EL VOTO DE LA MUJER EN MÉXICO Introducción. El proceso evolutivo de la participación de las mujeres en la vida política del país ha tenido diversas etapas y momentos, en los cuales, cada vez, se logra una mayor igualdad entre los géneros femenino y masculino. La lucha, a través del tiempo, se ha centrado ente el logro no sólo de la igualdad formal ante la ley, sino de una igualdad sustantivo o material. El primer paso, era obtener la igualdad formal ante la ley, es decir, lograr que se cumpliera el principio según el cual toda persona debe ser tratada de la misma manera. Sin embargo, como se dijo, la reivindicación no ha parado ahí, sino que ahora la exigencia es mayor: alcanzar una igualdad sustancial. Esta clase de igualdad se evidencia, por ejemplo, cuando se exige el derecho a no ser discriminado, en donde a su vez, se pone de relieve que una igualdad de tipo formal es insuficiente. En ese sentido, algunos autores han señalado que la igualdad sustantiva se integra por dos elementos: igualdad de oportunidades e igualdad de resultados. La igualdad de oportunidades se conforma por la redistribución de acceso a las distintas posiciones de la sociedad. La igualdad de resultados dota de un contenido sustancial a la igualdad, porque no se reduce a un mero procedimiento, mediante ella se busca la 1 participación de todos los grupos en diversos ámbitos con el fin de superar la infrarrepresentación de desaventajados1. En el caso de México, a pesar de que desde el siglo XIX, existieron movimientos que buscaban reivindicar los derechos de participación política de las mujeres, primero se reconoció du derecho a votar de manera paulatina. Por ejemplo, desde 1922, se reconoció a las mujeres el derecho de voto en elecciones municipales; en 1923, en San Luis Potosí, se aprobó una ley que permitió a las mujeres alfabetizadas participar en procesos electorales; en 1925, en los estados de Chiapas y Tabasco se reconoce el derecho de voto a las mujeres en elecciones municipales; lo mismo ocurrió en Puebla hasta 1936. A nivel federal, en 1947 se reconoció el derecho de la mujer de votar y ser votada en elecciones municipales y hasta 1953, se otorgó plenitud de derechos políticos a las mujeres mexicanas2, lo anterior, como consecuencia de la presencia activa de ciertos sectores femeninos dentro de la política nacional3, A partir de ese entonces, se puede hablar de que se obtuvo un reconocimiento formal ante la ley de los derechos políticos de las mujeres. 1 Pérez Portilla, Karla, El principio de igualdad: alcances y perspectivas, México, UNAM-IIJ, 2005, pp. 155-158 2 Castro Apreza, Inés, “La participación política de las mujeres en México, mujeres en cargos de elección popular y toma de decisiones”, en Participación política de la mujer en México, México, Comisión Nacional de Derechos Humanos, p. 118 3 Barquet, Mercedes y Benítez Silva, Alejandra, La transversalización de la perspectiva de género: una estrategia para avanzar a la igualdad, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación-Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación-Instituto Electoral del Distrito Federal, 2012, p. 11. 2 El camino hacia una igualdad sustancial que les permitiera participar como candidatas a cargos de elección popular o un acceso verdadero a tales cargos fue distinto. Por ejemplo, hasta 1982, se dio la primera postulación de una mujer como candidata a Presidenta de la República, pues el Partido Revolucionario de los Trabajadores postuló a Rosario Ibarra de Piedra. En contraste, hasta 2006, las principales fuerzas políticas del país no habían postulado a una mujer para ser Presidente de la República, sino que esa circunstancia ocurrió hasta 2012. A pesar de que en otros cargos de elección popular eran ejercidos por mujeres, recientemente se mostraba una realidad de desigualdad marcada ya que sólo alcanzaban el 20% de las curules del Senado de la República, el 24% de la Cámara de Diputados y casi el 5% de las presidencias municipales4. En ese sentido uno de los mecanismos que han ayudado a reducir esa diferencia son las acciones afirmativas de género que han permitido que un determinado porcentaje de mujeres sea postulado, obligatoriamente, por los partidos políticos, de modo que ello se ha reflejado en una mayor participación de las mujeres en los cargos públicos. Justamente, esas medidas, que tienen su origen en la lucha contra la discriminación racial y sexual en los Estados Unidos, ha surgido para mejorar la igualdad sustancial entre hombres y mujeres, con el fin de establecer la igualdad de oportunidades y mentalizar a las personas y corregir aquellas 4 Castro Apreza, Inés, “La participación política de las mujeres en México, mujeres en cargos de elección popular y toma de decisiones”, Ob. cit, p. 119. 