El Cristianismo y los Santos en la Historia de Austria Antigüedad El cristianismo llegó a Austria en el siglo II a través de soldados, comerciantes y funcionarios romanos. En distintos lugares se formaron comunidades cristianas. Se trataba de un tiempo marcado por las difíciles persecuciones contra los cristianos. El primer santo de Austria, del cual se tenga conocimiento, es San Florián (+ 4 de Mayo del 304). Era un alto funcionario romano el cual, a causa de su fe cristiana, fue despedido de sus cargos y exiliado a Sankt Pölten. Cuarenta cristianos conocidos por él fueron denunciados y él los quiso ayudar. Fue a Loriacum (Lorch), cerca de Linz, siendo allí arrestado y acusado. Fue torturado y ejecutado junto con sus 40 compañeros, ya que se negó a ofrecer sacrificios al César y a apostatar la fe en Cristo. Luego del Edicto de Milán del emperador Constantino en el año 313 comenzó una fuerte expansión del cristianismo sobre todo en las ciudades y la destrucción de los lugares de culto paganos. En estos años surgieron las primeras sedes episcopales en Aguntum (cerca de Lienz), Lauriacum (Lorch, cerca de Linz), Tuernia (o Tiburnia, cerca de Spittal an der Drau) y Virunum (cerca de Klagenfurt). El cristianismo se convirtió en la religión del estado en el año 394. Sin embargo, la fe fue aceptada por muchos de manera meramente externa. Apenas cien años después vino San Valentín de Recia (+475) a su diócesis como obispo y misionero: se trataba del territorio entre Passau, Sankt Gotthard, Ratisbona, Coira y Bresanona. Valentín se empeñó en cristianizar esta población, que si bien ya desde el tiempo de los romanos era cristiana, creían aún en las divinidades germánicas o se adherían al arrianismo. Valentín fue expulsado y ejerció luego como misionero errante y como superior de un monasterio en Mais cerca de Merano. Murió en el año 475 como eremita en el Cenobio de Mais. La situación en la parte oriental de Austria era distinta. Luego de la muerte de Atila, rey de los hunos, llega en el año 453 a esta zona San Severino (+482 en Favianis (Mautern), Baja Austria). Severino provenía de una familia noble italiana y sintió siempre la llamada a ser misionero en los confines del imperio romano. Allí la gente en ese entonces sufría mucho bajo las constantes confrontaciones bélicas. Severino anunciaba el Evangelio y exhortaba a la gente a una vida según el amor a Dios y al prójimo. A menudo se retiraba él mismo para rezar, viviendo de manera austera y ascética. No obstante, la gente lo buscaba constantemente para pedirle ayuda en las más diversas necesidades. Con este impulso por vivir totalmente para Dios y para los hombres, funda también monasterios, los cuales se dedicarían en primer lugar a ser centros de vida religiosa, pero que al mismo tiempo realizasen distintos servicios en favor del prójimo. Severino negociaba con príncipes enemigos, procuraba alimento y abrigo a los necesitados, y ayudaba a los romanos que huían de los germanos, a encontrar refugio. Murió en el año 482 en uno de los monasterios fundados por él. Edad Media En el año 488 los habitantes romanos abandonaron las provincias al norte de los Alpes por orden de Odoacro. Con el fin del dominio romano comenzaron las luchas entre los distintos pueblos bárbaros que invadieron el actual territorio austríaco: los longobardos por el norte, los ávaros desde el este, los bávaros desde el norte y el oeste, los eslavos desde el sudeste. También los magiares (húngaros) invadieron el territorio austríaco a partir del siglo X. Permanentemente ocurrieron deportaciones, evacuaciones y matanzas entre los pueblos. A pesar de todo esto, sobrevivieron las comunidades cristianas en algunos lugares, si bien las estructuras eclesiales (monasterios, diócesis) fueron totalmente destruidas. Con el tiempo, los bávaros fueron imponiendo su dominio desde el oeste. Fueron ellos lo que apoyaron y fomentaron el cristianismo. Bajo su gobierno llegaron monjes a Austria sobre todo desde Irlanda. Su obra fue marcada al inicio por el fracaso. San Columbano (+615) llegó a la Austria