DICTAMEN ACERCA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD DE LA LEY Nº 5399.Autor: DR. JOSE ALEJANDRO SANCHEZ En el marco del requerimiento que se me formulara y, en razón de la imposibilidad material de estar presente en esta oportunidad, debido a compresos que me obligan a ausentarme de la provincia, elevo a ustedes, mi opinión acerca de la situación de del sub lite.Se plantea actualmente, con la insistencia que es propia de los debates sociales que circundan a la juridicidad, la cuestión relativa al nombramiento de los miembros del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia del Chaco.La controversia principal, radica, en este punto, en el procedimiento que la misma Constitución provincial delinea para conformar el Alto Cuerpo de Justicia.Rodea pues este debate el contorno del procedimiento que debe seguirse con el fin de integrar las vacantes producidas en el Superior Tribunal de Justicia, discusión habida pese a la literalidad diáfana del texto constitucional y empece la componedora voluntad creadora del constituyente que nos presta histórica interpretación de la norma suprema, que para el caso se presentan en idéntica paridad.No es del texto de los artículos 158 y 167 de la Constitución Provincial que extraen algunos respetables opinantes, la idea de un procedimiento distinto al que la norma establece, y que linealmente se inspira en un sistema de nombramientos fundado en previsiones de independencia, idoneidad y promoción de la carrera judicial con miras puestas en la excelencia del servicio de justicia, objetivos programáticos que la Constitución intenta alcanzar por medio de la actuación de un cuerpo con exclusivas facultades de examinar y proponer a todos los magistrados, que incluyen desde luego a los Ministros del Superior Tribunal de Justicia, esto es el Consejo de la Magistratura.-.Es entonces tajantemente indiscutible el artículo 167 de la Constitución provincial, cuando impone como función del Consejo de la Magistratura, efectuar la propuesta para los respectivos cargos vacantes en la magistratura, previo concurso de antecedentes y oposición.No hay en el diseño constitucional ni fue intención que exista en el constituyente, excepción alguna a la regla de que previo a toda propuesta del Consejo, debe necesariamente producirse un concurso de antecedentes y oposición, del que debe pues surgir acreditada la idoneidad del postulante, que es el fundamental requisito para cuyo análisis y determinación fue creado el órgano constitucional.El concurso es entonces un presupuesto de legalidad del nombramiento que posteriormente realice el Superior Tribunal o el Poder Ejecutivo en el caso de los ministros del Superior Tribunal, toda vez que se integra como fase formal del complejo integrado de pasos previsto por la Constitución para concluir en el emplazamiento del juez.No es menor por ello, la discusión puesta en el análisis de la adecuación constitucional de una ley reglamentaria de este concurso, en tanto que pende de ella nada menos que el abastecimiento de los recaudos constitucionales que condicionan la legitimidad consecuente que surgirá del juez designado.El concurso de antecedentes y oposición es entonces, una fase formal imprescindible que toda designación de un juez, superior o inferior, debe abastecer sin cavilaciones ni retaceos, como medio de integrarse en la legalidad constitucional que regula el supuesto.Huelga decir entonces que una norma como la Ley 5399, que pretendiendo reglamentar el concurso de designación de jueces, termina prescindiendo de él, aparece censurada con una manifiesta presunción de inconstitucionalidad.Es que no hay lugar a dudas en el texto constitucional en cuanto a que el concurso que se define como cauce previo de toda designación, se compone de dos sub-fases que son igualmente relevantes y por tanto imprescindibles: los antecedentes y la oposición.No hay para nuestra Constitución, concurso sin indagación de antecedentes y sin oportunidad de oposición ante el concursante, tal y como es de rigor y común para la designación de los jueces ordinarios, con los que en materia de propuesta del Consejo ninguna diferenciación hace la norma legal.El concurso debe entonces desdoblarse en estos dos requerimientos que componen diferentes exigencias y que aspiran a lograr diversos análisis ante el