20110515IVPascua

Anuncio
IV Domingo de Pascua z AÑO A z Jn 10, 1-10
z
Primera lectura z Hch 2, 14a. 36-41 z “Dios lo ha constituido Señor y Mesías”.
z
Segunda lectura z 1P 2, 20b-25 z “Habéis vuelto al pastor de vuestras vidas”.
z
Salmo z 22
z
Evangelio
jas”.
z
“El Señor es mi pastor, nada me falta”.
z
Jn 10, 1-10
z
“Yo soy la puerta de las ove-
«E
n verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas,
sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su
voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las
saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su
voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él,
porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las
ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo
soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino
para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para
que tengan vida y la tengan abundante».
Para fijarnos en Jesús y el
Evangelio
La página de este domingo está
situada en el contexto del enfrentamiento de Jesús con los
fariseos (que más que guías religiosos del pueblo son ladrones
y bandidos). Es parte de la discusión que tienen a propósito
de la curación del ciego de nacimiento y de su expulsión de
la sinagoga.
La imagen del Buen Pastor que
se aplica Jesús para hablar de él
mismo (Jn 10, 11.14) está inspirada en el profeta Ezequiel (Ez 34),
donde Dios habla como el pastor
que cuida de su pueblo (esquilmado por los malos pastores) y
pide cuentas a los dirigentes,
pastores que sólo se han preocupados por ellos mismos.
¿Por qué este evangelio en Pascua? Es una imagen -Buen Pastor- que ha calado profundamente en la comunidad cristiana. Imagen de Dios, donde
Jesús empieza a autodefinirse
como la puerta de las ovejas.
El es la puerta que conduce a la
vida y a la inmortalidad,
abriéndonos la puerta cerrada
del paraíso perdido y fran-
queándonos el acceso al Padre
y a su proyecto-reino.
Jesús empieza describiendo dos
prácticas encontradas: la de un
ladrón de ovejas que “no entra
por la puerta” y la de un pastor
-el propio del rebaño- que hace
su trabajo bien hecho por la
mañana, entrando “por la puerta”, gritando a cada una de las
“suyas” “por su nombre” y llevándolas a los pastos. Son dos
formas de acercarse al pueblo:
abiertamente y con sinceridad;
el disimulo o la ocultación delatan al explotador (cf Jn12, 6: Judas) y violento (Jn 18, 40: Barrabás). A los ladrones y bandidos
se opone el pastor, figura mesiánica (Ez 34, 11-15) que Jesús
se aplica. El pastor propone un
mensaje de liberación -la vozy saca al pueblo de la institución judía (éxodo, cf 2, 16), librándolo de la muerte.
El “nombre” es la persona, reconocida como tal.
Las “suyas” quiere decir las que se han adherido a
Jesús por la fe. El ciego de nacimiento no es el
ejemplo (Jn 9, 38). Siguiendo a Jesús, que “anda
delante de ellos”, los creyentes tendrán vida. La fe
no es seguir unas ideas, ni unos valores, sino una
persona concreta: Jesús, “la Palabra” que “se ha
hecho hombre y ha habitado entre nosotros” (Jn 1,
14), el nos conoce (conocimiento y relación personal con cada uno). La voz de los dirigentes -los
extraños- anuncia explotación y violencia.
Después Jesús habla de él mismo como “puerta
de las ovejas”. Una “puerta” para acceder a Dios,
a la salvación. Una “puerta” por la que se puede
“entrar y salir libremente”: el discípulo es una
persona libre, disfruta de la libertad. Su adhesión
a Jesucristo no le saca libertad sino que le da.
Solo asumiendo su actitud -la de Jesús- se puede
acercar uno legítimamente al pueblo. Hasta ahora,
sus líderes han usado siempre el dominio y la violencia para explotarlo. El pueblo esta sometido por
miedo.
