DEONTOLOGIA DEL MEDIADOR - Colegio Público de Abogados

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Comisión N° 4: “FACULTADES DISCIPLINARIAS DE LOS JUECES”
La actuación de los Abogados ante los Juzgados Federal y la Competencia de los
Tribunales de Ética y Disciplina.
Autora: Dra. Patricia Canela De Ferrari.
SUMARIO:
I.- INTRODUCCIÓN: ENFOQUE DE LA PROBLEMÁTICA.
II.- EL FUERO FEDERAL Y EL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA
III.-LA COMPETENCIA DE LOS TRIBUNALES DE ÉTICA
IV.-EL DECRETO LEY 1258/1958 DE LA ORGANIZACIÓN DE LA JUSTICIA NACIONAL . SU VIGENCIA.
V.- CONCLUSIÓN.
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Comisión N° 4: “FACULTADES DISCIPLINARIAS DE LOS JUECES”
La actuación de los Abogados ante los Juzgados Federal y la Competencia de los
Tribunales de Ética y Disciplina.
Autora: Dra. Patricia Canela De Ferrari.
I.- INTRODUCCIÓN: ENFOQUE DE LA PROBLEMÁTICA
Cada provincia argentina mediante sus propias leyes ha regulado el ejercicio de la abogacía y procuración
fijando deberes, derechos, incompatibilidades y prohibiciones para los matriculados, normas que a su vez
crean y organizan sus colegios o asociaciones de abogados, como así también los tribunales de disciplina
que juzgan las conductas de tales profesionales dentro de sus ámbitos territoriales, estableciendo las
funciones, facultades y competencias de tales cuerpos.
Ahora bien ¿debe entenderse que esa aptitud para juzgar la conducta profesional es extensiva a la actuación
producida en jurisdicción federal y bajo matrícula federal?.
Y el interrogante surge porque la habilitación para actuar en dicho fuero es otorgada por la corte suprema de
justicia de la nación o, en su defecto, por las cámaras federales con asiento en provincia, y no por el colegio
provincial respectivo, pudiéndose suponer, entonces, que tal competencia está restringida en su aplicación
a la actuación de los profesionales que litigan ante los tribunales de cada provincia, ya que de lo contrario
podría caerse en violación a las jurisdicciones y competencia federales.
Sin embargo, entiendo que ello no es así, lo que pretendo dejar evidenciado a continuación.
II.- EL FUERO FEDERAL Y EL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA
No debe tenerse visión parcial de la normativa legal que rige el ejercicio de la abogacía y procuración en una
provincia, ya que las leyes provinciales – en el caso de Mendoza la n° 4.976- deben complementarse con
las leyes nacionales referidas a ese ejercicio en la que respecta al ámbito federal, como es la ley 22.192 y su
modificatoria n° 22.340.
El artículo 25 de la ley 22.192, modificado por la 22.340, dispone expresamente que: “ Si el hecho que motiva
el sometimiento del abogado al tribunal de ética forense se produjera fuera de la Capital Federal y estuviera
vinculado con el ejercicio profesional en el ámbito de la justicia federal será juzgado por el tribunal de ética
forense del distrito correspondiente.
Las cámaras federales de apelaciones con asiento en las provincias designarán anualmente de su lista de
conjueces a los tres (3) miembros que integrarán el respectivo tribunal de ética forense.
Quedan excluidos de la competencia atribuida a los tribunales de ética forense cuyos miembros son
designados por las cámaras federales, los distritos judiciales en los que las leyes provinciales dispongan el
sometimiento obligatorio de los abogados a la jurisdicción de tribunales de ética o disciplinarios locales.”
El texto legal es claro y elocuente.
Esta ley 22.192/80 que se refiere al ejercicio de la abogacía y procuración en al Capital Federal y a la justicia
federal en general, fue luego derogada parcialmente por la ley 23.187. Esta última regula ese ejercicio dentro
del citado territorio -hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires- y conforme lo ha dispuesto su artículo 65, su
ámbito no alcanza a la justicia federal, por lo que debe entenderse que la citada norma 22.192 y su
modificatoria 22.340 están aún vigentes.
Asimismo, del texto de la acordada n° 54/1985 de la suprema corte de justicia de la nación resulta la
cohetancia de ambas leyes, por lo que, en lo pertinente, debe estarse por la vigencia de la citada ley en el
ámbito de la justicia federal, lo que se complementa con lo dispuesto para la matriculación de los abogados
ante los tribunales federales del interior del país, por la acordada n° 54/1985 del máximo tribunal.
III.-LA COMPETENCIA DE LOS TRIBUNALES DE ÉTICA Y DISCIPLINA
De lo hasta aquí expuesto, debe entenderse que ante la carencia de tribunales de ética forense para el
juzgamiento de los profesionales que actúan en el ámbito de los tribunales federales, los abogados se
encuentran sometidos a la jurisdicción del tribunal de disciplina en donde se encuentran matriculados.
