IV Domingo de Pascua z AÑO A z Jn 10, 1-10 z Primera lectura z Hch 2, 14a. 36-41 z “Dios lo ha constituido Señor y Mesías”. z Segunda lectura z 1P 2, 20b-25 z “Habéis vuelto al pastor de vuestras vidas”. z Salmo z 22 z Evangelio jas”. z “El Señor es mi pastor, nada me falta”. z Jn 10, 1-10 z “Yo soy la puerta de las ove- «E n verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante». Para fijarnos en Jesús y el Evangelio La página de este domingo está situada en el contexto del enfrentamiento de Jesús con los fariseos (que más que guías religiosos del pueblo son ladrones y bandidos). Es parte de la discusión que tienen a propósito de la curación del ciego de nacimiento y de su expulsión de la sinagoga. La imagen del Buen Pastor que se aplica Jesús para hablar de él mismo (Jn 10, 11.14) está inspirada en el profeta Ezequiel (Ez 34), donde Dios habla como el pastor que cuida de su pueblo (esquilmado por los malos pastores) y pide cuentas a los dirigentes, pastores que sólo se han preocupados por ellos mismos. ¿Por qué este evangelio en Pascua? Es una imagen -Buen Pastor- que ha calado profundamente en la comunidad cristiana. Imagen de Dios, donde Jesús empieza a autodefinirse como la puerta de las ovejas. El es la puerta que conduce a la vida y a la inmortalidad, abriéndonos la puerta cerrada del paraíso perdido y fran- queándonos el acceso al Padre y a su proyecto-reino. Jesús empieza describiendo dos prácticas encontradas: la de un ladrón de ovejas que “no entra por la puerta” y la de un pastor -el propio del rebaño- que hace su trabajo bien hecho por la mañana, entrando “por la puerta”, gritando a cada una de las “suyas” “por su nombre” y llevándolas a los pastos. Son dos formas de acercarse al pueblo: abiertamente y con sinceridad; el disimulo o la ocultación delatan al explotador (cf Jn12, 6: Judas) y violento (Jn 18, 40: Barrabás). A los ladrones y bandidos se opone el pastor, figura mesiánica (Ez 34, 11-15) que Jesús se aplica. El pastor propone un mensaje de liberación -la vozy saca al pueblo de la institución judía (éxodo, cf 2, 16), librándolo de la muerte. El “nombre” es la persona, reconocida como tal. Las “suyas” quiere decir las que se han adherido a Jesús por la fe. El ciego de nacimiento no es el ejemplo (Jn 9, 38). Siguiendo a Jesús, que “anda delante de ellos”, los creyentes tendrán vida. La fe no es seguir unas ideas, ni unos valores, sino una persona concreta: Jesús, “la Palabra” que “se ha hecho hombre y ha habitado entre nosotros” (Jn 1, 14), el nos conoce (conocimiento y relación personal con cada uno). La voz de los dirigentes -los extraños- anuncia explotación y violencia. Después Jesús habla de él mismo como “puerta de las ovejas”. Una “puerta” para acceder a Dios, a la salvación. Una “puerta” por la que se puede “entrar y salir libremente”: el discípulo es una persona libre, disfruta de la libertad. Su adhesión a Jesucristo no le saca libertad sino que le da. Solo asumiendo su actitud -la de Jesús- se puede acercar uno legítimamente al pueblo. Hasta ahora, sus líderes han usado siempre el dominio y la violencia para explotarlo. El pueblo esta sometido por miedo. La otra puerta, “otro lugar”, la que no permite acceder a Dios, es el templo de Jerusalén, es el en- torno en el que están discutiendo Jesús y los fariseos (Jn 7, 10.14.28; 8, 2-3.20; 8, 59). El templo había sido una buena referencia, pero los dirigentes ”ladrones y bandoleros”- la han malogrado buscando sus propios intereses (Jn 2, 13-17). A la última de esta dura crítica de Jesús, hay que sumar las no menos duras de los profetas, críticas que Israel ya conocía: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores (Ez 34, 2ss); “Ay” de los pastores que maltratan y dispersan las ovejas de mi rebaño (Jr 23, 1-2). Jeremías, por cierto, en el capítulo citado anuncia el Mesías y su acción salvadora (Jr 23, 3ss). Tras repetir la denuncia -violencia y dureza de los dirigentes que explotan al pueblo sin medir los estragos que causan y sin respeto alguno a la vidaJesús se presenta como quien da la vida y la da en abundancia. Resuenan aquí otras páginas del evangelio de Juan (Jn 1, 4; 5, 21; 11, 25; 14, 6). Esto nos hace caer en la cuenta que esta es una de las afirmaciones centrales del Evangelio. Y que la fe en Jesús (Jn 9, 38), es decir, la adhesión a la persona de Jesús por seguirlo, conduce a participar de esta vida (Jn 20, 31; 3, 15) z Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor. z Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado. z Leo el texto. Después contemplo y subrayo. z Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... veo. El me llama por mi nombre... ¿En qué hechos me doy cuenta de que sigo a Jesús y no unas ideas? ¿Cómo experimento que Jesús me da libertad y vida en abundancia? z Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio... Veo otras personas llamadas por su nombre... ¿Qué experiencias ha hecho de ser llamado “por mi nombre”? ¿Y yo he reconocido a los demás como personas y los he tratado como tales? z Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. z Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... JESÚS, HIJO DE DIOS En quien habita la plenitud de la divinidad, que llamas a todos los bautizados a “remar mar adentro”, recorriendo el camino de la santidad, suscita en el corazón de los jóvenes el anhelo de ser en el mundo de hoy testigo del poder de tu amor. Llénalos con tu Espíritu de fortaleza y de prudencia para que adentrándose en lo profundo del misterio humano lleguen a descubrir su auténtico ser y su verdadera vocación. en lo profundo de tu corazón, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las comunidades cristianas, para que ayuden a los adolescentes y a los jóvenes a responder generosamente a la llamada del Señor. Amén. Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2005 Salvador de los hombres y mujeres, enviado por el Padre para el amor misericordioso, concede a tu iglesia el regalo de jóvenes dispuestos a remar mar a dentro, siendo entre sus hermanos manifestación de tu presencia que renueva y salva. Virgen María, Madre del Redentor, guía segura en el camino hacia Dios y el prójimo, que guardaste sus palabras Ver z Juzgar z Actuar ” s que hacer? o m e n te é u “¿Q VER C uando nos convocan para participar en una reunión o una actividad cualquiera solemos preguntar: “¿Qué tenemos que hacer?”. Porque queremos saber qué se espera de nosotros. Necesitamos saberlo antes de dar una respuesta, antes de comprometernos irreflexivamente en algo que quizá luego no podamos o no queramos llevar a la práctica. Y una vez nos digan lo que tenemos que hacer, estaremos en condiciones de dar una respuesta afirmativa o negativa. JUZGAR E stamos en el cuarto Domingo de Pascua, y hoy la Palabra de Dios, después de narrarnos distintas apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos, nos da unas indicaciones para empezar a hacer vida lo que estamos celebrando. Hemos escuchado en la 1ª lectura cómo, tras el anuncio que Pedro hace a los israelitas -«al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías»- éstos le preguntan: «¿Qué tenemos que ha- cer, hermanos?». Y Pedro da unas indicaciones: «Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo... y recibiréis el Espíritu Santo». La fe en Jesús Resucitado no puede dejarnos indiferentes, algo debemos hacer, pero ¿qué tenemos que hacer? Si actualizamos estas indicaciones de Pedro, podemos ver que convertir es “hacer que alguien o algo se transforme en algo distinto de lo que era”; creer en Jesús Resucitado ha de transformarnos, no podemos seguir como antes, como hemos escuchado en la 2ª lectura: «Antes andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas». No podemos seguir descarriados porque ahora sabemos quién es nuestro Pastor. Y la conversión es un proceso continuo, siempre vamos a necesitar mejorar, crecer, madurar en nuestra vida de fe. Y aunque ya haga tiempo que hemos recibido el bautismo, debemos renovar lo que significa, tal como hicimos durante la Vigilia Pascual, darnos cuenta de que celebrar la Resurrección de Jesús es como estrenar una libreta en blanco para nuestra vida. Podemos empezar de nuevo. Esto es lo que tenemos que hacer, y entonces se avivará la presencia del Espíritu Santo que hemos recibido, y estaremos en condiciones de dejarnos guiar por Él, como hicieron Pedro y los demás Apóstoles, quienes una vez superado el miedo, se lanzaron a proclamar que Jesús ha resucitado. ¿Qué tenemos que hacer? Creer en Jesús Resucitado significa estar dispuestos a “entrar por la puerta” que es Él mismo, como hemos escuchado en el Evangelio: «Yo soy la puerta de las ovejas». Jesús Resucitado se ha convertido para nosotros en la puerta que nos da acceso a la misma vida de Dios -«quien entre por mí se salvará»- y tenemos que pasar por Él si queremos llegar hasta el Padre. Pasar por Él no es una imposición, quien decida entrar por esta puerta descubrirá la verdadera libertad -«podrá entrar y salir»- y «encontrará pastos», el alimento que necesita para su vida. ACTUAR «Y o he venido para que tengan vida y la tengan abundante», ha dicho el Señor en el Evangelio. ¿Qué tenemos que hacer para tener esa “vida abundante”? ¿Qué respuestas se me ocurren si me planteo esta pregunta? ¿Qué dimensiones de mi vida necesitan conversión? ¿En qué me afecta el hecho de estar bautizado, qué repercusiones tiene para mi vida cotidiana? ¿Entro por la puerta que es Jesús, o busco otras? ¿La fe en Jesús Resucitado me hace sentir libre o es una obligación, una carga? «Quien entre por mí... encontrará pastos». Para que ya desde ahora tengamos vida en abundancia, Jesús Resucitado nos ofrece diferentes pastos: nos da la posibilidad de alimentarnos en la oración y en la formación, que nos permiten desarrollar nuestro espíritu; y nos da el pasto de los Sacramentos, que a través de signos visibles nos hacen llegar la Gracia invisible de Dios. Sobre todo, Él mismo se hace pasto en la Eucaristía, el Pan de Vida. ¿Qué tenemos que hacer? Entrar por la puerta que es Jesús Resucitado y vivir de la Eucaristía, no como un acto de piedad individualista, sino como encuentro comunitario con Jesús Resucitado, que nos alimenta, transforma e impulsa para continuar la misión evangelizadora que iniciaron Pedro y los demás Apóstoles, dando testimonio de que el Padre ha constituido a Jesús como Señor y Mesías, y que sólo entrando por Él, que es la puerta, tendremos vida, y vida en abundancia. Acción Católica General Alfonso XI, 4 5º 28014 - Madrid www.accioncatolicageneral.es