DOC003-Bioética.pdf

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República Bolivariana de Venezuela
Instituto Bíblico Teológico
“Dios Es Amor”
Inscrito en el Ministerio del Poder Popular Para Relaciones Interiores y
Justicia. Dirección General de Seguridad Jurídica e Instituciones Religiosas
Bajo el Nro. 7.755. Rif.: J- 30950119-4
Facultad de Altos Estudios Bíblicos Teológicos
Cátedra de Doctorado
U|É°à|vt
DOC003- BIOÉTICA
Nombre y Apellido: __________________________ Telf.:___________________
CONTENIDO
•
1 Definición y dominios
•
2 Principios fundamentales de la bioética
o
2.1 Principio de autonomía
o
2.2 Principio de beneficencia
o
2.3 Principio de no maleficencia (Primum non nocere)
o
2.4 Principio de justicia
•
3 Ámbitos de la bioética
•
4 Principales regulaciones y documentos
•
5 Bioeticistas destacados
•
6 Notas y referencias
•
7 Bibliografía
o
7.1 Bioética en general
o
7.2 Bioética aplicada
7.2.1 Aborto
7.2.2 Comités de ética
7.2.3 Derecho y legislación
7.2.4 Eutanasia
7.2.5 Genética
7.2.6 Investigación
7.2.7 Medio ambiente y animales
7.2.8 Relación médico-paciente
7.2.9 Tecnociencias
7.2.10 Compilaciones de diferentes temas
7.2.11 Fundamentación de la bioética
BIOÉTICA
La bioética es la rama de la ética que se dedica a proveer los principios de conducta humana de
la vida; la ética está aplicada a la vida humana y no humana (animal).
En un sentido más amplio, sin embargo, la bioética no se limita al ámbito médico, sino que
incluye todos los problemas éticos que tienen que ver con la vida en general, extendiendo de
esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los
animales.
La bioética es una disciplina relativamente nueva, y el origen del término corresponde al pastor
protestante, teólogo, filósofo y educador alemán Fritz Jahr, quien en 1927 usó el término BioEthik en un artículo sobre la relación ética del ser humano con las plantas y los animales.1 Más
adelante, en 1970, el oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter utilizó el término bioethics en un artículo sobre "la ciencia de la supervivencia".
Definición y dominios
La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las relaciones entre
biología, nutrición, medicina, política, derecho, filosofía, sociología, antropología, teología, etc.
Existe un desacuerdo acerca del dominio apropiado para la aplicación de la ética en temas
biológicos. Algunos bioéticos tienden a reducir el ámbito de la ética a lo relacionado con los
tratamientos médicos o con la innovación tecnológica. Otros, sin embargo, opinan que la ética
debe incluir lo relativo a todas las acciones que puedan ayudar o dañar organismos capaces de
sentir miedo y dolor.
El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es el respeto al ser humano, a sus
derechos inalienables, a su bien verdadero e integral: la dignidad de la persona.
Por la íntima relación que existe entre la bioética y la antropología, la visión que de ésta se
tenga condiciona y fundamenta la solución ética de cada intervención técnica sobre el ser
humano.
La bioética es con frecuencia material de discusión política, lo que genera crudos
enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso tecnológico en forma incondicionada
y aquellos que consideran que la tecnología no es un fin en sí, sino que debe estar al servicio de
las personas.
Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial,
cuando el mundo se escandalizó con el descubrimiento de los experimentos médicos llevados a
cabo por los facultativos del régimen hitleriano sobre los prisioneros en los campos de
concentración. Esta situación, a la que se suma el dilema planteado por el invento de la fístula
para diálisis renal de Scribner (Seattle, 1960), las prácticas del Hospital Judío de Enfermedades
Crónicas (Brooklyn, 1963) o la Escuela de Willowbrook (Nueva York, 1963), van configurando un
panorama donde se hace necesaria la regulación, o al menos, la declaración de principios a
favor de las víctimas de estos experimentos. Ello determina la publicación de diversas
declaraciones y documentos bioéticos a nivel mundial.
Principios fundamentales de la bioética
En 1979, los bioeticistas T. L. Beauchamp y J. F. Childress,5 definieron los cuatro principios de la
bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia. En un primer momento definieron
que estos principios son prima facie, esto es, que vinculan siempre que no colisionen entre
ellos, en cuyo caso habrá que dar prioridad a uno u otro, dependiendo del caso. Sin embargo, en
2003 Beauchamp6 considera que los principios deben ser especificados para aplicarlos a los
análisis de los casos concretos, o sea, deben ser discutidos y determinados por el caso concreto
a nivel casuístico.
Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:
Principio de autonomía
La autonomía expresa la capacidad para darse normas a uno mismo sin influencia de presiones
externas o internas. El principio de autonomía tiene un carácter imperativo y debe respetarse
como norma, excepto cuando se dan situaciones en que las personas puedan ser no autónomas
o presenten una autonomía disminuida ( personas en estado vegetativo o con daño cerebral,
etc.), en cuyo caso será necesario justificar por qué no existe autonomía o por qué ésta se
encuentra disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento informado es la máxima
expresión de este principio de autonomía, constituyendo un derecho del paciente y un deber
del médico, pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales desde el punto de
vista ético y suponen que el objetivo del médico es respetar esta autonomía porque se trata de
la salud del paciente.
Principio de beneficencia
Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo
prejuicios. En medicina, promueve el mejor interés del paciente pero sin tener en cuenta la
opinión de éste. Supone que el médico posee una formación y conocimientos de los que el
paciente carece, por lo que aquél sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente para éste. Es
decir "todo para el paciente pero sin contar con él".
Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del paciente, primer
involucrado y afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su falta de
conocimientos médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de médicos y de pacientes
pueden discrepar respecto a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil defender la
primacía de este principio, pues si se toman decisiones médicas desde éste, se dejan de lado
otros principios válidos como la autonomía o la justicia.
Principio de no maleficencia (Primum non nocere)
Abstenerse intencionadamente de realizar acciones que puedan causar daño o perjudicar a
otros. Es un imperativo ético válido para todos, no sólo en el ámbito biomédico sino en todos
los sectores de la vida humana. En medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una
interpretación adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien.
Entonces, de lo que se trata es de no perjudicar innecesariamente a otros. El análisis de este
principio va de la mano con el de beneficencia, para que prevalezca el beneficio sobre el
perjuicio.
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener una formación
teórica y práctica rigurosa y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio
profesional, investigar sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los
ya existentes con objeto de que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes; avanzar en
el tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y, con ello, la multiplicación de
procedimientos y/o tratamientos innecesarios.