postulante.De nada basta pues que el postulante cargue infinitud de antecedentes o de elogios, y que no puedan estos ser luego confrontados con una detenida y cercana requisitoria de las cualidades personales del postulante, y de la funcionalidad de sus saberes, esto es del real ejercicio de lo que se ha arrogado saber o entender.Para producir un dictamen integral del postulante, tal y como lo hace necesario la complejidad de virtudes que el juez de una República debe congregar, se exige pues un examen integral, que en nada queda garantizado con la ley de marras, que es por el contrario un intento malversador y por tanto ilegal de la manda constitucional.Falta la oposición en el diagrama de la Ley Nº 5399, lo que equivale a decir que el legislador ha incurrido en una inconstitucionalidad por defecto u omisión, al instituir parcialmente una fase que se instituye doblemente y sin dubitaciones posibles en la norma constitucional.Para remediar entonces este defecto legal en que ha incurrido el legislador chaqueño al tiempo de intentar desplegar reglamentariamente el proceso de selección instituido por la Constitución, sólo puede apelarse a las vías procesales que el ordenamiento establece con el fin de impugnar la afectación de la Constitución: los procesos constitucionales.En efecto, la adecuación constitucional de una norma o de un acto, esto es el tránsito de un dispositivo normativo o de una conducta determinada por el test de constitucionalidad, pone en ejecución la máxima facultad y la primera obligación con que nuestro sistema jurídico carga a sus Jueces: el control de constitucionalidad.Para el caso que formulamos, el control de la constitucionalidad de la norma, se habrá de centrar en si constituye o no una pertinente, adecuada y razonable reglamentación del procedimiento fijado para la designación de los jueces, cuestión con respuesta negativa que desde ya adelantáramos ut supra.- Vueltos ahora a la cuestión de las vías procesales que procuren la invalidación de la norma, nos pronunciamos por la existencia y consideración de dos: la acción de amparo y la acción de inconstitucionalidad.En cualquiera de estas vías el objeto radica en la declaración de inconstitucionalidad de la reglamentación producida por la Ley 5933 del procedimiento de selección de magistrados previsto mayormente en los artículos 158 y 167 de la Carta Magna provincial.En cualquiera de los procesos queda además habilitada la promoción de la medida cautelar respectiva, que tienda a la inmediata suspensión de la aplicación actual de la ley, en el actual procedimiento de selección en curso.En ambos cabe además, la postura dogmática de la imprescriptibilidad de la inconstitucionalidad de una norma en atención a la naturaleza de orden público de los conflictos que suscita.Ninguna caducidad se nos pondrá oponer a la impugnación judicial de la constitucionalidad de una norma por más tiempo que haya estado vigente, en tanto que ningún tiempo transcurrido sanea el vicio de inconstitucionalidad.De tal manera, y tomando como basamento la interpretación acerca de la Acción de Inconstitucionalidad, también extensible a la acción de amparo, cuando lo que se cuestiona no es la constitucionalidad de una norma o acto fundada en una afectación de derechos patrimoniales, cabe concluir que la acción se torna imprescriptible, en coincidencia con lo dicho en cuanto a que no se puede subsanar vía temporis el vicio de inconstitucionalidad.Es el interés institucional el que ha invocado el legislador para eximir a la acción de un plazo al que quede amarrada su procedencia formal, y es precisamente tal interés el que acuña el planteo en relación al procedimiento que tachamos de inconstitucional.Se pronuncia en el mismo sentido Edgardo Rossi, que oportunamente enseña: “La Constitución no establece plazo para la promoción. La acción no prescribe mientras subsista vigente una ley inconstitucional. La inconstitucionalidad no desaparece por el paso de un plazo. El vencimiento de un plazo no le da validez. Si es inconstitucional sigue siendo pasible de demandar pertinente declaración” (Rossi Edgardo, La acción de inconstitucionalidad en la Provincia del Chaco, Edit. UNNE, 1997, pag. 61, las negrillas me pertenecen).La vigencia de la Constitución compromete al orden público legal, y ceden ante ella las defensas dilatorias