¿VIOLENCIA O CARCEL REHABILITADORA?

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¿VIOLENCIA O CARCEL REHABILITADORA?
En las últimas semanas se vienen produciendo numerosos hechos de violencia, los que han llevado a algunos, a
claman por la pena de muerte, por otro lado, se cuestiona la labor rehabilitadora de las condenas y de los espacios
institucionales como los centros preventivos o penales.
La violencia queda reducida en el análisis público a la ejercida de manera individual y a los afectados, pero, nunca se
habla de la violencia estructural o cultural que se ejerce cotidianamente contra toda la sociedad y que contribuye a
guardar de manera inconciente, rabias, rencores y remordimientos que explotan en diversos tipos de manifestaciones,
desde la familiar hasta la social.
Acá podemos apreciar desde la perspectiva de la experiencia de reclusos, sus percepciones y visiones de lo que
experimentan cotidianamente en sus procesos de pseudos “rehabilitación―.Â
Castro, Provincia de Chiloé, 11 de Septiembre de 2009. (ONG VÃ-nculos) El penal de la ciudad de Castro, vive como la
mayorÃ-a de las unidades penales del paÃ-s, condiciones de hacinamiento importante. Es una Cárcel construida para
albergar a cerca de 40 personas y hoy tiene alrededor de 155 internos. Es decir se encuentra a un 387% de su
capacidad. Con ello todas las condiciones de hacer digna y rehabilitadora la condena que cumplen los reclusos se
vuelve compleja.  Es interesante traer hoy este tema ya que circulan dos discusiones importantes en la agenda pública
del paÃ-s. Por un lado se ha comenzado a discutir en torno a la reposición de la Pena de Muerte, impulsada
fuertemente por el caso de la niña lanzada al mar con vida luego de ser violada; y por otro lado una discusión entorno
a un niño de 10 años que ha cometido varios delitos, fue detenido conduciendo un vehÃ-culo, luego fue rescatado
por un grupo de amigos de un centro de internación de SENAME. Entonces, en la agenda pública del paÃ-s el delito y
el castigo vuelven a tomar pesos relevantes, más aún en medio de una contienda electoral.
La discusión, como muchas veces no ha estado puesta en el delito y su origen, sino en el castigo, haciendo gala de la
lógica positivista que reza que mientras más alto sea el castigo y la pena se pueden inhibir los delitos. Desconociendo
absolutamente la naturaleza de los delitos que se cometen hoy, en una sociedad consumista, individualista, segmentada
en ghetos para ricos, para medios, para pobres, para más pobres, para pueblos originarios, para gitanos, etc., etc.
Miremos las penas, los castigos y sus sentidos. ¿Basta que una persona esté recluida 5 ó 10 años para que una vez
que abandone su situación pueda insertarse socialmente? , y con ello hacer un real abandono de lo que inspiró su
delito. Es suficiente que durante los años que se mantenga en reclusión y privación de libertad, también se prive de
dignidad, de recreación, de la posibilidad de enmendar las condiciones que hicieron posible la concurrencia de delitos.
Y de eso hay mucho, no es sólo eslogan esa idea de la cárcel como escuela del delito y es que una condena de 10
años en un centro hacinado, húmedo, sin posibilidad de desarrollo, aislado; evidentemente potencia la marginación y
la construcción de formas culturales distintas, aisladas, violentas y resentidas de estas personas.
En el Penal de Castro desde hace un tiempo un grupo de 7 hombres han iniciado un proceso grupal para problematizar
su consumo de drogas. Y en estas conversaciones y actividades se descubren y se dejan ver muchas situaciones que
vuelven a humanizar la mirada respecto de estas personas que hoy se encuentran condenados y otros imputados por
cometer distintos tipos de delitos.
Cuando abordamos con ellos algunas dinámicas grupales como el GPS de la violencia (dinámica grupal que busca
que los participantes dibujen sus mapas de experiencias de violencias), donde lo que buscamos es que los
participantes puedan mostrar en el plano de la ciudad y el plano de sus vidas los lugares y los espacios donde se vive y
se experimenta la violencia, nos encontramos con situaciones que nos llaman mucho la atención.
Cuando se refieren a los que ocurre en la ciudad señalan que la violencia se ubica en los locales nocturnos, en las
esquinas de las poblaciones, en la locomoción colectiva, en las esquinas con semáforos, en las canchas. La mayor
parte de los lugares identificados los pudiéramos ubicar en los escenarios de los sectores populares de las ciudades.
Entonces la pregunta recurrente es la violencia es propia sólo de los pobres. Y la verdad es que no, lo que ocurre es
que en los sectores altos la violencia es más privada y en los sectores populares es más pública y eso está ligado de
manera muy estrecha a como se construyen las ciudades. Para pobres, hogares estrechos y escasa infraestructura
social, a cambio familias amplias y extendidas; y en los sectores altos hogares amplios y mucha infraestructura social.Â
Bajo esa lógica la calle es el espacio público, es el espacio de socialización natural de los sectores empobrecidos.  Â
Cuando hablan y se refieren a la violencia en sus vidas y sus propias experiencias personales, nos llama la atención
que estos hombres que han cometido distintos tipos de delitos y que pudieran ser señalados y situados como
productores de violencias, nos muestran que los hogares de menores, las escuelas , las familias y los CERECOSÂ son
los lugares que más frecuencia tienen como los lugares donde se conoció y se vivió la violencia, es decir e esos
espacios institucionales que debÃ-an cuidarlos, educarlos y protegerlos les enseñaron y los modelaron con violencias,
las que aprendieron y siguieron ejerciendo y sólo hoy llegan a problematizar.
La realidad de este grupo de reclusos que participa de esta experiencia donde semanalmente se problematiza el
consumo de drogas, se miran los recorridos y trayectorias de sus vidas, las formas cómo se asumen y construyen las
masculinidades en los entornos familiares, los roles y los limites en sus vidas, no es lo habitual, fundamentalmente
porque asumir, en medio de la contingencia interna que se vive en una unidad de reclusión, la decisión de realizar un
proceso que los lleve a disminuir o abandonar el consumo de drogas es una acción valiente que los aparta de lo
común que se está viviendo en las cárceles.
Una de las cosas interesantes que aparecen desde la experiencia de los participantes es que el Penal es un lugar
donde el tiempo se ha detenido y donde el único propósito es castigar. Se ha detenido señala un recluso porque aquÃse vive como el la Edad Media, nos pasan un pedazo de palo para que tallemos y ahÃ- está el hombre tallando todo el
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dÃ-a, haciendo palafitos, dÃ-a, tras dÃ-a, trabajando con una chaveta, está seis meses trabajando y al final viene un
turista que por solidaridad o compasión compra los palafitos a trescientos pesos. Están también los mueblistas, aquÃhay 10, pero no podemos ser todos mueblistas y el resto es dar vueltas y vueltas todo el dÃ-a, esto es de otro tiempo,
aquÃ- todo está detenido, no es posible salir distinto, nadie nos ayuda.
Admiten que este es el único espacio donde se puede conversar, relacionarse con respeto y algunos por primera vez
han mirado sus vidas retrospectivamente y comienzan a construir relatos y valoraciones de sus experiencias.
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