20110306IXOrdinario

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IX Domingo del Tiempo Ordinario z AÑO A z Mt 7, 21-27
z
Primera lectura z Dt 11, 18. 26-28. 32 z “Mirad: Os
pongo delante bendición y maldición”.
z
Segunda lectura z Rm 3, 21-25a. 28 z “El hombre es
justificado por la fe, sin las obras de la Ley”.
z
Salmo z 30
z
Evangelio z Mt 7, 21-27 z “La casa edificada sobre roca
y la casa edificada sobre arena”.
z
“Sé la roca de mi refugio, Señor”.
N
o todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que
cumple la voluntad de mi Padre que está
en los cielos. Aquel día, muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no
hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre hemos
echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. Entonces yo les declararé: “Nunca os
he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su
casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque
estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las
pone en práctica se parece a aquel hombre
necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la
lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los
vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande.
Para situar el evangelio
Otro salto. La liturgia omite
los versículos 1- capítulo 7 y
pasa al final del Sermón de la
Montaña con el texto de este
domingo. Si hemos ido trabajando siguiendo el Sermón,
será conveniente leer el fragmento omitido antes de entrar en el hoy donde encontraremos la advertencia sobre
la ilusión del pragmatismo,
del camino fácil, y contra e el
falso profetismo.
Por lo que respecta a esta página de hoy, deben tener muy
presente que estamos al final
del Sermón de la Montaña.
Es, por tanto, un texto conclusivo en el que se proyecta
todo el contenido anterior. De
ahí, pues, la contundencia
con la que acaba cuando considera la posibilidad de no
cumplir “la voluntad del Padre
que está en el cielo”: “¡se
hundió totalmente!”.
Para fijarnos en el Evangelio
Estamos al final del Sermón
de la Montaña. Mateo ha condensado y organizado una
buena colección de palabras de Jesús que expresan la vida del verdadero discípulo. En la
conclusión queda muy claro que ser un verdadero discípulo pasa por “cumplir la voluntad del
Padre”, por “poner en práctica” “estas palabras”
de Jesús.
“Cumplir la voluntad del Padre que está en el
cielo” no es someterse como un esclavo se somete al amo. La voluntad de Dios no es ley. El
Sermón de la Montaña no es ley. Es actitud de
hijo, de hija. Los hijos reciben el amor del padre y corresponden a él amándolo. Este amor
hace coincidir las voluntades.
Hacer la voluntad del Padre no se limita nunca
a palabras y a ritos, por más que las palabras y
los ritos sean importantes. He aquí el sentido
de los vv. 21 -23. La expresión “Señor, Señor”
es propia de los discípulos del Resucitado, que
le invocamos como quien ha recibido de Dios
toda la autoridad (Mt 28, 18) y que la manifiesta sobre todo curando con amor a
los heridos y necesitados de la tierra (Mt
8, 2.6; 9, 28; 15, 22; 17, 15; 20, 30). Pero no
basta con invocar. Hacen falta los frutos, las obras. Es necesaria la disposición a ser instrumentos de esta autoridad del “Señor”.
da a captar el mentido profundo de la vida de
los discípulos de Jesucristo.
Estas palabras conclusivas del Sermón de la
Montaña indican el convencimiento de Jesús de
que lo que él ha propuesto se puede “cumplir”.
Las bienaventuranzas (Mt 5, 1-12) no son un imposible. No son un ideal ante el que pensamos:
“¡Si la gente viviera así...!” o, cargándonos de
voluntarismo: “¡Ojalá yo lo pudiera vivir!”. No.
Las bienaventuranzas son lo que hoy podemos
poner en práctica. La parábola de los cimientos
de la casa lo traduce en imagen. Fe y vida son
una sola cosa para aquellas personas que han
acogido a la persona de Jesucristo.
Porque el Evangelio no es Ley, es gracia. Dios,
dándonos al Hijo y, con él, dándonos el Evangelio, nos da la gracia para vivirlo: para Dios todo
es posible (Mt 19, 26; Le 1, 37)
Los frutos u obras que se esperan de
los discípulos vienen del Amor del Padre
del cielo. Este Amor que tiene el nombre de Caridad, palabra a menudo destrozada. Es decir, Amor gratuito hacia
los que no tienen nada para poder recompensar. El capítulo 25 de Mateo,
con la escena del juicio final (Mt 25, 3146) que estos vv. 21 -23 anticipan “¡Alejaos de mí, malvados!”-, nos ayu-
z Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo
y, así, poder seguirlo mejor.
z Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
z Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
z Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y
de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que
escucho... veo. Y me pregunto si pongo en práctica la propuesta de vida de Jesús o no.
z Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos,
las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? ¿Qué testimonio descubro de las Bienaventuranzas a mi alrededor?
z Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy
a través de este Evangelio y compromiso.
z Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
CONSTRUIR SOBRE JESÚS
«El que escucha estas palabras mías y las pone
en práctica se parece a aquel hombre prudente,
que edificó su casa sobre roca» (Mt 7, 24)
Señor Jesús:
Hoy nos recuerdas claramente en el Evangelio:
«No todo el que me dice
“Señor, Señor”, entrará en el Reino de los Cielos,
sino el que cumple la voluntad de mi Padre,
que está en el cielo».
No quieres creyentes de palabras y de teorías,
sino que esperas creyentes de hechos y de obras.
También nos invitas a no ser «hombres vacíos»,
que edifican «su casa sobre arena», es decir:
la comodidad
como criterio de conducta,
el egoísmo
como manera de convivir,
la mediocridad
como postura creyente,
el desencanto
como situación actual,
el oportunismo
como excusa ante el ambiente...
