14-RITVO-2012 - Universidad Nacional de Mar del Plata

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
MAESTRÍA EN PSICOANÁLISIS
FECHA 14
Jueves 27, viernes 28 y sábado 29 de septiembre de 2012, de 10 a 20 hs
.
PSICOANÁLISIS EN EXTENSIÓN:
A) Lazo social y psicoanálisis, B) Psicoanálisis y cultura
Subtítulo: “Sujeto, Masa, Comunidad”
Docente: Prof. Juan B. Ritvo
Licenciado en Filosofía, Profesor titular regular en la Facultad de Psicología de la
Universidad Nac. de Rosario de las asignaturas Problemática del Sujeto, Epistemología
de la Psicología y otros cursos de grado y posgrado. Sus últimos libros publicados son:
Del padre. Las políticas de su genealogía, Letra Viva 2004, Figuras del prójimo, Letra
Viva, 2006, Figuras de la femineidad, Letra Viva, 2009.
Modalidad del curso: Seminario de cursada intensiva de tres días de duración
Duración: 36 horas
Lugar: Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata
PROPUESTA PEDAGÓGICA
Fundamentación
El término “sujeto” tiene actualmente una doble acepción: designa, de un lado, la
referencia simbólica que cada cual hace de sí a sí mismo. El hombre, decía el joven
Marx repitiendo al joven Hegel, es el único animal que se toma a sí mismo como objeto.
La posibilidad de esa autorreferencia, es también la posibilidad de que el hablante
adquiera un desarrollo simbólico mínimamente complejo. Es también la fuente de
innumerables paradojas y perplejidades que hacen de la identidad algo a la vez
necesario e imposible. De hecho, tal como lo afirmó Wittgenstein, el sujeto como tal
queda fuera del mundo, que fuera del orden que designa. Si hablo del mundo, el punto
desde el cual hablo se produce intermitentemente como inobjetibable y simultáneamente
sin espesor: vamos y venimos en torno a él, lo atravesamos y siempre está ahí. Por otra
parte, ese punto de emisión que somos se encarna, y ahí se constituye como objeto para
sí y para otros.
Cada uno es a la vez sujeto y, conforme a la etimología nunca más adecuada,
subyectum, algo puesto o arrojado debajo.
Por influjo del estructuralismo el problema de la libertad fue abandonado como un
obsoleto remanente de viejas concepciones. No obstante, seguimos hablando de ética
(¿cómo invocar la ética sin algún margen de libertad?), de la fuerza enunciativa de los
enunciados, de valoraciones políticas y de valoraciones en general.
Comenzar por este problema, juzgado “metafísico” o “ideológico”, nos llevará, ya se
verá, al centro de la cuestión: la posibilidad de una comunidad – y en qué sentido
entender el vocablo.
En una fundamentación de estas características solo puedo esbozar líneas sucintas:
1) En el doble sentido de un término habría que reparar – lo observó hace años
Gerard Genette –, más que en la duplicidad en el intervalo entre los dos
sentidos. Ese vacío es un vértigo indespejable e irreductible: allí fracasa la
causalidad de las estructuras determinantes, porque que un sujeto se incline
hacia un lado de la significación o al otro o, incluso, a un tercero por venir, es lo
que sin duda puede preverse, pero de manera insatisfactoria. La necesidad de
las determinaciones que atraviesan y constituyen a la subjetividad, es en última
instancia tan necesaria como insuficiente. Es posible así decir: hay necesidad
pero en ningún caso es necesariamente necesaria.
2) Según mi perspectiva, es lo que puede deducirse de la noción de alienación tal y
como la ha concebido Lacan. Pero en esto no está solo ni mucho menos.
Mencionar la serie de pensadores ubicables de este lado es algo que queda
remitido a la bibliografía, para evitar la catarata de referencias de autoridad.
3) La naturaleza del sujeto – se conoce desconociéndose y al desconocerse se
reconoce –, que es esencialmente negativa – recuérdese el pequeño y notable
artículo de Freud sobre la negación: soy lo que niego ser y así me constituyo,torna a las relaciones que mantiene con sus semejantes en profundamente
opacas. La sociedad civil, obra de todos, es responsabilidad de nadie: la acción
constituyente del hombre es atrapada en una maraña constituida en la que las
consecuencias de múltiples actos se entrelazan en un dibujo siempre provisorio,
siempre inesperado, con enorme frecuencia terrible.
