EDAD CONTEMPORÁNEA: NIETZSCHE TEORÍA DEL CONOCIMIENTO Nietzsche es un autor de la Edad Contemporánea (s. XIX) que desarrolla su teoría del conocimiento en la obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. 1 . Interpretación de la realidad de Nietzsche Frente a lo sostenido por la filosofía hasta el momento, que marcada por el platonismo defendía una concepción estática de lo real, e inventaba un supuesto “mundo verdadero” opuesto al “aparente” en el que estamos, para defender además el valor del primero respecto del segundo, y justificar así la objetivación de los valores, para Nietzsche la realidad tiene un carácter dinámico, incesantemente cambiante, y por ello la realidad es perspectiva. También la realidad vital es devenir y perspectiva, y además es interpretadora, es decir, selecciona e interpreta el aspecto bajo el que se enfrenta y se relaciona con la realidad. Es imposible llevar a cabo una comprensión fija, esencial y definitiva de la realidad, y no sólo porque la realidad sea devenir, sino porque el intelecto humano, para realizar cualquier análisis tiene que servirse de sus propias formas de comprensión e interpretación, sujetas también al devenir y a la diversidad de perspectivas. Cada ser humano es un sujeto que se enfrenta a la realidad desde sus circunstancias vitales. No hay objetividad. La vida y el mundo no se pueden conocer, sólo se pueden intuir desde las interpretaciones (perspectivas) de cada individuo. Como se ve, según Nietzsche hay una estrecha correlación entre realidad y vida, entre el ser y su interpretación a través del pensamiento y el lenguaje. La realidad del mundo es múltiple y también lo es el ser humano, porque tiene una pluralidad de impulsos e instintos. El ser se nos muestra en un abanico de aspectos cuya significación plural aparece en varias perspectivas. Esta “verdadera” multiplicidad se convierte en “apariencia” cuando lo que se nos muestra en una perspectiva se fija o queda establecido como lo objetivo, con el menosprecio de las demás perspectivas. El problema de la verdad adquiere ahora un sentido distinto. La cuestión de fondo no consiste ya en si un juicio es verdadero o falso, sino en si favorece o no a la vida, si la conserva, si la hace más grande. Por tanto, la “verdad”, lo estable o lo que hemos podido “pescar” con nuestros conceptos en el devenir del ser es únicamente la consolidación de una perspectiva, una apariencia que se ha impuesto a través de la costumbre, pero que no por ello deja de ser un error. Por ello afirma Nietzsche que la verdad es una especie de error. Este es el sentido esencial de la radicalidad del pensamiento de Nietzsche, que él denomina voluntad de poder. Ésta justifica, como condición necesaria para la afirmación de la vida, el error; la voluntad de poder es pues voluntad de apariencia, voluntad de ilusión. Una voluntad más profunda que la voluntad de verdad que imperaba bajo el reinado del mundo suprasensible, porque conoce la realidad auténtica del ser: el devenir, y sabe que la razón humana no podrá jamás abarcarlo, totalizarlo ni simplificarlo en sus categorías. La voluntad de poder es lo contrario a la pasividad. Es sentir que el mundo no es algo dado definitivamente. Pero, aceptar este nuevo sentido del conocimiento supone desechar las categorías o conceptos racionales de la ciencia portadores de las falsedades transmitidas por la cultura. Nietzsche entiende que sólo el lenguaje artístico-literario tiene la capacidad de expresar intuitivamente la vida. 2. La nueva idea de lenguaje Nietzsche realiza una crítica del lenguaje y de la verdad. El origen del lenguaje viene dado por la capacidad de crear metáforas. Una intuición originaria, es decir el conocimiento inmediato, directo e individual proporcionado por los sentidos queda oculta tras una palabra que pretende ser su imagen. Estamos pues, ante un primer falseamiento. La palabra, esa metáfora convencionalmente aceptada, se transforma en concepto en tanto debe servir como instrumento de comunicación entre los humanos. Pero, estos se forman "por equiparación de casos no iguales ", es decir, cuando una palabra no sirve para la experiencia singular sino que debe ajustarse a múltiples experiencias que no sean idénticas entre sí. A su vez, el abandono de "las diferencias individuales" es arbitrario y en él está aquello que nosotros decidimos que exprese, de ahí su carácter antropomórfico. El concepto hace referencia a algo común entre realidades distintas y se produce de nuevo un falseamiento. Si la metáfora falsea la intuición, el concepto falsea la metáfora. De esta manera, el lenguaje no es más que una indicación mediante sonidos que no se corresponde con las cosas mismas, es sólo metáfora. Así, se miente, puesto que se acepta públicamente el hecho de indicar las cosas mediante metáforas. Y por su parte la mentira se acepta y se reconoce. Así para Nietzsche, la verdad es una mentira colectiva y el impulso hacia la verdad un mero olvido inconsciente acerca de esa mentira. El hombre ha olvidado que el lenguaje no es más que un falseamiento de la realidad, no es más que un sistema de metáforas que se inventó libremente y que posteriormente se impuso como único modo válido de descripción del mundo. Contra los conceptos, que son la petrificación que sufre el devenir al quedar fijado en una categoría que la costumbre convierte en inmutable, se exalta el poder de la imaginación metafórica del ser humano. La metáfora es una verdadera perspectiva, porque con ella se logra la integración de diversidades. El concepto simplifica y obstaculiza el devenir del ser, confundiendo el concepto con el ser, mientras que la metáfora tiene conciencia de que la clasificación de los hechos es arbitraria y podría haber sido distinta.