Occidental, cerca del lago de Constanza, junto con sus compañeros (entre ellos San Galo, +645), luego de haber fundado monasterios en Francia (el más significativo se encuentra en Luxeuil) y en la región del Rin. Allí encontró cristianos que todavía realizaban antiguos cultos a las deidades paganas. Los monjes destruyeron las estatuas de las divinidades no-cristianas, lo que los puso en contra de la población. Por esta razón fueron obligados a huir del lugar. San Amando de Maastricht (+676/684) tampoco tuvo éxito en su misión en Carintia y en Tirol. Luego de algunos siglos la misión comenzó a dar frutos. San Ruperto de Salzburgo (+716) recibe el encargo por parte del rey Teodón II de expandir el cristianismo. Así llegó el hasta Lorch, donde predicó y curó a muchos enfermos. Desde Lorch partió hacia el Oeste y descubrió los restos del asentamiento romano de Juvavum. Allí funda un monasterio por encargo del rey y con su apoyo financiero. Entorno a este monasterio se formó la ciudad de Salzburgo. Para apoyar la fundación mandó venir a doce monjes desde Worms, entre ellos a San Cunialdo y a San Gisilar (+ a mitad del siglo VIII), así como a su sobrina Santa Erentrudis (+718), para quien fundó en el año 713 el monasterio de benedictinas de Nonnberg. El transcurso del día de las monjas era muy estricto; se dedicaban a la oración, cuidaban enfermos, se preocupaban de los pobres e instruían a adultos y a niños. De modo similar, pero más hacia el occidente, trabajó San Pirminio (+750). Fundó monasterios, a quienes dio la regla de San Benito, los cuales se convirtieron rápidamente en centro de desarrollo cultural y económico. Estos monasterios vivieron bajo la regla fundamental del „Ora et Labora“. Origen y culmen de la vida monacal era la Gloria de Dios. Se debía dar al “opus Dei“, en la función religiosa y la oración comunitaria coral, una prioridad indiscutida. La oración coral era el alma de la vida religiosa. Luego de rezar los monjes podían ir a trabajar: plantar, talar, construir caminos, casas, puentes, fortalezas. Los monasterios desarrollaron una potente vida económica, proveyendo de este modo para sí mismos, para los habitantes (los cuales más y más se establecían en torno a ellos), para los pobres, para todos. La agricultura, la industria y el comercio revivieron gracias a la red de monasterios benedictinos. Ellos fueron al mismo tiempo centros de vida social, instruyendo con el propio ejemplo. La igualdad entre latinos y germanos, que se concretizaba en la comunidad monástica, era una exhortación para los pueblos. Los monasterios fueron también centros de vida cultural. Tenían siempre una biblioteca, una escuela, hospitales, hospicios y asilos. La sociedad europea, la cual surgía en estos siglos, le agradece muchísimo a la efectiva y constante obra benedictina. Muchas fundaciones de monasterios e iglesias al este del actual territorio austríaco tuvieron lugar entre los siglos VIII y IX, como el monasterio de San Hipólito en Sankt Pölten (Baja Austria) y la Iglesia de San Ruperto en Viena en el año 740. En el año 976 Leopoldo I, de la dinastía de los Babenberger, recibió de parte del emperador romanogermánico Otón II la denominada „Marca del Este“. Aparece así por primera vez el nombre „Ostarrichi“, del cual proviene el actual nombre „Österreich“(Austria en alemán). La necesidad de reformas se hizo explícita tras irregularidades en la iglesia (a partir del año 1030 comenzó la reforma de Gorz, la cual fomentó una renovación interna y una observación más estricta de la regla benedictina; a partir de 1120 comenzó una reforma de Hirsau, la cual, siguiendo el ejemplo de Cluny, combatió la idea de iglesia particular y acentuó la celebración litúrgica). En esta época tuvo lugar también el conflicto entre el emperador y el Papa sobre el derecho de nombramiento de cargos eclesiásticos (la Querella de las Investiduras). Dios suscitó también en Austria distintos santos, que propagaron la reforma interna de iglesias y monasterios y defendieron la unidad con el Papa. Monjes, obispos y eremitas, por ejemplo: san Wolfgang (+995), San Telmo (+1101), Santa Gema (+1045), San Adalberto (+1090), San Bertoldo (+1142). Ellos fundaron monasterios y fueron expulsados a causa de su fidelidad al Papa por muchos años. San Leopoldo fue también esencial (+15 de noviembre de 1136 en Klosterneuburg). En 1095 se convierte en Marqués de la Marcha Orientalis (Österreich). En 1105 estuvo de lado del Papa en la decisiva batalla por la Querella de las Investiduras. Además fundó monasterios en Klosterneuburg (Canónigos Agustinos), en Heiligenkreuz (Cistercienses) y en Kleine Mariazell (Benedictinos). Con su mujer Inés tuvo dieciséis hijos. Fue llamado Leopoldo el Pío e inmediatamente después de su muerte su tumba se convirtió en lugar de peregrinación. La Iglesia, al no ser perseguida, fue ganando – también fuera de Austria – cada vez más poder, influencia y bienes. La Iglesia se enriqueció mucho y muchas irregularidades se expandieron. Por esto aparecieron en Francia los movimientos revolucionarios de los cátaros y los valdenses, que exigían cambios con violencia. A partir de la segunda mitad del siglo XIII se sintió la influencia de los valdenses también en Austria. Dios ayudó a su Iglesia suscitando a San Francisco de Asís y a Santo Domingo de Guzmán, queriendo renovarla a través de su obra. En 1217 llegó a Carintia San Jacinto de Polonia (+1257) y fundó en Friesach el primer monasterio dominico en Austria. Los franciscanos llegan a Viena en 1230. En un principio esta orden fue combatida por algunos obispos, ya que no se sometían a su jurisdicción. También la cuestión sobre el dinero y la autoridad eclesial aparece en esta época en Salzburgo. Santa Hilda (+1284), abadesa del monasterio de Nonnberg, fue acusada por el capítulo de la catedral, a causa de un conflicto de bienes. Acudió al Papa Gregorio X, quien le dio la razón. El Arzobispo Federico II no quiso reconocer esta decisión y aseguró al monasterio el derecho de libre elección de la abadesa y de poder celebrar liturgias a puertas cerradas durante un interdicto. Luego de la muerte del último de los Babenberger, Federico II, ocurrieron en el año 1246 luchas para tomar el poder de Austria, de las cuales resultaron victoriosos los Habsburgo en el año 1278. San Juan Capistrano (+1456) vino a Austria al inicio del siglo XV. Fundó numerosos monasterios franciscanos y erigió en 1451 una provincia franciscana para Austria. Sus prédicas movían a la gente. Reunió en Viena y en Hungría un ejército contra la amenaza de los turcos, los cuales habían conquistado Constantinopla en 1453 y ya se encontraban de avanzada en los Balcanes. En 1456 fueron vencidos en Belgrado. A pesar de la renovación proveniente de franciscanos y dominicos, muchos problemas en la Iglesia siguieron existiendo. Cada vez más fueron los que en muchos países de Europa convocaban una profunda reforma de la Iglesia. Diversos concilios tocaron este tema (Concilio de Pisa 1409, Concilio de Constanza 1414-1418, Concilio de Ferrara-Florencia 1438-1442, Quinto Concilio de Letrán 15121517), las reformas se quedaron no obstante sobre el papel. La Iglesia recorrió un camino de “oportunidades perdidas”. En el mismo año en el que se concluyó el Quinto Concilio Lateranense (1517), Martín Lutero publicó el 31 de octubre sus noventa y cinco tesis. Edad Moderna El deseo de renovación era tan grande, que en poco tiempo muchos se convirtieron en protestantes. En el año 1545 se inició el necesitado Concilio de Trento. Lamentablemente el Concilio de Trento (15451563), en el cual estuvieron presentes los enviados protestantes alemanes sólo por poco tiempo, no pudo cerrar el quiebre que se abrió al interior del cristianismo. La división ya existía. La renovación católica se opuso a la reforma protestante. Trento fue un acto de autorreflexión y de auto renovación. Los jesuitas y los capuchinos se empeñaron especialmente en aplicar la renovación surgida del Concilio de Trento a través de la llamada Contrarreforma. El santo más significativo para Austria en relación a la Contrarreforma fue San Pedro Canisio (+1597). Fue uno de los primeros jesuitas