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Mayor abundamiento legislativo que sustenta esta postura, resulta del texto del decreto nacional n° 2293/92
(ratificado por el art. 2 del decreto240/1999) que en su artículo 2° reza: “ Todos los profesionales estarán
sujetos al cumplimiento de las normas que reglamentan el ejercicio de la profesión en las diferentes
jurisdicciones donde actuaren, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 1°. En caso de ser sancionados en
una jurisdicción diferente de aquella en donde se hallaren inscriptos o matriculados, la sanción deberá ser
comunicada a la autoridad que corresponda en su jurisdicción de origen..”. Y el artículo 3° lo complementa
expresando que : “Todo acto emanado de un profesional , matriculado según las prescripciones del artículo 1
tendrá validez y eficacia en todo el territorio de la república con la sola intervención, cuando fuera legalmente
exigida, del colegio o asociación al que pertenece, aún cuando involucre a personas o cosas de otra
jurisdicción”.
Es decir, que este decreto de desregulación del ejercicio de las profesiones está corroborando que un
profesional que actúe en un ámbito distinto al del lugar en donde se halle matriculado, puede verse sometido
a la jurisdicción, y recibir eventuales sanciones, en donde se desempeñó y desplegó una conducta
reprochable sobre todo cuando esa conducta que se le endilga ha sido desempeñada dentro del territorio
provincial, sin perjuicio del fuero judicial.
Es que una solución en contrario a la aquí propuesta, significaría que cualquier investigación de la posible
conducta violatoria de los deberes a cargo de los profesionales, quedaría sustraída de todo juzgamiento al no
existir tribunales de ética forense en la provincia de que se trate que entiendan en las causas originadas por
hechos o conductas desplegadas ante los tribunales federales, y tal solución es inadmisible, puesto que
desde el momento que el profesional se matricula, está aceptando la especial sujeción impuesta por la ley de
colegiación y las consecuencias derivadas de su incumplimiento. Sujeción a la que cada abogado accede y
se somete libremente, puesto que, “La actividad profesional es una actividad privada reglamentada
administrativamente en razón al interés público concurrente, y los titulares de la misma, al solicitarla, aceptan
el estatuto legal y reglamentario....” ,( del voto del dr. Eduardo Pithod, in re n° 235 “R., J. L. p/ sum. disc.,
Tribunal de Ética y Disciplina , Mendoza), por lo que sería inaceptable que la sumisión voluntaria se vea
luego desvirtuada al invocar falta de competencia del órgano de juzgamiento provincial.
IV.-EL DECRETO LEY 1258/1958 DE LA ORGANIZACIÓN DE LA JUSTICIA NACIONAL. SU VIGENCIA
Sin perjuicio de lo expresado, considero que las sanciones previstas en el artículo 18 de este decreto
(modificado por la ley 24.289) por el cual se da a los jueces la facultad de sancionar a abogados con
prevención, apercibimiento, multa y arresto de hasta cinco días, son sanciones de índole procesal que
complementan las previstas en los códigos procesales respectivos en aras de preservar el buen desarrollo y
decoro de la justicia, evitando conductas que obstruyan su normal desenvolvimiento y que su aplicación no
obsta a la intervención de los tribunales de disciplina, toda vez que los ámbitos ontológicos en los cuales se
despliega la conducta reprochada son diferentes, por consiguiente al analizar la misma se podrá dilucidar si
es sólo una falta procesal o una falta disciplinaria o ambas a la vez, todo lo cual requiere un mayor análisis,
vedado por los límites de este trabajo.
V.- CONCLUSIÓN
El hecho de que la justicia federal lleve el control de la matrícula de los abogados que actúan ante ese fuero,
debe entenderse que deriva del control de policía o de superintendencia que la corte de la nación ejerce y
que delega en las cámaras a los fines de facilitar los trámites administrativos.
Que, si bien ha sido intención legislativa crear tribunales de ética en los tribunales federales con asiento en
las provincias, ello no ha ocurrido y es por eso que por el propio imperativo legal se ha decidido delegar esa
función en los tribunales de éticas locales y a los fines, precisamente, de evitar cuestiones de competencia
entre los órganos disciplinarios con jurisdicción en el mismo distrito territorial, como lo expresa claramente la
exposición de motivos que diera lugar a la reforma del art. 25 de la ley 22.192 por la ley 22.340.
De allí que la interpretación armónica de los textos legales citados llevan a la conclusión que se sustenta,
puesto que como lo tiene dicho la suprema corte de la nación “ la interpretación de una norma -como
operación lógica jurídica- consiste en verificar su sentido, de modo que se dé el pleno efecto de la intención
del legislador, computando los preceptos de manera que armonicen con el ordenamiento jurídico restante y
con los principios y garantías de la constitución nacional ( fallos 255:192; 263:63; 267:478; 285:60; 296:22;
297:142; 299:93;301:460; 302:1600; 312:111), pues es principio de hermenéutica jurídica que debe preferirse
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Comisión N° 4: “FACULTADES DISCIPLINARIAS DE LOS JUECES”
la interpretación que favorezca y no la que dificulte los fines perseguidos por la legislación que alcance el
punto debatido” (Corte Suprema de la Nación, 1/6/2000 -Baca Castex, Raúl v. Col Público de Abogados de
Cap. Fed.- JA, Suplemento Jurisprudencia del la Suprema Corte de Justicia de la Nación, 6/12/2000, con
nota de José Heredia).
Está vigente el decreto ley 1285/58, puesto que es complementario de las sanciones procesales que prevén
los códigos de rito, facultando a los jueces a aplicar sanciones sin perjuicio de la intervención que le cabe a
cada tribunal de disciplina en el juzgamiento de una misma conducta puesto que ella puede generar distintas
responsabilidades.
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