Principio de justicia
Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las situaciones de
desigualdad (ideológica, social, cultural, económica, etc.). En nuestra sociedad, aunque en el
ámbito sanitario la igualdad entre todos los hombres es sólo una aspiración, se pretende que
todos sean menos desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales y
desigual a los desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad.
El principio de justicia puede desdoblarse en dos: un principio formal (tratar igual a los iguales y
desigual a los desiguales) y un principio material (determinar las características relevantes para
la distribución de los recursos sanitarios: necesidades personales, mérito, capacidad económica,
esfuerzo personal, etc.).
Las políticas públicas se diseñan de acuerdo con ciertos principios materiales de justicia. En
España, por ejemplo, la asistencia sanitaria es teóricamente universal y gratuita y está, por
tanto, basada en el principio de la necesidad. En cambio, en Estados Unidos la mayor parte de la
asistencia sanitaria de la población está basada en los seguros individuales contratados con
compañías privadas de asistencia médica.
Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué igualdades o
desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el tratamiento que se va a dar a cada
uno. El enfermo espera que el médico haga todo lo posible en beneficio de su salud. Pero
también debe saber que las actuaciones médicas están limitadas por una situación impuesta al
médico, como intereses legítimos de terceros.
La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y de
autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de
recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. En cambio, la
política sanitaria se basa en el principio de justicia, y será tanto más justa en cuanto que consiga
una mayor igualdad de oportunidades para compensar las desigualdades.cual es el principio de
justicia
Ámbitos de la bioética
•
Problemas éticos derivados de las profesiones sanitarias: transfusiones de sangre,
eutanasia, trasplantes de órganos, reproducción asistida o mediante fertilización in vitro,
aborto, todos los asuntos implicados en la relación médico-paciente.
•
Problemas de la investigación científica, en particular la investigación biomédica, que
tanto pueden transformar al hombre: manipulación genética, tecnologías reproductivas
como la clonación, etc.
•
Los problemas ecológicos, del medio ambiente y la biosfera: necesidad de conservación
del medio ambiente, como mantener el equilibrio entre las especies y el respeto hacia
los animales y la naturaleza, impedir el uso de energía nuclear, controlar el crecimiento
de la población mundial y el incremento del hambre en los países pobres, etc.
•
Influencia social y política de las cuestiones anteriores, en cuanto a legislación,
educación, políticas sanitarias, religión, etc.
•
Aborto inducido
•
Ética medio ambiental
•
Calidad de vida y sanidad
•
Genética
•
Clonación humana
•
Ingeniería genética
•
Ciencia y estatuto epistemológico
•
Ingeniería genética humana
•
Circuncisión
•
Inseminación artificial
•
Concepto de funcionalidad conductual
•
Investigación con células madre
•
Criónica
•
Investigación y ensayos clínicos
•
Derechos de los animales
•
Métodos anticonceptivos
•
Desarrollo sostenible
•
Nanotecnologías
•
Donación de órganos
•
Quimera
•
Drogas
•
Reprogenética
•
Eutanasia
•
Reproducción asistida
¿Qué es la bioética y cuáles son sus contenidos? ¿Es lo mismo “bioética” y “ética médica”? En
un antiguo editorial, ACEB respondía a estos interrogantes. En estas líneas respondemos de
nuevo a la cuestión.
Delimitando el concepto
El término “bioética” fue utilizado por primera vez por V. R. Potter hace poco más de treinta
años (Potter, 1970). Con este término aludía Potter a los problemas que el inaudito desarrollo
de la tecnología plantea a un mundo en plena crisis de valores. Urgía así a superar la actual
ruptura entre la Ciencia y la Tecnología de una parte y las Humanidades de otra. Ésta fisura
hunde sus raíces en la asimetría existente entre el enorme desarrollo tecnológico actual que
otorga al hombre el poder de manipular la intimidad del ser humano y alterar el medio, y la
ausencia de un aumento correlativo en su sentido de responsabilidad por el que habría de
obligarse a sí mismo a orientar este nuevo poder en beneficio del propio hombre y de su
entorno natural.
La bioética surge por tanto como un intento de establecer un puente entre ciencia experimental
y humanidades (Potter, 1971) . De ella se espera una formulación de principios que permita
afrontar con responsabilidad –también a nivel global- las posibilidades enormes, impensables
hace solo unos años, que hoy nos ofrece la tecnología.
Bioética y ética médica
¿Acaso esta nueva disciplina viene a sustituir a la ética médica, disciplina que hasta hace poco
ha venido guiando al profesional de la salud? En absoluto. Por el contrario, la ética médica
permanece como matriz rectora y a la vez parte principal de la bioética. Así se deduce de la
definición de bioética de la “Encyclopaedia of Bioethics”: estudio sistemático de la conducta
humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, analizada a la luz de los valores y
principios morales" (Reich, 1978).
La ética médica no es sólo una parte de la bioética, sino que goza además de especial relevancia
en el conjunto de la nueva disciplina. Por la riqueza de su tradición científica y humana - ausente
en el resto de la bioética- posee un especial valor que no puede ser ignorado. La pretensión
ilusoria de construir una “ética nueva” que habría de romper con la ética tradicional no sólo
carece de fundamento sino que deja traslucir una notable ignorancia. Ciertamente la bioética –
y con ella la ética médica- afronta hoy problemas nuevos, pero cuenta con los mismos medios
de siempre para resolverlos: el uso juicioso de la razón y la luz de los valores y principios
coherentes con la específica forma de ser del hombre. No puede ser de otra forma.
Por el contrario, sí resulta nuevo el talante dialogante, tolerante y respetuoso que preside el
ejercicio bioético. Así lo exige la diversidad cultural e ideológica del mundo actual. Sin embargo,
ser tolerante no significa rebajar las exigencias de la realidad, ni el reconocimiento de sus
auténticas implicaciones éticas. Traduce en cambio la conciencia de que sólo una actitud de
diálogo abierto y honesto, respetuoso con la legítima libertad de las conciencias, puede
permitirnos avanzar juntos hacia el reconocimiento de los valores y principios auténticos.
Formación en bioética
Los motivos que empujan a perfeccionar la preparación personal son múltiples. Muchos
profesionales sanitarios desean encontrar una solución adecuada a los frecuentes dilemas
éticos que se plantean en la práctica clínica. Estos dilemas se plantean también a otros niveles:
en los comités de bioética, en la docencia de pre o postgrado en ciencias de la salud o en
disciplinas como el derecho, la política, la gestión, periodismo sanitario, etc., o en el contexto de
trabajos de investigación con seres humanos. Por otro lado es cada vez mayor el número de los
que sienten la urgencia de afrontar con eficacia los problemas bioéticos y desean colaborar en
su resolución. Se plantea así por una u otra vía la necesidad de adquirir una formación bioética
sólida, a nivel de un postgrado universitario.