La otra puerta, “otro lugar”, la que no permite acceder a Dios, es el templo de Jerusalén, es el en-
torno en el que están discutiendo Jesús y los fariseos (Jn 7, 10.14.28; 8, 2-3.20; 8, 59). El templo había
sido una buena referencia, pero los dirigentes ”ladrones y bandoleros”- la han malogrado buscando sus propios intereses (Jn 2, 13-17). A la última de esta dura crítica de Jesús, hay que sumar
las no menos duras de los profetas, críticas que
Israel ya conocía: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores (Ez 34, 2ss); “Ay” de los pastores
que maltratan y dispersan las ovejas de mi rebaño (Jr 23, 1-2). Jeremías, por cierto, en el capítulo
citado anuncia el Mesías y su acción salvadora (Jr
23, 3ss).
Tras repetir la denuncia -violencia y dureza de los
dirigentes que explotan al pueblo sin medir los estragos que causan y sin respeto alguno a la vidaJesús se presenta como quien da la vida y la da
en abundancia. Resuenan aquí otras páginas del
evangelio de Juan (Jn 1, 4; 5, 21; 11, 25; 14, 6).
Esto nos hace caer en la cuenta que esta es una
de las afirmaciones centrales del Evangelio. Y que
la fe en Jesús (Jn 9, 38), es decir, la adhesión a la
persona de Jesús por seguirlo, conduce a participar de esta vida (Jn 20, 31; 3, 15)
z Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo
y, así, poder seguirlo mejor.
z Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
z Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
z Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA
que escucho... veo. El me llama por mi nombre... ¿En qué hechos me doy cuenta de que sigo
a Jesús y no unas ideas? ¿Cómo experimento que Jesús me da libertad y vida en abundancia?
z Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio... Veo otras personas llamadas por su nombre... ¿Qué experiencias ha hecho de ser llamado “por mi nombre”? ¿Y yo he reconocido a los demás como personas y los he tratado
como tales?
z Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
z Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
JESÚS, HIJO DE DIOS
En quien habita la plenitud de la divinidad,
que llamas a todos los bautizados
a “remar mar adentro”,
recorriendo el camino de la santidad,
suscita en el corazón de los jóvenes
el anhelo de ser
en el mundo de hoy
testigo del poder de tu amor.
Llénalos con tu Espíritu
de fortaleza
y de prudencia
para que adentrándose
en lo profundo
del misterio humano
lleguen a descubrir
su auténtico ser
y su verdadera vocación.
en lo profundo de tu corazón,
protege con tu maternal intercesión
a las familias
y a las comunidades cristianas,
para que ayuden
a los adolescentes
y a los jóvenes
a responder generosamente
a la llamada del Señor.
Amén.
Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2005
Salvador de los hombres y mujeres,
enviado por el Padre
para el amor misericordioso,
concede a tu iglesia
el regalo de jóvenes
dispuestos a remar mar a dentro,
siendo entre sus hermanos
manifestación de tu presencia
que renueva y salva.
Virgen María,
Madre del Redentor,
guía segura en el camino
hacia Dios y el prójimo,
que guardaste sus palabras
Ver z Juzgar z Actuar
”
s que hacer?
o
m
e
n
te
é
u
“¿Q
VER
C
uando nos convocan para participar en una reunión o una actividad cualquiera solemos preguntar: “¿Qué tenemos que hacer?”.
Porque queremos saber qué se espera de nosotros. Necesitamos saberlo antes de dar una respuesta, antes de comprometernos irreflexivamente en algo que quizá luego no podamos o no queramos llevar a la práctica. Y una vez nos digan lo que tenemos que hacer, estaremos en condiciones de dar una respuesta afirmativa o negativa.
JUZGAR
E
stamos en el cuarto Domingo de Pascua, y hoy la Palabra de Dios, después de narrarnos distintas apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos, nos da
unas indicaciones para empezar a hacer vida lo que estamos celebrando.
