LOS DECRETOS DE NECESIDAD Y URGENCIA: REQUISITOS CONSTITUCIONALES Y CONTROL JUDICIAL Prof. Raúl Borello Cátedra de Derecho Constitucional Facultad de Ciencia Política y RRII 1.- Introducción La Constitución Nacional 1853/60 estableció un sistema republicano de gobierno. Encontramos tal declaración en el primer artículo de la Constitución, cuando expresa: "La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, según lo establece la presente Constitución". Tomando el modelo de la constitución norteamericana, nuestros constituyentes se basaron en el principio de la división de poderes ideado por Montesquieu en su célebre obra "El Espíritu de las Leyes", de 1748. En cada Estado -afirmaba este autor- hay tres clases de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial. Tales poderes se frenan entre sí (el poder detiene el poder), y en el juego armónico de los poderes -agregaba- se da una garantía contra el abuso de la autoridad. "Cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se reúnen en una misma persona- expresó Montesquieu- no hay libertad". A tal punto los constituyentes argentinos adoptaron esta tesis que en el artículo 29° de la Constitución sentaron lo siguiente: "El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas Provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público,..." A la luz de estos principios constitucionales ha de entenderse pues, que la facultad que pueda tener el Poder Ejecutivo de dictar disposiciones de carácter legislativo ha de ser excepcional y absolutamente restringida. La reforma constitucional de 1994 receptó este esquema, y así al establecer en el artículo 99° las atribuciones del Poder Ejecutivo, consignó el siguiente precepto en el inciso 3 del aludido artículo: "El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso, bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo". Sin embargo, en ese mismo inciso se ha previsto que -en circunstancias excepcionales- el Poder Ejecutivo pueda dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, hecho que lógicamente, ha de ser respetando las exigencias que estipula el propio texto constitucional, y que seguidamente analizaremos. 2.- Requisitos constitucionales para la validez de los Decretos de necesidad y urgencia Continuando con la descripción del ya citado artículo 99° inc. 3, vemos que el texto constitucional establece los siguiente: "Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos, podrá dictar (nota: se refiere al Poder Ejecutivo) decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlos conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros. El jefe de gabinete de ministros personalmente y dentro de los diez días someterá la medida a consideración de la Comisión Bicameral permanente, cuya composición deberá respetar la proporción de las representaciones políticas de cada Cámara. Esta Comisión elevará su despacho en un plazo de diez días al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento, el que de inmediato considerarán las Cámaras. Una ley especial sancionada con la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara regulará el trámite y los alcances de la intervención del Congreso". Como se desprende del precepto legal transcripto en el párrafo precedente la Constitución reformada estableció un marco normativo dentro del cual una disposición que tenga carácter legislativo y que emita el Poder Ejecutivo, ha de circunscribirse al mismo , para poder tenerla como valida. Y es que el instituto que estamos analizando no podría tener otra regulación, en virtud de su carácter excepcional al principio republicano en el que se inspira nuestra Constitución, y tal como lo establece el propio art. 99° inc. 3 que como pauta genérica prohibe al Ejecutivo dictar disposiciones de carácter legislativo. De igual modo - es decir restrictiva - entendemos que debe ser la interpretación judicial en cuanto a la validez ó no de los decretos de necesidad y urgencia, aunque como veremos en el punto siguiente nuestra Corte Suprema de Justicia, en un principio, no realizó un control constitucional tan firme (Caso "Rodríguez"), como sí lo hizo en posteriores pronunciamientos (Caso "Risolía de Ocampo"). 2 Atento su carácter excepcional ¿cuales son entonces los requisitos habilitantes de la potestad legislativa del Poder Ejecutivo? A.- En primer lugar deben darse circunstancias excepcionales: Conforme lo ha expresado Juan Carlos CASSAGNE 1, para que existan razones que justifiquen el dictado de decretos de necesidad y urgencia, deben darse simultáneamente estas situaciones: a.