3 situaciones que son producto de prácticas o de sistemas sociales discriminatorios5. A continuación, se hará un breve análisis del proceso de evolución de la participación política de la mujer, tomado como punto de partida, los logros desde la obtención de la igualdad formal y la lucha constante e inacabada por alcanzar la igualdad sustancial en la participación política. Por último, hago hincapié, de que la relevancia de este tema es actual, pues incluso, recientemente, el once de octubre de este año, el Presidente de la República planteo una reforma que para que los partidos políticos postulen a un cincuenta por ciento de mujeres como candidatas a diputadas y senadoras. Voto de las mujeres en el mundo. Antes de hacer una relación de los primeros países en los cuales se instauró el sufragio de las mujeres, conviene precisar que, en diversas partes del mundo, no sólo existía discriminación para este sector de la población, sino que también existían restricciones para que otros hombres pertenecientes a determinadas etnias emitieran el voto. En efecto, una nota interesante respecto al tema que se analiza, es que en algunos países se implementó el sufragio femenino antes que el sufragio universal, entendido como la posibilidad de que todos los hombres, sin importar raza o posición social votaran. El sufragio femenino ha sido aprobado y revocado varias veces en distintos países del mundo. En países como Estados Unidos o Sudáfrica, el sufragio 5 Pérez Portilla, Karla, Ob. cit., p. 167-171. 4 femenino se ha autorizado antes que el sufragio universal; así, una vez concedido éste a los hombres y mujeres europeos, aún se les seguía negando el derecho a votar a hombres y mujeres de otras etnias. Por ejemplo, en 1776 en Nueva Jersey se autorizó accidentalmente el primer sufragio femenino, pues en la ley respectiva se utilizó la palabra “personas” en vez de “hombres”, pero se abolió en 1807. En 1838 se aprobó el sufragio femenino, con las mismas características que el masculino en las islas Pitcairn, y en la segunda mitad del siglo XIX, varios países y estados reconocieron un tipo de sufragio femenino restringido empezando por Austria del Sur en 1861. En 1869, el territorio de Wyoming se convirtió en el primer estado de Estados Unidos donde se instauró el “sufragio igual”, es decir, sin diferencia de género, aunque no el sufragio universal, pues no podía votar hombres ni mujeres de piel oscura. En 1893 se aprobó en Nueva Zelanda el primer sufragio femenino sin restricciones, gracias al movimiento liderado por Kate Sheppard, aunque de todos modos a las mujeres sólo se les permitía votar pero no presentarse a las elecciones. Las boletas femeninas de votación se adoptaron apenas semanas antes de las elecciones generales, y fue hasta 1919 que las neozelandesas obtuvieron el derecho a ser elegidas para un cargo político. El primer estado en ofrecer el sufragio universal y también permitir a las mujeres presentarse a elecciones para el parlamento fue Austria del Sur en 1902 y Tasmania en 1903. Por su parte, en lo que toca a Latinoamérica, el primer país en aprobar el sufragio femenino fue Uruguay, cuando las mujeres sufragaron por primera vez en 1927, en el plebiscito de Cerro Chato. 5 En España, el derecho al voto de las mujeres fue reconocido en la Constitución de 1931, y la primera vez que pudieron ejercer ese derecho fue en las elecciones generales de noviembre de 1933. No obstante, la dictadura de Franco anuló el sufragio femenino y las elecciones libres, los cuales se volvieron a instaurar hasta 1976, durante la transición española. Ahora bien, en el terreno de la legislación internacional, el sufragio femenino fue reconocido a través de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 1948, cuando se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 21 establece: “1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos. 2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país. 3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.” Por su parte, la Convención sobre los derechos políticos de la mujer fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 640 (VII), de 20 de diciembre de 1952 y entró en vigencia el 7 de julio de 1954, basándose en el artículo referido en el párrafo anterior, y explicitando el derecho de las mujeres al voto y su acceso a cargos públicos. En su artículo I, la convención establece: “Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres sin discriminación alguna.” Como se ve, el camino en el reconocimiento del derecho de las mujeres a votar y ser votadas en el mundo ha sido largo. Lo que ahora forma parte de una circunstancia normal, hace cien años era inconcebible en diversos 6 países. Incluso, el voto de las mujeres en nuestro país fue reconocido varios años después de los que se han reseñado, como se explicará enseguida. Voto de la mujer en México. En México, hasta mediados del siglo XX, la capacidad de votar en elecciones nacionales, tenía una restricción por género que, sin duda obedecía a una cuestión cultural y a una realidad social que hoy día no se podría sostener. En efecto, no fue sino hasta octubre 1953, en el transcurso el sexenio del presidente Adolfo Ruiz