N20120304IICuaresma

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4 DE MARZO
Como un padre amoroso,
no nos pierdes de vista.
Te pedimos que tu bondad y amor
sean conocidos y reconocidos
en todas partes.
Que toda la gente
II DOMINGO
DE CUARESMA
tenga lo necesario
para ser verdaderamente felices.
Y, cuando fallemos y no vivamos
conforme a tus caminos de amor,
por favor, perdónanos. Ayúdanos
a no ceder a las ganas de hacer
lo que no es correcto;
protégenos del mal;
que, cuando nos sintamos agraviados,
sepamos perdonar y olvidar.
Tú cuidas de nosotros ahora y por siempre.
Amén
Acción Católica General
Sector de Infancia
www.accioncatolicageneral.es
Este es mi Hijo, el
Amado, escuchadle
En aquel tiempo Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos
solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se
volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero
del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro
tomó la palabra y le dijo a Jesús: - Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a
hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: - Este es mi Hijo
amado; escuchadlo.
Como siempe, te proponemos una preguntas que te ayuden a entender mejor lo
que Jesús nos quiere decir, y que nos permitan poner en nuestra vida con
obras, con cosas que podamos hacer, lo que Jesús nos dice.
Unas preguntillas
para pensar
y comprometerse
...
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que
habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de
entre los muertos.
¿Conoces personas que no son felices, personas que no puede
decir “¡Qué bié se está aquí!”?
Marcos 9, 1-9
¿Cuáles crees que son las cosas que no hacen felices a las personas que no se encuentran bien, que están tristes?
Pedro, Santiago y Juan encuentran en la montaña a las que les llevó Jesús un
lugar en el que creían que tenían de todo. Llegan incluso a decir:
“Maestro ¡Qué bién se está aquí!
De lo que estoy seguro es que se encontraban muy agusto y muy felices, pero
¿podemos aislarnos en una montaña alta porque nosotros nos encontremos
muy bien.
Los cristianos no somos personas que nos refugiemos donde nos encontremos
muy bien. Nos complicamos la vida, salimos de nuestra comodidad. Y lo hacemos porque necesitamos que los demás puedan decir: ¡Qué bien estoy! ¡Soy
feliz! No sólo nos importa ser felices, sino que nos resulta fundamental la felicidad de los demás, de las personas que necesitan un poco de esperanza en su
vida.
Fíjate en un persona que conozcas y que esté en un momento de
su vida difícil. Ofrécete a ayudarla, a escucharla, a que sienta que
estás con ella.
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