Queremos construir sobre Ti, Señor Jesús,
para que, siguiendo tu ejemplo,
cumplamos siempre la «voluntad del Padre».
AMEN
Todo esto desde una apertura
a «la voluntad del Padre».
Además nos explicas con mucha sencillez,
el sentido de tu mensaje concreto:
debemos construir nuestra vida
como «hombres prudentes»,
que edifican «su casa sobre roca», esto es:
el Evangelio
como programa de actuación,
el amor
como estilo de relación,
el apostolado
como compromiso de fe,
la esperanza
como actitud ante el futuro,
la constancia
como superación de las dificultades...
Ver z Juzgar z Actuar
e la acción”
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n tema que la gente creyente suele plantear es la dificultad que muchos
encuentran para mostrarse o manifestarse como creyentes en Cristo,
tanto ante sus familiares y amigos como en sus lugares de trabajo o estudio. Normalmente esta dificultad viene por los comentarios y actitudes de
los demás respecto a la Iglesia, a temas de la fe... “Es que no sé cómo responder”; “Es que no te dejan hablar, te apabullan”; “Es que plantean temas que
yo tampoco tengo claros...”. Y para evitar conflictos, se calla, o se oculta que
se es creyente. Pero esta actitud no nos deja tranquilos, nos sentimos acobardados
y como si nuestra vida de fe dejase de tener apoyo firme. Y dudamos.
JUZGAR
N
uestros obispos, en el documento Orientaciones morales ante la actual situación de España [2006], afirmaron: “la condición indispensable para que los católicos podamos tener una influencia real en la
vida de nuestra sociedad (...) es el fortalecimiento de nuestra vida cristiana” [32]. Porque de lo contrario, viviremos la experiencia que hemos escuchado en el Evangelio, la del «hombre necio que edificó su casa so-
bre arena», y cuando vinieron los contratiempos
«se hundió totalmente». Necesitamos ser como
«aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca», porque cuando vinieron los contratiempos, «no se hundió». ¿Cómo fortalecer nuestra
vida cristiana para estar “cimentados sobre roca”?
La 1ª lectura nos daba unas indicaciones: «Meteos
mis palabras en el corazón y en el alma, atadlas a
la muñeca como un signo y ponedlas de señal en
vuestra frente». La Palabra de Dios y el estilo de
vida que de ella se deriva es algo que debe estar
presente en nuestros sentimientos («corazón»),
nuestra espiritualidad («alma»), nuestro actuar
(«muñeca») y nuestra reflexión («frente»), para no
vivir esas dimensiones como compartimentos estancos en nuestra vida cotidiana, sino de un modo
unificado. Porque como se indica en el Cursillo de
presentación de la nueva Acción Católica, “Ser
miembro de la sociedad y de la Iglesia son dimensiones que deben vivirse sin división, integrada
una en la otra desde la fe y la espiritualidad cristiana. No hay dos conciencias, una humana y otra
política, cristiana o eclesial. Sólo existe una conciencia cristiana única, movida por la vivencia de
la fe que lleva a construir la comunidad eclesial y a
tratar de ordenar las cosas según el Plan de Dios”.
Se necesita, por tanto, formar la conciencia cristiana para que la persona se sienta edificada sobre
roca y pueda hacer frente a los desafíos de hoy.
Una formación cristiana que no consiste simplemente en aprender una serie de conocimientos,
sino en “el logro progresivo de un modo de ser,
de pensar, de sentir, de actuar y de vivir -personal
y comunitario- profundamente cristiano, cuyo objetivo fundamental es suscitar, promover y alimentar la comunión con Jesucristo” [La AC Española - Documentos]. Es el estilo de formación que ofrece la
Acción Católica, y que enseña y ayuda a vivir la
“espiritualidad de la acción”, encarnando el espíritu de Jesucristo, que es acción, en la vida cotidiana, de tal manera que la propia acción se convierte en fuente de espiritualidad.
Como decía la primera lectura: «hoy os pongo delante maldición y bendición: la bendición, si escucháis los preceptos del Señor...; la maldición, si no
escucháis los preceptos del Señor... y os desviáis
del camino». Y decía Jesús: «No todo el que me
dice “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre...».
Si queremos “elegir la bendición” para sentirnos
edificados sobre roca, tengamos presente que la
espiritualidad cristiana no es algo intimista y fuera
de la realidad: “La espiritualidad que la fe cristiana
genera, implica toda la vida humana (...) Su vivencia abarca, por tanto, todos los ámbitos y aspectos
de la vida personal, familiar, profesional, eclesial y
política” [La AC Española - Documentos].
ACTUAR
A
la luz de la Palabra de Dios, preguntémonos:
¿Me he visto en algún conflicto con familiares,
amigos, compañeros... por causa de mi fe? ¿Cómo
reaccioné? ¿Alguna vez he callado u ocultado mi
condición de creyente? ¿Me siento “edificado sobre arena” o “sobre roca”? ¿Qué puedo hacer?
Estamos a punto de iniciar la Cuaresma, tiempo
de conversión, tiempo de gracia para fortalecer
nuestra vida cristiana. Tenemos los instrumentos
necesarios para formar cristianamente nuestra
conciencia, de modo que vayamos logrando la
unión entre lo que creemos, vivimos y celebramos y así ir asumiendo la espiritualidad de la acción. De nosotros depende elegirlos y aprovecharlos, porque como han dicho nuestros obispos
en el documento citado, “La evangelización y el
servicio cristiano a la sociedad serán obra de cristianos convertidos y convencidos, maduros en su
fe, una fe (...) que les impulse a influir eficazmente en los ámbitos culturales, económicos, sociales
y políticos” [37].
Acción Católica General
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