4) Responsabilidad de nadie en el origen ( el que se sabe hasta el hartazgo en las
disciplinas contemporáneas, aunque no suela sacarse de allí la inevitable
consecuencia) pero responsabilidad emergente en la cadena de liderazgos. Es
preciso explicar brevemente el punto. De la sociedad se puede decir algo
semejante a lo que los geólogos afirman sobre la naturaleza de los terremotos:
son impredecibles e incontrolables, aunque semejante aserción deba fundar una
política de prevención. Ello es así porque la fractura original de la sociedad
consiste en la ausencia de su causa origen: ausencia de causa, reemplazo del
lugar de la causa ausente por una causa vicaria y débil y, finalmente, una
desproporción absoluta entre la causa segunda y los efectos derivados. Ya se
sabe: leves modificaciones de fenómenos superficiales y vecinos tienen
repercusiones catastróficas imprevisibles de antemano. Pero de aquí surge un
contraste que es preciso explorar. La aspiración a una ciencia de la sociedad que
administre y controle el futuro ha naufragado; no obstante y quizá como efecto
de la mortal fragilidad del ser humano, que lo lleva a la búsqueda insaciable de
realidades permanentes, se imponen, en todas las sociedades aunque con
aspectos y modos muy diversos, estructuras de liderazgo en las cuales el
margen de acción de los líderes – por supuesto, según los momentos y los
lugares será variable –, es grande. A veces, la historia conoce de sobra tales
casos, de la decisión de un líder o de su vacilación, depende que un régimen
caiga o se estabilice. Para dar un ejemplo extremo y extremadamente célebre: las
decisiones de Napoleón levantaron una tempestad cíclica que dominó el siglo
XIX francés.
5) Aquí aparecen dos temas profundamente vinculados: la violencia política y la
posibilidad de una acción colectiva.
6) El primero debe ser enfocado por algo que emerge tanto en la antropología de
Levi-Strauss como en las observaciones dispersas pero muy ricas de Lacan
acerca de la segregación. Si la segregación funda el agrupamiento colectivo, si
ella es complementaria del hipnotismo de masas propio del liderazgo, sea
carismático o burocrático, la violencia latente que engendra esta situación es más
profunda que la diferencia de clases que el marxismo no ha cesado ( y con
razón) de invocar.
7) ¿Puede haber una acción colectiva independiente o al margen o, en todo caso, en
los pliegues, de las estructuras masivas? Quiero decir: ¿ es posible una relación
entre los sujetos en la cual la disparidad subjetiva no sea causa de sometimiento
y de servilismo
8) Para responder a esta pregunta – y ya se verá en el desarrollo del programa que
nuestra respuesta es abierta, problemática y afirmativa solo bajo condiciones
muy restrictivas –, es necesario antes reflexionar sobre la objeción que Lacan ha
hecho a la intersubjetividad, al señalar que la reciprocidad entre sujetos no puede
fundarse simbólicamente porque entre un sujeto y otro yace el Otro, es decir el
campo de discursividad que a la vez conecta y desconecta a los seres humanos.
Objetivos
Desde el psicoanálisis podemos – y debemos –, transcribir los términos y relaciones de
la acción colectiva en los términos y relaciones de la psicología de las masas, según
Freud: verticalidad en la identificación al objeto-valor, o sea al líder; comunidad solo en
el terreno del ego, y formación de un “nosotros” que se funda en la necesaria exclusión
de los “otros”; es decir, en la segregación de lo que se juzga tóxico.
Lacan pretendió que las relaciones de la Escuela ( en el sentido eminente de la palabra,
concebida como abrigo de los males de la sociedad civil) trascendieran el campo de la
masividad en lo que al psicoanálisis refiere, su producción, su transmisión, y sobre
todo la clínica. Teóricamente nunca justificó esa brusca separación entre la masividad y
lo que convino posteriormente en llamarse “transferencia de trabajo”, la que preservaría
la herencia y la acrecentaría.1
La experiencia nos ha mostrado otra cosa, tan evidente que ni siquiera se alude a ella
cuando se la tiene ante los ojos: las leyes de la presunción, del servilismo y de la
segregación imperan sin restricciones. (Y no es un consuelo que lo mismo ocurra en
todas las instancias de la sociedad civil y del gobierno.)
No obstante, podemos decir, con la misma certidumbre que hay análisis, en plural,
aunque no podamos cuantificarlo (sería ridículo intentarlo aunque sospechemos, con
razón, de que buena parte del llamado análisis es psicología adaptativa, pura y simple) y
que en todas las instituciones analíticas, incluso en las más disciplinadas, podemos
recoger, aquí y allá, ejemplos y más ejemplos, de ese desorden ejemplar que acompaña
a toda transmisión con la huella perturbadora de la verdad.
