Los secretos del pozo: las palabras A Ricardo Eliecer Neftalí, que es el nombre del gran escritor Pablo Neruda, le gustaban los nombres sonoros, como esos que aparecen en la Biblia: Zacarías, Misael, Sofonías, Abadías. Muchas veces su padre gustaba de leer la Biblia en voz alta, y cuando Neftalí le escuchaba, guardaba en su mente esos nombres que parecían verdaderas melodías… Seguro guardaba en su memoria muchas otras palabras que le evocaban imágenes, colores, música, rostros, etc. Cuando Neftalí tenía 6 años vivía en Temuco, que es una hermosa ciudad ubicada en el sur de Chile. Era un niño al que le gustaba mucho observar la naturaleza, y le gustaba también ir a la estación de trenes donde trabajaba su padre, para observar los trenes y escuchar la melodía que vociferaban las locomotoras. En sus escapadas por los bosques de la zona, y lejos del ruido de la ciudad, en medio del silencio, todo parecía comenzar a hablar… le hablaba el viento, los pájaros, los mosquitos que murmuraban en su oído, incluso su propia respiración parecía hablarle. Las ramas de los árboles, que crujían como si fueran a quebrarse, parecían presentar un gran reclamo por el ir y venir del viento. Ricardo Neftalí preguntaba: ¿quién anda ahí? Pero ni una voz humana parecía contestar. Un buen día en uno de sus paseos por los campos del lugar, encontró un pozo abandonado. Antes el agua no se sacaba de las llaves como se hace ahora, era necesario cavar un pozo, y luego se sacaba el agua con un balde amarrado de una cuerda. El pozo llamó su atención y decidió hablarle: - ¡Hola! A lo que el pozo contestó -o eso al menos creyó Ricardo Neftalí: - Ola…ola…la…la… a Cada vez que Ricardo le hablaba al pozo, este le contestaba: - Zacarías… - carías…rias,… rias, le contestó el pozo. De pronto el silencio volvió y Ricardo simplemente calló. Acercó su oído al pozo, y éste entonces le habló. No sabemos lo que el pozo le dijo. Solo sabemos que estas palabras las guardó en lo más profundo de su corazón, yyyyyyyyyy…. Al llegar a casa esa palabra trajo a su cabeza otra palabra, y luego otra más, y otra, y otra, y muchas más. Las palabras parecían bailar en su cabeza, era una verdadera fiesta de palabras… Pues ahora te cuento que esa fiesta de palabras dio lugar a la primera poesía de Ricardo Neftalí. Y tú, ¿guardas alguna palabra en el fondo de tu corazón?