que fueron llamados a Viena, para poder adelantar la Contrarreforma en la casi totalmente protestante ciudad de los Habsburgo. Rechazó la oferta de convertirse en obispo. Trabajó como predicador y compuso tres catecismos para distintas edades. Otro santo que hizo mucho por Austria en aquel tiempo fue San Lorenzo de Brindis (+1619). Fue capuchino y fundó claustros en Innsbruck (1593), en Salzburgo (1596) y en Viena (1600). El Beato Tomás de Olera (+1631) entró en la orden capuchina en 1580, pasó 30 años como mendigo y portero en distintos monasterios italianos, luego vino a Austria. Fue un maestro espiritual para la gente sencilla y un consejero para obispos y señores. Su obra le otorgó el apodo de “Santo Hermano del Tirol”. Su tumba se encuentra en la iglesia de los capuchinos de Innsbruck. Otro capuchino significativo para Austria fue el Beato Marcos de Aviano (+1699). Fue uno de los más importantes predicadores populares del siglo XVII y consejero del emperador Leopoldo I. En 1638 jugó un importante rol en el Sitio de Viena. En el siglo XVII la mayoría de la población austríaca era de nuevo católica. Una nueva sensibilidad llegó a la gente, la que se expresaba en la cultura barroca (iglesias, teatro, liturgia, piedad popular). Se utilizaron increíbles cantidades de dinero para demostrar, a través de palacios, iglesias y otras construcciones, que el poderío de los Habsburgo – nobleza e Iglesia- provenía de Dios. La ilustración y el absolutismo en el siglo XVIII llevaron a un poder cada vez más grande del estado sobre la Iglesia. El Josefinismo (1765-1790) – proveniente de José II, el hijo de María Teresa- es la forma típica de Iglesia Estatal. En este tiempo era muy característico someter todo bajo la razón (racionalismo) y la utilidad (utilitarismo). Así fue como José II disolvió muchas órdenes, en caso que fueran puramente contemplativas, ya que no veía ningún provecho en ellas. Sólo aquellos conventos que tuviesen alguna tarea social podían permanecer. La Iglesia fue controlada por el estado, los sacerdotes eran manejados como funcionarios estatales. Todo esto tiene abundantes consecuencias para la Iglesia de Austria hasta hoy en día. En 1808 Napoleón echó de Polonia a los Redentoristas. Por esta razón llegó a Viena desde Varsovia San Clemente María Hofbauer (+1820). Dado que fue obstaculizado en su labor por la ilustración y la Iglesia Estatal, salió en ayuda especialmente de las clases más bajas de la población y emprendió nuevos caminos de pastoral. El hecho de que los sacerdotes recibieran un ingreso fijo de parte del estado, conllevó a que descuidasen sus labores pastorales. Clemente sufrió mucho por la situación de la Iglesia de Viena. En una de sus cartas escribe: “Veo que la situación del cristianismo empeora, porque, por una parte disminuye el número de trabajadores apostólicos, y por otra, son los mismos trabajadores los que se convierten en destructores del rebaño de Cristo.” “Los obispos ya no tienen más poder sobre todo esto. Si sólo los impuestos son pagados por los ciudadanos, todo lo demás es soportado. ¿Qué hay que hacer en una situación tal? Allí donde el pastor está obstaculizado de detener el asalto del lobo en el redil, es labor de los perros (los predicadores), por lo menos con ladridos, despertar a las ovejas y espantar a los lobos.” En el siglo XIX el liberalismo (el liberalismo constitucional, el liberalismo económico y la teología liberal) y el nacionalismo comenzaron a tener cada vez más influencia sobre cada una de las naciones europeas, entre ellas Austria. “El liberalismo en la religión es la doctrina que enseña que cada confesión es igualmente buena... que todo tiene que ser tolerado, pero que al mismo tiempo afirma que todo es mera opinión. La religión revelada no es (según la opinión de los liberales) una verdad, sino que un sentimiento y una cuestión de gustos, de ningún modo un hecho objetivo y sobrenatural... La religión es un lujo privado que se da una persona según sus preferencias, por el cual obviamente tiene que pagar, el cual no puede imponer a nadie, ni