Se comprende que sólo una formación pluridisciplinar a la vez teórica y práctica permitirá
adentrarse en esta disciplina si se quiere evitar la frivolidad de confundir el diálogo bioético con
un mercado de opiniones livianas. Es éste un punto importante y si en algunos ambientes la
bioética no ha conseguido la reputación y autoridad que merece se debe quizás a la falta de
preparación y de prestigio de quienes indebidamente se constituyen en "expertos" y maestros
de bioética.
Por la importancia de sus fines, es necesario que quien pretenda formarse opiniones sólidas es
este campo profundice en el conocimiento del ser humano y de los dilemas científicos y
tecnológicos actuales, especialmente en los propios de la medicina asistencial y de la
investigación clínica y biológica.
Esta preparación deberá ser exigente y continua y habrá de atender a aspectos tanto teóricos
(ética, antropología, historia del desarrollo tecnológico, filosofía de la ciencia) como prácticos
(pensamiento crítico [1], adquisición del hábito de la honestidad intelectual [2] y la capacidad de
comunicación y diálogo, incluyendo el aprendizaje de algún idioma y cierta familiaridad con los
medios informáticos de comunicación virtual).
La bioética nace además con pretensiones de globalidad. Desea ayudar a resolver un conflicto
que existe dentro de cualquier cultura moderna: el conflicto entre las posibilidades que ofrece
el desarrollo tecnológico y las exigencias de una vida auténticamente humana. Aunque el
problema es universal, los actores se mueven en diversos entornos culturales. Por ello, se
requiere de los protagonistas de la bioética que se hallen abiertos al diálogo intercultural con el
fin de fijar valores y principios de actuación universalmente válidos. Para ello resulta de gran
utilidad el poder acceder a los recursos de internet (disponibles en buena parte en inglés), así
como la posibilidad de utilizar el correo electrónico.
División de la bioética
Podemos dividir la bioética en una parte general o fundamental y una parte especial o aplicada.
La bioética general se ocupa de los fundamentos éticos, de los valores y principios que deben
dirigir el juicio ético y de las fuentes documentales de la bioética (códigos médicos, derecho
nacional e internacional, normas deontológicas y otras fuentes que enriquecen e iluminan la
discusión, como las biográficas, literarias o religiosas). La bioética especial se ocupa de dilemas
específicos, tanto del terreno médico y biomédico como referentes al ámbito político y social:
modelos de asistencia sanitaria y distribución de recursos, la relación entre el profesional de la
salud y el enfermo, prácticas de medicina prenatal, el aborto, la ingeniería genética, eugenesia,
eutanasia, trasplantes, experimentos con seres humanos, etc.
Es claro que el enfoque que se dé a la fundamentación (bioética general) condicionará las
posibles soluciones que se ofrezcan a los dilemas (bioética especial). Así ocurre con el rechazo
de la eutanasia en un modelo bioético basado en la búsqueda de la verdad sobre el hombre y en
el reconocimiento y respeto de su especial dignidad, o por el contrario la entusiasta aceptación
de la eutanasia en los modelos relativistas basados en la autonomía absoluta de la libertad
individual.
En ocasiones se habla de bioética clínica o toma de decisiones. En ella se examinan dilemas
nacidos en el ejercicio asistencial de la medicina, analizándose los valores éticos en juego y los
medios concretos disponibles para resolver el conflicto de la mejor manera. Si bien el caso
particular presenta matices a considerar y priorizar, la conducta no debería entrar en
contradicción con los valores utilizados en la bioética en general.
1. Bioetica: surgimiento y desarrollo
En 1970, el oncólogo norteamericano V.R.Potter, estableció por vez primera el término bioética
con la intención de dar a entender una forma de acción para la sobrevida y, simultáneamente
para un mejor vivir en un medio natural desarrollado gracias al progreso. Como es de suponer,
este término ha sido objeto de múltiples definiciones de entonces acá, existiendo en la
actualidad múltiples controversias acerca de una cabal significación del mismo.
En el contexto de las ciencias biológicas, la bioética resulta muy similar al cuestionamiento
moral que surgió después de la segunda guerra mundial ante la perspectiva de las potentes y
terribles armas nucleares, capaces de destruir la humanidad, en cuanto a los límites que la
sociedad debía, en definitiva imponer al desarrollo de la ciencia en su proyección tecnológica.
Así mismo, el interés en este campo se ha intensificado considerablemente desde que se
descifro el código genético humano y se plantearon nuevas posibilidades y surgieron nuevas
perspectivas de manipulación científica de la naturaleza. Dentro del vasto campo de la bioética
caben cuestiones tan diversas como la liberación en el medio ambiente de compuestos basados
en la tecnología del ADN recombinante, las ciencias biomédicas y la guerra, las investigaciones
sobre y con niños, la ética sexual, el suicidio, la política del control obligatorio de la natalidad y
la deshumanización e institucionalización de la atención.
La Bioética no se la debe limitar solamente al ejercicio de la medicina, de su práctica en el
contexto más amplio, sino ésta debe pretender encontrar todas aquellas vías que expliquen la
relación más acabada y completa existente entre el ser humano y las denominadas ciencias de
la salud. Sin dejar de ser una potente herramienta moral, cuyo uno de sus objetivos es
encontrar el nuevo marco racional y creativo que sustenta a cada nuevo avance en el
conocimiento, científico debe ser capaz, al mismo tiempo, de integrar tales avances al quehacer
médico diario, para el bien y en aras de la conservación de la vida.
La Bioética se la puede considerar surgida como en un intento por profundizar en la necesaria
búsqueda de la verdad, de todo aquello relacionado con el bien integral del paciente, es decir
con las esferas psicológicas, biológicas y social de éste y así posibilitar la potenciación y
expresión, con la mayor fuerza posible de todos los elementos de la persona.
La Bioética toma y considera al ser humano en su relación estrecha con sus factores
ambientales, como naturaleza, cultura, religión, política y sociedad, entre otros. Su campo es
mucho más amplio y, sobre todo más interdisciplinario que el de la ética biomédica, la cual se
circunscribe más a los temas relacionados con los pacientes y el personal de la salud que los
atiende.
La Bioética no es sólo un código de derechos y obligaciones, sino una imprescindible
herramienta que posibilita la ayuda a nuestros semejantes a realizarse a plenitud como
personas, sobre la base de las leyes que rigen el movimiento y desarrollo de las ciencias de la
salud, que guíen a la persona y la conduzcan al enfrentamiento de la posibilidad técnica con la
licitura ética.
