4 DE MARZO Como un padre amoroso, no nos pierdes de vista. Te pedimos que tu bondad y amor sean conocidos y reconocidos en todas partes. Que toda la gente II DOMINGO DE CUARESMA tenga lo necesario para ser verdaderamente felices. Y, cuando fallemos y no vivamos conforme a tus caminos de amor, por favor, perdónanos. Ayúdanos a no ceder a las ganas de hacer lo que no es correcto; protégenos del mal; que, cuando nos sintamos agraviados, sepamos perdonar y olvidar. Tú cuidas de nosotros ahora y por siempre. Amén Acción Católica General Sector de Infancia www.accioncatolicageneral.es Este es mi Hijo, el Amado, escuchadle En aquel tiempo Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: - Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: - Este es mi Hijo amado; escuchadlo. Como siempe, te proponemos una preguntas que te ayuden a entender mejor lo que Jesús nos quiere decir, y que nos permitan poner en nuestra vida con obras, con cosas que podamos hacer, lo que Jesús nos dice. Unas preguntillas para pensar y comprometerse ... De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos. ¿Conoces personas que no son felices, personas que no puede decir “¡Qué bié se está aquí!”? Marcos 9, 1-9 ¿Cuáles crees que son las cosas que no hacen felices a las personas que no se encuentran bien, que están tristes? Pedro, Santiago y Juan encuentran en la montaña a las que les llevó Jesús un lugar en el que creían que tenían de todo. Llegan incluso a decir: “Maestro ¡Qué bién se está aquí! De lo que estoy seguro es que se encontraban muy agusto y muy felices, pero ¿podemos aislarnos en una montaña alta porque nosotros nos encontremos muy bien. Los cristianos no somos personas que nos refugiemos donde nos encontremos muy bien. Nos complicamos la vida, salimos de nuestra comodidad. Y lo hacemos porque necesitamos que los demás puedan decir: ¡Qué bien estoy! ¡Soy feliz! No sólo nos importa ser felices, sino que nos resulta fundamental la felicidad de los demás, de las personas que necesitan un poco de esperanza en su vida. Fíjate en un persona que conozcas y que esté en un momento de su vida difícil. Ofrécete a ayudarla, a escucharla, a que sienta que estás con ella.