NEGOCIACIONES SOBRE EL CLIMA: ¡LOS CAMPESINOS TIENEN UN PAPEL QUE DESEMPEÑAR!

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NEGOCIACIONES SOBRE EL CLIMA: ¡LOS CAMPESINOS TIENEN UN PAPEL
QUE DESEMPEÑAR!
En diciembre de 2009 deberá firmarse un nuevo acuerdo internacional sobre reducción de las emisiones de carbono,
dando continuidad al Protocolo de Kyoto, que finaliza en 2012. Sin embargo, las propuestas que se negocian
actualmente, basadas en su totalidad sobre el comercio del carbono, no van a detener el cambio climático y representan
una seria amenaza para los campesinos y campesinas de todo el planeta.
Las organizaciones campesinas tienen un papel que desempeñar para promover alternativas reales.
Ya pocos son los que niegan la realidad del cambio climático y la gravedad que esta amenaza representa para la
humanidad. El incremento en la concentración de carbono en la atmósfera se debe a la actividad humana; pasó de
280 ppm a principios del siglo XVIII – antes de la industrialización y del comienzo de la extracción masiva de carbón,
gas y petróleo – a 387 ppm en nuestros dÃ-as. Esto representa un nivel de magnitud nunca vista sobre la Tierra desde
hace varios millones de años, lo que hace imposible saber con exactitud cuales pueden ser las reacciones de la
biósfera y, sobre todo, si ésta continuará siendo un espacio hospitalario para la vida humana.
La historia de una crisis ambiental sin precedentes…
Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) [sigla en inglés], las temperaturas deberÃ-an
aumentar entre 1,4 y 5,8 grados de aquÃ- al 2100. Las consecuencias más probables son la multiplicación de
catástrofes climáticas (tormentas, tornados, tsunamis, inundaciones,…), la disminución de la productividad agrÃ-cola, el
ascenso del nivel de los mares y la inmersión de algunas islas y zonas costeras, la expansión fuera de control de
ciertas epidemias, las migraciones humanas masivas hacia zonas menos afectadas y la desaparición de numerosas
especies vegetales y animales, incapaces de adaptarse a un cambio tan brutal. Muchos cientÃ-ficos no dudan en incluir
a la especie humana entre las especies amenazadas.
Ante esta crisis sin precedentes, en 1992 se creó la Convención - Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio
Climático, con el fin de estudiar las medidas a tomar para limitar esta crisis y permitir adaptarse a sus efectos. Los
climatólogos más moderados estiman que para que de aquÃ- al 2100 el aumento de las temperaturas no supere los 2º
C y la concentración de carbono en la atmósfera no exceda las 450 PPM, se hace necesario reducir la emisión
mundial de carbono en un 50% por lo menos de aquÃ- al 2050 en relación a los niveles de 1990.
Sin embargo, bajo la influencia de los Estados Unidos, el debate se desplazó rápidamente desde la necesaria
desintoxicación de las energÃ-as fósiles hacia un discurso centrado puramente en las soluciones tecnológicas y en los
mecanismos del mercado. Se concedió financiamiento de gran magnitud a los más estrafalarios y espantosos
programas de investigación, como por ejemplo, el desarrollo de árboles genéticamente modificados que podrÃ-an
captar más carbono, o la ionización de los océanos para secuestrar mayor cantidad de carbono de los fondos marinos
(la Convención sobre la Diversidad Biológica mantiene momentáneamente suspendida esta tecnologÃ-a, ya que
destruye la fauna marina). Del mismo modo, el debate sobre el clima es utilizado para promover el desarrollo de ciertos
recursos energéticos, tales como la energÃ-a nuclear o los agro-carburantes que, sean o no emisores de carbono,
conllevan también riesgos importantes para las sociedades humanas.
… por el beneficio del negocio
Pero sobre todo, la lucha contra los cambios climáticos tiene que ser favorable a los negocios. De esta manera, el
comercio del carbono se transformó en el elemento clave del protocolo de Kyoto adoptado en 1997. Un paÃ-s o una
empresa que emita excesiva cantidad de dióxido de carbono puede comprar créditos – carbono a otro paÃ-s u otra
empresa que emita menos de lo que su cuota le autoriza, o puede compensar sus emisiones financiando proyectos de
“desarrollo sustentable― (desarrollo de agro-carburantes, represas hidráulicas, instalación de paneles solares,
plantaciones forestales, etc.) en los paÃ-ses del Sur o del antiguo bloque del Este. Tales mecanismos hacen suponer
que el incremento de las energÃ-as renovables y el aumento de las superficies forestales compensan el excedente de las
emisiones originadas en la extracción de carbono de los subsuelos. Ahora bien, esto es sencillamente falso. El carbono
que se extrae del subsuelo tarda millones de años en volver a formarse. Las energÃ-as renovables son útiles frente al
cambio climático solamente si paralelamente disminuye de manera drástica el consumo de energÃ-a fósil. Los bosques
pueden absorber temporalmente una parte del carbono excedente en la atmósfera pero, a partir de una cierta tasa de
concentración, ellos mismos se ponen en peligro y en consecuencia, devuelven más carbono del que absorben.
