TENSIONADORES - Especialidades Juveniles

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TENSIONADORES
EN CONTRA DE LA CORRIENTE
Charla de vestuario
Roberto y sus amigos estaban saliendo del vestuario después de un
partido de fútbol. “Así que, ¿vas a ver a Linda otra vez esta noche?”
preguntó uno de los chicos con una sonrisa burlona.
“No me pierdo ninguna oportunidad,” dijo Roberto mientras le daba una
última vuelta a su candado con combinación. Se sonrió anticipando el
abrazo de bienvenida por parte de Linda. Después de salir por dos años,
ellos disfrutaban de una relación estrecha.
“Ella debe estar muy buena,” dijo otro amigo.
Roberto se sintió incómodo. Encaró hacia la puerta y no respondió.
“Ustedes sí que han estado saliendo por mucho tiempo. Ella debe ser
genial en la cama, ¿no Roberto?”
Roberto se sintió mal. No sabía qué hacer. Dado que Roberto era
cristiano, había determinado permanecer virgen hasta que se casara. Nunca
les había dicho nada a sus amigos acerca de esta decisión porque sabía que
todos ellos tenían relaciones sexuales. Ahora estaba en evidencia.
¿Debía continuar ignorando sus comentarios e irse, o debía hacer que
sus amigos supieran sobre sus convicciones?
Diversión de viernes por la noche
En el mismo momento en que Susana entró a la fiesta, se sintió fuera de
lugar. Sus amigas le habían dicho que iban a ir al cine, pero en su lugar, en
el camino decidieron ir a esa fiesta. Susana en verdad no quería ir, pero
dado que ella no era la que conducía, no hubo realmente mucho que
pudiera decir.
Cuando llegaron a la fiesta, todas comenzaron a beber, excepto Susana.
De hecho, ella era la única en la fiesta que no bebía. Juana, la conductora,
estaba ebria para el momento en que tuvieron que irse. Ninguna de sus
otras amigas parecía pensar que esto era un problema –después de todo,
ellas también habían estado bebiendo.
Susana ni siquiera tenía su permiso todavía, de modo que no se pudo
ofrecer a conducir. Por otro lado, ella no quería ir en el automóvil con
Juana al volante. Ir caminando a su casa estaba fuera de la cuestión. Su
casa estaba por lo menos a setenta y cinco cuadras (cinco millas) de allí. La
única otra opción posible era llamar a sus padres para que la fueran a
buscar. Pero entonces dejaría colgadas a sus amigas. Juana se volvió a
Susana y le preguntó: “¿Vienes?” ¿Qué debía hacer Susana?
Con las manos en la masa
Tomás y algunos de sus amigos decidieron pintar su año de promoción
en la entrada para vehículos de la escuela. Fue recién después que
terminaron la tarea, que uno de los chicos se dio cuenta que la pintura no
era al agua sino al aceite ... y ¡permanente! La travesura fue peor de lo que
habían planeado. Justo en ese momento, un ordenanza entró en un
automóvil. Tomás y sus amigos se agacharon detrás de unos arbustos.
Todos convinieron en que si los atrapaban, ellos mentirían diciendo que no
sabían quién había sido. Tomás no dijo nada. Sólo oraba para que no los
atraparan.
Al día siguiente, el ordenanza reportó el incidente y dijo que había visto
a algunos chicos que salieron corriendo de la escena. A lo largo del día, el
rector interrogó a varios grupos de chicos que se sabía que andaban
siempre juntos, incluido Tomás y sus amigos.
El rector, sin vueltas, le preguntó al grupo si ellos sabían quién había
sido. Los amigos de Tomás se miraron unos a otros como si estuvieran
enojados porque una manga de chicos había dañado la propiedad de la
escuela. Todos dijeron que ellos no sabían quién había sido. El rector miró
a Tomás a los ojos y le preguntó: “Tomás, ¿sabes tú quién hizo esto?”
Todo lo que Tomás tenía que decir era no, y sabía que el rector le
creería. Él era un buen alumno y nunca antes se había metido en problemas.
Tomás no quería mentir, pero si decía la verdad, sus amigos probablemente
no le hablarían nunca más. ¿Que debía hacer?
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