1997-04420-01 - Corte Suprema De Justicia

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrado Ponente
WILLIAM NAMÉN VARGAS
Bogotá, D. C., dieciocho (18) de junio de dos mil nueve (2009).
Discutida y aprobada en Sala de trece (13) de mayo de dos mil nueve (2009)
REF: 11001-3103-014-1997-04420-01
Se decide el recurso de casación interpuesto por la
parte demandante contra la sentencia de 18 de julio de 2007,
proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá,
Sala Civil, en el proceso ordinario promovido por Zoraida Sanabria
de Pinto contra Cayetano Bernal Bernal, Herminia Pinto Agredo,
los herederos indeterminados de Zoila Rosa Pinto de Ardila, los
herederos indeterminados y determinados de Policarpo Pinto
Agredo, Henry, Arnulfo, Nohora, Myriam Rocío, Irma Constanza,
Sandro Javier y Harvy Leonardo Pinto Sanabria y demás
personas indeterminadas.
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Sala de Casación Civil
ANTECEDENTES
1.
La reforma de demanda, solicitó declarar que,
pertenece en dominio pleno y absoluto a la actora el inmueble
ubicado en las calles 47A Sur y 48 números 29-32/48/50 de
Bogotá, por haberlo adquirido por prescripción extraordinaria de
dominio, al poseerlo por más de 20 años de manera permanente,
pacífica, quieta, pública e ininterrumpida y, en consecuencia,
disponer la protocolización del fallo y su inscripción en el registro
inmobiliario.
2.
La causa petendi, en síntesis, se sustentó en la
posesión real y material del inmueble por un lapso superior a los
20 años de manera permanente, pacífica, quieta, pública, sin
interrupción civil ni natural ni reconocimiento de dominio ajeno, la
ejecución de actos de señor y dueño como el pago de impuestos,
servicios públicos, instalación de gas natural y mejoras necesarias
de construcción, ampliación y acondicionamiento del bien,
circunstancia reconocida por sus vecinos.
3.
El demandado Cayetano Bernal Bernal, contestó
el libelo oponiéndose a las pretensiones, dijo presentar demanda
de reconvención, no propuso excepciones de mérito y tampoco lo
hicieron los curadores de los emplazados.
4.
El fallo de primera instancia concediendo las
súplicas, fue revocado por el ad quem.
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LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL
1.
Trase el recuento del acontecer procesal, de
constatar la presencia de los presupuestos procesales, precisar
las funciones de la acción pertenencia, enumerar los legitimados
para invocarla y los supuestos para su reclamo, abrió el juzgador
un apartado titulado “posesión material en la demandante”,
pasando a definir la posesión, sus elementos y medios de prueba,
dentro de éstos el testimonial como el más eficaz e idóneo, en
cuyo recaudo debe acatar las exigencias del artículo 228 del
Código de Procedimiento Civil, lo que respalda con una cita
jurisprudencial.
2.
Seguidamente el Tribunal emprende el análisis
de la prueba aportada, bajo la perspectiva de la ponderación en
conjunto, la sustentación, contradicción o coincidencia de los
relatos y la calidad de los deponentes, de donde colige que “las
conclusiones en las que se apoyó el sentenciador (…) no [las]
sustentó en las reglas probatorias enunciadas”; así del testimonio
de Mariquita Callejas de Mirque y del interrogatorio de la actora,
extrae el ad quem que cuando la peticionaria y su esposo
ocuparon el inmueble, vivía allí su cuñado Primitivo, el que
permaneció en él luego de que ellos cambiaron de residencia y
fallecido Primitivo, regresaron cuando un juez les hizo entrega del
predio y cancelaron la hipoteca, ocupándolo la demandante hasta
la muerte de su cónyuge, cuando se pasó a vivir al frente pero
siguió construyendo en él.
En las pruebas mencionadas, halla “la convicción que
la actora, ab initio, entró en el inmueble en calidad de tenedora”,
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según reconoce en su interrogatorio confesando que “‘… nosotros
llegamos hace 50 años acá. Mi esposo se llamaba Policarpo Pinto
Agredo, aquí vivía el hermano de él llamado Primitivo Pinto,
entonces nosotros veníamos del Socorro y cuando llegamos él
nos tenía una pieza en el rincón” (fls 189 C-1), por lo cual -dice el
Tribunal- tenía la carga de acreditar el momento exacto “en que
intervirtió o trocó su condición de tenedora por la de poseedora”,
deber no cumplido que impide que los actos de dominio pudieran
“ser antes del deceso de Primitivo Pinto Agredo”, propietario del
bien, excepto que la actora “(…) en vida del dueño se haya
revelado contra sus mandatos, a tal punto que el vecindario la
hubiera reconocido como dueña”, circunstancia huérfana de
prueba, amén que luego de haberlo habitado por varios años se
mudaron, lo que para el juzgador impide ver su condición de
dueña y señora durante ese tiempo.
3.