En el horizonte bioético la regulación en virtud de las prescripciones interdisciplinarias del
comportamiento racionable y humano en lo concerniente a la investigación, a las terapéuticas y
a las aplicaciones de las biotecnologías, es la norma. En él se va mucho más allá del conjunto de
normas jurídicas que ordenan a los ciudadanos y a la sociedad y, más allá aún de todas aquellas
deontologías que definen, en su esencia, los principios y normas de la buena conducta entre los
médicos y los pacientes.
La bioética, en un sentido operativo, se presenta como un laboratorio experimental de la ética
en el campo de la vida y por lo tanto comprende una metabioética racional de principios y una
bioética normativa, dirigida específicamente hacia la praxis. En ella la racionalidad científica
encuentra su debido lugar en nombre de la objetividad al tiempo que la sugestividad, la
tradición, la moral y los sentimientos resultan, por si solos incapaces de fundamentarla y,
mucho menos, establecerlas.
El avance tecnológico y científico de nuestros tiempos, sin lugar a dudas, le ha proporcionado al
ser humano la posibilidad de intervenir sobre otros seres y sobre su medio, lo cual ha producido
modificaciones esenciales, profundas y de un efecto aún no conocido hasta el presente en el
campo científico y en el momento actual, de gran expansión tecnológica, no se puede preveer
cuáles serán los limites de esas modificaciones; de aquí, que desde la introducción de la
tecnología en la asistencia médica, en sentido general, se haya determinado el surgimiento de
numerosos problemas jurídicos, éticos, morales y sociales que estimularon, en su momento, la
creación de Comités de Ética interdisciplinarios encargados de introducir y hacer cumplir
principios de moderación y de prudencia en indicaciones éticas, en lugar de las morales juzgadas
anticuadas; es decir, se convirtieron en motores impulsores del desarrollo, indetenible, de la
bioética.
En una ocasión Mc Farlane Burnet, premio Nobel de medicina en 1952 expresó: "El propósito de
el momento de su concesión hasta su muerte, salud, en toda su magnitud y la expectativa de
vida que le permitan su constitución genética y los accidentes implicados en el vivir" y en
consecuencia con este magnífico planteamiento la Bioética ha de hacer lo posible por respetar
escrupulosamente y, al mismo tiempo, la autonomía, la beneficencia y la justicia del individuo.
Está obligada a ello aunque en la práctica resulte muy difícil y a veces rigurosamente imposible.
Ella obliga a extremar las precauciones y fundamentar del modo más estricto los posibles
criterios de decisión con independencia de la urgencia de los problemas concretos y cotidianos.
En el surgimiento y desarrollo de la bioética están presentes, vigentes y palpitantes todas
aquellas cuestiones que son tan graves como para que intervengan en la definición y duración
de la vida de los individuos y las sociedades, como sucede con frecuencia en medicina;
entonces, más que nunca antes es preciso aguzar la racionalidad al máximo y dedicar todo el
tiempo necesario a los problemas de fundamentación.
2. Principios Bioéticos
En el devenir de los muchos siglos en que prevaleció la filosofía griega del orden natural, que
pronto cristianizaron los teólogos, la entonces llamada ética médica la hicieron los moralistas y
la aplicaron, en definitiva, los confesores. En estos tiempos, al médico se le suministraba todo
hecho pidiéndole o exigiéndole que simple y llanamente lo cumpliera, así mismo tampoco se
comprendía muy bien que los casos concretos, de esencia definida, pudieran ser la causa o
provocar conflictos graves, sustantivos, ya que una vez establecidos los denominados principios
generales, de carácter inmutable, lo único que podían cambiar eran las circunstancias; dicho con
otras palabras: a lo largo de todos esos siglos de regencia filosófica griega no existió una
verdadera ética médica, si por ella entendemos la moral autónoma de los médicos y los
enfermos; existió otra cosa, la concesión aristotélica principista heteronimia, que muy bien
pudiera denominarse ética de la medicina. Todo esto explica porqué los médicos no han sido
por lo general ni muy duchos y, mucho menos competentes, en cuestiones de ética, la cual
quedó reducida a una actividad propia del ámbito de los ascético y de etiqueta.
En la actualidad el panorama que se percibe es muy diferente al descrito. Estamos inmersos en
una sociedad en que todos sus miembros integrantes son, mientras no se compruebe lo
contrario, agentes morales autónomos, con criterios bastantes diferentes sobre qué es lo bueno
y lo que es malo, con una relación médica que, por tratarse de una relación interpersonal,
puede ser no ya accidentalmente conflictiva, sino esencialmente de esa naturaleza.
Así mismo, el conflicto sube de grado y se profundiza si se toma en consideración que en la
relación sanitaria pueden intervenir, además del médico y el paciente, la enfermera, la dirección
de la unidad asistencial de que se trate, la seguridad social, la familia, autoridades competentes,
entre otros factores. Todos estos agentes de la relación médico-paciente pueden reducirse al
final a tres: el médico, el enfermo y la sociedad, cada uno de ellos con una significación moral
específica. Así el enfermo actúa guiado por el principio moral de autonomía; el médico, por el
de beneficencia y la sociedad por el de justicia. De forma natural, la familia se proyecta en
relación al enfermo por el principio de beneficencia y en este sentido actúa desde el punto de
vista moral, de una forma muy parecida a la del médico, en tanto que la dirección de la unidad
asistencial, los gestores del seguro de enfermedad (de existir éste) y las autoridades
competentes, tendrán que mirar y preocuparse, sobre todo, por salvaguardar el principio de
justicia. Esto pone en evidencia, de manera irrefutable, que en la relación médico-enfermo
están siempre presente, interactuando entre sí, si se quiere de forma dialéctica y necesaria, esas
tres dimensiones: la de autonomía, beneficencia y justicia, y que es bueno que así sea. Así las
cosas, si el médico y la familia se pasarán o intercambiaran con armas y bagajes de la
beneficencia a la justicia, sin lugar a dudas la relación sanitaria sufrirían de modo irremisible,
como sucedería también si el enfermo renunciara a actuar como sujeto moral autónomo. Una
vez más: los tres factores son esenciales, lo cual no significa que siempre hayan de resultar
complementarios entre sí, pudiendo en ocasiones resultar conflictivos; por ejemplo no siempre
es posible respetar por completo la autonomía sin que sufra la beneficencia y respetar esta sin
que se resienta la justicia. Esto pone en evidencia la necesidad de tener siempre presente los
tres principios ponderados de manera adecuada en cada situación concreta.
3. Principio de la Autonomía o el respeto de las personas
En este principio se toma en consideración, por lo menos, dos vertientes ético-morales
fundamentales:
1. El respeto por la autonomía del individuo, que se sustenta, esencialmente, en el respeto
de la capacidad que tienen las personas para su autodeterminación en relación con las
determinadas opciones individuales de que disponen.