Cortines, cuando se expidió la reforma a los artículos 34 y 115, fracción I de la Constitución Federal, en la que se reconocieron plenamente los derechos ciudadanos a la mujer mexicana, y con ello, el reconocimiento del derecho al sufragio, pues como se sabe, en México, su ejercicio está acotado a la calidad de ciudadano. No obstante, para dicho reconocimiento constitucional e incluso el reconocimiento para votar en elecciones locales, adoptado previamente en 1947 tratándose de elecciones municipales, debieron transcurrir movimientos sociales librados en diversos frentes. En el ámbito estatal, las primeras entidades federativas en reconocer el derecho al sufragio femenino eran Tabasco, Chiapas y San Luis Potosí, pues para la década de 1920 se encontraban a la vanguardia en este aspecto. Mientras que en el ámbito federal, el primer esfuerzo en reconocer el derecho de voto a la mujer en un plano de igualdad al del hombre fue por iniciativa del entonces presidente Lázaro Cárdenas, que en julio de 1938 presento a la Cámara de Senadores la iniciativa de reforma al artículo 34 Constitucional. 7 Sin embargo, pese a su aprobación en la Cámara alta, la iniciativa no encontró eco en la cámara de diputados, por motivos de naturaleza política, al considerar que el voto de la mujer podría identificarse con los partidos minoritarios, pues ellas mismas eran consideradas minoría. Fue hasta el sexenio del presidente Miguel Alemán, quien promovió en 1947 la iniciativa de reforma al artículo 115, de la constitución, para reconocer, el derecho de voto a la mujer, aunque sólo en elecciones municipales, pues como se dijo, previamente la cámara de diputados había congelado la iniciativa para que pudiesen votar en las elecciones nacionales. No obstante el contexto nacional, un año después, en 1948, la Asamblea General de las Naciones unidas, aprueba la Declaración Universal sobre los Derechos Humanos que considera a hombres y mujeres iguales ante la ley, lo que motivó, al entonces candidato a la presidencia Adolfo Ruiz Cortines, para ofrecer, de llegar a la presidencia, el reconocimiento del voto a la mujer. Fue así como en octubre 1953, por virtud de una reforma constitucional, se reconoció el derecho de la mujer a votar en las elecciones nacionales, suceso de gran trascendencia en la vida pública del país, que bien vale celebrar, en 2013 el sexagésimo aniversario del voto femenino en México. Como se ve, existe un reconocimiento mundial y nacional del derecho al voto de las mujeres, pero no basta un reconocimiento formal si materialmente no se hace efectivo ante la desigualdad que aún permea, para ello, es necesario implementar políticas públicas que permitan hacer efectivo ese reconocimiento mediante las llamadas acciones afirmativas. 8 Acciones afirmativas Las acciones afirmativas constituyen medidas temporales cuyo fin es acelerar la participación, en condiciones de igualdad, de quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad o desventaja en el ámbito político, económico, social, cultural y cualquier otro.6 De acuerdo con la Recomendación General número veinticinco7, del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, párrafo 14, las “medidas especiales de carácter temporal” (acciones afirmativas) tienen como finalidad la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, incluida la eliminación de las causas y consecuencias de la desigualdad sustantiva o de facto. El párrafo 15 de la recomendación referida, también señala que otra finalidad es realizar los cambios estructurales, sociales y culturales necesarios para corregir las formas y consecuencias pasadas y presentes de la discriminación contra la mujer, así como compensarlas. Asimismo, en el párrafo 18 se precisa que la aplicación de estas acciones no constituye una excepción a la regla de no discriminación, sino parte de una estrategia necesaria para lograr la igualdad sustantiva entre la mujer y el hombre en el goce de sus derechos humanos y libertades fundamentales. 6 Observaciones Generales 18 y 28 del Comité de Derechos Humanos. Consultable en Derechos humanos de las mujeres : normativa, interpretaciones y jurisprudencia internacional. México : Secretaría de Relaciones Exteriores : Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos : UNIFEM : Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2006, 5 v. Disponible en http://www.equidad.scjn.gob.mx/spip.php?article1602 7 Relativo al párrafo 1 del artículo 4 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). 