Un mes antes mas o menos decidimos de hacer

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Pozo del Buey
¡Mi inexperiencia, la poca información sobre el lugar que íbamos y ser la única persona que no
pertenecía al grupo motivó que el viaje fuera una aventura inolvidable! Así entonces, el día sábado
1 ° de setiembre del año 2012 partía yo con un grupo de personas desconocidas hacia “el pozo del
Buey y el cerro Baltazar” en el departamento de Maldonado. El punto de encuentro era la ESSO de
Barradas a las 6 de la mañana. Allí me encontré con un grupo de personas muy agradables y
simpáticas (comportamiento que se mantuvo durante todo nuestro viaje) a las cuales me integré sin
dudar. El primer encuentro fue con Rafa quien corrió a nuestro encuentro y nos fotografió a Pucho y
a mí, me pareció un acto simpático para ser mi primer contacto. Luego fui saludando uno a uno y
tuve la misma impresión que con Rafa.
El viaje
Entre mate, charlas y risas fuimos esperando al resto de los compañeros y cuando ya estuvimos
todos cargamos las mochilas en los autos y partimos hacia nuestro destino. Pucho y yo viajamos en
el auto de Filippini y Dora (¡Dora era la única persona que conocía aparte de Pucho obviamente!),
lo que permitió que el trayecto se diera en un entorno amigable. Nunca nos dormimos fuimos
charlando, tomando mate y contemplando el paisaje y disfrutando del hermoso día que se nos
envolvía.
Realizamos nuestra primera parada en Pan de Azúcar, donde compartimos el desayuno con
bizcochos, mate y algunos cafés. Luego cargamos los termos con agua caliente para continuar
nuestro largo viaje. Nos dirigíamos hacia San Carlos por la Ruta 9 y una vez que llegamos a la
intersección de la ruta 9 con la 39 tomamos esta última hasta llegar a un camino entre las sierras
paralelo al cerro Catedral, que nos llevaría al Pozo del Buey. El trayecto se hizo largo, los autos
bajaron su velocidad por la dificultad del camino, también fuimos parando y cruzando los arroyitos
que fueron apareciendo caminando (para no perjudicar los motores de los autos) y de paso íbamos
tomando contacto con la maravillosa naturaleza que nos rodeaba. Recorrimos varios kilómetros
hasta llegar a una portera (Santa María de las Sierras) que nos conduciría a nuestro destino.
Cuando llegamos, nos esperaba el dueño (Juan Calvette) de ese maravilloso lugar (que ya habíamos
recorrido parte pero nos faltaba lo mejor) en un casco de estancia viejo y deteriorado pero de gran
contenido histórico. Este señor estaba con un peón y un caballo simpático. El señor cargó nuestro
equipaje en la caja de su camioneta y nosotros nos fuimos caminando hasta el lugar donde sería
nuestro campamento (casi sobre el pozo del buey). Para entonces, eran alrededor de las 10:30 de la
mañana y el sol estaba espléndido, pintaba ser un día primaveral. En el camino nos fuimos
quitando los abrigos y ya nos mostrábamos alegres y distendidos.
Primer Recorrido
Al llegar al campamento, cada uno buscó el lugar para ubicar su carpa, dejamos las mochilas, nos
cambiamos y cada uno tomó su pequeña mochila con lo necesario (el almuerzo y la cantimplora) y
emprendimos nuestra caminata con Daniel y Aqua (nuestros guías) y el resto del grupo.
Lo primero que exploramos fue un monte nativo hasta llegar a la parte alta de la cascada que cae en
el pozo del buey, colmado de diferentes especies de árboles maravillosos, entre ellos muchas
palmeras Pindó. Pero además el sonido de los pájaros armonizaba el entorno que nos acompañó
durante toda nuestra estadía.
Sobre el mediodía llegamos a la entrada de pozo del buey, allí todos nos deslizamos por una cuerda
que nos llevaría a una maravillosa cascada de aproximadamente 20 metros de altura sobre la
Cañada del Bosque (Cañada del Bosque Feo). Al llegar abajo (más de 50m. de pendiente) me
Acal Náutico Club - Web www.clubacal.org.uy Correo-e: [email protected] Tel: 619 48 39
convencí que había valido la pena el sacrificio anterior, resbalarme y embarrarme. El lugar es un
paraíso natural, donde reina una total armonía entre el color verde de las plantas, las rocas, las
mariposas, el sonido de los pájaros y el agua. Nos quedamos horas contemplando la fuerza con que
caía el agua y no faltaron los chapuzones de algunos compañeros que no se resistieron.