Hemos escuchado en la 1ª lectura cómo, tras el anuncio que Pedro hace a
los israelitas -«al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha
constituido Señor y Mesías»- éstos le preguntan: «¿Qué tenemos que ha-
cer, hermanos?». Y Pedro da unas indicaciones:
«Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo... y recibiréis el Espíritu Santo».
La fe en Jesús Resucitado no puede dejarnos indiferentes, algo debemos hacer, pero ¿qué tenemos
que hacer? Si actualizamos estas indicaciones de
Pedro, podemos ver que convertir es “hacer que
alguien o algo se transforme en algo distinto de lo
que era”; creer en Jesús Resucitado ha de transformarnos, no podemos seguir como antes, como
hemos escuchado en la 2ª lectura: «Antes andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis
vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas». No
podemos seguir descarriados porque ahora sabemos quién es nuestro Pastor. Y la conversión es
un proceso continuo, siempre vamos a necesitar
mejorar, crecer, madurar en nuestra vida de fe.
Y aunque ya haga tiempo que hemos recibido el
bautismo, debemos renovar lo que significa, tal
como hicimos durante la Vigilia Pascual, darnos
cuenta de que celebrar la Resurrección de Jesús
es como estrenar una libreta en blanco para nuestra vida. Podemos empezar de nuevo.
Esto es lo que tenemos que hacer, y entonces se
avivará la presencia del Espíritu Santo que hemos
recibido, y estaremos en condiciones de dejarnos
guiar por Él, como hicieron Pedro y los demás
Apóstoles, quienes una vez superado el miedo, se
lanzaron a proclamar que Jesús ha resucitado.
¿Qué tenemos que hacer? Creer en Jesús Resucitado significa estar dispuestos a “entrar por la
puerta” que es Él mismo, como hemos escuchado
en el Evangelio: «Yo soy la puerta de las ovejas».
Jesús Resucitado se ha convertido para nosotros
en la puerta que nos da acceso a la misma vida de
Dios -«quien entre por mí se salvará»- y tenemos
que pasar por Él si queremos llegar hasta el Padre.
Pasar por Él no es una imposición, quien decida
entrar por esta puerta descubrirá la verdadera libertad -«podrá entrar y salir»- y «encontrará pastos», el alimento que necesita para su vida.
ACTUAR
«Y
o he venido para que tengan vida y la tengan abundante», ha dicho el Señor en el
Evangelio. ¿Qué tenemos que hacer para tener
esa “vida abundante”? ¿Qué respuestas se me
ocurren si me planteo esta pregunta? ¿Qué dimensiones de mi vida necesitan conversión? ¿En
qué me afecta el hecho de estar bautizado, qué
repercusiones tiene para mi vida cotidiana? ¿Entro
por la puerta que es Jesús, o busco otras? ¿La fe
en Jesús Resucitado me hace sentir libre o es una
obligación, una carga?
«Quien entre por mí... encontrará pastos». Para que
ya desde ahora tengamos vida en abundancia, Jesús Resucitado nos ofrece diferentes pastos: nos da
la posibilidad de alimentarnos en la oración y en la
formación, que nos permiten desarrollar nuestro
espíritu; y nos da el pasto de los Sacramentos, que
a través de signos visibles nos hacen llegar la Gracia invisible de Dios. Sobre todo, Él mismo se hace
pasto en la Eucaristía, el Pan de Vida.
¿Qué tenemos que hacer? Entrar por la puerta
que es Jesús Resucitado y vivir de la Eucaristía, no
como un acto de piedad individualista, sino como
encuentro comunitario con Jesús Resucitado, que
nos alimenta, transforma e impulsa para continuar
la misión evangelizadora que iniciaron Pedro y los
demás Apóstoles, dando testimonio de que el Padre ha constituido a Jesús como Señor y Mesías, y
que sólo entrando por Él, que es la puerta, tendremos vida, y vida en abundancia.
Acción Católica General
Alfonso XI, 4 5º
28014 - Madrid
www.accioncatolicageneral.es
Descargar