9 De acuerdo con el “Protocolo para juzgar con perspectiva de género” 8, publicado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las acciones afirmativas son un ejemplo de tratos diferenciados objetivos y razonables. Al respecto, establece que la objetividad de una distinción, exclusión, restricción o preferencia la determina el hecho de que haya sido tomada de acuerdo a criterios libres de estereotipos y basados en los derechos humanos; y la razonabilidad está en la proporcionalidad entre la finalidad y la medida tomada. En el mismo sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos9 ha establecido que los Estados deben combatir las prácticas discriminatorias en todos sus niveles, en especial en los órganos públicos, y finalmente deben adoptar las medidas afirmativas necesarias para asegurar una efectiva igualdad ante la ley de todas las personas. Es discriminatoria una distinción que carezca de justificación objetiva y razonable. Dichas medidas revelan un carácter compensatorio, corrector, reparador y defensor en beneficio de un sector de la población que históricamente, en el plano político, se ubican en condiciones de inferioridad. Sin embargo, de nada sirve reconocer en las normas nacionales e internacionales la admisibilidad de las acciones afirmativas, si el ejercicio de dichas medidas no se ve reflejado en la realidad. 8 Consultable en www.equidad.scjn.gob.mx Caso de las Niñas Yean y Bosico vs. República Dominicana (sentencia de 8 de septiembre de 2005), citada por: SILVA GARCÍA, Fernando. Jurisprudencia Interamericana sobre Derechos humanos. Criterios esenciales. Tirant lo Blanch, México, 2012, página 484. 9 10 El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, no ha sido indiferente a la efectividad de las acciones afirmativas, particularmente, cuando se trata de juzgar con perspectiva de género. Asuntos relevantes sobre el derecho al voto de la mujer. Ciertamente, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ha desempeñado un papel fundamental para garantizar el ejercicio pleno y eficaz sobre el derecho al voto de la mujer, en su vertiente activa y pasiva. A través de su función jurisdiccional en materia electoral, ha optado por maximizar el ejercicio de los derechos político-electorales de la mujer al momento de acceder a los cargos de elección popular. Así, en el año dos mil once, la Sala Superior de Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, resolvió un asunto que representó un avance importante en el reconocimiento del derecho al voto pasivo de la mujer y la importancia de la implementación de las cuotas de género como un medio para alcanzar el ejerció pleno de tal derecho. En efecto, la problemática que se presentó en el juicio para la protección de los derechos político-electorales identificado con la clave SUP-JDC12624/2011, consistió en determinar si, considerando el porcentaje que contempla cuota de género, el acuerdo del Instituto Federal Electoral relativo al registro de candidaturas afectaba su derecho político-electoral de ser votadas, específicamente en dos cuestiones: 1. La invitación a los partidos políticos para procurar integrar la fórmula de propietario y suplente con candidatos del mismo género, y 11 2. La definición de procedimientos democráticos de elección de candidatos la cual eventualmente podría limitar los espacios de representación considerados a las mujeres. La determinación adoptada por dicha sala, consistió en modificar el acuerdo referido para efectos de garantizar el efectivo cumplimiento de la cuota de género al imponer la obligación de que los partidos políticos registren la fórmula completa (propietario y suplente) con candidatos del mismo sexo; así como no oponer el mecanismo de cuota de género al de procedimiento democrático de elección. En opinión de la socióloga y antropóloga Mercedes Barquet Montané 10, a través de este criterio judicial se sientan las bases para eliminar la discrecionalidad en la designación de candidaturas de mayoría relativa, al acotar el método democrático interno y garantizar una proporción numérica en las mismas y, afirma la autora, por otro lado, se cierra el candado al fenómeno de las “Juanitas”, con suplencias del mismo sexo que las candidatas propietarias.11 Así, a través de dicha sentencia se extraen las siguientes pautas: - La cuota de género protege la igualdad de oportunidades. - Debe ser clara la obligación de integrar fórmulas completas con candidatos del mismo género. 10 Barquet Montané, Mercedes. De la in/utilidad de la cuota de género: La diputada que no quería ser…; Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Serie Comentarios a las Sentencias del Tribunal Electoral, México, 2012, página 76. 11 Criterio que también fue adoptado por la Sala Regional Xalapa en los juicios de revisión constitucional electoral SX-JRC-17/2010 y SX-JRC-35/2010. 