- Una necesidad que coloque al gobernante ante la decisión extrema de emitir normas para superar una grave crisis ó situación que afecte la subsistencia y continuidad del Estado o de grave riesgo social. En tal sentido la emisión del acto ha de ser inevitable e imprescindible, y su no dictado ser susceptible de generar consecuencias de muy difícil, sino imposible reparación ulterior. b.- Una proporción adecuada entre la finalidad perseguida y las medidas que prescribe el reglamento. c.- La premura con que deben dictarse las normas para evitar o prevenir graves riesgos comunitarios. B.- Que exista imposibilidad de seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes: En razón de la restricción con que debe interpretarse este instituto, ha de tratarse de una imposibilidad funcional. En modo alguno configura esta hipótesis la existencia de razones políticas, como puede ser no contar con el quorum necesario o las mayorías exigidas. C.- En ningún caso los decretos de necesidad y urgencia pueden estar referidos a materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos. Es decir, ni aún cuando se den las circunstancias excepcionales, el Poder Ejecutivo podrá dictar disposiciones de naturaleza legislativa que versen sobre las cuestiones referidas. D.- Requisitos formales A las exigencias de "excepionales circunstancias", "imposibilidad de seguir los trámites ordinarios" y "materias vedadas", debemos agregar otros requerimientos "formales" que estipula la Constitución. a.- Los decretos de necesidad y urgencia deben surgir de un acuerdo general de ministros. 1 CASSAGNE, Juan C.: Sobre la reserva de la Ley y los Reglamentos de Necesidad y Urgencia en la reforma constitucional" - En "Revista de Derecho Administrativo"- Ed. Depalma- Bs. As. 1994, pag. 62. 3 b.- Los ministros deberán refrendarlos conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros. c.- El jefe de gabinete de ministros personalmente y dentro de los diez días someterá la medida a consideración de la Comisión Bicameral permanente. d.- Esta Comisión - en el plazo de 10 días -debe elevarlo al plenario de cada Cámara. e.- Finalmente, las Cámaras habrán de considerar el despacho de manera inmediata. 3.- El control judicial de los decretos de necesidad y urgencia Además del control parlamentario, como acabamos de ver, los decretos de necesidad y urgencia pueden ser objeto de control judicial, en especial en cuanto a su constitucionalidad. Creemos - como lo afirman autores como Bidart Campos ó Quiroga Lavié que ese control debe ser amplio y pleno. Es decir, abarcar tanto los aspectos que hacen a merituar si se dieron las circunstancias excepcionales; si existe proporción entre el remedio y los males que se pretenden evitar; si fué imposible seguir los trámites ordinarios; si no refiere a normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos; si se ha seguido el trámite formal que exige la Constitución. Pero no siempre la Corte Suprema ha sostenido esta tesis. Así, en uno de los primeros casos en que la Corte tuvo oportunidad de pronunciarse sobre esta materia (caso "Rodríguez"2), el máximo Tribunal sostuvo que se trataba de una cuestión política no judiciable. Los antecedentes del caso tuvieron una importante repercusión. El Poder Ejecutivo - en esa oportunidad ocupaba la presidencia el Dr. Carlos Menem- dictó los Decretos 375/97 y 500/97 llamando a licitación para concesionar la explotación de los Aeropuertos, hasta ese entonces administrados por el Estado. Frente a ello, un grupo de diputados interpone una acción de amparo argumentando que competía al Congreso intervenir en el llamado a Licitación. La demanda prosperó en primera instancia y también ante la Cámara de Apelaciones. Con posterioridad a la sentencia de Cámara, el Poder Ejecutivo dicta el Decreto 842/97, invocando las facultades conferidas por el art. 99 inc. 3, aprobando los anteriores decretos 375/97 y 500/97. Ante esta nueva 2 "Rodríguez, Jorge, Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación s/ plantea cuestión de competencia" , CS, diciembre 17-1997. 