NEGOCIAR CON SENTIDO COMÚN Manuel González-Toruño Prof. colaborador del Área de Política de Empresa y Negociación del Instituto Internacional San Telmo [email protected] 10 claustro santelmo “Negociad siempre, y cuando la negociación se vuelva imposible... seguid negociando”. Con este consejo se despidió de sus colegas en 2007, por motivos de salud, José María Cuevas, Presidente de Honor de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales. Recientemente fallecido en noviembre de 2008, es reconocido como una de las piezas clave de la transición política española, habiendo ejercido durante veintitrés años como Presidente Ejecutivo y Presidente de Honor de la mencionada C.E.O.E. Este artículo no pretende profundizar sobre conceptos de negociación desde una perspectiva técnica, sino apoyarnos en algunas frases o pensamientos en torno a la negociación que quizás resulten útiles como elemento de reflexión. Negociar es una actividad común que, en mayor o menor medida, desarrollamos tanto en la vida profesional como en el ámbito personal. Asumimos que el lector tiene sus propias nociones sobre lo que es negociar, ya que negociamos desde pequeñitos y la principal escuela en este campo suele ser la experiencia. Cada uno se ha ido construyendo a lo largo de los años -de forma consciente o inconsciente- su propio esquema conceptual sobre qué es negociar y cómo debe actuar durante una negociación. ¿Deberíamos reconsiderar algunos aspectos sobre nuestra manera de negociar con el objetivo de enriquecerla? Con este propósito, señalaremos aquí algunas frases ilustres, a veces anónimas y otras de autor conocido, a las que añadiremos algunos comentarios. Por lo demás, esperamos que sea el lector quien saque sus propias conclusiones. Para empezar, ¿tiene realmente mucha importancia el hecho de que seamos o no buenos negociadores? En parte, dependerá de hasta qué punto pensemos que está en lo cierto Chester L. Karras cuando dice: “En la vida uno no consigue lo que merece. Consigue lo que negocia” ¡Caramba! Uno ya tenía la sensación de que la vida no siempre es justa. Pensar que la negociación pueda ser un elemento determinante en la recompensa que obtengamos por nuestros esfuerzos, anima a intentar mejorar en este campo. “La negociación es el arte de hacer que el otro se salga con la tuya.” Este es un viejo adagio sobre negociación, si bien algunos lo atribuyen a un diplomático francés del siglo XIX. Cuando uno negocia, lo hace porque espera satisfacer sus propios intereses como resultado de la negociación. Es todo un arte si, además de conseguirlo, dejamos a la otra parte con una agradable sensación de que nos ha llevado a su terreno y de que fue principalmente él quien obtuvo con creces lo que pretendía de aquella negociación. Terminaremos con una cita más profunda, que procede de uno de los grandes filósofos de la historia: Sócrates. Recordaremos de Sócrates entre otras cosas, su método pedagógico: la mayéutica. No pretendía imponer su conocimiento por la mera autoridad que le confería su papel de maestro, sino que, a través de numerosas preguntas que hacía y que el discípulo debía contestar, esperaba que él mismo llegara al convencimiento sobre distintos postulados. Por esta razón, pienso que Sócrates bien podría ser el Patrón de aquellas escuelas de negocio que utilizamos el método del caso como elemento principal de discusión y aprendizaje. Nuestro viejo filósofo nos aconseja sobre el arte de la persuasión: Este artículo no pretende profundizar sobre conceptos de negociación desde una perspectiva técnica, sino apoyarnos en algunas frases o pensamientos en torno a la negociación que quizás resulten útiles como elemento de reflexión. “El necio intenta convencerme con sus ideas. El sabio me convence con las mías.” Sócrates da aquí con una de las claves que distingue a un mal negociador de uno bueno. Recomiendo que toda persona que en el transcurso de una negociación encuentre puntos de vista muy distintos en la otra persona, se recuerde a sí mismo esta última frase y actúe en consecuencia. Intentaré ser más preciso en explicar por qué lo considero esencial: Uno de los errores más frecuentes en negociación consiste en que, llegados a un punto de vista encontrado al de la persona con la que interactúo, mi objetivo principal se convierte en convencerlo para imponer mi punto santelmo claustro 11 Jacques Louis David. La muerte de Sócrates. The Metropolitan Museum of Art. New York. USA. Uno de los errores más frecuentes en negociación consiste en que, llegados a un punto de vista encontrado al de la persona con la que interactúo, mi objetivo principal se convierte en convencerlo para imponer mi punto de vista sobre el suyo. de vista sobre el suyo. Supongamos, por ejemplo, que estoy defendiendo ante socios o ante otros miembros de mi empresa (ya sea un superior cuya aprobación necesito o un colega que debe participar en la toma de decisión) que deberíamos abordar un determinado proyecto por ser bueno y rentable para la empresa. Sin embargo, la otra persona que participa en esta decisión es más conservadora que nosotros, ve demasiados riesgos y no está dispuesta a apoyarlo. Ante esta oposición que deseamos superar, se nos ocurren dentro del ámbito de la negociación dos vías alternativas, que son muy distintas tanto en su esencia como en las posibilidades de tener éxito en el propósito buscado (descartamos una tercera vía, la de imponer por la fuerza nuestra decisión, ya que recordamos que la negociación es un proceso para encontrar un acuerdo que sea aceptado por las partes de forma voluntaria, lo que deja fuera de este campo el uso de la violencia o de la imposición). a. La primera de las vías es intentar persuadir al otro para convencerlo de que está equivocado. Argumentaremos cosas como que los riesgos, en realidad, no son tan grandes o son poco probables y que está asumiendo una actitud exageradamente conservadora. Sería el equivalente a la primera parte de la frase de Sócrates: el necio intenta convencerme con sus ideas. b. La otra, es aceptar la forma de pensar de esa persona y, en la medida de lo posible, asumirla. Lo que en realidad 12 claustro santelmo busco es el apoyo de éste para que apruebe el proyecto y se implique en él. Así pues, hemos de pensar alguna manera de incorporar al proyecto una modificación que realmente disminuya ese aspecto de riesgo que le preocupa. Adicionalmente, si su manera de ver la vida es con gran aversión al riesgo, destacaremos qué otros riesgos asume nuestra organización si desechamos el proyecto; quizás algunos clientes pueden quedar desatendidos y perderse, estamos dejando hueco a la competencia o, simplemente, podemos desilusionar a socios que desean que lo hagamos y que son claves para la marcha de la empresa. Así pues, en vez de negar la principal (el proyecto no tiene riesgos), hacer ver al otro que es precisamente un estricto análisis de los riesgos que implica tanto acometer el proyecto como no hacerlo, lo que quizás deba hacernos optar por llevarlo adelante. Esto sería mucho más acorde con el comentario de Sócrates: el sabio me convence con mis ideas. Es evidente que la empatía, esa capacidad para ponerse en la mente del otro y ver la realidad desde su óptica, es una virtud que mucho ayudará al negociador. Y no sólo en negociaciones internas, como la del ejemplo utilizado, sino en cualquiera de ellas. Siendo consecuente con la idea de la importancia de la empatía, la prudencia me aconseja finalizar ya este artículo para no fatigar al lector. Ojalá haya logrado despertarle alguna inquietud para investigar cómo podría mejorar en el arte de la negociación.