que intentan impedir el auscultamiento de la verdadera legalidad de una norma.Es sólo un criterio de estratagema jurídica la que nos debería inclinar a optar por una u otra acción, ya que no hay en ellas reparos para encauzar eficazmente el planteo de inconstitucionalidad propiciado.El amparo habrá de brindarnos la elegía de su expedición, ganando en prontitud en una demanda que nos constriñe a poner a la celeridad como un objetivo a satisfacer.Por el contrario la acción de inconstitucionalidad entraña un trámite más lento, que importa diferir la resolución del caso sine die e incluso con cierta exposición a la politicidad que puede previsiblemente surgir de la litis a proponer.Por demás en ninguno de los casos será menester producir mayores pruebas, en tanto se trata de una materia de mera hermenéutica jurídica, que restará pues como cuestión de puro derecho.En cuanto a la legitimación pasiva, pese a que algunos podrían ver correcta la integración de una litis ampliada que incluya al Consejo de la Magistratura e incluso para algunos la propia Legislatura, creemos sin embargo que debe ceñirse al sujeto pasivo que jurídicamente debe responder por la legalidad de las normas, esto es que debe demandarse a la Provincia del Chaco, y acudir en consecuencia la Fiscalía de Estado a ejercer la defensa respectiva.La legitimación activa del Consejo Profesional de Abogados no podría cuestionarse mayormente, pese a la prevención que nos merece el criterio restrictivo que fue en varias oportunidades cartabón de la jurisprudencia del Superior Tribunal de la Provincia del Chaco, en causas que tuvieran a este y otras asociaciones gremiales como parte actora.Sin perjuicio de reconocer la superación dogmática de estas categorías, debemos fincar en un interés legítimo la situación jurídica que haría efectiva la intervención del Consejo de Abogados en una eventual litis semejante a la propiciada.Hay interés de parte en que se resuelva definitivamente por la inconstitucionalidad de un procedimiento que amén de servir para integrar el cuerpo de justicia del que los abogados nucleados en el Consejo somos auxiliares y agentes efectivos, deberá también atenderse que representa un actual obstáculo de desempeño funcional, por tanto tiene esta institución representación en el órgano mayormente involucrado en la ejecución de la norma tildada de inconstitucional, esto es el Consejo de la Magistratura.Por si todo ello fuera poco, en el caso de la Acción de Inconstitucionalidad, criterio que igualmente podría ser aplicable a la acción de amparo, debemos decir que por tratarse de una proceso con destino a conjurar el vicio de ilegalidad inconstitucional, la aptitud para proponerla activamente ante la jurisdicción queda ampliadamente extendida, en la medida en que el reconocimiento de estos procesos autónomos, tiende precisamente a crear un control de la legalidad constitucional que se proyecte a la propia legitimidad de la actuación del sistema democrático.Todos los ciudadanos tienen interés en la vigencia de la legalidad constitucional, y en este sentido se propician los mecanismos destinados a promover la intervención popular en las instancias de control del cumplimiento de la Constitución.En este sentido es que enseña Rossi que la acción de marras es de derecho público y acción popular (Edgardo Rossi, op. cit. pag. 63), lo que importa en definitiva a los fines de imponer una ampliación de la base legitimada para instarla ante la jurisdicción.La naturaleza de derecho público de la acción, contribuye a extender su procedencia a los casos en los que no se discute sobre relaciones de derecho privado, que son las que precisamente limitan la actuación judicial de los derechos que de ellas emergen, ciñéndolos a sus respectivos y particulares titulares.Que sea de derecho público se traduce en que genere un ámbito procesal de defensa de derechos públicos subjetivos, entre los que prioritariamente se incardina la vigencia de la legalidad constitucional.Dice bien Rossi que “en la acción de Derecho Público que estatuye la Constitución del Chaco, no se requiere el presupuesto del perjuicio particular. En efecto, la que tratamos es una acción de derecho público. La acción de inconstitucionalidad escapa del plano del derecho privado, del interés particular en la relación meramente procesal; no requiere afectación de un derecho subjetivo o patrimonial…Se funda en el interés general, está penetrada de la naturaleza del derecho público…” (Edgardo Rossi, op. cit. pag. 63, las negrillas me pertenecen).La Constitución y la Ley sólo hablan de “parte”, y en tal concepto caben las más diversas situaciones subjetivas frente al interés que se pretenda causa de una acción, por lo que entendemos estaría también satisfecha y abonada la legitimación activa para el presente planteo.