto es significativa la evolución intelectual y personal de Schmidt – Assmann. Habiendo comenzado su carrera universitaria bajo la tutela de Werner Weber, bien pudiera haber seguido la trayectoria convencional de tantos otros (J. Isensee; W. Böckenförde; Revista Der Staat, etc.) embarazados en su evolución intelectual del schmittiano Staats- und Verfassungsverständnis, persistentemente acreditado en el Handbuch des Staatsrechts, e inmovilizados dentro del pétreo espectro ideológico de la Vereinigung. La cuestión que se plantea es, ¿qué ha salvado, de tal común destino de distinguidos miembros de su generación, intelectualmente a Schmidt – Assmann? Pues bien, en los últimos quince años una aproximación metodológica transciende toda suerte de frentes y temas de interés: la comparación como quinto canon de la interpretación (15). En la obra de Schmidt – Assmann puede seguirse la evolución del recurso a la comparación vía teoría constitucional al postulado del Estado constitucional de Derecho como marco para el Derecho administrativo. Han sido la sensibilidad y la práctica del recurso al Derecho comparado y la apertura hacia la construcción jurídica europea por simple acumulación de evidencias de la Administración pública alemana, los que han liberado a Schmidt – Assmann del Staatsverständnis y de los Lager que coartan la reflexión de tantos colegas para superar la introversión nacional (16). En términos personales, tampoco es negligèable el tirón que ha debido comportar para Schmidt-Assmann el trabajo en compañía de Wolfgang Hoffmann – Riem. El caso de nuestro autor tiene, en fin, el valor adicional de la ejemplaridad al documentar con su obra, que la crisis de desarrollo intelectual en juristas tan extraordinariamente dotados no se explica sea por la tradición del pensamiento alemán sea por las circunstancias históricas que acompañaron a sus biografías. Comoquiera sea, a partir de ahora contamos con la teoría general del Derecho administrativo que andábamos necesitando. El mejor elogio que cabe hacer de ella es que responde, de la cruz a la raya, a la tarea que definía Hesse hace unos años: más que dedicarse a escribir monografías adicionales sobre el Estado de Derecho o a tallar aún mejor la dogmática de los derechos fundamentales, los juristas alemanes estarían bien aconsejados en elaborar conceptos y alternativas que hagan posible también el futuro a los hombres una vida en libertad y dignidad (17) * Esta edición española no habría visto la luz sin notables esfuerzos y apoyos. Los traductores ............................................................................................. ....... Siempre importó a Luciano Parejo el aggiornamento del Derecho administrativo, y en tal sentido ha percibido toda suerte de afinidades electivas al seguir negro sobre blanco la aventura intelectual de Schmidt – Assmann y Hoffmann – Riem. Ello explica que se tomara a pecho persuadir al Instituto Nacional de Administración pública para que incluyera la obra en su colección. Dadas las limitaciones de recursos materiales y humanos de la Administración pública española bajo la democracia, Luciano Parejo y yo reconocemos gratamente la sensibilidad intelectual de Jaime Peón, arquetipo de funcionario público. En fín, razones privadas y públicas han llevado a Mariano Bacigalupo a apostar fuerte por la publicación de La teoría general del Derecho administrativo como principio ordenador, a fin de que ninguna editorial en el mercado aventaje en calidad científica ni en vanguardia intelectual a Marcial Pons Ediciones jurídicas. Como hacen los buenos amigos, José Ramón Parada ha dado su bendición al proyecto. Madrid, en Peña Santa, 14 Otoño de 2001 Antonio López Pina