2. Protección de los individuos con deficiencias o disminución de su autonomía en el que se
plantea y exige que todas aquellas personas que sean vulnerables o dependientes resulten
debidamente protegidas contra cualquier intención de daño o abuso por otras partes.
La aparición y puesta en práctica del principio de autonomía ha influido profundamente en el
desarrollo de la bioética, tanto desde el punto de vista sociopolítico como legal y moral. El
mismo ha cambiado indiscutiblemente el centro de la toma de decisiones del médico al
paciente y a su vez a reorientado la relación del médico con el enfermo hacia un acto mucho
más abierto y más profundamente franco, en el que se respeta y toma como centro de
referencia la dignidad del paciente como persona. En la actualidad se plantea que el auge del
principio de la autonomía en la práctica biomédica ha protegido a los enfermos contra las
flagrantes violaciones de su autonomía e integridad que en el pasado, por simples razones
éticas eran tan ampliamente aceptadas como permisibles.
No obstante, lo planteado el principio bioético de autonomía, como es de suponer, no resulta lo
suficientemente fuerte, no basta para garantizar el respeto a las personas en las transacciones y
hechos médicos en los cuales éstas puedan verse involucradas con todos los matices y
significados que ello entraña. Al respecto del fundamento de las relaciones médicas, el concepto
de integridad es más rico y fundamental. El mismo está más estrechamente ligado a lo que
significa esencialmente el ser humano completo en sus aspectos psicológicos, biológicos y
espiritual. Este concepto resulta más exigente y difícil de captar en un contexto legal o en lo
relativo a los llamados procedimientos de consentimiento informado. En definitiva la autonomía
depende de la preservación de la integridad de las personas, y tanto una como la otra dependen
dela integridad del médico, pudiéndose asegurar que la integridad sin conocimiento es débil e
inútil y el conocimiento sin integridad es peligroso y temible.
4. Principio de la Beneficencia
La esencia de este principio consiste en la obligación ética de aumentar, tanto como ello sea
posible, los beneficios y reducir al mínimo los daños y prejuicios que el individuo pueda recibir.
El ejercicio de la medicina está orientado por principios éticos que tienen sus raíces en
conceptos filosóficos, el no causar daños y hacer el bien al paciente. En la mayoría de los textos
clásicos de medicina también se establecen limitaciones, claras y precisas, en cuanto al empleo
de los conocimientos médicos para determinados objetivos. Los actos como la eutanasia, como
el aborto, la tortura, el ejercicio del poder o incluso la manipulación de las personas por medio
de una intervención médica completa pueden ser excluidas de la práctica, no sólo idónea sino
también hábil de la medicina por esas restricciones de la conducta profesional. Es un hecho de
tradición que tanto la ética como la pericia se aúnen en el campo de la medicina; no obstante
ello debe recordarse que la ética sin la debida pericia nunca puede resultar eficaz pero que la
pericia, por muy grande que esta sea sin la correspondiente dosis de ética nunca redundará en
beneficio del paciente.
Del principio bioético de la beneficencia se derivan normas que exigen el establecimiento de los
riesgos de la investigación, que éstos sean del todo razonables, tomando en consideración los
beneficios que se esperan obtener, que la concepción de la investigación que se pretende
realizar sea sensata y atinada y que los investigadores que habrán de intervenir en la misma
tengan el grado de idoneidad requerido para llevar a cabo debidamente sus tareas, al tiempo
que salvaguarden el bienestar de los sujetos de la investigación.
Cuando se trata del cuidado de los enfermos, nunca debe ser olvidado el ambiente cargado de
valores de todo tipo en que se realiza o ejecuta la intervención médica de que se trate. Es por
esta simple y llana razón que deben ser elaboradas listas de verificación de datos no científicos
con el objeto de abordar como es debido las cuestiones personales y el conocimiento de
aquellos valores que resultan imprescindibles para el establecimiento de una correcta relación
médico-paciente y determinar, en definitiva, lo que es mejor para el mismo.
La intervención médica no se puede basar única y exclusivamente en datos científicos, por la
compleja naturaleza de la explicación médica en sí, por la incertidumbre inherente al
diagnóstico y al pronóstico y, sobre todo, porque la ética de la medicina es, en primera y última
instancia, tratar al paciente como un todo y no lo síntomas o enfermedades aislados. Nunca
debe olvidarse que los conceptos de salud, bienestar objetivo y subjetivo y felicidad, al igual que
sus opuestos, son mucho más inclusivos y dicen mucho más de la realidad objetiva del individuo
que los datos de él obtenidos en el laboratorio.
Implícitamente contenida en la letra del principio bioético de la beneficencia está la prohibición
de infligir deliberadamente daños a otras personas. Este importante y trascendental aspecto de
la beneficencia se expresa a veces, por algunos autores e investigadores en este campo, como
un principio separado de la Bioética, al cual se le ha dado la denominación de principio de la nomaleficencia, o lo que es lo mismo, no ocasionar daño alguno.
5. Principio de la Justicia
Este principio se sustenta en la obligación ética de dar a cada una de las personas lo que
verdaderamente necesita o corresponde, en consecuencia con lo que se considera correcto y
apropiado desde el punto de vista moral. La aplicación consecuente de este principio puede
suscitar el surgimiento de problemas éticos, que últimamente se presentan con gran frecuencia
en la práctica médica y que están en relación directa con los adelantos tecnológicos de carácter
diagnóstico y terapéutico. El alto costo de estos recursos obliga, la más de las veces, a utilizarlos
de manera selectiva y es entonces cuando surge el conflicto de decidir quiénes deben
beneficiarse de ellos y quiénes no. Además, también en los últimos años se han incrementado y
arreciado las críticas por el indebido uso de esas tecnologías y las repercusiones negativas que
ello puede tener entre los costos y los beneficios obtenidos. Es indudablemente una desgracia
que su empleo tienda a aumentar de manera sostenida, en forma indiscriminada y, como
resultado, se encarezca significativamente la atención de salud, lo cual reduce el número de
personas que reciben lo correcto y apropiado en un momento determinado. El principio
bioético de justicia para todos le permite al médico que este pueda distinguir entre sus
obligaciones médicas como profesional de sus deberes cívicos como ciudadano.