tampoco molestar a nadie.” (Beato John Henry Newman) Este afán por una autodefinición liberal en la fe se encontró también en la actitud frente a la autoridad política. En el correr de este siglo fue fortaleciéndose también el nacionalismo en cada uno de los territorios de la doble monarquía austro-húngara. Por un lado hubo grandes transformaciones económicas, tecnológicas, sociales, políticas, culturales e intelectuales, como no las hubo en ningún período de la historia austríaca, pero por otra parte hubo muchas luchas étnicas, represiones sociales y políticas, un sistema de gobierno autoritario y racismo. Esta época fue especialmente marcada por la injusticia social (1891 Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII). El Beato Ladislao Batthyány-Strattmann (+1931 en Viena), noble húngaro, vivió con su familia en el lago Kitt, cerca de la frontera austríaco-húngara. En 1898 se casó con María Teresa, condesa de Coreth en Coredo y Starkenberg, con quien tuvo trece hijos. Fundó un hospital en el lago Kitt, en el cual trabajó como médico práctico, cirujano y oculista. Allí llegó a tratar hasta cien pacientes por día. No exigía honorario a los pobres, sino que les daba dinero a ellos. Apoyó el hospital con sus propios ingresos, no aceptaba la paga de pacientes ricos, sino que les sugería en cambio una limosna para los pobres. Más tarde fundó un segundo hospital en Körmed. Los conflictos políticos con Serbia aumentaron cada vez más, por lo cual muchos se declaraban a favor de la guerra. Luego del atentado al sucesor del trono, el archiduque Francisco Fernando, el 28 de junio de 1914 en Sarajevo se desató definitivamente la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la cual fue la más horrible que la humanidad haya vivido hasta esa fecha. El Beato Carlos I de Austria fue el último de los emperadores de la monarquía. La Congregación para los Santos confirmó en 1963, que Carlos I fue un ejemplar cristiano, esposo, padre de familia y monarca, que vivió de forma virtuosa y que siempre se orientó a la doctrina social de la Iglesia. Fue el único de los políticos involucrados en la guerra, que intentó terminar con ella, siguiendo la llamada de paz del Papa Benedicto XV. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II en 2004. En el tiempo que siguió a la Primera Guerra Mundial Austria se sumió en crisis económica como consecuencia de ella (reparaciones, pérdida de territorios,…). Hubo una hiperinflación: si en 1914 uno podía comprar con 10.000 coronas un conjunto de casas, en 1929 apenas alcanzaba con eso para una hogaza de pan). Todo esto condujo a la Gran Depresión Económica Mundial de 1929, la cual preparó el terreno para el régimen Nazi bajo Adolf Hitler. Los viejos grandes ideales germánicos ganaron cada vez más peso en la población. Muchos hombres pusieron su esperanza en un futuro económico mejor, a través de la tal anhelada Anexión Alemania-Austria, la cual se había ya aprobado de manera provisoria en el parlamento. En 1938 se anexó Austria al Tercer Reich. Los opositores al régimen fueron arrestados y asesinados desde el primer momento. La guerra y la ideología nacional-socialista causaron 380.000 víctimas en Austria (247.000 en el ejército, 65.000 judíos, 16.000 víctimas no-judías en campos de concentración, 35.000 civiles). 140.000 judíos austriacos pudieron huir o fueron expulsados. En Austria se erigió el campo de concentración de Mauthausen/Gusen en la cercanías de Linz, al cual se le fueron anexando con el correr del tiempo una red de “sucursales” (Loibl, Klagenfurt, Ebensee,…). Sólo en Mauthausen fueron ejecutadas unas 100.000 personas. Los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI beatificaron a opositores del Nacional-Socialismo: Otto Neururer (Párroco en Götzens, +1940 en el campo de concentración Buchenwald), Restituta Kafka (Franciscana, +1943 en Mödling, Viena), Jakob Gapp (Marista, +1943 en Berlín) y Franz Jägerstätter (Padre de familia, + 1943 en Berlín). Desde el fin de la guerra en 1945 Austria es una República, desde 1995 es parte de la Unión Europea.