12 - La cuota de género se debe reflejar tanto en la postulación como en el ejercicio del cargo. - El principio de equidad de género es aplicable en mayoría relativa y representación proporcional. Por otra parte, recientemente el pleno de la Sala Regional Xalapa estableció un criterio novedoso en el que se favoreció el derecho al voto pasivo de la mujer en igualdad de oportunidades y que representa un gran paso al reconocimiento real de esos derechos y a garantizar la aplicación de los principios de equidad, alternancia y paridad de género. El asunto al que hago referencia es el juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano identificado con la clave SX-JDC658/2013 y acumulado, relativo a la asignación de diputaciones locales al Congreso del Estado de Oaxaca, de la lista de candidatos registrados por el Partido Acción Nacional. La controversia surgió a partir de la imposibilidad de asignar la segunda diputación que le correspondía al Partido Acción Nacional, pues la segunda fórmula integrada por candidatas mujeres resultaron electas por el principio de mayoría relativa. Ante dicha circunstancia extraordinaria, el Consejo General del Instituto Electoral de la entidad federativa referida, asignó dicha diputación a la siguiente fórmula de la lista de candidatos registrada, esto es, a la fórmula número 3 conformada por candidatos hombres. Así, las dos diputaciones asignadas al partido político mencionado correspondieron a dos fórmulas integradas por hombres. 13 La asignación anterior fue confirmada por el Tribunal Electoral de Oaxaca, al considerar que la aplicación gramatical de la disposición legal que establece el orden de prelación en la asignación de diputaciones era correcta. Sin embargo, a juicio de la Sala Regional Xalapa, dicha determinación fue incorrecta, pues deja de lado los siguientes elementos: - Los principios de paridad, alternancia y equidad de género; - La finalidad de la cuota de género prevista por la legislación electoral loca, consistente en alcanzar la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres; - El derecho de igualdad de oportunidades reconocido a favor de las mujeres. - Las consideraciones, preocupaciones y disposiciones previstas por diversos tratados internacionales, en relación a la eficacia de las medidas positivas emitidas a favor de las minorías históricamente discriminadas y al ejercicio pleno y eficaz de los derechos de igualdad. Así, se consideró que la interpretación gramatical deja de lado los principios de equidad de género multicitados, así como las diversas disposiciones del marco jurídico internacional, nacional y estatal, relativas a lograr la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres. Por ello, se propuso realizar una interpretación sistemática y funcional del marco jurídico estatal, nacional e internacional, con el objeto de armonizar la regla del orden de prelación de las listas, con los principios de paridad, alternancia y equidad de género, en razón del género a quien debía realizarse la asignación de la curul en controversia. 14 Es decir, si la candidatura le correspondía a una fórmula conformada por mujeres, lo procedente era aplicar el orden de prelación respecto a la siguiente fórmula de mujeres, que en el caso serían las accionantes, pues de lo contrario, se permitiría que la asignación de diputaciones a favor del Partido Acción Nacional recayera en dos fórmulas de hombres, y que en una posición que originalmente correspondía a una fórmula de mujeres no se respete. Por tales motivos, se ordenó realizar la asignación a favor de la fórmula número cuatro, integrada por las accionantes mujeres. De lo anterior, es posible afirmar que ambas resoluciones abonan a las finalidades establecidas tanto en la legislación federal como local y en los tratados internacionales de los que México es parte, en el sentido de hacer realidad los derechos reconocidos a favor de las mujeres. Por ello, no basta el reconocimiento formal de los derechos de la mujer y la implementación de medidas positivas, como las cuotas de género, para equilibrar la representación de esta minoría en cargos de elección popular de trascendencia política, si estos no son respetados y si no se ven reflejados de forma plena, real y eficaz en los hechos. Así, considero que nuestra función jurisdiccional como jueces electorales, nos impone la obligación de emitir resoluciones judiciales con perspectiva de género, maximizar el derecho a la igualdad de oportunidades de las mujeres de acceder a cargos públicos de elección popular e inhibir la existencia de actos que impidan u obstaculicen a las mujeres acceder al ejercicio pleno y eficaz de tales derechos. 15 Conclusiones Derivado del reconocimiento al voto de las mujeres, así como de la efectividad de las acciones afirmativas, en México se han alcanzado avances plasmados en políticas públicas para la igualdad entre mujeres y hombres, a favor de ellas y para incluir la perspectiva de género en las acciones del Estado. Los logros alcanzados nos muestran que las transformaciones son posibles y que son resultado de un trabajo sostenido en el que convergen la acción de actores sociales y políticos que trabajan por un objetivo común, el cual resulta necesario para la construcción de la democracia, urgente por su relevancia social y legítimo por tratarse de un principio de justicia, como lo es alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. Por ello valen la pena los esfuerzos, así como ahondar en el tema de la inclusión de la perspectiva de género en las instituciones. Magistrado: Juan Manuel Sánchez Macías. 16