En la ética de las investigaciones con seres humanos el principio de la justicia se refiere
principalmente al concepto de la llamada justicia distributiva, el cual establece una distribución
equitativa de las cargas y de los beneficios de la participación en las investigaciones realizadas,
aceptándose diferencias en tales distribuciones si las mismas se basan en distinciones
moralmente pertinentes entre las personas, como puede ser la de la vulnerabilidad que no es
más que la incapacidad de proteger los propios intereses debido a impedimentos tales como la
falta de capacidad para prestar un consentimiento informado o la ausencia de alternativas
lógicas para recibir una atención médica de calidad o satisfacer otras necesidades psicológicas,
biológicas o espirituales, ser menor de edad o un miembro subordinado dentro de un grupo
jerárquico, todo lo cual conlleva definir las medidas especiales que habrán de tomarse para la
protección adecuada y correcta de los derechos y el bienestar de la personas vulnerables.
La solidaridad humana exige que se preste asistencia y se proteja del sufrimiento al prójimo aún
cuando existan profundas diferencias ideológicas, religiosas o de cualquier otro tipo entre los
individuos, lo cual pudiera muy bien ser o constituir un punto más de apoyo o sustentación del
principio bioético de la justicia.
6. Desarrollo tecnologico y problemas bioeticos de la tecnologia medica La Ciencia y la Técnica
constituyen en la actualidad la principal fuerza productiva de la sociedad. Sin el directo y
decisivo concurso de las mismas es imposible concebir un desarrollo social sostenido y
sostenible por cuanto estas se proyectan directamente en todas las facetas del quehacer
creador del hombre, no solo en la producción como tal, consecuencia de su trabajo, sino
también, y muy importante, en su productividad. Ambas son el motor impulsor para la
consecución de la más plena satisfacción de las necesidades materiales y espirituales del ser
humano y su empleo lógico, racional y consecuente representa la más plena garantía de la
felicidad humana.
La situación que enfrenta la sociedad en el último decenio del siglo XX obliga a la reflexión sobre
las transformaciones conceptuales que demandan nuevas formas de abordar el estudio del
panorama multidimensional de las ciencias médicas en nuestros días.
La investigación y el estudio sobre el bienestar de los individuos precisan hoy más que nunca de
datos de alta calidad y de resultados que tengan como base estudios interdisciplinarios
teniendo en cuenta que la salud y el bienestar humano son la base y la razón de ser de todos los
esfuerzos del desarrollo, es decir, se precisa de una tecnología de avanzada para lograr tales
propósitos.
La salud como diría George AO Alleyne "en su totalidad es una esfera en la que no tenemos que
aceptar un juego de suma cero ni un mundo en el que nadie sale ganando". Lograr la estabilidad
en el terreno de la salud es una meta que redunda en el mejoramiento y bienestar de las
personas, llegando a los umbrales del siglo XXI con los logros del pasado, pero identificando los
objetivos del futuro.
Hablamos de la era de la tecnología; al respecto en 1962, el Comandante Ernesto "Ché" Guevara
19 expresó: "... el mundo camina hacia la era electrónica... todo indica que esta ciencia se
constituirá en algo así como una medida del desarrollo; quien la domine será un país de
vanguardia..."
Para el logro de tales objetivos es necesario hablar del uso de la información (como
conocimiento) para la salud, de sus posibilidades y del significado de las nuevas tecnologías para
su desarrollo. El logro de la meta "salud para todos" depende en gran medida del aporte y
acceso a la información misma.
Cabe muy bien citar lo expresado por Alleyne:
"El más poderoso de los instrumentos modernos la información quizás sea el único instrumento
capaz de cerrar la brecha entre el mundo que es y el mundo que podría ser- el único
instrumento que puede aliviar la ignorancia causante de mala salud y sufrimiento."
Las condiciones de salud están íntimamente relacionadas con la equidad en las condiciones de
vida y de acceso a los frutos del desarrollo científico y tecnológico. La información constituye
uno de los elementos esenciales para lograr estas metas.
Desde la antigüedad la transmisión del conocimiento influyó en el progreso y desarrollo de las
ciencias. Galileo, a quien se atribuye el establecimiento de las bases empíricas de la ciencia,
como los filósofos naturales utilizó sus escritos para la comunicación de sus ideas y avances,
partiendo de los patrimonios anteriores.
Es evidente que desde el pasado el conocimiento fue obtenido y transmitido ya sea mediante
palabras o por otras formas. En estos momentos los procesos para la obtención de la
información han cambiado, pues ahora existen métodos más complejos que permiten obtener
datos, compartir y comunicar mensajes casi minuto a minuto.
La tecnología permite, además de la obtención, recopilar, analizar, almacenar y recuperar la
información a velocidades y con costos inimaginables. Las computadoras y la comunicación han
revolucionado la estrategia de informatización en muchas sociedades, incluso en el campo de la
salud.
Marcelo Sosa en su libro Telematic and Health, se refiere a la información como la piedra
angular de las ciencias médicas y cita lo expresado por el Dr. Héctor Sosa Padilla pionero que
ayudó a la OPS en el desarrollo de los sistemas de información "La colección y el
estructuramiento sistemático de los datos según el espacio, el tiempo, los temas y los objetos...
en el contexto de las decisiones que deben adoptarse, es lo que constituye la verdadera
información para el planificador, el cuerpo legislativo, el nivel de gestión o el técnico."
La información es crucial para alcanzar la meta "salud para todos", pues constituye un factor
determinante en la formación de nuestros profesionales y en el bienestar y la atención de la
Población en general. Por lo tanto, el acceso a la misma juega un papel importante en el logro o
no de la salud de algunas personas o grupos desfavorecidos y contribuye al mismo tiempo, de
manera particularmente importante, a la aplicación de principios bioéticos como el de la justicia
y la beneficencia.
Hablar del mundo de la telemática y su influencia en la medicina es pensar en el monitoreo de
enfermos, la automatización de los registros, la captura de datos en línea y las nuevas
posibilidades que brinda la telemedicina, las cuales facilitan a todos los profesionales de la salud
la competitividad en sus trabajos, con una sensible mejoría del desempeño hacia la consecución
de una meta de excelencia.
En estos términos, la introducción de redes mundiales sobre información sanitaria representan
la llave del desarrollo de las ciencias médicas, pues han posibilitado saltar barreras económicas,
políticas y físicas. La cantidad de información sobre salud mundial aumenta de manera
vertiginosa, por lo que la única manera de manejarla en forma racional es mediante la
formación de redes que empleen las capacidades que brinda el surgimiento de la Internet y el
World Wide Web.
Pensemos en lo expresado por la Dra. Ingrid Libman de la Universidad de Pittsburgh "La mayor
parte de la salud pública y la medicina preventiva involucra la transferencia de información".