En suma, en lugar de discutir los medios para reducir e incluso de detener la extracción de carbono de los subsuelos, la
CCNUCC [Convención – Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático] sirvió para instalar mecanismos de
mercado que permitan a los paÃ-ses ricos seguir utilizando energÃ-as fósiles, mientras preconizan que actúan contra el
calentamiento climático. Tales mecanismos son muy beneficiosos para las empresas porque crean un nuevo mercado
cuyo producto principal, la polución, es el único elemento verdaderamente durable. Pero, al mismo tiempo, tales
instrumentos son muy poco criticados por las organizaciones ambientalistas, que también a menudo se benefician con
estos créditos – carbono, en el marco de los proyectos que desarrollan en el Sur. AsÃ-, la Bird Life y la Sociedad Británica
de Protección de los Pájaros crearon en 2007 un consorcio para explotar durante 99 años un territorio de cerca de
100.000Ha en Sumatra, por el cual esperan obtener créditos – carbono. El WWF [World Wide Fund for Nature – Fondo
Mundial por la Naturaleza] por su lado, creó un lucrativo sistema de “eco – etiquetas― para certificar los proyectos de
mecanismos de desarrollo durable en el marco del protocolo de Kyoto. En consecuencia, las voces que se alzan contra
esta estafa son muy pocas.
Las falsas soluciones son reales amenazas
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Ahora bien, el comercio de carbono y las “soluciones― tecnológicas no solamente son ineficaces para reducir las
emisiones de carbono, sino que además representan una amenaza directa para las comunidades campesinas e
indÃ-genas, sobre todo en el Sur. En efecto, desde su aplicación en 2005, la mayor parte de los proyectos financiados a
través del mecanismo de desarrollo durable, sobre todo las grandes represas y las plantaciones de agro – carburantes,
llevan a la expulsión de las poblaciones locales de sus tierras. En el acuerdo post-Kyoto, es decir a partir de 2012, se
trató de incluir también los bosques y las tierras agrÃ-colas de los paÃ-ses del Sur en el comercio de carbono. Esto
significa que el propietario de un bosque o de un campo podrá vender un derecho a contaminar según las cantidades
de carbono almacenadas en su terreno. El Banco Mundial preconiza que este mecanismo será útil para todo el mundo:
para los paÃ-ses del Sur que esperan recibir mucho dinero, para los paÃ-ses del Norte que podrán seguir emitiendo
carbono y para las poblaciones locales que obtendrán una fuente suplementaria de ingreso financiero. Sin embargo, ya
existen comunidades locales que están siendo expulsadas de sus tierras por parte de empresas y ONG que compran
vastos territorios para poder vender los créditos carbono en el mercado de las compensaciones voluntarias. Y como el
riesgo es grande, lejos de ser provechosos para las poblaciones, estos mecanismos crean una competencia cada vez
mayor por el acceso a los recursos productivos. Las tierras ya no servirán para alimentar a las comunidades locales sino
para almacenar carbono y asÃ- el Norte puede seguir emitiéndolo.
La Unión Europea, que pretende ser la campeona del movimiento contra el cambio climático, va a la cabeza en el
desarrollo del fructÃ-fero mercado de los derechos a emitir. El acuerdo europeo negociado en diciembre último prevé
públicamente, de aquÃ- al 2020, una reducción del 20% de las emisiones. Sin embargo, el 80% de esas “reducciones―
podrán ser realizadas fuera del territorio europeo. Es decir, la UE se compromete a reducir solamente el 4% de sus
emisiones, mientras que el resto deberá ser asumido por las poblaciones del Sur.