De otra parte, si bien nunca Lacan justificó lacanianamente las instituciones e institutos
de la Escuela, sí es cierto que captó algunos mecanismos de una posible acción
colectiva que vaya más allá de lo masivo pero sin ignorarlo y sin fingir pureza.
No estoy pensando en el llamado “pase” – condenado a quedar prisionero de los
vericuetos de la demanda anal, es decir, de la demanda educativa –, sino en el curioso
“cartel”. Él pretendía que fuera temporario, que no se estableciera en las redes de la
familiaridad ( los “carteles” vigentes son, ya se sabe, pymes familiares) y sobre todo
concibió su “más uno”, que el hábito degradó en jefe de grupo, pero que en su raíz
muestra cuál es el camino por medio del cual la acción colectiva reconoce su vigencia
en lo que parece su mayor obstáculo: la imposible intersubjetividad.
En efecto, si hubiera un vínculo efectivo e inmediato y recíproco entre sujetos, todo
terminaría en el horror bíblico y matrimonial: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y
a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:21-24).
(La masa misma, pese a su pretensión imaginaria que, por ser ilusoria es justamente
constitutiva, de formar un solo cuerpo, está simbólica y realmente muy lejos de ello:
como bien lo percibió Freud, cada uno se liga verticalmente con el objeto-líder y esa
participación que se ubica entre ellos, entre los miembros de la masa, mantiene en
definitiva la distancia de los cuerpos.)
Mas si no hay intersubjetividad – es decir, si el vínculo de un sujeto con otro pasa por la
opacidad del Otro –, cada uno como otro, si puede percibir en tal transitivismo algo de
lo que debe desprenderse para pasar de la mera generalidad masiva a la serie ordinal
colectiva, si puede pasar de ser uno u otro intercambiable a ser uno como tal, nominable
de manera intransferible, puede entonces reclamar un lugar propio fundado en el
siguiente aserto que, es obvio de dónde lo tomo, del Aserto de certidumbre anticipada;
y que reza así: Cada uno por sí pero no sin los otros. Es decir, ni oblatividad ni simple
reconocimiento, porque no se trata de sutilizar la ética cristiana, la que siempre lleva al
sacrificio y a la exaltación en definitiva narcisista, sino de reconocer que solo puedo
reconocer al otro si reconozco que necesito de él para llegar a mí, que necesito de su
verdad y de su libertad, como condición imprescindible para mi libertad y mi verdad.
La ética clásica que prohibe tomar al otro como medio, simplifica y deforma las cosas:
entre medio y fin hay tensión y cambio constante de posición. Si el otro es medio, pero
solo puedo acceder a mi libertad a través de su libertad – es decir, que él pueda disponer
de sí mismo retirándose del Otro –, y si correlativamente, la necesidad que el otro
Desde luego estos términos son sospechosos: cuando nos proponemos “preservar” o peor incluso
“resguardar”, ya estamos confundiendo transmitir con gobernar, ya confundimos la imposibilidad con la
impotencia. La misma expresión “transferencia de trabajo” o es un pleonasmo – toda transferencia trabaja
–, o simula que puede haber una transferencia recíproca, aséptica, despojada de pulsiones destructivas y
de las locuras del amor.
1
detecta en el Otro, que es sitio de constricciones simbólicas, esa necesidad que nos
reune separándonos y nos separa al unirnos, se convierte en prenda de mi libertad tanto
como de la suya, entonces estamos ya lejos de las estériles antinomias clásicas:
necesidad vs. libertad; reconocimiento como objeto vs. reconocimiento como sujeto.
Que el otro se convierta en medio para mí pero con la condición de que respete sus
fines, es el medio privilegiado para que yo encuentre mis propios fines. Se entiende,
fines propios, no privados. Conjeturar lo que el otro conjetura en su escucha, dejar que
la palabra suya atraviese mis defensas, para hacer de ella una nueva apuesta que vuelva
hacia el lugar donde ha sido emitida y así en un movimiento espiralado: de ello, de su
rareza e instantaneidad e intensidad, tenemos experiencia y certeza.
Es la transferencia el nudo de esta historia, a condición de que dejemos de lado ese
estorbo, ese compromiso de la conciliación intelectual que hemos dado en llamar
“transferencia de trabajo”. Nudo que se articula en torno al sitio del más uno: antes un
significante desplazado y metabolizado fuera del conjunto de los significantes
establecidos y vueltos lugares comunes,que un sujeto, justamente porque en
determinadas circunstancias cualquiera puede encarnarlo.
Cuando este significante excedente y excepcional aparece, la pesadez de las relaciones
se transfigura: es el hallazgo, a la vez del objeto y del significante que lo representa.