Por lo que, si se logran aplicar las telecomunicaciones a la medicina, se podrá obtener un
mejoramiento en la salud, tanto en las naciones industrializadas como en los países en
desarrollo, de esta forma la práctica de la atención de salud en los próximos años cambiara
espectacularmente., y en esto coincidimos con el Dr. Roberto Rodríguez, coordinador del
Programa de Sistemas de Información sobre Servicios de Salud de la Organización Panamericana
de la Salud (OPS), que plantea que las aplicaciones que utilizan tecnologías basadas en las
telecomunicaciones están incorporándose rápidamente a las prácticas de salud, mucho más allá
del entorno institucional en el que se desarrollaron inicialmente. El motor que impulsa el interés
por estas tecnologías es su creciente disponibilidad y accesibilidad, el movimiento a favor de un
mayor acceso y calidad de los servicios de salud para un mayor número de personas, y el deseo
de establecer sólidas prácticas de salud basadas en evidencias", sobre la base de una
información fiable obtenida tanto al pie de la cama del enfermo mediante dispositivos
apropiados para su utilización en directo o transmisión a distancia.
Las nuevas tecnologías de información en el sector de la salud permiten una mayor preparación
Para enfrentar y contrarrestar brotes de enfermedades, epidemias o desastres naturales y
proporcionan a los trabajadores de la salud los datos necesarios para darle frente a los
problemas que se presentan en el sector brindándole un fácil acceso a la información más
precisa y confiable que éstos necesitan y que es en definitiva requerida y necesaria para la
recuperación, curación y rehabilitación de los enfermos en sentido general.
La Bioética tiene que ver con el punto de contacto entre la ética y la tecnología médica moderna
en lo que afecta el control de la vida humana. Los avances tecnológicos médicos se pueden
clasificar en tres categorías: los que permiten la curación de enfermedades a un costo
moderado; los que facilitan y hacen posible la prevención de enfermedades y la promoción de la
salud con poco dispendio económico y los que permiten mantener la salud y una calidad de vida
aceptable, pero que para su implantación exitosa necesitan de considerables recursos tanto en
la esfera material como lo humano. Frente a la sociedad, los avances tecnológicos de este
último tipo son los que crean problemas, ya que son los factores económicos los que decidirán a
la larga si el surgimiento y dominio de una nueva tecnología debe o no tener una debida
repercusión inmediata en la comunidad, ya sea por facilitar, limitar o finalmente rechazar su
uso. Esto implica, en su esencia, un racionamiento más o menos grande de los recursos de
salud. El hecho de que una técnica esté disponible no conlleva necesariamente la posibilidad de
que pueda ser utilizada, sobre todo, si los recursos son escasos y obligan a una utilización
limitada de la misma como ocurre, por ejemplo, con los trasplantes de órganos únicos ( corazón
e hígado), cuya extraordinaria difusión puede sobrepasar los marcos de los presupuestos
monetarios destinados a la asistencia médica y dificultar con ello el desarrollo de otros
programas de interés mucho más general. En definitiva, los representantes de la sociedad
deben preocuparse y al mismo tiempo exigir que la introducción y puesta en explotación de las
nuevas tecnologías se acompañen siempre desde un principio, de una correcta evaluación de su
aplicación y de los beneficios que con ella se obtendrán.
Las nuevas tecnologías al ser aplicadas en el campo de la medicina pueden conducir a nuevos
daños iatrogénicos, o lo que es lo mismo, a daños que el médico ocasiona aunque éste siempre
intente producir el bien, o sea devolver la salud al paciente y que violan el principio de la no
maleficencia de la bioética.
Sin lugar a dudas, en los últimos años se han cristalizado grandes y viejos anhelos de la práctica
médica, de la Medicina como ciencia que es, en lo fundamental gracias al desarrollo de los
conocimientos en el campo de la electrónica y su aplicación, a través de dispositivos ingeniosos
capaces de contribuir o hacer posible diagnósticos de certeza con extrema rapidez o intervenir
terapéuticamente de manera decisiva en el restablecimiento o curación del enfermo.
Hoy, más que ayer, somos testigos excepcionales del renovado despuntar de nuevas proezas, de
vastas conquistas y aportaciones que muchas veces nacen separadas unas de otras tan solo por
Una diferencia de días. Nuevos medicamentos, ingeniosos procedimientos de alta especificidad
y sensibilidad para el diagnóstico, significativos adelantos en la llamada imagen geología
intervencionista, con
asombrosas
aplicaciones
terapéuticas y
grandes innovaciones
revolucionarias en el campo de la cirugía. Todo ello tiene como objetivo, en definitiva, llevarnos
a una medicina más precisa, a salvar exitosamente aquella utopía de los médicos de las épocas
ancestrales: el acceso a una medicina científica, a nuestro alcance para poder disponer de ella,
en el ejercicio médico, como una ciencia exacta. En este sentido los resultados han sido
realmente benéficos, si bien, en su aplicación individual no siempre del todo favorables. Al
respecto resulta interesante la reflexión hecha por Trousseau, en el siglo XIX, quien les pedía a
sus ayudantes en la cátedra que no se olvidaran que la medicina era tan bien arte y contra lo
cual ha atentado, de manera evidente, el crecimiento y desarrollo, en proporción casi
geométrica de la medicina de nuestro tiempo. Esto le ha restado poder a aquel acto mágico de
la medicina de antaño, cuando el médico ciertamente cambiaba el panorama del sufrimiento,
tan solo con colocar su mano sobre el hombro del enfermo. En otras palabras, el desarrollo
tecnológico actual en el campo de la medicina ha afectado, y amenaza con hacerlo cada vez con
más fuerza, esa necesaria corriente magnética que, cuando se establecen en forma fructífera,
conocemos como relación médico-paciente.
Una medicina con un mayor grado de desarrollo en su tecnología de aplicación es, desde luego,
más precisa pero también resulta mucho más costosa y se la observa así mismo incidir todos los
días, negativamente, en el binomio del que cura con el que padece, como si atentara con la
aplicación en la práctica del principio bioético de la justicia.
La práctica actual de la medicina enfrenta continuamente al médico facultativo con dilemas o
problemas de tipo ético relacionados con los adelantos obtenidos en el campo tecnológico, ya
sean éstos de carácter diagnóstico o terapéutico. Muchas decisiones de conflicto determinan
que el médico no siempre desarrolle una conducta de respeto a las esperanzas y los deseos del
enfermo debido a que en muchas directivas de los políticos, de acuerdo con la meta de salud
para todos en el año 2000, se favorecen más las inversiones para la sociedad en su conjunto que
para el individuo aislado. 28 Puede tratarse tanto de terapéuticas brillantes como los
transplantes, como de diagnósticos obtenidos por medio de costosas metodologías como son
las técnicas de imagen: tomografía axial computarizada, resonancia magnética nuclear y
activación neutrónica, entre otras. A pesar de las indudables bondades tecnológicas de tales
procedimientos, su elevado precio encarece sustancialmente los servicios médicos, limitando de
manera considerable el número de individuos que pueden tener acceso a los mismos, aunque
realmente necesiten de ellos para un diagnóstico preciso y de rigor. Esto va en detrimento de la
aplicación consecuente de los principios bioéticos de autonomía, de justicia y beneficencia, con
repercusiones adversas sobre la calidad de la medicina primaria, comunitaria o de familia,
incluso de la secundaria y de la terciaria.