Encuentra igualmente el ad quem que fallecido el
propietario, quien podía intervertir la condición de mero tenedor en
poseedor era el esposo de la demandante, como heredero del
causante, excepto que ella hubiera tomado la dirección del hogar
y comportado como dueña exclusiva y excluyente del bien con el
consentimiento de su cónyuge, hecho tampoco demostrado, pues
la testigo Mariquita declaró que “‘ella ha estado mandando ahí
después de que murió el esposo que eran don Polo Pinto’”, de
donde la invocada posesión de la actora sólo pudo empezar
desde el fallecimiento de Policarpo, es decir, desde el 13 de abril
de 1990, data a partir de la cual se comportó en solitario como
poseedora, pero contabilizado el tiempo hasta la presentación de
la demanda -25 de febrero de 1997- no alcanza para declarar la
prescripción extraordinaria reclamada.
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LA DEMANDA DE CASACIÓN
Un único cargo, planteó la demanda contra la
sentencia del Tribunal.
CARGO ÚNICO
1.
Invocando la causal segunda de casación
(artículo 368 del Código de Procedimiento Civil), denuncia la
sentencia por desbordar el marco de lo pretendido.
2.
Luego de resaltar los límites dentro de los cuales
debe actuar el juzgador, encuentra que las súplicas de la
demanda “eran que se declarara ‘que pertenece en dominio pleno
y absoluto, a la demandante (…) por haberlo adquirido por
prescripción extraordinaria adquisitiva de dominio (…) el inmueble
ubicado en esta ciudad (…), por haberlo poseído materialmente
durante un tiempo superior a veinte años (…)”, sin mencionar en
los hechos ni en las pretensiones, que la actora hubiera poseído
el bien junto con su esposo.
3.
contestación
Transcribe la impugnante los términos de la
del
demandado
Cayetano
Bernal
Bernal,
pronunciándose sobre los hechos y las pretensiones, concluyendo
que se defendió de la declaración de pertenencia “pero nunca
como una suma de posesiones”; además dice que la actora dirigió
su esfuerzo para demostrar “que ella sola era la poseedora del
predio objeto de la declaración de pertenencia (…)”, de lo que
deriva la incongruencia acusada porque se demando una
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declaración de pertenencia y se resolvió “una suma de
posesiones en cabeza del cónyuge de la actora”, disonancia que
encuadra en la causal alegada y que agravia a la recurrente.
En resumen, dice la censura no atacar la sentencia
por adversa, sino por sorpresiva al desatar lo no planteado,
insistiendo en que no ataca los juicios de valor del juzgador, al
tratarse de un error in procedendo.
CONSIDERACIONES
1.
Una cosa gravitó por entero en la convicción del
Tribunal.
En efecto, el hontanar de su decisión estuvo en la
confesión de Zoraida hallando la condición de tenedora con la que
arribó al bien, particularmente al aceptar que llegó del Socorro con
su esposo, a la casa de su cuñado Primitivo, quien les “tenía una
pieza en el rincón”, sin haber acreditado la interversión de su
condición de tenedora, es decir, de haber ejercido actos de
señorío frente a su cuñado o a su esposo, derivando de lo dicho
por Mariquita Callejas, que tales actos empezaron luego de su
viudez, en tanto que la deponente manifestó que “ella ha estado
mandando ahí después de que murió el esposo que era don Polo
Pinto”.
La recurrente, por su parte, cuestiona la decisión, al
encontrarla inconsonante con lo pretendido, en tanto que en la
demanda se pidió la declaración de pertenencia “en cabeza única
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y exclusiva de la parte actora” y en el fallo lo resuelto fue “una
suma de posesiones en cabeza de la cónyuge actora”, lo que no
aparece formulado en el libelo ni en las excepciones, desarmonía
que vicia la providencia proferida.
2.
Emerge palmario del planteamiento del ad quem,
que no excedió el marco de lo pretendido, pues por parte alguna
se detuvo en el tema de la suma de posesiones, siendo que,
conforme con lo pedido, se dio a la tarea de establecer los
tiempos en los que la demandante detentó la condición de
poseedora del inmueble reclamado, hito que contabilizó desde la
muerte de Policarpo, su esposo, para lo cual se valió del
interrogatorio y testimonio referidos, según los cuales Zoraida
llegó al predio reconociendo a su cuñado como dueño y sólo
empezó a mandar en el inmueble luego del deceso de su
cónyuge.
Ciertamente el juzgador no se ocupó de si concurrían
o no los requisitos para agregar a la posesión de la actora, la de
Primitivo en su situación de dueño o la de Policarpo, como
sucesor del propietario, por el contrario y según fuera pedido
determinó que si bien la demandante tenía la condición de
poseedora del predio reclamado, tal calidad corría desde el
fenecimiento de los poseedores anteriores, sin que el tiempo en
que realmente se comportó como señora y dueña del bien,
alcanzara los topes legales para declarar la prescripción
reclamada; tanto no se aplicó el fallador al asunto de la unión de
posesiones reprochado por la impugnante, que buscó entre las
pruebas algún soporte que acreditara la interversión del título de
tenedora del predio, es decir, “la posición de reconocer dominio
ajeno o a nombre de un tercero por la de no reconocerlo
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abiertamente y comportarse como señora y dueña del inmueble”,
no hallando prueba del “momento preciso en que comenzó a
ejecutar actos propios a los que sólo da derecho el dominio” ni
que en vida del dueño se hubiera “rebelado contra sus mandatos,
a tal punto que el vecindario la hubiera reconocido como dueña”.
