EVALUACION Nro: 1 Fallo: Fernández Arias c/Poggio José (1960)

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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS
Cátedra: Derecho Administrativo I
Profesor: Dr Agostinelli Carlos
Alumno:Vaira Lourdes Localización:Centro. Turno:Mañana
EVALUACION Nro: 1
Fallo: Fernández Arias c/Poggio José (1960)
Tema: división de poderes y función jurisdiccional de la Administración
Finalidad del ejercicio
La finalidad del ejercicio es capacitar a los alumnos para que sepan cómo
analizar los conjuntos de normas del Derecho Administrativos y los
instrumentos pertinentes del Estado para el ejercicio de la actividad
jurisdiccional.
Objetivos del ejercicio
Al finalizar este ejercicio los alumnos sabrán:

indicar cuáles son los requisitos de constitucionalidad para el ejercicio de la
actividad jurisdiccional por parte de la administración.

buscar las normas concretas aplicables a un suceso determinado y analizar
sentencias con criterio de justicia distributiva.
ACTIVIDADES
1) Este ejercicio deberá ser realizado en clase con preparación domiciliaria.
2) En su domicilio lea comprensivamente la sentencia que se adjunta.
3) Prepare una exposición breve de los hechos.
4) Analice la actividad jurisdiccional de la administración, consultando la
bibliografía indicada. Es importante citar adecuadamente a los autores.
5) Determine cuáles son los requisitos exigidos por la Corte para que la
actividad jurisdiccional sea constitucional.
6) En clase, deberá sin posibilidad de consulta documental: exponer por
escrito los puntos 3, 4 y 5.
7) Responder a dos preguntas específicas que se formularán en el momento.
CRITERIOS DE EVALUACION
Se tendrá especialmente en cuenta
1) Grado de comprensión del tema
2) Claridad expositiva y originalidad en su presentación. Tiempo en clase: 25
minutos.
3) Hechos: La sala A de la Cámara Central Paritaria de Conciliación y
Arbitraje Obligatorio confirmó la resolución de la Cámara Regional de
Trenque Lauquen, que ordenaba a la parte demandada “entregar el predio
cuestionado”, se dedujo recurso extraordinario, el que ha sido denegado,
con motivo de lo cual fue interpuesta la presenta queja. En atención a la
naturaleza de las cuestiones planteadas, y a lo establecido por el art. 14 de
la ley 48, el recurso extraordinario es precedente y ha sido mal denegado.
4) Función jurisdiccional de la Administración: Se puede definir a la función
jurisdiccional como la actividad estatal que decide controversias con fuerza
de verdad legal. Se advierte, que esta función puede ser cumplida, en
determinadas circunstancias, por órganos que se hallan encuadrados en el
Poder Ejecutivo. La atribución de funciones judiciales a órganos
administrativos tiene un profundo arraigo en el derecho continental
europeo y esa técnica fue recogida por la organización colonial española,
particularmente en las materias relativas a la Hacienda Real; los
intendentes del Virreinato tuvieron prácticamente una jurisdicción
exclusiva, con apelación a un tribunal superior que funcionaba en Buenos
Aires.
La adopción del modelo constitucional norteamericano no pudo eliminar en
forma total la influencia de la realidad histórica. Así como, durante la etapa
que transcurrió desde la independencia hasta la llamada organización
constitucional se siguieron aplicando las concepciones del sistema
colonial, con algunas adaptaciones debidas al cambio de las circunstancias
que caracterizaron a ese periodo.
En la doctrina hubo autores que sostuvieron que habiendo abolido la
Revolución Francesa toda especie de “jurisdicción administrativa”, al
someter las contiendas administrativas a la decisión de agentes públicos
de la misma administración, las funciones materialmente jurisdiccionales
que ejerce esta última son administrativas.
En nuestro país, otros juristas, por distintos argumentos llegan a la misma
conclusión; tal es el caso de Lascano, quien sostiene que lo esencial para
caracterizar a la función jurisdiccional es la circunstancia de que el estado
obre como tercero imparcial para dirimir un conflicto de intereses entre dos
partes con el objeto de aplicar la ley.
Para otro sector de la doctrina argentina, lo realmente decisivo para definir
la función jurisdiccional es el carácter independiente del órgano que la
ejerza, su ubicación dentro del poder judicial, y además, la circunstancia de
que exista contienda entre las partes.
Cabe puntualizar que, con anterioridad Bosh había refutado el criterio que,
al definir la función jurisdiccional, exige el carácter imparcial e
independiente del órgano que la ejerce, aceptando la posibilidad de que
cuando la ley asigna al poder administrador la atribución para resolver
contiendas, ello puede considerarse función jurisdiccional y sosteniendo,
en definitiva, que los problemas relativos a la naturaleza de la función
jurisdiccional y a los caracteres de que debe estar investido el órgano
jurisdiccional, son cuestiones diferentes y sin relación de interdependencia
entre ellas.
Aparte de que un análisis retrospectivo histórico sobre la función
jurisdiccional demostraría que ella existió con anterioridad a la distribución
de la funciones del estado en órganos diferenciados, es evidente que tal
tesis denota un mero criterio orgánico, inutilizable para distinguir la
actividad que se realiza en la órbita de uno de los dos órganos que ejerce
el poder estatal: el Poder Ejecutivo. En efecto, por más que se niege en el
plano teórico la posibilidad de que determinados entes u órganos
administrativos ejerzan funciones jurisdiccionales, lo cierto es que la
realidad legislativa y jurisprudencial impone su reconocimiento y obliga a
diferencias el acto jurisdiccional de la Administración del acto
administrativo, cuyo régimen jurídico es sustancialmente distinto.
La cuestión no estriba entonces, en pretender una asimilación estricta
entre el acto jurisdiccional de la Administración y el que emana de los
jueces, pues aparte de que cabe aceptar diferencias entre dos especies de
un mismo género sin violar el principio de no contradicción, lo esencial es
distinguir, en este caso, si en el ámbito del Poder Ejecutivo coexisten