4 disposición, los mismos diputados vuelven a interponer una medida cautelar. Pero por su lado, el Jefe de Gabinete de Ministros, cargo que ocupaba entonces el Dr. Jorge Rodríguez se presentó en forma directa ante la Corte Suprema planteando recurso extraordinario. Es en esta instancia en que la Corte se pronuncia sobre el control de los decretos de necesidad y urgencia. En el fallo, la Corte resolvió, basándose en la falta de agravio concreto, no realizar un control de constitucionalidad del decreto cuestionado sosteniendo que es al Congreso, órgano depositario de la soberanía popular, a quien la Carta Magna atribuye una excluyente intervención en lo que hace al control de los decretos de necesidad y urgencia, entendiendo que tal medida no puede ser interferida por el Poder Judicial. En el fallo, también la Corte sostuvo que se trataba de una cuestión política no judiciable y que en caso de inmiscuirse en la oportunidad y conveniencia del dictado del decreto se corría el riesgo de que la decisión política del gobierno sea sustituida por un acto judicial que, aunque revestido jurídico, constitucionalmente, es en el fondo un acto político de personas que no tienen ningún mandato democrático para llevar a cabo esa función. En un caso posterior ("Verrocchi"3), la Corte tuvo una postura distinta. En este caso, la Corte sostuvo que se trataba de una cuestión judiciable. A diferencia de "Rodríguez", (donde el Tribunal entendió que no había un "agravio concreto"), en "Verrochi" la Corte sostuvo que en el caso existía el derecho de un particular concretamente lesionado (se pretendía invalidar un decreto de necesidad y urgencia que vulneraba el derecho a percibir asignaciones familiares). Procedió entonces a ejercer el control de constitucionalidad por parte del Poder Judicial sobre las condiciones bajo las cuales se admite la facultad excepcional de dictar esa clase de decretos. En este fallo además se señaló que es atribución del Tribunal evaluar el presupuesto fáctico que justificaría la adopción de decretos de necesidad y urgencia, no limitándose al control sobre meras "cuestiones de forma". Pero será en el caso "Risolía de Ocampo"4, donde la Corte siguiendo la línea trazada en "Verrocchi"- sienta el antecedente de ejercer un real y efectivo control de constitucionalidad de un decreto de necesidad y urgencia en orden a merituar si el mismo se ajusta a los términos del art. 99 inc. 3 de la Constitución. 3 Fallos 322:1726- LA LEY, 2000-A pag. 88. "Risolía de Ocampo, María J. c/ Rojas, Julio C. y otros" -CS-2 de agosto de 2000; LA LEY 2000D- pag. 593 4 5 En el caso se discutió la validez del Decreto 260/97, que invocando una crisis del sector del transporte de pasajeros- dispuso el pago de indemnizaciones en cuotas. Entre otros argumentos, sobre los que se asentó la declaración de inconstitucionalidad del referido Decreto. la Corte sostuvo: a.- En el marco del sistema de separación de las funciones de gobierno -contenido esencial de la forma republicana de gobierno prevista en el art. 1 de la Constitución Nacional- el inc. 3 del art. 99° de la Ley Fundamental prevé el ejercicio de facultades legislativas por parte del Poder Ejecutivo bajo condiciones excepcionales y con sujeción a exigencias materiales y formales, correspondiendo al Poder Judicial el control de constitucionalidad de tales condiciones. b.- La mera existencia de una crisis económica sectorial no justifica el dictado de un decreto de necesidad y urgencia, si los fundamentos de la norma (tales como la falta de liquidez de las empresas aseguradoras)) no configuran las circunstancias excepcionales que determinan la imposibilidad de seguir el trámite ordinario para la sanción de las leyes. c.- Tal crisis económica -invocada por el decreto de necesidad y urgencia- podría haber sido conjurada a través de resortes y recursos usuales que dispone el Estado frente a estos casos de exclusivo carácter sectorial. d.- Uno de los requisitos indispensables para la validez de un decreto de necesidad y urgencia es que tenga la finalidad de proteger los intereses generales de la sociedad y no de determinados individuos. e.- Corresponde declarar la inconstitucionalidad del Decreto 260/97, pues no cumple con los requisitos de validez exigidos, apartándose no solo de la doctrina establecida con respecto a los decretos de necesidad y urgencia por la Corte Suprema, sino también de la letra del art. 99 inc. 3 de la Constitución Nacional. Vemos entonces que en este caso la Corte ejerció un control amplio de los decretos de necesidad y urgencia en especial en cuanto a su constitucionalidad, dejando sentada la jurisprudencia de que tal control no debe referirse tan solo a aspectos "formales", sino analizando aspectos que hacen a merituar si se dieron las circunstancias excepcionales ó si existe proporción razonable entre la medida dictada y las cuestiones que se pretenden solucionar ó si fué imposible seguir los trámites ordinarios. Rosario, abril de 2004.- 6