Descansamos, compartimos el almuerzo y partimos hacia el campamento.
Segundo recorrido
La idea era recorrer el cauce de la cañada para conocer todas las cascadas pero no se pudo ya que el
monte estaba muy tupido.
Luego en la tarde, emprendimos una nueva caminata para conocer algunos cerros y cascadas, fue
un camino largo y duro entre los cerros, empedrados y arroyitos que nos permitían cargar nuestras
cantimploras con agua fresca y continuar. Este recorrido nos llevo nuevamente a otra cascada no tan
profunda como el pozo del buey pero igualmente sorprendente, con varias piscinas naturales.
Maravillados con el lugar permanecimos allí durante casi toda la tarde. Algunos nos tiramos a
descansar y hasta hicimos siesta, otros se bañaron y otros simplemente contemplaron el paisaje.
Pero se percibía que todos estábamos en total armonía, conectados totalmente con la naturaleza.
Al caer la tarde, debíamos volver al campamento previa escalada al cerro Baltazar (320m de altura)
al cual no subimos debido al abundante monte que impedía el transito, es así que partimos hacia el
campamento. En el camino nos fuimos dando cuenta que estábamos lejos del mismo (3,5km.) y
además cansados. Pero nos motivaba pensar lo que venía después, compartir el fogón, juntar leña,
armar las carpas, el mate y la noche de luna llena.
El regreso fue lento, pero llegamos, juntamos leña y armamos las carpas. Algunos lo hicimos más
lentos que otros, pero lo conseguimos. En particular Pucho y yo, que tardamos mucho más de lo
normal en armar nuestra carpa.
Al caer la noche, teníamos las carpas armadas, todos estábamos alrededor del fuego y entre charlas,
anécdotas compartimos el mate, después la cena, el vinito y los chocolates de pucho. Al final de la
noche, se cerró con la entonación de canciones por parte de algunos compañeros.
A todo esto, nos acompaño una noche espectacular de luna llena un cielo inmenso y casi nada de
frío. ¡Estábamos en la gloria!
Tercer recorrido
Al día siguiente, todos nos fuimos levantando tempranito uno a uno, el primero encendió el fuego
(creo que fue Filippini) y luego fuimos sumándonos todos. Compartimos el desayuno con mate,
tostadas y café con leche.
Luego emprendimos hacia lo que sería nuestro segundo objetivo, subir a la Sierra de Carape de
aproximadamente 470 metros de altura. El día era casi primaveral soleado y caluros, en nuestro
camino fuimos parando en las pequeñas cascaditas y arroyitos (cañada del bosque) que nos fueron
sorprendiendo. Lo disfrutamos mucho, era casi un paseo, caminábamos tranquilos y disfrutamos de
todo lo que fuimos encontrando a nuestro paso.
Al llegar a la cima de la sierra, ya era mediodía, así que almorzamos, descansamos y recordábamos
todo lo que habíamos vivido.
A lo lejos (3,5Km.) divisábamos el cerro catedral con sus 513m de altitud.
Aqua (uno de los lideres) trepó una torre que mide los vientos (en esta sierra van 14 molinos de
generación de energía eléctrica) lo que nos sorprendió a todos, colocó la bandera del club, luego
bajó, la fotografiamos y nuevamente subió a buscarla.
Después de la foto grupal, debíamos volver al campamento; ese había sido nuestro último día de
aventura. Así que volvimos, levantamos campamento y nos despedimos de ese maravilloso lugar
entre las sierras.
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La experiencia fue alucinante, disfruté mucho del lugar y me sentí muy cómoda con el grupo. Me
capturó el sentido que le dieron al grupo, la manera de integrar y sobretodo la conexión que tienen
con la naturaleza.
Relato: Claudia Barboza
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL
Web: http://www.clubacal.org.uy/
Correo-e: [email protected]
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