Y sabido es que cuando se reclama la unión de
posesiones, el juzgador busca determinar el elemento volitivo que
surge entre el actual poseedor y los poseedores anteriores, del
que emana el vínculo sustancial que permite añadir a la posesión
actual la antecedente, cuestión que no mencionó el Tribunal por
parte alguna, sino que por el contrario extrañó la prueba de los
actos de desobediencia de la demandante frente a los poseedores
delanteros, para así poder atender la pretensión de dominio
reclamada, propósito que para nada se acompasa con la
mencionada agregación de posesiones.
4.
La falta de congruencia se presenta cuando el
juzgador desconoce la simetría, correlación o correspondencia
objetiva entre lo planteado por las partes y su decisión, bien por
exceso al conceder más de lo pedido (ultra petita partium) o
pronunciarse sobre peticiones no incoadas (extra petita partium),
ora por no resolver las pretensiones o excepciones formuladas o
aquellas que debe declarar ex officio (citra o minima petita
partium), bien por omitir los hechos de la demanda al margen de
su interpretación (CLXXXVIII, p. 64 y 163) y no cuando sus
decisiones se basan en argumentaciones jurídicas o incurre en un
yerro fáctico, o se censura la simple divergencia con sus
consideraciones.
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En efecto, al tenor del artículo 305 del Código de
Procedimiento Civil, “[l]a sentencia deberá estar en consonancia
con los hechos y las pretensiones aducidos en la demanda y en
las demás oportunidades que este Código contempla, y con las
excepciones que aparezcan probadas y hubieren sido alegadas si
así lo exige la ley”, sin que pueda “condenarse al demandado por
cantidad superior o por objeto distinto del pretendido en la
demanda, ni por causa diferente a la invocada en ésta”.
Por consiguiente, se trata de una falencia objetiva
resultante de confrontar el petitum, la causa petendi, sus
fundamentos, la contestación de la demanda, excepciones y
materias que debe declarar oficiosamente el juzgador, con la
sentencia, para constatar un exceso, defecto u omisión.
Ahora bien, la casacionista más que dolerse por
haberse desatado un asunto no involucrado en la litis, orienta su
queja a reprochar la pertenencia no reconocida, es decir, lo que
cuestiona en últimas es la decisión adversa de su demanda de
dominio, al no declararla dueña del predio, ataque que exige
examinar las consideraciones del fallo para establecer el yerro del
juzgador al ponderar las pruebas aportadas, lo cual más que un
defecto de construcción implica necesariamente un vicio de
juzgamiento.
De
esta
manera
la
censura
mezcla
causales
contrariando la precisión y claridad de la demanda de casación,
bastante para negar prosperidad al cargo, por cuanto “la
trasgresión de esa pauta de procedimiento no puede edificarse
sobre la base de controvertirse el juzgamiento del caso, porque el
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error se estructura, únicamente, tratándose de la incongruencia
objetiva, cuando se peca por exceso o por defecto (ultra, extra o
mínima petita)” (cas.civ. sentencia de 12 de diciembre de 2007,
expediente No. C-0800131030081982-24646-01; se subraya).
Por demás, “[d]istinto a no decidir un extremo de la litis
-ha dicho la Corte- es resolverlo en forma adversa al peticionario.
En el primer caso el fallo sería incongruente y, en el consecuencia
podría ser atacado en casación con base en la causal segunda;
en el otro no, puesto que el fallo adverso implica un
pronunciamiento del sentenciador sobre la pretensión de la parte,
que sólo podría ser impugnado a través de la causal primera si
con él se violó directa o indirectamente la ley sustancial. De lo
contrario se llegaría a la conclusión de que el fallo sólo sería
congruente cuando fuera favorable a las pretensiones del
demandante, lo que a todas luces es inaceptable” (CLXVI, 9).
Ilesa sale pues del ataque la decisión del Tribunal en
cuanto a que la sentencia desató la declaración de pertenencia
pretendida, sin detenerse en “una suma de posesiones” en
cabeza de la actora.
De esta suerte, el cargo no prospera.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia
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proferida el 18 de julio de 2007, por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, Sala Civil, en el proceso ordinario
promovido por Zoraida Sanabria de Pinto contra Cayetano Bernal
Bernal, Herminia Pinto Agredo, los herederos indeterminados de
Zoila Rosa Pinto de Ardila, los herederos indeterminados y
determinados de Policarpo Pinto Agredo: Henry, Arnulfo, Nohora,
Myriam Rocío, Irma Constanza, Sandro Javier y Harvy Leonardo
Pinto Sanabria y demás personas indeterminadas.
Las costas en casación corren a cargo de la
demandante recurrente. Tásense.
Cópiese, notifíquese y devuélvase el expediente al
Tribunal de origen para lo pertinente.
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JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
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PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
CÉSAR JULIO VALENCIA COPETE
EDGARDO VILLAMIL PORTILLA
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