La soberanÃ-a alimentaria puede estabilizar el clima
Y sin embargo, la solución al problema climático es conocida y su realización es técnicamente sencilla. Hay que
reducir de manera drástica las emisiones de carbono dejando lo más rápidamente posible de extraer carbón, gas y
petróleo de los subsuelos. Esta solución implica salir del modelo de desarrollo industrial, que depende exclusivamente
de las energÃ-as fósiles y que está basado en el crecimiento perpetuo del consumo energético. Se trata de una visión
alternativa centrada en la relocalización de la economÃ-a y la transición hacia modos de producción que apunten a
necesidades reales (y no a una extensión infinita de necesidades dictadas por la publicidad) y que se basen en
tecnologÃ-as moderadas.
Por lo tanto, para detener nuestra dependencia de las energÃ-as fósiles, mientras continuamos dando respuesta a las
necesidades fundamentales de las poblaciones, es prioritario pasar de una agricultura industrial dependiente de los
fertilizantes, de los tractores y de un sistema globalizado de comercio alimentario, hacia una agricultura campesina
reubicada y basada en prácticas agroecológicas moderadas en lo que respecta a energÃ-as fósiles, pero ávida de
trabajadores. Claro que deben promoverse también otras alternativas, como por ejemplo, el desarrollo de los transportes
públicos para reemplazar el automóvil individual y de los aislantes para las habitaciones, a fin de limitar las
necesidades de calefacción. Sin embargo, estas medidas serán ilusorias sin una nueva polÃ-tica agrÃ-cola que esté a la
altura de las predicciones climáticas.
En lugar del sistema actual, --que es hÃ-per centralizado y puede de hundirse provocando enormes catástrofes
humanitarias si un eslabón se suelta--, también el mejor medio para aumentar la potencial tenacidad de las poblaciones
es mejorar su capacidad para hacerse cargo de sus necesidades alimentarias y energéticas. AsÃ-, la soberanÃ-a
alimentaria y energética deberÃ-a ser el pilar de toda polÃ-tica racional de limitación y de adaptación al cambio
climático.
Salir del modelo de desarrollo industrial
“Hoy dÃ-a parece más fácil imaginar la total destrucción de la Tierra que el fin del capitalismo―, afirmó un realizador de
Hollywood. Esto es justamente lo que la CCNUCC lleva a creer. Y sin embargo se trata solamente de una pequeña
minorÃ-a de la población mundial que es dependiente del carbono desde hace poco menos de 200 años, lo cual
equivale a una gota de agua en la historia de la humanidad. TodavÃ-a hoy, la mayor parte de las poblaciones del Sur
utiliza muy poca cantidad de carbono (una persona en Mozambique emite en promedio anual 0,1 tonelada de dióxido
de carbono, contra 20,6 toneladas de un estadounidense medio), a pesar de lo cual estas poblaciones son las primeras
vÃ-ctimas del cambio climático, de la violencia perpetrada para garantizar la extracción de energÃ-as fósiles (pensemos
en la guerra en Irak) y de las falsas soluciones que los intereses financieros promueven.
Aunque los paÃ-ses del Sur deban adaptar sus modelos de desarrollo a esta nueva situación de manera radical, está
claro que es en los paÃ-ses del Norte, responsables históricamente de más del 90% de las emisiones de carbono,
donde deben hacerse esencialmente los cambios. Por lo tanto, es urgente que actuemos, en nuestra propia casa, para
ir hacia una economÃ-a sin carbono.
El desafÃ-o parece enorme. Pero el futuro mismo de las sociedades humanas está en juego. Como contrapartida de la
máquina de destrucción instalada desde hace doscientos años por el sistema industrial y financiero, los campesinos y
las campesinas europeos han preservado y han cultivado un patrimonio cultural que permite reconstruir una sociedad
viable. Ya se están implementando en varios paÃ-ses dinámicas poderosas que tratan de relocalizar las producciones y
de desarrollar energÃ-as renovables descentralizadas, al servicio de los habitantes. Las “ciudades en transición― en Gran
Bretaña son un ejemplo de este movimiento. Pero no cabe ninguna duda de que los intereses financieros e industriales
no quieren ese cambio. Es asÃ- que al esfuerzo de reconstrucción económica y social, hay que agregar una lucha
radical contra las falsas soluciones que preconizan las multinacionales, y en especial, contra el comercio de carbono.
Varios movimientos sociales en el mundo entero han comenzado a organizarse para preparar la réplica ante la próxima
conferencia de la CCNUCC, en diciembre de 2009 en Copenhague. Esas movilizaciones serán un momento
fundamental para dar un giro en el equilibrio de fuerzas. Los campesinos y las campesinas tienen un papel importante
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que desempeñar denunciando la estafa que está en marcha y devolviendo la esperanza hacia la posibilidad de otras
vÃ-as.
02-02-2009
Fuente: Via Campesina
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