En los últimos tiempos se ha observado una tendencia, no despreciable, al abuso del empleo de
los medios tecnológicos en la práctica médica, lo cual ha dado lugar a un número elevado de
protestas dirigida contra los médicos y al mal empleo hecho por estos de pruebas diagnósticas
sustentadas sobre una tecnología sofisticada. La conclusión inevitable de lo referido es que
muchos facultativos ignoran realmente la utilidad de las pruebas que indican en comparación
con otras parecidas, ya sea en relación con su posible valor en diferentes situaciones clínicas o
bien con respecto al costo real de tales pruebas.
Las causas del empleo abusivo de la tecnología avanzada en la práctica biomédica de hoy están
representadas por el hecho de que muchas de tales tecnologías pueden irrumpir en el mercado
sin haber sido sometida con anterioridad a un estudio cuidadoso, tanto en lo referente a los
riesgos que conlleva su utilización como a los beneficios que brindan y la real superioridad de
éstas sobre otros procedimientos ya consolidados por su empleo anterior.
Con el daño iatrogénico se violan los principios bioéticos, los cuales deben prevalecer al margen
de la necesaria aplicación y utilización de los avances tecnológicos que resultan de la aplicación,
inteligente y consecuente, de los conocimientos científicos actuales; al margen, también, de la
realización de las imprescindibles investigaciones biomédicas con sujetos humanos, necesarias
para el conocimiento de los problemas que, al ser resueltos de manera lógica, van a contribuir
de manera significativa a su felicidad, espiritual y material.
CONCLUSIONES
La aplicación consciente y consecuente de los principios de la Bioética lleva, a todas aquellas
personas responsabilizadas con las investigaciones y la prestación de servicios biomédicos, a
una mayor competencia y mejor desempeño en el ejercicio de sus actividades, hacia una
excelencia investigativo asistencial en el campo de la Biomedicina.
El necesario e indetenible desarrollo de la tecnología médica, en su aplicación concreta, puede
conllevar la vulnerabilidad de los principios bioéticos, sobre todo, el de la justicia y el de la
beneficencia, con detrimento de los beneficios que se pretenden alcanzar en los sujetos
implicados.
República Bolivariana de Venezuela
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“Dios Es Amor”
Inscrito en el Ministerio del Poder Popular Para Relaciones Interiores, Justicia y Paz.
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Bajo el Nro. 7.755. Rif.: J- 30950119-4
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Carrera: Eclesiástica Bíblica.
Grado Teológico: Doctor en Teología Bíblica.
Código: 003- Bioética.
Recomendaciones Para el Éxito en el Estudio
1) Tenga su cuaderno(s), de las diferentes Materias que usted debe de Estudiar, Analizar y
tener Control Práctico, Veraz e Inteligente.
2) Usted debe Escribir las respuestas realizadas en el Cuestionario con su puño y letra,
legible y entendible.
3) Investigue las palabras, términos y conceptos que usted no comprenda. Esto lo hará
más diestro y veraz en la profesión digna y loable que usted ha elegido en Dios.
4) El cuaderno es Individual, y será supervisado por su profesor. Esto dará prueba que
usted está Investigando y Estudiando al máximo.
5) El cuaderno de estudios debe estar forrado, en condición higiénica y presentable.
6) Las
Diapositivas
Power
Point
deben
ser
enviadas
al
correo
[email protected] destinado para organizar cada una de las
investigaciones que serán asignada a lo largo de los estudios realizados.
7) El Equipo que se va a conformar, debe delegar una materia donde el grupo se
especializará en esa materia exclusivamente, No dejando de leer y tener un panorama
de estudio de las otras materias. Es decir, cada integrante del grupo se encargará
específicamente de una materia. Pregunte a su coordinador delegado o pregunte sólo
vía texto al 0424-848.52.17/ 0424-853.65.86 especificando su Núcleo, Grado Teológico y
el periodo de estudio en el que se encuentra.
8) Traiga su Distintivo con su nombre en grande, tamaño ¼ de hoja carta, con su
respectivo alfiler y su nombre escrito con marcador negro punta gruesa.
9) No se aceptan cheques, los pagos del semestre serán en efectivo o depósitos en las
cuentas rectorales. Banco de Venezuela (Corriente) Nro. 0102-0418-65-0000025221 o
Banesco (Ahorro) Nro. 0134-0262-11-2622022195 a Nombre de Carlos Belizario.
10) Debe ser usted un analista, un poeta y un expositor en su materia. No aceptamos el
memorismo ni el caletre, pero si las exposiciones e intervenciones con rigor Bíblico,
Teológico, Filosófico, Cultural y Científico.
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respeto y de confianza deben ser investigadas.
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15) El Equipo de Tesis No puede exceder la cantidad de 5 integrantes.
Cuestionario
1. ¿Cuál es el significado de Bioética y su función?
2. ¿Qué implica la Bioética sobre la llamada ley de diversidad sexual?
3. Describa por que la maternidad es sustituida por vientre en alquiler.
4. ¿Está de acuerdo en la clonación? Explique.
5. Describa su opinión sobre el aborto. ¿Cuál sería el aporte terapéutico?
6. ¿La Bioética da valor humano?
7. Usted tiene un desafió frente a la Bioética:
a. Debe tener discernimiento espiritual.
b. Debe tener discernimiento ético.
c. Capaz de evitar los extremos.
d. El caso sería: ¡Quiero abortar!
¡Quiero una clonación!
¡Quítenme los aparatos que me mantienen vivo!
8. ¿Cómo respondería? Haga un análisis con profundo respeto.
9. Realice una Presentación Power Point de la Materia, y enviarla vía correo electrónico a:
[email protected] debe identificar la presentación con la Descripción:
(Grado Teológico-Nombre de la Presentación-Estudiante-Núcleo-Director). La Presentación
Debe ser de entre 7 y 12 Láminas, Las Diapositivas deben llevar Titulo, Subtítulos, Frases
Importantes e Imágenes relacionas con el tema).
10.
REÚNANSE con su Equipo De Estudios Teológicos, (E.T.) tome data de teléfonos sea
Entusiasta, Motivador y Deléguense los puntos a Desarrollar, Discutan, Analicen y lleguen a
la cumbre de la Efectividad.
¡¡¡Éxitos Al 1000%!!!
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