- En renovada cita dice en coincidencia Rossi que “la acción de inconstitucionalidad puede ejercerla cualquier persona, con capacidad para actuar en justicia”.Sin embargo merece también particular atención, la cuestión que podría suscitarse en torno a la vigencia y constitucionalidad del procedimiento establecido para la designación de los magistrados inferiores (Ley 4485/98, que modifica el art. 1ero de la Ley 4318/96).En efecto, deberá considerarse que por medio de esta especial ley, se especifica un procedimiento que expresamente excluye de su tránsito, a la designación de los Jueces del Superior Tribunal de Justicia.En consecuencia resultaría lógico que se nos opusiera como defensa al transcurso de la acción propiciada, la convalidación que se habría producido por la ausencia de anteriores objeciones al régimen que ahora se intenta impugnar, y más todavía se nos podría invocar la siempre dispuesta defensa del sometimiento al régimen tildado postreramente de inconstitucional.La lógica del planteo radicaría pues en que habiendo esta Ley vigente y sin tacha alguna, ordenado un sistema de selección que excluía del concurso desdoblado en antecedentes y oposición a los Ministros del Superior Tribunal, la inexistencia de contemporáneas impugnaciones habría pues salvado la inconstitucional omisión de excluir a determinados jueces de un procedimiento que en verdad la Constitución impone en paridad para todos los magistrados.La exclusión de los jueces del Superior Tribunal producida en esta ley, y convalidada por el sometimiento voluntario a su régimen, valdría ante un planteo como el instado, como razonable defensa que habría de fundarse en la idéntica formulación causal de los objetos, en tanto que no consentimos ahora la exclusión de algunos jueces de un determinado procedimiento que decimos es el adecuado a la Constitución, aunque sin embargo sea cierto que lo hubiéramos permitido y consentido antes, al tiempo de no formular reparos a una ley que con diferente fin, resultaba en iguales consecuencias.No es menor el detalle apuntado, en tanto que de ser correcto tendría como consecuencia necesaria la derivada inconstitucionalidad de la ley que instituye este procedimiento que en la actualidad rige, fincada en una omisión, que precisamente consiste en excluir a determinados magistrados (los del Superior Tribunal) de un procedimiento que se extiende por imperio de la norma constitucional a todos ellos.Pero además otra derivación posible sería la lógica consecuencia de admitir que una ley bajo cuya vigencia se designaron dos jueces del Superior Tribunal, por ser inconstitucional extiende su naturaleza a sus efectos, dejando en una relevante precariedad jurídica las propias designaciones de estos jueces.Podría entonces llegar a plantearse, que las designaciones de estos Ministros del Superior Tribunal, fueran por lo dicho acusadas de padecer un vicio de ilegitimidad de origen, fincado en que se fundan en una conducta omisiva inconstitucional, radicada en la apuntada omisión que excluía a estos jueces del sometimiento al procedimiento que unívocamente establece la Constitución con el fin de producir con legalidad y legitimidad la designación de todos los magistrados del Poder Judicial del Chaco, hecha normativamente sin distinción de fuero o grado. Dicho resultado, traería, concomitantemente, la nulidad de todos los pronunciamientos en los que los mismos hayan intervenido, con la consiguiente inseguridad jurídica que tal situación acarrearía y que, lógicamente, coadyuvaríamos a producir.Sirvan estas breves y tal vez no autorizadas consideraciones, como aporte del debate que con hora improrrogable nos debemos los abogados del Chaco, en procura de la independencia del Poder Judicial, en defensa de la vigencia del orden constitucional, y por ello en ejercicio ejemplar de nuestra función de letrados.-