funciones materialmente distintas, con regímenes jurídicos también
diferentes.
Las dificultades a las que conduce el criterio expuesto no impiden que la
doctrina afronte la tarea de distinguir el acto jurisdiccional del acto
administrativo, apoyándose en un criterio que permita reconocer la
posibilidad de que un ente u órgano administrativo ejerza funciones
jurisdiccionales. Así, Bosh, siguiendo a Lampué sostiene que desde el
punto de vista material, el acto jurisdiccional “ es aquel que consiste en una
comprobación sobre la conformidad o no conformidad de un acto, de una
situación o de un hecho con el ordenamiento jurídico y una decisión que
realiza con consecuencias, y que desde el punto de vista formal se
presenta como definitiva e inmutable en el sentido de que, salvo por el
juego de las vías del recurso, no puede ser revocada o modificada, vale
decir que posee lo que se denomina una doctrina la autoridad formal de la
cosa juzgada.
Mayor consistencia tiene el argumento por el cual no se acepta el ejercicio
de funciones jurisdiccionales por parte de la Administración sobre la base
de la prohibición que emerge del artículo 109 de la Constitución Nacional.
Frente a esa norma, un sector de la doctrina ha intentado justificar el
ejercicio de funciones jurisdiccionales por parte de la Administración,
afirmando que la Constitución Nacional veda es el ejercicio de funciones
judiciales no jurisdiccionales; de esta forma, lo jurisdiccional seria el género
y lo judicial la especie.
Tal interpretación, ha sido objeto de críticas por parte de la doctrina. Pero
frente a una realidad que reconoce la posibilidad de habilitar a órganos o
entes administrativos para el ejercicio de funciones jurisdiccionales, un
sector de la doctrina apela, para fundar su constitucionalidad, al
procedimiento de la delegación de funciones jurisdiccionales en la
Administración siempre que el Órgano Judicial conserve la decisión final de
la controversia. Este criterio, empero, si bien supera la interpretación rígida
del aludido precepto constitucional, no resulta aceptable particularmente
por dos razones. La primera es de orden técnico, y se refiere a que solo
cabe hablar de delegación cuando un órgano se desprende de sus
facultades o atribuciones y en este caso el Órgano Judicial no es el órgano
delegante. La segunda es que por esa vía se podría aceptar la atribución a
órganos o entes administrativos de gran parte de las funciones que
realizan los jueces en desmedro del equilibrio que debe reinar entre los
órganos administrativos y judiciales, aunque conserve este ultimo la
decisión final de la contienda.
Siempre que se respete el equilibrio que traduce la denominada doctrina
de la separación de poderes, instrumentada en nuestra Constitución, es
posible aceptar la existencia de órganos administrativos realizando típicas
funciones jurisdiccionales desde el punto de vista material.
Resulta oportuno recordar, en este sentido, la opinión de uno de nuestros
más grandes constitucionalistas, Joaquín B. González, quien señalo
refiriéndose a la división de funciones entre los órganos que ejercen el
poder estatal (Ejecutivo, legislativo y Judicial), que “cada uno de ellos tiene
su propia esfera de acción, pero no están enteramente separados, porque
se combinan y se complementan entre sí: son coordinados. Los tres
representan la soberanía de la nación para sus objetos principales sus
facultades derivan directamente de la constitución y en su ejercicio, de la
ley: y ambas han establecido poderes estrictamente legislativos,
estrictamente ejecutivos y estrictamente judiciales pero en el cumplimiento
de sus funciones necesitan en muchos casos, unos y otros, ejercitan
poderes de naturaleza distinta a los que le son exclusivos: la línea divisoria
no se halla precisamente demarcada”.
La interpretación de Gonzales, resulta acertada en la realidad en que abre
un ancho campo para que la actividad del estado en su conjuntos se
desarrolle de acuerdo a las exigencias de la sociedad contemporánea, y,
también porque ella se funda en destacados intérpretes de la constitución
Norteamérica.
En cuanto a la objeción que parte de la interpretación del art. 109, de la
Constitución Nacional el cual veda al Poder Ejecutivo el ejercicio de
funciones judiciales no obstante la opinión contrario sustentada por la
doctrina, una valoración del problema a la luz de la sistemática, y de la
dinámica constitucionales, conduce a compartir la tesis que circunscribe la
prohibición de ejercer funciones judiciales, al Presidente de la Republica, o
sea, al Poder Ejecutivo, habida cuenta de su carácter unipersonal del
órgano superior de Administración.
En tal sentido, Bidart Campos, opina que la tacha de inconstitucionalidad
es frágil sosteniendo que lo que la Constitución persigue en no dejar
librado a la voluntad del Presidente la facultad de resolver cuestiones
jurisdiccionales, en virtud de que es el gobernante supremo del estado y el
órgano de mayor potencialidad en el ejercicio del poder.
Por eso, el artículo 109 de la constitución que es producto de la raíz
histórica, y por ende, de una realidad, no puede juzgarse a la luz de una
interpretación estricta de la doctrina de la separación de los poderes, en el
sentido de que todo comportamiento sea siempre actividad administrativa y
nunca jurisdiccional.
La facultad de ejercer funciones jurisdiccionales por parte de la
Administración pública aparece condicionada en aquellos países que han
acogido a la doctrina de la división de los poderes, consagrando, en
principio, el sistema judicialista para juzgar la actividad administrativa.
Pero ninguna duda cabe de que, aun partiendo de tal reconocimiento
pueda aceptarse el ejercicio excepcional de funciones jurisdiccionales por
órganos administrativos, siempre que se respeten los grandes lineamientos
del sistema. A su vez, en el plano de la realidad, tampoco es posible
desconocer que las actuales necesidades han llevado a la institución de
tribunales administrativos por vía legislativa.
Si se parte entonces de este enfoque corresponde fijar los límites que rigen
la actividad jurisdiccional de la Administración Publica:

La atribución de funciones jurisdiccionales a órganos administrativos
debe provenir de ley formal para no alterar a favor del poder
Ejecutivo el equilibrio en que reposa el sistema constitucional.

Tanto la idoneidad del órgano, como la especialización de las
causas que se atribuyen a la administración tiene que hallarse
suficientemente justificadas como para tornar el apartamiento
excepcional del principio general de juzgamiento de la actividad
administrativa del poder judicial

Si se atribuyen a órganos administrativos funciones de substancia
jurisdiccional en forma exclusiva, sus integrantes deben gozar de
ciertas garantías para asegurar la independencia de su juicio frente
a la administración activa, tal como la relativa a la inamovilidad en
sus cargos.

El contralor que el poder ejecutivo pueda realizar de los actos
jurisdiccionales que emitan órganos administrativos ha de limitarse a
la legalidad, y dentro de esta especie de control, a casos de
excepción, por cuento existen una relación, jerárquica atenuada a
su mínima expresión.

Los tribunales que integran el poder judicial deben conservar la
atribución final de revisar las decisiones de naturaleza jurisdiccional.
Bibliografía: Juan Carlos Cassagne.”Derecho Administrativo”.
5) La corte ha precisado que el pronunciamiento jurisdiccional emanado de
órganos administrativos ha de quedar sujeto a “control judicial suficiente” y
que el alcance de ese control “no depende de reglas generales u
omnicomprensivas sino que ha de ser más o menos extenso y profundo
según las modalidades de cada situación jurídica “. Al respecto, ha
señalado que: Control judicial suficiente quiere decir: a) reconocimiento a
los litigantes del derecho a interponer recurso ante los jueces ordinarios; b)
negación a los tribunales administrativos de la potestad de dictar
resoluciones finales en cuanto a los hechos y al derecho controvertidos,
con excepción de los supuestos en que, existiendo opción legal, los
interesados hubiesen elegido la vía administrativa, privándose
voluntariamente de la judicial (doctrina de Fallos, t. 205, p. 17; t. 245, p.
351). La mera facultad de deducir recurso extraordinario basado en
inconstitucionalidad o arbitrariedad, no satisface las exigencias que en la
especie han de tenerse por imperativas.
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