Quien puede leerlo inventa, quien inventa transmite a otros y quien puede escucharlo
puede hacer de él el comienzo de un recorrido propio, cuya deuda no se encarna en las
búsquedas del pasado sino en la apertura al futuro.
Nada de esto se gesta simplemente al margen de la estructura de masa – id est, de la
estructura del grupo -, porque la masividad, al mismo tiempo que cohesiona un
“nosotros”, censura toda singularidad, la cual, en definitiva, no existiría sin la masa
misma. El retorno de la singularidad permite que, de vez en vez, de manera intermitente
y seguramente sin duración, se cree un campo de fuerzas de acción colectiva – pero
acción ordinal, es decir de sujetos no intercambiables y con un número cerrado de
participantes, cierre que justamente el más uno suplementa –.
La interacción de un campo general y masivo, cuya amplitud se confunde con los
límites de una sociedad, con esos pequeños colectivos que surgen y vuelven a caer en la
masividad pero dejando su huella, la huella más o menos duradera de su paso efímero,
constituye un ámbito que el psicoanálisis puede contribuir y mucho a explorar.
PROGRAMA
Primera unidad
Las concepciones conservadoras de la comunidad: comunidad de sangre, de amistad, de
fe.
El renacimiento actual de la noción de comunidad con otras y muy divergentes notas:
Blanchot, Esposito. Don, intercambio, sacrificio.
Valoración crítica y necesidad de un análisis previo del concepto de intersubjetividad y
de su cuestionamiento por el psicoanálisis.
Masa y comunidad: ¿es posible oponer estos conceptos? Si la respuesta fuera positiva,
¿cuáles serían sus requisitos?
El derrumbe histórico de la ilusión de un control y transparencia de todas las instancias:
la causalidad en el terreno de las ciencias conjeturales.
Análisis de ejemplos concretos: la experiencia de un campo de concentración: Treblinka
de Jean-François Steiner.
Bibliografía:
Weber, Max, Economía y Sociedad, F.C.E., 1957.
de Maistre, Joseph,
-Las veladas de San Petersburgo, Espasa-Calpe, Buenos Aires – México, 1946.
-Sur les sacrifices, Pocket, Paris, 1994.
- Estudios sobre la soberanía, Dictio, Buenos Aires, 1978.
Lévy-Strauss,
-Antropología estructural, Eudeba, Bs. As. 1968.
-Tristes trópicos, Eudeba, Bs. As. 1973.
-Girard, René, Los orígenes de la cultura, Trotta, Madrid, 2006.
- Esposito, Roberto,
-Communitas, Amorrortu, Bs. As. 2007.
-Immunitas, Amorrortu, Bs. As. 2005.
- Coulanges, Fustel, La cité antique, Hachette, Paris, 1910 (Hay traducciones
castellanas disponibles.)
Steiner, J.F. Treblinka, Círculo de Lectores, Barcelona, 1969.
- Ritvo, J.B., Figuras del prójimo, Letra Viva, Bs. As. 2006.
- Schmitt, Carl, Teología política ( hay varias ediciones en español)
- Rosanvallon, Pierre, El modelo político francés, Siglo XXI, Buenos Aires, 2007.
- Engels, Friedrich, Anti-Dühring, (Biblioteca de Autores Socialistas, edición en
Internet)
- Lacan, J. Seminarios, Ou Pire y El reverso del psicoanálisis.
Freud, Sigmund, Tótem y Tabú, Psicología de las masas y análisis del yo.
-Lewin, Moshe, El siglo soviético, Crítica, Barcelona, 2006.
Derrida, Jacques, Dar (el) tiempo, y Dar la muerte, Paidós, Barcelona, 1995 y 2000,
respectivamente.
Aron, Raymond, Introducción a la filosofía de la historia , Losada. 1946.
Unidad segunda
El lugar de la violencia en los procesos sociales, sean singulares o generales.
Las teorías y los presupuestos desplegados en un volumen colectivo “No matar”.
El lugar de la pulsión de muerte.
El lugar ambiguo de la destrucción: destrucción y destrucción de la destrucción para
poder construir de nuevo.
Bibliografía:
Además de la del apartado anterior, la siguiente:
-Sobre la responsabilidad: no matar, Polémica de la revista La Intemperie, Universidad
Nacional de Córdoba, Córdoba, 2007.
-Lacan, J. seminario La ética.
-Freud, S. Más allá del principio del placer.
-Derrida, Jacques, Fuerza de ley, Tecnos, Madrid, 1997.
- Benjamin, W. Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Iluminaciones IV,
Taurus, Madrid, 1991.
Requisitos para la aprobación
Asistencia al 100 % de las actividades.
Participación en una exposición.
Presentación de un trabajo monográfico según indicación del docente.
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